El cuerpo en la Meditacion

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EL CUERPO EN LA MEDITACIÓN
Xavier Puigdevall Oliver.
En esta presentación del trabajo de
Atención Creativa es necesario hablar
del fundamental significado del
cuerpo en el proceso meditativo y dar
algunas orientaciones y consejos,
porque sin una conciencia de lo
corporal, y de los principios de
realidad física no tienen demasiado
sentido la práctica y la investigación
que realizamos.
El cuerpo, la realidad corporal, es
primordial para un buen trabajo de
acercamiento y comprensión de la
Atención.
Cada uno de nosotros hemos de
trabajar a partir de nuestro cuerpo
desde el profundo respeto y amor que
merece (al fin y al cabo él nos esta
dando la oportunidad de vivir).
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Con este principio bien claro, podemos extender y aprovechar el trabajo de
atención en todas las franjas de edad, desde los niños hasta los adultos o las
personas en edad senil. No importa la edad ni la condición física (no
necesitamos un cuerpo atlético ni en perfecto estado de salud para poder
meditar, para profundizar y trabajar en nuestro interior).
la fortaleza de un cuerpo joven carece de experiencia, y la debilidad de un
cuerpo viejo se apoya en lo experimentado. Como vemos, todo se compensa
naturalmente.
Algunas orientaciones básicas para facilitar la postura corporal más adecuada.
Si permanecemos en la quietud física, en pocos minutos vamos adquiriendo calma
y sosiego en la propia respiración; si mantenemos al cuerpo tranquilo y relajado,
de pie, sentado o estirado (más tarde comentaré algunas matizaciones de este
punto) inmediatamente la respiración, como parte integrante de este cuerpo, se
tranquiliza, se aquieta, y con unos pocos minutos mas en este simple Respirar sin
movimientos empieza a suceder lo mismo en el interior de la mente: se produce
menos cantidad de pensamientos, emociones y sensaciones.
En la cultura budista, este estado (a partir del aquietamiento en la respiración)
de calma física y mental se llama Samatha o Shine.
La meditación Samatha calma la mente y orienta el sentido de la conciencia,
fomenta las emociones positivas y expande nuestra perspectiva.
Esta forma de meditación es una preparación esencial para las técnicas Vipassana
o de visión clara, que son más avanzadas; sin esta base Samatha es muy poco
probable que surja la visión clara, que es el objetivo de la meditación Vipassana.
Si usamos una analogía budista más tradicional: nuestro estado mental normal
podría compararse con agua turbulenta y llena de lodo, tan contaminada por la
suciedad que no deja pasar la luz.
La meditación Samatha calma la turbulencia de la mente y permite que se asiente
el lodo, de tal forma que el agua alcance transparencia, brillantez y claridad.
Observar las apariencias de la mente, tanto exteriores como interiores, con una
fresca y no elaborada mirada, es la base del entrenamiento del descanso de la
mente. Los principiantes deben aprender a mantener la mente en un estado
relajado, libre de apego, libre de enganches. La atención plena no debería ser
moldeada.
Solo necesita ser reforzada cuando esto se requiere por la pérdida de atención.
Eventualmente la atención se presentará a si misma y se estabilizará a sí misma,
libre del flujo de los pensamientos.
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Cuando la mente vívidamente, con calma e incesantemente percibe las formas, los
sonidos, sentimientos, gustos, olores pensamientos, sin ansiedad o tensión, la
calma mental (shine o Samatha) ha sido realzada.
Las series de calma mental nos brindan un ciclo de instrucciones para el
entrenamiento de la mente y la habilidad de cultivar la atención hacia cualquier
objeto seleccionado
Una vez que la mente aprende a permanecer en su propia naturaleza, libre de la
noción sujeto-objeto, puede permanecer en calma y claridad por un cierto tiempo,
ya sea con un objeto de referencia o con ninguno, y una nueva y fresca manera
de conocimiento se activa. Este conocimiento se alcanza en la naturaleza y no
depende de palabras o de la reflexión analítica. Es un conocimiento o sabiduría
que surge de la percepción directa y desnuda.
