Antes del siglo XX las mujeres tenían la mínima o casi nula

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MUJERES EN LA
LITERATURA
Antes del siglo XX las mujeres tenían la mínima o casi nula oportunidad de dedicarse
a la literatura, dados los prejuicios sobre su inteligencia, talento y condición social. Para
la recopilación en esta pequeña muestra, se ha tenido en cuenta el papel fundamental
que tuvieron estas mujeres comprometidas, en el cambio de conciencia de la sociedad
de su momento sobre el papel de la mujer. Las escritoras sobresalientes de la literatura
universal seleccionadas son:
- Christine de Pisan (1364-1430): poetisa medieval francesa. Sus primeros poemas se
hicieron populares de inmediato, al igual que sus obras en prosa defendiendo a las
mujeres como La Ciudad de las damas (1405) considerada precursora del
feminismo contemporáneo.
- María de Zayas y Sotomayor (1590-1661): novelista del Siglo de Oro, Formó parte
de las Academias literarias de Madrid. Publicó Novelas amorosas y ejemplares,
donde analiza los estratos sociales superiores de su época. La finalidad de las obras
de María de Zayas era la de aleccionar a las mujeres de su tiempo, despertar su
conciencia y que se diferenciaban de los hombres por la educación de cada uno de
ellos. En este sentido, muchos son los críticos que nos hablan de su novela como la
primera novela de denuncia social.
- Jane Austen (1775-1817): novelista británica que vivió durante el período de la
regencia, consideradas sus novelas entre los "clásicos" de la novela inglesa (Emma,
Sentido y sensibilidad, Mansfield Park y Orgullo y prejuicio). Austen no fue
considerada una gran novelista, hasta entrado el siglo XIX.
- Mary Shelley (1797-1851): autora de Frankestein y The last man, dos novelas
icónicas de la ciencia ficción. También tiene una vasta colección de cuentos góticos
y fue editora de la obra poética de su marido, Percy Bysshe Shelley.
- Emily Brönte (1818-1851): Su obra más importante es la novela Cumbres
borrascosas, publicada en 1847 y considerada un clásico de la literatura inglesa. Su
poesía es considerada por algunos críticos como una de las mejores del siglo XIX.
- Rosalía de Castro (1837-1885): Escritora española en lenguas castellana y gallega. Lo
que se destacó sobre todo en la obra de esta escritora y poetisa fue que escribió
tanto en castellano como en gallego, haciendo renacer esta lengua, lo que se dio en
llamar “rexurdimiento”. Fue una escritora comprometida con su tiempo, puesto
que a través de sus escritos denunció los problemas a los que estaba sometida la
mujer del Siglo XIX.
- Virginia Wolf (1882-1941): autora decisiva para muchos escritores de la segunda
mitad del siglo XX, Las olas¸ Al faro y Mrs. Dalloway son sus obras más aclamadas.
Mientras sus hermanos fueron a Cambridge a estudiar, ella se formó a sí misma en
la biblioteca de su padre, entre novelas y libros de historia y literatura. Un cuarto
con una habitación propia es una serie de ensayos en el que describe la condición
histórica de las escritoras, y donde defiende el derecho de la mujer a escribir.
- Doris Lessing (1919-): ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2007 por su
«capacidad para transmitir la épica de la experiencia femenina y narrar la división de
la civilización con escepticismo, pasión y fuerza visionaria». Su obra tiene mucho de
autobiografía, inspirándose en su experiencia africana, en su infancia, en sus
desengaños sociales y políticos. En 1956, conocidas sus críticas constantes e
implacables, se le prohibió la estancia en toda África del Sur. En 1962 publicó su
novela más conocida, "El cuaderno dorado", que la catapultó a la fama,
convirtiéndola en el icono de las reivindicaciones feministas.
- Carmen Conde (1907-1996): fue una poeta, narradora e intelectual española. En
1931 fundó, junto con Antonio Oliver Belmás, la primera Universidad Popular de
Cartagena. Fue la primera académica de número de la Real Academia Española,
pronunciando su discurso de entrada en 1979 titulado Poesía ante el tiempo y la
inmortalidad.
- Isabel Clara Simó i Monllor (1943-): Se le considera una de las autoras modernas
más importantes de literatura catalana. Ha sido galardonada en 1978 con el Premio
Víctor Català por És quan miro que hi veig clar; en 1993 recibió el premio Sant
Jordi por La Salvaje, en 1999 le fue concedida la Cruz de Sant Jordi por su
trayectoria literaria, en el 2001 le otorgaron el premio Andròmina de narrativa por
Hum... Rita!: el hombre que husmeaba mujeres y el Premio de la Crítica de los
Escritores Valencianos en ensayo, por En legítima defensa.
