La oportunidad de escuchar CENTRO DE ESPIRITUALIDAD TOLUCA El pasado 4 de Julio de 2011 se llevó a cabo la bendición del vitral dedicado a la Santísima Trinidad en la futura casa de retiro. Esta obra fue creada por Fray Gerardo López Bonilla OCD. [email protected] Entre las variadas formas que tenemos de construir nuestra dignidad de persona, hay una que casi no consideramos y, por tanto, no explotamos ni le sacamos jugo. Nos hacemos más dignos cuando, en situaciones de crisis, de confusión, de desorientación, nos damos la oportunidad de ESCUCHAR la palabra y el sentir de quienes nos aman y buscan nuestro bien. Encontrarnos en ese tipo de situaciones de crisis a lo largo de la vida, es común a todos. Y no sólo común, sino necesario e inevitable, pues son ocasiones de reflexión profunda, de preguntas sobre nosotros mismos, de reorientación del propio caminar, entre las dudas que surgen, las decisiones que hemos de tomar, la confianza que necesitamos poner en Dios, en nosotros mismos y en los que nos rodean. Confiar, en múltiples ocasiones, supone escuchar. Reflexionar sobre lo recibido y darnos la gracia de integrar eso en nuestros criterios que se enriquecen después de cernir la palabra acogida. El Carmen Toluca Santos Degollado #100 Pte Col. Centro Toluca, Edo. Méx. C.P. 50050 Teléfono (722) 213-2017 Correo electrónico cesptoluca_elcarmen@ yahoo.com.mx Conocimiento Interior para el crecimiento. ¡Estamos en Web! Visítenos en: www.elcarmentoluca.com No escuchar, significa muchas veces, estar cerrados, aferrados a los propios gustos, pensamientos, criterios, decisiones. Y, permanecer así, tarde que temprano, nos será “reprochado” por la conciencia. Porque sabremos que tuvimos la ocasión de escuchar y la rechazamos. Y ello nos hará sentirnos indignos, sabiendo que nos hemos “apocado” y, en el fondo, minimizado a las otras personas. No escuchar a los demás, implícitamente lleva el mensaje: tú no eres digno para mí, no vales como yo. Sin embargo, eso nos lo estamos diciendo y haciendo a nosotros mismos. 1 de Agosto de 2011 Volumen 1, número 1 No escuchar el consejo del que nos quiere, de quien sabe, es cortarnos la oportunidad bellísima de engrandecernos, al permitirnos abajarnos con la humildad de quien sabe que no todo lo sabe, de quien sabe que necesita de la compañía de otras personas. Con el agradecimiento de quien es tomado en consideración y de quien se abre para recibir. Nos dignificamos dándonos, mas también lo hacemos recibiéndonos. Y no sólo lo realizamos con un abrazo, con una puerta abierta, con un perdón…lo llevamos a cabo con la sencilla acción de escuchar. Cuando el otro entra en mí a través del oído, llega directo al corazón y le damos un sitio que, con ese sólo hecho, se siente digno. Como nos vivimos cuando así obramos. Es tan sencilla la dignidad y es tan sencillo el acto que la embellece, que no tenemos necesidad de recorrer el mundo para hallarla. Nuestro mayor obstáculo para nosotros mismos, para nuestra dignidad, somos nosotros. Y es tan sencilla porque viene desde dentro, no es algo que desde fuera nos toque y nos embellezca. Es un acto tras otro que se torna actitud y que brota por los ojos, los gestos, los movimientos. Todo nuestro ser que, envuelto desde el interior, en eso indescriptible, pero perfectamente perceptible, que llamamos dignidad. Todo el ser, todo, comienza a hablar el lenguaje de la dignidad: “¡soy como tú, tú eres hijo de Dios, tú eres persona, tú eres mi hermano!”. Por: Fray Emilio Hadad