Las elecciones generales de febrero de 1936 y su impacto en la

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TRABAJO FIN DE ESTUDIOS
Título
Las elecciones generales de febrero de 1936 y su
impacto en la prensa riojana
Autor/es
Javier Lucas López
Director/es
José Miguel Delgado Idarreta
Facultad
Facultad de Letras y de la Educación
Titulación
Master en Patrimonio (Historia, Cultura y Territorio)
Departamento
Curso Académico
2013-2014
Las elecciones generales de febrero de 1936 y su impacto en la prensa riojana,
trabajo fin de estudios
de Javier Lucas López, dirigido por José Miguel Delgado Idarreta (publicado por la
Universidad de La Rioja), se difunde bajo una Licencia
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
Permisos que vayan más allá de lo cubierto por esta licencia pueden solicitarse a los
titulares del copyright.
©
©
El autor
Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, 2014
publicaciones.unirioja.es
E-mail: [email protected]
TRABAJO FIN DE MÁSTER
Patrimonio (Historia, Cultura y Territorio)
Medios de comunicación y opinión pública
Las elecciones generales de febrero de 1936 y su
impacto en la prensa riojana
Javier Lucas López
Dirige: Dr. José Miguel Delgado Idarreta
‐ 2 ‐ ÍNDICE
Siglario de organizaciones políticas y sociales
5
0. INTRODUCCIÓN
7
1. EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA, SOCIAL, ECONÓMICA Y POLÍTICA
(1900-1930)
1.1. Demografía y sociedad
1.2. Economía
1.3. Del turno a la Dictadura
1.3.1. Vuelta a la monarquía borbónica y consolidación del caciquismo
1.3.2. Crisis del sistema de turno
1.4. De Primo de Rivera a Aznar
15
15
19
22
22
26
27
2. LA SEGUNDA REPÚBLICA
2.1. Nuevo sistema político
2.1.1. Constitución republicana de 1931
2.1.2. República social
2.2. Evolución política
2.2.1. Un sistema de partidos
2.2.2. Nuevo rumbo de la República (1934-36)
2.2.3. Contexto y política económica
31
31
34
36
38
39
41
45
3. LAS ELECCIONES DE FEBRERO DE 1936
3.1. Crisis de los gobiernos tecnócratas
3.2. Fuerzas políticas que convergen en febrero de 1936
3.2.1. Centro y derecha republicana
3.2.2. Izquierda republicana
3.2.3. Derecha accidentalista
3.2.4. Partidos obreros
3.2.5. Antirrepublicanos
3.2.6. Nacionalismo centrífugo y regionalismo
3.3. Candidaturas
3.3.1. Centro
3.3.2. Frente Popular
3.3.3. Derechas
3.4. Resultados
49
49
51
52
53
54
55
58
60
61
61
64
68
73
4. LAS ELECCIONES DE FEBRERO DE 1936 EN LA PROVINCIA DE
LOGROÑO A TRAVÉS LA PRENSA RIOJANA
4.1. Candidaturas a concurrir en la provincia de Logroño
4.2. Resultados en la provincia de Logroño
75
75
84
5. CONCLUSIÓN
87
BIBLIOGRAFÍA, FUENTES HEMEROGRÁFICAS Y RECURSOS ONLINE
93
‐ 3 ‐ ‐ 4 ‐ Siglario de organizaciones políticas y sociales
ACNP
ACR
AP
AR
BN
CEDA
CGTU
CNT
DLR
ERC
FAI
FE
IR
JAP
JONS
JSE
JSU
ORGA
PCD
PCE
PLD
PNE
PNR
PNV
POUM
PRE
PRP
PRR
PRRS
PRRSI
PS
PSOE
PURA
RE
SPD
TYRE
UdR
UGT
UJCE
UP
UR
USC
Asociación Católica Nacional de Propagandistas
Acció Catalana Republicana
Acción Popular
Acción Agraria (Riojana)
Bloque Nacional
Confederación Nacional de Derechas Autónomas
Confederación General del Trabajo Unitaria
Confederación Nacional del Trabajo
Derecha Liberal Republicana
Esquerra Republicana de Catalunya
Federación Anarquista Ibérica
Falange Española
Izquierda Republicana
Juventudes de Acción Popular
Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas
Juventudes Socialistas de España
Juventudes Socialistas Unificadas
Organización Republicana Gallega Autónoma
Partido del Centro Democrático
Partido Comunista de España
Partido Liberal Demócrata
Partido Nacionalista Español
Partido Nacional Republicano
Partido Nacionalista Vasco
Partido Obrero de Unificación Marxista
Partit Republicà d´Esquerra
Partido Republicano Progresista
Partido Republicano Radical
Partido Republicano Radical-Socialista
Partido Republicano Radical-Socialista Independiente
Partido Sindicalista
Partido Socialista Obrero Español
Partido de Unión Republicana Autonomista
Renovación Española
Partido Socialdemócrata de Alemania
Tradición y Renovación Española
Unió de Rabassaires i Altres Cultivadors del Camp de Catalunya
Unión General de Trabajadores
Unión de Juventudes Comunistas de España
Unión Patriótica
Unión Republicana
Unió Socialista de Catalunya
‐ 5 ‐ ‐ 6 ‐ 0. INTRODUCCIÓN
Tras cursar el Máster en Patrimonio (Historia, Cultura y Territorio) he optado por
hacer el Trabajo de fin de máster correspondiente a la asignatura de Medios de
comunicación y opinión pública, asignatura impartida por José Miguel Delgado
Idarreta. El tema elegido a realizar será un trabajo relacionado con las elecciones del 16
de febrero de 1936 a través de la prensa local. El motivo del estudio de este tema es la
relevancia que tuvieron dichos comicios en la historia de nuestro país.
Para la elaboración de este trabajo he utilizado como principal fuente los archivos
microfilmados ubicados en el Instituto de Estudios Riojanos1. En la hemeroteca de
dicho archivo se encuentran en formato «microfilm» las dos publicaciones locales de
más relevancia en el periodo tratado en el trabajo; febrero de 1936. El microfilm es un
«filme en que se reproducen, con una gran reducción de tamaño, documentos gráficos,
permitiendo así su fácil almacenamiento y manipulación»2. En la hemeroteca del IER se
pueden encontrar en dicho formato todos los ejemplares del periódico La Rioja
comprendidos entre 1889 –año de su fundación- hasta 19983. En el caso del Diario de
La Rioja, el periodo alcanza desde 1926 hasta 1938, año en el que se fusionó con el
anterior dando lugar a la aparición de Nueva Rioja4.
Para complementar el estudio de las elecciones de 1936 en la provincia de Logroño
ha sido necesario recurrir a fuentes bibliográficas, ubicadas principalmente en la
Biblioteca de la Universidad de La Rioja y en la Biblioteca Pública de Logroño.
1
El Instituto de Estudios Riojanos –en adelante IER- «es un organismo autónomo dependiente de la
Consejería de Educación, Cultura y Turismo del Gobierno de La Rioja» que tiene como fines «la
investigación, promoción, difusión y divulgación de la ciencia y cultura riojanas y de sus valores, con una
visión
multidisciplinar
e
intersectorial».
http://www.larioja.org/npRioja/default/defaultpage.jsp?idtab=475289 2
Definición del Diccionario de la Real Academia Española. RAE, Diccionario de la lengua española,
vol. II, Espasa, Madrid, 2001, p. 1.502. 3
La página web del diario actual cuenta con una hemeroteca en la que se pueden consultar el periódico
desde enero de 2006. www.larioja.com/hemeroteca/. En la página de prensa histórica del Ministerio de
Educación, Cultura y Deporte se encuentran ejemplares digitalizados hasta 1924.
http://prensahistorica.mcu.es/es/publicaciones/ficha_pub.cmd?idPublicacion=4598 4
José Miguel Delgado hace un análisis del diario La Rioja en el que se tratan desde aspectos históricos
como la fusión en Nueva Rioja hasta la línea editorial del periódico a lo largo de su historia pasando por
el contexto legislativo. Delgado destaca especialmente la «clara vocación de servicio a la sociedad
riojana» por parte este periódico. Ver. DELGADO IDARRETA, J. M., «La Rioja, un diario de
provincias: 120 años de historia» en la revista Berceo, n. 159, IER, Logroño, 2010, pp. 123-144. ‐ 7 ‐ El trabajo lo componen bloques diferenciados y en cada uno de ellos se han utilizado
distintas fuentes historiográficas. Se puede decir que, en lo que se refiere a bibliografía,
encontramos seis partes diferenciadas dentro del trabajo:
1. Para elaborar la primera parte consulté obras historiográficas de carácter
general, en una búsqueda dedicada a establecer el marco socioeconómico de
la España prerrepublicana. En esta parte, han sido de gran ayuda manuales de
Historia Contemporánea como los de Manuel Tuñón de Lara5, el de Javier
Tusell6 o el de Julián Casanova y Carlos Gil Andrés7. Para la presentación de
datos demográficos, el volumen dirigido por José Luis García Delgado en la
obra coordinada por Jover Zamora ha sido imprescindible8, además de
consultar la página web del INE9 para obtener datos del censo. En el caso del
marco económico, los estudios de Palafox y Simón Segura han sido la
principal fuente10. Para momentos más concretos de la Historia de España, he
utilizado monografías como las de Milán y José Luis Ollero en el caso de la
época sagastina11 o a Germán Rueda y a Francisco Tomás y Valiente para
explicar el periodo desamortizador12. Para establecer el contexto histórico
riojano he utilizado obras de autores como Francisco Bermejo o José Miguel
Delgado.
2. En la segunda parte, más centrada en la politología, he buscado una
bibliografía necesaria para entender el marco político republicano. Los
partidos políticos en el pensamiento español. De la Ilustración a nuestros
días de Ignacio Fernández Sarasola así como Sistema de partidos en España,
5
TUÑÓN DE LARA, M., La España del siglo XIX, Laia, Barcelona, 1977. TUSELL, J., Manual de Historia de España. Siglo XX, Historia 16, Madrid, 1994. 7
CASANOVA, J. y GIL ANDRÉS, C., Breve Historia de España en el siglo XX, Ariel, Barcelona,
2012. 8
GARCÍA DELGADO, J.L., SÁNCHEZ JIMÉNEZ, J., TUÑÓN DE LARA, M., Los comienzos del siglo
XX. La población, la economía, la sociedad. (1898-1931), Espasa-Calpe, Madrid, 1984 en JOVER
ZAMORA, J. M. (Coord.), Historia de España, T. LXIX. 9
Instituto Nacional de Estadística, en adelante INE. Ver www.ine.es 10
PALAFOX, J., Atraso económico y democracia: La Segunda República y la economía española,
Crítica, Barcelona, 1991 y SIMÓN SEGURA, F., Manual de Historia económica mundial y de España,
Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid, 1990. 11
MILÁN GARCÍA, J. R., Sagasta o el arte de hacer política, Biblioteca Nueva, Madrid, 2001 y
OLLERO VALLÉS, J. L., Sagasta. De conspirador a gobernante, Marcial Pons, Madrid, 2006. 12
RUEDA, G., «El proceso de la desamortización de bienes de origen eclesiástico (1769-1964) en
España. Cuantificación y consecuencias socioeconómicas», pp. 177-204, en BODINIER, B., CONGOST,
R. y LUNA, P. F., De la Iglesia al Estado: las desamortizaciones de bienes eclesiásticos en Francia,
España y América Latina», Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 2009 y TOMÁS Y
VALIENTE, F., El marco político de la desamortización en España, Ariel, 1977. 6
‐ 8 ‐ de Juan José Linz son, a mi entender, las mejores obras que he encontrado
para explicar la evolución del sistema político español. Especialmente
relevante me parece el libro de Fernández Sarasola, que recoge el
pensamiento de las principales corrientes políticas en nuestro país. Para
complementar la información acerca del amplio abanico de ideologías
organizadas en partidos es necesaria la obra de Miguel Artola, Programas y
partidos políticos. En lo relativo a aspectos de organización políticoadministrativa, he consultado la Gaceta de Madrid y la Constitución de
193113.
3. Complementando esta parte del trabajo centrada en la política no puede
faltar una visión sociológica. Los trabajos de Santos Juliá son esenciales para
entender este aspecto de la política. Desde mi punto de vista, en el estudio de
unas elecciones, es tan importante entender el marco sociológico como el
político-administrativo. Otro autor igualmente importante, en este caso para
entender el voto sociológico derechista, muy presente en los objetivos de mi
trabajo, es Julio Gil Pecharromán. Su obra Conservadores Subversivos es
imprescindible para entender la evolución de las fuerzas conservadoras
españolas en el tiempo, desde el maurismo hasta el falangismo. Gil
Pecharromán, experimentado en el estudio de política derechista, autor de
biografías como la de José Antonio Primo de Rivera o la del doctor Albiñana,
aporta una visión sociológica de gran interés en todas sus obras. Este es el
caso de La Segunda República española, obra referente para el estudio del
régimen republicano.
4. En el cuarto bloque del trabajo me he centrado en lo relativo a los
acontecimientos desarrollados en los momentos previos a las elecciones de
1936. Para ello he utilizado monografías sobre la Segunda República. Entre
las más utilizadas cabe destacar «La Segunda República» de Jesús A.
Martínez, ubicada dentro de Historia de España. Siglo XX. 1875-1939 de
13
Para consultar la Gaceta de Madrid, visitaremos la web www.boe.es. En el caso de la Constitución de
1931 consultaremos la obra DE ESTEBAN, J., Las Constituciones de España, Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales, Madrid, 2000, pp. 277-308. De Esteban destaca de su carácter su orientación
progresista, basada en la soberanía popular, organizada por Cortes Constituyentes y su rigidez en cuanto a
posibilidades de reforma. ‐ 9 ‐ Ángel Bahamonde o República y Guerra de Santos Juliá entre otros. Sin
embargo, la obra más utilizada para entender la evolución política
preelectoral ha sido El colapso de la República. Los orígenes de la Guerra
Civil (1933-1936) del hispanista Stanley George Payne. Se trata de un
historiador que, pese a no pertenecer a la misma corriente historiográfica que
el resto de historiadores utilizados, obedece a una rigurosidad científica no
utilizada por la mayoría de sus correligionarios con más alcance mediático.
5. Para la campaña electoral he utilizado de nuevo El colapso de la
República de Payne como principal referencia. Otro libro que explica el
momento político previo a las elecciones es Orígenes del Frente Popular, de
Santos Juliá. Además, he complementado esta parte del trabajo con noticias
procedentes de los dos diarios de mayor tirada en la provincia de Logroño; el
centro-republicano La Rioja y el católico Diario de La Rioja. Si bien el
primero cuenta con mayor rigor periodístico, el segundo es más interesante
para abordar la problemática entre las candidaturas derechistas locales14. A
través de la prensa podemos entender los principales episodios de la campaña
a nivel nacional: La formación de las candidaturas, el caciquismo desde el
partido de Portela a la hora de poner y deponer gobernadores civiles o
limitando la campaña derechista, los discursos de los candidatos exponiendo
sus respectivos programas, la división de la derecha, la configuración de dos
frentes totalmente opuestos en Cataluña… Además, como es evidente, el
estudio de la prensa local sirve para entender mejor cómo transcurrieron las
elecciones en nuestra región. Para hacer un resumen del panorama político en
La Rioja he utilizado La II República en Logroño: elecciones y contexto
político, de Francisco Bermejo, un libro imprescindible para tratar la política
riojana durante el periodo republicano.
6. En el siguiente bloque del trabajo, referido a los resultados electorales
tras los comicios de febrero de 1936, he utilizado especialmente el estudio
más utilizado por la historiografía: «Las elecciones del Frente Popular», de
14
Además, la conversión al formato microfilm se realizó más tarde que en el caso de La Rioja, por lo que
la calidad del diario católico es mayor. El sistema de microfilmado es diferente. Mientras el Diario de La
Rioja está en un formato de rollo, La Rioja lo está en fichas clásicas. ‐ 10 ‐ Javier Tusell. Este escueto trabajo habla tanto de la campaña electoral como
de los resultados, aspecto en el que es especialmente importante ya que el
sistema de listas abiertas –y que el Gobierno no publicara los resultados
exactos- dificulta el recuento de los votos. Si a estas dificultades añadimos
una variada interpretación de los resultados desde distintas fuentes, la
complicación para interpretar el número de votos recibidos por cada
candidatura es aún mayor. Es por esto por lo que he utilizado el estudio de
Tusell como única fuente fiable respecto a los resultados de las elecciones.
Además de los bloques que he considerado diferenciar, a lo largo de todo el trabajo,
he utilizado diferentes monografías y memorias de los protagonistas del momento como
algunas de las memorias de Azaña, Vidarte o Gil Robles15. En cuanto a las biografías,
he utilizado las que hablan de los principales protagonistas del periodo estudiado como
una de Alcalá-Zamora y otra de Lerroux, además de utilizar monografías sobre la
actuación política de Prieto o de Largo Caballero16.
En un periodo tan políticamente dividido como el que analiza mi trabajo, he
considerado oportuno utilizar bibliografía de las dos corrientes más influyentes en la
historiografía que estudia este periodo histórico. Por un lado, era necesario trabajar con
uno de los últimos libros de Ángel Viñas, En el combate por la Historia, el cual surgió
como respuesta al diccionario biográfico de la Real Academia de la Historia tras una
serie de desafortunadas entradas publicadas como las escritas por Luis Suárez o Juan
Luis Cebrián. En esta obra, el historiador y economista coordina a 33 historiadores de
prestigio como Paul Preston, Julio Aróstegui, Julián Casanova o Enrique Moradiellos17.
Se trata de una extensa obra que, con el mayor rigor histórico posible, abarca desde la
15
Memorias de Azaña en FERNÁNDEZ SARASOLA, I., Los partidos políticos en el pensamiento
español. De la Ilustración a nuestros días, Marcial Pons, Madrid, 2009. Para las memorias del político
socialista, ver VIDARTE, J. S., Todos fuimos culpables. Testimonio de un socialista español, vol. I,
Grijalbo, Barcelona, 1977. Para las memorias del líder cedista, ver GIL ROBLES, J. M., No fue posible la
paz, Planeta, Barcelona, 1998. 16
Para Alcalá-Zamora, ALCALÁ GALVE, A., Alcalá-Zamora y la agonía de la República, Fundación
José Manuel Lara, Sevilla, 2002. Para el líder radical, ver ÁLVAREZ JUNCO, J., Alejandro Lerroux. El
emperador del Paralelo, Síntesis, Madrid, 2005. En cuanto a la actuación política de Largo Caballero e
Indalecio Prieto, cabe destacar ARÓSTEGUI, J., «Indalecio Prieto y Largo Caballero: divergencias y
convergencias en el socialismo español (1923-1946)» en MATEOS, A. (Coord.), Indalecio Prieto y la
política española, Fundación Pablo Iglesias, Madrid, 2008. 17
Ver VIÑAS, Á., (Coord.), En el combate por la Historia. La República, la Guerra Civil, el
Franquismo,
Pasado
y
presente,
Barcelona,
2012
y
http://cultura.elpais.com/cultura/2012/04/07/actualidad/1333817885_831167.html ‐ 11 ‐ Segunda República hasta el final del Franquismo, incluyendo capítulos de diversa
temática y una serie de biografías de los personajes más relevantes del momento.
Por otro lado, en la obra La República y la Guerra Civil. Setenta años después,
dirigida por Planeta, nos encontramos a los principales valedores de la corriente
contraria a los autores del libro anterior. Aunque de este trabajo sólo he incluido unas
líneas de Pío Moa –como contrapunto a una opinión de Preston-. También he citado a
este autor en otro momento, sobre el debate de la legitimidad del régimen republicano.
A cambio, los trabajos que más he utilizado de esta corriente han sido los de Stanley G.
Payne. Como he expuesto en mi trabajo, considero que este autor es con mucho el mejor
de la llamada «corriente neorrevisionista». De este autor, como ya he dicho, he utilizado
el Colapso de la República, una de las mejores monografías sobre el final de la Segunda
República en mi opinión. Incluso he citado opiniones del estadounidense como ejemplo
de término medio entre opiniones de historiadores de las dos corrientes.
Como no podía faltar al tratarse de un trabajo centrado en un aspecto regional, en
este caso sobre la prensa, he ido incluyendo a lo largo del todo el trabajo bibliografía
centrada en La Rioja. Entre los libros de tema riojano cabe destacar; Los cados y las
comadrejas, de Carlos Navajas para explicar la dictadura de Primo de Rivera en La
Rioja o La República en la plaza, de Carlos Gil Andrés, en este caso para narrar las
revueltas rurales anarquistas en La Rioja como en el caso de Arnedo.
Finalmente, quiero destacar que los archivos de prensa que he utilizado en el IER no
sólo me han servido para completar el trabajo con noticias exclusivamente en el
apartado de la campaña electoral y la polémica en la formación de la candidatura
derechista. En todo momento he ido añadiendo artículos al trabajo, los cuales he
considerado que servían como ejemplo para explicar aspectos que iba explicando a
través de otras fuentes18.
18
José Miguel Delgado reflexiona en este ensayo acerca de la utilidad de la prensa como fuente
historiográfica. «La Prensa: Fuente historiográfica» en Investigación humanística y científica en La Rioja:
homenaje a Julio Luis Fernández Sevilla y Mayela Balmaseda Aróspide, IER, Logroño, 2000, pp. 245256. Ver Celso Almuiña Fernández, «Fondos y metodología para el análisis de la prensa local» en
Fuentes y métodos de la historia local, Instituto de Estudios Zamoranos «Florián de Ocampo» (CSIC),
Zamora, 1991, pp. 389-399. En el capítulo de José Miguel Delgado, «Fuentes para la Historia
Contemporánea de la Rioja», pp. 381-382 en Ibíd., se trata el tema de la prensa histórica como fuente, pp.
381-382.
‐ 12 ‐ Por último, quiero explicar el porqué de una introducción tan extensa: He
considerado que para entender las elecciones generales de febrero de 1936 es
imprescindible realizar un extenso trabajo sobre la evolución del contexto social,
económico y político español desde la Restauración. Además de esto, he hecho un
análisis sociológico del momento y una descripción del sistema político republicano. No
podemos entender algo tan importante para la historia de nuestro país como las
elecciones de 1936 sin un contexto claro.
