China mira hacia Tibet y Taiwan

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China mira hacia Tibet y Taiwan
Txente Rekondo
Los tres "enemigos" a combatir por parte de la Organización de Cooperación de Shangai
(SCO), los tres "ismos", serían "el fundamentalismo religioso, el separatismo y el terrorismo", y
esa filosofía está muy presente en la política que desarrolla Beijing con el acompañamiento de
otros países vecinos. En esta ocasión son las "dos tes" las que parecen asomarse con fuerza
al escenario chino aunque por diferentes motivos, Tibet y Taiwán.
Las protestas organizadas en Tibet y las recientes elecciones presidenciales en Taiwán están
marcando las líneas de la actualidad china, dejando en un segundo lugar las conclusiones de la
anual Asamblea Nacional Popular (ANP), donde se han señalado algunos indicios de lo que
será el devenir del gigante asiático.
En la isla taiwanesa, la victoria de Ma Ying, candidato del Kuomitang (KMT), ha supuesto una
excelente noticia para Beijing, ya que ha supuesto al mismo tiempo la derrota del Partido
Progresivo Democrático (DPP) y el final de la era de Chen Shui-bian.
Buena parte de la población de Taiwán se mostraba cansada de los ocho años de mandato del
DPP y sobre todo entre las generaciones más jóvenes no se ve con muy buenos ojos la política
de distinción étnica que ha hecho el DPP, diferenciando entre los "benshengren" (nativos
taiwaneses) y "waishengren (inmigrantes). La corrupción, la caída de la economía de la isla y el
aumento del desempleo y de la inflación también han actuado en contra del DPP.
Durante toda la campaña los temas centrales han girado en torno a la identidad y la seguridad
nacional y la recuperación económica. Sin olvidar la relación directa que todo ello guarda con la
relación con la República Popular China. Sobre la mesa estaban dos propuestas, la del DPP
que remarcaba la existencia de "dos naciones separadas que deben mantener relaciones entre
estados" y la del Kuomitang, que aboga por un mayor acercamiento hacia Beijing como salida
más plausible para la isla.
En el ámbito económico, que influye mucho en la balanza final, las relaciones con Beijing se
presentan claves. Así, el nuevo presidente defiende la apertura inmediata de vuelos aéreos
entre Taiwán y el continente chino, abrir el mercado taiwanes al capital chino y las fronteras a
una mano de obra más barata, y sobre todo atraer el enorme potencial turístico que
representan los ciudadanos chinos del continente.
Evidentemente la victoria de Ma ha sido recibida con cierta esperanza entre los gobernantes de
Beijing, sobre todo por el tono más conciliador que demuestra, y curiosamente el candidato del
Kuomitang también era el favorito de Washington. Los dirigentes de la República Popular China
son conscientes que el efecto dominó de la declaración de independencia de Kosovo puede
influenciar el debate actual, pero también sabe de buenas fuentes que el gobierno del
Kuomitang no tiene ninguna intención de declarar una independencia "de jure".
Los próximos meses el nuevo gobierno taiwanes deberá hacer frente a importantes retos, como
son "el problema de la etnicidad y el debate en torno a la identidad nacional, la corrupción que
también puede afectar a sus propias filas y cimentar un sistema judicial independiente". El KMT
se ha hecho con la presidencia, lo que unido a los tres cuartos de los escaños en el Parlamento
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y dos tercios de los ayuntamientos y administraciones urbanas, le confieren un importante
control sobre la política de la isla.
Por su parte, las protestas de los últimos días en Tibet también están ocupando buena parte de
las noticias de la mayoría de medios occidentales. Los incidentes que comenzaron en Lhasa,
capital de la Región Autónoma del Tibet, se han extendido a otras comunidades tibetanas en
las provincias vecinas de Sichuan, Qinghai y Gansu. Paralelamente el Dalai Lama se ha
negado a realizar un llamamiento a la calma.
Lo que más llama la atención en esta nueva crisis es la actitud de doble rasero que demuestra
la llamada comunidad internacional, y sobre todo la probable planificación interesada de la
misma junto al apoyo de actores extranjeros. Así, el silencio que se tiene sobre la realidad del
pueblo uighur contrasta con la campaña mediática que se desarrolla en torno al régimen
religioso presidido por el Dalai Lama.
El dirigente tibetano ha señalado en diferentes ocasiones que lo que reclama es una
"verdadera autonomía" para Tibet, y no la independencia, mientras que desde el gobierno de
Beijing se declara una predisposición condicionada para mantener conversaciones con el líder
espiritual. Sin embargo, parece que el propio Dalai Lama y el círculo de colaboradores quieren
aprovechar la cercanía de los Juegos Olímpicos de Verano para internacionalizar su situación.
Y en este contexto es donde algunos no dudan en apreciar la mano interesada de la CIA, quien
desde hace tiempo mantiene lazos de colaboración muy estrechos con el entorno del Dalai
Lama y con el Movimiento por un Tibet Libre. Son de sobra conocidos los intereses
desestabilizadores que desde Washinton se han mantenido frente al régimen chino, utilizando
para ello las justas demandas del pueblo tibetano.
Ya en el pasado, los alzamientos de 1959, el entrenamiento de grupos armados tibetanos en
EEUU durante la década de los años sesenta, la colaboración de los gobierno de Estados
Unidos e India con algunos agentes tibetanos, la revuelta de 1987 son antecedentes claros que
apuntan en esa dirección. De ahí que las manifestaciones que comenzaron el pasado 14 de
marzo se puedan englobar en esa teoría.
En la actualidad, desde algunos ámbitos del poder en la Casa Blanca se observa el auge chino
como un evidente peligro para los intereses norteamericanos no sólo en Asia, sino que también
en África o Latinoamérica. De ahí que se haya visto una oportunidad en estos momentos para
relanzar las demandas tibetanas y poner en peligro uno de los mayores retos que va a afrontar
Beijing en los próximos meses, la celebración de las Olimpiadas.
La presencia de cualificados cuadros chinos, con experiencias en reprimir las demandas
separatistas del pueblo uighur, y de tropas de élite del ejército chino indican la determinación
de Beijing de acabar con las protestas de forma rápida y a cualquier precio. Por otro lado, el
gobierno chino intentará evitar que este tipo de protestas obstaculicen el paso de la antorcha
olímpica por Tibet el próximo mes de junio y sobre todo que todo esto genere un nuevo
movimiento internacional que apoye el boicot a los Juegos Olímpico.
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Una vez más el pueblo tibetano se encuentra atrapado en una lucha donde se imponen los
intereses de tercero, con EEUU buscando desestabilizar a China, y ésta intentando mantener
su "unidad" a cualquier precio, y con un actor local, como es el Dalai Lama, que intenta
perpetuar ese régimen religioso-feudal que cada vez cuenta con más detractores en su propio
pueblo. La interferencia de esos protagonistas no debería ser impedimento para que el pueblo
tibetano pueda ejercitar libremente su derecho de autodeterminación, sin injerencias ni
condiciones, y al mismo tiempo sea capaz de desarrollar un nuevo sistema que rompa con los
privilegios y desigualdades que supone el sistema clerical de los monjes budistas.
* TXENTE REKONDO.- Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN)
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