Número de registro: 18061 Novena Época Instancia

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AMPARO DIRECTO 1356/2004.
Número de registro: 18061
Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: Tomo XIX, Mayo de 2004
Página: 1706
AMPARO DIRECTO 1356/2004. SALVADOR TOLEDO RÍOS.
CONSIDERANDO:
SEXTO. En principio, por razón de método, se examinan los conceptos de violación, en los
que, esencialmente, aduce el quejoso que durante la secuela del procedimiento existieron
diferentes anomalías, porque asegura que la autoridad responsable incurrió en el principio de
retroactividad de la ley en su perjuicio, al pasar por alto que el Juez de primera instancia
admitió la prueba pericial en materia de grafoscopía y documentoscopía que ofreció
oportunamente a cargo del perito José Antonio Alamillo Martínez, con la cual pretendió
demostrar la autenticidad de los recibos que ahora pretenden desconocer los tercero
perjudicados, siendo que no obstante que dicha prueba fue admitida por el Juez de los autos,
al ordenar la autoridad responsable mediante sentencia de tres de septiembre del año dos mil
tres, en el toca de apelación número 2596/2003 que se dejara de recibir el medio de
convicción en cita, lo dejaron en estado de indefensión.
Respecto de la violación al procedimiento aludida, es menester precisar que su estudio
procede siempre y cuando se hayan cumplido con los requisitos que para ello señala el
artículo 107, fracción III, inciso a), de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, que al efecto prescribe:
"Artículo 107. Todas las controversias de que habla el artículo 103 se sujetarán a los
procedimientos y formas del orden jurídico que determine la ley, de acuerdo a las bases
siguientes: ... III. Cuando se reclamen actos de tribunales judiciales, administrativos o del
trabajo, el amparo sólo procederá en los casos siguientes: a) Contra sentencias definitivas o
laudos y resoluciones que pongan fin al juicio, respecto de las cuales no proceda ningún
recurso ordinario por el que puedan ser modificados o reformados, ya sea que la violación se
cometa en ellos o que, cometida durante el procedimiento, afecte a las defensas del quejoso,
trascendiendo al resultado del fallo; siempre que en materia civil haya sido impugnada la
violación en el curso del procedimiento mediante el recurso ordinario establecido por la ley e
invocada como agravio en la segunda instancia, si se cometió en la primera. Estos requisitos
no serán exigibles en el amparo contra sentencias dictadas en controversias sobre acciones
del estado civil o que afecten al orden y a la estabilidad de la familia."
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En efecto, conforme al precepto constitucional referido, en tratándose de violaciones al
procedimiento que afecten las defensas del quejoso trascendiendo al resultado del fallo, para
que el tribunal de amparo pueda, jurídicamente, analizar dichas violaciones es necesario que
se agote el recurso ordinario correspondiente y si la violación de procedimiento no ha sido
reparada, debe reiterarse como agravio en la segunda instancia, al expresarse los
correspondientes agravios contra la sentencia de primer grado.
Al respecto, la extinta Tercera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sustentó el
criterio publicado en la Séptima Época por el Semanario Judicial de la Federación,
Volúmenes 181-186, Cuarta Parte, página 299, cuyo contenido literal es el siguiente:
"PROCEDIMIENTO, VIOLACIONES AL. PREPARACIÓN EN EL AMPARO DIRECTO.
Si las violaciones procesales expresadas por el quejoso se sujetaron a las reglas establecidas
por el artículo 161 de la Ley Reglamentaria de los Artículos 103 y 107 Constitucionales, pues
se impugnaron dichas violaciones en el curso mismo del procedimiento mediante el recurso
ordinario correspondiente, dentro del término que la ley respectiva señala y fueron reiteradas
como agravios en la apelación interpuesta en contra de la sentencia definitiva, a la que
indudablemente trascendieron, es evidente que con ello se dio debido cumplimiento al
artículo 161 del citado ordenamiento legal y por tanto procede su estudio en el amparo
directo."
Acorde a los lineamientos del criterio anterior, debe precisarse que la violación al
procedimiento planteada por el quejoso deriva del proveído de diecisiete de junio del año dos
mil tres, mediante el cual el Juez primario tuvo por rendido y ratificado el dictamen pericial
del licenciado José Antonio Alamillo Martínez (perito de la parte actora), dándole vista a las
partes para que manifestaran lo que a su derecho conviniera.
Inconforme con la anterior resolución Reynaldo Núñez Juárez, representante común de los
codemandados, interpuso en su contra recurso de apelación que fue resuelto en forma unitaria
el tres de septiembre del año dos mil tres, en el toca de apelación número 2596/2003, por la
Magistrada Laura Pérez Ríos integrante de la Tercera Sala Civil del Tribunal Superior de
Justicia del Distrito Federal, en el cual determinó revocar el auto apelado en atención a que
acorde a las constancias procesales resultaba que el dictamen pericial que había rendido José
Antonio Alamillo Martínez, el veintidós de mayo del año dos mil tres, se encontraba
evidentemente fuera del término a que se refería el artículo 347, fracción III, del Código de
Procedimientos Civiles (sic), por lo que debía dejarse de recibir el mismo y aplicando lo
dispuesto por la fracción VI del artículo en cita, la parte actora debía conformarse con el
dictamen presentado el quince de abril del año dos mil tres, por el perito de la demandada
Alejandro Varela Sánchez.
Seguido el juicio por sus distintas etapas se dictó sentencia de primera instancia el
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veintinueve de octubre del año próximo pasado, en el sentido que es anotado en el resultando
tercero de esta ejecutoria, inconforme con la anterior resolución la parte actora interpuso
recurso de apelación, en el cual en el agravio segundo se dolió de la sentencia de apelación
intermedia dictada el tres de septiembre del año dos mil tres, en el toca de apelación
2596/2003, en el sentido de que se violentó en su perjuicio el artículo 14 constitucional, en
relación con el principio de irretroactividad de la ley, porque ya había sido admitido el
dictamen pericial emitido por el perito nombrado de su parte.
Por tanto, se observan colmados los requisitos que impone el artículo 161 de la Ley de
Amparo, porque la violación procesal fue cometida en la apelación intermedia citada, contra
la cual no procede recurso ordinario alguno y fue reiterado como agravio al oponerse el
recurso correspondiente contra la resolución de primera instancia y es procedente, en
consecuencia, su estudio en el presente juicio de garantías.
Asimismo, el presente caso es susceptible de encuadrar en el artículo 159, fracción III, de la
Ley de Amparo, en razón de que el quejoso se duele en el sentido de que no se le recibió la
prueba pericial, misma que asegura fue legalmente ofrecida y desahogada.
