1 Intendencias y subdelegaciones en Chile: La monarquía y el desmantelamiento de las elites locales Lucrecia Enríquez Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile. Tanto la historiografía española como la americana han afirmado con fuerza que uno de los objetivos centrales de las reformas borbónicas fue, en palabras de Burkholder y Chandler1, recuperar la autoridad real en América. Ya han pasado muchas décadas desde que se hizo esta afirmación y aún estamos en el proceso de entender cómo se perdió la autoridad, cómo se la recuperó, si es que esto ocurrió y reflexionar sobre algunas de las estrategias de la Monarquía para lograr estos fines. Nuestro estudio quiere ser un aporte en el último sentido, considerando la capitanía general de Chile a fines del siglo XVIII, en el momento en que se implantaron las intendencias. Si bien la Monarquía las fue estableciendo poco a poco a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, la real ordenanza de intendencias de 1782 para el nuevo virreinato del Río de la Plata marcó un hito en este proceso. A los intendentes se les confiaba fundamentalmente la Real Hacienda, cuya buena administración era uno de los puntos centrales de las reformas emprendidas en todo el imperio. La dependencia directa del rey a través del Secretario del Despacho de Indias, convirtió al intendente en un ejecutor de las directrices del gobierno central de la Monarquía. Las intendencias en Chile se establecieron en 17862. El hecho de que los intendentes fueran nombrados directamente por el rey, muestra que uno de los objetivos de las reformas era implantar con más fuerza el poder real frente a las élites locales que habían conseguido controlar la alta administración en su territorio de origen, sobre todo a partir de la venta de cargos, lo que les permitió controlar fundamentalmente las audiencias. Pero también controlaban los corregimientos. La documentación consultada nos dio indicios de que la Monarquía puso en marcha diferentes estrategias para reemplazarlas de estos cargos. Nos preguntamos entonces si las reformas administrativas, cuyo punto culminante fue la implantación de las intendencias, apuntaron también al objetivo de reemplazar las elites sacándoles a largo 1 Burkholder, Mark y Chandler, D. S, De la impotencia a la autoridad. La corona española y las Audiencias en América 1687-1808, México, Fondo de Cultura Económica, 1984. 2 El tema ha sido excelentemente estudiado por Bernardino Bravo Lira “El absolutismo ilustrado en Chile bajo Carlos III”, en: Boletín de la Academia Chilena de la Historia 2 plazo los corregimientos al convertirlos en subdelegaciones. Inicialmente hubo una continuidad: los corregidores se convirtieron en subdelegados. En Chile precedió al establecimiento de las intendencias el de una nueva administración, la Secretaría de la Presidencia, a cargo de un Secretario nombrado por el rey, a perpetuidad. En vez de varias secretarias especializadas, como se establecieron en el gobierno central de la Monarquía, se trataba ahora de una sola, con competencia sobre los asuntos de gobierno, guerra, hacienda, etc. A diferencia del anterior secretario del virrey o gobernador, elegido por éste y hombre de su confianza, el nuevo funcionario era de designación real y dirigía una oficina dotada de una planta de oficiales pagados por la Real Hacienda. La historiografía chilena se ha centrado en el estudio del reformismo borbónico desde lo institucional: Contaduría Mayor, Secretaría de la Presidencia, Intendencia, Asesores letrados, Subdelegaciones3. No cabe duda que este conjunto de nuevas instituciones cambió el status del reino en la Monarquía, y especialmente frente a Lima (tema que se ha estudiado especialmente como contexto amplio de la guerra del Pacífico). Pero esta perspectiva institucionalista y geopolítica, desarrollada sobre todo por historiadores de formación jurídica, deja de lado a los individuos que componían dichas instituciones, dándoles a estas, por tanto, un carácter estático. Para poder evaluar la eficacia de las reformas administrativas en general en Chile, y del sistema de intendencias en particular, la manera en la que funcionaron, pensamos que no sólo debemos analizar la ordenanza y las misivas gubernamentales que se refieren a ello. Consideramos también que un estudio de los individuos que formaron parte de las nuevas instituciones, sus carreras y redes de vínculos, nos aportan elementos centrales que permiten entender otros rasgos del funcionamiento del sistema. Por otro lado, creemos que no basta para ello concentrarnos solamente en los estratos superiores de la institución (intendentes, secretarios), sino también en los subdelegados y los oficiales y tenientes de subdelegados, aquellos que bajaban a nivel local las medidas reformistas. Pero para lograr estos objetivos, creemos que hay que contrastarlos con la estructura de la carrera administrativa previa a la implantación de estas reformas. 3 Barbier, Bravo Lira 3 En este contexto, lo interesante es ver que en el caso de las intendencias el favor real no recayó en ningún chileno: las intendencias se convirtieron en plazas modélicas de cuño reformista, pues sólo fueron ocupadas por españoles o foráneos. Los intendentes y los asesores letrados no estuvieron libres del asedio de la elite local que intentó, como siempre lo habían hecho, entablar lazos familiares, pero siempre se tomaron medidas que impidieron que esos lazos influyeran en el gobierno. Para estudiar si uno de los objetivos de estas reformas apuntaban a generar cambios en las elites locales, creemos que el tema clave es analizar a los subdelegados. ¿Quiénes fueron? Como hemos dicho los corregidores se transformaron en subdelegados, en un principio. Esto nos permite afirmar que las elites que detentaban los corregimientos continuaron gobernando localmente. Sin embargo, el análisis de la documentación relativa a los nombramientos de los subdelegados da pistas sobre un cambio en el perfil de estos funcionarios. Las ternas de individuos propuestos por los intendentes al presidente para su nombramiento muestra el desarrollo de una carrera a nivel local, que abarcaba ascensos entre ciudades, que podía partir en la alcaldía de un cabildo, pasando por teniente de administrador de la renta del tabaco, y que concluía en la subdelegación de una ciudad que no era la de su nacimiento. A la larga, se lograba formar a individuos especializados, administradores, que competían por sus plazas, cuyas carreras de funcionarios se habían forjado a nivel local de la mano de los representantes directos del rey. Algunas posibles conclusiones: Es necesario sumar al estudio de las intendencias la nueva relación con las elites locales entabladas por la Monarquía, sobre todo por la selección de individuos para las subdelegaciones. Con el tiempo, las elites tradicionales fueron quedando fuera de estos cargos, en un proceso que las desplazaría del poder. El proceso incluyó una revitalización de los cabildos seculares que a mediados del siglo XVIII estaban casi paralizados. Si bien estas medidas no tuvieron el tiempo de mostrar todos sus frutos, a raíz de los acontecimientos de 1808-1810, creemos que es posible decir que un elemento central de la recuperación de la autoridad real fue la creación de una nueva elite burocrática también a nivel provincial.