XVIII Simposio Ibérico de Estudios de Biología Marina SIEBM, 2-5 septiembre, 2014, Gijón (Asturias) La pesquería de chirla (Chamelea gallina) en el caladero golfo de Cádiz: evolución, gestión e investigación. Fishery of striped venus (Chamelea gallina) in the Gulf of Cadiz: development, management and research. L. Silva1, M. Delgado1, M. Cojan1, A. Juárez1, M. Peña2, A. Terrón2, D. Acosta3, I. Sobrino1 1Centro Oceanográfico de Cádiz, Instituto Español de Oceanografía, Puerto Pesquero, Muelle de Levante, s/n, 11.006 Cádiz; e-mail: [email protected] 2Agencia de Gestión Pesquera y Agraria de Andalucía. Consejería de Agricultura, Pesca y Medioambiente, Junta de Andalucía. 3Dirección General de Pesca, Consejería de Agricultura, Pesca y Medioambiente, Junta de Andalucía. La pesca del bivalvo Chamelea gallina en el caladero del Golfo de Cádiz, conocido localmente como “chirla”, se realizaba tradicionalmente con embarcaciones artesanales que utilizaban rastros remolcados en los fondos blandos y someros de dicho caladero, localizados en el litoral de Huelva. Sin embargo, la pesca de este bivalvo cambió radicalmente con la introducción a principios de los años 90 de la draga hidráulica. El número de dragas se incrementó progresivamente desde las 27 unidades en 1997 hasta las 96 que pescan desde el 2007, cuyo número de mantiene actualmente. Consecuentemente, las capturas experimentaron un espectacular incremento pasando de las 500 toneladas a finales de los años 80, hasta las 3000-4000 toneladas oficiales que se vienen capturando desde el 2000. Este hecho trajo consigo cambios en la gestión, con implantaciones de planes de pesca específicos, establecimientos de cuotas, regulaciones del esfuerzo, tallas mínimas y vedas, entre otras medidas. Sin embargo, los estudios pesqueros y biológicos comenzaron a ser necesarios para que la gestión de la pesquería fuese sostenible. Estudios de selectividad de artes, campañas de estimaciones de densidad/biomasa, comenzaron su andadura a finales de los años 90 pero no fue hasta 2007 cuando los estudios pesqueros realizados por parte del Instituto Español de Oceanografía en colaboración con la Consejería de Agricultura, Pesca y Medioambiente de la Junta de Andalucía aportaron información que hicieron posible la modificación y adecuación de nuevas medidas de gestión. El muestreo con observadores a bordo aportó información relevante sobre la evolución de la abundancia, constatando una necesidad de cambio en la gestión de la pesquería en base a tiempos de pesca en vez del control mediante cuotas. Los estudios biológicos aportaron una talla de primera madurez estimada en 10.4 mm y una población compuesta por tres clases de edad de 12.3, 25, y 30 mm, alcanzándose la talla de primera captura (25 mm) a los dos años de edad. Los descartes aportaron que en torno al 29% de la biomasa capturada se correspondía con otras especies que no eran chirla, y que del 71% de chirla capturada, en torno al 50% de media anual se descartaba por tener talla no comercial. A lo largo del desarrollo de los estudios tuvo lugar un colapso de la población, ante el cual se establecieron nuevas medidas de gestión con bases científicas que hicieron posible la recuperación del recurso a los mayores niveles conocidos desde el inicio de la pesquería. Los rendimientos pasaron en un año de 6 kg/h hasta los 60kg/h, registrándose actualmente rendimientos puntuales de 1000 kg/h. Al final de todo este periodo, el mercado comenzó a actuar de forma importante en la regulación de las capturas y en la sostenibilidad del recurso, ayudado por la incorporación de una marca de calidad establecida por la Comunidad Autónoma. En la actualidad la pesquería se encuentra en un estado excepcional fruto de la buena interacción entre los elementos que pueden hacer posible la sostenibilidad de una pesquería: sector, gestores, investigadores y el propio mercado.