la argumentación en el ensayo y sus dificultade

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Tercer Lugar Ensayo
Textos académicos escritos por estudiantes universitarios:
la argumentación en el ensayo y sus dificultades.
Danitza Janice Peña Barrera 3° A
De acuerdo con Paula Carlino (cit. por Marucco, 2011) “el ingreso a la educación superior
demanda a los alumnos un cambio en su identidad como pensadores y analizadores de
textos” (p. 1). La mayoría de las veces, los profesores esperan de los alumnos la capacidad
de argumentar de forma pertinente sea cuál sea la carrera en la que ellos están comenzando
a formar parte. La enseñanza tiene como propósito hacer a los alumnos seres competentes
en el uso de habilidades básicas y estratégicas en su formación profesional (Marín, 2011).
Sin embargo, cuando hablamos de cuestiones relacionadas con la lectura y escritura; y la
comprensión y producción de textos académicos, las cosas se tornan como un desafío para
los estudiantes.
En el mundo académico, existen diferentes posturas y perspectivas de distintos
autores para establecer el concepto de argumentación. Basta mencionar la perspectiva
retórica de S. Toulmin, Ch. Perelman y L. Olbechts-Tyteca, J. Anscombre y O. Ducrot; y
la perspectiva pragma-dialectica de F. Van Eemeren y R. Grootendorf (cit. por Padilla, e.t
al, 2005), las cuales describen a la argumentación como una operación discursiva a través
de la cual un sujeto intenta provocar, cambiar o influir la postura de otros por medio de
razones o argumentos, con el propósito de contribuir a la resolución de una diferencia de
opinión, donde interviene la interacción de dos o más seres que buscan resolver un
desacuerdo. “La argumentación desempeña un papel central en la comunicación académica,
pues es la que permite la construcción de opiniones sustentadas que evidenciarán las
capacidades de investigación, lectura crítica y análisis del estudiante” (Castro y Sánchez,
2013).
Frente a la tarea de producir textos académicos, especialmente el ensayo, el
estudiante se encuentra con numerosas dificultades. De acuerdo con Padilla (2005), los
estudiantes a menudo se hacen preguntas al escribir un texto, tales como: “¿cómo organizo
el texto?; ¿qué orden debo seguir en la exposición de mis ideas? [...] ¿cómo incorporo en
mi propio texto las opiniones de otros?, ¿debo incluir las opiniones contrarias a las mías,
refutándolas, o puedo ignorarlas y sólo considerar los autores que respaldan mis puntos de
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vista?”. Castro y Sánchez (2013) han realizado distintas investigaciones acerca de este
tema, donde mencionan que “la escritura académica tiene sentido en la medida en que el
productor de un texto es capaz de tomar postura frente a los problemas o fenómenos
propios del área de conocimiento en el que se encuentra involucrado y expresarla siguiendo
las convenciones propias de la comunidad disciplinar que lo cobija” (p. 485).
Como se ha visto, los estudiantes tienen distintas dificultades, que hacen de la
argumentación una acción compleja, convirtiéndose en un reto para aquellos que son
principiantes en la educación superior. Así lo explican Castro y Sánchez (2013): “Aprender
a dejar constancia de su propia voz y, sobre todo, identificar y dominar los distintos
recursos para hacerlo es requisito básico para que los estudiantes sean capaces de
argumentar con el fin de defender o confrontar posturas en los distintos contextos de
interacción escrita, propios del medio universitario” (p. 485).
La expresión “alfabetización académica” ha sido tomada en los últimos años para
referirse a la necesidad que las instituciones educativas tienen con sus estudiantes en el
desarrollo de habilidades encaminadas en la producción e interpretación de textos
académicos, ya que a menudo se observa que los alumnos tienen distintas dificultades
cuando escriben y producen interpretaciones erróneas cuando leen (Marín, 2006). Por ende,
estas dificultades van encaminadas a la argumentación. Los alumnos al no saber analizar y
comprender textos académicos, no tendrán las herramientas suficientes para poder producir
los mismos. Según Weston (2006) “los estudiantes a menudo son incapaces de explicar qué
es lo que está realmente mal, o de presentar un argumento propio” (p.125).