A través de la calma mental y del abandono del hábito de divagar (mentalmente),
comenzamos a tener control sobre nuestra mente. Así logramos la habilidad de
explorar la naturaleza de nuestra mente, nuestra identidad, nuestros
pensamientos y nuestras percepciones, e incluso la cognitividad, el tiempo y el
espacio.
Las cosas que vemos directamente las conocemos con una mayor grado de
veracidad. Podemos por lo tanto investigar las cosas con mucha precisión.
Se dice que la mente es como un elefante poderoso que puede hacer un gran
trabajo positivo si esta bajo control, pero que también puede destruir una ciudad
entera si es dejada en un estado de frenesí.
Por lo tanto, al llevar a cabo esta meditación y el entrenamiento de la mente,
aprendemos a hacernos cargo de las cosas. Nuestra mente se vuelve mas flexible,
nos volvemos mas flexibles.
En nuestro cuerpo existen siete zonas o partes a tener especialmente en cuenta a
la hora de ponernos a realizar una práctica meditativa, con una postura
apropiada.
Partiendo de una postura básica, sentados en el suelo, lanzo algunos comentarios,
basados e inspirados en la postura de Vairochana y las enseñanzas de los yoguis
tibetanos, que también son fácilmente aplicables si estamos de pie o estirados.
La Base, toda la zona vinculada con las piernas, pies nalgas, genitales y bajo
vientre (como referencia energética tenemos el Hará), debe estar bien apoyada en
el suelo. A veces es bueno utilizar un cojín o una manta doblada que eleve la
parte trasera para generar una inclinación de las rodillas hacia delante.
A partir de una buena base de apoyo de nuestro cuerpo percibimos el peso
corporal y la fuerza de gravedad que nos atrae hacia el suelo.
Asociamos esta zona corporal con el estado de Presencia, con el Estar
(simplemente poniendo nuestra atención en ella)
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Posteriormente llevamos nuestra atención a la columna vertebral, imaginando un
hilo transparente entre la columna y la zona visceral (nunca por el interior de la
columna), que entra por la coronilla, va atravesando el interior del cuerpo y sale
en un punto entre los genitales y el ano.
Este hilo nos da la sensación de estar suspendidos del cielo y enganchados a la
tierra; así mantenemos la verticalidad, con la columna recta pero no rígida.
Con esta atención asociamos la zona recorrida por el hilo trasparente, (el eje
vertical de nuestro cuerpo) con la Sabiduría (ese saber consciente sin ego).
Seguimos nuestro trabajo corporal atendiendo a las manos. Existen múltiples
maneras de posicionar las manos en la meditación, los llamados Mudras.
Mudra es un término sánscrito (mud = gozo; ra = producir) que describe el
conjunto de los gestos del cuerpo, principalmente de las manos, para facilitar el
equilibrio de la energía vital de una persona. Los mudras en prathyâhâra también
subrayan una actitud. En otras acepciones libres el término mudra se traduce
también como sellar, tapar:
“sello que produce gozo”. Se puede entender como un circuito yógico. Es la
conexión de nuestros movimientos con arquetipos esenciales.
Los mudras de las manos tienen su origen primordial en la vía del Tantra, ya
que en el yoga clásico se señalan sólo algunos mudras para la meditación.
El budismo ha contribuido de manera destacada al estudio y la utilización de
los mudras. En definitiva, son gestos que expresan pensamientos y sentimientos en
situaciones de la vida cotidiana, y afirman nuestra habilidad para la graduación
mental (racional y emocional). Su origen es milenario. Según la tradición hindú,
transportan mensajes desde las manos hacia el ser físico, psicológico y espiritual
de cada persona.
El mudra es una forma de conducción de nuestra propia energía que permite
lograr un nuevo equilibrio, así como aprovechar el Prana (energía vital).
Las posiciones de los dedos de las manos dirigen la energía, y la presión sutil de
los dedos balancea el cuerpo. La práctica con mudras nos permite graduar el
flujo de la energía. La sensación en la utilización de los mudras es la de una
vibración sutil en los dedos. Al principio de su práctica puede darse una
sensación de entumecimiento, de calor o de frío.