‐ 13 ‐ ‐ 14 ‐ 1. EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA, SOCIAL, ECONÓMICA Y POLÍTICA (19001930)
1.1 Demografía y sociedad
A partir de 1857 se lleva a cabo el primer recuento demográfico desde el realizado
por Godoy en 1797. Durante la segunda mitad del siglo XIX se elaborarán censos cada
diez años hasta que, con la llegada del nuevo siglo, los estudios se realizan en los años
«acabados en cero» en vez de en los «acabados en siete». En la segunda mitad del siglo
XIX encontramos un crecimiento demográfico del 0,43 por 100 anual, mientras que en
el periodo 1900-1940 el crecimiento es del 0,79. Esto significa que al igual que el
conjunto europeo, en España se ha dado durante los últimos dos siglos una transición
demográfica. El motivo de esta evolución es el cambio de un modelo demográfico
preindustrial a uno industrial, lo que se ve reflejado en el descenso tanto de la natalidad
como de la mortalidad. Durante las transiciones demográficas, la reducción de los
índices de mortalidad y natalidad no se produce al unísono. Es la mortalidad el primer
valor que se ve disminuido, lo que produce un fuerte crecimiento hasta que la natalidad
no es reducida. El cambio de modelo se produjo en todos los países europeos aunque
llegó en diferentes momentos. España, en relación con los países más desarrollados del
entorno del continente, experimentó una transición demográfica tardía debido a un lento
descenso de las tasas de mortalidad. En nuestro país el cambio demográfico llegó tras la
epidemia de gripe de 1918, reflejándose durante la etapa primorriverista de más
estabilidad19.
La población española había aumentado en 5 millones de habitantes en tres décadas
alcanzando en 1930 las 23.677.794 personas20. Con ello aumenta la densidad media de
población, que crece en 0,9 puntos en treinta años, llegando a una media de 46,7
19
GARCÍA DELGADO, J.L., SÁNCHEZ JIMÉNEZ, J., TUÑÓN DE LARA, M., Los comienzos del
siglo XX. La población, la economía, la sociedad. (1898-1931), Espasa-Calpe, Madrid, 1984 en JOVER
ZAMORA, J. M. (Coord.), Historia de España, T. LXIX pp. 184-185. Durante el año 1926 se
experimenta un crecimiento vegetativo del 1,98 por 100. Algo insólito, ya que en los años posteriores el
crecimiento se mantiene en torno al 1,1 por 100 dice García Delgado. Para conocer más sobre la
demografía en España durante la Edad Moderna, ver SALAS AUSÉNS, J. A. (Coord.), Migraciones y
movilidad social en el Valle del Ebro (ss. XVI-XVII), UPV-EHU, Bilbao, 2006. 20
Población «de hecho» según el Censo de la población de España en 1930, T. 1. Vid. Instituto Nacional
de Estadística http://www.ine.es/inebaseweb/treeNavigation.do?tn=92530&tns=98276#98276. La
población «de hecho» en 1900 era de 18.642.097. Vid. Censo de la población de España en 1900,
Instituto
Nacional
de
Estadística,
T.
1
http://www.ine.es/inebaseweb/treeNavigation.do?tn=71824&tns=69531#69531 ‐ 15 ‐ habitantes por kilómetro cuadrado. Las provincias del litoral mantienen una densidad
más elevada mientras que el interior –a excepción de la provincia de Madrid- no alcanza
los 40 habitantes por Km2. Las provincias más pobladas a comienzos de siglo son
Vizcaya, Barcelona, Pontevedra, Guipúzcoa y Madrid21.
Serán la modernización de la higiene y el fin de las guerras coloniales las principales
causas de la disminución de la mortalidad y del consecuente aumento demográfico22. La
mortalidad, que era del 33 por 1000 a principios de siglo, se reduce a un 17 por 1000
anual ya en la tercera década del siglo XX. La mortalidad infantil –menores de un añose redujo de un 204 a un 117 por 100023. Este alto índice reflejaba la deficiente política
sanitaria del país24. Dentro del progresivo avance demográfico español, cabe destacar un
paréntesis de recesión poblacional; la epidemia de gripe de 191825. Durante este año, el
país experimentó un crecimiento poblacional negativo, algo no repetido hasta 1936. Los
avances en sanidad propiciaron un aumento en la esperanza de vida pasando de 35 años
a principios de siglo XX a 50 en los años 30. A esta modernización de la mortalidad le
siguió, como es lógico, un descenso de la natalidad del 34 al 29 por 1000 en las tres
últimas décadas. La tasa de fecundidad matrimonial condiciona el decrecimiento de la
natalidad, pasando de 1,509 hijos por matrimonio a 1,181 en 193026. La prensa pudo
jugar un papel relevante al informar de métodos de control de natalidad.
El despegue de los sectores industrial y servicios en detrimento del agrario, provoca
un éxodo rural. Las seis ciudades con más de 100.000 habitantes que había a principios
21
GARCÍA DELGADO, J. L. et al, Los comienzos del siglo XX..., p. 225. A principios de siglo, un elenco de enfermedades infecciosas y parasitarias causaba una gran mortalidad
entre la población española –tuberculosis, neumonía, fiebres tifoideas, sarampión y gripe-. Las
enfermedades infecciosas, que causaban alrededor del 34 por 100 de las defunciones, se reduce durante
las tres primeras décadas hasta llegar al 28 por 100. GARCÍA DELGADO, J. L. et al, Los comienzos del
siglo XX..., p. 187-193. No sólo caídos en combate. El número de muertes por enfermedad en Cuba y
Filipinas es unas 25 veces mayor que el de las bajas en el frente. ibíd. p. 203. Recientemente, Juan Ramón
Cerdeira ha defendido una tesis doctoral sobre la higiene en Logroño a finales del siglo XIX, vid.
Políticas de higiene municipal en Logroño a lo largo del último tercio del siglo XIX, Universidad de la
Rioja, Logroño, 2013, Dialnet, http://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=40348 23
GARCÍA DELGADO, J. L. et al, Los comienzos del siglo XX... p. 208. 24
La ley en vigor era la Ley de Sanidad de 1855. Gaceta de Madrid, núm. 825, 06/04/1855, p. 4. 25
También llamada gripe española -«spanish flu»-. Fue una gripe de origen aviar producida por el virus
A(H1N1). El impacto fue a nivel mundial, pero como España no estaba involucrada en la Gran Guerra, la
prensa de nuestro país informó de lo ocurrido mejor que otras prensas sometidas a censuras. Murieron
entre 50 y 70 millones de personas. En España acabó con la vida de unas 260.000 personas.
Especialmente en los meses de septiembre, octubre y noviembre de 1918, durante los que perecieron el
75% de los casos. Recientemente un estudio publicado por la revista médica Clinical Infectious Diseases
ha
realizado
un
estudio
sobre
esta
epidemia.
Vid.
Revista
SINC
http://www.agenciasinc.es/Noticias/Revisan-la-epidemia-de-la-gripe-Espanola-de-1918-en-Espana 26
NADAL, J., Apéndice sobre Historia de la población española en REINHARD, M. y ARMENGAUD,
A., Historia de la población mundial, Ariel, Bacelona, 1965 p. 707. 22
‐ 16 ‐ de siglo pasaron a ser once. La población que habitaba en núcleos de más de 10.000
habitantes pasó de representar un 32 a un 43 por 10027. El éxodo rural se refleja en la
población de los pequeños núcleos –menos de 2.000 habitantes-, que a comienzos de
siglo representan el 27 por 100 de la población reduciéndose hasta el 20 por 100 en los
años 3028. Para entender esto, es necesario destacar el crecimiento de la población
industrial, que pasa ser de ser el 21,4 por 100 en 1920 -1.703.000 habitantes- a
representar el 30,9 -2.731.000- en 1930. A cambio, la población agraria se reduce hasta
el 47,3 por 100 del total, mientras la población dedicada al sector servicios aumentaba
1,3 puntos, llegando al 21,7 por 100. La geomorfología del territorio es determinante a
la hora de configurar las corrientes migratorias, siendo las ciudades de Madrid, Sevilla,
Valencia y las provincias actuales de Barcelona y Vizcaya los principales núcleos
receptores de inmigración. En cuanto a la emigración exterior anterior de la Gran
Guerra, España ocupaba el primer puesto en emigración europea con un saldo
migratorio del 12 por 1000. Es a principios de siglo, con la Real Orden del 8 de abril de
1903, que suprimía la necesidad del pasaporte, cuando se alcanzan los mayores índices
migratorios, siendo Francia y Argentina los principales destinos29. Especialmente
significativa es la emigración a Francia durante la Primera Guerra Mundial, debido a la
falta de mano de obra en el país vecino. Entre los años 1916 y 1918 unos 220 millares
de españoles, procedentes en su mayoría del campo levantino, emigran a Francia. De
este número sólo regresaron unos 100.00030. En lo que se refiere a la provincia de
Logroño, resaltar las migraciones hacia América, aunque debemos resaltar que con unos
índices inferiores a la media española31.
Según el censo de 1930, por primera vez en la historia de nuestro país, el número de
trabajadores en la industria y en el sector servicios superaba al de trabajadores agrarios.
Datos de industrialización que ya se habían alcanzado en Inglaterra a comienzos del
siglo XIX. Vemos un adelanto socioeconómico de otros países europeos respecto a
España en los índices de natalidad y mortalidad; en 1887 las tasas de mortalidad y
natalidad españolas se situaban en un 35,6 y un 31,1 por 1000 respectivamente, mientras
27
TUSELL, J., Manual de Historia de España. Siglo XX, Historia 16, Madrid, 1994, p. 302. En el año 1930 las ciudades más pobladas son Barcelona -1.005.565 habitantes- y Madrid -952.832-.
GARCÍA DELGADO, J. L., Los comienzos del siglo XX…, p. 400. 29
GARCÍA DELGADO, J.L., «Migraciones interiores y emigración exterior de España» en GARCÍA
DELGADO, J. L. et al, op. cit., pp. 249-294. 30
NADAL, J., op. cit., p. 697-698.
31
Ver GURRÍA GARCÍA, P. A. y LÁZARO RUIZ, M., «La emigración riojana a América durante la
Restauración» en Berceo, n. 135, IER, Logroño, 1998, pp. 57-83. 28
‐ 17 ‐ que en Francia estos índices se situaban entre los 23,3 y 22,1 puntos. La transición
demográfica viene también acompañada de un crecimiento del índice de alfabetización.
España experimentó una evolución posterior a otros países europeos. Prueba de ello es
la tardía creación –en el año 1900- de un Ministerio de Educación mientras que Francia
ya contaba con este departamento desde 1828. En 1877 el índice de alfabetización del
país era del 28,49 por 100 mientras que en el año 1930 había alcanzado el 67,6. La
evolución del papel de la mujer en la sociedad se refleja en la tasa de alfabetización
femenina, que aumentará del 29 al 50 por 10032. Las mujeres empezaron a tomar cada
vez más importancia en la sociedad, no sólo en el ámbito académico sino también en el
laboral, representando progresivamente una mayor parte de la población trabajadora del
país y siendo la I Guerra Mundial el punto de inflexión en la entrada de la mano de obra
femenina en el mercado laboral.
La sociedad no coincidía con la de un país excesivamente atrasado. Salvo en
periodos como el de Silvela -1899-1900- o el de Primo de Rivera, la aristocracia
tradicional no había jugado un papel político importante y la tendencia era recesiva. En
cambio, nació una nueva casta de políticos y burgueses que fueron incorporados a la
nobleza. Esto demuestra la gran movilidad de la sociedad española, cuya clase política
estaba formada por provincianos de clase media como Maura, Dato o Alba, que
procedían de Mallorca, La Coruña y Zamora respectivamente.
Las diferencias sociales eran apreciables. No sólo desde la diferenciación de clases,
sino también entre la misma clase trabajadora. Por ejemplo, el jornal de un obrero
industrial llegaba a duplicar al de un bracero agrario. El Instituto de Reformas Sociales
introdujo avances como la jornada de ocho horas, aumentó el sindicalismo y se
mejoraron las condiciones laborales. A pesar de estas mejoras, la clase trabajadora
española estaba muy lejos de lo conseguido por el resto de países europeos, cuyos
trabajadores ya gozaban de beneficios como baja por maternidad, seguro de
enfermedad, seguro de paro generalizado y salarios mucho mayores33.
32
TUSELL, J., Manual de Historia de España…, p. 306. TUSELL, J., Manual de Historia de España…, p. 309. Para Tuñón de Lara, «Pretender una historia del
movimiento obrero, o del movimiento empresarial o de la agricultura o del pensamiento como entidades
escindidas de la historia de cada sociedad no es tan sólo una arbitrariedad intelectual; es también una
mutilación, una marginación que ignora una conquista esencial del pensamiento; la metodología de los
conjuntos. El movimiento obrero, desde que puede definirse con perfil y rasgos netos a mediados del
siglo XIX, es una pieza esencial de nuestra historia. […] Desde esas fechas, la vida nacional no puede
concebirse sin los obreros; y, a su vez, sin las peculiaridades de la historia nacional toda idea del
33
‐ 18 ‐ Así describía Manuel Azaña los contrastes de la sociedad española desde el exilio.
La sociedad española ofrecía los contrastes más violentos. En ciertos núcleos
urbanos, un nivel de vida alto, adaptado a todos los usos de la civilización
contemporánea, y a los pocos kilómetros, aldeas que parecían detenidas en el siglo
34
XV .
1.2. Economía
Durante el siglo XIX la agricultura experimentó dos procesos; una revolución y una
expansión agraria. Durante la primera mitad del siglo la reforma liberal intentó cambiar
el régimen de explotación agrario del Antiguo Régimen por uno de propiedad completa,
libre e individual. Para ello se pusieron en marcha procesos de desamortización, además
de otras medidas como la supresión de mayorazgos y de prácticas comunales como la
derrota de mieses35. El otro proceso fue el de expansión agraria. Se intensificó –
mediante cambios técnicos- y se amplió la superficie cultivada y se especializó la
producción. Entre 1860 y 1930 la superficie cultivada en España aumenta en seis
millones de hectáreas. La mitad de las nuevas tierras estaban dedicadas a la explotación
cereal. Disminuyeron los barbechos y los eriales temporales.
La nueva estructura de la propiedad perjudicó a la ganadería lanar, lo que provocaría
el hundimiento de este sector a mediados del siglo XIX. La práctica desaparición de la
trashumancia propició un auge de la ganadería estante –especialmente de la porcinagracias al incremento de la demanda de carne, motivado por el crecimiento de las
ciudades36. A partir de la década de los años 80 se produce una crisis en el sector
agrario, dentro de las leyes del capitalismo, debido a la competitividad de mercados
extranjeros –Argentina, EE.UU., Rusia, Canadá-. Este abaratamiento de los productos
extranjeros se debía a una agricultura extensiva con una producción muy elevada y a un
movimiento obrero caería en la abstracción más estéril». TUÑÓN DE LARA, M., El movimiento obrero
en la Historia de España, Taurus, Madrid, 1972, p. 12. 34
AZAÑA, M., Causas de la guerra de España, Barcelona, Crítica, 1986, p. 23. en MORADIELLOS, E.,
La Guerra de España (1936-1939), RBA, Barcelona, 2012, p. 32. 35
Francisco Tomás y Valiente resume el proceso desamortizador en España –desde Carlos III hasta
Madoz- en, El marco político de la desamortización en España, Ariel, 1977. Amplía el periodo histórico
Germán Rueda en «El proceso de la desamortización de bienes de origen eclesiástico (1769-1964) en
España. Cuantificación y consecuencias socioeconómicas», pp. 177-204, en BODINIER, B., CONGOST,
R. y LUNA, P. F., De la Iglesia al Estado: las desamortizaciones de bienes eclesiásticos en Francia,
España y América Latina», Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 2009. 36
La trashumancia es de vital importancia para entender la ganadería en el territorio peninsular desde el
medievo. Para conocer más, ver ELÍAS PASTOR, L.V. y NOVOA PORTELA, F. (Coords.), Un camino
de ida y vuelta. La trashumancia en España, Lunwerg y MEC, Madrid y Barcelona, 2003. ‐ 19 ‐ descenso de los costes del transporte marítimo gracias a los avances en navegación. La
caída de los precios fue mayor en las zonas de costa debido a la facilidad de
abastecimiento exterior.
El tardío proceso de industrialización en España fue debido a distintas causas; falta
de espíritu empresarial, escasez de productos naturales y una situación política
inestable. Aquí se produce una contradicción económica e ideológica de las clases
dominantes; un desfase entre las velocidades de progreso económico y social. Se trata
de una burguesía que tras haber pactado con la nobleza, toma de ésta los ideales del
Antiguo Régimen37.
Por su tradición agraria, la industria predominante durante la segunda mitad del
siglo XIX fue la agroalimentaria. Nuevos sectores como el metalúrgico o el químico
fueron ganando terreno. La minería fue creciendo de igual forma. La extracción de
carbón, centrada en Asturias, no fue muy relevante debido a la gran competencia
exterior y a una hulla de baja calidad. Sí tuvo, por el contrario, importancia la minería
del hierro en Vizcaya, convirtiéndose España en un país exportador de este mineral.
Durante las tres primeras décadas del siglo XX, la industria del país experimentó un
crecimiento paulatino. Nuevas energías como el petróleo o la electricidad sustituyen al
carbón autóctono, de baja calidad. Los avances científico-tecnológicos permitieron la
electrificación, y la normalización del uso del teléfono, la radio –a partir de los años 20y en menor medida, del automóvil. En estas décadas se produce una transformación
industrial. Crecen nuevas industrias como la química, la siderúrgica, la eléctrica o la
construcción. No participar en la Gran Guerra (1914-1918) convierte a España en un
país exportador. Este crecimiento es prácticamente ficticio y sólo generará tensiones
sociales debido al carácter puramente especulador de la economía española. Esto se
debía a la discordancia entre la inversión y los salarios frente a las altas ganancias38.
Tras la expansión económica desarrollada durante la contienda, la economía tuvo que
volver a centrarse en el mercado interno. Las dificultades de enfrentarse a una nueva
37
Francisco Comín hace un resumen de las malas prácticas económicas. Como conclusión, afirma que
«El mayor fraude fiscal en España, incluso en relación a otros países europeos, surgía de factores que se
reforzaban mutuamente: la estructura política –no democrática- y social –basada en el caciquismosostenía unos gobiernos que sólo atendían a los intereses de las clases que tenían el control político».
COMÍN, F., «Corrupción y fraude fiscal en la España Contemporánea» pp. 53-109 en GONZÁLEZ
JIMÉNEZ, M., PIETSCHMANN, H., COMÍN, F. y PÉREZ, J., Instituciones y corrupción en la Historia,
Universidad de Valladolid, Valladolid, 1998, p. 97. 38
PALAFOX, J., Atraso económico y democracia: La Segunda República y la economía española,
Crítica, Barcelona, 1991, p. 77. ‐ 20 ‐ reconversión y el clima de conflictividad obrera provocaron una fuerte recesión en la
economía española tras la Gran Guerra39.
Las políticas gubernamentales fueron siempre proteccionistas –especialmente
durante la dictadura de Primo de Rivera- frente al librecambio y las empresas
establecieron acuerdos para fijar precios40. Estas prácticas produjeron unos altos precios
que limitaron la demanda41. Además de políticas arancelarias, se concedieron
numerosas ayudas a las empresas. El reflejo de estas medidas fue una baja
productividad y una nula competitividad con el exterior. Sin embargo, fomentaron el
avance tecnológico y la consolidación de un mercado interior con una mejora de las
infraestructuras de transporte. Para José Luis Ollero, Sagasta, el cual «encajaba a la
perfección con las inquietudes materiales de la militancia progresista», tuvo un papel
principal en la articulación ferroviaria del país.
Queremos ferro-carriles aunque para conseguirlo sea preciso arrojar la casa por la
ventana. No la arrojeis, señores, que buena falta nos ha de hacer esa casa, y aun con
ella no hemos de tener bastante para atender a las necesidades de los primeros caminos
de hierro. Arrojadla; haced caminos de hierro sin reflexión, y ya veréis los resultados
42
que obtendreis. Haced caminos de hierro, sí, pero que sea con previsión .
39
SIMÓN SEGURA, F., Manual de Historia económica mundial y de España, Centro de Estudios
Ramón Areces, Madrid, 1990, pp. 616-617. 40
PALAFOX, J., op. cit., pp. 79-98. 41
En la sesión parlamentaria del 19 de diciembre de 1894, Sagasta y Cánovas discutían por repartirse los
antagónicos papeles de «proteccionista» y «librecambista», siendo esta última doctrina renegada
enérgicamente por ambos líderes. Sagasta dice en su discurso: «SS. SS. [la minoría conservadora] toman
el libre cambio como un arma para asustar a las gentes, como un arma que esgrime el partido liberal en
contra de la producción; […] en realidad no ha habido soluciones de Gobiernos liberales que tengan el
carácter de librecambistas, por más que, claro está, como en el partido liberal existen más librecambistas
que en el conservador, y eso que también en el conservador los hay y los ha habido... (El señor Cánovas
del Castillo hace signos de negación). «Debate sobre el tema arancelario», Réplica, Congreso de
Diputados, Legislatura: 1894-1895, 19 de diciembre de 1894, pp. 31.778-31.780 en Fundación Sagasta,
Universidad
de
la
Rioja,
http://www.unirioja.es/buscasagasta/registro.jsp?id=1602&cad=Sesi%F3n:%2019%20de%20diciembre%
20de%201894&tipoBusqueda=alguna&resalta=0 42
A pesar de su empeño por la continuar la ampliación de la red ferroviaria, Sagasta no estaba conforme
con apartar a la iniciativa privada de las construcciones. El político liberal consiguió desviar los
recorridos hacia las provincias de Zamora –provincia por la que era diputado- y Logroño –su tierra natal-.
DSC, Congreso, Cortes Constituyentes de 1854, sesión del 17 de abril de 1885, p. 3.865 en OLLERO
VALLÉS, J. L., Sagasta. De conspirador a gobernante, Marcial Pons, Madrid, 2006, pp. 171-178. Para
más información acerca de la red ferroviaria riojana, ver DELGADO IDARRETA, J. M., (Coord), Un
viaje sobre raíles. La Rioja (1863-2013), IER, Logroño, 2013, en concreto el trabajo de Rebeca Viguera
Ruiz, «Sagasta y los «caminos de hierro» en los debates parlamentarios (1855-1871). Una nueva apuesta
progresista para el ferrocarril», pp. 79-110. ‐ 21 ‐ 1.3. Del turno a la Dictadura
Tras la experiencia democratizadora del «Sexenio», España volvió al liberalismo
censitario. El «sistema de turno», ideado por Antonio Cánovas del Castillo, se
mantendrá intacto en España durante más de medio siglo.
Así describía Benito Pérez Galdós el panorama político de la Restauración:
Los políticos se constituirán en casta, dividiéndose, hipócritas, en dos bandos
igualmente dinásticos e igualmente estériles, sin otro móvil que tejer y destejer la jerga
de sus provechos particulares en el telar burocrático. No harán nada fecundo; no
crearán una nación; no remediarán la esterilidad de las estepas castellanas y
extremeñas; no suavizarán el malestar de las clases proletarias. Fomentarán la artillería
antes que las escuelas, las pompas regias antes que las vías comerciales y los
43
menesteres de la grande y pequeña industria .
