(COLOR) - Pub: SUPLEMENTOS Doc: 07595E Red: 60% Ed: Primera EDICION Cb: 00 Enviado por: Dia: 24/07/2008 - Hora: 02:21 DIARIO CÓRDOBA CUADERNOS DEL SUR 3 Jueves, 24 de julio del 2008 Libros ☛ TIEMPO PARA LA LÍRICA De un contenido fulgor José Lupiáñez publica el poemario ‘La edad ligera’ Pedro Rodríguez Pacheco A sombro, siempre asombrado ante el verso pulido, elegante, lujoso de José Lupiáñez, y, de pronto, este filo de navaja, afiladísima hoja que espelunca en su iniciático misterio; La edad ligera, último poemario de Lupiáñez, es un hilo fino de seda del que pende una voz refrenada que muestra la fosforescencia inquietante de los huesos escondidos tras un corpus de musculada belleza. La edad ligera es la aniquilación, la cruel luci‘La edad ligera’ es la dez en el particular camino de Damasco de aniquilación, la cruel José Lupiáñez y en un momento crítico en el lucidez en el particu- que la edad se sorprende a sí misma, se cuantifilar camino de Damas- ca, adolece, pena y constata, en los espejos inteco de su autor y en riores de la desolación o el silencio, las realidades conflictivas, las que le un momento crítico llevan a aligerar sus exuberantes expresividades si éstas, ante ese ensimismado reconocimiento, precisa despojarse, desnudarse, contemplarse exenta, para saber, ya, qué es, cómo ser, cómo describirse y, verificada la imagen real, se verá, seguramente, ante otros gozos, nuevos ímpetus, quien sabe qué feliz nueva revelación. En esta metamorfosis, el poeta ha cambiado de registros, pero los veneros son los mismos y el caudal, el sonoro y bellísimo cantar de su anchuroso río, debido a los accidentes externos, se ha adelgazado, ha incidido sobre los fondos y sus limos, avanzando, incontenible, cauto, sereno, adivinando un estuario al que se llega desnudo, “como los hijos de la mar“. Es consciente el poeta de la peripecia que inicia y entiende ciertas perplejidades que son su misma perplejidad: de los metales sonoros -contaminación rubeniana-, se pasa a ese oboe en sostenido prodigioso en el que el aliento poético, el fuego escondido, nos dice, ahora, la exhuberancia es sola belleza de esencialidad; el pianísimo tempo permite, sin que suene, escuchar el brioso, brillante, coral de su inacabada sinfonía. La misma dinámica podría aplicarse al conjunto del libro; dividido en tres partes, la segunda de ellas no es más que la presencia de lo que ha sido característico en la anterior etapa de la poesía de José Lupiáñez, la lujosa orquestación sinfónica de su poesía, sus ricos apresamientos corsarios por lugares exóticos Hoy nos importa la primera y la tercera parte del libro, porque en la primera (“Jardines interiores”) es la aparición de ese insólito oboe de música grávida y grácil en su lirismo, pero atroz en lo que adensa y, sobretodo, en la determinación de que se escuche sin ningún estorbo retórico: ya desolación que aligera la edad y el ritmo del corazón atribulado, perplejo y por ello ciertas vacilaciones, ayudados retornos al mayor escandido donde la seguridad de la iluminación es mayor; pero la tentación es muy fuerte El escritor gaditano José Lupiáñez, autor de ‘La edad ligera’. y se vuelve a oír el sollozo lúcido del oboe sobre la magnificencia de toda la orquesta. La mudanza, de La edad ligera, a una pulcra escritura de incisiva fatalidad, es un paso acorde con la autenticidad poética de Lupiáñez. Dicen que el escribidor es un fingidor, pues, sí, el escribidor, pero, yo, hoy crítico, me enfrento a un cambio estilístico que sé que para los encasilladores, no es normativo, si en su acordada habitualidad, tan cómoda, falla la definición La autenticidad de este poemario se refleja en la inflexión anímica -consecuentemente, estilística- que perturba a quien, para ser fiel a su iluminación, tiene que aposentar y legitimar a ese nuevo José Lupiáñez necesitado del despojo para verse como poeta, como hombre, como ser en el mundo y, como ser en el mundo, inquirir qué es lo que el mundo le ha contaminado a su universo o su paraíso. No es experimentación, inquiriendo nuevas formas de definición artística, es desolación que se niega a disfrazar con panes de oro la lepra avejentada del tiempo. Es en este quid en el que hay que hacer la pertinente valoración de la sorpresiva mudanza estilística de la que me ocupo. Me centro en esta evolución-revolución de la poesía de Lupiáñez. En la tercera parte, la que cierra el libro se logran poemas definitivos, de perfecto clímax, si aúnan el esplendor lujoso de su decir y la tersa hondura de la más lúcida inspiración; el poema “De sombras nocturnas” es un prodigio de belleza, tan hermoso que no quisiéramos que terminara nunca, es uno de esos poemas que, por él sólo, se justifica y se hace inolvidable todo un poemario, las enumeraciones connotativas, el manar de las imágenes, la serenidad versal, los encabalgamientos refrenados, los cierres estróficos generando los silabeos de la siguiente estrofa, así, así Y, omnipresente, otra vez, la voz antigua, si seguro de la nueva: “Este nuevo sentir que se despierta / a la orilla de tanta incertidumbre” “Te espero todavía, mientras se va la tarde, / con un sol triste por las lomas de ámbar” Atardece, se aligera el paso de la edad, esos pájaros fastuosos que el poeta creyó eternos, celestes, bajo la plena luz del mediodía que, ahora, se pone, tan impasiblemente en atardecer imprevisto: “Esos montes tan mansos / van a morir al mar / / Se han callado los pájaros / / Un oro rojo y último / dice a la oscuridad que se apresure” Cuando los versos de distintos poemas pueden enlazarse como acabo de hacer, estamos ante un poemario total. “Pasa el tiempo y no ha cambiado nada” En efecto, estamos ante el magnificente poeta que ha sido y es, José Lupiáñez. ‘La edad ligera’. Autor: José Lupiáñez. Edita: EH Editores. Jerez, 2007.