Sinopsis A Stockton (Califòrnia) dos homes es debaten entre una realitat que no els satisfà i els somnis que sempre van desitjar complir: Billy Tuddy és un granger alcohòlic que pretén tornar a boxejar després d’anys allunyat del quadrilàter, mentre que Ernie Munger, per la seva banda, vol transmetre tots els seus coneixaments d’aquest esport a Ruben, un jove aprenent. Cap d’ells està disposat a donar-se per vençut i per a tots dos, el triomf i la realització personal encara són possibles. Fitxa tècnica Direcció: John Huston Guió: Leonard Gardner Fotografia: Conrad Hall, en color Muntatge: Margaret Booth Música: Kris Kristofferson, Marvin Hamlisch Durada: 110 min Producció: Columbia Pictures, Rastar Productions Fitxa artística Stacy Keach Jeff Bridges Susan Tyrrell Candy Clark Nicholas Colasanto Art Aragon Curtis Cokes Billy Walker John Huston Una simple ojeada a la vida de John Huston nos revela una alargada sombra autobiográfica en su cine incluso, o especialmente, en aquellas películas basadas en obras literarias. Saber que el bisabuelo de Huston, William P. Richardson, fue un héroe de la Guerra Civil y que perdió un brazo en Chancellorsville aporta profundidad al relato de valor y cobardía que centra The Red Badge of Courage. El amor por la pintura, que llevó a Huston a experimentar con el arte toda su vida y a la que se dedicó seriamente en sus últimos años, explica la fascinación por Toulouse-Lautrec y la experimentación formal de Moulin Rouge. Que el interés por la pintura superara al deseo de convertirse en campeón de los pesos welter de boxeo justifica la simpatía por el medio atlético de Fat City, una de las películas hollywoodienses más perspicaces sobre este deporte. Y que el abuelo de Huston, John Gore, fuera el juez de una ciudad que ayudó a fundar en el territorio de Oklahoma en 1889 da un toque personal a la fantasía historicista de El juez de la horca.(...) Se puede decir de John Huston que había algo en él esencialmente americano. Que adaptara Moby Dick, la arquetípica novela americana es sólo un indicio. Su fascinación con los personajes típicamente americanos, desde el desencantado y romántico Sam Spade de El halcón maltés al aún más desencantado y cínico buscador de oro americano de El tesoro de Sierra Madre, a los delincuentes de La jungla de asfalto, los aventureros extraviados de Vidas rebeldes, Fat City, Sangre sabia y Bajo el volcán revelan un espíritu profundamente en armonía con las revueltas del alma americana. Los mismos parámetros de su vida nos revelan algo profundo y paradójico sobre el espíritu americano. Uno de los más importantes es el aparente rechazo de su tierra natal, primero por las verdes campiñas de Irlanda y después por el desierto y las playas mexicanas. Ese espíritu americano de errancia puede verse en los rodajes peripatéticos de Huston, que rodó casi literalmente en todo el mundo, en los habitables placeres de Irlanda, Italia, París y Japón, en los placeres más primitivos de México y África y en el ambiente complicado del desierto marroquí. Este vagabundeo se expresa también en cinco matrimonios y un sinfín de relaciones estables con mujeres a las que no podía ser fiel. Más especialmente, hay algo esencialmente americano en los constantes intentos de reinventarse a sí mismo, como patriarca irlandés rodeado de sus sabuesos o como viejo gringo en una cabaña de adobe. No es tanto un rechazo de América como tal vez un obvio intento de recrearse a sí mismo en su autocreada y cruda imagen de un cierto tipo de hombre. A este respecto no sorprende que entre los libros que adaptó estuviera la Biblia. No hay que olvidar que John Huston fue uno de los pocos directores de la Era Dorada de Hollywood que llegaron a la dirección por la escritura. En Hollywood tuvo su primer éxito en el mundo laboral. Antes de 1932 intentó infructuosamente ser un actor en Nueva York, un actor en California y un artista en París y en otros lugares. Su talento como guionista puede explicar su gusto por las adaptaciones, pues el guionista en el sistema fabril de los estudios era en cierto sentido un adaptador, un artesano que sacaba guiones de novelas, cuentos, artículos de revistas, incluso otros guiones. (...) El debut de Huston como director llegó en 1941 con El halcón maltés, el mejor que uno podría desear. Dejando aparte algunos años a finales de los setenta, las películas de Huston llegaron puntualmente una por año, interrumpidas solo por los años de las guerra, en los cuales hizo tres memorables documentales. Huston consideraba la guerra una de sus influencias dominantes. Casi inmediatamente después del ataque a Pearl Harbor que precipitó a los Estados Unidos a la guerra, Huston se presentó voluntario en el Cuerpo de Señales. En mayo de 1942 fue alistado como teniente y se le asignó hacer un documental en Los Angeles que detallara el proceso de fabricación de los bombarderos B 25. Cuando en septiembre de 1942 se le envió a las Aleutianas a hacer una película sobre la construcción de una base aérea en la desolación helada del Polo algo cambió profudamente, no sólo la historia del documental sino la vida de John Huston. Podemos especular si fue el peligro que experimentó en los cielos de las Aleutianas y en los campos de Italia, que se refleja ya en The Battle of San Pietro, o tal vez el cambio fue la participación en la camaradería de los hombre en guerra, una parte inevitable y compleja de la guerra. Puede también relacionarse con lo que Huston dice que fue "lo más cercano a una experiencia religiosa que ha experimentado", es decir, cuando se "sumergió él mismo en los conflictos mentales de los pacientes del Mason General" para hacer Let There Be Light. Fuera cual fuera la naturaleza exacta de la experiencia bélica de Huston, volvió siendo un hombre cambiado. La guerra lo cambió como cambió América. El deseo ingenuo de Huston de alejarse del rodaje en estudio mediante el alistamiento tuvo como consecuencia experiencias que le dieron una mayor comprensión de la complejidad del comportamiento humano. Tras la guerra no hubo género en el que no trabajara (excepto la ciencia ficción), aunque su afinidad con los géneros "masculinos" como las películas de gangsters, detectives, aventuras y el western parece evidente. En ese sentido, las películas de Huston reflejan y participan en una tradición dominante de las artes y letras americanas, una tradición de aventura masculina que se remonta a las novelas de Fenimore Cooper, Melville, Mark Twain o Hemingway. Esta perspectiva androcéntrica se crea no sólo a través de su biografía y su imaginación artística, sino también a través de una de las experiencias transcendentales de la vida de Huston y de la nación, la Segunda Guerra Mundial. Y si la guerra hizo adoptar a Huston una postura más matizada y ambigüa respecto al varón americano, también le forzó a ver su país en una luz más ambivalente y explorar las complejidades humanas. Añadió riqueza y complejidad a una obra que, en el momento de su muerte, días después de cumplir 81 años, en el verano de 1987, era única en el mundo del cine. David Desser, "A Biographical Sketch", en Gaylin Studlar y David Desser (eds.), Reflections in a Male Eye. John Huston and the American experience, Smithsonian Intitution Press, 1993.