1.3.1. Vuelta de la monarquía borbónica y consolidación del caciquismo
El 29 de diciembre de 1875 el general Arsenio Martínez Campos protagonizaba un
pronunciamiento militar en Sagunto. La «República de Serrano», falta de respaldo
popular, fue derogada. En su lugar se restauraba la Monarquía borbónica en la figura de
Alfonso XII, hijo de Isabel II -reina depuesta con la llegada de la Revolución de 1868,
conocida como la «Gloriosa»-. El cambio de régimen respondía a distintos intereses
sociales y económicos; la alta burguesía pedía un clima de estabilidad política para
desarrollar sus actividades económicas, los latifundistas temían cambios en la
ordenación de la propiedad agraria, las clases dominantes de las colonias veían peligrar
sus intereses si se abolía la esclavitud y el ejército y la Iglesia eran histórica y
abiertamente antiliberales.
El mecanismo de la Restauración se había empezado a desarrollar alrededor del año
1870. El proyecto toma forma en diciembre de 1874 con el Manifiesto de Sandhurst44.
Mediante esta declaración –firmada por Alfonso XII y orquestada por Cánovas- el Rey
argumentaba la necesidad de una vuelta a la tradición borbónica. Esta declaración de
intenciones fue publicada el 27 de diciembre de 1874 y dos días más tarde, el
pronunciamiento ponía el futuro del país en manos de Cánovas, cumpliendo así las
aspiraciones de retorno pacífico a la monarquía del político moderado. Se redactaba una
43
44
PÉREZ GALDÓS, B., Cánovas, Episodio Nacional, XLVI;, Alianza Editorial, Madrid, 1980, p. 179. TUÑÓN DE LARA, M., La España del siglo XIX, Laia, Barcelona, 1977, p. 27. ‐ 22 ‐ constitución en 1876 -imitaba a la moderada de 1854 aunque con influencias de la de
1869- que reflejaba los nuevos cambios políticos.
El Rey y las Cortes compartían ahora el poder. Cabe destacar de la nueva
Constitución el sufragio censitario, la existencia de dos cámaras o el Estado confesional
dentro de la libertad de culto. Las primeras medidas del nuevo gobierno dirigido por
Cánovas fueron aplastar con dureza los focos carlistas y pacificar la situación en Cuba
mediante la paz de Zanjón.
La principal novedad del nuevo sistema político era el turno pacífico de partidos.
Esta nueva táctica sustituía a la tradicional pugna entre moderados y progresistas, ahora
llamados conservadores –Partido Liberal Conservador- y liberales –Partido Liberal
Fusionista-. El nuevo marco político sustituía a la lucha constante entre dos facciones
que se resolvía mediante pronunciamientos militares a favor de un bando u otro.
Inspirado en el bipartidismo entre «toryes y wights» británicos, el antiguo presidente de
la Unión Liberal intentó acabar con el monopolio de los moderados, con la «excesiva
democratización» progresista, combatir el tradicionalismo, excluir de la política a
republicanos, cantonalistas y al movimiento obrero y restaurar el «orden perdido»
durante el «Sexenio», lo que incluía devolver a la Iglesia un papel predominante en la
vida pública. Aunque en sus comienzos el Gobierno de Cánovas fue autoritario, en 1881
cedieron el poder a los liberales. Éstos, conscientes de su participación en el sistema de
turno, no sobrepasaron los límites del juego. Cuando introdujeron el sufragio universal
en junio de 1890, no se puso en duda la «nueva» monarquía. El sistema estaba tan bien
consolidado que la ampliación de los sufragios era algo anecdótico. Los dos partidos
participantes monopolizaron la política de la Restauración. Se trataba de agrupaciones
de notables -más que de partidos propiamente dichos- de escasa movilización, y activas
exclusivamente en periodos electorales. Sin estatutos ni cohesión ideológica, los
partidos se organizaban en torno a figuras destacadas. Por ello, las prácticas tránsfugas
fueron comunes. El turno pacífico se pactaba mediante un sistema jerárquico clientelar.
En primer lugar, se procedía a un encasillado de las circunscripciones electorales,
estableciéndose en función de cuál debía ser el partido ganador. El mecanismo caciquil
hacía el resto. Los métodos empleados eran el «pucherazo», la coacción o el
intercambio de favores. En este sistema sólo había cabida para los dos partidos
mayoritarios, aunque las grandes ciudades escapaban de la dominación caciquil. Esta
mala imitación del modelo británico fue duramente criticada por sociólogos europeos
‐ 23 ‐ contemporáneos como Maurice Hauriou o Max Weber45. Cuando un gobierno estaba
agotado, la Corona le retiraba el poder y encargaba la formación de un nuevo gobierno
al líder de la oposición. Ambos partidos pactaban el resultado de las elecciones para que
el partido gobernante obtuviera una amplia representación en la Cámara. De los 400
diputados de las Cortes, 230-240 se adjudicaban al partido que contaba ahora con la
confianza del Rey, mientras que la oposición se conformaba con unos 100 escaños. La
centena restante escapaba al encasillado y era representada por los partidos
«antisistema».
Este sistema no fue institucionalizado hasta el Pacto del Pardo -188546-, coincidiendo
con la muerte de Alfonso XII. La falta de cohesión ideológica amenazaba el sistema.
Sagasta había visto debilitado su poder por una corriente a la izquierda –Izquierda
Dinástica-47, a Cánovas le había ocurrido algo similar con un sector ultracatólico.
Ambos líderes entendieron la necesidad de un turno pacífico para salvaguardar el
proceso de restauración. En este momento el poder pasa de Cánovas a Sagasta. Durante
los cinco años de gobierno liberal, cabe destacar la Ley de Prensa de 1883, la Ley de
Asociaciones de 1887, el Juicio por Jurados de 1888, el Código Civil de 1889 y la
introducción del sufragio universal masculino en 189048.
Durante los años finales del siglo XIX, La Rioja experimenta –aunque con
excepciones como el caso de la industria textil- un progreso económico tanto en el
campo como en la industria y en el comercio. Esto permitirá la consolidación de una
burguesía cuyo carácter advenedizo marcará la inclinación política de la provincia,
45
Fernández Sarasola describe las impresiones de estos dos sociólogos. Weber hablaba de «elecciones
fabricadas desde arriba» para referirse al sistema electoral español, en FERNÁNDEZ SARASOLA, I.,
Los partidos políticos en el pensamiento español. De la Ilustración a nuestros días, Marcial Pons,
Madrid, 2009, pp. 199-200. 46
Ibid., pp. 51-53.
47
Disidentes liberal-fusionistas y demócratas se unían en torno a las figuras de Moret y Serrano. Pedían
una constitución más parecida a la del 69 que a la del 76. El hábil político riojano supo siempre rodearse
de sus nuevos adversarios, neutralizando así la iniciativa izquierdista. MILÁN GARCÍA, J. R., Sagasta o
el arte de hacer política, Biblioteca Nueva, Madrid, 2001, pp. 325-338. 48
La conocida como Ley Gullón pervivió durante la Segunda República aunque tuvo que convivir con
leyes contradictorias como la Ley de Defensa de la República –promulgada el 21 de octubre de 1931- y la
Ley de Orden Público del 28 de julio de 1933. Durante la primera se restringieron los ataques subversivos
a las instituciones republicanas siendo El Debate, ABC, El Heraldo de Madrid, La Época, Mundo Obrero
y algunas publicaciones vasco-navarras de carácter tradicionalista las publicaciones más perjudicadas por
la nueva ley. Ya en el Bienio radical-cedista la Ley de Orden Público significó el establecimiento de una
censura previa en caso de estado de alarma. Esto se consolidó tras la revolución de octubre, momento
desde el cual se establecerá la censura previa hasta el día 9 de febrero de 1936. SEOANE, M. C. y SAIZ,
M., D., Cuatro siglos de periodismo en España. De los avisos a los periódicos digitales, Alianza, Madrid,
2007, pp. 207-209 ‐ 24 ‐ decantándose hacia el liberal-fusionismo. El dominio liberal se asienta en la provincia
gracias a una red clientelar tejida por Sagasta basada en el nepotismo49.
El precio a pagar por la milagrosa estabilidad del sistema fue una corrupción sin
precedentes. La falta de «mentalidad de partido» permitía unas estructuras clientelares
basada en personalismos, que fue especialmente exitosa en zonas rurales.
En el último cuarto de siglo se configuran en España los nacionalismos periféricos.
El nacionalismo vasco de Sabino Arana -1895- surge como una respuesta frente a la
influencia capitalista y socialista en las zonas industriales y mineras del territorio
histórico. En Cataluña surge la Renaixença, un movimiento romántico y cultural que
derivó hacia posiciones políticas.
La situación geoestratégica de La Rioja, vulgarmente conocida como «tierra de
paso» o «cruce de caminos» y la carencia de una lengua o una etnia diferenciada,
dificulta y dificultó el sentimiento identitario riojano. A pesar de ello, encontramos
aspectos curiosos como la autodenominación de «riojanos» por parte de los habitantes
de la Provincia de Logroño desde finales del siglo XIX. Este sentimiento, aunque pobre
desde el punto de vista histórico –basado en argumentos mitológico sobre unas
realidades como la defensa de la ciudad de Logroño frente a los franceses en 1521 o la
Batalla de Clavijo, durante el reinado de Ramiro I de Asturias, en torno al año 844-,
estuvo impulsado por intereses económicos y administrativos reivindicados por la
mayor parte de la población. El movimiento autonomista alcanzó sus objetivos el 9 de
junio de 1982 con la creación de la Comunidad Autónoma de La Rioja50.
49
De las 64 actas de diputado repartidas entre 1890 y 1923 –periodo comprendido entre la adopción del
sufragio universal y la instauración de la dictadura militar- en la Provincia de Logroño, 58 pertenecieron a
liberales, 5 a conservadores y sólo una a los republicanos. DELGADO IDARRETA, J. M., «La Rioja» en
VARELA ORTEGA, J., El poder de la influencia. Geografía del caciquismo en España (1878-1923),
Marcial Pons, Madrid, 2001, pp. 497-509. 50
Sergio Andrés Cabello reflexiona sobre la identidad riojana en «Definición y dinámica de la identidad
riojana» en CAPELLÁN DE MIGUEL, G., La Rioja. Constitución y desarrollo de una Comunidad
Autónoma, Gobierno de La Rioja, Logroño, 2002, pp. 331-339. ‐ 25 ‐ 1.3.2. Crisis del «sistema de turno»
El desastre colonial de 1898 produjo una fuerte conmoción ideológica en la sociedad
española51. La llegada al trono de Alfonso XIII coincide con el liderazgo de Canalejas y
Maura al frente de los partidos liberal y conservador respectivamente tras el asesinato
de Cánovas en 1897 y la muerte de Sagasta en 1903. Ambos políticos, influenciados por
el regeneracionismo, intentaron reformar el corrupto e inoperante sistema político52. La
caída del Gobierno de Maura tras la represión en la Semana Trágica de Barcelona 1909-, permitió la llegada de José Canalejas, que fue más lejos en la reforma de lo que
lo había hecho su predecesor con su «revolución desde arriba». Se aprobó la Ley del
candado –que limitaba la influencia de la Iglesia tras la cesión moderada en el
Concordato de 1851- , se sustituyó el impuesto de consumos por uno progresivo de
renta y se mejoraron las condiciones laborales entre otras medidas.
La precaria situación social permitió una fuerte implantación de organizaciones
obreras. La mirada hacia Rusia era inevitable; en febrero había caído el zarismo y en
octubre se produjo la revolución bolchevique. El clima revolucionario caló en la
sociedad española durante los años 1918-1920, lo que se denominó como «trienio
bolchevique»53. El desconcierto en el ejército se manifestó abiertamente mediante
denuncias de las Juntas de Defensas ante la inviable estructura del ejército. La situación
política no era mejor; Romanones había clausurado las Cortes en julio de 1916 y su
sustituto Dato no sólo no las reabrió, sino que declaró el Estado de excepción ante las
quejas de los grupos de la oposición. Ante esto, la Lliga Regionalista organizó unas
Cortes Constituyentes en julio de 1917, desautorizadas por el gobierno, a la que sólo
acudieron catalanistas, republicanos y socialistas54. En agosto la UGT llamaba a la
huelga general y las protestas laborales adquirieron un carácter político. Otras
51
Sólo pimargallistas, socialistas y anarquistas se habían opuesto a la guerra colonial. María Cruz Seoane
califica la reacción de la prensa de contradictoria. Ver SEOANE, M.C., Historia del periodismo en
España. El siglo XIX, Alianza, Madrid, 1983, vol. II, pp. 315-316. 52
Previamente, ante el mal funcionamiento del sistema político, Joaquín Costa había propuesto la
doctrina del «cirujano de hierro» y Gumersindo de Azcárate proponía un sistema político en el que las
masas estuvieran en contacto directo con los líderes. FERNÁNDEZ SARASOLA, I., op. cit, pp. 202-203.
La obra más transcendente de Joaquín Costa es Oligarquía y caciquismo como la forma actual de
gobierno en España: Urgencia y modo de cambiarla, T. 1, Guara, Zaragoza, 1982. Para conocer más
sobre la figura de Gumersindo de Azcárate, ver CAPELLÁN DE MIGUEL, G., Gumersindo de Azcárate:
biografía intelectual, Junta de Castilla y León, Valladolid, 2005. 53
Vid. CASANOVA, J. y GIL ANDRÉS, C., Breve Historia de España en el siglo XX, Ariel, Barcelona,
2012, pp. 57-61. 54
Vid. TUÑÓN DE LARA, M., La España del siglo XX, la quiebra de una forma de estado (1898-1931),
Laia, Barcelona, 1977, pp. 59-62. ‐ 26 ‐ manifestaciones del descontento de las clases populares fueron los levantamientos
campesinos en el sur, o el clima de violencia paramilitar en la «Barcelona del
pistolerismo». La debilidad del sistema y la pérdida de hegemonía de los partidos
dinásticos se volvió a manifestar por medio de una represión desmedida.
La latente crisis política alcanzaba ya a los dos grandes partidos, que se
descomponían siguiendo a sus cabezas más visibles. Tal fue la fragmentación –datistas,
mauristas, ciervistas, romanonistas, garciprietistas, albistas…- que fue imposible crear
nuevos gobiernos. Ante esta situación se recurrió a los «gobiernos de concentración».
Estos débiles gobiernos, cuyos partidos integrantes no reunían la mayoría de la Cámara,
recurrieron a medias excepcionales como la suspensión de garantías constitucionales o
el cierre del Parlamento.
Lo que acabó por confirmar la caducidad del sistema político fue la derrota en
Annual -1921-. El conflicto de Marruecos era una guerra colonial imperialista que sólo
beneficiaba a un pequeño sector empresarial y a los militares arribistas. La derrota del
general Silvestre, en la que murieron 12.981 personas55, ratificaba la inutilidad de la
impopular guerra. La superficialidad con la que se debatió en las Cortes el informe en el
que se exponían las negligencias de la matanza –Expediente Picasso-, fue el detonante
para que el general Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, diera un golpe
militar el 13 de septiembre de 1923.
1.4. De Primo de Rivera a Aznar
El manifiesto del golpe de Estado redactado por Primo de Rivera presentaba
influencias populistas y regeneracionistas. Sin embargo, pese a la declaración de
renovar un sistema caduco, también se buscó poner freno a los avances democráticos.
Entre los sectores que apoyaron el golpe encontramos militares, políticos monárquicos,
sectores de la burguesía y el propio Rey. La dictadura suele dividirse en dos periodos;
Directorio Militar y Directorio Civil. A pesar de esta periodización, podemos entender
la dictadura como un régimen militar que intentó institucionalizarse. Admirador de
Mussolini, el «cirujano de hierro» auspiciado por Costa se acercó a los planteamientos
55
TUÑÓN DE LARA, M., La España del siglo XX…, p. 138. ‐ 27 ‐ corporativistas del «duce» pero nunca se llegó a desarrollar un régimen propiamente
fascista en España56.
El primer síntoma de que la legalidad constitucional había sido violada, además del
pronunciamiento militar en sí, fue la incumplida promesa de durar 90 días en el
Gobierno. Transcurrido este plazo, los presidentes del Parlamento y del Senado,
pidieron al Rey la convocatoria de elecciones, tal y como dictaba la Constitución. Ante
esto, Primo de Rivera destituyó a ambos. El primer paso de la dictadura fue sustituir a la
clase política dirigente por un directorio militar. Se declaró el estado de guerra y todos
los poderes fueron traspasados a manos militares.
El nuevo escenario político contaba con el beneplácito de la mayor parte de las clases
dominantes. Republicanos y socialistas optaron por mantener una postura silente y el
PSOE y la UGT aconsejaron a sus militantes que no participaran en «movimientos
estériles» como las minoritarias protestas de comunistas y anarquistas57. Establecido el
orden, el dictador normalizó la situación en Marruecos pactando con Francia un acuerdo
de mutua defensa y archivando el Expediente Picasso. A partir de diciembre de 1925
surge un deseo de perpetuación del régimen por parte del general, que fijándose en la
situación en Italia, inicia un proceso de «civilización de la política». Inspirado en la
derecha católica «filofascista» que Ángel Herrera Oria estaba consolidando en España,
Primo de Rivera creó la Unión Patriótica58. Las altas en el nuevo partido oficialista
fueron propiciadas por un oportunismo en el que incluso los caciques de la España
anterior a la dictadura tenían cabida. Su carácter ecléctico permitió la integración de casi
la
totalidad
del
espectro
monárquico59.
Encontramos
mauristas,
ciervistas,
socialcatólicos, liberales… Esta amplia amalgama, sumada a la falta de motivación propia de un partido oficialista- hizo de la UP una formación débil que nunca cumplió
las expectativas a las que aspiraba. Teniendo por lema «Patria, Religión y Monarquía»,
56
Tusell reflexiona sobre el carácter del nuevo régimen en TUSELL, J., Manual de Historia de España…,
pp. 230-231. 57
Con el estado de guerra declarado, el dictador amenazaba con utilizar la fuerza contra cualquier
oposición. Si bien Primo de Rivera toleró a los socialistas, persiguió con dureza a anarquistas, comunistas
y separatistas. CASANOVA, J. y GIL ANDRÉS, C., op. cit, pp. 68-69. 58
Carlos Navajas habla sobre la Unión Patriótica local, UPR. En NAVAJAS ZUBELDIA, C., Los cados
y las comadrejas. La dictadura de Primo de Rivera en La Rioja, IER, Logroño, 1994. El autor contabiliza
un total de 4.893 afiliados en los pueblos riojanos en 1928. En la capital estima unas 400-500 personas
inscritas, lo cual no llegaba al 1,5 por 100 de la población. La relación en los pueblos era de un 5,54 por
100, ver pp. 200-202. 59
GIL PECHARROMÁN, J., Conservadores subversivos. La derecha autoritaria alfonsina (1913-1936),
Eudema, 1994, Madrid, p. 48. ‐ 28 ‐ no es extraño que figuras visibles del partido simpatizaran con el tradicionalismo de
Vázquez de Mella. En este sector de derecha radical del primorriverismo podemos
encontrar personalidades como Ramiro de Maeztu, José María Pemán o Víctor
Pradera60. Además del partido, se retomó la antigua institución paramilitar del
Somatén61. Con el nuevo Directorio Civil se restableció el Consejo de Ministros –
Martínez Anido, Calvo Sotelo, Yanguas-, con las carteras tradicionales, aunque la mitad
de ellas pertenecían a militares. Se creaba a su vez un órgano consultivo, la Asamblea
Nacional, de carácter corporativista y dependiente del poder ejecutivo. El proceso de
institucionalización fue lento y complicado. Durante este proceso cambió el marco
político. Las medidas «anticatalanas» fomentaron el rechazo de los sectores derechistas
catalanistas que habían apoyado la dictadura en sus comienzos. La dictadura perdió
también el respaldo del PSOE, el cual, debido a las políticas paternalistas del régimen,
no fue maltratado como sí ocurrió con otros grupos de oposición obrera. La poca
legitimidad del régimen fue percibida tanto por Primo de Rivera como por el Rey
Alfonso XIIII. El 30 de enero de 1930, el general dimitía.
Tras más de seis años de dictadura militar, el Rey intentó volver a la legalidad
constitucional «como si no hubiera pasado nada». Pero ya era tarde. Comienza ahora un
período de irrisoria vuelta a la legalidad constitucional conocido como la «dictablanda».
El Rey nombraba Jefe del Gobierno al general Dámaso Berenguer. Ante la inviabilidad
del nuevo proyecto, el republicanismo se unía formando el Pacto de San Sebastián.
El 17 de agosto de 1930 se reunían en el casino de la capital guipuzcoana diferentes
líderes republicanos y regionalistas. Fue organizada por Alianza Republicana y el acto
fue presidido por el líder local de Unión Republicana62, Fernando Sasaín. Los partidos
participantes entre otros fueron: Acción Republicana, Partido Republicano Radical,
Partido Radical Socialista, Derecha Liberal Republicana, Acción Republicana de
Cataluña, Estat Catalá, ORGA…, a título personal acudieron otros políticos como
Indalecio Prieto o Felipe Sánchez Román. Los firmantes crearon un Comité
60
La UP afirmaba tener un millón y medio de afiliados. GONZÁLEZ CUEVAS, P.C., El pensamiento de
la derecha española en el siglo XX. De la crisis de la Restauración al Estado de partidos, Tecnos,
Madrid, 2005, pp. 106-113. 61
Para el Somatén en La Rioja, ver en NAVAJAS ZUBELDIA, C. op. cit. Carlos Navajas contabiliza
1.974 somatenistas en la provincia de Logroño en 1928, ver p. 28. 62
No confundir con la Unión Republicana de Diego Martínez Barrio, fundada en 1934 en el contexto del
cisma radical. ‐ 29 ‐ Revolucionario, presidido por Niceto Alcalá-Zamora, que coordinaría el derrocamiento
de la Monarquía y la instauración de un régimen republicano.
El 15 de diciembre se producía un levantamiento militar republicano en Jaca. Sus
líderes, Fermín Galán y Ángel García Hernández, eran ejecutados. Como respuesta a la
rebelión fallida, los líderes del Pacto de San Sebastián eran detenidos. El descontento
crecía hasta tal punto que la CNT y gran parte del ejército apoyaban la conspiración
republicana.
Berenguer, sin apenas apoyos, dimitía el 13 de febrero. Formaba ahora Gobierno el
almirante Juan Bautista Aznar. Al momento, en un intento de volver a la senda
constitucional, se convocaban elecciones municipales para el día 12 de abril.
