la nueva alianza en jer 31,31-34

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JOSEP COPPENS
LA NUEVA ALIANZA EN JER 31,31-34
La Nouvelle Alliance en Jer 31,31-34, The Catholic Bíblica¡ Quarterly, 25 (1963) 1221.
Entre los fragmentos mesiánicos, siempre ha atraído la atención esta perícopa (Jer
31,31-34), primeramente, por ella misma como determinante de una etapa importante en
el crecimiento del pensamiento israelita, y también por la influencia que se supone
ejerció en el pensamiento de Jesús cuando la institución de la Eucaristía. Pero hoy día
interesa, además, por un tercer motivo: el hecho de que los textos de Qumrán, que
hablan de la Nueva Alianza, llamen la atención más que nunca sobre el único pasaje del
Antiguo Testamento hebreo que predice para el futuro la conclusión de una alianza con
Dios calificada de nueva.
Esto, pues, justifica que subrayemos la importancia poco común del pasaje que, si es de
Jeremías, determina quizás el apogeo de su doctrina religiosa y representa sin duda una
de las cumbres de la teología veterotestamentaria. Meditado y profundizado por Jesús y
después por san Pablo (carta a los hebreos), ha contribuido a hacer comprender a la
Iglesia naciente su posición de Nueva Alianza frente al Antiguo Testamento y al
judaísmo postbiblíco.
Empecemos por traducir el pasaje:
31.He aquí que vienen días, afirma Yahvé,
en que pactaré con la casa de Israel
y la casa de Judá
una alianza nueva.
32. No como la alianza que pacté con sus padres
el día en que tomándolos de la mano
los saqué del país de Egipto;
pues ellos han quebrantado mi alianza
y yo he tenido que portarme con ellos
como un dueño-esposo, afirma Yahvé.
33. Pero éste será el pacto
que yo concertaré con la casa de Israel
después de aquellos días,
declara Yahvé:
pondré mi ley, en su interior
y la escribiré en su corazón
y seré su Dios
y ellos serán mi pueblo.
34.Y no necesitarán instruirse los unos
a los otros,
ni el hermano a su hermano,
diciendo: "¡Conoced a Yahvé!",
pues todos ellos me conocerán,
desde el más pequeño al mayor,
afirma Yahvé:
porque perdonaré su culpa
y no me acordaré más de sus pecados.
JOSEP COPPENS
Problemas del texto
Este texto, sencillo y diáfano a primera vista, presenta varias dificultades. Veamos
primero cuáles son los dios apuntados en el v. 33 e intentemos determinar su relación
con los días mencionados en el v. 31. Si el hagiógrafo se refiere a un mismo tiempo,
conviene traducir: aquellos dios; pero entonces, ¿cómo concebir la sucesión cronológica
de los hechos? ¿Habrá que pensar, de alguna manera, en dos estadios en la conclusión
de la Nueva Alianza: primeramente un pacto inicial, público, colectivo, que inaugura la
nueva era y después su aplicación individual, interior, a lo largo de las generaciones que
se sucederán en este tiempo? Esto sería demasiado sutil. Es más sencillo afirmar que en
el v. 33 el hagiógrafo se refiere al período intermedio ent re la profesión del oráculo y su
cumplimiento; período designado en el v. 31 con la expresión vienen días.
Segundo problema: ¿cómo traducir el final del v. 32? Tanto si la sección es de Jeremías
o, incluso, si proviene de un discípulo y lector asiduo del profeta, conviene traducir b'lty
a la luz de un texto paralelo, Jer 3,14. Yahvé recordaría en, el inciso, cuyo sentido se
discute, que, tras la infidelidad de Israel, su esposa, se vio obligado a castigarla, más
que como esposo, con el rigor de un amo cuyos derechos hubiesen sido gravemente
violados.
¿A qué primera alianza hace referencia el autor? Sin duda, al pacto sinaítico. La
referencia a la inscripción de la ley sobre el corazón se comprende mucho mejor si se
considera en contraposición con la ley del Sinaí, esculpida en tablas de piedra.
Respecto a la ley que acabarnos de mencionar, ¿qué entiende exactamente nuestra
perícopa por esta denominación?, ¿los preceptos del Decálogo?, ¿el conjunto de
preceptos cuya esencia se encuentra en las exhortaciones de Jeremías a la práctica de las
virtudes morales?