La resolución emitida en el toca de apelación número 2596/2003 de fecha tres de septiembre
del año dos mil tres, sustenta las siguientes consideraciones:
"I. El inconforme expresó como agravios los que se contienen en su escrito presentado el día
veintisiete de junio del año dos mil tres, los que se tienen por reproducidos a la letra en obvio
de repeticiones innecesarias. II. El único agravio propuesto por el recurrente en contra del
proveído impugnado, es fundado y debe ser revocada la decisión recurrida. Se duele el
recurrente de que la Juez del conocimiento, conculca en su perjuicio lo dispuesto por el
artículo 347 del Código de Procedimientos Civiles, en razón de que el dictamen emitido por
el perito de la parte actora se rindió fuera del término que la ley concede y debe estarse
únicamente al que se emitió por el perito de la parte demandada. A fin de resolver
objetivamente el problema cuestionado, es menester destacar las constancias procesales que
se señalan y cuyo valor probatorio es pleno, en términos de los artículos 327, fracción VIII y
403 del Código de Procedimientos Civiles (sic). A) En proveído de diez de febrero del año
que corre (foja 275), la Juez del conocimiento tuvo por designado como perito de la parte
actora a José Antonio Alamillo Martínez y de la parte demandada a Alejandro Varela
Sánchez, previniéndose a los oferentes para que dentro del término de tres días, presentaran
sus peritos los escritos correspondientes, mediante los cuales aceptan el cargo conferido. B)
El perito de la parte actora, en su ocurso de catorce de febrero del año dos mil tres (foja 276),
acepta el cargo y expresamente manifiesta que aprovecha la ocasión para solicitar se ordene a
las personas cuestionadas, en cuanto a su firma de los documentos motivo de este juicio,
presenten tres documentos oficiales cada uno de ellos que contengan su firma autógrafa, y se
les requiera para que ante la presencia judicial realicen una muestra de escritura y firmas
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correspondientes para que sean motivo de estudio, y puntualiza que son las siguientes
personas: Salvador Toledo Ríos, Yara Izundegui Macdonal, Reynaldo Núñez Juárez y
Alejandra Palacios Guzmán. C) En escrito de trece de marzo del año que corre la parte actora
solicitó que los codemandados comparecieran a estampar su firma (foja 343). D) La a quo
obsequió la petición de la demandante en proveído de diecisiete de marzo del año dos mil
tres. E) Respecto a la parte codemandada, en el litisconsorcio necesario establecido, firmaron
el día veinticinco de marzo de dos mil tres, la C. Yara Izundegui Macdonal, la C. Alejandra
Palacios Guzmán y Reynaldo Núñez Juárez (fojas 350, 351 y 352), posteriormente, lo hizo el
veintisiete de marzo de dos mil tres el actor Salvador Toledo Ríos. Exhibieron igualmente la
credencial para votar respectiva y lo cual se hizo del conocimiento de las partes en auto de
veintiocho de marzo de dos mil tres (foja 370) y que surtió efectos el día primero de abril del
presente año (foja 376). F) El perito de la parte demandada rindió su dictamen el día quince
de abril de dos mil tres (foja 403). G) En escrito de diecisiete de mayo del corriente año, el
hoy apelante pidió que como el perito de la parte actora no había rendido su dictamen pericial
en el plazo fijado por el artículo 347 del Código de Procedimientos Civiles (sic) se dejara de
recibir su dictamen y se tuviera a la actora por aceptado y conforme con el único dictamen
pericial que obra en autos, el de la parte demandada a cargo de Alejandro Varela Sánchez
(foja 528). H) El auto apelado tiene por exhibido el dictamen pericial emitido por José
Antonio Alamillo Martínez designado por la actora. De la relación de las constancias
procesales a que se hace mérito, resulta patente que el perito de la parte actora emite su
dictamen con manifiesta extemporaneidad, en contravención a lo dispuesto por el artículo
347, fracción III, del Código de Procedimientos Civiles (sic), ya que si se toma en cuenta que
desde el dos de abril del corriente año, estaba en posibilidades de rendirse el dictamen, pues
tenía a la vista todos los elementos requeridos y como se presenta hasta el veintidós de mayo
del año (sic), la extemporaneidad es palmaria. Así las cosas el Juez como rector del
procedimiento, vigilante del mismo, de conformidad con lo dispuesto por los artículos 55, 81
y 133 del Código de Procedimientos Civiles (sic) se encontraba en la obligación de rechazar
dicho dictamen y aplicar la sanción jurídica a que se refiere el precitado artículo 347 en su
fracción VI y se tenga por conforme a la actora con el dictamen pericial rendido por el
susodicho Alejandro Varela Sánchez, en su calidad de perito de la parte demandada. III. Por
no estar el caso previsto dentro de lo dispuesto por el artículo 140 del Código de
Procedimientos Civiles (sic) no se hace especial condena en costas."
Ahora bien, es menester señalar que la Sala responsable al momento de resolver la sentencia
definitiva que en este juicio de garantías se reclama, se pronunció nuevamente sobre el
anterior tópico, en el sentido de que eran infundados los agravios que al efecto formuló el
apelante, hoy quejoso, sin embargo, tales consideraciones no serán motivo de estudio en el
presente asunto por las siguientes razones:
1. En términos del artículo 161, fracción II, de la Ley de Amparo, la reiteración de la
violación procesal a través de los agravios que se hacen valer en la apelación contra la
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sentencia definitiva o resolución que pone fin al juicio, tiene como finalidad preparar su
estudio en el juicio de amparo, mas no con el objeto de que sean analizados por la Sala Civil
correspondiente, en consecuencia, no existe precepto legal que permita u obligue al tribunal
de alzada a conocer en la apelación, en contra de la sentencia de fondo, violaciones de
carácter procesal, porque la reiteración de aquéllas en los agravios sólo es con la finalidad de
dar cumplimiento con el requisito de naturaleza formal que prevé el artículo 107, fracción III,
inciso a), de nuestra Ley Fundamental.
En ese sentido se pronunció este propio Tribunal Colegiado al resolver el tres de noviembre
de mil novecientos noventa y ocho, por unanimidad de votos, el juicio de amparo directo
9060/98, promovido por Victoriano Matías Hernández, criterio que fue publicado en el
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo IX, enero de 1999,
visible en la página 938, cuyos texto y contenido son los siguientes:
"VIOLACIONES PROCESALES. NO EXISTE OBLIGACIÓN DE LA AD QUEM DE
ANALIZARLAS EN LA ALZADA. No existe precepto legal alguno que obligue al tribunal
de alzada a que en la sentencia de segundo grado, analice violaciones de carácter procesal,
dado que el objetivo primordial de que se haga la reiteración de aquéllas en los agravios que
se expresen en el recurso de apelación en contra de la sentencia definitiva dictada en la
primera instancia, sólo es con la finalidad de dar cumplimiento con el requisito de naturaleza
formal que prevé el artículo 107, fracción III, inciso a) de nuestra Ley Fundamental."
2. De conformidad con el artículo 688 del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito
Federal, el recurso de apelación tiene por objeto que el superior confirme, revoque o
modifique la resolución del inferior, de donde se sigue que el tribunal de alzada no puede
estudiar violaciones cometidas durante el procedimiento, pues su objeto de análisis es la
resolución impugnada, en este caso la sentencia de primera instancia.
Sirve de apoyo a lo anterior, en lo conducente, la jurisprudencia de clave I.3o.C. J/13, emitida
por el Tercer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, Novena Época, y que
este órgano de control constitucional comparte, consultable en el Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Tomo VII, enero de 1998, página 956, que es del siguiente rubro y
texto:
"APELACIÓN CONTRA LA SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA. EL TRIBUNAL
DE ALZADA NO PUEDE ESTUDIAR VIOLACIONES COMETIDAS DURANTE EL
PROCEDIMIENTO, PUES DICHO RECURSO SÓLO TIENE POR OBJETO REVOCAR,
MODIFICAR O CONFIRMAR ESA SENTENCIA. Cuando se interpone un recurso de
apelación en contra de una sentencia definitiva de primera instancia, el tribunal de alzada no
puede estudiar violaciones cometidas durante el procedimiento, pues el recurso de apelación
interpuesto tiene por objeto que dicho tribunal confirme, revoque o modifique la sentencia de
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primera instancia, de lo cual se infiere que puede analizar violaciones cometidas al dictarse
esa sentencia, mas no analizar violaciones cometidas durante el procedimiento, pues para
impugnar éstas existen recursos ordinarios. Luego entonces, es acertada la determinación de
la ad quem de no analizar las violaciones procesales que se controvirtieron al interponerse el
recurso de apelación, pues con las mismas no se impugna el fondo del asunto."
Bajo esa tesitura, la situación procesal se rige, efectivamente, por la resolución intermedia
emitida por la propia responsable en el toca de apelación número 2596/2003, de fecha tres de
septiembre del año dos mil tres, frente a la cual se deben analizar los conceptos de violación
que sobre el tema se proponen.
Luego, el quejoso en sus motivos de inconformidad, sustancialmente, aduce que la
responsable incurre en el principio de retroactividad de la ley, toda vez que pasó por alto que
el Juez primario admitió la prueba pericial en comento, a efecto de demostrar la autenticidad
de los recibos que los tercero perjudicados tratan de desconocer, teniendo dicho juzgador por
designado a su perito José Antonio Alamillo Martínez, el diez de febrero del año dos mil tres,
así como aceptado y protestado su cargo el catorce siguiente.