‐ 30 ‐ 2. LA SEGUNDA REPÚBLICA
Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 fueron interpretadas por la
ciudadanía –y posteriormente por la mayor parte de la historiografía- como un plebiscito
en el que elegir el modelo de Estado. La victoria de la candidatura republicanosocialista en la mayoría de las capitales de provincia -41 de 50- dio lugar a que la
República fuera proclamada unilateralmente en algunos de estos municipios. Alguna
historiografía «revisionista» ha cuestionado la legitimidad democrática del régimen
republicano alegando que los concejales electos republicano-socialistas fueron menores
en número respecto a los monárquicos:
[…], en las elecciones municipales, triunfaron las candidaturas monárquicas,
excepto en las capitales de provincia. De ahí que algunos nieguen la legitimidad a la
república. Pero sin duda la tuvo. Desde luego, ésta no le vino por unas elecciones
perdidas y que además tenían sólo carácter municipal, y por tanto no podían motivar
un cambio de régimen. La legitimidad le vino de la entrega del poder, sin resistencia,
63
por los propios monárquicos en plena quiebra moral .
En cambio, la historiografía más importante sí asume como legítima la llegada de la
Segunda República.
En vano especulaba el marqués de Hoyos con el hecho de que habían sido elegidos
22.150 concejales monárquicos y 5.875 republicanos. Nadie ignoraba, ni el propio
marqués de Hoyos, que esos seis mil escasos concejales representaban a un número
64
mucho mayor de electores .
2.1 Nuevo sistema político
Con la II República llega a España el régimen más democrático de su historia hasta
entonces. El nuevo sistema sustituía el bipartidismo parlamentario, basado en un
«artificial» turno de partidos articulado por caciques locales, por otro democrático
pluripartidista. El día 14 de abril de 1931 Alfonso XIII abandonaba Madrid y se
proclamaba la República65. El Gobierno Provisional lo formaron las principales fuerzas
63
Pío Moa reconoce la legitimidad de la República. No por la voluntad de los sufragios sino por el
abandono de Alfonso XIII. MOA, P., Los crímenes de la Guerra Civil y otras polémicas, Esfera, Madrid,
2004, pp. 31-32. 64
Narrando la opinión del Marqués de Hoyos, el historiador Manuel Tuñón de Lara justifica la
legitimidad democrática del nuevo régimen. TUÑÓN DE LARA, M., La España del siglo XX…, p. 278. 3
CABRERA CALVO-SOTELO, M., «Proclamación de la República, Constitución y reformas» en
JULIÁ, S., República y Guerra en España, Espasa Calpe, Madrid, 2006, pp. 10-12. ‐ 31 ‐ progresistas del país, que se habían reunido en San Sebastián66. Durante este Gobierno
se intentó -mediante decretos- abordar con urgencia los principales problemas del país.
Se pusieron en marcha una serie de reformas agrarias, laborales, militares y educativas.
También se redactó un estatuto provisional de Autonomía para Cataluña. Desde su
nacimiento, la República tuvo que resistir tanto ataques por la derecha, como por la
izquierda. La CNT se negaba a esperar las consecuencias de los cambios de las nuevas
medidas y la derecha católica no soportaba el nuevo estado laico. En este clima de
inestabilidad surge un fuerte anticlericalismo que se refleja en una quema de conventos
en mayo.
El 28 de junio se celebraban las elecciones a Cortes Constituyentes67. Mediante un
nuevo decreto electoral, la Ley de 1907 era modificada para evitar las prácticas
caciquiles. De nuevo fue la coalición republicano-socialista la vencedora. La
Constitución fue aprobada el 9 de diciembre de 1931. La nueva Carta Magna era de
marcado carácter progresista. De ella cabe destacar que definía al Estado como una
“República de trabajadores de toda clase”. Otras medidas eran la introducción del
sufragio universal –incluido el femenino- para mayores de veintitrés años o la reducción
del poder legislativo a una sola cámara. En esta república «semi-presidencialista», el
poder ejecutivo, la Jefatura del Estado y la potestad para nombrar jefe de Gobierno eran
competencias del Presidente de la República. La articulación del Estado –llamado
estado integral- establecía las bases, mediante estatutos de autonomía, para crear un
Estado federal. El republicano de centro-derecha Niceto Alcalá-Zamora y Torres –DLR,
llamado PRP meses más tarde- fue elegido Presidente de la República, mientras la
presidencia del Gobierno era ocupada por el republicano de izquierda Manuel Azaña
Díaz, de Acción Republicana.
Los diputados de las Cortes se reunían por primera vez el 14 de julio de 1931. Eran
unas Cortes nunca vistas anteriormente, con un gran abanico de grupos donde coexistían
partidos republicanos de reciente formación con partidos decimonónicos. Entre estos
últimos, encontramos caras conocidas de la Monarquía como Romanones, Ossorio o
66
Ibíd., pp. 10-25. El Gobierno Provisional lo formaban; Presidente de la República; Alcalá-Zamora
(DLR), Estado; Alejandro Lerroux García (PRR), Gracia y Justicia; Fernando de los Ríos (PSOE),
Guerra; Manuel Azaña (AR), Marina; Santiago Casares Quiroga (ORGA), Gobernación; Miguel Maura
(PRC), Fomento; Álvaro de Albornoz (PRRS), Trabajo; Francisco Largo Caballero (PSOE), Instrucción
Pública y Bellas Artes; Marcelino Domingo(PRRS), Economía; Luis Nicolau d´Olwer (AC), Hacienda;
Indalecio Prieto (PSOE), Comunicaciones; Diego Martínez Barrio (PRR). 67
GIL PECHARROMÁN, J., Segunda República española, Biblioteca Nueva, Madrid, 2006, pp. 69-70. ‐ 32 ‐ Alba. Los nuevos políticos eran en su mayoría intelectuales de clase media con poca
experiencia política pero con una gran preparación. Durante los debates de las Cortes
Constituyentes, en la etapa del Gobierno Provisional, se reformó la Ley electoral de
1907 mediante un decreto aprobado por éste el día 8 de mayo. Además de introducir el
sufragio femenino y la posibilidad de mujeres y religiosos de ser elegidos, la edad
mínima de sufragio fue rebajada en dos años –de 25 a 23-. Se pasó de un sistema
electoral de pequeños distritos unipersonales a unas circunscripciones más amplias –por
provincias-, de 50.000 votos por diputado68. Tenían circunscripción propia las ciudades
de más de 100.000 habitantes - Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao, Sevilla, Zaragoza,
Málaga, Córdoba, Granada y Murcia-. De esta forma –invalidando las pequeñas
circunscripciones de un único diputado- se combatía el caciquismo de forma eficiente69.
También aumentó el número de votos por elector. El sistema seguía siendo de listas
abiertas aunque los electores no solían alternar los votos en diferentes candidaturas. Por
tanto, podemos decir que el propio electorado lo convertía en un sistema de listas
cerradas. El 80 por 100 de los escaños electos lo obtenían las candidaturas
«mayoritarias» mientras que el 20 por 100 era destinado a las «minorías». De esta forma
se configuraba un Parlamento de 473 escaños.
En julio de 1933 se hace una pequeña reforma del sistema electoral. Introduce
novedades como el aumento de 100.000 a 150.000 habitantes necesarios para que una
capital tuviera circunscripción propia -Barcelona, Madrid, Valencia, Sevilla, Málaga,
Zaragoza, Bilbao y Murcia70-. Esto redujo de 63 a 60 el número de circunscripciones. El
mínimo alcanzado por la candidatura mayoritaria para validar una elección se elevaba
del 20 al 40%. En caso de que ningún candidato alcanzara el 40 por 100, se realizaría
una segunda vuelta con los candidatos que hubieran alcanzado al menos el 8 por 10071.
El voto seguía siendo efectuado mediante listas abiertas. Así explica el politólogo Juan
José Linz este sistema:
68
Gaceta de Madrid, nº 130, 10 de mayo de 1931, p. 640, artículos 2 y 4 en lo relativo al sufragio
femenino, artículo 2, en cuanto a la rebaja de la edad para votar. Por otro lado, Ceuta y Melilla estarían
representados por un diputado cada una, ver artículo 6. 69
Vemos por ejemplo la eficacia con la que se neutralizaba el caciquismo en la evolución del partido
socialista en el Parlamento. Una formación que nunca había pasado de los siete diputados conseguía
ahora 113. JULIÁ, S., Un siglo de España. Política y sociedad, Marcial Pons, 1999, Madrid. p. 79. 70
Gaceta de Madrid, n. 209, 28 de julio de 1933, p. 365, Artículo único, apartado a). 71
Gaceta de Madrid, n. 209, 28 de julio de 1933, Artículo único apartado d). ‐ 33 ‐ El voto era con un sistema de listas de alternativas limitadas, de manera que si
tenían que elegirse 20 diputados, el votante sólo podía elegir 16; donde 19, 15
etcétera. Esto significa que en algunos distritos la lista vencedora obtendría el 80 por
100 de los puestos, mientras en otros sólo el 67 por 100 –cuatro de seis-. La minoría, a
su vez, se aseguraba del 20 al 33 por 100 de los escaños con un 25 por 100 de media
72
aproximada .
Posteriormente se presentaron diferentes enmiendas a la Ley electoral promovidas
por Cambó, Giménez Fernández, Samper o Lerroux, pero ninguna salió adelante73.
2.1.1. Constitución republicana de 1931
El 29 de julio de 1931 se constituía la Comisión parlamentaria, dirigida por Jiménez
de Asúa –PSOE-, encargada de la redacción de una nueva Constitución. La cuestión
religiosa, la organización territorial, la definición de la República, el derecho de
propiedad, la intervención del Estado y el sufragio femenino, fueron las cuestiones más
debatidas por orden de importancia74. El resultado fue aprobado el 9 de diciembre de
1931 con el apoyo de 368 diputados. Al igual que otras constituciones consideradas
«modernas», no sólo garantizaba las libertades individuales, sino que también se hacía
referencia al bienestar social debido a la clara influencia socialista.
La Carta Magna, compuesta por 9 títulos y 124 artículos, definía la República como
una «República democrática de trabajadores de toda clases que se organizan en régimen
de libertad y justicia». La organización territorial también se recogía en el artículo
primero; «La República se constituye en Estado integral, compatible con la autonomía
de los Municipios y Regiones». El modelo «integral» intentaba zanjar la cuestión entre
un Estado centralista o federal. Esto significaba la creación de un estado «más federal
que centralista», con la posibilidad de un autogobierno, pero siempre limitado y
respetando la supremacía del Estado75.
La Constitución hacía una clara separación de poderes. Se buscó dar prioridad al
poder legislativo, ahora unicameral, ejercido por el Congreso de Diputados. Las Cortes
representaban la máxima expresión de soberanía popular, pues eran el reflejo directo de
72
Vid. LINZ, J. J., Sistema de partidos en España., Narcea, Madrid, 1967 p. 116. Vid. GIL PECHAROMÁN, J., Segunda República…, p. 322. 74
Vid. MARTÍNEZ, J. A., «La Segunda República» en BAHAMONDE, A. (Coord.), Historia de
España. Siglo XX. 1875-1939, Cátedra, Madrid, 2000, p. 559. 75
Este modelo reflejaba el pensamiento jurídico-político alemán de los años 20. El modelo republicano
español guarda muchas similitudes con la República de Weimar. Vid. Ibíd., p. 560. 73
‐ 34 ‐ los sufragios -dentro de las «injusticias» generadas por el sistema electoral-. Se dieron
medidas para garantizar su autonomía como la obligación de tener un funcionamiento
mínimo de cinco meses al año. Otra prueba del poder de la Cámara era la posibilidad de
destituir al presidente de la República si tres quintas partes del total de diputados
consideraban que el Presidente había actuado fuera de los límites constitucionales76.
También la Constitución aludía a formas de democracia directa como iniciativas
populares de referéndum.
El Presidente de la República ejercía la Jefatura del Estado. Era elegido por los
diputados y un número igual de compromisarios por un periodo de seis años. Sus
funciones principales eran las de representar a la Nación, promulgar leyes, firmar
decretos y nombrar al Presidente del Gobierno y a los ministros. Podía disolver las
Cortes hasta dos veces en un mandato, convocando elecciones en un plazo máximo de
treinta días. Aunque tradicionalmente se ha denominado a la Segunda República como
un estado «semi-presidencialista», existe un debate sobre si realmente lo fue77.
Entre los puntos más debatidos estuvo el sufragio femenino, donde grupos
republicanos argumentaron que el voto de las mujeres beneficiaría a la derecha a corto
plazo78. La propiedad también genero debate. Las condiciones de expropiación no
pusieron de acuerdo a republicanos y socialistas. Finalmente se llegó al término medio
subordinando la riqueza a los intereses del país pero de forma no forzosa y con
indemnización. También se estableció la posibilidad de nacionalizar servicios y
explotaciones de bien común. Otro de los puntos más polémicos fue el referido al
artículo tercero, sobre la confesionalidad del Estado. El Estado español no sólo no tenía
religión oficial, sino que también regulaba las relaciones Iglesia-Estado. Cesaban las
ayudas públicas a la Iglesia y las confesiones religiosas pasaban a ser simples
76
Esto ocurriría en mayo de 1936. Con el pretexto de haber disuelto la Cámara en dos ocasiones en un
mandato, Prieto y Azaña destituyeron hábilmente a Alcalá-Zamora de su cargo. 77
Santos Juliá afirma que encontramos un sistema de «doble confianza» en el que la figura de AlcaláZamora fue determinante a la hora de retirar la confianza a Azaña durante el primer bienio y de vetar la
entrada en el Gobierno a Gil Robles durante el segundo. JULIÁ, S., Un siglo de España…, pp. 98-99. 78
El polémico debate en torno a la elaboración del artículo 36, referido al voto femenino, estuvo
protagonizado por Clara Campoamor y Victoria Kent. La disputa se saldaría con la victoria de la radical
sobre la radical-socialista. Los motivos por los que muchos partidos votaron en contra del sufragio
femenino fueron muy diversos. En el caso de la izquierda, la negativa se debió al temor ante papel
influente del clero sobre las mujeres. GIL PECHARROMÁN, J., Segunda República…, p. 80. En este
contexto, «Paco Largo» -así llamado por El Diario de La Rioja-, reabría el debate en la campaña electoral
de 1936. En su opinión, la mujer del momento no era psicológicamente reaccionaria pero estaba
condicionada por la dependencia económica del marido. A pesar de ello, reconocía no arrepentirse de
haber permitido el sufragio femenino. Diario de La Rioja, «Cómo ve don Paco Largo el voto de las
mujeres», n. 9.456, jueves 13 de febrero de 1936, p. 6. ‐ 35 ‐ asociaciones, aunque con un régimen especial. Se secularizaban los cementerios y se
disolvían las órdenes que tuvieran voto de obediencia a una autoridad distinta del
Estado –como los jesuitas-. Estas medidas llegaron a ser condenadas incluso por el papa
Pío XI, que criticaba la laicidad republicana en la encíclica Dilectissima Nobis. La
cuestión religiosa provocó el primer cisma en la coalición republicano-socialista. Los
republicanos de derecha Alcalá-Zamora y Miguel Maura abandonaban el Gobierno.
Poco después lo haría el centroderechista partido radical. Estas bajas demostraban que
la Constitución había nacido coja, pues no representaba la totalidad de ideologías que
convivían en el país. Ni siquiera se trataba de un consenso entre republicanos y
socialistas. Era un consenso entre socialistas y republicanos de izquierda79.
2.2.2. República social
Durante los dos años de gobierno de Azaña, lo que se conoce como «bienio azañista»
o «bienio republicano-socialista», se iniciaron una serie de reformas de gran calado80.
Se intentó acabar con el analfabetismo y el fuerte peso de la Iglesia en la educación
mediante una reforma educativa. Para ello se prohibió la enseñanza a las órdenes
religiosas y se construyeron nuevas escuelas por todo el territorio. La reforma militar
intentó, mediante la modernización del ejército, acabar con los peligros de la tradición
española de los pronunciamientos decimonónicos. Se ofreció la jubilación anticipada
con sueldo íntegro, lo que acabó con el problema de exceso de oficiales. El cierre de la
Academia General de Zaragoza, cuyo director era Francisco Franco, y la creación de la
Guardia de Asalto fueron otras de las medidas que intentaron «republicanizar» el
ejército81. El ministerio del socialista Largo Caballero inició una serie de reformas
laborales que a pesar de su lenta implantación, la confianza de la UGT en el ministro
evitó enfrentamientos aunque siguió habiendo protestas anarquistas y comunistas. La
79
El Diario de La Rioja ridiculizaba la nueva Constitución en cuanto a un artículo referido a la Defensa –
Título Preliminar, artículo 6-, calificándolo de «inverosímil». «España renuncia solemnemente a la
guerra, como instrumento de política nacional». Para el diario católico, el carácter de este artículo es
«soviético puro» y vaticina que «esto les parecerá muy bien a los rifeños y a sus amigos de Moscú». «Lo
que va de ayer a hoy», Diario de La Rioja, n. 9.458, sábado 15 de febrero de 1936, p. 11. Para ver la
Constitución de 1931 íntegra, consultar DE ESTEBAN, J., Op. cit., pp. 277-308. Vid nota 13. 80
GIL PECHARROMÁN, J., Segunda República…, pp. 196-225. 81
Paul Preston resume, a través de las reformas militares, la relación del Régimen republicano con el que
será Jefe del Estado años más tarde. PRESTON, P., «El traidor: Franco y la Segunda República, de
general mimado a golpista», pp. 85-114, en EGIDO LEÓN, Á., (Coord.), Memoria de la Segunda
República. Mito y realidad, Biblioteca Nueva, Madrid, 2006. ‐ 36 ‐ reforma agraria autorizó la expropiación con indemnización. El primer estatuto de
autonomía en aprobarse fue el de Cataluña. El siguiente objetivo era el vasco, pero
había mucha división al respecto, por lo que se aplazó.
La lentitud de las reformas agrarias causó los primeros conflictos. Se trataba de
revueltas campesinas que protestaban contra los incumplimientos de la legislación por
parte de la patronal. Castilblanco o Arnedo fueron escenarios de disturbios entre
manifestantes y las fuerzas del orden público82. El carácter represor del Gobierno se
verificó de nuevo en Casas Viejas, en enero de 1933, con un saldo de 22 campesinos
muertos83. El anarquismo seguía sin querer ver al gobierno republicano-socialista como
instrumento para acabar con las desigualdades84. Por la derecha, la amenaza no era
menor; en agosto de 1932 fracasaba un pronunciamiento militar dirigido por el general
Sanjurjo y daba fuerzas a la derecha no republicana para organizar uno de mayor
envergadura que acabara con la República.
Los problemas no sólo provenían de fuerzas antagónicas al Gobierno. En el seno de
la coalición había fuertes divisiones; por un lado, la protagonizada por dentro del
partido socialista –entre colaboracionistas y no colaboracionistas con el régimen
republicano- y por otro la desmembración del PRRS, también dividido entre partidarios
de colaborar con los socialistas o con los republicanos radicales en un momento en el
que Lerroux sabía que había llegado su hora en el Gobierno. Esta serie de
acontecimientos causarán una crisis en la coalición gubernamental85.
El descontento con el Gobierno, reflejado en parte por el resultado en las elecciones
municipales de abril de 1933, motivó que el 7 de septiembre de 1933, el Presidente de la
República retirara su confianza a Azaña y encargará a Alejandro Lerroux la formación
82
Carlos Gil Andrés analiza los llamados «sucesos de Arnedo», acontecidos el 5 de enero de 1932. El
saldo fue de 11 muertos tras los disparos de la Guardia Civil. Esto enlazaba con los sucesos de
Castilblanco –Badajoz-, ocurridos apenas una semana antes. La desmedida represión le costó el puesto al
director general de la Guardia Civil, José Sanjurjo. Ver GIL ANDRÉS, C., La República en la plaza: Los
sucesos de Arnedo de 1932, IER, Logroño, 2002. 83
Mientras que la prensa y la clase política conservadora solían respaldar las intervenciones de los
cuerpos de seguridad para reprimir a la extrema izquierda, el caso de Casas Viejas fue visto como un
«Annual político». La derecha utilizó la matanza de anarquistas en su campaña de desprestigio de Azaña.
GIL PECHARROMÁN, J., Conservadores subversivos…, pp. 133-134. 84
Julián Casanova resume las relaciones entre el régimen y el anarquismo. Señala la «gimnasia
revolucionaria» como un obstáculo al desarrollo de la República, pero recuerda que «el golpe de muerte,
el que la derribó por las armas», nació «desde arriba» y no «desde abajo». CASANOVA, J., «Los
anarquistas frente a la República Burguesa» pp. 169-184 en VIÑAS, Á., (Coord.), En el combate por la
Historia. La República, la Guerra Civil, el Franquismo, Pasado y presente, Barcelona, 2012. 85
El hispanista Edward Malefakis resume la crisis del gobierno de Azaña. MALEFAKIS, E., Reforma
agraria y revolución campesina en la España del siglo XX, Ariel, Barcelona, 1980, pp. 301-313. ‐ 37 ‐ de un nuevo gabinete. Ante la negativa de socialistas y republicanos de izquierda de
apoyar al nuevo gobierno, Alcalá-Zamora nombraba Presidente interino a Martínez
Barrio, disolvía las Cortes el 9 de octubre y convocaba elecciones para el 19 de
noviembre.
La derecha sale ganadora en las elecciones. A pesar de que el partido con mayor
representación fue la CEDA, el Presidente mandó a Lerroux formar gobierno. AlcaláZamora, Jefe de Estado con más voluntad y principios democráticos que su homólogo
Hindenburg y consciente de la actitud ambigua y subversiva del líder de la CEDA -y de
la reacción de la izquierda si Gil Robles ocupara la presidencia del Gobierno-, pidió a
Lerroux formar un Gobierno puramente de centro. No sólo hay que alegar el desgaste de
la coalición gubernamental y el nuevo voto femenino para explicar el descalabro
electoral de la izquierda en las elecciones de noviembre. La convergencia de las
derechas en la CEDA y en la Unión de Derechas, frente a los ahora enfrentados
republicanos y socialistas, fue clave para entender la nueva formación de la Cámara.
2.2. Evolución política
En lugar del modelo clientelar y caciquil, los ciudadanos vieron la posibilidad de
actuar realmente en la vida política hasta tal punto de poder influir en el devenir de la
República. Prueba de ello es el cambio de políticas de un bienio a otro. Cambios
realizados gracias a la voluntad de la población. En este contexto aumentó la cultura
democrática y política, la participación electoral, el debate político y, por supuesto, la
militancia.
La nueva Ley Electoral funcionó en las elecciones del 28 de junio de 1931. Anuló el
caciquismo y dio el 90 por 100 de los escaños a los partidos republicanos, dejando sólo
41 parlamentarios abiertamente antirrepublicanos. El resultado no fue una victoria
aplastante del voto sociológicamente republicano, sino que parte del electorado dio un
voto de castigo a la monarquía borbónica. El cambio en la formación de la Cámara tras
las elecciones de 1933 explican que el republicanismo no estaba realmente arraigado en
la sociedad española.