Christine de Pisan (1364-1430)
“Si fuera costumbre mandar a las niñas a las escuelas e hiciéranles luego aprender las
ciencias, cual se hace con los niños, ellas aprenderían a la perfección y entenderían
las sutilezas de todas las artes y ciencias por igual a ellos…pues…aunque en tanto que
mujeres tienen un cuerpo más delicado que los hombres, más débil y menos apto
para hacer algunas cosas, tanto más agudo y libre tienen el entendimiento cuando lo
aplican. Ha llegado el momento de que las severas leyes de los hombres dejen de
impedirles a las mujeres el estudio de las ciencias y otras disciplinas.
Me parece que aquellas de nosotras que puedan valerse de esta libertad, codiciada durante tanto tiempo, deben
estudiar para demostrarles a los hombres lo equivocados que estaban al privarnos de este honor y beneficio.
Y si alguna mujer aprende tanto como para escribir sus pensamientos, que lo haga y que no desprecie el honor
sino más bien que lo exhiba, en vez de exhibir ropas finas, collares o anillos. Estas joyas son nuestras porque las
usamos, pero el honor de la educación es completamente nuestro.”
La ciudad de las damas
Jane Austen (1775-1817)
“Se da por descontado en todas partes que si un hombre está
soltero, y además es rico, debe de buscar una esposa lo antes
posible.
Y pese a que nadie puede conocer los pensamientos al
respecto de un hombre en semejantes circunstancias, cuando se avecinda en
algún punto, influye tanto la verdad universal antes mencionada en el ánimo de
las familias del barrio, que todo el mundo lo considera como indiscutible
propiedad de alguna de sus hijas.”
Orgullo y prejuicio
Rosalía de Castro (1837-1885)
“Ser escritora, ¡qué continuo tormento! Por la calle te señalan
constantemente y no para bien, y en la calle murmuran de ti. Si vas a
la tertulia y hablas de algo de lo que sabes, te expresas siquiera en un
lenguaje algo correcto, te llaman bachillera, dicen que te escuchas a ti
misma, que lo quieres saber todo. Si guardas una prudente reserva,
¡qué fatua! ¡qué orgullosa!, te desdeñas de hablar como no sea con
literatos. Si te haces modesta y, por no entrar en vanas disputas, dejas pasar desapercibidas las
cuestiones con que te provocan, ¿en dónde está tu talento?, ni siquiera sabes entretener a la gente
con una amena conversación. Si te agrada la sociedad, pretendes lucirte, quieres que se hable de ti,
no hay función sin tarasca. Si vives apartada del trato de las gentes, es que te haces la interesante,
estás loca, tu carácter es atrabiliario e insoportable; pasas el día en deliquios poéticos y la noche
contemplando las estrellas, como don Quijote. Las mujeres ponen de relieve hasta el más
escondido de tus defectos y los hombres no cesan de decirte siempre que pueden que una mujer
con talento es una verdadera calamidad, que vale más casarse con la burra de Balaam y que sólo
una tonta puede hacer la felicidad de un mortal varón..., que las mujeres deben dejar la pluma y
repasar los calcetines de sus maridos, si los tienen, y sino aunque sean los del criado. “
VirginiaWoolf (1882-1941)
“Las habitaciones difieren radicalmente: son tranquilas y
tempestuosas; dan al mar o, al contrario, a un patio de cárcel; en ellas
hay la colada colgada o palpitan los ópalos y las sedas; son duras como
pelo de caballo o suaves como una pluma. Basta entrar en cualquier
habitación de cualquier calle para que esta fuerza sumamente
compleja de la feminidad le dé a uno en la cara.
¿Cómo podría no ser así? Durante millones de años las mujeres han estado sentadas en casa, y
ahora las paredes mismas se hallan impregnadas de esta fuerza creadora, que ha sobrecargado
de tal modo la capacidad de los ladrillos y de la argamasa que forzosamente se engancha a las
plumas, los pinceles, los negocios y la política. Y debe concluirse quesería una lástima terrible
que le pusieran trabas o lo desperdiciaran, porque es la conquista de muchos siglos de la más
dura disciplina y no hay nada que lo pueda sustituir.
