libro peregrino

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LAS
AVENTURAS
DE 2ºPAB
AUTORES
Álvaro Esteban
Fouad Et Tamimi
Iván Gil
Emilly Horna
Eloy Lázaro
Carlos Ledesma
Maderlin Suero
Stephane Velu
Isabel Devís
STEPHANE
Era un día caluroso en un pueblo de Aragón. Había nueve amigos que
decidieron ir de acampada a los Pirineos. Tuvieron que convencer a sus padres
para que les dejaran ir. Sus nombres eran: Isabel, Emilly, Maderlin, Stephane,
Carlos Miguel, Iván, Álvaro, Fouad y Eloy.
El 24 de agosto ellos se fueron a lo pensado, los llevó el padre de Julia, los
dejó en la cima de los Pirineos y él se fue. Ellos empezaron a descender hasta
un valle que había a lo lejos. Cuando llegaron estaba atardeciendo y
empezaron a montar las tiendas de campaña. Estaban montando tres tiendas
que eran muy pequeñas para meterse ellos. Fouad, un chico que ya había
acampado otras veces, dio la idea de juntar las tiendas de campaña para que
fueran algo más grandes y hacer con palos y hierba, un poco más de espacio.
Cuando tenían las tiendas de campaña montadas, fueron a por leña para
encender el fuego para cenar. Durante este rato que estuvieron buscando leña,
oyeron unos ruidos detrás de unos matorrales y se asustaron. Ellos fueron a
ver que era y les apareció una cierva con su cría. Isabel llevaba la cámara de
fotos y le sacó alguna fotografía, los ciervos se asustaron y se fueron. Ellos
intentaron seguirlos hasta lo alto de la montaña y se perdieron. Estuvieron
buscando la tienda de campaña pero conseguían encontrarla, hasta que al
final, tras cinco horas dando vueltas por el bosque, la encontraron. Eran ya las
seis de la mañana cuando encontraron la tienda y decidieron irse a dormir.
A las nueve, comenzaron a escuchar ruidos que provenían de fuera de la
tienda de campaña. Eran unos tejanos que estaban rebuscando entre las
mochilas. Intentaron echarlos pero los animales se resistían a irse. Carlos
Miguel, muy enfadado, entró en cólera propinándoles gritos. Los animales
atemorizados huyeron.
Tras el susto con los tejones, se pusieron a preparar un fuego para hacer el
desayuno. Estaban buscando la comida, cuando se dieron cuenta que se la
habían llevado los tejones. Muertos de hambre, se pusieron en marcha para ir
a cazar cualquier tipo de animal que les proporcionara alimento. Eloy que era el
más experto, se dedicó a preparar varias trampas y una lanza para cazar.
Con todo preparados, se pusieron en marcha y se adentraron en el bosque.
Divisaron unos conejos a lo lejos. Eloy se dirigía hacia ellos silenciosamente
para no espantarlos, peo un ruido hizo que se asustaran. Fouad había pisado
unas hojas secas y los ahuyentó.
Isabel tuvo la idea de colocar las trampas cerca de los cados que habían
encontrado. Una vez colocados, se escondieron y esperaron hasta que un
conejo cayó en la trampa.
Isabel y Maderlin preparaban el desayuno mientras los demás hacían el fuego.
Tras desayunar, fueron en busca de algún signo de que alguien vivía por
aquella zona. Lo único que encontraron fue una vieja cabaña.
Como estaba anocheciendo, se metieron en esa cabaña para pasar la noche
allí y estar refugiados si algún animal pretendía atacarles.
A la mañana siguiente, todo el grupo se levantó pronto para ir a buscar leña y
comida. Encontraron unas moras y unas almendras; pero aún estaban
hambrientos. De repente, Emilly escuchó ruido de agua y siguiendo su institnto,
llegaron a un río estrecho y poco profundo que estaba lleno de peces.
Con la funda de las tienda de campaña, hicieron una red grande. La pusieron
de lado a lado del río mientras los demás obligaban a los peces a ir hacia ella.
Consiguieron coger siete. ¡Había casi uno por persona!