Que no obstante de haberse admitido la prueba en comento, Reynaldo Núñez Juárez apeló el
auto que le recayó al dictamen emitido por el perito de la actora, así como a la ratificación del
mismo, siendo que la autoridad responsable al resolver el tres de septiembre del año dos mil
tres, dicho medio de impugnación, determinó que se dejara de recibir el dictamen emitido por
el perito del actor, dejándolo por conforme con el dictamen que emitiera el perito de los
codemandados, violando así el artículo 14 constitucional que establece que "a ninguna ley se
le dará efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna", dejándolo en estado de
indefensión, dado que ya había sido admitido el dictamen pericial ofrecido de su parte, siendo
éste la prueba idónea para acreditar que las firmas estampadas en los recibos que ahora
pretenden desconocer los terceros perjudicados, son las mismas que utilizan en sus
documentos oficiales y, en consecuencia, estampadas de su puño y letra.
Siguió manifestando el impetrante del amparo, que la responsable violó su garantía de
audiencia al determinar que debía quedar conforme con el dictamen emitido por el perito de
su contraria, siendo que el juzgador no puede basarse en un solo perito para emitir su criterio,
sino en los peritajes que rindan las partes, aunado a que la ad quem pasó por alto el hecho de
que el Juez primario ordenó que se desechara el dictamen emitido por el perito del actor, no
obstante de haberse admitido anteriormente por dicho a quo.
Finalmente, señala el peticionario de garantías que el dictamen presentado por su perito no es
extemporáneo, toda vez que dicho perito mediante escritos de veintiuno y veintiocho de
febrero del año dos mil tres, solicitó al a quo una prórroga para tales efectos (sic) y para
ratificar su dictamen, sin que la ad quem concediera valor a esos escritos, porque de haber
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existido extemporaneidad, el Juez de los autos al acordar dichas peticiones hubiera negado la
solicitud o hubiera determinado que de acordar de conformidad los mismos se violaría lo
previsto en el artículo 347 del código adjetivo de la materia, siendo el caso que no lo hizo y,
por el contrario, admitió de conformidad el dictamen de su perito.
En principio, debe señalarse que el artículo 14 constitucional establece la garantía de que a
ninguna ley se dará efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna, y para resolver sobre la
retroactividad o irretroactividad de una disposición jurídica, es fundamental determinar las
hipótesis que pueden presentarse en relación con el tiempo en que se realice la aplicación de
la norma jurídica, esto quiere decir, que se está cumpliendo con la garantía en comento,
cuando durante la vigencia de una norma jurídica se actualizan, de modo inmediato, el
supuesto y la consecuencia establecidos en ella, siendo que en este caso, ninguna disposición
legal podrá variar, suprimir o modificar aquel supuesto o esa consecuencia, atento que fue
antes de la vigencia de la nueva norma cuando se realizaron los componentes de la norma
sustituida.
Por otra parte, se presenta la retroactividad de la ley cuando se traslada la vigencia de una
norma jurídica creada en un determinado momento histórico a un lapso anterior al de su
creación, lo que implica subsumir ciertas situaciones de derecho pretéritas que estaban
reguladas por normas vigentes al tiempo de su existencia, dentro del ámbito regulativo de las
nuevas normas creadas, por tanto, la aplicación retroactiva de las leyes, se refiere a los
efectos que tienen sobre situaciones jurídicas concretas o derechos adquiridos por los
gobernados con anterioridad a su entrada en vigor, al constatar si la nueva norma desconoce
tales situaciones o derechos al obrar sobre el pasado, lo que va contra del principio de
irretroactividad de las leyes inmerso en el artículo constitucional citado.
En el presente caso, los conceptos de violación que aduce el quejoso y en los cuales hace
referencia al principio de retroactividad de la ley, propiamente, no los dirige a poner de
manifiesto la aplicación de manera retroactiva de una ley en su perjuicio, puesto que en
ningún momento pretenden denotar la aplicación de una norma creada con posterioridad al
momento histórico en que se desenvolvieron los hechos circundantes al ofrecimiento y
desahogo de la prueba pericial propuesta de su parte, sino a acusar que la autoridad
responsable al momento de desecharle su prueba pericial, dejó de considerar que la misma ya
había sido admitida e incluso su perito había aceptado y protestado el cargo conferido, y es
este último supuesto el que debe ser abordado por este órgano de control constitucional.
Motivo de inconformidad que es infundado.
En efecto, el artículo 347 del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal
establece las reglas y mecanismos, tanto para el ofrecimiento como para el desahogo de la
prueba pericial, así por ejemplo, las fracciones primera y segunda exigen ciertos requisitos
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para el ofrecimiento de la misma, sin los cuales el Juez debe desechar de plano la prueba,
luego las fracciones tercera y sexta establecen:
"Artículo 347. Las partes propondrán la prueba pericial dentro del término de ofrecimiento de
pruebas, en los siguientes términos: ... III. En caso de estar debidamente ofrecida, el Juez la
admitirá, quedando obligados los oferentes a que sus peritos, dentro del plazo de tres días,
presenten escrito en el que acepten el cargo conferido y protesten su fiel y legal desempeño,
debiendo anexar copia de su cédula profesional o documentos que acrediten su calidad de
perito en el arte, técnica o industria para el que se les designa, manifestando, bajo protesta de
decir verdad, que conocen los puntos cuestionados y pormenores relativos a la pericial, así
como que tienen la capacidad suficiente para emitir dictamen sobre el particular, quedando
obligados a rendir su dictamen dentro de los diez días siguientes a la fecha en que hayan
presentado los escritos de aceptación y protesta del cargo de peritos; ... VI. La falta de
presentación del escrito del perito del oferente de la prueba, donde acepte y proteste el cargo,
dará lugar a que el Juez designe perito en rebeldía del oferente. Si la contraria no designare
perito, o el perito por ésta designado, no presentara el escrito de aceptación y protesta del
cargo, dará como consecuencia que se tenga a ésta por conforme con el dictamen pericial que
rinda el perito del oferente. En el supuesto de que el perito designado por alguna de las
partes, que haya aceptado y protestado el cargo conferido, no presente su dictamen pericial en
el término concedido, se entenderá que dicha parte acepta aquel que se rinda por el perito de
la contraria, y la pericial se desahogará con ese dictamen. Si los peritos de ambas partes, no
rinden su dictamen dentro del término concedido, el Juez designará en rebeldía de ambas un
perito único, el que rendirá su dictamen dentro del plazo señalado en las fracciones III o IV,
según corresponda. ..."
De lo precedente se sigue que una vez admitida la prueba, quedan obligados los oferentes a
que sus peritos, dentro del plazo de tres días, presenten un escrito en el que acepten el cargo
conferido y protesten su fiel y legal desempeño cumpliendo, además, con las cargas que les
impone dicho precepto pero, además, quedan obligados a rendir su dictamen dentro de los
diez días siguientes a la fecha en que hayan exhibido los referidos libelos y, para el caso de
no hacerlo, se entenderá que dicha parte acepta aquel que se rinda por el perito de la
contraria, y la pericial se desahogará con ese dictamen, por tanto, el hecho de que la Sala
responsable en el toca de apelación intermedio determinara que se dejaba de recibir el
dictamen pericial ofrecido por el experto designado por la parte actora, con base en que había
sido exhibido fuera del término de diez días a que se refiere dicho numeral, no implicó el
desconocimiento del auto admisorio de esa probanza o que, por ello, se le haya dejado en
estado de indefensión, puesto que la admisión y preparación de la prueba para su desahogo
son etapas distintas dentro de las cuales deben satisfacerse ciertos requisitos, por lo que, al no
cumplirse con los de su preparación, es decir, presentar el dictamen correspondiente diez días
después de la presentación del escrito en que se acepte y proteste el cargo conferido, debe
dejarse de recibir el correspondiente dictamen por extemporáneo y tenerse por conforme con
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el aportado por el perito de la contraria, con independencia de que haya sido admitido dicho
medio de convicción, de ahí que se estime infundado el concepto de violación respectivo.
Asimismo, no puede estimarse como lo sostiene el impetrante que se le haya transgredido su
garantía de audiencia, porque la responsable haya determinado que se le debía tener por
conforme con el dictamen exhibido por el perito nombrado por la parte contraria.
Lo anterior es así, porque en términos del precitado artículo la consecuencia de no cumplir
con las cargas procesales que le impone es, precisamente, que la prueba se desahogue de
manera unitaria y sobre su base el juzgador resuelva la contienda, consecuentemente, la
prueba pericial no necesariamente debe desahogarse en forma colegiada para que tenga
eficacia probatoria porque, si bien es cierto, cada parte tiene derecho a nombrar un perito y
obtener satisfactoriamente el desahogo de su probanza, también lo es, que quien no haga uso
de ese derecho o no satisfaga los requisitos de su preparación, debe soportar los perjuicios
consiguientes.
