Nando Aprende a Volar.

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Nando Aprende a Volar.
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Para Don Leo
Mi Pingüino Favorito
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De todas la aves del polo, las
más valientes eran los pingüinos,
nadaban intrépidamente entre
enormes ballenas asesinas, fieros
lobos marinos e incluso temibles
humanos cazadores, su habilidad en
el agua era inigualable, y entre ellos
el más valiente y hábil de todos era
Nando, hijo único como todos en el
polo, criado valiente y con mucho
amor por Sé y Patiña, sus padres y
jefes del escuadrón de pesca número
siete, el más valiente y el que más
arenques llevaba a la colonia.
Eran muy queridos y respetados,
todos en la colonia los admiraban y
querían mucho.
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Pero Nando no estaba contento a
pesar de todo ello, él quería algo más,
estaba bien ser un valiente pescador
que llevaba alimento a toda la colonia
y la admiración de todos le gustaba
mucho, por no hablar del amor de
sus padres, pero aún así, el quería
algo más, no estaba seguro de que
era, pero sabía que algo faltaba.
Una noche antes de dormir, miró al
cielo y le preguntó a las estrellas
-bellas estrellas, ustedes ha estado
siempre ahí, ustedes deben saber,
¿qué le falta a un pingüino como yo
para sentirse completo?
Entonces Nando cerró los ojos y cayó
dormido, al mismo tiempo que las
estrellas brillaron un poco más, y
Nando juraría que las escucho susurrar
"volar"
Ya dormido soñó toda la noche que
podía volar y que haciendo piruetas
impresionantes, sentía que tras de él
una pequeña luz lo seguía sin parar.
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A la mañana siguiente tomó una
decisión, el sería el primer pingüino
en volar, así que pidió ayuda a sus
padres para iniciar el entrenamiento,
al principio ellos no entendieron
su petición, su padre le decía "los
pingüinos no podemos volar hijo"
mientras su madre lo miraba confundida,
pero ambos pudieron ver en los ojos
de su pequeño pingüino, que volar
era lo que él más anhelaba en todo
el mundo, así que lo apoyaron.
"Disculpa hijo, no es que no
podamos volar, es que no sabemos
hacerlo, y tu va a ser el primero en
hacerlo y nos vas a enseñar"
así comenzó el entrenamiento de
Nando, sus padres y todo el escuadrón
número siete lo apoyaron, mucho
ejercicio, para fortalecer las alas y
mucho trabajo de simulación bajo
el agua, después de todo el agua y
el aire no eran tan distintos, solo
debía modificar la técnica de nado
para volar, y trabajó muy duro en ello.
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Tras varios meses de entrenamiento
se sentía listo para intentar por vez
primera, volar.
La colonia construyó una gran pista de
despegue y aterrizaje, Nando contó
hasta tres y justo en el tres arrancó
en carrera, corrió como ningún otro
pingüino lo había hecho antes, su
velocidad era impresionante, cuando
no pudo correr más, se lanzó sobre
su panza regordeta y se deslizó como
un trineo, duplicando su velocidad,
al final de la pista se había construido
una rampa de hielo, con ella Nando se
elevaría, y una vez en el aire,
empezaría a aletear para poder
volar, ¡zoooom! Sonó el el aire
cortado por su enorme velocidad al
levantarseporlosaires, entonces empezó a
aletear con todas sus fuerzas...
pero no se elevaba más, de hecho
empezaba a caer, todos se asustaron
mucho, no querían que Nando cayera y se lastimara, cuando la caída
ya parecía inevitable, volvió a sentir
lo mismo que en su sueño, la pequeña luz lo seguía.
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Así que antes de tocar el suelo volteó
su carita para poder ver la luz, y al
verla quedó maravillado, no podía
creer lo que tenía frente a sus ojos,
la más bella y hábil pingüinita volaba
tras de él a la vez que brillaba como
una estrella.
Entonces, ella voló más rápido y lo
tomo de la aleta y no lo dejó caer,
ya juntos empezaron a volar sobre la
colonia y a hacer sorprendentes piruetas.
Todos los pingüinos gritaban de
alegría y toda la colonia bilaba y
celebraba por lo que habían visto.
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Entonces Nando y su pingüinita
estrella bajaron a tierra, aterrizaron muy
lentamente y al tocar la nieve con sus
patitas amarillas, la pingüinita dejó
de brillar y dijo
"esa noche que preguntaste, las
estrellas te escucharon, esa noche
que te escucharon yo nací, y me
enviaron para enseñarte lo que te
hacia falta para sentirte completo"
a lo que Nando contestó " aprender a volar" y la pingüinita replicó
"no Nando, no aprender a volar, si
no, tener con quien hacerlo" y al
terminar le dió un largo beso de
pingüino en el pico. Y volando juntos, fueron felices para siempre.
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Ilustraciones de:
Leonardo Lozano y
Josè Lozano
Texto de Josè Lozano,
inspirado en
Leonardo Lozano.
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