ÁLVARO
Cuando cogieron los peces, se los llevaron a la cabaña. Reavivaron el fuego de
la noche anterior y los cocinaron para poder cenar. Álvaro tenía alergia al
pescado y no pudo cenar, pero Stephane que comía mucho, cogió rápidamente
la porción de Álvaro.
Al día siguiente, Carlos Miguel se fue a cazar con Eloy. Tras varias horas sin
saber nada de ellos, el resto del grupo comenzaba a preocuparse. Cuando ya
casi anochecía, llegaron a la cabaña con un ciervo de 19 puntas. Eloy le cogió
la cabeza y se la cortó. Entre todos comenzaron a despellejar el ciervo y dividir
en raciones para sobrevivir varios días en aquel bosque. Estaban contentos
con la caza de Carlos y Eloy. ¡Tenían la comida asegurada!
Pasaron la noche apaciblemente, sin ruidos ni altercados.
Cuando se despertaron, fueron a por agua a un manantial que encontraron
Maderlin y Álvaro. Estaban tan contentos de haber podido cazar al ciervo, que
Carlos Miguel, esta vez acompañado por Iván, se adentraron en lo más
profundo del bosque con el objetivo de cazar a otro animal. Observaron un
jabalí y fueron a por él. No obstante, el animal corría más que ellos. Carlos
Miguel, que era el que más corría, consiguió punzar en el trasero del jabalí,
pero éste no se rendía fácilmente. De repente, apareció un perro de raza dogo
argentino y se lanzó sobre el jabalí. Los chicos se quedaron boquiabiertos y,
tras conseguir el botín, se llevaron con ellos al perro, al que llamaron Indi.
En la cabaña, el resto de los compañeros esperaba ansioso el nuevo hallazgo
de los “cazadores”.
CARLOS
Todo el grupo estuvo de acuerdo en acoger a Indi, era un perro encantador y
muy cariñoso. No obstante, tenía una historia muy triste. Se enteraron cuando
vieron a un hombre alrededor de la casa que iba buscando a un perro. Cuando
el hombre se les acercó con cara de enfado, descubrió que los chicos tenían a
su perro, al que habían llamado Indi.
Señor:” ¡Dadme ese perro, que es mío!”
Stephane: “No queremos, nos ha ayudado a cazar esta semana y no queremos
dártelo”
El señor, no muy convencido, les dijo que les daba al perro. Eloy, que conocía
a los perros perfectamente, contó a sus compañeros que había observado
como el perro se había asustado al ver a su anterior dueño. Eloy creía que el
perro se había escapado porque su dueño le pegaba. El perro tenía arañazos y
marcas por todo el cuerpo.
Eran las seis de la tarde cuando empezaron a tener hambre, otra vez. Como
siempre, el perro les ayudaba a cazar. Esta vez cazaron un ciervo joven. Se
dividieron en dos grupos, unos se iban a por agua y leña; mientras el resto iban
a cocinar el ciervo. La cooperación entre todos era necesaria para sobrevivir.
Esa noche, cuando terminaron de cenar, se pusieron a jugar a las cartas.
Álvaro, muy precavido, había cogida un juego para matar el tiempo.
Se
quedaron despiertos hasta tarde, hasta que finalmente se durmieron.
De repente, Indi les despertó con unos ladridos. Stephane se percató de que el
perro quería que les siguiera, y eso hicieron. Indi les llevó hasta un pozo. Al
principio no entendieron el porqué, pero enseguida se dieron cuenta de que
estaba lleno de billetes de quinientos euros.
Un poco sorprendidos, se
quedaron paralizados. Finalmente decidieron llenar sus mochilas con los
billetes.
Una vez más, el perro comenzó a ladrar muy fuerte. ¡Venía hacia ellos un ogro
gigante! No se les ocurrió otra cosa que salir corriendo hacia la cabaña donde
vivían, consiguiendo así despistarlo.
Esa noche no durmieron muy tranquilos, así que se despertaron inquietos con
ganas de irse de aquel lugar. Indi les guió por un sendero muy bonito.
