¿Cómo vivir la fraternidad?

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¿Cómo vivir la fraternidad?
Fundamento de la fraternidad
El camino de la fraternidad no es otro que el
ejercicio de la natural tendencia a la sociabilidad, a
convivir de modo armónico con los demás. Pero,
alguien podría decir que los animales también
buscan convivir tranquilamente con los de su misma
especie, y es cierto, sin embargo, la esencia del ser
humano es el amor, esta es la gran diferencia
respecto a los demás seres vivos.
Saberse persona y reconocer a los demás también
como personas, en la dimensión más profunda,
consiste en que cada ser humano es destinatario de
amor y también artífice del amor. Cada uno existe
por amor y, precisamente porque es depositario de
este tesoro, a su vez puede darlo a los demás. Y,
dándolo, paradójicamente, se enriquece, se hace
mejor
La práctica del amor humano podemos decir que es uno cuando se trata de amor conyugal,
es dual cuando se refiere a los progenitores, es proporcionalmente amplio cuando es filial
–depende del número de hijos-, pero el amor fraterno es múltiple pues abarca a los
semejantes y se aprende precisamente en la familia al tratar a los hermanos.
De todas estas variedades de amor, podemos afirmar que en la infancia, el que se ejercita
con más perfección, dentro de la natural carencia de un infante, es el amor fraterno, pues
resulta el más desinteresado, los hermanos juegan, acompañan y a la vez exigen, piden,
comparten, se vive la reciprocidad dar – recibir de manera equilibrada. El interés acompaña
el amor a los padres precisamente porque lo que ellos proporcionan es muy superior a lo
que los niños pueden obtener por sí mismos. Cuando van creciendo, el amor fraterno
desinteresado va combinándose con el amor a los padres y así se puede aplicar, en su
momento al cónyuge.
En concreto, la fraternidad es la unión y buena correspondencia entre hermanos o entre
los que se tratan como tales. Y, por el hecho de la propagación de la especie humana, que
se ha esparcido sobre la tierra, hemos reducido el concepto de fraternidad a solamente los
hermanos, pero, en la antigüedad hermanos eran los primos, los tíos, los habitantes del
mismo poblado. Tenían razón, porque todos provenimos de una primera pareja, todos
somos hermanos por pertenecer a la especie humana.
Problemas personales y ambientales para vivir la fraternidad
Aunque en la vida cotidiana existen muchos problemas circunstanciales para vivir la
fraternidad, como puede suceder cuando nos encontramos mal de salud o alguien comete
una afrenta y provoca un distanciamiento, hablaremos de dos grandes aspectos que
obstaculizan la fraternidad. El primero es ideológico y deforma el modo de captar y de vivir
este valor, el segundo es tendencial y arranca de la falta de virtudes personales.
El ideológico, en la edad contemporánea, tiene su origen en la trilogía presentada por la
Revolución Francesa: igualdad – libertad – fraternidad. Son tres conceptos que a partir de
este suceso han quedado mal entendidos.
El tendencial es producto del cultivo del exagerado individualismo fruto de la combinación
de enfoques sociales competitivos y centrados exclusivamente en logros personales, con el
fomento de las inclinaciones hedonistas y poco sacrificadas para prestar algún tipo de
ayuda a los demás.
La igualdad lo es en lo esencial: todos somos personas y merecemos la aplicación de los
derechos humanos sin excluir a nadie. Pero a partir de este sustento inalienable, todos
somos únicos e irrepetibles. Por eso, resulta un error igualar a un hombre con una mujer,
igualar a una persona que ha elegido una profesión con otra que ejerce una distinta y así,
una gran variedad imposible de enumerar. Entonces: igualdad en lo esencial, desigualdad
en lo accidental.
La libertad siempre vincula al bien debido. El bien debido incluye a todos, por lo tanto, la
elección en libertad produce un bien al que elige y también a los demás. Si una elección es
parcial y solamente beneficia a uno no es libertad. El grito de libertad de la revolución
francesa es desvinculante e individualista.
La fraternidad a partir de esa revolución es abstracta, se trata de una propuesta general no
se concreta en el tú y yo, queda solamente en un discurso donde el beneficiado es el yo, el
tú no cuenta.
Con estos antecedentes ideológicos, el desarrollo de cada persona se mueve en un
ambiente confuso, que imposibilita la madurez. Con lo cual, la persona sólo defiende sus
derechos: que le respeten pero no respeta, que le dejen hacer lo que desea pero no permite
hacer a los otros, grita para ser oída pero no escucha la voz de los demás. Así es lógico que
acuse a todos de no ser fraternales sin darse cuenta que ella tampoco lo es.
La capacidad de amar se convierte en amor propio: se quiere a un cónyuge mientras
satisfaga y luego de sustituye. Se quiere a un hijo mientras no interfiera con los proyectos
personales. Se quiere a los amigos mientras secunden los planes que uno tiene.
Consecuencias de la fraternidad en la vida personal y en la vida comunitaria
La fraternidad en la persona desarrolla armónicamente la afectividad, la racionalidad y la
voluntariedad.
En la vida comunitaria, logra el respeto a las tradiciones particulares de los pequeños
grupos: familia, grupos sociales reducidos. Además, hay apertura para compartir
solidariamente los aspectos que unen: territorio, historia, proyectos.
Cultura de la vida
El buen modo de percibirse como persona provoca los buenos sentimientos hacia los
demás, de allí sigue el bien hacer y el buen trato, de manera que quienes integran el grupo
disfrutan el bien estar. Se experimenta el complemento interpersonal propio de la
auténtica fraternidad.
Cultura familiar
El amor es universal, en el sentido de que toda persona es capaz de amar. Por eso, el
matrimonio, además de un sacramento cristiano, es una institución humana, acorde a la
naturaleza humana. Ese amor busca plenitud y correspondencia, nadie busca ser querido
parcialmente o por un tiempo. El amor es universal, en el sentido de que toda persona es
capaz de amar.
La educación familiar ha de llevar a distinguir el amor fraterno con sus requerimientos, y el
amor conyugal con los suyos. El amor incluye todas sus dimensiones, física, psicológica,
social y espiritual, sin tratar al propio cuerpo o al de los otros como un objeto, y menos un
objeto de consumo.
La familia es la sociedad más apta para integrar el ser que se abre a la vida y el amor
armonioso y adecuado. A respetarse y a respetar, a detectar las conductas inadecuadas. A
no confundir la fraternidad con la conyugalidad.
Ecología
La fraternidad fomenta un orden interior, de manera que cada persona da el primer lugar
a los seres humanos. Las demás criaturas se han de apreciar como lo que son: satisfactores
de la vida humana. Entonces, las personas cuidarán de las especies, para que ellas a su vez
enriquezcan el entorno de quienes habitan actualmente y para quienes la habitarán.
Salud social
La salud social se logra cuando se crea un ambiente seguro, donde todos tienen un
quehacer bien remunerado y, donde si alguien enferma, puede encontrar la atención que
requiere. Es un ambiente donde hay seguridad pública y se combate cualquier tipo de
injusta agresión.
La clave es la práctica de la fraternidad y, por eso, se evita el rechazo y el desorden. La gente
es prioritaria.
Bibliografía
Benedicto XVI. “Dios es Amor”, nn. 1 y 2.
López de Llergo, Ana Tere. ¿Cómo vivir la fraternidad? [en línea]. 04 Ene 2014 [fecha de consulta:
04
de
Agosto
de
2015].
Disponible
en:
http://www.yoinfluyo.com/yi20/intespeciales/especial/6939-como-vivir-la-fraternidad
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