Intimidad y Conquista Pr. Horacio Fischer, IEB El Camino (Neuquen

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Intimidad y Conquista
Pr. Horacio Fischer, IEB El Camino (Neuquen)
“Después subió del monte, y llamó a sí a los que el quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce, para que
estuviesen con él, y para enviarlos a predicar” (Marcos 3:13-14)
Estamos comenzando un nuevo año y, como en cada comienzo, seguramente nos detenemos a tratar de
visualizar el "hacia dónde vamos". Yo también lo hago. Es por eso que, comenzando 2008, le pido a Dios
que me ponga delante de su ventana para ver hacia adelante según su corazón. Siento que esa ventana es
aquella frase que encontramos en Marcos 3:13 y 14. Y al concentrarme en lo que Dios me muestra, mi
corazón imagina un tren que avanza con fuerza sobre una vía que contiene, obviamente, dos rieles.
Cuando Marcos contaba aquella escena -y él no sabía de trenes- mostraba claramente que debajo de
nuestras ruedas no pueden faltar ninguno de ambos rieles. Estos rieles son la intimidad con Dios ("para
que estuviesen con él"), y la conquista ("y para enviarlos a predicar"). Permítanme que interprete lo que
veo...
1) Intimidad ("para que estuviesen con él")
A) Jesús dijo: "Separados de mi nada pueden hacer" (Juan 15:5}. Esa es la primera razón por la que
necesitarnos intimidad con ÉL Recordemos que fuimos creados para funcionar "enchufados" a
Él. Nuestra vida debe tener contacto directo con la fuente de energía. Intentar hacer algo sin estar
"enchufados" a Él no solo que es inútil sino que, además, es ridículo... Tan ridículo como reclamar a
la Empresa de Energía Eléctrica el mal funcionamiento de un aparato electrónico cuando no lo hemos
encendido. Es decir, la corriente puede estar llegando al aparato, pero si el "switch" no se ha
encendido, no se cierra el circuito y el aparato nunca funcionará, a pesar de que una poderosa usina
está en pleno funcionamiento. De la misma forma, Dios nos dice: "Mi usina celestial, todo mi poder,
es enviado a ti, ¡pero no cierras el circuito! ¡Si no tienes intimidad conmigo, no funcionarás!"
B) El sabio autor de los Proverbios dijo que "al hombre te toca hacer planes, y a Dios dirigir sus pasos" (16:9).
Esta es la segunda razón por la que necesitamos intimidad con Él. Es decir, aunque tengas tu vida
consagrada al ministerio de su Reino, tu mente planeará, pero de Él es la última palabra. Debe haber
sobrados casos como ejemplo de esto. Planificamos nuestros ministerios, pero luego no funcionan
porque no nos encomendamos a la dirección final del Señor. Es cierto que hemos recibido la
mente de Cristo (1 Corintios 2:16), y podemos pensar como Él -contrariamente a lo que siempre se
enseñó de que "no podemos conocer sus caminos"-. Al margen, cuando Dios dice que "Sus caminos
y sus pensamientos nos son los nuestros" (Isaías 55), le está hablando al impío, a aquel que debe
buscarlo mientras pueda ser hallado. Es cierto que podemos conocer lo que hay en el corazón de
Dios, porque la promesa de su nuevo pacto es que no hará nada sin hacérselo saber a sus siervos.
Pero, de todas formas, ¡Él debe encaminar nuestros pasos! ¡Y Él solo se revela a los que están cerca de
su trono!
C) "Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente. Este
es el primero y grande mandamiento" (Mateo 22:37-38). Esta es la tercera razón por la que necesitamos
intimidad con Él. Porque es el primer mandamiento, y el más importante. Nos guste o no, la
obediencia es la puerta a la bendición. Aunque no lo entendamos, así debe ser. De hecho, no
fuimos llamados a entender sino a obedecer. Quizá algunas cosas las entendamos cuando maduremos,
como el niño que solo entenderá cuando crezca por qué su papá le dice "No metas el dedo en el
enchufe". El niño no puede comprender que por allí pasan 220 voltios de corriente alterna,
¡pero su vida depende de que obedezca! De la misma forma, aunque no entendamos por qué,
debemos buscar el rostro de Dios cada día, ¡nuestra vida depende de ello!
2) Conquista ("Y para enviarlos a predicar)
Cuando hablamos de predicar, estamos hablando de...