Estuvieron horas caminando hasta que se percataron de que habían llegado al
sur de Francia. Decidieron que era el lugar perfecto para gastar el dinero que
habían encontrado en el pozo. Cuando fueron a pagar el alimento que habían
elegido, el dependiente de una tiendecita les dijo que esos billetes eran falsos.
Parece ser que a Indi le agotó el largo camino hasta Francia porque cuando
decidieron volver a los Pirineos, vieron como se cerraban los ojos de aquel fiel
amigo. Mayor, enfermo y cansado; no pudo hacer el viaje de vuelta.
Cosas del destino, tras un par de horas de travesía, se encontraron otro perro,
al que bautizaron con el nombre de Chispitas.
ISABEL
Los días iban pasando y, cada vez más, se sentían muy cansados y
hambrientos.
No querían volver a la zona donde avistaron al ogro así que decidieron seguir
la marcha hacia el oeste. Iban todos juntos, apoyándose los unos a los otros,
en estos complicados momentos.
No tenían tiendas de campaña, tampoco dinero ni comida. ¡Estaban perdidos!
Y se suponía que hasta dentro de 5 días no iba a ir nadie a recogerlos donde
les habían dejado.
Iván: “Tengo una idea. Podríamos construir nuestra propia cabaña para pasar
la noche. Está oscureciendo ya…”
Emilly: “Sí, estoy de acuerdo. Además comienza a hacer frío”
Decidieron recoger todas las ramas de árboles y hojas secas que encontraran.
Con eso y alguna cuerda que había traído Álvaro, podrían construir una
pequeña chabola en medio de aquel bosque. Gracias a las peripecias de
Fouad, Eloy y Stephane, consiguieron hacer
un buen lugar para pasar la
noche y estar a salvo de los animales. De la cena se ocupó Chispitas, que
cazó 2 conejos. Si Indi había estado a la altura de un buen perro cazador,
Chispitas no se quedaba atrás.
Parece contradictorio pero, la falta de recursos, les hizo unirse más como grupo
y ser más felices. ¡Lo habían conseguido ellos solos!
A la mañana siguiente se percataron de que no sabían donde estaban
¿España? ¿Francia? Daba igual, lo importante es que estaban juntos. Carlos
Miguel fue el primero en levantarse. Anduvo un poco por los alrededores hasta
llegar a un lago muy grande. Era precioso y además una fuente de alimento
segura. Volvió corriendo donde aún dormían sus compañeros.
Maderlin: “¿Qué te pasa Carlos? Vienes muy contento!”
Carlos Miguel: “¡He encontrado un lago a cinco minutos de aquí!”
No tuvo que decir nada más, el resto de compañeros (incluido Chispitas) se
levantaron rápidamente para ir a ver el nuevo hallazgo.
Al llegar a una de las orillas, algo les sorprendió. El agua tenía muchos reflejos
dorados, y el sol no brillaba tanto como para ser el culpable de dicho efecto.
Isabel: “¡Parece que el fondo de este lago esconde algo, pero ¿El qué?”
Álvaro no se lo pensó dos veces y se lanzó al agua. Escavó con la mano el
fondo de la orilla y sacó ¡oro!. Si, era polvo de oro. Algo muy valioso.
Álvaro: “¡Chicos somos ricos!”
Emilly: “Álvaro tenemos que ser cautelosos, recuerda lo que nos pasó con los
billetes”.
Como si se acabara el mundo, todos se lanzaron al agua para comprobar si era
oro. La verdad es que nadie podría asegurarlo, hasta que a Maderlin se le
ocurrió una idea. Extrajo un poco de polvo de oro del lago y lo dejó secar. A
continuación, se quitó sus pendientes de oro y los puso al lado. O mucho le
engañaban sus ojos, o ambos materiales eran iguales. Aún sin poder creerlo,
empezaron a pensar cómo podrían gastar ese dinero…
Tanto pensaron que se les hizo de noche y no tenían nada para comer, hacía
frío y seguían perdidos en medio de algún lugar que desconocían.