Llamamos «bienio negro» o «bienio rectificador» al periodo comprendido entre las
elecciones generales de noviembre de 1933 y las de febrero de 1936. Constituye la
‐ 38 ‐ tercera etapa del régimen, caracterizada por una vuelta a políticas conservadoras en
contraste con la apertura azañista. Dentro de esta etapa podemos señalar tres periodos
diferenciados; una primera fase de predominio radical con apoyo del centro-derecha y
bajo la supervisión de la CEDA. La segunda etapa comienza en octubre de 1934, con la
entrada de la CEDA en el Gobierno. A este periodo, Gil Pecharromán lo llama «el
bloque cuatripartito» –radicales, cedistas, agrarios y melquiadistas- aunque también
participaron independientes, progresistas y miembros de la Lliga. La última fase del
bienio son «los gobiernos técnicos». La complicada situación política obliga a que el
Presidente de la República mande formar gobierno a personas cualificadas y de su
confianza pero de escaso apoyo parlamentario a partir de diciembre de 1935. El fin de
este periodo llegará con la victoria en las urnas del Frente Popular86.
2.2.1. Un sistema de partidos
Azaña fue el mayor defensor del nuevo parlamentarismo. Para el que fuera
posteriormente Presidente de la República, cada partido debía interpretar a su modo la
opinión pública de tal forma que en pluralidad, ninguno podría acapararla totalmente.
De esta forma, el pluripartidismo era una canalización necesaria de la realidad87. Añadió
a esta idea la necesidad de «partidos nacionales», partidos que no miraran por un interés
propio concreto –regional o profesional-. Encubiertamente Azaña estaba proponiendo la
idea de «partidos de masas». Estos partidos no estarían centrados en un ideario o un
programa concreto sino que la organización tendría un papel importante a la hora de
acaparar así el mayor número de votos. La intención de Azaña siempre fue la creación
de un partido mayoritario en detrimento de las minorías. Lo saludable para la
democracia era que las diferentes formaciones compitieran por obtener el mayor
número de escaños para imponer así su política. Consciente de la imposibilidad de su
empresa, defendió las coaliciones gubernamentales como forma de crear temporalmente
el partido mayoritario que proponía88. Con las reglas de juego de esta visión moderna de
86
Julio Gil Pecharromán divide el «bienio negro» en tres periodos. Ver GIL PECHARROMÁN, J.,
Segunda República…, p. 261. 87
FERNÁNDEZ SARASOLA, I., Los partidos políticos en el pensamiento español…, pp. 261-268. 88
Estar en el centro del espectro político republicano permitió a Azaña poder apuntar sus alianzas en dos
direcciones. En diciembre de 1931, tuvo que elegir entre mantener en su Gobierno a socialistas o a
radicales, decantándose por los primeros. Esta elección respondía a las cábalas planteadas por Azaña;
prefería una oposición republicana que una socialista y no podía prescindir del partido más representado
de la Cámara. Juliá dice que «no descartaba desprenderse del PSOE cuando hubiera culminado la
‐ 39 ‐ la política participaron los principales partidos durante la Segunda República, de tal
forma que la praxis superó a la ideología en muchas ocasiones. Otras innovaciones
aportadas por Azaña a la política republicana fue la democracia interna sin renunciar a
la disciplina de partido. Esta nueva concepción de la «política en torno a los partidos» se
fue imponiendo en el modo de hacer política y el alcalaíno demostró que no había nada
de malo en entender la política de este modo89. Con este planteamiento Azaña
justificaba el carácter izquierdista de la Constitución y consideraría legítimo que si un
partido conseguía una amplia mayoría, estaría legitimado a cambiar el modelo
constitucional.
Si yo perteneciese a un partido que tuviera en esta Cámara la mitad más uno de los
diputados, la mitad más uno de los votos, en ningún momento, ni ahora ni desde que
se discute la Constitución, habría vacilado en echar sobre la votación el peso de mi
partido para sacar una Constitución hecha a su imagen y semejanza, porque a eso me
90
autorizaría el sufragio y el rigor del sistema de mayorías .
Frente a la idea de Azaña encontramos la propuesta de José Ortega y Gasset. Desde
su «agrupación» promovía un modelo político cercano al corporativismo, que eliminara
la política partidista y que abordara los problemas nacionales. Para el filósofo, uno de
estos problemas era el monolítico binomio izquierda-derecha, culpable de la
confrontación nacional. El «Partido Nacional» sería un partido mayoritario, conciliador
y buscaría el beneficio de todos los españoles91.
En un término medio entre estas dos posturas se encontraba la idea del «partido
equilibrador». Esta propuesta será la que Portela Valladares y su recién creado PCD
expondrán durante las elecciones de febrero de 1936. Durante la Segunda República,
Gil Robles y Alcalá-Zamora ya habían manifestado la necesidad de este modelo de
partido para frenar los extremismos que habían conseguido representación en las Cortes.
Los motivos eran muy diferentes; el Jefe del Estado, parlamentarista convencido, quería
proteger a toda costa el régimen democrático de los extremismos totalitarios. Sin
embargo, el catedrático salmantino defendía esta idea más por estrategia que por
convencimiento. Alcalá-Zamora propuso dos instrumentos constitucionales que
legislación reformista y su paso a la oposición pudiera realizarse sin traumas para ninguno de los
partidos». Esta estrategia también valoraba la posibilidad de integrar a la clase obrera para intentar así
neutralizar su actividad sindical y revolucionaria. JULIÁ, S., Un siglo de España…, p. 83-91. 89
La imagen de la política estaba muy deteriorada, acusada desde la Ilustración de no perseguir el interés
nacional, sino el beneficio partidista. FERNÁNDEZ SARASOLA, I., op. cit., p. 265. 90
AZAÑA, M., Diarios, núm. 55, 13 de octubre de 1931, p. 1.681 citado por Fernández Sarasola en Los
partidos políticos., p. 266. 91
FERNÁNDEZ SARASOLA, I., op. cit., pp. 278-281. ‐ 40 ‐ actuaran de contrapeso entre los órganos del Estado; en primer lugar, una jefatura de
Estado fuerte, con las suficientes competencias para actuar como fuerza moderadora
entre el poder legislativo y ejecutivo. La otra herramienta equilibradora sería el Senado.
Para el estadista granadino la cámara alta era una garantía de estabilidad frente a los
vaivenes electorales. Otro argumento utilizado por el antiguo líder de Derecha Liberal
Republicana era la necesidad de una cámara representativa en un «estado federalizante»,
complementando así la inorgánica cámara única. A Gil Robles le beneficiaba esta
postura por distintos motivos; en primer lugar, la imagen de moderación beneficiaba a
su coalición accidentalista. La idea de estabilidad durante los cambios de gobierno, con
el fin de evitar cambios políticos demasiado bruscos, justificó su «gobierno en la
sombra» durante la etapa de gobierno del partido radical92.
2.2.2. Nuevo rumbo de la República (1934-36)
Ni siquiera durante el periodo más contrarrevolucionario –marcado por la entrada de
la CEDA en el Gobierno- del «bienio negro», se consiguieron todas las rectificaciones
que pedía la derecha93. En la cuestión agraria, el ministro de Agricultura, Giménez
Fernández, influenciado por el catolicismo social, no llevó la contrarrevolución hasta
sus últimas consecuencias. No será hasta abril de 1934, fecha en la que el «bolchevique
blanco»94 es destituido por el agrario Velayos, cuando mediante una ley aprobada en
agosto de 1935, deroga la aprobada en 1932, materializando así la contrarreforma
agraria. En cuanto al tema religioso, aunque la entrada de la CEDA en el Gobierno
relajó las tensiones entre la Iglesia y el Estado, la coalición católica nunca alcanzó
suficiente poder para reformar el carácter laico de la Constitución. La reforma del
Ejército de Azaña tampoco pudo ser eliminada. Sin embargo, la humillación sufrida por
la clase castrense fue repuesta gracias a las promesas de Gil Robles –siendo ministro de
Guerra- y un papel protagonista en la represión de Asturias95. En cuanto a la cuestión
92
Ibíd., pp. 268-275. Vid. MARTÍNEZ, J. A., «La Segunda República» en BAHAMONDE, A. (Coord.), Historia de
España…, pp. 621-622. 94
«Los socialistas aplauden a Jiménez Fernández –sic- ». El 5 de febrero de 1936, en un mitin de AP en
Arévalo –Ávila- el entonces exministro de Agricultura espeta que no le importa que le llamen
izquierdista, pues él se limita a cumplir la doctrina social-católica. Diario La Rioja, n. 9.449, miércoles 5
de febrero, p. 2. 95
Tras la formación del nuevo gobierno, con Portela en la Presidencia, el general Franco, jefe del Estado
Mayor, dedicaba al ya exministro de Guerra las siguientes palabras: «Los que hemos colaborado cerca del
ministro en estos meses queríamos reunirnos un momento para saludar a vuestra excelencia; pero ha
93
‐ 41 ‐ autonómica, el modelo integral fue paralizado. Los sucesos de Cataluña durante octubre
de 1934 fueron la excusa perfecta para suspender el Estatuto de Cataluña el 2 de enero
de 1935. El proyecto del Estatuto vasco fue paralizado, lo que propició un acercamiento
del PNV a los socialistas96.
A pesar de los claros resultados favorables a la derecha, la población española sí
pidió un giro a la derecha en estos comicios, pero es cierto que la Ley electoral
distorsiona una votación en la que derecha, izquierda y centro estuvieron muy igualados
en número de votos97. La izquierda, en especial el PSOE, pagó el error táctico de
concurrir por separado. Según los cálculos socialistas, la derecha había obtenido 212
diputados con una relación de 15.780 votos por escaño mientras que la izquierda, con un
número incluso mayor de votos, guardaba una proporción de 34.095 votos por escaño98.
Los socialistas, que consiguieron 58 escaños, no sólo se vieron perjudicados por la Ley
electoral; había indicios de que se habían dado prácticas caciquiles y fraudulentas en el
sur del país para beneficiar a la coalición de cedistas y radicales. De nada sirvió la
denuncia de la izquierda, que ante la situación de peligro para la República, pedía la
disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones.
Dentro de la coalición ganadora, la CEDA consiguió una mayor representación en el
Parlamento -115 escaños-99. Sin embargo, el Presidente de la República, temeroso del
«pseudofascismo» de Gil Robles –y con un miedo aun mayor a la más que probable
reacción de la izquierda si le entregaba el poder a éste-, daba el Gobierno a los radicales,
que con 102 diputados, eran la segunda fuerza más representada en la Cámara. La
cundido con rapidez inusitada esta noticia, y todo el personal del Ministerio ha querido participar en este
sencillo acto de despedida. […] Yo sólo puedo decir, en este momento, que nuestro sentimiento es
absolutamente sincero. Jamás el Ejército se ha sentido mejor mandado que en esta etapa». GIL ROBLES,
J. M., No fue posible la paz, Planeta, Barcelona, 1998, p. 366. 96
La Sociedad de Estudios Vascos –SEV- confeccionaba en mayo de 1931 un Estatuto General del
Estado Vasco. El estado autónomo estaría formado por las provincias de Álava, Vizcaya, Guipúzcoa y
Navarra bajo el nombre de «Euzkadi». En julio se redactaba un nuevo proyecto en Estella más
conservador que el del SEV. Entre otras medidas, se aplicaba el sufragio censitario y se disponía a que el
Gobierno de Euzkadi pactara un Concordato con la Santa Sede. Este carácter separatista, antidemocrático
y confesional causó rechazo en las Cortes y no fue aprobado. Un PNV más civilizado y alejado del
tradicionalismo aprobaba en agosto de 1933 un nuevo estatuto, que sería refrendado por fin en noviembre
del mismo año. El Gobierno radical-cedista conseguirá paralizarlo gracias a los malos resultados del
referéndum en la provincia de Álava. GIL PECHARROMÁN, J., Segunda República…, pp. 144-146. 97
Entre las novedades en el nuevo escenario político, cabe destacar el hundimiento de la izquierda
republicana, con cinco diputados para Acción Republicana y la práctica desaparición de los radicalsocialistas. TUSELL, J., Manual de Historia de España…, p. 366. 98
PRESTON, P., La Guerra Civil Española, Debate, Barcelona, 2006, p. 78. 99
La Unión de Derechas no pudo continuar unida tras la declaración de intenciones de Gil Robles, que
proponía un entrismo no aceptable para las derechas monárquicas. Vid. GIL PECHARROMÁN, J.,
Conservadores subversivos…, pp. 173-177. ‐ 42 ‐ CEDA, fiel a su política entrista, pactó con las fuerzas moderadas en detrimento de otras
opciones manifiestamente antirrepublicanas. La medida de Alcalá-Zamora no frenaba el
poder de la CEDA, que mandaba en la sombra. La llegada al Gobierno de un partido
centrista motivó el comienzo de un «pluralismo polarizado»100 en el que existe una
fuerte oposición bilateral que acaba llevándose los votos del centro hacia posiciones
más extremas a uno y otro lado. Las opciones «anti-sistema» eran partidos que
utilizaban el régimen republicano para alcanzar otras pretensiones que poco tenían que
ver con el sistema político del momento. Hablamos de la CEDA y el PSOE. La
polarización de las Cortes impedía cualquier debate político civilizado, lo que llevará
posteriormente a un sentimiento antiparlamentarista por parte tanto de la derecha como
de la izquierda.
La estrategia accidentalista de la CEDA estaba funcionando. El poder a la sombra del
PRR había permitido que en el sur los terratenientes recuperaran su poder y las oleadas
revolucionarias anarquistas de diciembre fueran reprimidas satisfactoriamente. Esto no
sirvió para que elementos a la derecha de Gil Robles dejaran de criticar la táctica
cedista; el tradicionalista Fal Conde iniciaba una campaña en Andalucía para crear un
requeté como el que ya existía en Navarra, Goicoechea y Calvo Sotelo, de Renovación
Española, habían contactado con Mussolini para conseguir apoyo militar italiano y
Falange Española se fusionaba con las JONS de Ledesma Ramos. Ni siquiera las JAP se
escapaban a este proceso de fascistización de la política española.
La actitud de Gil Robles era declaradamente antirrepublicana. Además de negarse a
jurar lealtad a la República, su intención de reformar la Constitución y su iniciativa de
indultar a Sanjurjo provocaron un fuerte malestar en la izquierda. Esto dividió más que
nunca al partido socialista. Besteiro se oponía a la bolchevización que Largo y las JSE
abanderaban. Prieto, respetando el férreo centralismo democrático que tanto había
beneficiado al partido anteriormente, no se opuso al proceso. En medio de este clima de
inestabilidad política se inició el proceso de «militarización de la política». Muy ligado
a las juventudes de formaciones políticas de todo símbolo nacían organizaciones
paramilitares101.
100
Término acuñado por el politólogo Giovanni Sartori en MARTÍNEZ, J. A., op. cit., p. 599. Especialmente importante era el Requeté carlista, que superaba en organización y en número a
cualquier otra milicia paramilitar. MARTÍNEZ, J. A., «La Segunda República»…,p. 609. 101
‐ 43 ‐ El ambiguo discurso del partido gubernamental y la impaciencia por los cambios
contrarreformistas que manifestaba la CEDA, desencadenó una serie de escisiones que,
sin embargo, favorecieron el liderazgo absoluto de Lerroux102. Veinte fueron los
diputados del ala izquierda que liderados por Martínez Barrio abandonaron el Gobierno
para fundar el Partido Radical Demócrata, germen de Unión Republicana. El blasquista
PURA, que actuaba en política nacional integrado con los radicales, sufrió igualmente
una escisión izquierdista. Esto se tradujo en una nueva hornada de tránsfugas, esta vez
integrados en Izquierda Republicana y Esquerra Valenciana. La pérdida de escaños del
partido radical significó ceder aún más poder a la coalición de Gil Robles.
Las deserciones que más debilitaron al partido del Gobierno fueron las de Martínez
Barrio, Lara y Pareja, las cuales obligaron a reestructurar el Gobierno el 3 de marzo de
1934. Lerroux continuó en la Presidencia con un poder político más debilitado aun.
Cuando la CEDA trató de indultar a Sanjurjo por medio de presiones al Gobierno, sólo
el Jefe del Estado se opuso a ello. En principio, la Ley de amnistía propuesta por
Salvador de Madariaga –ministro de justicia- amnistiaba todos los atentados contra la
República hasta el 3 de diciembre de 1933. Finalmente la izquierda consiguió que el
plazo se ampliara hasta el 14 de abril de 1934 para cubrir las insurrecciones cenetistas.
Alcalá-Zamora tuvo que ceder, no sin antes dar nota de su disconformidad. Esto
desconcertó a Lerroux, que viéndose sin el apoyo del Presidente, dimitía el 25 de
abril103. Es entonces cuando Alcalá-Zamora encarga formar gobierno al valencianista
Samper. Este Gobierno, de escasa representación en la Cámara –radicales,
independientes, un agrario, un progresista y un melquiadista- y con una política
continuista respecto del anterior, contó con el apoyo de la CEDA hasta el momento en
el que Gil Robles decidió no seguir apoyando el gobierno del valenciano, dando así un
paso más en su estrategia entrista. El motivo utilizado por el político salmantino para
retirar su apoyo a Samper fue su falta de energía en la «cuestión rebassaire» –conflicto
de competencias entre el Gobierno y la Generalitat sobre la Ley de Contratos de
Cultivo104-. El Jefe del Estado entregaba de nuevo el Gobierno a Lerroux pero ahora la
102
Álvarez Junco resuma la controvertida figura del líder radical en Alejandro Lerroux. El emperador del
Paralelo, Síntesis, Madrid, 2005. 103
PAYNE, S. G., El colapso de la República. Los orígenes de la Guerra Civil (1933-1936), Esfera,
Madrid, 2005, p. 88. 104
Vid. NÚÑEZ SEIXAS, X. M., «¿Autodeterminación, federalismo o café para todos? La cuestión
nacional durante el período del Frente Popular (enero-julio de 1936)» en BALLARÍN, M. y LEDESMA,
J. L., La República del Frente Popular. Reformas, conflictos y conspiraciones, Fundación Rey del Corral
de Investigaciones Marxistas, Zaragoza, 2010, p. 37. ‐ 44 ‐ CEDA exigía participar en éste. El 4 de octubre de 1934 se iniciaba una nueva etapa en
la Historia de la República. Se constituía un gobierno de radicales, cedistas, agrarios y
melquiadistas. Aunque los tres ministros de la CEDA representaban el ala más
moderada, ocupaban carteras determinantes para ejercer la contrarrevolución –Trabajo;
Anguera de Sojo, Agricultura; Giménez Fernández y Justicia; Aizpún-105. La entrada en
el Gobierno de un partido no republicano no gustó a la izquierda. La reacción de ésta se
materializará en Asturias y Cataluña. Las consecuencias de este levantamiento serán
determinantes para entender el desarrollo de la República y generarán un debate sobre la
amnistía de los presos, que será utilizado en la campaña electoral de 1936. Si bien es
cierto que las insurrecciones fueron condenables –las urnas habían dado ganadora a la
CEDA-, la experiencia nazi alemana, la fascista italiana o el régimen clerofascista de
Dollfus en Austria –del cual Gil Robles se había reconocido admirador- causaron un
justificable temor en la izquierda. A los detenidos en las revoluciones de Asturias y
Cataluña se les juzgó bajo ley marcial. Toda la derecha exigía retomar la pena de muerte
para juzgar a los insurrectos. Uno de los partidarios de condonar la pena máxima,
Alcalá-Zamora, apeló al artículo 102 de la Constitución, que establecía que «en los
delitos de extrema gravedad, podrá indultar el Presidente de la República, previo
informe del Tribunal Supremo y a propuesta del gobierno responsable»106. Finalmente
el Gobierno cedía ante el Jefe del Estado y aunque el informe del Supremo no
aconsejaba el indulto, fueron conmutadas 21 de las 23 primeras sentencias.
2.2.3. Contexto y política económica
El conocido como crack del 29 fue una crisis económica a escala mundial que
cuestionó la estabilidad del ultraliberalismo capitalista decimonónico. Frente a los
problemas que esto acarreó –paro, caída de la producción y los precios-, los gobiernos
introdujeron políticas deflacionistas y proteccionismo. La primera medida, que fue
desmontada por el keynesianismo posteriormente, no ayudó a salir de la crisis. Sin
embargo, el intervencionismo estatal sí pudo contribuir a salir del bache. La política
social republicana, expansiva, contrasta con las políticas deflacionistas. La economía
española se vio mucho menos afectada que otras debido al escaso grado de
105
JULIÁ, S., Orígenes del Frente Popular en España, Siglo XXI, Madrid, 1979, p. 5. Pertenece al segundo párrafo, relativo a los indultos. Ver PAYNE, S. G., El colapso de la República...,
p. 160. 106
‐ 45 ‐ industrialización. El pensamiento de Keynes no había calado en la derecha, pero lo que
es curioso es que tampoco lo hubiera hecho en una izquierda cuyos políticos aún tenían
un pensamiento económico ortodoxo.
El inicio de la crisis coincide casualmente con el advenimiento de la Segunda
República española. La situación económica condicionó al nuevo Estado desde su
nacimiento. A pesar de esto, las consecuencias fueron mucho menos catastróficas en
España. Afectó especialmente a las economías relacionadas con mercados extranjeros
como las exportaciones agrarias, el hierro o el acero, que descendieron en un 30 por 100
hasta 1933.
La renta media por habitante en pesetas alanzada en 1929 -1.033- no se volvió a
alcanzar hasta 1935, siendo 1933 el punto de inflexión en el descenso -967 pts.-107.
Durante el año 1933 la industria y el índice de empleo tocaron fondo, llegando el paro
hasta el 12,8 por 100 de la población activa. Algo insignificante en comparación con
otros países como EE.UU. o Alemania.
El sistema tributario apenas se cambió. Sólo hubo una nueva contribución para las
rentas mayores de 100.000 pesetas. Frente a la tradición de la dictadura de poner en
circulación deuda pública, durante el periodo republicano se sacaron solo 2.000
millones de pesetas, frente a los 8.260 del régimen anterior. En 1935 el total era de
21.730 millones108.