Es importante utilizar los mudras en la vida cotidiana para balancear el flujo de
la energía, con el fin de experimentar un bienestar total.
Los mudras constituyen una metodología que balancea la energía alternativa de
la salud y que no tiene ningún efecto
perjudicial; puede ser muy eficaz en el plano emocional, y es fácil de realizar.
En esta ocasión vamos a utilizar el Mudra más usado en las practicas Dzogchen
(de la tradición tibetana). Pondremos las manos relajadas y abiertas apoyando la
palma con ligereza en las rodillas, asociándolas con la relajación, con el
descanso (si descansan mis manos todo yo descanso, esa es la idea).
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Continuamos trasladando la Atención un poco mas arriba en el cuerpo y nos
situamos en las axilas.
Es importante que en la respiración no solo se de un movimiento de subida y
bajada de la caja torácica también podemos complementarlo con sutiles
movimientos laterales para respirar horizontalmente, consiguiendo de esta forma
ampliar la conciencia circular de la respiración (vertical mas horizontal). Para
ello tomaremos una imagen muy inspiradora del posicionamiento Zazen (práctica
del Budismo Zen). Imaginamos un huevo de gallina que mantenemos en nuestra
axila, sin que se rompa ni se nos caiga, con lo cual ni apretamos los brazos hacia
el tórax ni los separamos demasiado. Con esta imagen posicionaremos nuestros
brazos correctamente, relajados y sueltos. Con la atención en las axilas
notaremos la libertad en la respiración, que asociamos al concepto de Libertad.
Seguimos un poco más nuestro trabajo de corporalidad para la meditación y nos
situamos, como quinta zona, en el Mentón. lo inclinamos un poco hacia delante y
hacia abajo para abrir el cuello en su parte posterior, las vértebras
correspondientes a la zona de la nuca (vértebras cervicales). Solemos tenerlas
muy rígidas, impidiendo que nuestra energía circule fácilmente, con fluidez.
Al inclinar el mentón abrimos por detrás la nuca y fluirá la conexión
cuerpo-cerebro, fundamental para nuestro trabajo. Atendiendo a este punto
corporal lo asociaremos con un gesto, simplemente un gesto de humildad.
Continuamos nuestro viaje de exploración corporal y detenemos la atención en
otra zona de la cara: La boca, y más concretamente la Lengua. La lengua es un
órgano muy peculiar por encontrarse dentro de nuestro cuerpo y al mismo tiempo
fuera de el. Aparte de esta hermosa y exclusiva curiosidad son muchas las
funciones que realiza (gusto, deglución, salivación, habla, etc.
Mientras meditamos vamos a situar la lengua suspendida en la cavidad bucal,
apoyando su punta detrás de las paletillas dentales, en el paladar, como si
flotase, dejando la boca un poco entreabierta y la lengua quieta y relajada. Este
gesto bucal y estas indicaciones nos ayudarán a potenciar el silencio interior, el
no sonido.
Y finalmente como séptimo punto de nuestro recorrido corporal para la
meditación nos encontraremos con los ojos. Inicialmente trabajaremos con los
ojos cerrados. Luego, tras la estabilización en la práctica, ya abriremos los ojos.
Hay técnicas avanzadas que así lo recomiendan, pero en un principio es un poco
mas sencillo con ellos cerrados. Mientras están cerrados y durante unos instantes,
imaginaremos la línea del horizonte, de gran amplitud, con ese hermoso
contraste de color entre el mar y el cielo o entre la tierra y el cielo: un paisaje
limpio, sereno y amplio. Asociamos esta imagen con el equilibrio, con la
ecuanimidad.
Aunque en un principio pueden parecen muchas cosas, muchos detalles, poco a
poco la práctica nos va llevando a incorporar e integrar cada una de estas zonas
y a reducir el tiempo que necesitamos para nuestra práctica de Atención
Corporal.
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