Finalmente, debe estimarse que, contrario a lo que sustenta el impetrante, el dictamen del
perito de su parte nombrado sí fue extemporáneo, tal como lo consideró la responsable en el
toca de apelación intermedio.
En efecto, si bien es cierto que la ad quem al momento de resolver no consideró que el perito
designado por la parte accionante, mediante escritos fechados el veintiuno y veintiocho de
febrero del año dos mil tres, respectivamente, le solicitó al juzgador, por un lado, que
certificara el término con el que contaba para rendir su opinión, el cual debía ser computado a
partir del día que se señalara para que las partes contendientes presentaran, cada uno de ellos,
tres documentos oficiales que contuvieran su firma autógrafa y para que ante la presencia
judicial realizaran una muestra de escritura y firma, debiéndosele poner a la vista los recibos
motivo de estudio y, por otro, le otorgara una prórroga a efecto de cumplimentar con el
dictamen encomendado; también es verdad que la responsable consideró el ocurso presentado
por el propio perito de fecha catorce de febrero del año dos mil tres, el cual era el antecedente
de los anteriores y que contenía las mismas peticiones, las cuales fueron acordadas de
conformidad, mediante proveídos del once y diecisiete de marzo de ese mismo año, donde en
el primero se previno a los codemandados para que dentro del término de tres días ocurrieran
al local del juzgado a estampar diez veces su firma, cada uno, para el efecto de que los peritos
nombrados en autos cumplieran con su objetivo y, en el segundo, se les previno a todos los
contendientes, para que en el término de tres días exhibieran sus documentos oficiales y
personales en donde se encontraran estampadas sus firmas y para que comparecieran a
estampar ante la presencia judicial diez firmas de su puño y letra, apercibidas que en caso de
no hacerlo se les impondría cualquiera de las sanciones que para tal efecto establece la ley.
De lo precedente se sigue que, si bien es cierto la responsable no consideró los referidos
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escritos del perito nombrado por la parte actora, también lo es que para resolver tomó en
cuenta que existía una petición previa que versaba sobre las mismas cuestiones y la cual fue
acordada de conformidad, por tanto, ninguna violación a sus garantías le irroga que se
dejaran de considerar tales escritos.
Ahora bien, lo cierto es que las partes dieron debido cumplimiento a las anteriores
prevenciones porque, en fecha veinticinco de marzo del dos mil tres, los codemandados
ocurrieron a estampar diez firmas de su puño y letra, y mediante escritos de esa misma fecha,
exhibieron en sobres cerrados sus credenciales de elector, recayéndoles los autos de
veintiocho de marzo de ese mismo año, mismos que fueron publicados en el Boletín Judicial
Número sesenta y uno del treinta y uno de marzo del año dos mil tres, surtiendo sus efectos el
día primero de abril de esa anualidad, por su parte, el actor el veintisiete de marzo del año en
cita, ocurrió ante la presencia judicial y se limitó a estampar sus firmas.
En virtud de lo anterior, si dichos requerimientos fueron desahogados en los términos
solicitados por el perito de la parte actora, mismos que como se ha mencionado en líneas
anteriores se notificaron a las partes el treinta y uno de marzo del año dos mil tres, mediante
Boletín Judicial, surtiendo sus efectos el primero de abril del año en comento, fue por lo que
el término de diez días a que se refiere la fracción VI del artículo 347 del Código de
Procedimientos Civiles para el Distrito Federal comenzó a correr a partir del dos de abril de
la anualidad en comento, y si el experto designado por el enjuiciante presentó su dictamen el
veintidós de mayo del propio año, resulta ser notoria su extemporaneidad, tal como
correctamente lo aseveró la autoridad responsable en la apelación intermedia.
Es decir, en la resolución intermedia reclamada sí se consideró la petición del perito
designado por la parte actora, tan es así, que la responsable computó el término para presentar
el dictamen, a partir de la fecha en que las partes proporcionaron los elementos necesarios
para que llevara a cabo tal encomienda el experto referido, por tanto, se desestiman los
motivos de inconformidad hechos valer por el quejoso en este sentido.
Sin que sea óbice a lo considerado que el propio actor no haya dado cabal cumplimiento a lo
requerido por su propio perito, al no exhibir su identificación oficial, porque ello, en todo
caso, deriva en su propio perjuicio.
En el orden de estudio y a efecto de una mejor comprensión de los conceptos de violación
que se refieren al fondo del asunto, es menester establecer la forma en que se fijó la litis
natural.
Las pretensiones del actor se sustentaron en el hecho de que con fecha primero de abril de mil
novecientos noventa y tres, celebró un contrato de mutuo con interés y garantía hipotecaria
con Yara Izundegui Macdonal, por la cantidad de N$40,000.00 (cuarenta mil nuevos pesos,
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actualmente cuarenta mil pesos 00/100 M.N.), los cuales el actor debía pagar en el término de
seis meses contados a partir de la firma de dicho consenso, en el domicilio ubicado en
avenida cinco de mayo, número veintisiete, despacho setenta y tres, colonia (sic) Centro,
contrato que fue protocolizado mediante la escritura número treinta y cinco mil doscientos
veinticuatro de esa misma fecha.
Que la demandada Yara Izundegui Macdonal, había otorgado a Reynaldo Núñez Juárez y a
Alejandra Palacios Guzmán, un poder para actuar en su nombre y representación, con
facultades para recibir dinero a su nombre y extender los recibos correspondientes.
Que se pactó como intereses el dos por ciento sobre la suerte principal durante los seis meses
de vigencia del contrato basal, asimismo, para el caso de que no se cubrieran los intereses
dentro de los cinco primeros días de cada mes, el capital generaría el ocho por ciento de
interés mensual, finalmente, para el caso de que no se pagara el préstamo en el plazo
convenido se generarían intereses a razón del diez por ciento mensual.
Que cubrió los intereses generados en los años de mil novecientos noventa y tres, y mil
novecientos noventa y cuatro, como lo pretendía acreditar con diecisiete recibos firmados por
Yara Izundegui Macdonal, Reynaldo Núñez Juárez y Alejandra Palacios Guzmán.
Que incurrió en mora con fecha veintinueve de mayo de mil novecientos noventa y seis, por
lo que Yara Izundegui Macdonal le demandó en la vía especial hipotecaria el pago de la
cantidad mutuada como suerte principal y el pago de los intereses adeudados
correspondientes a los meses de diciembre de mil novecientos noventa y cuatro, a mayo de
mil novecientos noventa y seis, más los que se siguieran devengado a razón del diez por
ciento mensual, así como el pago al impuesto al valor agregado que los mismos devengaran.
Que no fue emplazado conforme a derecho a ese juicio hipotecario, pero que reconociendo el
adeudo continuó cubriendo los pagos a Yara Izundegui Macdonal a través de sus apoderados
Alejandra Palacios Guzmán y Reynaldo Núñez Juárez, lo cual pretendió acreditar mediante
los siguientes documentos:
1. Recibo de fecha veinticinco de junio de mil novecientos noventa y seis, por la cantidad de
$5,000.00 (cinco mil pesos 00/100 M.N.), por concepto de intereses.
2. Recibo de fecha veinticuatro de marzo de mil novecientos noventa y siete, por la cantidad
de $5,000.00 (cinco mil pesos 00/100 M.N.), por concepto de intereses.
3. Recibo de fecha veintisiete de marzo de mil novecientos noventa y ocho, por la cantidad de
$23,000.00 (veintitrés mil pesos 00/100 M.N.), por concepto de intereses.
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AMPARO DIRECTO 1356/2004.
4. Recibo de fecha diecinueve de octubre de mil novecientos noventa y ocho, por la cantidad
de $7,000.00 (siete mil pesos 00/100 M.N.), por concepto de intereses.
Cabe precisar que los anteriores recibos aparecen signados por Alejandra Palacios Guzmán.
5. Recibo de fecha tres de agosto de mil novecientos noventa y ocho, por la cantidad de
$11,500.00 (once mil quinientos pesos 00/100 M.N.), por concepto de intereses.
