Lección 11: El Cisma de los dos reinos

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Catolicosenlinea2000
Lección 11: El Cisma de los dos reinos
“Señor, Dios mío, ¿también a esta viuda que
me ha dado albergue la vas a afligir,
haciendo morir a su hijo?”. Después se tendió
tres veces sobre el niño, invocó al Señor y
dijo: “¡Señor, Dios mío, que vuelva la vida a
este niño!”. El Señor escuchó el clamor de
Elías: el aliento vital volvió al niño, y éste
revivió. Elías tomó al niño, lo bajó de la
habitación alta de la casa y se lo entregó a su
madre. Luego dijo: “Mira, tu hijo vive”. La
mujer dijo entonces a Elías: “Ahora sí
reconozco que tú eres un hombre de Dios y
que la palabra del Señor está verdaderamente
en tu boca” (1 Rey. 17, 21-24)
I.- El cisma de los dos reinos:
(1° y 2° libros de los Reyes; los Profetas)
Salomón muere hacia el año 931. De pronto, todo se viene abajo. El reino unido se divide.
Ante la torpeza de Roboán, el hijo del gran rey, se separan las diez tribus del norte,
arrastradas por un aventurero llamado Jeroboán. Ellas
se basarán en el hecho de que había sido con la
persona de David y no con la corona de Judá con
quien se habían aliado un siglo antes.
En adelante, el reino de Judá, al sur, y el de Israel, al
norte, llevarán una existencia separada. Unas veces
lucharán entre sí, otras buscarán la paz. De todas
formas, se irán debilitando, mientras que Nínive y
luego Babilonia dan origen a poderosos imperios que
se encargarán muy pronto de sumergirlos a ellos y de
poner fin de ese modo a sus disputas fratricidas.
La división es también religiosa. Frente a Jerusalén y
su templo se levanta ahora Samaría, la anticapital,
con sus santuarios satélites de Dan y sobre todo de
Betel, en la frontera de los dos reinos, donde el culto
al becerro de oro es una protesta contra la hegemonía
de Jerusalén.
Este desgarrón (este cisma) de los dos reinos marcará profundamente la conciencia del
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pueblo elegido. Los supervivientes de los desastres que se anuncian no dejarán de seguir
esperando en el día en que se restablezca la unidad. Algunos verán en ésta el símbolo de la
otra unidad mayor que habrá que lograr en una humanidad dividida. ¿No es esa la
condición para que se realice de veras la promesa hecha a Abrahán?
Desde ahora, habrá que seguir por separado la historia de las dos naciones hermanasenemigas.
Léase el relato del cisma: 1 Re 12-13.
II.- EL reino de Israel
Situado al norte, en una zona climática relativamente mejor regada, de tierras fértiles, el
reino de las diez tribus no podía menos de aprovecharse de la ruptura. En efecto, su
desarrollo será al principio más brillante que el de Judá, pero en él son continuas las crisis
políticas durante algo más de dos siglos.
Nueve dinastías se suceden en el trono,
que a menudo queda vacante por el
asesinato político. No menos grave es la
crisis religiosa. Una política de alianza
con los países vecinos lleva a los reyes
sucesivos a adoptar los cultos y las
costumbres paganas. Tan sólo algunos
pocos monarcas intentan reaccionar
contra el olvido de la fe en el Dios
único.
Varias grandes figuras proféticas procuran en vano conjurar el desastre que se avecina.
1.- El profeta Elías (hacia el 875)
Es el representante típico de la tradición de Moisés. Este personaje místico que emprende
de nuevo la peregrinación al Horeb o Sinaí, y recibe una revelación divina, reacciona
enérgicamente contra la invasión creciente de los cultos paganos y contra su inmoralidad.
Nueve siglos más tarde, el evangelio de Mateo subrayará cómo Jesús vino a realizar
plenamente la misión de aquel profeta.
2.- El profeta Eliseo
Prosigue la tradición de su maestro Elías. El 2º libro de los reyes nos ofrece sobre él una
verdadera colección de tradiciones populares muy parecidas a lo que serán más tarde “las
florecillas” de Francisco de Asís. El profeta hace surgir la vida en un país en el que reina la
muerte. Su irradiación más allá de las fronteras de Israel señala ya la explosión del
particularismo del pueblo elegido.