El mayor gasto público se empleó en Instrucción Pública. Especialmente en
educación primaria, con la construcción de unas 13.000 escuelas más un aumento del
número de maestros. El «histórico» Rodolfo Llopis, director general de Enseñanza
Primaria, llegó a afirmar que la República hacía en un año lo que la Monarquía en
quince109. El siguiente gasto era el empleado en obras públicas, seguido por los recursos
en agricultura y seguridad del Estado. Por ejemplo, la Comisión Técnica encargada de
la reforma agraria, estableció como objetivo el asentamiento de entre 60.000 y 75.000
familias al año, de tal forma que en doce o quince años acabaría la reforma. El gasto
anual que suponía continuar la reforma era de entre 200 y 250 millones de pesetas, un 6
107
SIMÓN SEGURA, F., Manual de Historia económica mundial y de España…, p. 631. Vid. Ibíd., p. 633. 109
Vid. TUSELL, J., Manual de Historia…, p. 354. 108
‐ 46 ‐ por 100 del presupuesto nacional110. Contra los principios no keynesianos de los
políticos republicanos, el gasto público exigido por las reformas sociales primó sobre
los ideales liberales de la clase política del bienio azañista. Prueba de ello es la
diferencia de gasto público entre el primer bienio y el segundo. El gasto entre los años
1930-1933 crecía en un 7,1 por 100 anual, mientras que el crecimiento entre 1934-1935
fue del 0,7 anual111.
La creencia en una moneda fuerte impidió la devaluación de la peseta. Lo curioso es
que la misma República que mantuvo una política tan social para otros aspectos,
desarrolló una política monetaria conservadora. La depresión, sumada a la desconfianza
de los mercados112 ante un nuevo régimen de carácter «semi-revolucionario» se vio
reflejada en el valor de la peseta.
En estos tiempos el dinero está retraído. Hay una cantidad enorme de capitales en
expectativa de colocación, y ese dinero (salvo algunas excepciones) no se coloca, no
por un egoísmo irritante, sino por falta de confianza en el Poder público. ¿Qué dinero
se va a emplear cuando no se sabe si un Gobierno va a pactar con los revolucionarios?
¿Qué capitalista se lanza a una empresa cuando no tiene la seguridad de que al día
siguiente el atentado, el asesinato, la huelga ilegal no ha de trastornar sus planos
destruyendo un negocio y matando una economía? Dadle tranquilidad a un país y esos
cientos de millones almacenados en cuentas corrientes se vertirían –sic- en el torrente
113
circulatorio de la economía del país .
Cuando se proclama la República, un franco suizo equivalía a 176 pesetas. Ocho
meses después, el cambio era de 254,3114. La llegada del socialista Prieto a la cartera de
Hacienda no gustó mucho a los inversores extranjeros. Entre abril y septiembre de 1931,
los bancos perdieron el 20 por 100 del total de sus depósitos. Para controlar la fuga de
capitales, se introdujeron medidas como la prohibición de viajar al extranjero con más
de 5.000 pesetas, la compra de divisas y valores inmuebles extranjeros o aportar capital
español a negocios extranjeros. Además, se tomaron medidas ejemplarizantes, como el
encarcelamiento del financiero Juan March.
110
Vid. VOLTES, P., Dos mil años de economía española, cómo hemos ido a parar a donde estamos,
Planeta, Barcelona, 1988, p. 222. 111
Vid. MARTÍNEZ, J. A., op. cit., p. 583. 112
La Banca Morgan retira el día 17 de abril de 1931 un crédito de 60 millones de dólares destinado a la
estabilización de la peseta. El préstamo se había hecho a petición del Banco de España durante la
Monarquía. GIL PECHARROMÁN, Segunda República…, p. 112. 113
En la campaña de 1936 la derecha utilizó como argumento que la izquierda no daba la confianza
suficiente a los inversores. Así lo expresaba Gil Robles en un discurso en Madrid el día 9 de febrero de
1936. «Discurso del señor Gil Robles en el Monumental», Diario La Rioja, n. 9.454, martes 11 de febrero
de 1936, p. 4. 114
Vid. VOLTES, P., Dos mil años de economía española…, p. 224. ‐ 47 ‐ La deuda externa de la República alcanzaba los 12 millones de libras. La nueva
situación política hizo que fueran reclamados de inmediato. El primer plazo a pagar
consistía en 7 millones de libras, mientas el cambio se elevaba de 45 a 62 pesetas la
libra115. Para esta gestión España tuvo que solicitar un crédito a Francia. La operación
se concretó en 1.263 millones de francos con la garantía de 74.600 kilos de oro, un oro
que seguía perteneciendo a España pero era depositado en Mont-de-Marsan. Medidas de
Prieto, como la de modificar la Ley de Ordenación Bancaria de 1932 o Ley Cambó para
tener más poder sobre el Banco de España, no gustaron a los republicanos, que pidieron
el cambio en el Ministerio de Hacienda. El bilbaíno fue sustituido por Carner.
Con la llegada al poder del centro-derecha volvieron algunas inversiones extranjeras.
El nuevo ministro, Manuel Marraco, siguió las líneas de Carner. Hubo un reajuste del
gasto público por el que se aumentaron los presupuestos de Defensa o los subsidios al
clero. Con la llegada de Chapaprieta a la cartera de Hacienda en mayo de 1935 se redujo
de nuevo el gasto público.
115
Ibíd. p. 225. ‐ 48 ‐ 3. LAS ELECCIONES DE FEBRERO DE 1936
El 29 de marzo de 1935 el Consejo de Ministros indultaba a un gran número de
participantes en la revolución asturiana, condenados a muerte entre los que figuraban
González Peña y Teodomino Menéndez. Esto provocó la dimisión de los ministros de la
CEDA, del agrario Cid y del melquiadista Dualde. El 3 de abril se constituía un nuevo
gobierno sin carteras cedistas. La mayor parte de ministros eran independientes. Aquí
comienza una tradición que se desarrollará durante los últimos gobiernos previos a las
elecciones de febrero; se trata de la inclusión en el Gobierno de una serie de «colegas»
del Presidente de la República, de poca representación parlamentaria, destacando la
entrada en el Gobierno del gobernador de Cataluña, Manuel Portela Valladares. La
reapertura de las Cortes provocaría la caída de este nuevo gobierno falto de apoyo, por
lo que se formará el 6 de mayo uno nuevo. Con Lerroux en la Presidencia, el nuevo
gobierno contaba con dos carteras de la CEDA y tres amistades de Alcalá Zamora. Una
de ellas, Joaquín Chapaprieta, ocupaba el ministerio de Hacienda e iniciaba una serie de
ajustes presupuestarios. La concesión de unas competencias en Obras Públicas a la
Generalitat forzó la caída del nuevo gobierno tras la renuncia de los agrarios Royo
Villanova y Velayos, ministros de Marina y Agricultura. A partir de este momento,
comienzan los gobiernos tecnócratas. La debilidad de éstos propiciará la disolución de
las Cortes y la convocatoria de elecciones para el día 16 de febrero de 1936.
3.1. Crisis de los gobiernos tecnócratas
Alcalá-Zamora, consciente de la incapacidad de Lerroux, se apresuró a destituirle de
la Presidencia. El Presidente de la República temía una nueva reacción de la izquierda
en el caso de que entregara la presidencia del gobierno a Gil Robles o a Melquíades
Álvarez. El sustituto elegido fue Chapaprieta, amigo personal del Jefe del Estado. Pese a
la idea del «gobierno amplio» de la que presumía Alcalá-Zamora –gobierno de tres
cedistas, tres radicales, un agrario y un ministro de la Lliga-, la Presidencia era
desempeñada por un amigo suyo sin respaldo parlamentario. En octubre se desplomaba
el Partido Republicano Radical, tras el descubrimiento de los escándalos del Estraperlo
y Tayá-Nombela, en los que estaban implicados los dirigentes del partido radical. La
formación de Lerroux entra en una crisis de la que nunca saldrá. Se produce un
abandono masivo de sus miembros hacia otras formaciones como la de Martínez Barrio
‐ 49 ‐ o incluso la de Azaña, a lo que hay que sumarle una deriva hacia la izquierda de sus
juventudes sin que la dirección nacional pudiera hacer nada para evitarlo. A los
destituidos Lerroux y Rocha les sucedieron dos miembros de su partido de menos
nombre. Este 29 de noviembre de 1935 es clave para entender la debilidad de los
gobiernos posteriores y la necesidad de nuevas elecciones. El «gobierno amplio»
presidido por Chapaprieta fue incapaz de avanzar en sus reformas, demostrando que la
disolución de la Cámara llegaría en cualquier momento. Finalmente, el Presidente del
Gobierno dimitía el día 9 de diciembre. El hundimiento de los radicales hizo pensar a la
CEDA que por fin «llegaba su hora». Sin embargo, don Niceto siguió resistiéndose a
entregar el poder a Gil Robles e intentó formar un gobierno que satisficiera su plan
electoralista basado en dividir a la derecha.
Tras ofrecer la Presidencia a distintas personalidades –entre las que se encontraba
Martínez Barrio, que tenía contraídos «previos compromisos»-116, el 14 de diciembre de
1935 se formaba un nuevo Gobierno, presidido por Portela Valladares. Alcalá-Zamora
había conseguido por fin crear un Gobierno sin la incómoda CEDA. La falta de apoyo y
la presión de la derecha al no verse representada en el nuevo gobierno pese a su
presencia en la Cámara, crea un clima político insostenible. Incluso los ministros
radicales integrados en el gobierno de Portela fueron desacreditados y expulsados del
partido por Lerroux. El presidente de la República clausuraba por un mes las Cortes el
día 3 de enero y finalmente las disolvía –por segunda vez en su mandato- el 7 de enero
de 1936 y convocaba elecciones para el día 16 del mes siguiente.
Durante esta etapa de convulsiones políticas, se generó una reordenación de las
fuerzas políticas. El centro, representado por el desprestigiado Partido Republicano
Radical, se organizó en nuevas formaciones, partidarias de pactar con la izquierda. En el
seno del PSOE se habían acentuado las diferencias ideológicas tras los sucesos de
Asturias. Largo Caballero representaba la izquierda radical frente a Prieto, partidario de
volver a concurrir con los republicanos. Mientras que los radicales, mayoritarios en la
UGT y las JSE, apostaban por una revolución socialista que instaurara la dictadura del
proletariado, los moderados abogaban por la consolidación de una república de carácter
social.
116
Con el Frente Popular casi apuntalado, el líder de UR no podía aceptar el gobierno de centro que
planeaba Alcalá-Zamora. ALCALÁ GALVE, A., Alcalá-Zamora y la agonía de la República, Fundación
José Manuel Lara, Sevilla, 2002, p. 575 ‐ 50 ‐ 3.2. Fuerzas políticas que convergen en febrero de 1936
Mientras que Tusell atribuye parte de la radicalización política a la usual práctica de
coaliciones –necesaria teniendo en cuenta el sistema electoral-117, Fernández Sarasola
describe las coaliciones como una rectificación del pluralismo, necesaria para la
gobernabilidad del país118. La Ley electoral, que permitía las minorías en detrimento del
bipartidismo, contrasta con la situación política anterior. La reforma de la Ley estaba
basada en un sufragio universal que escapaba a las prácticas caciquiles de la
Restauración. Los partidos cumplían una nueva función; dejaban de servir al Estado o a
la estabilidad del sistema político como hicieran la Unión Patriótica y los partidos
Liberal y Progresista respectivamente. Esta nueva situación creará un panorama político
muy complejo como demuestran las 19 fuerzas políticas representadas en la Cámara en
1931119, que más tarde explicaremos. Esto se traduce en unas Cortes pluripartidistas.
Nunca un partido alcanzó la mayoría en las elecciones, los gobiernos siempre fueron de
coalición; primero republicano-socialista y más tarde radical-cedista.
En las elecciones de febrero de 1936 podemos hablar por primera vez de una
coalición realmente unida con un programa de mínimos; el Frente Popular. La
experiencia de las alianzas ya se había dado tanto en la República como en la última
fase de la Restauración120. La novedad que presenta la candidatura izquierdista es la
convivencia -en todas las circunscripciones- de distintos partidos, con sus ideologías,
sus militantes y sus juventudes. Diferenciaremos seis tipos de partidos -Centro y
derecha republicana, izquierda republicana, partidos obreros, derecha accidentalista,
antirrepublicanos y nacionalistas centrífugos y regionalistas- e intentaremos explicar la
trayectoria de los más significativos.
117
«Si una alianza quería triunfar debía incluir en su seno a los sectores más extremistas, porque una
diferencia mínima en votos podía convertirse en sustancial a la hora de traducirse en escaños.» TUSELL,
Manual de Historia de España…, p. 316. 118
FERNÁNDEZ SARASOLA, I., Los partidos políticos en el pensamiento español…, pp. 276-277. 119
JULIÁ, S., Un siglo de España…, p. 79. 120
El precedente más cercano de una candidatura de coalición es la Unión de Derechas en las elecciones
de noviembre de 1933. Esta alianza estaba formada por cedistas, agrarios, alfonsinos y tradicionalistas. La
CEDA era reconocida por el resto de formaciones integrantes como el partido hegemónico. Tres eran los
principales puntos de la candidatura: revisión del carácter laico de la Constitución, derogación de la
Reforma Agraria y amnistía política. GIL PECHARROMÁN, J., Conservadores subversivos…, pp. 136142. ‐ 51 ‐ 3.2.1. Centro y derecha republicana
En el ala derecha del republicanismo, siempre minoritaria, encontramos la Derecha
Liberal Republicana de Alcalá Zamora, poco después llamado Partido Republicano
Progresista tras la escisión de su sector más derechista encabezado por Miguel Maura
para formar así el Partido Republicano Conservador en 1932. Ambos partidos defendían
un régimen democrático no confesional que respetara la tradición católica. La mayor
diferencia entre estos dos partidos fue el motivo del cisma; la facción que lideraba
Miguel Maura hacía especial hincapié en la necesidad de una «defensa y mantenimiento
del principio de autoridad y del orden a todo trance, sin contemplaciones ni
distingos»121. Estos dos partidos consiguieron atraer a elementos monárquicos
moderados a pesar de ser partidos claramente republicanos.
Otro partido de la derecha republicana era el Partido Liberal Demócrata, de
Melquíades Álvarez, continuador del Partido Reformista. También en la derecha
republicana encontramos el Partido Agrario Español, presidido por José Martínez de
Velasco. Esta formación, la más a la derecha de todas las republicanas, intentó reformar
la Constitución para hacer una República más conservadora y unitaria.
En el centro del espectro político encontramos la Agrupación al Servicio de la
República, integrado por intelectuales de la talla de Ortega y Gasset o Gregorio
Marañón. Participaron en la coalición republicano-socialista pero rápidamente
condenaron el viraje a la izquierda del gobierno de Azaña.
El partido republicano de centro más importante fue el Partido Republicano Radical.
Indiscutiblemente liderado por Alejandro Lerroux, su discurso poco tenía que ver con el
enérgico, republicano y anticlerical «Emperador del Paralelo» de principios de siglo122.
La moderación de su mensaje había abierto las puertas a un discurso ambiguo
claramente populista. Alcanzó su plenitud en las elecciones de 1933 llegando a formar
gobierno para pasar a ser un partido minoritario tras los escándalos de corrupción y la
polarización de la política en las elecciones de 1936. Su ala más izquierdista,
capitaneada por Diego Martínez Barrio fundará en 1934 el Partido Radical Demócrata,
que junto con el ala moderada del Partido Republicano Radical-Socialista de Félix
121
ARTOLA, M., Partidos y programas políticos, 1808-1936, vol. I, Alianza Editorial, Madrid, 1991, p.
629. 122
En ÁLVAREZ JUNCO, J., Alejandro Lerroux… encontramos un análisis de la política y de la
sociedad de finales del siglo XIX y principios del XX a través de la vida del político populista. ‐ 52 ‐ Gordón Ordax123, fundarán Unión Republicana, futura integrante del Frente Popular. El
ala izquierdista, partidaria de colaborar con los socialistas, liderada por Álvaro de
Albornoz y Marcelino Domingo, fundará el Partido Republicano Radical-Socialista
Independiente que convergirá junto con otras fuerzas progresistas creando Izquierda
Republicana. Tras las escisiones, el partido que seguía liderando Lerroux fue tan
denostado por izquierda como por la derecha por su carácter oportunista, contradictorio
y ambiguo124
3.2.2. Izquierda republicana
En la izquierda republicana encontramos al principal partido republicano, la Acción
Republicana de Azaña. En su intento por crear el partido de masas que ansiaba su líder,
se fusionará en abril de 1934 con el Partido Republicano Radical-Socialista
Independiente de Domingo y Albornoz125. Más tarde se incorporaría la galleguista
ORGA de Casares Quiroga, formando así Izquierda Republicana. La procedencia de las
fuerzas creadoras era representada en el Consejo Nacional del partido –diez miembros
de Acción Republicana, ocho radicales-socialistas y tres galleguistas-. La personalidad
de Azaña será la que aglutine la nueva coalición frente a una limitada ORGA y un
volátil PRRS126. Este partido buscará, tras la derrota electoral de octubre de 1933, un
123
No hay consenso en la bibliografía para el nombre del dirigente radical-socialista pudiendo aparecer
indistintamente «Gordón Ordás» o «Gordón Ordax». Utilizaremos en adelante el criterio de Javier Tusell
decantándonos por la segunda opción. Vid. e. g. TUSELL, J., «Las elecciones del Frente Popular, febrero
1936» en Historia 16, n. 10, 15 de junio de 1977. p. 40. 124
La actuación de la mayor parte de los dirigentes radicales tras el golpe de julio fue totalmente
antidemocrática. En especial la de su máximo líder, a quien tras su muerte, la publicación republicana el
en exilio Política dedicaba palabras como «un muerto sin respeto» y se ubicaba al antiguo agitador en «la
cota más alta del deshonor español». TOWNSON, N., La República que no pudo ser. La política de
centro en España (1931-1936), Taurus, Madrid, 2002, pp. 398-400. 125
Las desavenencias en el seno del radical-socialismo aparecieron con la actitud del PRRS ante el
gobierno de coalición con los socialistas en el que ellos mismos participaban. Mientras Gordón Ordax
reconocía que su partido se había convertido en un «apéndice lamentable del socialista», Domingo
prefería mantener el pacto con sus actuales socios antes que colaborar con el resto de republicanos.
TUSSEL, J., Manual de Historia de España…, p. 362. 126
El PRRS era uno de los partidos más indisciplinados de la cámara. Sus diputados no tenían ningún
reparo en despotricar contra el gobierno que ellos mismos respaldaban y las disputas internas entre
moderados –Gordón Ordax- y radicales –Domingo- fueron continuas. ARTOLA, M., Partidos y
programas políticos…, vol. I, Alianza Editorial, Madrid, 1991, pp. 634-636. Dentro de la exaltada
corriente interna conocida como «los jabalíes» estaba el díscolo José Antonio Balbontín, ex anarquista,
ex socialista y, según el Diario de La Rioja, ex católico. El diario, en su campaña de desprestigio del
Frente Popular, incluía unos versos de carácter católico y patriótico firmados por él en ese momento
radical-socialista. «Lo que va de ayer a hoy», Diario de La Rioja, n. 9.458, sábado 15 de febrero de 1936,
p. 11. ‐ 53 ‐ entendimiento con otras fuerzas republicanas progresistas y obreras como el PSOE,
Unión Republicana, Partido Nacional Republicano de Sánchez Román y Esquerra
Republicana de Catalunya. Esto será el germen del futuro Frente Popular.
3.2.3. Derecha accidentalista
La CEDA se reveló a partir de las elecciones de 1933 como la fuerza hegemónica de
la derecha127. Esta coalición tuvo su origen en el pequeño partido Acción Popular128.
Formada en torno al diario El Debate de Ángel Herrera Oria –presidente de la ACNP- y
dirigida por José María Gil Robles, sus diferencias con la derecha no republicana eran
más debido a las diferencias en las tácticas políticas que a cuestiones ideológicas129. Su
fuerte convencimiento católico y su pasado tradicionalista rechazaban el fascismo pero
comulgaban con ideas de éste como el corporativismo. Desde su nacimiento se esforzó
por recoger el voto del catolicismo, denunciando la falta de valores cristianos en los
republicanos y la amenaza que representaban sus socios, enemigos de la propiedad, la
familia y el orden130. En marzo de 1933 Acción Popular forma una coalición con
partidos católicos y derechistas de toda España131 formando así la Confederación
Española de Derechas Autónomas -CEDA-. Mediante el entrismo en el sistema político
republicano, la CEDA aspiraba a un régimen corporativo, sin partidos políticos y con
una nueva cámara representativa orgánica. La implantación del nuevo régimen sería
lenta y no traumática132. La necesidad de formar una gran coalición accidentalista –
127
Linz reflexiona sobre el carácter político de la CEDA, señalando que la coalición estaba tan lejos de
ser demócrata-cristiano como clerical-fascista. LINZ, J. J., Sistema de partidos en España...., pp. 127140. 128
Nace como Acción Nacional pero Azaña restringió el empleo del término «Nacional». 129
Las disputas entre monárquicos y oportunistas fueron frecuentes. En sus memorias, Gil Robles habla
de Gil-Robles, ¿monárquico?, un libro escrito por Julián Cortés Cavanillas, que criticaba los
planteamientos políticos de la CEDA desde la derecha. La publicación de la obra no gustó al rey en el
exilio, que deseaba la unión de los sectores monárquicos con la CEDA. GIL ROBLES, J. M., No fue
posible la paz…, p. 395. 130
En el programa fundacional de la CEDA podemos leer lo siguiente: «Las reivindicaciones de carácter
religioso deben ocupar, y ocuparán siempre, el primer lugar de su programa, de su propaganda y de su
acción» «Programa de la Confederación Española de Derechas Autónomas», Título 1; Religión, Primer
artículo, Madrid, febrero-marzo de 1933 en ARTOLA, Programas y partidos políticos…, vol II, p. 388. 131
Cabe destacar la Derecha Regional Valenciana de Luis Lucía. El resto de federaciones eran partidos
regionales con nombres relacionados con «Acción» y «Agraria». En La Rioja, la federación se llamaba
Acción Agraria Riojana. María Cristina Rivero define la CEDA riojana como un «partido antisistema» y
manifiestamente golpista. Prueba de esto último es la detención de sus líderes –Joaquín Purón, José María
Herreros de Tejada y Ángeles Gil Albarellos- tras el fallido golpe de estado intentado por el general
Sanjurjo en agosto de 1932. RIVERO NOVAL, M. C., Política y sociedad en La Rioja durante el primer
franquismo (1936-1945), IER, Logroño, 2001, p. 53. 132
GONZALEZ CUEVAS, P. C., op. cit., pp. 135-136. ‐ 54 ‐ donde cabían democristianos, tradicionalistas y conservadores autoritarios- fue
planteada por El Debate tras la insurrección fallida de Sanjurjo, desligándose así de
sectores más abiertamente contrarios al nuevo modelo de Estado. Por el contrario, con
una línea abiertamente pseudofascista, las juventudes del partido –JAP- trataban de
«jefe» a Gil Robles y miraban con admiración regímenes como el Estado Novo de
Salazar, la Italia de Mussolini o la Austria de Dollfuss.
