DE HISTORIA NATURAL 365 están en mutuo contacto, no por eso dejan de estar en relación unas con otras, sino que, por el contrario, están unidas entre sí por medio de puentes protoplásmicos numerosos o hilos del retículo que desde el de una célula pasan a las vecinas continuándose con los hilos reticulares de éstas (fig. 4. , P). Resulta de tal disposición que el retículo protoplásmico es común a todos los elementos del epitelio y que, por consiguiente, dicha membrana es, desde cierto punto de vista, un verdadero syncitium. M A R C E A U (1), al hablar del epitelio cuya descripción acabamos de hacer, se limita a afirmar su identidad con el epitelio pericardio) del corazón arterial e incluye un dibujo de aquél, visto en corte transversal, que nos parece no refleja fielmente la realidad, puesto que en él no están representadas las vacuolas, y las epiteliof¡brillas están figuradas como series lineales de granulos. Tampoco los autores hacen ninguna alusión a los puentes protoplásmicos intercelulares. a La masa del corazón branquial, envuelta por el epitelio que acabamos de describir, está formada por ciertas células que podemos llamar células propias del órgano, entre las cuales circulan canales sanguíneos, vasos y capilares, y se encuentran fibras musculares estriadas. Las fibras musculares, como es fácil ver empleando el método de la hematoxilina férrica de M . H E I D E N H A I N , están agrupadas en pequeños haces que recorren la masa del corazón en todas direc^ dones, anastomosándose unas con otras y formando, por su reunión, amplias redes entre las células propias. Los hacecillos musculares afectan una distribución muy irregular: en la periferia son muy abundantes, hasta el punto, de que, por debajo del epitelio, forman una capa continua o casi continua, en la que, aunque orientados en distintas direcciones, la mayoría de ellos yacen próximamente paralelos a la membrana epitelial; en la región central, por el contrario, están'más separados unos de otros. D e todas maneras, en la masa total del corazón branquial, la parte formada por las células propias es mucho mayor que la de los fascículos musculares; por esta razón se supone que el impulso que, por sus contracciones puede aquel órgano comunicar a la sangre, no debe de ser considerable y, por consiguiente, su papel como órgano motor queda relegado a lugar secundario. No haremos la descripción de las fibras musculares porque éstas (1) MARCEAU: Recherche.s sur la structure, etc.