Así, el presente ensayo tiene como objetivo responder a la pregunta ¿cuáles son las
dificultades que tienen los universitarios al argumentar en la escritura de textos
académicos?, donde explicaré por medio de tres apartados, las principales dificultades que
los estudiantes tienen al momento de argumentar, tomando las investigaciones de la Dra.
Paula Carlino y el autor Anthony Weston como base en la elaboración de este ensayo.
La comprensión de textos académicos
Uno de los factores que dificultan la argumentación en los estudiantes es la no comprensión
de textos académicos en la investigación del tema que se abordará en el ensayo. De acuerdo
con Paula Carlino (2009) “la lectura y la escritura son los principales instrumentos de
aprendizaje, puesto que no se tratan de habilidades generales transferibles a cualquier
contexto, sino que tienen especificidades en cada campo del conocimiento” (p.3). Las
prácticas de lectura y escritura en el contexto universitario, generalmente se asocian con la
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construcción y divulgación de saberes, especialmente, con la reflexión intelectual crítica de
estos (Castro, 2013). Sin embargo, interpretar textos académicos con cierta complejidad,
resulta difícil para la mayoría de los estudiantes que se encuentran iniciando su carrera en la
universidad. La lectura es un proceso interactivo donde el lector debe relacionar sus
conocimientos previos con la información textual, y así, lograr comprender lo que se ha
leído, pero ¿cómo sabe un lector qué es lo importante en un texto? (Carlino, 2001).
La mayoría de los textos están dirigidos a los académicos y no a los estudiantes, lo
que representa una dificultad para los universitarios al tratar de comprender lo que leen. En
estos textos, se dan por hecho saberes que los alumnos aun no tienen, haciendo referencia a
posturas de distintos autores sin explicarlas. A menudo, a los estudiantes se les exige leer
sin enseñarles cómo hacerlo como miembros de las comunidades discursivas en la
disciplina a la que pertenecen. Aprender en la universidad no está garantizado del todo, esto
dependerá de la interacción entre alumnos, docentes e instituciones, de lo que haga el
estudiante y de las condiciones que los docentes ofrecen para poner en marcha su actividad
cognitiva. (Carlino, 2003, 2005).
La ausencia de interés y gusto por la lectura en los universitarios dificulta aún más
la comprensión de textos académicos. Para lograr la autonomía lectora no es necesario
imponer condiciones de lectura independiente, ya que la falta de orientación desalienta los
intentos de comprender un texto y no se forjan recursos para afrontar las dificultades, la
comprensión de lo leído seguirá siendo escasa, y por ende, habrá dificultades para seguir la
argumentación. (Carlino, 2001).
En ocasiones, algunos profesores aquejan la falta de comprensión lectora a la
formación educativa que los estudiantes tuvieron antes de llegar al nivel superior. Los
esfuerzos que se han hecho para desarrollar las habilidades comunicativas en los sistemas
de educación se han centrado especialmente en las deficiencias que existen en la utilización
de las normas de escritura y en mejorar la lectura, haciendo evidente que la mayoría de los
estudiantes que ingresan a la educación superior no han adquirido en una mínima parte, las
habilidades comunicativas que les permitan exponer los conocimientos propios de sus
especialidades de manera estructurada, lógica y argumentativa (Molina y Mancilla, 2014).
Además, investigaciones realizadas por Paula Carlino (cit. por Padilla, 2012) y su equipo en
diferentes carreras universitarias mencionan que:
“las perspectivas docentes y estudiantiles se orientan a pensar la lectura y escritura
como habilidades generalizables a todos los contextos y no como prácticas sociales
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situadas y dependientes de los ámbitos disciplinares. De este modo, los docentes
consideran que estas habilidades ya deberían estar adquiridas y, por tanto, no deben
ser responsabilidad de la universidad” (p. 37).
Un ejemplo que es comparable a nuestro entorno hispanohablante, es el estudio realizado a
estudiantes de sexto año de la Facultad de Medicina en la Universidad de Cartagena,
Colombia, puesto que sólo el 10 % de los estudiantes había recibido instrucción sobre el
uso de herramientas para construcción de conocimiento; ninguno de los estudiantes recibió
formación en técnicas de pensamiento. El 25 % de los estudiantes presentaba destrezas en
la competencia comunicativa escrita y sólo el 30 % de los estudiantes realizaban lectura
comprensiva. Por ello, resulta primordial que los docentes adquieran y sepan desarrollar en
el aula su capacidad argumentativa, y así ayudar y lograr en los estudiantes la adquisición
de dicha capacidad.