3.2.4. Partidos obreros
Para Manuel Tuñón de Lara, la aparición del movimiento obrero se divide en cuatro
fases. En la primera, el desarrollo de la producción crea la clase obrera pero ésta no
tiene conciencia propia, por lo que no hay movimiento obrero. En la segunda, se
producen acciones espontáneas sin haber todavía una condición obrera como tal, algo
que sí se empieza adquirir durante la tercera fase. La cuarta etapa, «es aquella en la que
otros trabajadores –manuales, intelectuales o de carácter intermedio- toman conciencia
de su vinculación con los obreros y se integran o articulan, directa o indirectamente, en
el movimiento obrero que toma así unas nuevas dimensiones»133. En la España de los
años 30, ya encontramos un amplio abanico de organizaciones obreras consolidadas.
El Partido Socialista Obrero Español era sin duda el mejor organizado y más
disciplinado de todas las formaciones presentes en la Cámara134. Su larga trayectoria en
la Historia del movimiento obrero le había consolidado como el partido obrero más
importante del país. No fue fácil convertir a una clase social dispersa sin educación en el
«ejército revolucionario que acabara con el régimen monárquico». La Ley Gullón –Ley
de Prensa de 1883135-, durante el mandato de Sagasta, permitió la circulación de su
133
TUÑÓN DE LARA, M., El movimiento obrero…, p. 11. En esta obra clásica se recoge la Historia del
movimiento obrero desde sus orígenes hasta 1936. 134
En la figura de Indalecio Prieto encontramos el mejor ejemplo de militancia leal al partido. Respetó el
centralismo democrático en dos momentos clave de la República: Apoyó la revolución de Asturias, en
palabras de Gabriel Jackson; «dándose cuenta anticipadamente de que la insurrección era una quimera
que acabaría fracasando» y «con la obligación de solidarizarse con los mineros por ser la clase obrera
socialista con más años de militancia y la que más había sufrido». La otra ocasión crucial en la que el
bilbaíno acata el centralismo será cuando Azaña le proponga ser Presidente del Gobierno. Su renuncia
llevará a la Presidencia al inoperante Casares Quiroga, condenando así a la República. JACKSON, G.,
«Fascismo y Comunismo en la Historia de la República Española», en EGIDO LEÓN, Á. (Coord.), op.
cit., pp. 49-53. 135
Gaceta de Madrid, n. 211, 30 de julio de 1883, tomo III, pp. 189-190. La Ley de Imprenta de 1883 no
fue derogada hasta la Ley de Prensa de 1938, orquestada por Ramón Serrano Suñer. ‐ 55 ‐ órgano de expresión, El Socialista -1886-, que facilitó la expansión del partido136. A
pesar de su voluntad innata de acabar con el régimen, las élites socialistas, conscientes
de que no tenían todavía la fuerza suficiente para alcanzar la emancipación, optaron por
las vías legales como única forma posible de consolidar su poder137; La llegada de la
revolución sería un tránsito pacífico. La Semana Trágica hizo ver a los socialistas que la
coalición con los republicanos era necesaria en su estrategia. El entrismo socialista se
consolida al fin cuando Pablo Iglesias obtiene el primer escaño obrero en la Historia de
España en 1910138. Este discurso reformista es paralelo a la evolución del SPD alemán.
La imposibilidad de un retorno al marxismo revolucionario se consolidó con la
creación de la Komitern -III Internacional-, que causó el primer cisma en el seno del
PSOE139, fundándose el Partido Comunista Obrero Español y el Partido Comunista
Español. La fusión de ambos en 1921 creará el Partido Comunista de España.
El paternalismo del gobierno de Primo de Rivera no dejó en mala posición al PSOE,
que incluso ofreció a la UGT colaborar con la dictadura. Esto provocará tensiones entre
colaboracionistas –Largo Caballero, Saborit y Besteiro- y no colaboracionistas –Prieto y
de los Ríos-140. Finalmente, ante la agonía de la dictadura, el PSOE y la UGT rechazan
colaborar con ésta. La nueva estrategia de colaboración con los republicanos consistirá
en sumarse a la iniciativa del Pacto de San Sebastián, a la que Prieto ya había dado su
apoyo a título personal previamente.
136
Más tarde aparecerán otras publicaciones como Claridad y Leviatán –caballeristas-, El liberal –de
Bilbao, siendo Prieto director, centrista- o Democracia –besteirista-, ligados a corrientes internas. El
liberal surgió en 1897 como una escisión de El Imparcial. De línea progresista, pronto se crearon
ediciones en otras ciudades como Barcelona, Bilbao o Sevilla. Ver VÍLCHEZ DE ARRIBAS, J. F.,
Historia gráfica de la prensa diaria española (1758-1976), RBA, Barcelona, 2011, pp. 39-40. 137
«El triunfo total, yo no he de verlo» confesaba Pablo Iglesias en un discurso en el Congreso de
diputados el 20 de enero de 1912. JULIÁ, S., «Socialista» en FERNÁNDEZ SEBASTIÁN, J. y
FUENTES ARAGONÉS, J.F., Diccionario político y social del siglo XX español, Alianza Editorial,
Madrid, 2008, p. 1.108. 138
La expansión del partido socialista fue lenta y difícil. La poca implantación socialista en Cataluña, el
auge del bakuninismo en zonas agrarias, el miedo a la represión o la caciquil Ley electoral fueron motivos
por los que el partido liderado por Pablo Iglesias y su sindicato experimentaron disminuciones del número
de afiliados dentro de un paulatino crecimiento. Vid. LINZ, J. J., Sistema de partidos en España…, pp.
75-84. 139
La mayor parte del PSOE se mantuvo en la Internacional Socialista. Con la bolchevización de sus
juventudes, sus militantes pedirán la salida inmediata de la «chauvinista» IOS -Internacional Obrera y
Socialista-, heredera directa de la Segunda Internacional. 140
Aróstegui habla de las divergencias entre partidarios del «oportunismo posibilista» que ofrecía el
régimen corporativo frente a la ética política, que implicaba un «rechazo de la brutal ruptura
constitucional que representaba la dictadura» ARÓSTEGUI, J., «Indalecio Prieto y Largo Caballero:
divergencias y convergencias en el socialismo español (1923-1946)» en MATEOS, A. (Coord.), Indalecio
Prieto y la política española, Fundación Pablo Iglesias, Madrid, 2008, pp. 139-144. ‐ 56 ‐ La colaboración con los republicanos dará sus frutos en el primer gobierno
republicano, donde el PSOE llega a tener tres carteras ministeriales –Prieto, Largo y de
los Ríos- y la presidencia del Congreso de los Diputados –Besteiro-. El descalabro
electoral de 1933, tras no concurrir a éstas con los republicanos, originará un nuevo
cisma en los socialistas. Las diferencias ideológicas internas se enfrentaron
abiertamente tras la Revolución de Asturias y su posición ante un nuevo pacto con los
republicanos para crear el Frente Popular. Dos serán las corrientes en lucha; el sector
radical liderado por Largo Caballero y el moderado o centrista, con Prieto a la cabeza,
relegando a los «protosocialdemócratas» de Besteiro a un tercer plano141. En las
tensiones internas tendrán un importante papel la UGT y las bolchevizadas
juventudes142.
El Partido Comunista de España era un pequeño partido con poca fuerza surgido de
las escisiones del PSOE tras su ruptura con Moscú. Nació en 1921 cuando el 59 por 100
de los votos en un congreso extraordinario se opusieron a aceptar las veintiuna
disposiciones de la Komintern143. Contrarios a la recién proclamada «república
burguesa», ni siquiera habían sido invitados a participar en San Sebastián. En el IV
Congreso del partido, celebrado en Sevilla, todavía alarmados por la intentona de
Sanjurjo, se decidió defender a la República y abandonar el sectarismo que había
imperado en el partido desde su fundación144. A pesar de este cambio de rumbo,
Bullejos había sido sustituido por José Díaz precisamente por manifestar su apoyo a la
República antes del congreso. La Ley electoral castigó duramente a este partido, que
141
Aróstegui destaca que exponer las luchas internas entre prietistas y caballeristas como una lucha
irreconciliable entre «socialdemócratas centristas» y «radicales izquierdistas» es demasiado simple e
incompleto. «Hablar de dos socialismos permanentemente opuestos y divergentes es un error histórico del
que existen en la bibliografía algunas patentes, antiguas o recientes, muestras». ARÓSTEGUI, J.,
«Indalecio Prieto y Largo Caballero…», pp. 123-162. Una conversación entre Largo Caballero y Vidarte,
recogida en las memorias de este último, expresan con total claridad las tensiones internas en el PSOE
tras la revolución de Asturias; El todavía Presidente del partido socialista afirmaba: «De Francisco y yo
hemos resuelto continuar la línea de octubre. La clase obrera no tiene otro camino. Solidaridad sí, pero
con los nuestros, con los obreros. La colaboración con los republicanos se quemó en las Constituyentes,
no hay que mirar nunca hacia atrás». Ante las revolucionarias palabras de Largo Caballero, Vidarte,
centrista, respondía que «la línea de octubre se había quemado en octubre». VIDARTE, J. S., Todos
fuimos culpables. Testimonio de un socialista español, vol. I, Grijalbo, Barcelona, 1977 p. 26. 142
«Los niños siguen con igual autonomía y con idénticas tonterías» Así hablaba Juan Negrín en una
carta fechada el 22 de marzo de 1935 a un compañero de las díscolas juventudes. Vid. MORADIELLOS,
E., Juan Negrín. Una biografía de la figura más difamada de la España del siglo XX, Península,
Barcelona, 2006, p. 150. 143
Vid. LINZ, J. J., Sistema de partidos en España…, p. 159-160. 144
Con una táctica antirrevisionista y una confianza en sí mismos que poco tenía que ver con su
aceptación real en la sociedad española -15.000 militantes-, el PCE seguía ciegamente los dictados de
Moscú, que financiaba a la sectaria formación hasta tal punto que, sólo una cuarentava parte de la
financiación provenía del propio partido. TUSELL, J., Manual de Historia de España..., p. 360. ‐ 57 ‐ consiguió un solo escaño pese a haber obtenido 400.000 votos en las elecciones de
noviembre de 1933145. La fuerte implantación tanto del anarquismo como del partido
socialista arrinconó en el espectro político al pequeño partido, viéndose incluso
desbordado por la izquierda por el PSOE más maximalista. Su entrada en el Frente
Popular, la fusión de sus juventudes –UJCE- con las socialistas, formando las JSU en
marzo de 1936, y su inclusión en los diferentes gobiernos durante la guerra darán al
PCE un gran peso político en el transcurso de ésta.
Otro pequeño partido comunista, que tendrá una gran relevancia durante el conflicto
bélico será el POUM. Formado en Cataluña, surge del antiestalinista Bloque Obrero y
Campesino de Joaquim Maurín y los seguidores del intelectual anarcotrotskista Andreu
Nin146. Participarán en la federación catalana del Frente Popular.
En la extrema izquierda parlamentaria obrera cabe destacar el Partido Sindicalista de
Ángel Pestaña. Frente a las tesis de la acción directa impulsadas desde la FAI, el sector
treintista de la CNT propone posponer la revolución y participar en el sistema político
de la República.
3.2.5. Antirrepublicanos
En diciembre de 1931 se crea la revista Acción Española. Nace así un movimiento
intelectual, que retomando la historiografía de Menéndez Pelayo, aboga por una vuelta a
la tradición hispánica147. Reivindican la creación de un Estado monárquico, autoritario y
corporativo. Al igual que ocurrió en otros lugares de Europa, el conservadurismo fue
evolucionando hacia el fascismo –aunque en España no hay un cambio hasta sus últimas
consecuencias-. Esta renovación condujo a los éstos a «regresar a los conceptos más
románticos, preliberales y predemocráticos, al mismo tiempo que intentaban movilizar
145
Su concurrencia en solitario limitaría sus resultados, consiguiendo solamente un diputado en coalición
circunstancial con los socialistas en la provincia de Málaga. GIL PECHARROMÁN, Segunda
República…, p. 274. 146
Juan Simeón Vidarte en sus memorias califica al POUM simplemente como trotskista. VIDARTE, J.
S., Todos fuimos culpables…, p. 27. 147
El candidato por el Bloque Nacional en la Rioja, Romualdo de Toledo, explicaba con estos metafísicos
argumentos históricos el porqué de su ideología monárquica: «Soy monárquico porque no me ha sido
posible comprender que las formas accidentales pueden ser nunca forma de Gobierno. Monárquico,
porque revisando la Historia, por cualquier recoveco por el que pretendiera ver un hecho histórico y
grande, veo que todos ellos, sin excepción, van unidos a la figura de un monarca». «Ayer habló desde
Madrid Calvo Sotelo», Diario de La Rioja, n. 9.458, sábado 15 de febrero de 1936, p. 15. ‐ 58 ‐ una base de apoyo más amplio que los monárquicos estrictamente aristocráticos»148.
Todas estas ideas fueron recopiladas por Antonio Goicoechea, fundando Renovación
Española como escisión de Acción Popular y continuación de la Unión Monárquica
Nacional –partido sucesor de la Unión Pariótica-149. José Calvo Sotelo alcanzará el
liderazgo del partido tras su vuelta del exilio. Este giro a la derecha de los partidarios de
la monarquía se acercó a los planteamientos carlistas. El objetivo del alfonsinismo era
crecer en detrimento de la opción accidentalista pero concurrir con ésta desde una
posición de fuerza150. Aunque Renovación Española fue un partido de escasa
representación parlamentaria, recogía el voto de sectores poderosos como financieros y
militares.
El tradicionalismo carlista se había reagrupado bajo la dirección de Manuel Fal
Conde con la creación de Comunión Tradicionalista. Este partido abogaba por la
tradición monárquica:
Queremos la Monarquía española (que no fue absolutista hasta que no entraron en
España los principios exóticos de la Enciclopedia), sino templada como que el Rey por
nuestras leyes históricas debía ser el padre de sus súbditos y mirar siempre que «no se
151
hicieron los pueblos para los reyes, sino los reyes para los pueblos» .
La colaboración entre ambas ramas de la derecha española se denominó TYRE152.
Se puede decir que el fascismo español tiene sus orígenes en los pensamientos
regeneracionistas de las Juventudes Mauristas, Costa, Ortega y d´Ors. Esta nueva
derecha se vio institucionalizada gracias a la Unión Patriótica. Aunque el primer grupo
político en utilizar imaginería fascista –brazo en alto, camisa azul y Cruz de Santiago-
148
Vid. LINZ, J. J., Sistema de partidos en España…, p. 143. La línea revisionista de AP llevó a que los sectores más a la derecha de este partido propusieran a
Calvo Sotelo y Goicoechea la creación de una nueva formación puramente monárquica. El proyecto
nacería sólo un mes antes de la poderosa CEDA, mermando la iniciativa monárquica. GIL
PECHARROMÁN, J., Conservadores subversivos…, pp. 125. 150
Gil Pecharromán mantiene que «El alfonsinismo se organizaba, pues, con el propósito de subvertir el
orden político vigente, actuando tanto en la ilegalidad como en una legalidad aparente». Ibid., pp. 122. 151
«Síntesis del programa de la Comunión Tradicionalista», Título 3; La Monarquía, Abril de 1933 en
ARTOLA, M., Partidos y programas políticos…, p. 373. 152
Uno de los partidarios de la colaboración entre carlistas y alfonsinos fue Romualdo de Toledo,
aspirante a Cortes por La Rioja en las elecciones de 1936. Mantuvo la doble militancia como diputado
carlista y miembro de la élite directiva de RE. GIL PECHARROMÁN, J., Conservadores subversivos…,
p. 137. González Cuevas habla de la colaboración entre monárquicos en GONZÁLEZ CUEVAS, P.C., El
pensamiento de la derecha española…, pp. 127-133. 149
‐ 59 ‐ fue el Partido Nacionalista Español, de José María Albiñana153, el fascismo español no
alcanzará su madurez hasta las teorizaciones de Ramiro Ledesma Ramos y los
planteamientos idealistas de Ernesto Giménez Caballero. Frente al fascismo exaltado de
éstos, surgió un fascismo más clásico y católico, el de José Antonio Primo de Rivera,
hijo del dictador. A comienzos de 1934 se fusionan los dos principales partidos
fascistas; la Falange Española de Primo de Rivera con las Juntas de Ofensiva NacionalSindicalista de Onésimo Redondo y Ledesma Ramos. El resultado será la fundación de
la FE de las JONS, un partido marginal, muy activo, pero de nulo peso electoral154.
3.2.6. Nacionalismo centrífugo y regionalismo
Las diferencias sociales y culturales –especialmente en Cataluña y País Vasco- eran
evidentes ya a mediados del siglo XIX. Sin embargo, no será hasta la última década del
siglo cuando el nacionalismo periférico se institucionaliza. El Partido Nacionalista
Vasco, fundado por Sabino Arana en 1895, catalizaba la respuesta a un cambio
demográfico y económico del territorio histórico mediante la tradición y el
catolicismo155. En Cataluña, a la conservadora Lliga le surgía una competidora por la
izquierda. Esquerra Republicana de Catalunya, dirigida por Maciá y Companys, era la
fusión de diversas agrupaciones catalanistas de izquierda. Este movimiento respondía al
conservadurismo de la Lliga y al republicanismo populista y subversivo de Lerroux.
Tanto el PNV como la Lliga, de postulados tradicionalmente derechistas, evolucionaron
hacia posiciones más centristas. Especialmente en el caso vasco con José Antonio
Aguirre, que se alejó del tradicionalismo carlista y buscó apoyo –en parte por motivos
económicos- en republicanos y socialistas. También encontramos otras agrupaciones
políticas regionalistas durante la Segunda República como la ORGA gallega o el PURA
valenciano, pero sólo eran partidos federalistas. En cambio, la Esquerra Valenciana,
escisión del blasquismo, sí respondía al perfil de partido nacionalista.
153
Vid. GIL PECHARROMÁN, Sobre España Inmortal, sólo Dios. José María Albiñana y el Partido
Nacionalista Español, UNED, Madrid, 2000, p. 141. 154
Vid. PALOMARES IBÁÑEZ, J.M., La segunda república en Valladolid. Agrupaciones y partidos
políticos. P. 97-104 y GONZÁLEZ CUEVAS, P.C., El pensamiento de la derecha española…, pp. 144159. 155
Vid. MARTÍNEZ, J. A., «La Segunda República», BAHAMONDE, A. (Coord.), Historia de
España…, pp. 178-180. ‐ 60 ‐ 3.3. Candidaturas
Está extendida la idea de que en las elecciones de febrero de 1936 concurrieron los
dos bloques monolíticos que se enfrentaron meses más tarde en una guerra civil. Pero
esto no es así del todo. Es verdad que la sociedad española estaba muy dividida, e
incluso hay opiniones que afirman que la guerra era inminente. A pesar de ello, hemos
de destacar que no hubo dos grandes coaliciones enfrentadas y un centro marginal. En
primer lugar, las derechas no fueron capaces de hacer un programa común. Es más, ni
siquiera se puede hablar de una coalición que aglutine a todas las derechas en todas las
circunscripciones. Si bien es cierto que la situación política estaba muy polarizada, no
se puede atribuir ésto como causa directa de la guerra. Para explicar la tensión social
prebélica, Santos Juliá apunta que «dos polos pueden coexistir pacíficamente hasta que
uno de ellos recurre a la fuerza»156.
La revolución de Asturias estuvo muy presente durante la campaña electoral. Es más,
prácticamente giró alrededor de ésta.
El 16 de febrero de 1936 se realizaron las terceras y últimas elecciones generales de
la Segunda República. La misma izquierda que sufrió una dura derrota en 1933 se
beneficiaba ahora de la desunión de su adversario. El motivo, como ya hemos
explicado, era una Ley electoral que premiaba las candidaturas mayoritarias frente a las
minoritarias.
3.3.1. Centro
Frente a la idea del poderoso partido de masas que Azaña y sus socios tenían, el Jefe
de Estado, en su afán por crear un partido de centro que en la teoría moderara la
situación política española y en la práctica basculara hacia un lado o hacia otro según le
conviniera, patrocinó el intento de Portela. Durante la creación del estado republicano,
Alcalá-Zamora no había conseguido imponer la idea de una segunda Cámara
representativa de carácter orgánico; un senado que actuara contrapesando los vaivenes
políticos. Portela, que además de ser amigo personal del Presidente, compartía la idea de
crear un centro fuerte que contrapesara las ideologías extremas de la fraccionada
Cámara. Para este propósito creaba el Partido del Centro Democrático. Un partido «sin
156
Vid. JULIÁ, S., Orígenes del Frente Popular…, p. 67. ‐ 61 ‐ programa, sin organización y sin masas»157. Con métodos caciquiles utilizados desde el
poder que le daba el ser el Presidente del Gobierno, sustituía a gobernadores incómodos
y planeaba retrasar las elecciones hasta el día 10 de marzo –la Constitución permitía
hasta cuarenta días desde la disolución de las Cortes- para dar tiempo a que sus planes
dieran los frutos esperados. Esto no gustó ni a la izquierda ni a la derecha, que se veían
claramente capacitadas para ganar las elecciones. En medio de la confusión, la
estrategia de Portela era que su recién creado PCD recogiera el voto del descolocado
Partido Republicano Radical158. Mientras que otros centristas como Chapaprieta
pensaron en la unión electoral con la derecha para vencer a la izquierda, el anciano
gallego soñaba con un centro fuerte –de nada menos que unos 150 escaños- que
arbitrara la futura formación de la Cámara. El recién creado partido gubernamental
rechazaba tanto la guerra civil como la revolución roja, reivindicando el proceso
constitucional, la unidad nacional y el progreso159. Aunque en un principio Portela era
propenso a unirse en determinadas candidaturas con la izquierda, como en el caso de
Lugo –su principal feudo-, anunciaba después su intención de aliarse con la derecha si
la unión con la izquierda no era posible. En la práctica, el criterio fue la unión con la
candidatura más débil de cada provincia. Para Josep Fontana, el proyecto de Portela era
un «proyecto inviable, que solo podía nacer de un hombre como Alcalá-Zamora, aislado
del mundo real y lleno de resentimientos»160. Este fracasado proyecto dividió el voto
derechista dándole una clara victoria al Frente Popular. Stanley Payne describe así la
nueva iniciativa centrista:
La ley no exigía la celebración de unas nuevas elecciones a Cortes hasta noviembre
de 1937, pero el presidente Alcalá-Zamora, que había dominado la política nacional
desde el verano del 33, las convocó apresuradamente. Como había decidido negar de
manera permanente el acceso al partido mayoritario –la CEDA- y se había servido de
dos pequeños escándalos para promover la destrucción interna del único gran partido
157
Vid. TOWNSON, N., La República que no pudo ser..., p. 392. Aunque en el espectro el partido de Portela era más cercano a las izquierdas, recogería el voto de un
centro ansiado por los antirrepublicanos. GIL PECHARROMÁN, J., Conservadores subversivos…, p.
