Avión solar cruza el Atlántico [52] TENDENCIAS FOTO: ARCHIVO Sociedad Led Zeppelin triunfa en la corte [49] ESPECTACULOS Buster Keaton, el hombre que no rió Entre lanzamientos y homenajes se celebran 50 años de la muerte del realizador y actor cómico. Figura hoy canónica del cine, su nombre suele gatillar comparaciones con su coetáneo Charles Chaplin. Pablo Marín Cada vez que se vuelve a contar, la leyenda de Buster Keaton puede hacerse más mitológica, dependiendo del impulso de quien la cuente: que lo mató el sonoro, que lo mató el alcohol, que lo mataron el divorcio, la soledad y su escaso talento comercial. Que algo lo mató, figuradamente, y lo tuvo décadas como zombi después de haber sido una de las figuras más descollantes en la historia del cine. La auténtica vida de Keaton tras la década de oro del cine burlesco, en los años 20, puede parecer gris hasta la sosedad. La vida de un señor que hasta su muerte, hace 50 años, vivió junto a su tercera esposa en un valle californiano, sin estrecheces ni opulencias, haciendo trabajitos redituables y que, meses antes de partir, recibió una de las ovaciones más estruendosas y prolongadas que recuerde el Festival de Venecia. El caso es que ni en sus peores momentos, Keaton dejó de ser reconocido como el portento cómico que había llegado a ser. Por el contrario, su capacidad para sorprender y fascinar a nuevas generaciones sin explicaciones ni mediaciones culturales, lo tiene permanentemente en el canon fílmico, en particular gracias a La Generala (“la comedia más grande, la película más grande sobre la Guerra Civil y acaso la película más grande de todas”, según Orson Welles). El medio siglo de su fallecimiento, en febrero último, dio pie a diversos modos de celebrar. Acaban de aparecer en DVD y Blu-ray sus cortos remasterizados. Se estrena en Escocia una obra teatral sobre su vida y en varios festivales lo home- najean, incluyendo el de Valdivia. Cara de palo Joseph Francis Keaton (Piqua, Kansas, 1895) no se llamaba “Buster”. El nombre se lo puso Harry Houdini, quien hacía shows con su padre y lo vio caer a muy corta edad escaleras abajo. “¡Esa sí que fue una caída fea!” –“That was a buster!”-, le dijo el célebre ilusionista. A sus padres les pareció que ahí había un nombre y se lo dejaron (o así lo contó Keaton en una entrevista). Joe y Myra Keaton giraban por el país en los medicine shows, espectáculos de vodevil ofrecidos en carreta con toldo a modo de escenario, con vendedores de elixires codeándose con entretenedores de SIGUE EN PAG. 48 R