6. Recibo de fecha diez de diciembre de mil novecientos noventa y ocho, por la cantidad de
$10,000.00 (diez mil pesos 00/100 M.N.), por concepto de intereses.
Estos dos últimos recibos aparecen signados por Reynaldo Núñez Juárez.
Siguió diciendo el actor que con los anteriores pagos cubrió la cantidad total de $61,500.00
(sesenta y un mil quinientos pesos 00/100 M.N.), que equivaldrían a dieciséis mensualidades
por concepto de intereses cubriendo en consecuencia los mismos hasta el mes de marzo de
mil novecientos noventa y seis.
Que a efecto de dar por terminado el contrato de mutuo con interés y garantía hipotecaria el
veintitrés de diciembre de mil novecientos noventa y ocho, hizo entrega a Yara Izundegui
Macdonal por conducto de su apoderada Alejandra Palacios Guzmán la cantidad de
$68,000.00 (sesenta y ocho mil pesos 00/100 M.N.), según lo pretendía acreditar con el
recibo correspondiente, indicando que en dicho documento se estipuló que la cantidad
referida se recibía de la siguiente forma: $40,000.00 (cuarenta mil pesos 00/100 M.N.), se
aplicaban a la suerte principal y $28,000.00 (veintiocho mil pesos 00/100 M.N.), al pago de
intereses moratorios a razón del diez por ciento mensual.
Con lo anterior, aseguró el enjuiciante que se dejaron de generar intereses y únicamente
quedaban por cubrir las mensualidades vencidas de octubre de mil novecientos noventa y seis
a diciembre de mil novecientos noventa y ocho.
Que no obstante lo anterior, Yara Izundegui Macdonal continuó con la tramitación del juicio
especial hipotecario al cual no había sido emplazado correctamente, enterándose que con
fecha diecisiete de agosto de mil novecientos noventa y seis, se le había condenado al pago
de la suerte principal más los intereses causados de diciembre de mil novecientos noventa y
cuatro a mayo de mil novecientos noventa y seis, más los que se siguieran devengando, así
como el pago del impuesto al valor agregado, gastos y costas.
Que con fecha veinticinco de marzo de mil novecientos noventa y nueve, Yara Izundegui
Macdonal interpuso un tercer incidente de liquidación de intereses, cuantificando los que se
devengaron de febrero de mil novecientos noventa y ocho a abril de mil novecientos noventa
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AMPARO DIRECTO 1356/2004.
y nueve, condenándosele por resolución del dieciséis de abril de mil novecientos noventa y
nueve, al pago de la cantidad de $12,400.00 (doce mil cuatrocientos pesos 00/100 M.N.), no
obstante que a Yara Izundegui Macdonal se le había pagado la suerte principal el veintitrés de
diciembre de mil novecientos noventa y ocho.
Que el dieciocho de marzo de mil novecientos noventa y nueve, se celebró el remate del
inmueble de su propiedad hipotecado, el cual fue fincado a favor de Yara Izundegui
Macdonal, no obstante de que le había liquidado la suerte principal del adeudo referido.
Por su parte, los codemandados al producir su contestación negaron la procedencia de las
prestaciones y, esencialmente, reconocieron la recepción de todos los pagos reseñados por la
actora, a excepción del amparado por el recibo de veintitrés de diciembre de mil novecientos
noventa y ocho por la cantidad de $68,000.00 (sesenta y ocho mil pesos 00/100 M.N.), y por
los conceptos que el mismo refiere, en razón de que aseguraron que en ningún momento fue
firmado por Alejandra Palacios Guzmán sobre la cual coincidieron en señalar que no era
apoderada de Yara Izundegui Macdonal y que trabajaba como secretaria para Reynaldo
Núñez Juárez, quien excepcionalmente la autorizaba para recibir pagos en caso de su
ausencia.
Que contrario a lo sostenido por el actor todos los pagos que refirió con la salvedad hecha,
fueron considerados en el juicio especial hipotecario al cual, aseguraron, el actor fue citado
conforme a derecho.
En la presente instancia constitucional, el quejoso aduce que la sentencia emitida por la
responsable viola sus garantías, toda vez que en ella determinó que Alejandra Palacios
Guzmán sólo realizaba funciones secretariales de Reynaldo Núñez Juárez, así como que en
ausencia de éste y siendo que el actor fuera a realizar algún pago, previa autorización, podía
recibir dinero, pero que ello no quería decir que había quedado facultada para tal fin,
resultando que, señala el impetrante, la ad quem se contradice al señalar que Alejandra
Palacios Guzmán podía recibir dinero del actor previa autorización de Reynaldo Núñez
Juárez, existiendo la presunción de que dichos codemandados recibieron todos y cada uno de
los pagos que el actor realizó oportunamente a Yara Izundegui Macdonal, y que si bien
Alejandra Palacios Guzmán es o era subordinada de Reynaldo Núñez Juárez, también era
cierto que quedó facultada para recibir valores por concepto del adeudo que tenía con Yara
Izundegui Macdonal, por lo que resulta deficiente el razonamiento de la ad quem, aunado a
que de los escritos con los cuales dichos codemandados dieron contestación a la demanda
inicial, se desprende la confesión ficta donde reconocen haber recibido pagos del actor y
haber expedido los recibos correspondientes a dichos pagos por el adeudo sostenido con Yara
Izundegui Macdonal.
Por otra parte, el quejoso manifiesta que la responsable no valoró la presunción que consistió
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AMPARO DIRECTO 1356/2004.
en que si bien Reynaldo Núñez Juárez y Alejandra Palacios Guzmán recibieron los pagos del
quejoso, mismos que reconocieron, era de presumirse que dichos codemandados también
habían recibido del quejoso la cantidad de $68,000.00 (sesenta y ocho mil pesos 00/100
M.N.) y, consecuentemente, también debe presumirse que le expidieron los recibos de fechas
veinticinco de junio de mil novecientos noventa y seis y el de veinticuatro de marzo de mil
novecientos noventa y siete, toda vez que ninguna persona entrega esa suma de dinero sin
que exista de por medio un recibo que ampare esa cantidad, siendo carentes de sustento
jurídico los razonamiento de la ad quem al resolver el recurso de apelación porque no utilizó
la multicitada presunción.
Motivos de inconformidad que son infundados.
No le asiste la razón al quejoso al aseverar que el acto reclamado es incongruente, consigo
mismo, cuando la responsable consideró, por un lado, que Alejandra Palacios Guzmán sólo
realizaba funciones secretariales de Reynaldo Núñez Juárez y cuando por ausencia de dicho
tercero perjudicado el actor ocurriera a efectuar pagos, previa autorización del segundo, la
primera podía recibir dinero, todo lo cual en opinión de dicha autoridad no implicaba que
quedara facultada para tal fin y, por otra parte, consideró que Alejandra Palacios Guzmán
podía recibir dinero del actor previa autorización de Reynaldo Núñez Juárez.
Lo precedente es así, en razón de que lo que medularmente consideró la responsable fue que
Alejandra Palacios Guzmán, siendo secretaria del codemandado Reynaldo Núñez Juárez,
apoderado para pleitos y cobranzas de Yara Izundegui Macdonal, excepcionalmente, recibía
dinero del actor, siempre y cuando el apoderado no se encontrara presente y previa su
autorización telefónica, lo que no implicaba que de manera consuetudinaria estuviera
facultada para ello.
Por tanto, no son contradictorias las consideraciones emitidas por la responsable siendo, en
consecuencia, infundado el motivo de inconformidad respectivo.
En otro aspecto, reviste la característica señalada en atención a que no es correcta la
aseveración del quejoso cuando manifiesta que Alejandra Palacios Guzmán quedó facultada
para recibir valores por concepto del adeudo que éste tiene con Yara Izundegui Macdonal.
Lo precedente se explica, tomando en consideración que tal como el propio peticionario del
amparo reconoce y fue manifestado por los codemandados Reynaldo Núñez Juárez y
Alejandra Palacios Guzmán en sus escritos mediante los cuales dieron contestación a la
demanda que se instauró en su contra, si bien es cierto que la segunda recibió diversos pagos
que el actor entregó por concepto del adeudo que éste tiene con Yara Izundegui Macdonal,
también lo es que dichos codemandados siempre negaron que Alejandra Palacios Guzmán
haya quedado siempre facultada para recibir valores por concepto del adeudo, circunstancia
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que nunca quedó desvirtuada por el actor en los autos del juicio.