En todo caso en la época de Jeremías, el término Torah no tiene una significación
técnica que lo limite a un código de leyes determinando, aunque muy pronto se utilizará
para designar en primer término el Deuteronomio.
Algunos autores afirman que en Jer 31. 31-34 se supera y suprime la noción de ley
externa como válida en el servicio de Yahvé. Otros, más matizados en sus juicios, aun
admitiendo en Jeremías la presencia de una tensión entre el concepto de ley externa y el
de una norma puramente interior, no llegan a afirmar que en Jeremías esta tensión
rompa con la reforma deuteronómica. Textos como Dt 6,6; 11;18; 30,14, tratan de la
presencia de las leyes divinas en el corazón y en el alma de Israel. Sin embargo subsiste
una diferencia notable entre estos textos y Jer 31,31-34: el Deuteronomio considera la
presencia de la ley en el corazón de los fieles como el fin de los actos que los hijos de
Israel tendrán que practicar generosamente para asimilarse los mandamientos divinos.
El texto de Jeremías, en cambio, prevé la presencia futura de la ley en el seno de los
creyentes como un don de Dios. Don que no excluye necesariamente la gracia
simultánea de una promulgación externa de los deseos divinos.
JOSEP COPPENS
Aportaciones de esa Nueva Alianza
La afirmación central de nuestra perícopa nos lleva a la consideración de esta
inscripción de la ley en el corazón de la casa de Israel. No hay una expresión paralela ni
en Jeremías ni en otros sitios de inspiración similar. Nuestro texto no hace referencia
formalmente ni a la purificación del corazón (Jer 4,14; Sal 51,12; 73,1.13; Prov 22,11),
ni a un corazón que vuelve a Yahvé (Jer 3,10; 36,3), ni a un corazón contrito (Jer 23,9;
Is 57,15; Sal 51,19; 109,16), ni a la circuncisión del corazón (Jer 4,4; 9;25; Ez 44,7.9).
Mucho menos parece estar subyacente la idea de un corazón nuevo (Ez 18,31; 36,26;
11,19; Jer 24,7; 32,39) ni la imagen de un corazón de carne que sustituya a uno de
piedra (Ez 11,19; 36,26). Por fin, hecho curioso, la teología del espíritu que aparece en
Ezequiel (18,31; 36,26) está ausente de los textos jeremiacos.
Parece, pues, que según Jer 31,33-34, Dios se decide a tomar a su pueblo tal como se
presenta a Él y a poner su ley en el corazón de la nación para que este corazón no se
vuelva a desviar en el futuro y Dios no halle en él nada que reprender. Lo que
caracteriza, pues, nuestro pasaje, no es el don de un corazón nuevo, sino el don de la ley
divina en el corazón del hombre.
La mención de esta donación es única en el Antiguo Testamento. Los textos que más se
acercan a esta concepción son los que aluden a la presencia de la ley en el corazón,
presencia cuyo origen no explican (Sal 37,31; 40,8; Is 51,7; Dt 6,6; 11,18; 30,14). En
cuanto al don divino a que hace refe rencia Jer 32,40, observamos que el hagiógrafo,
cuando precisa, sustituye la ley por el temor de Yahvé.
Tampoco se encuentra en otras partes una correspondencia perfecta a la noción de la
acción divina que se desprende del v. 34 cuando dice que no necesitarán ya instruirse
los unos a los otros. Así, ni en Is 11,19; Heb 2,14, ni en Is 29,18; 30,21. En cuanto a los
textos, más numerosos, de los salmos donde se considera que Dios instruye a los
salmistas, se trata siempre de casos particulares (Sal 71,17) y, con más frecuencia, de
oraciones pidiendo a Dios esta instrucción de la cual el salmista siente necesidad (Sal
25,4-4; 119,12.26... 143,10). Asimismo se trata de un caso particular en Is 50,4-5 y Sal
94,12. Ni siquiera hay una correspondencia perfecta en la magnífica visión de Isaías
(54, 13) tomada de nuevo en el Evangelio de san Juan (6,45) puesto que aquella
intervención divina parece superflua en Jer 31,34 precisamente en razón de la fijación
de la torah en el corazón del hombre.
