ron la tortura horas enteras, y de la caja salieron sanos y sal

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ACTAS DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA
ron la tortura horas enteras, y de la caja salieron sanos y salvos. Y por lo que hace á mi propósito, parece que en estas
repetidas pruebas tuvieron tiempo, tanto para observar que
no podían evadir el ardor, como para herirse y darse la muerte
á fin de evitarlo. No lo intentaron, á lo que parece, á pesar de
que el metal de la caja no se podía tener en la mano por lo
elevado de su temperatura.
Tercera experiencia.—Recorriendo
el cuerpo, del escorpión
con el foco de u n a lente que recibe los rayos del sol, acude
aquél con su poderosa arma á herir en el sitio donde se siente
quemar vivamente; pero aunque no pueda huir y los golpes se
multipliquen sobre el dorso y costados, jamás se clava el aguijón en su propio cuerpo.
Cuarta experiencia.—Herido ó molestado el escorpión, bien
con unas pinzas, bien con un palito, ya que no puede huir por
tenerlo yo sujeto, revuélvese contra el objeto que le molesta,
siendo de ver cómo con el aguijón va recorriendo lo larg-o del
palillo ó pinzas buscando un sitio vulnerable. Vuelto y revuelto
varias veces, herido y manando sangre en abundancia, j a m á s
intenta picarse, á pesar de que podía verificarlo con suma
facilidad, especialmente cuando estaba boca arriba y con el
aguijón junto al dorso ó costados. El experimento lo hice por
vez primera el 5 de Agosto de 1897, durando más de quince
minutos, y lo he repetido otras varias, siempre con idéntico
resultado; jamás el escorpión atentó á su existencia ni se picó
siquiera.
Quinta prueba.—Es la más convincente y de absoluta certidumbre. La he repetido con diferentes ejemplares, y siempre
con resultado igual. Formado un círculo de brasas con ceniza
caliente en medio, y arrojado el escorpión en el centro, corre
con gran celeridad hacia un lado ú otro, llevando las pinzas
abiertas y arqueada la cola; mas no pudiendo saltar la b a r r e ra, ó bien termina por acurrucarse doblando la cola sobre el
dorso como cuando descansa, ó bien queda inmóvil con la cola
extendida, cual si sufriera un pasmo. Hostigado de nuevo,
corre hacia los bordes, pero retrocede al contacto ó proximidad del fuego. Y*o, que no perdía de vista ningún movimiento,
puedo atestiguar que ni una sola vez he observado en el arácnido ademán de herirse. Si ha dado en las ascuas ó la irradiación es intensa, podrá morir al fin; pero en el caso contrario,
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