Asimismo, debe precisarse que los pagos recibidos por Alejandra Palacios Guzmán fueron
atendiendo a las circunstancias excepcionales que se suscitaban en esos momentos, tales
como que el actor se presentaba a cubrir los intereses que generaba el préstamo que había
obtenido y en ese momento no se encontraban tanto Yara Izundegui Macdonal como
Reynaldo Núñez Juárez y, por tanto, Alejandra Palacios Guzmán recibía dichos pagos
siempre con la previa autorización de Reynaldo Núñez Juárez, persona a la cual estaba
subordinada, siendo este último la única persona que Yara Izundegui Macdonal había
autorizado para recibir pagos y expedir los recibos correspondientes a su nombre, en
consecuencia, si Alejandra Palacios Guzmán hubiera estado facultada por Yara Izundegui
Macdonal para recibir pagos a su nombre, no hubiera tenido que mediar autorización expresa
por parte de Reynaldo Núñez Juárez, por lo que en este orden de ideas, tal como
acertadamente lo señaló la Sala responsable, debe entenderse que Alejandra Palacios Guzmán
realizaba funciones secretariales de Reynaldo Núñez Juárez, y sólo de manera extraordinaria,
cuando se presentaban las circunstancias que han quedado señaladas en líneas anteriores,
previa autorización de Reynaldo Núñez Juárez, ésta podía recibir los pagos efectuados por el
actor, sin que ello quiera decir que quedó facultada consuetudinariamente para tal fin.
De igual forma debe señalarse que el hecho de que Alejandra Palacios Guzmán, haya
reconocido que recibía dinero derivado del contrato basal, mediante la autorización de
Reynaldo Núñez Juárez, no puede crear con base en una presunción, la convicción de que
estaba facultada en todo momento para recibir los pagos que refiere el actor y que,
efectivamente, recibió todos aquellos abonos que indicó el actor en su demanda, incluido el
de fecha veintitrés de diciembre de mil novecientos noventa y ocho, por sesenta y ocho mil
pesos, porque tal como se ha visto en líneas precedentes y es reconocido por el quejoso, a
Alejandra Palacios Guzmán, se le autorizaba para recibir pagos a cuenta, de manera
excepcional, por lo que el hecho de que de manera extraordinaria recibiera algunos, no deriva
indisolublemente en que estuviera facultada siempre para ello y sólo establece un mero
indicio, mismo que debió ser robustecido con otros medios probatorios para arribar a la
conclusión de que fue autorizada para recibir la cantidad que ampara el último recibo de pago
y sobre el cual reside la litis natural.
Tampoco es factible deducir que porque se haya aceptado haber recibido en algunas
ocasiones dinero al actor y deudor a cuenta, deban tenerse por reconocidos todos los que
aportó al proceso, porque ello sólo constituye un mero indicio, el cual debía ser robustecido
con otras probanzas, sin que por tal pueda tenerse el propio recibo de fecha veintitrés de
diciembre de mil novecientos noventa y ocho, dado que su eficacia fue destruida con la
prueba pericial ofrecida por la parte demandada y con la cual se le tuvo por conforme al aquí
quejoso, cuyo resultado fue que la firma que lo calza, no corresponde al puño y letra de
Alejandra Palacios Guzmán y a quien le era atribuida por el actor, por lo que el hecho de que
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AMPARO DIRECTO 1356/2004.
la responsable no analizara tales presunciones ninguna violación a sus garantías le provoca,
pues las mismas no son suficientes para crear en su ánimo lo que pretendía el apelante, aquí
quejoso.
Asimismo, debe resaltarse que sobre los recibos de fechas veinticinco de junio de mil
novecientos noventa y seis, y veinticuatro de marzo de mil novecientos noventa y siete, por
cinco mil pesos cada uno, signados por Alejandra Palacios Guzmán, no existe controversia al
respecto, porque los mismos fueron reconocidos por los codemandados al producir su
contestación, lo cual no le irroga beneficio al quejoso, porque no son suficientes para
acreditar el cumplimiento total de su obligación de pago derivado del contrato basal, en tanto
que esto lo hizo depender del recibo de pago de fecha veintitrés de diciembre de mil
novecientos noventa y ocho, y sobre el cual se demostró su falsedad por los codemandados.
Por otro lado, el peticionario de garantías aduce que existe contradicción en el acto reclamado
cuando la ad quem, por un lado, consideró que del desahogo de la prueba confesional a cargo
de los codemandados no se desprendía que de las posiciones que se les articularon, éstos
hubieran aceptado haber recibido dinero entregado por el actor y, por otro, razonara que no
pasaba desapercibido que Reynaldo Núñez Juárez, desde su escrito de contestación a la
demanda, reconoció y aceptó los pagos que fueron hechos en forma oportuna.
El anterior concepto de violación es infundado.
Efectivamente, reviste la característica señalada porque no le asiste la razón al impetrante del
amparo cuando señala que resultan contradictorias las conclusiones a las que arribó la Sala
responsable, toda vez que las mismas provienen de la valoración realizada a dos probanzas
diversas, es decir, la prueba confesional y la instrumental de actuaciones derivada de la
contestación de Reynaldo Núñez Juárez, por tanto, no puede existir la referida contradicción
si las fuentes de las referidas conclusiones son diversas y, por ello, susceptibles de provocar
las citadas divergencias, ni ocasiona que el acto reclamado sea incongruente consigo mismo.
A mayor abundamiento, la responsable se refería al recibo sobre el cual residió la litis natural,
es decir, al de fecha veintitrés de diciembre de mil novecientos noventa y ocho, sobre el cual
los codemandados al momento de desahogar la prueba confesional a su cargo, no admitieron
haber recibido la cantidad que el mismo ampara y si bien reconocieron algunos recibos de
pago, ello no producía la presunción de que se expidió el primero, lo cual, en su criterio,
estaba fuera de la realidad legal y jurídica, pues tal cuestión no existió atendiendo al resultado
de la prueba pericial aportada al juicio por la demandada consistente en el dictamen
correspondiente, con el cual se le tuvo por conforme al aquí quejoso.
De ahí, que la responsable cuando señalara que los codemandados no aceptaron haber
recibido el pago que ampara el recibo de fecha veintitrés de diciembre de mil novecientos
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AMPARO DIRECTO 1356/2004.
noventa y ocho, y por otro, indicara que no le pasaba desapercibido que en su escrito de
contestación Reynaldo Núñez Juárez aceptó los pagos que fueron hechos en forma oportuna,
refiriéndose a los efectivamente reconocidos, no fue incongruente porque en todo caso se
refería a distintos pagos, unos reconocidos y otro no.
Sigue manifestando el inconforme, que la responsable no otorgó valor probatorio a las
pruebas confesionales que ofreció a cargo de Reynaldo Núñez Juárez y Alejandra Palacios
Guzmán, de donde desprende el impetrante que esta última al absolver las posiciones que se
le articularon negó ser representante de Yara Izundegui Macdonal o que ésta la hubiera
autorizado para recibir valores (décima posición); negó tener facultades otorgadas a su favor
por dicha persona o que la hubiere contratado para auxiliar a Reynaldo Núñez Juárez,
igualmente negó haber aceptado el recibo de veintitrés de diciembre de mil novecientos
noventa y ocho (trigésima primera posición); negó que hubiera aceptado en dicho recibo la
cantidad de $40,000.00 (cuarenta mil pesos 00/100 M.N.) en pago de la suerte principal y
$28,000.00 (veintiocho mil pesos 00/100 M.N.) aplicados al pago de intereses moratorios
(trigésima segunda posición); negó haber firmado los recibos de veinticinco de junio de mil
novecientos noventa y seis, y el de veinticuatro de marzo de mil novecientos noventa y siete,
o que durante la tramitación del juicio especial hipotecario, así como durante los años de mil
novecientos noventa y cinco a mil novecientos noventa y ocho, hubiere recibido pagos a
nombre de Yara Izundegui Macdonal (posiciones cuadragésimo cuarta y cuadragésimo
quinta); negativas que el quejoso aduce que no acreditó, y que la ad quem no valoró el hecho
de que Alejandra Palacios Guzmán reconoció al contestar la demanda, haber recibido varios
pagos del actor por concepto del adeudo que tiene éste con Yara Izundegui Macdonal, aunado
a que también reconoció que en ausencia de Reynaldo Núñez Juárez y, por mandato de éste,
recibió diversos pagos del enjuiciante, así como que reconoció haber expedido los recibos
correspondientes a dichos pagos.