Eloy, un gran cazador, conocía los entresijos de los bosques. Dedujo que a la
noche saldrían muchos ciervos para beber en el lago; así que decidieron pasar
la noche en vela y esperar la llegada de alguno de ellos.
No tuvieron suerte, no se acercó ni un animal. Ese lago tenía algo embrujado
ya que ni los pájaros sobrevolaban sus orillas.
Fouad: “Si os fijaís, Chispitas no se acerca al lago. Es como si le tuviera
miedo”.
No lo habían tenido en cuenta. Hasta ahora. Chispitas temía algo que escondía
el lago y tenían que averiguarlo.
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EMILLY
Estuvieron pensando toda la noche acerca del secreto que escondía el lago,
hasta que empezaron a oír ruidos en el agua. Eloy pensó que podría ser algún
pez. A Carlos, que era muy atrevido, se le ocurrió la idea de coger una piedras
grandes para hacer un círculo donde los peces pudieran entrar pero no salir.
Con la chaqueta fina que tenía Emilly, decidieron hacer una red para coger al
pez.
Después de preparar todo, estuvieron esperando varias noches y días, pero no
apareció ningún pez. Les parecía muy raro que, en un lago tan grande, no
encontraran
peces; ni siquiera hubieran oído ningún ruido más.
Ya
consternados decidieron ir a cazar. Después de un rato caminando,
encontraron un agujero debajo del suelo y se percataron de que sería algún
conejo. Chispitas, rápidamente, se puso a olisquear el suelo, como si hubiese
oído algún animal.
A medida que iban adentrándose en el bosque, Chispitas parecía más
asustado, hasta que se detuvo y los miro como si hubiera algo alrededor que
no le gustaba. Conforme andaban, Chispitas se alejaba de ellos.
De repente, vieron un animal grande con la cabeza muy larga y el cuerpo lleno
de espinas. Todos se quedaron asombrados por lo que veían sus ojos, pero su
curiosidad pudo con ellos. Cuando el animal se percató de su presencia, salió
corriendo con sus enormes patas hacia el lago.
Los chicos, asustados y pálidos, salieron corriendo hacia su guarida para
recoger sus enseres y el oro que habían cogido del lago.
Después de encontrar un sitio seguro para pasar la noche, empezaron a
pensar sobre qué podía ser ese animal que tantos escalofríos daba. Ni los
peces querían estar cerca de él en el lago.
Estuvieron toda la tarde pensando, hasta que empezó a oscurecerse y
decidieron descansar un poco. Cuando estaban todos dormidos, Iván se
despertó y vio que detrás de un árbol estaba el animal mirándolos con sigilo.
Iván asustado, despertó a sus compañeros. Parecía un monstruo, tenía unos
ojos grandes como platos. Pero lo más curioso, era que esos ojos era del color
del oro que habían encontrado en el lago.
Empezaron a moverse enérgicamente hasta que decidió marcharse.
Al amanecer, vieron en el árbol donde habían visto al monstruo, unas letras
grandes donde decía:
DEVOLVERME TODO EL ORO QUE HABÉIS COGIDO
Pero ellos no estaban convencidos de hacerlo. ¡Era un oro muy valioso!
A Isabel se le ocurrió la idea de ir todos juntos al lago para hablar y convencer
al monstruo de que lo necesitan para poder sobrevivir.
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MADERLIN
Entre todos decidieron que no querían devolver el oro al monstruo. Pensaron
que podrían hablar con él y conocer los motivos por lo que, habiendo tanto oro
en el largo, no se podían quedar con un poco. A los chicos se les ocurrió que,
si le daban sólo una parte de lo cogido, el monstruo se quedaría contento y les
diría porque había tanto oro allí. Pusieron la idea en marcha, no fue fácil que se
acercara a ellos el monstruo pero, cuando lo consiguieron, éste aceptó el trato.
Estuvieron conversando los chicos y el animal del lago y tenían algo en común.