La elaboración de textos académicos implica para los estudiantes y docentes un gran
compromiso cognitivo y de tiempo (Padilla 2012), y, aunque la enseñanza de la escritura
aun es un problema sin resolver, en muchos casos es posible aprender a escribir, alcanzando
en gran medida buenos niveles en el desarrollo de la alfabetización académica tanto para
los estudiantes, docentes y lectores.
La generación del pensamiento crítico
No siempre es fácil expresar una idea y al mismo tiempo evitar confundir al lector cuando
lee lo que se ha escrito. En este sentido, la capacidad crítica es necesaria para la
argumentación, habilidad que los estudiantes, en su mayoría, no han desarrollado. De
acuerdo con Laiton (2010):
Es una necesidad que en este mundo moderno globalizado, el estudiante adquiera
destrezas de pensamiento crítico que le permitan el acceso a cualquier conocimiento
disciplinar con autonomía, calidad, criterio y argumentación necesaria (p.1).
Por lo tanto, en el ámbito educativo la capacidad argumentativa es importante, ya que los
alumnos tendrán que desarrollar esta competencia para poder defender, transmitir y
expresar ideas, mantener diálogos abiertos y ser comprensivos con los demás (García,
2015).
La capacidad que tienen los estudiantes para investigar es primordial para el
desarrollo del pensamiento crítico. Según Marciales (2003) “la UNESCO ha planteado el
desarrollo del pensamiento crítico como uno de los principios fundamentales para la
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educación superior, y la puesta en marcha de estrategias para autodirigir el propio
aprendizaje a lo largo de la vida en los nuevos profesionales” (p.15). Asimismo, Weston
(2006) menciona que “muchos estudiantes, al argumentar en favor de sus opiniones
respecto a determinada cuestión, transcriben elaboradas afirmaciones de sus opiniones,
pero no ofrecen ninguna auténtica razón para pensar que sus propias opiniones son las
correctas. Escriben un ensayo, pero no un argumento” (p.13). Los estudiantes deben
aprender a pensar por sí mismos, tener un criterio propio en donde puedan crear y transmitir
sus opiniones a los demás.
De acuerdo con Solé (cit. por Marín, 2006) “leer críticamente implica que hay que
procesar información de fuentes diversas”. Con esto, Marín (2006) explica que “para
escribir, es necesario conocer qué temas y/o marcos teóricos se discuten y cuáles son las
tendencias dominantes en determinada disciplina, para poder plantear nuevos interrogantes
y nuevas hipótesis”. Weston (2006) respalda esta afirmación al mencionar en su libro lo
siguiente:
Comience por presentar la pregunta que quiere responder. Luego, explíquela. ¿Por
qué es importante? ¿Qué es lo que depende de la respuesta? Si usted está
formulando una propuesta para acciones o para medidas futuras, comience
mostrando que en la actualidad tenemos un problema. ¿Por qué otros deberían
compartir sus preocupaciones o deberían estar interesados en sus ideas de cambio?
¿Qué le condujo a usted a interesarse por la cuestión? (p. 105).
El pensamiento crítico, es un medio de organización de nuestros pensamientos y tiene que
ser activado y cultivado, por lo tanto, debe estar listo para poder utilizarlo en cualquier
momento, lo cual implica pensar, buscar información, analizar y llegar a una conclusión
(Fiscal, 2012), acciones que para muchos universitarios es una tarea difícil de realizar.
Es necesario que los estudiantes desarrollen un pensamiento crítico sin importar la
disciplina en la que se estén desarrollando. Para lograr esto, los sistemas de Educación
Superior deben formar estudiantes capaces de analizar los problemas, buscar soluciones y
aplicarlas a los mismos cuando estos se presentan Parra y Lago (2003).