Sería una lástima terrible que las mujeres escribieran como los hombres, o vivieran como los
hombres, o se parecieran físicamente a los hombres, porque dos sexos son ya pocos, dada la
variedad y vastedad del mundo…”
Una habitación propia
María de Zayas y Sotomayor
(1590-1661)
“Qué espera un marido, ni un padre, ni un hermano, y
hablando más comúnmente, un galán, de una dama, si se
ve aborrecida, y falta de lo que ha menester, y tras eso,
poco agasajada y estimada, sino una desdicha? ¡Oh,
válgame Dios, y qué confiados son hoy los hombres, pues
no temen que lo que una mujer desesperada hará, no lo hará el demonio!
Piensan que por velarlas y celarlas se libran y las apartan de travesuras, y se
engañan. Quiéranlas, acarícienlas y denlas lo que les falta, y no las guarden ni
celen, que ellas se guardarán y celarán, cuando no sea de virtud, de obligación.
¡Y válgame otra vez Dios, y qué moneda tan falsa es ya la voluntad, que no pasa
ni vale sino el primer día, y luego no hay quien sepa su valor!”
La inocencia castigada
Mary Shelley (1791-1851)
“Desde aquel día no tuve otra ocupación que la física y especialmente la química,
en el sentido más amplio de la palabra. Leía con avidez las obras, tan llenas de
genio, que seguramente los investigadores modernos habían escrito sobre estos
temas…
Tras días y noches de trabajos y fatigas, logré descubrir la causa de la generación
vital. Más aún, conseguí dar vida a la materia inerte....... Nadie puede imaginar la
variedad de emociones que me arrastraban como un huracán en el primer
entusiasmo del triunfo...prosiguiendo con mis cavilaciones, llegué a pensar que si
podía otorgar vida a la materia inerte, podría con el tiempo, aunque entonces me resultaba imposible,
renovar la vida en los cuerpos a los que la muerte había condenado a la putrefacción......
En una lúgrube noche de noviembre llegué al término de mis esfuerzos. Con una ansiedad agónica,
dispuse a mi alrededor los instrumentos que me permitieron infundir una chispa vital a aquel ser muerto,
que yacía a mis pies. Era la una de la mañana y mi candil estaba casi consumido cuando gracias a su tenue
resplandor contemplé como los ojos amarillentos de mi obra comenzaban a abrirse, al mismo tiempo que
inspiraba profundamente. Un movimiento compulsivo hizo mover sus extremidades...”
Frankenstein
Emili Brontë (1818-1851)
"Brocklehurst: ¿Sabes dónde van los malos después de
morir?
Jane: Al infierno
Brocklehurst: ¿Y sabes lo que es el infierno?
Jane: Un abismo lleno de fuego
Brocklehurst: ¿Te gustaría caer en ese abismo y arder en él eternamente?
Jane: No, señor
Brocklehurst: ¿Y qué debes hacer para evitarlo?
Jane: Estar sana y no morir, señor. "
Jane Eyre
Doris Lessing (1919- )
“Yo sólo poseo una de las menos importantes cualidades
necesarias para escribir: la curiosidad. Es la curiosidad del
periodista. Sufro tormentos de frustración y de deficiencia
en razón de la imposibilidad de introducirme en las áreas
de la vida que mi modo de vivir, mi educación, sexo, ideas
políticas y diferencias de clase me prohíben. Es la
enfermedad de alguna de la mejor gente de la época actual: los unos soportan
bien sus efectos, mientras que los otros acaban cascados a causa de ello; es una
nueva sensibilidad, un intento semiconsciente de alcanzar una nueva
comprensión imaginativa. Pero eso, para el arte, resulta fatal. A mí sólo me
interesa extenderme hasta el límite, vivir lo más plenamente posible.”
El cuaderno dorado
Carmen Conde (19071996)
“No desciendas, no me abatas.
Hombre amado, te sostengo y me sostiene un interminable
rapto.
No eres rojo ni eres negro.
Eres blanco, el fúlgido centellear de intactos arcos.
¡Atrévete con el Bien, sujétalo con tus brazos!”
Isabel-Clara Simó i Monllor
(1943- )
"Qui pot tornar a llegir un llibre que ha llegit allà, el
bell mig de l'infern, on obren els homes, els asclen,
els esberlen com un porc penjat d'un ganxo a l'escorxador? O mirarne el llom, on s'han posat tants dies els ulls desesperats del qui es
mor i sofreix i té por? Els ha deixat a l'armari, així no els han vistos,
amb la mirada inquisitiva, que escorcolla racons, de dones de neteja
dels hospitals, que estan fetes a ferums i a crits i a llàgrimes i a raïms
de familiars que pregunten desolats o que fingeixen. Són dones que
tenen una crosta dura en la lluentor dels ulls."
Adéu-suau
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