A) Evangelizar, que significa llenarlo todo de buenas noticias, noticias de libertad, libertad de todo
tipo de esclavitud -espiritual, financiera, de enfermedades, etc.-, como cuando el heraldo venía de
prisa a contar a su nación de la victoria que habían obtenido sus ejércitos. O cuando el mismo
heraldo anunciaba a un pueblo que el rey del país pasaría por ahí, y comenzaban los festivos
preparativos. En ambos casos está contenida la realidad del gobierno. Por eso Jesús dijo que Él venía
a establecer el Reino de Dios. Evangelizar, entonces, es establecer el señorío de Jesús sobre
determinado lugar o persona. Entonces pasaremos a vivir un tiempo donde se analizará
cuidadosamente lo que se come y lo que se bebe. No se permitirá que los narcóticos, ni los
estimulantes ni ninguna otra cosa perniciosa entre en el cuerpo innecesariamente, porque de lo
contrario contaminaría el templo del Altísimo. Lo mismo vale para la mente y las emociones, lo que pasa
por ojos y oídos, ya que ahora el dueño es otro.
B) Quitar el pecado. Si pensamos en nuestra traducción tradicional, diremos que pecado significa "errar
el blanco" y eso es cierto. Pero, ¿qué blanco? Pienso que se trata del blanco que Dios dispuso para
nosotros cuando nos creaba con un propósito específico. Entonces, pecado es todo aquello que
atenta contra el cumplimiento de mi propósito de vida, todo aquello que me impide alcanzar el
objetivo, que no me permite consumar mi destino, que no me deja llegar al fin. Así nuestra tradicional
"lista" de pecados se amplía considerablemente, ya que ahora entenderemos que pecador no es
solamente el que rechaza a Cristo, sino todo aquel que no pone empeño por alcanzar la plenitud de vida
que Cristo trajo. Así entendernos que la mediocridad nos hace pecadores, la irresponsabilidad nos
hace pecadores, el temor y la vergüenza nos hacen pecadores...
C) Presentar a todo hombre perfecto delante de Dios. Pablo decía que esta era su preocupación
(Colosenses 1:28). Entendamos que el concepto bíblico de "perfección" quizá no coincida con el
nuestro. "Perfecto" en la Biblia es "maduro", "acabado", "terminado". No habla de no tener errores, sino
de haber alcanzado el propósito del cual hablábamos en el párrafo anterior. Entonces, evangelizar no
es solamente entregar un folleto y asegurarle al otro dónde pasará la eternidad. Evangelizar es
optimizar su condición integral, es hacerlo volver a disfrutar de la autoridad, de la seguridad, del
sentido de pertenencia con el cual Dios creó al hombre al principio.
Conclusión
Creo firmemente que si hay dos palabras que deberíamos recordar cada día de este nuevo año; esas
palabras son intimidad y conquista. Pero van juntas; no se puede alcanzar una sin avanzar hacia la
otra. No puedo ser un íntimo de Dios sin conocer su corazón y ver que su mayor interés es salvar a
los perdidos, es libertar a los cautivos, llevar vista a los ciegos, sanar a los quebrantados de corazón
(Lucas 4:18-19)- Por otro lado, no puedo liberar-predicar, evangelizar-a nadie si no me mantengo
cerca de Él. Sin su presencia, sin su poder, es imposible bendecir a nadie (Mateo 28:18).
La intimidad con Él me lleva a una constante necesidad de cumplir con sus deseos. El avance en la
conquista me lleva a una "urgentísima urgencia" de mantenerme cerca de Él, pues la tarea sin su ayuda
me es imposible.
¿Quieres comprobar tu intimidad ahora mismo? Si eres un íntimo de Cristo estarás desesperado por
liberar a alguien. Porque a solas con Él habrás visto que sufre por ver a las ovejas sin pastor. ¿Quieres
comprobar tu compromiso con la conquista ahora mismo? Si estás conquistando para el Reino de
Dios, estarás experimentando una urgente necesidad de correr a su trono, porque habrás comprobado
que tus fuerzas se terminan. La intimidad te conduce a la conquista... y la conquista te regresa a la
intimidad.
Jesús mismo se comprometió a sostener esta doble vía de relación: "Vayan, pues, a las gentes de todas las
naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y
enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los
días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28:19-20). EB
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