Conocimiento del tema a exponer en el ensayo: indagación de información
Un factor de gran importancia para la elaboración de argumentos en el ensayo, es la
indagación de información. De acuerdo con Weston (2006) “antes de escribir un ensayo
basado en argumentos, los estudiantes deben explorar la cuestión y considerar las diversas
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posiciones ante el tema por sí mismo”. Los estudiantes deben manejar conocimientos
acerca de los discursos de la disciplina para pertenecer a una comunidad discursiva, y así
discutir y defender ideas y posiciones (Carlino, 2005).
Es necesario que quien escribe revise, fundamente e incremente su conocimiento
previo y lo relacione con los argumentos que le ofrece al lector, puesto que en el mundo
académico, el lector es quien desarrolla su conocimiento ante las objeciones que podrían
cuestionarle (Molina y Carlino, 2010). Basado en lo anterior Weston (2006) explica lo
siguiente:
Su tarea es dar una opinión bien informada que pueda ser defendida con argumentos
sólidos. Y esto requiere tiempo. Primero, infórmese acerca de cuáles son los
argumentos que son considerados más fuertes para cada una de las tesis posibles.
Lea artículos y hable con personas con diferentes puntos de vista (p. 98).
Por lo tanto, la construcción de conocimiento requiere buscar modos eficaces de comunicar
la información adquirida en los ámbitos disciplinarios, lo cual permitirá reforzar resultados
propios (Padilla, 2012) y a su vez, dará veracidad a lo que se expone en el ensayo.
La información obtenida debe ser expuesta de manera organizada, Weston (2006)
explica este supuesto al mencionar lo siguiente:
Quizás usted sepa exactamente lo que quiere decir, para usted todo está claro.
Muchas veces, sin embargo, está lejos de ser claro para cualquier otra persona. Las
cuestiones que a usted le parece que están relacionadas, a algún lector de su ensayo
le pueden parecer totalmente desvinculadas. Es, por tanto, esencial explicar las
conexiones entre sus ideas, aun si le parecen absolutamente claras (p. 117).
De acuerdo con Aitchison, Ivanic y Weldon (cit. por Carlino, 2005) toda vez que el alumno
elabora un trabajo para la universidad, cada palabra que escribe representa un encuentro,
incluso una lucha, entre sus experiencias pasadas y los requerimientos del nuevo contexto.
El desarrollo de la literacidad en estudiantes, y la búsqueda y adquisición de
información, serán diferentes dependiendo del ámbito en el que el estudiante se desarrolla,
no todos los puntos de vista son iguales. A menudo se cree que producir y comprender
textos académicos es un hecho concluido al ingresar a la universidad (Carlino, 2005). Los
estudiantes deben realizar argumentos tomando en cuenta los diferentes puntos de vista que
se presentan en su investigación, y así determinar si estas voces son pertinentes o solo serán
un cúmulo de información. Por esto, Weston (2006) menciona que “un argumento es un
medio para indagar” (p. 98).
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Es importante que los estudiantes no carezcan de pensamiento crítico, como futuros
profesionales necesitan ser capaces de pensar, analizar, buscar soluciones y llevarlas a la
práctica, decidir y expresar sus ideas y opiniones por sí mismos, ser autónomos.
Como se observó en los puntos antes mencionados, algunas de las principales
dificultades que los estudiantes tienen al momento de argumentar consisten en; la
comprensión de textos académicos, el pensamiento crítico y el conocimiento del tema a
exponer en el ensayo: indagación de información. Si bien no son las únicas dificultades que
en el ámbito universitario se presentan, de acuerdo a las investigaciones que la Dra. Paula
Carlino ha realizado, estas representan los puntos que más afectan a los estudiantes en la
argumentación y producción de textos académicos, particularmente en el ensayo. Es
necesario que docentes y alumnos tomen la iniciativa para buscar alternativas y/o
soluciones ante estas dificultades, los profesores deben impulsar a sus estudiantes cuando
de literacidad se trata. Para lograrlo, puede ser necesario reformular los planes de estudio,
donde se adquieran nuevas y adecuadas estrategias para desarrollar en los estudiantes
dichas habilidades, asimismo, los profesores deben seguir desarrollando este conocimiento
para poder transmitirlo de manera eficiente a sus alumnos y poner atención en cuanto a lo
que debe ser aprendido y enseñado.
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