Que en razón de lo anterior, manifiesta el impetrante de garantías, la responsable viola sus
derechos al determinar que la confesional de dicha codemandada no beneficiaba al actor,
siendo evidente la contradicción existente entre la contestación de demanda y el desahogo de
la prueba confesional a cargo de dicha codemandada y de esta forma la ad quem omite
concederles valor probatorio a la primeras declaraciones de Alejandra Palacios Guzmán y no
le concedió el valor que tenía dicha confesional, máxime que existían contradicciones en sus
razonamientos.
De igual manera aduce el inconforme, que la responsable hizo una indebida valoración de la
prueba confesional a cargo de Reynaldo Núñez Juárez, quien al absolver las posiciones que
se le articularon, negó haber autorizado a Alejandra Palacios Guzmán para realizar cualquier
trámite a favor de Yara Izundegui Macdonal; que hubiere entregado la cantidad de $880.00
(ochocientos ochenta pesos 00/100 M.N.) (posiciones sesenta y uno a sesenta y cinco), toda
vez que dicho codemandado al dar contestación a la demanda que se instauró en su contra,
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AMPARO DIRECTO 1356/2004.
reconoció haber recibido pagos por parte del actor en relación con el adeudo que tiene con
Yara Izundegui Macdonal y reconoció, además, que en su ausencia autorizaba a Alejandra
Palacios Guzmán para que recibiera los pagos y expidiera los recibos correspondientes,
siendo que no es aceptable que la Sala responsable basara su resolución en la negativa del
codemandado en comento y que concediera pleno valor probatorio al hecho de que Reynaldo
Núñez Juárez al desahogar su confesional negara las posiciones antes señaladas siendo que
debió otorgarle valor probatorio al reconocimiento expreso que dicho codemandado realizó
en su escrito de contestación de demanda, por lo que la responsable violó los artículos 81,
281 y 282 del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal.
En principio, debe señalarse que contrario a lo sustentado por el quejoso, la codemandada
Alejandra Palacios Guzmán, al desahogar la prueba confesional a su cargo ofrecida por el
actor, aceptó haber firmado los recibos de fechas veinticinco de junio mil novecientos
noventa y seis, y veinticuatro de marzo de mil novecientos noventa y siete, puesto que en las
posiciones cuarenta y dos, y cuarenta y tres, respectivamente, sobre las que se le interrogó al
respecto, contestó de manera afirmativa, por tanto, sus conceptos de violación parten de
premisas erróneas, pues no tienen sustento en las actuaciones judiciales.
Asimismo, en términos del artículo 281 del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito
Federal, las partes asumirán la carga de la prueba de los hechos constitutivos de sus
pretensiones, bajo ese tenor, no le correspondía a los codemandados demostrar las negativas
que efectuaron en el desahogo de la prueba confesional, sino que, en todo caso, le
correspondía al actor demostrar los hechos constitutivos de su acción, es decir, que Alejandra
Palacios Guzmán era representante o que fue autorizada directamente por Yara Izundegui
Macdonal para recibir valores, que fue contratada por ésta para auxiliar a Reynaldo Núñez
Juárez, que ella recibió la cantidad que amparaba el recibo de fecha veintitrés de diciembre
de mil novecientos noventa y ocho.
Además, contrario a lo sustentado por el impetrante los codemandados, en cumplimiento al
artículo 282, fracción I, de la propia legislación adjetiva, sí demostraron que la firma que
calzaba el documento consistente en el recibo de fecha veintitrés de diciembre de mil
novecientos noventa y ocho, era falsa, a través de la prueba pericial desahogada por su perito,
en la cual se llegó a la referida conclusión, dictamen con el que se le tuvo por conforme al
aquí quejoso al no presentar su experto en tiempo su opinión técnica.
Es claro, Salvador Toledo Ríos al promover su juicio ordinario civil en el cual demandó de
Yara Izundegui Macdonal, entre otras prestaciones, la resolución judicial que decretara el
cumplimiento del contrato de mutuo con interés y garantía hipotecaria que celebraron dichas
partes, el primero de abril de mil novecientos noventa y tres, pretendió sustentar su reclamo
con el recibo de fecha veintitrés de diciembre de mil novecientos noventa y ocho, que
supuestamente entregó a Alejandra Palacios Guzmán y que avalaba la cantidad de $68,000.00
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(sesenta y ocho mil pesos 00/100 M.N.), mismo que anexó a su escrito inicial de demanda,
siendo que los codemandados al dar contestación a la demanda que se instauró en su contra,
objetaron de falsa dicha documental y, para tal efecto, ofrecieron conjuntamente la prueba
pericial en materia de grafoscopía, grafometría y caligrafía, así como la prueba pericial en
materia de documentoscopía, grafoquímica y tipogramas, ambas a cargo del perito licenciado
Alejandro Varela Sánchez.
Por su parte, el actor para demostrar la autenticidad del recibo en mención, ofreció la prueba
pericial en materia de grafoscopía y documentoscopía a cargo del perito licenciado José
Antonio Alamillo Martínez.
El Juez de los autos al emitir la sentencia definitiva, de veintinueve de octubre del año dos
mil tres, determinó que no se encontraba acreditado en autos el cumplimiento de la
obligación de pago a cargo del actor, toda vez que le concedió pleno valor probatorio al
dictamen emitido por el perito designado por los codemandados en materia de grafoscopía,
grafometría y caligrafía, licenciado Alejandro Varela Sánchez, en el cual determinó que no
existía identidad entre las firmas que aparecen en todos los documentos en el espacio
correspondiente a la C. Alejandra Palacios Guzmán, y que el recibo de veintiocho (sic) de
diciembre de mil novecientos noventa y ocho, procedía de distinto origen gráfico y diverso
amanuense, porque ese papel no había sido firmado del puño y letra de María (sic) Alejandra
Palacios Guzmán, realizándolo persona distinta por el proceso de falsificación por imitación a
mano libre, así como que no existía afinidad de rasgos de identidad entre la firma que se
atribuía a María (sic) Alejandra Palacios Guzmán en el recibo en cita y la que aparece en su
credencial de elector.
Destacando dicho Juez natural que, mediante resolución de tres de septiembre del año dos mil
tres, la Tercera Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, había
determinado que aplicando lo dispuesto por la fracción VI del artículo 347 del Código de
Procedimientos Civiles (sic), la parte actora debía conformarse con el dictamen emitido por
el perito designado por la demandada.
Motivos por los cuales se arriba a la conclusión de que el quejoso no demostró con medio de
convicción alguno que hubiera entregado a los codemandados la cantidad de $68,000.00
(sesenta y ocho mil pesos 00/100 M.N.) que supuestamente avalaba el recibo de veintitrés de
diciembre de mil novecientos noventa y ocho, y los codemandados sí probaron que ese recibo
nunca fue expedido por Alejandra Palacios Guzmán y, en consecuencia, no había recibido la
cantidad que se señalaba en el mismo, por tanto, en atención a las anteriores consideraciones
es que se desestiman los conceptos de violación que hace valer el peticionario de garantías al
respecto.
Luego, tal como ha quedado precisado en líneas anteriores, la responsable lo que
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efectivamente consideró fue que en la prueba confesional desahogada a cargo de los
codemandados éstos no reconocieron haber recibido la cantidad que ampara el recibo sobre el
cual residió la litis natural, es decir, el de fecha veintitrés de diciembre de mil novecientos
noventa y ocho, por tanto, es cierto que dicha prueba confesional no le favoreció, dado que
no aceptaron la suscripción del mismo ni haber recibido la cantidad que el mismo consigna y,
si bien es cierto, los codemandados bien pudieron contradecirse en los pagos que
efectivamente recibió con la excepción aludida, debe prevalecer lo expresado al contestar la
demanda.
Sin embargo, la aceptación de los recibos exhibidos por el actora no son suficientes para
demostrar el cumplimiento del contrato basal, si el propio actor hizo depender su acción de la
existencia del de fecha veintitrés de diciembre de mil novecientos noventa y ocho, el cual,
como se ha visto, fue encontrado falsificado.