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Léase en particular: 2 Re. 2, 4-11.
Un siglo más tarde, hacia el 750, resonará la voz e dos profetas: Amós y Oseas.
3.- El profeta Amós
Este campesino ilustrado llegado de Judá fue
arrebatado de pronto por la inspiración divina.
Se dirigió a Betel, santuario real y centro de
peregrinación en Israel, denunció la injusticia
social que reinaba en el país y condenó con
violencia la depravación moral y espiritual del
reino del norte. Atacó sin reservas un culto que
no era más que mentiras e ilusión. Anunció una
catástrofe próxima, pero expresó también su
esperanza de ver al Señor mantener un resto
como garantía del porvenir. Amós es ante todo el
profeta de la justicia divina, una justicia que
debe traducirse concretamente en la realidad
social.
Los capítulos 2-6 de los más vigorosos y actuales de la Biblia. Los capítulos 7 y 8 muestran
la forma en que un hombre ordinario y sin duda pacífico puede verse llevado por la fe hacia
una pasión violenta.
4.- El profeta Oseas.
Por esta misma época, Oseas se levanta con no menos vigor contra la manera como Israel
traiciona a un Señor que ama a su pueblo lo mismo que u hombre ama a la novia que ha
escogido. Traspone en términos religiosos su propio drama de esposo engañado por una
mujer que se entrega a la prostitución, pero anuncia que algún día Dios se inclinará hacia la
infiel, abandonad de sus amantes. “la conducirá de nuevo al desierto” y restablecerá con
ella la alianza de antaño. Se casará con ella “en la justicia y el amor”.
El mensaje de Oseas, especialmente conmovedor, es la primera relecturas de la historia del
pueblo elegido bajo la forma de un drama de amor. Este profeta es por excelencia el testigo
de la promesa y de la fidelidad de Dios.
Los tres primeros capítulos describen el drama conyugal de Oseas y la manera como, a
través de él, hay que leer la historia de Israel. El c. 6 describe la versatilidad del pueblo
elegido. La fidelidad y la fuerza del amor divino aparecen especialmente en 11; 12, 10-11;
14, 4-8.
Por aquella misma época, el reino del norte ve florecer la corriente de espiritualidad
deuteronomista. Los que la siguen no dejan de meditar en las enseñanzas de la historia
pasada, en particular la de los acontecimientos del éxodo. Con el correr de los años, sus
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escritos fueron recogidos en el reino de Judá y luego tomaron su forma definitiva en la
época del destierro.
En el Deuteronomio podrá leerse con esta ocasión:
 La más antigua confesión de fe de Israel, que le recuerda al pueblo su vocación (Dt. 26, 510).
 El texto que señala lo esencial de la fe (Dt 6., 1-13).
 El que expresa el amor de Dios a los suyos (Dt. 4, 7-40).
 El anuncio del destierro y de la futura conversión (Dt 30).
 El recuerdo del sentido del desierto (Dt. 8, 1-19).
El año 721 se consuma la destrucción definitiva, de Israel. Asiría, con su formidable poder
bélico, triunfa sobre la coalición de los pequeños reinos de su frontera occidental y destruye
Samaría. Los habitantes del país son deportados y sustituidos por colonos extranjeros.
Algunos supervivientes se refugian en Judá, en quien se ponen en adelante todas las
esperanzas de futuro.
“¿Van juntos dos hombres sin haberse puesto de
acuerdo? ¿Ruge el león en la selva sin tener una
presa? ¿Alza la voz el cachorro desde su guarida
sin haber cazado nada? ¿Cae el pájaro a tierra
sobre una trampa si no hay un cebo? ¿Salta la
trampa del suelo sin haber atrapado nada?
¿Suena la trompeta en una ciudad sin que el
pueblo se alarme? ¿Sucede una desgracia en la
ciudad sin que el Señor la provoque? Porque el
Señor no hace nada sin revelar su secreto a sus
servidores los profetas. El león ha rugido: ¿quién
no temerá? El Señor ha hablado: ¿quién no
profetizará?” (Am. 3, 3-8)
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