Gibraltar y el Tratado de Utrecht.

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Los puntos del Tratado de Utrecht que Reino Unido
vulnera en Gibraltar
Firmado hace 300 años y aún vigente, revisamos qué dicen exactamente sus disposiciones
más polémicas con respecto al territorio y el mar del Peñón. ¿Deben actualizarse?
ABC, Israel Viana, 11 de agosto de 2013
Se vuelve a hablar de Gibraltar. Algo que no ha dejado de pasar desde que al finalizar la Guerra
de Sucesión española, en 1713, se firmara el polémico Tratado de Utrecht por el que el Rey
Felipe V cedía el Peñón a los ingleses «para siempre». Desde entonces, España ha intentado
recuperar sin éxito este enclave estratégico de 6,8 kilómetros cuadrados y 31.000 habitantes,
sin importar si nos encontrábamos en una república, una dictadura o bajo un gobierno del
PSOE o del PP.
En el siglo XVIII, España sometió a Gibraltar a terribles asedios
En el siglo XVIII, diferentes regímenes sometieron Gibraltar a terribles asedios con este
propósito. En el más importante de ellos, entre 1779 y 1783, murieron más de 5.000
españoles, por 1.900 soldados británicos.
(…)
Aunque no se puede cuestionar la vigencia del Tratado de Utrecht, ¿qué dice exactamente?
¿Qué se establecía en sus disposiciones? ¿Deben revisarse? ¿Han sido respetados por Gran
Bretaña los puntos básicos de este tratado con 300 años de antigüedad que nunca ha dejado
de estar de actualidad?
Jurisdicción territorial
El famoso artículo X dice: «El Rey Católico [Felipe V], por sí y por sus herederos y sucesores,
cede por este Tratado a la Corona de la Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad
y castillos de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen,
dando la dicha propiedad absolutamente para que la tenga y goce con entero derecho y para
siempre, sin excepción ni impedimento alguno».
La definición de Gibraltar es objeto de disputa en lo que se refiere al territorio
Sin embargo, hoy en día la definición del territorio cedido es objeto de disputa en lo que se
refiere a la tierra, el espacio aéreo y el mar, precisamente porque el tratado establecía que la
propiedad se cedía «sin jurisdicción territorial y sin comunicación abierta con el país
circunvecino por parte de tierra».
Esto quiere decir que, aunque el Reino Unido tiene un título válido de soberanía, habría que
resolver el problema de su alcance territorial, pues en el artículo X no se establecía una línea
fronteriza, ni posteriormente se realizó una demarcación. Decía que eran británicos la Ciudad,
el Castillo y las edificaciones agregadas en 1704. Pero ¿qué ocurre con las ampliaciones del
terreno que se llevaron a cabo en años posteriores? España ya mostró su oposición a la
presencia británica en la lengua de tierra y objetó la construcción del aeropuerto en 1938,
pues se encontraban fuera de la demarcación establecida en Utrecht.
Comunicación por tierra
Para «evitar abusos y fraudes en la introducción de las mercaderías», el tratado también fijaba
que «la comunicación por mar con la costa de España no puede estar abierta y segura en todos
los tiempos». Esto aislaba por tierra a Gibraltar, a la que dejaba abastecerse del mar para su
propia subsistencia, pero no comerciar con lo obtenido. Y en tiempos de «grandes angustias»,
permitía a sus habitantes comprar alimentos en territorio español solo para su consumo
propio.
La gran obsesión del Reino Unido es consagrar que las aguas que rodean el Peñón sean
británicas
Según esta disposición, España mantuvo aislado a Gibraltar hasta 1985, cuando, en el contexto
de nuestra incorporación a la Unión Europea y a la OTAN, se intentó atraer a los gibraltareños
a posiciones más favorables a nuestra causa. Sin embargo, estos pasos para facilitar los
intercambios no han producido avances significativos hacia el objetivo de recuperar el
territorio. Más bien al contrario, ya que Gran Bretaña ha ido reforzando la economía de la
colonia y sigue trabajando para convertir a medio plazo convertir el Peñón en un centro de
negocios, en contra del espíritu del Tratado de Utrecht.
En los últimos tiempos, la gran obsesión del Gobierno británico ha sido consagrar que las aguas
que rodean el Peñón son de soberanía inglesa, algo que España no acepta, porque en Utrecht
sólo se cedieron las aguas del puerto de Gibraltar. Por eso, el Gobierno de David Cameron,
alentado por los «llanitos», no pierde ocasión para denunciar supuestas violaciones de esas
aguas por parte de embarcaciones españolas.
El fin de la cesión
El tercer pacto establecido en Utrecht es el más importante, ya que aludía a que España tiene
prioridad para dar por terminada la cesión si Gran Bretaña intentara «dar, vender o enajenar
de cualquier modo la propiedad de Gibraltar». En este sentido, el Gobierno británico ya ha
decidido «enajenar» su colonia. Obviamente no a una potencia extranjera, pero sí a la
población del Peñón mediante las ambiguas concesiones que se les ha hecho.
La reforma de la Constitución de Gibraltar de 2006 introduce el derecho de
autodeterminación de los gibraltareños
La Constitución gibraltareña introduce el derecho de autodeterminación de los gibraltareños,
aunque lo condiciona a «los tratados existentes», tal y como exigía España. Si hiciéramos caso
al Derecho Internacional e interpretáramos correctamente el artículo X del Tratado de Utrecht,
la cesión de España habría terminado y tendría que recuperar los derechos soberanos sobre el
territorio cedido. No hay que olvidar que el susodicho artículo considera a este pedazo de
tierra como un punto de apoyo estratégico sin dimensión demográfica, por lo que en él nada
se dice de su población. De ahí que dispusiera la reversión a España si Gran Bretaña lo
abandonara. Esto no solo se impide la transferencia a un tercer país, sino también a un
Gibraltar independiente, algo que avalan las Naciones Unidas en su resolución 2253 de 1967.
Tres siglos de vigencia de un tratado que jamás se ha revisado y por el que no han dejado de
sucederse episodios de tensión entre el Gobierno español y británico, en una relación que el
historiador y escritor Federico Sánchez Aguilar calificó como la «herida abierta» de España.
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