Asimismo, aduce el impetrante del amparo que es incorrecto lo sostenido por la responsable
en el sentido de que no favorecía a los intereses de la actora la prueba documental consistente
en todo lo actuado en los medios preparatorios a juicio entablado por dicho enjuiciante en
contra de los codemandados, expediente 499/2002, tramitado ante el Juzgado Sexagésimo
Sexto de lo Civil del Distrito Federal, porque con dicha prueba, asevera el quejoso, se
demostró que Reynaldo Núñez Juárez y Alejandra Palacios Guzmán, ante la presencia
judicial, ratificaron haber firmado todos los recibos que por concepto de pagos realizó el
actor a Yara Izundegui Macdonal y que le fueron entregados por tal concepto; que
igualmente, se acreditó con dicha documental que dichos codemandados al contestar el pliego
de posiciones que se les formuló, aceptaron ser apoderados legales de Yara Izundegui
Macdonal, así como que aceptaron haber firmado los recibos exhibidos en dichos medios
preparatorios, mismos que ahora pretenden desconocer los reos en cita.
Que en razón de lo anterior, aduce el inconforme, la ad quem valoró indebidamente dicho
medio de convicción, porque al haber sido ofrecida oportunamente y admitida por el Juez de
los autos y ser prueba idónea para acreditar los recibos que le fueron expedidos por los
codemandados, es que resulta erróneo que dicha autoridad responsable no le haya concedido
valor alguno a la documental.
Concepto de violación que es inoperante por constituir una repetición de lo que de manera
sustancial adujo el quejoso, respecto a este tópico, ante la responsable en vía de agravio y
respecto del cual la ad quem ya se pronunció en el fallo reclamado, como así se verá de las
consideraciones legales que a continuación se exponen.
En efecto, el impetrante ante la ad quem, en su segundo agravio, de manera esencial señaló lo
siguiente:
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Que era incorrecto lo sostenido por el Juez de los autos en el sentido de que no concedió
valor probatorio a la prueba documental consistente en todo lo actuado en los medios
preparatorios a juicio entablado por dicho enjuiciante en contra de los codemandados,
expediente 499/2002, tramitado ante el Juzgado Sexagésimo Sexto de lo Civil del Distrito
Federal, porque con dicha prueba, asevera el quejoso, se demostró que Reynaldo Núñez
Juárez y Alejandra Palacios Guzmán, ante la presencia judicial, ratificaron haber firmado
todos los recibos que por concepto de pagos realizó el actor a Yara Izundegui Macdonal y
que le fueron entregados por tal concepto; que igualmente se acreditó con dicha documental
que dichos codemandados al contestar el pliego de posiciones que se les formuló, aceptaron
ser apoderados legales de Yara Izundegui Macdonal, así como que aceptaron haber firmado
los recibos exhibidos en dichos medios preparatorios, mismos que ahora pretenden
desconocer los reos en cita.
Que en razón de lo anterior, aduce el inconforme, el Juez primario valoró indebidamente
dicho medio de convicción, porque al haber sido ofrecida oportunamente y admitida por
dicho juzgador y ser prueba idónea para acreditar los recibos que le fueron expedidos por los
codemandados, es que resulta erróneo que dicha autoridad no le haya concedido valor alguno
a esa documental, aunado a que dicho a quo ni siquiera mencionó la prueba en comento en la
sentencia que se combatía, violando así el artículo 81 del código procesal civil.
La Sala responsable al emitir el fallo reclamado, respecto al argumento anteriormente
señalado, consideró, de manera esencial, lo siguiente:
Que por lo que refería al segundo agravio expresado por el apelante, el mismo resultaba
parcialmente fundado pero inoperante porque, efectivamente, como lo sostenía el inconforme
el juzgador de origen fue omiso en valorar la prueba documental consistente en los medios
preparatorios a juicio en general, en contra de Reynaldo Núñez Juárez y Alejandra Palacios
Guzmán, admitida por dicho juzgador en auto de veintiocho de enero del año dos mil tres, sin
embargo, esa probanza no favorecía a los intereses del actor, porque de ella no se advertía
reconocimiento alguno de lo que manifestaba el entonces apelante, porque Alejandra Palacios
Guzmán negó ser apoderada de Yara Izundegui Macdonal, con excepción de Reynaldo
Núñez Juárez que sí aceptó serlo.
De igual manera, adujo la Sala responsable que de la posición catorce que se le formuló a
Alejandra Palacios Guzmán, en el sentido de que si se encontraba autorizada por Yara
Izundegui Macdonal para recibir valores a su nombre, contestó que no era cierto, por su
parte, el codemandado Reynaldo Núñez Juárez, a la posición catorce que señalaba que si
dentro de las facultades que le había asignado a Alejandra Palacios Guzmán era la de recibir
documentos y valores a su nombre, respondió que no era cierto.
Señaló la ad quem, que en las relatadas circunstancias aun cuando el a quo fue omiso en
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valorar la documental consistente en los medios preparatorios a juicio, la misma no favorecía
a los intereses del actor, porque en ninguna de las posiciones los codemandados aceptaron
haber recibido por parte del actor la cantidad de $68,000.00 (sesenta y ocho mil pesos 00/100
M.N.).
Ahora bien, del análisis comparativo efectuado entre el concepto de violación que aquí se
analiza y los argumentos que el quejoso externó ante la Sala responsable al apelar la
sentencia definitiva dictada en el juicio natural, se aprecia que dicho impetrante se limita a
manifestar ante esta instancia constitucional lo que, sustancialmente, adujo en su segundo
agravio que hizo valer en esa apelación, respecto del cual la ad quem se pronunció en la
resolución reclamada, esgrimiendo las consideraciones legales que han quedado precisadas
anteriormente, mismas que al no ser desvirtuadas ante esta instancia constitucional deben
seguir prevaleciendo para los efectos legales a que haya lugar, declarándose en este aspecto,
como ya se dijo, inoperantes los motivos de disenso que se analizan.
Lo anteriormente señalado encuentra su sustento legal en la tesis de jurisprudencia número
II.3o. J/44, publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Octava Época,
Tercer Tribunal Colegiado del Segundo Circuito, tomo 63, marzo de 1993, página 40, cuyo
contenido reza:
"CONCEPTOS DE VIOLACIÓN INOPERANTES, SI SE CONCRETAN A REPETIR LOS
AGRAVIOS Y NO ATACAN LAS CONSIDERACIONES Y FUNDAMENTOS DEL
FALLO.-Si en los conceptos de violación el quejoso se concreta a repetir en esencia los
agravios expresados en la apelación, y omite atacar las consideraciones y fundamentos que
sirvieron a la Sala responsable para confirmar el fallo de primera instancia, dichos conceptos
de violación resultan inoperantes."
En consecuencia, ante lo infundado e inoperante de los conceptos de violación, y al no
advertir este tribunal transgresión expresa de la ley, que hubiera dejado sin defensa al quejoso
para suplir en su favor la deficiencia de la queja en los términos del artículo 76 bis, fracción
VI, de la Ley de Amparo, procede negar el amparo y protección constitucional.
Por lo expuesto, fundado y con apoyo, además, en lo dispuesto por los artículos 103, fracción
I, 107, fracciones III, inciso a), V, inciso c) y VI de la Carta Magna; 1o., fracción I, 76, 77, 78
y 184 de la Ley de Amparo; y, 37, fracción I, inciso c) y 38 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial de la Federación, se resuelve:
ÚNICO.-La Justicia de la Unión no ampara ni protege a Salvador Toledo Ríos, por su propio
derecho, contra el acto reclamado de la Tercera Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia
del Distrito Federal, consistente en la sentencia definitiva dictada el quince de enero del año
dos mil cuatro, en el toca de apelación número 3829/2003.
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Notifíquese; con testimonio de esta resolución, vuelvan los autos al lugar de su procedencia
y, en su oportunidad, archívese el presente asunto.
Así lo resolvieron por unanimidad de votos los Magistrados del Sexto Tribunal Colegiado en
Materia Civil del Primer Circuito, Gustavo R. Parrao Rodríguez, Gilberto Chávez Priego y
María Soledad Hernández de Mosqueda, siendo presidente y ponente el primero de los
nombrados.
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