Ambos estaban perdidos. El monstruo necesitaba encontrar a sus amigos para
irse con ellos fuera de aquel lugar; y los chicos necesitaban salir de aquel
bosque que no conocían bien. Hicieron un trato; el monstruo les diría como
salir si, a cambio, ellos localizaban a sus amigos.
Para ganar tiempo, decidieron dividirse en dos grupos: chicos y chicas. Las
chicas iban acompañadas por el monstruo, y los chicos por Chispitas.
Estaban separados, nadie sabía nada del otro grupo, por lo que estaban
preocupados por si no se volvían a encontrar.
Tenían hambre y estaban muy cansados. La ventaja que tenían las chicas es
que les acompañaba el monstruo y éste había estado viviendo mucho tiempo
allí y sabía cómo conseguir agua, comida y algún sitio seguro para descansar,
sin que ningún animal fuera a molestar.
Por otro lado estaban los chicos. No sabían qué hacer, estaban muy cansados.
Ellos tenían experiencia cazando pero su mala suerte hizo que no pudieran
cazar nada. No tenían fuerzas para seguir. Desesperados, pensaron en
localizar al grupo de las chicas, a ver si ellas habían corrido mejor suerte.
Tras muchas horas de búsqueda, a Iván se le ocurrió una idea:
Iván: “¿Por qué no le decimos a Chispitas que olisquee el rastro de las chicas?”
Todos: “Buena idea”
Chispitas se puso a olisquear el rastro, lo que les llevó un largo rato porque las
chicas habían llegado muy lejos gracias al monstruo.
Por el camino, se toparon por sorpresa con uno de los amigos perdidos del
monstruo. Le explicaron lo sucedido y juntos retomaron la marcha para buscar
al resto de compañeros.
Esta vez tuvieron suerte, Eloy y Álvaro consiguieron cazar unos conejos; los
demás se pusieron a buscar leña para hacer fuego. Cuando ya lo tenían todo
preparado para una suculenta cena, se percataron que el lugar elegido estaba
plagado de animales que amenazaban la tranquilidad de la noche. A Carlos se
le ocurrió la idea de hacer turnos por la noche para poder dormir tranquilos y
mantener a raya a los animales. Así lo hicieron.
FOUAD
Al llegar la mañana se despertaron y no encontraron a Stephane. Esa noche él
era el vigilante del grupo. Eloy aconsejó que era mejor dividirse en tres partes
para buscarlo y así lo hicieron.
Al pasar una hora más o menos, Álvaro se dio cuenta que se habían dejado
sólo en el campamento a Fouad y volvieron a buscarlo.
Pasaban las horas u no lo encontraban. Maderlin e Iván no pudieron ayudar
mucho ya que, en la búsqueda, se toparon con unos lobos y tuvieron que
esconderse de ellos para no ser atacados. Sin embargo, la búsqueda fue más
productiva para Carlos y Álvaro. Ellos fueron los que encontraron a Stephane
dentro de una casa abandonada. La visualizaron a lo lejos pero enseguida
supieron que esa casa escondía algo. Al entrar, encontraron a Stephane atado
con pieles de serpientes muy duras. Estaba sentado en una silla y Carlos,
rápidamente, se puso a quitarle las cuerdas.
Cuando estaban a punto de salir los tres, observaron como llegaban unos
viejos, que eran los secuestradores de Stephane. Lograron escapar de ellos.
En la huída, se toparon con Maderlin e Iván, y juntos volvieron a reencontrarse
con el grupo.
Empezaba a anochecer. Emilly pensó en encender fuego al modo prehistórico,
con palos y piedras. Cuando ya lo tenían hecho, se dieron cuenta de que Isabel
no estaba en el grupo. Empezaron a hacer una hoguera más grande para que
le sirviera de pista. Aunque tardó en encontrarles, gracias al humo que habían
hecho, pudo volver con sus compañeros.
IVÁN
Iván, Fouad, Eloy, Emily, Isabel y maderlin fueron al bosque a cazar. Eloy
encontró un oso con su osezno. Preparó una trampa y cuando el oso la pisó,
quedó atrapado en la red. Así consiguieron comida para varios días.