En todo caso, queda como texto más próximo Jer 24,7 según el cual dará Dios a sus
fieles un corazón nuevo capaz de conocerle. Pero, tal como hemos dicho anteriormente,
sí el resultado es el mismo, el camino escogido es distinto.
El final de nuestra perícopa, que afirma la remisión de los pecados, también presenta
rasgos particulares con relación a otros pasajes de Jeremías (5,1-7; 33,8; 36,3; 50,20) ya
que solamente en Jer 31, 31-34 hay algo previsto (el don de la ley que garantiza la
perseverancia) para preservar en el futuro al pueblo de nuevas caídas en el pecado.
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Efectos positivos
Como consecuencia de la nueva alianza, nuestra perícopa indica, en primer lugar, el
conocimiento de Dios. De este modo recapitula Jer 24,7 y todos los demás textos que
ven en el conocimiento de Dios el principio de una conducta digna de Yahvé: Jer 2,8;
4,22; 5,4-5; 9, 2.5.23; 22,16; 24,7.
A este primer beneficio positivo se añade una estrecha unión con Yahvé que algunos
autores consideran como la evocación de la unión matrimonial: "Yo seré su Dios y ellos
serán mi pueblo". Esta fórmula se encuentra también como texto de la alianza en Lv
26,12; Jer 7,23; 11,4; 24,7; 30,22; 31,1; 32,38; Ez 11,20; 14,11; 36,28; 37,23.27; Zac
8,8.
Estos dos efectos positivos se encuentran reunidos en Jer 24,7.
Dos paralelos importantes
Si hemos de totalizar nuestras anotaciones, diremos que hay dos textos jeremíacos que,
principalmente, entran en cuenta como paralelos a nuestra perícopa: 24,7 y 32,39. Pero,
a parte de las diferencias ya anotadas, el Sitz im Leben no es el mismo: en tanto que
31,31-34 se dirige a Israel y Judá -o, según algunos, en su redacción primitiva
solamente a las tribus del Norte-, 24,7 lo hace al resto subsistente en Judea tras la
deportación de 598, y 32,39 se dirige a los exilados de Judá de 587.
Además, por la mención de la vuelta a Yahvé (24,7) y del temor a Yahvé (32, 39-40),
ambos textos paralelos tienen un tinte jeremíaco mucho más acusado (cf. 3,8; 44,10).
Igualmente, el don de un corazón nuevo (24,7) o de un corazón unánime (32,39) y
penetrado por el temor de Yahvé (32,40), es una réplica mucho más directa a los
numerosos pasajes del profeta en los que éste reprocha a su pueblo la dureza de
corazón: 3,17; 7,24; 9,13; 11,8; 13,10; 16,12; 18,12; 23,17.
Por fin, la alianza de 32,40 permanece en la línea de una fidelidad mayor a las antiguas
instituciones, en la medida en que no es calificada de nueva como la de 31,31-34;
aunque se deba hacer notar que incluso 31,31-34 habla de alianza y no de ley nueva.
En presencia de estos contactos con el resto del libro de Jeremías, pero también de estas
notables divergencias, los exegetas dudan en reconocer la autenticidad de 31,31-34.
Unos atribuyen la perícopa al profeta; otros no.
Conclusión
El hecho de que los capítulos 30-31 agrupen elementos de diversas procedencias y
parezcan haber sido redactados de nuevo, tiene su mejor explicación, quizás, en que
atribuyamos la forma definitiva del pasaje a algún discípulo de Jeremías. Este habría
sido el primero en abrir el camino a lo que podríamos llamar una democratización del
carisma profético, una promoción del pueblo de Dios a la gracia del profetismo a la
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manera como más tarde Is 61,6 y los textos de Qumrán anunciarán la promoción del
pueblo, todo él, a una cierta dignidad y función sacerdotales.
Nos quedaría por tratar el alcance escatológico y mesiánico y estudiar su cumplimiento,
que contribuiría a una mejor inteligencia de una perícopa que se ha probado como
dotada de una magnífica elevación de pensamiento y de una originalidad que parece
haber pasado por alto a la mayoría de los comentadores.
Tradujo y extractó: JOSÉ ITUARTE
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