Al día siguiente, cuando se iban a la cama, observaron que alguien les
observaba. Eran los ancianos que habían raptado a Stephane. Se asustaron
mucho y corrieron hasta llegar a una cueva. Era muy grande y observaron unas
pinturas rupestres que parecía que dibujaban un mapa. El mapa indicaba que,
al final de un sendero, tendrían la salida del bosque. Salieron de la cueva, y
tras estudiarse el mapa, decidieron seguir las indicaciones. Caminaron durante
un rato hasta que un río profundo les bloqueó el paso. Decidieron bordearlo y
cambiar un poco el rumbo, pero entonces se les apareció un oso. En esta
ocasión, por las prisas, Eloy no lleva material de caza y no podía hacerle frente.
Tenían que pensar rápido cómo deshacerse del oso…
A Iván se le ocurrió una idea. Cogieron unos palos y los afilaron; después
cavaron un hoyo y colocaron los palos dentro. Taparon la trampa con hojas
secas e idearon un plan para que pasara por allí.
Sortearon quien sería el cebo del animal y le tocó a Stephane. Aunque no
estaba muy seguro, se armó de valor y se dispuso a llamar al animal haciendo
muchos ruidos y movimientos. El oso inmediatamente se puso a perseguir a
Stephane. Justo antes de llegar a la trampa, se cogió a una rama y el oso cayó
dentro del agujero. A primera hora de la mañana ya habían avanzado mucho
camino…
ELOY
Decidieron volverse a separar en dos grupos para conseguir comida en ese
duro camino. Álvaro que era un experto en pescar ideó un plan. Decidió coger
juncos para atarlos en forma de red y después ir bajando río abajo. En el otro
grupo, Eloy y Stephane decidieron hacerse arcos y lanzas para capturar a
cualquier animal que pasara.
Tras esperar mucho rato, pasaron una manada de jabalís y empezaron a
lanzar hacia los animales. Carlos, que iba detrás de ellos, casi es alcanzado
por una lanza. Consiguieron matar a un jabalí y llevarlo donde estaban el resto
de los compañeros.
En el otro grupo, Álvaro consiguió pescar unos cuantos barbos y madrillas.
También se encontraron unos plásticos y decidieron cogerlos.
Cuando estaba oscureciendo, hicieron una hoguera y tiraron los plásticos para
que saliera humo negro, a ver si había suerte y alguien los podía encontrar,
pero no hubo suerte.
A la mañana siguiente ya no les quedaba comida y estaban hambrientos. Ya
habían practicado mucho la caza y se desenvolvían bien en el bosque.
Decidieron ir a cazar otro animal. En este caso consiguieron atrapar a un oso
que estaba distraído en el río comiendo peces.
Todos se pusieron a disfrutar de la rica cena excepto Fouad, que estaba
haciendo el Ramadán y no podía comer hasta que oscureciera.
Los días pasaban muy rápidamente y el camino seguía…Cada día que pasaba
estaban más cansados y más desesperanzados de encontrar la salida.
De repente, escucharon un helicóptero. Carlos dijo: “Es nuestra salvación”.
Pero había un problema, el bosque era muy frondoso y no tenían fuego para
que el helicóptero se percatara de su presencia.
Como aún les quedaban plásticos de colores, empezaron a preparar una
hoguera rápidamente pero parecía que no les veían.
Ya sin esperanzas, parecieron escuchar unas voces, eran unos cazadores que
sabían bien los entresijos del bosque. Les contaron lo que les había pasado. Al
principio no les creyeron, y Carlos se cabreó. Tras ver sus caras de
desesperación, comprendieron todo lo que habían pasado los jóvenes y les
indicaron la salida, estaban ya muy cerca.
Llegaron a una llanura sin árboles y allí les vio el helicóptero. Los rescató
lanzándoles unas cuerdas. A Maderlin se le cayó su manoletina y tuvo que
volver a bajar a recogerla.
Llegaron derrotados a casa y contaron a su familia todo lo sucedido. Al final su
aventura sirvió para unirles aún más. Eran un grupo maravilloso.
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