233. 159
Payne destaca el carácter oportunista del nuevo partido citando el caso de la provincia de Alicante.
Portela, tras el fracaso de las negociaciones con la derecha, colocó en las gobernaciones y en la mayoría
de los ayuntamientos a políticos izquierdistas. Cuando la derecha se ofreció concurrir con el PCD, el
Presidente depuso a los cargos colocados por él mismo para poner personalidades derechistas. PAYNE,
S. G., El colapso de la República…, p. 268. 160
Vid. FONTANA, J., «Frente Popular» en VIÑAS, Á., (Coord.), En el combate por la Historia. La
República, la Guerra Civil, el Franquismo…, p. 88. 158
‐ 62 ‐ de centro –los radicales-, el presidente intentó hacerse cargo del centro republicano
por sí mismo161.
La dirección central del Partido Republicano Radical, ahora dirigido por el converso
Santiago Alba, estableció la CEDA como principal aliado en las provincias. Gil Robles,
sabedor del desprestigio de su antiguo aliado, no ofreció muchas facilidades. Los
acuerdos a los que el partido radical llegó con la CEDA le «salieron caros»162. Lerroux
no puedo presentar candidatura por Madrid y se integró en el Frente Catalá d´Odre por
Barcelona y en Castellón como Independiente.
Otra de las estrategias de Portela fue intentar retrasar las elecciones. De esta forma,
su recién creado partido tendría más posibilidades de alcanzar los 150 escaños
necesarios para hacer de «partido árbitro» en la futura Cámara163.
Tenemos que aclarar que, en la hermética visión tradicional de las «dos Españas», el
centro no tendría el papel residual que tradicionalmente se le ha atribuído entre los dos
grandes bloques. Tusell demostrará 35 años más tarde que el centro sociológico sí tuvo
implantación en el voto de los españoles. A pesar de la importante cantidad de votos que
fueron para los partidos de centro, las coaliciones a ambos lados del espectro político
del centrismo y la confusión provocada por la caída de un partido histórico de centro y
161
PAYNE, S. G., 40 preguntas fundamentales sobre la Guerra Civil, La esfera de los libros, Madrid,
2006, p. 49. 162
El PRR tenía un nuevo enemigo mortal; el recién creado partido de Portela, dispuesto a hacer todo lo
posible por sabotear la candidatura radical. La nueva formación veía a los radicales como la principal
fuente de la que extraer votos. Sólo en tres provincias –Badajoz, Pontevedra y Madrid- las listas
electorales contenían más de un radical. La suma de candidatos ascendió a sólo 78, mientras en 1933
habían presentado 200. Alrededor del 70 por 100 de los candidatos concurrieron en solitario.
TOWNSON, N., op. cit., pp. 394-396. «Los radicales van desapareciendo de las listas derechistas, como
escotillón. […] en Murcia, donde parece ser que los centristas ocuparán los cuatro puestos que estaban
dedicados a los radicales. Incluso el señor Vélez (don Dámaso), que ahora aparece como portelista». En el
caso de Murcia, los radicales de lista derechista habían sido sustituidos por miembros del PCD. Incluso
hay un tránsfuga de última hora. La Rioja, «Comentando las coaliciones y los candidatos», n. 15.037,
miércoles 5 de febrero de 1936, p. 1. 163
Esto no gustó al resto de candidaturas. El Diario de La Rioja titulaba así la iniciativa portelista:
«Nunca se ha podido concebir impudor semejante. El desenfado del politiqueo electoral del Gobierno ha
llegado a un grado insuperable». Diario de La Rioja, n. 9.445, viernes 31 de enero de 1936, p.16. En este
artículo se satirizan las prácticas caciquiles del Gobierno: «El Gobierno, a la pregunta ¿Con la derecha o
con la izquierda?, contesta: Con el que más dé». Se recuerda que nadie quiere el aplazamiento electoral
aunque para el autor del artículo los motivos son diferentes; a las izquierdas no les interesa porque,
«convencidas de su fracaso, quieren que cuanto antes pase el mal rato». Las derechas en cambio «desean
también la mayor celeridad en que la situación se aclare con el triunfo de la contrarrevolución». No era
esta la única vez que el diario católico hacía un vaticinio erróneo del resultado electoral: «Los cálculos
más optimistas para ellas [las izquierdas] les conceden unos cuantos puestos más de los ciento y pico de
que disponían en las Cortes disueltas. […] En cuanto a la CEDA, políticos sin relación con ella prevén
160 diputados y que con las fuerzas afines (e) independientes, sumarán un bloque mínimo de 200».
Diario de La Rioja, n. 9.456, jueves 13 de febrero de 1936, p. 6. ‐ 63 ‐ el «cocinado» ascenso de uno nuevo minaron la campaña del centro. Con estas palabras
se dirigía el Diario la Rioja a los centristas:
Hay que votar contra la revolución.
No hacerlo es cooperar, por acción o por omisión, al triunfo de los asesinos, de los
incendiarios, de los ladrones, de los que intentaron ahogar a España en una ola de
sangre, de los que sembraron en España la miseria y el dolor durante el oprobioso
bienio.
No apoyar en las urnas la contrarrevolución, es ayudar al marxismo y a sus
cómplices, porque en la futura lucha electoral, para los elementos de orden, no cabe la
neutralidad. El hombre de derechas que se acoja a ella será, para los efectos del
164
escrutinio, un revolucionario más .
3.3.2. Frente Popular
Tras la fallida revolución de octubre de 1934, la izquierda –tanto obrera como
republicana- se encontraba en una situación poco favorable. Sus líderes estaban o
exiliados o encarcelados165. El «desliz revolucionario» había alejado a republicanos y
socialistas y parecía inviable una nueva coalición entre ambos166. La destreza política de
Prieto y Azaña, sumada al interés del PCE –o de Moscú- por crear un frente antifascista
en detrimento del minoritario frente obrero, harán posible la coalición de izquierdas.
La nueva Izquierda Republicana de Azaña trató de agrupar a todo el centro-izquierda
republicano. Una vez unificada la izquierda republicana, Azaña fue más allá en su
164
Editorial titulado «Los neutrales, revolucionarios por omisión». Publicado en el Diario de La Rioja, n.
9.449, miércoles 5 de febrero, p. 3. 165
Largo y sus colaboradores estaban encarcelados, Prieto estaba exiliado entre Francia y Bélgica, Azaña
recluido en un buque de la Armada en Barcelona y Lluís Compayns en la Modelo de Madrid. JULIÁ, S.,
República y Guerra…, pp. 129-130. 166
Para Paul Preston la revolución de Asturias «demostró a la izquierda que el asalto frontal al Estado
estaba condenado al fracaso y que solamente podría volver al poder por la vía electoral. La lección que
extrajo la derecha fue que la mejor manera de bloquear la revolución o incluso la reforma residía en el uso
de las fuerzas armadas. No cabe argumentar que octubre de 1934 justificase el golpe militar de julio de
1936.» El mismo autor también reniega de cualquier relación entre los sucesos de Asturias y la futura
guerra, como sí han hecho otros historiadores. PRESTON, P., «Bajo el signo de las derechas. Las
reformas paralizadas», en VIÑAS, Á. (Coord.), op. cit., p. 83. Como contrapunto, Pío Moa no comparte la
idea de Preston y señala la revolucione de octubre como motivo del conflicto bélico posterior: «La
democracia se había vuelto inviable ya desde 1934, cuando la izquierda casi en pleno organizó o apoyó la
insurrección. Una democracia puede albergar en su seno a partidos antidemocráticos y siempre lo hace.
Pero no subsistirá si esos partidos cobran una fuerza excesiva y eso, precisamente ocurrió en la España de
entonces». MOA, P., «Guerra Civil, Franquismo, Democracia» en VV. AA., La República y la Guerra
Civil. Setenta años después, CEU San Pablo, Madrid, 2006, p. 121. Stanley Payne, también en la misma
corriente historiográfica que el anterior, reconoce no encontrar una relación directa entre la revolución de
Asturias y la futura guerra. «La intensidad y alcance de la insurrección fueron advertencias, pero no el
inevitable origen de la Guerra Civil». PAYNE, S. G., 40 preguntas fundamentales sobre la Guerra Civil,
La esfera de los libros, Madrid, 2006, pp. 29-35. ‐ 64 ‐ ambición de liderar una amplia coalición –parecida a la de 1931- y comenzó los
contactos en ambas direcciones. En primer lugar buscó el acuerdo con otros partidos
republicanos próximos. El primer avance hacia el entendimiento con otros partidos
republicanos se daba el 14 de abril de 1935, en un homenaje por el aniversario de la
instauración de la Segunda República; Izquierda Republicana, Unión Republicana y el
Partido Nacional Republicano hacían una declaración de intenciones en la que pedían
una vuelta a las garantías constitucionales suspendidas.
Al entendimiento entre republicanos se le sumaba a la relación epistolar mantenida
entre Azaña y Prieto167. A pesar de la firme opinión de la directiva socialista de no
pactar con los republicanos, el bilbaíno era partidario de crear una candidatura amplia.
Con ambos líderes conscientes de la necesidad de pactar –Prieto había reflexionado
sobre la derrota de 1933 y la fallida huelga de octubre-, el único problema sería la
negativa del sector caballerista. El sector radical del PSOE abogaba por un frente obrero
como lo había sido la Alianza Obrera en Asturias. Esta facción no quería concurrir con
la izquierda burguesa y consideraban a Azaña como el Kerensky español168. Izquierda
Republicana estaba inmersa en la difícil situación de evitar un frente obrero a su
izquierda y una coalición de centro republicano a su derecha. Centristas y caballeristas
tenían un poder similar en la estructura del partido, pero la amistad de Prieto con Juan
Simeón Vidarte, vicesecretario general del PSOE, fue decisiva para inclinar la balanza
en favor de los moderados169. Conocedor de la estrategia de Prieto, Vidarte mandó una
circular a todas las agrupaciones socialistas recomendando establecer relaciones
cordiales con republicanos y grupos obreros170. Esto contradecía la línea de actuación
mantenida hasta el momento. La evolución de la imagen de Azaña ante la izquierda era
evidente; se había convertido en un mártir político gracias a la delirante persecución
167
Azaña escribe a Prieto el 20 de abril de 1935; «No necesita usted recomendarme la necesidad de la
coalición. Habla usted a un convencido. Y yo a otro.» Vid. TUÑÓN DE LARA, Tres claves de la
Segunda República: La cuestión agraria, los aparatos del Estado y el Frente Popular, Alianza, Madrid,
1985, p. 329. Prieto y Azaña habían tenido una excelente relación durante el primer bienio. La amistad
continuará tras las elecciones, llegando a conspirar juntos la destitución de Alcalá-Zamora. JULIÁ. S.,
«Prieto y Azaña: cuatro momentos de una amistad política» en MATEOS, A. (Coord.), op. cit., pp. 163192. 168
Así definía Araquistain a Azaña. Ver PAYNE, S. G., El colapso de la República…, p. 249. 169
Vidarte ya había valorado con Prieto la «conveniencia de llegar a una alianza circunstancial». TUÑÓN
DE LARA, M., Tres claves.., p. 335. El vicesecretario general socialista –secretario general en funciones
con motivo del encarcelamiento de Enrique de Francisco- se atribuye en sus memorias la creación del
Frente Popular. Vidarte reconoce haber enviado una carta a Prieto el 20 de marzo de 1935 «con
anterioridad a cualquier otra manifestación en este sentido de ninguna persona ni partido político».
VIDARTE, J. S., Todos fuimos culpables…, p. 25, 170
Vid. JULIÁ, S., República y Guerra…, p. 132. ‐ 65 ‐ ejercida por el Gobierno. El alcalaíno recibía cientos de cartas de solidaridad a su
prisión marítima. Tras el conocido y multitudinario discurso en Comillas, Claridad
reflexionaba sobre la necesidad de una unión republicano-socialista171.
El 14 de noviembre de 1935 Azaña enviaba una carta formal a la Comisión
Ejecutiva del PSOE en la que proponía una alianza electoral y un programa común.
Enrique de Francisco, secretario de este órgano, aceptó rápidamente aunque exigía la
entrada del PCE y de la CGTU a la candidatura. Para callar al sector liderado por el
Largo Caballero, reunido en la revista Leviatán, Prieto mediante su habilidad política,
consigue expulsar a sus enemigos internos de la cúpula del partido, relegándolos a la
UGT. Sin oposición interna, el bilbaíno podía ahora abanderar las negociaciones frente
a los republicanos. A pesar de gozar de esta libertad, Prieto tuvo que cumplir algunas
condiciones caballeristas; se trataría de una alianza meramente electoral, sin
colaboración posterior en el Gobierno. La línea de actuación obrera no sería silenciada
por el programa común. Por último, cualquier partido obrero podría incorporarse a la
coalición. Largo intentaba ponerle las cosas difíciles al moderado discurso de Azaña y
Prieto. Con la entrada de los comunistas, el «Lenin español» reforzaría su papel como
líder indiscutible del izquierdismo bolchevizante172. Para consolidar este frente obrero
imaginario, abría las puertas de la UGT a la CGTU y aconsejaba a las JSE la unión con
las UJCE. Los comunistas, siguiendo los dictados de la Komintern, deseaban el
entendimiento con la burguesía de izquierda. Pese a que puede resultar paradójico, en
desacuerdo con los postulados obreristas de un Largo Caballero perdido en el espectro
político, el PCE era tan partidario de la coalición como Azaña y Prieto173.
La admisión de las formaciones a la izquierda del partido socialista causó temor en
las formaciones republicanas de centro-izquierda y finalmente Sánchez Román, que
había desempeñado un importante papel en las negociaciones, retiraba al moderado
171
Stanley Payne afirma que el 2 de noviembre de 1935 el órgano dirigido por Araquistain planteaba la
alianza circunstancial con los repubicanos. PAYNE, S. G., El colapso de la República…, p. 250. 172
Para conocer más sobre la figura del político marxista, ver el análisis de Francisco Márquez sobre los
líderes de las principales corrientes del PSOE. MÁRQUEZ HIDALGO, F., Los sucesores de Pablo
Iglesias: Largo Caballero, Besteiro y Prieto: tres socialistas muy diferentes, Biblioteca Nueva, Madrid,
2011. 173
Aróstegui dice lo siguiente de las intenciones electoralistas de Largo: «El socialismo caballerista no
fue en modo alguno, pues, frentepopulista. Su táctica se fundó en la idea, bastante poco perfilada, del
agotamiento del proyecto republicano burgués que daría paso al socialista» ARÓSTEGUI, J., «Los
socialistas en la Segunda República. Una victoria con alto costo», en VIÑAS, Á., (Coord.), op. cit., p.
166. ‐ 66 ‐ Partido Nacional Republicano de la coalición174. Azaña celebraba la adhesión de la
izquierda obrera en la candidatura con el mismo entusiasmo que el líder del PNR y
cerraba al obrerismo más allá del PSOE la entrada en el comité encargado de elaborar
las candidaturas y el programa electoral. Otra condición del líder de IR era que las
candidaturas de los grupos obreros serían cedidas por el partido socialista175. Finalmente
el Pacto del Frente Popular era suscrito el 15 de enero de 1936176. La candidatura
tendría como principales objetivos la amnistía de los presos de la huelga general y la
continuidad de las reformas del primer bienio177. Se organizaba así un frente electoral
que poco tenía que ver con el reciente caso francés. Si en el país vecino tras las
elecciones se creaba un Gobierno presidido por un socialista –León Blum- con ministros
radicales y apoyo parlamentario comunista, definitivamente en España la coalición no
pasaría del fin electoral.
El Frente Popular en Cataluña se denominó Front d´Esquerres debido a la hegemonía
de ERC. En esta gran coalición de toda la izquierda, que llegaba a incluir los
prototrostskistas del POUM y a los anarcosindicalistas de Pestaña, faltaba la firma de la
CNT178.
Los partidos de Izquierda Republicana de Cataluña, Acción Catalana Republicana,
Partido Nacionalista Republicano de Izquierdas, Partido Republicano de Izquierda,
Unión Socialista de Cataluña, Unión de Rabassaires de Cataluña, Partido Obrero de
Unificación Marxista, Partido Catalán Proletario y Partido Comunista de Cataluña,
que conservan las propias características cada uno y los postulados de su doctrina
forman el frente de izquierdas de Cataluña para obtener juntos en la lucha electoral los
siguientes objetivos: Consecución de una amplia amnistía que reintegre a los presos y
desterrados políticos y sociales a la normalidad de la vida ciudadana. Restablecimiento
de la organización política de la Cataluña autónoma. Derogación de la ley de régimen
174
No todos los sectores de la izquierda burguesa vieron con buenos ojos concurrir con el obrerismo. La
Rioja se hace eco de la deserción de Ortega y Gasset –Eduardo-, Sánchez Roca y López Lucas del PRRS.
El motivo es su «absoluta disconformidad» con la adhesión al Frente Popular. La Rioja, «Se separan de la
izquierda radical-socialista», n. 15.037, miércoles 5 de febrero de 1936, p. 1. 175
Vid. JULIÁ, S., República y Guerra… p. 137. 176
«Pacto-programa del Frente Popular», Madrid, 15 de enero de 1936 en ARTOLA, M., Partidos y
programas políticos…, V. II, pp. 454-458. 177
FERNÁNDEZ SARASOLA, I., Los partidos políticos en el pensamiento español …, p. 277. El
manifiesto contaba con una cláusula de residualidad afirmando que cada partido integrante dejaba a salvo
los postulados de sus doctrinas, dejando claro que se trataba de un pacto de mínimos. Vidarte destaca las
principales divergencias entre socialistas y republicanos, las cuales fueron reflejadas en el pacto de
mínimos: «Los republicanos no aceptan el principio de la nacionalización de la tierra y su entrega gratuita
a los campesinos solicitada por los delegados del Partido Socialista», «No aceptan los partidos
republicanos la medida de nacionalización de la banca propuesta por los partidos obreros», «No aceptan
los partidos republicanos el control obrero solicitado por la representación del Partido Socialista». Ver
VIDARTE, J. S. Todos fuimos culpables..., p. 26. 178
Por su naturaleza anarquista, el sindicato se mantuvo fuera de la coalición. Sin embargo apoyó
ambiguamente al Frente Popular e incluso el apoyo fue directo en algunos casos como el de la federación
asturiana. ‐ 67 ‐ transitorio del dos de enero del 35 y todas las disposiciones que se refieran a dicha ley.
Vigencia íntegra del Estatuto de Cataluña con todos sus organismos y Corporaciones.
[…] El frente de izquierdas de Cataluña se siente solidarizado con el programa hecho
público por las izquierdas españolas y concurre junto con la coalición general de
179
España para la consecución de los objetivos comunes .
En la elaboración de las listas, los socialistas cedieron en favor de los republicanos,
formándose una proporción que poco se asemejaba al caudal de votos; 193 candidatos
republicanos, 125 socialistas, 19 comunistas y 6 pertenecientes a otras fuerzas
obreras180. El número total coincidía con la suma que podría optar llevándose la mayoría
de cada circunscripción181.
3.3.3. Derechas
La derecha estaba muy entretenida en 1935 criticando las tácticas posibilistas de Gil
Robles. Cuando la izquierda empieza a dar síntomas de unión, el diario ABC plantea
por primera vez la unión de las derechas. «Oponer la fuerte, sólida, invencible alianza
de las derechas para salvar a España. Desde ahora, más que antes, la lucha se empeña
con una divisoria que separa los dos campos: revolución y contrarrevolución»182. A
estas coaliciones se les llamó Frente Nacional Contrarrevolucionario. Con lemas como
«Contra la Revolución y sus cómplices», «Por Dios y por España» o «A por los 300»,
constantes ataques al marxismo y al Presidente de la República, la CEDA desplegó la
179
La Rioja se hace eco de la coalición de izquierdas en Cataluña. Desde Barcelona se publica el
manifiesto anterior. Los objetivos son similares a los de la coalición nacional, haciendo el Front
d´Esquerres especial hincapié en la autonomía. La Rioja, «Interesante información de Cataluña», «Las
izquierdas publican un manifiesto», n. 15.037, miércoles 5 de febrero de 1936, p. 3. En la misma página
aparecía una noticia llamada «Solidaridad Obrera recomienda la abstención». En la nota, la publicación
cenetista catalano-balear pedía la abstención ante la jornada electoral. 180
Para Payne, IR y PCE fueron suprarrepresentados gracias a la presión caballerista. PAYNE S. G., El
colapso de la República…, p. 262. En La Rioja aparece la relación de partidos por cada provincia –no se
incluyen las provincias integradas en el Front d´Esquerres Catalán-. La Rioja, «El Frente Popular termina
el acoplamiento de su candidatura», n. 15.037, miércoles 5 de febrero de 1936, p. 1. En la página
siguiente se hace un recuento de las candidaturas del Frente Popular –sin contar de nuevo las homónimas
catalanas-. El resultado es el siguiente: IR; 197, UR; 54, «Candidatos socialistas»; 124, «Candidatos
comunistas»; 14, «Candidatos sindicalistas»; 2, «Galleguistas», 3, «Federales»; 1, «Nacionalistas
navarros»; 1, «Republicanos independientes»; 2, «Agrarios»; 1, Esquerra Valenciana; 1». Ver La Rioja,
«El Frente Popular termina el acoplamiento de su candidatura»…, p. 2. 181
La suma de las cifras dadas por Payne es de 343 frente a los 342 que contabiliza Tusell en «Las
elecciones del Frente Popular, febrero 1936» en Historia 16, n. 10, 15 de junio de 1977. 182
Vid. ABC, 30 de mayo de 1935 –sic- citado en JULIÁ, S., Orígenes del Frente Popular… pp. 58-59.
En sus memorias, Gil Robles afirma haber propuesto la formación de un frente nacional
contrarrevolucionario a un redactor de Ya «Bastaría, a mi juicio, con que se llegara a unos puntos
mínimos de coincidencia, sin preocuparse de mayores detalles programáticos, para poder así aglutinar la
gran masa antirrevolucionaria del país. Interesaba, por lo tanto, dar cabida en ese frente, lo mismo a los
monárquicos que a quienes hubieran gobernado con la República, y, sobre todo, a las clases patronales,
mercantiles e industriales.» GIL ROBLES, J. M., La paz no fue posible...., p. 391-392. ‐ 68 ‐ campaña electoral más elaborada de la Historia de España hasta entonces. Mediante el
empleo de las últimas tecnologías, se utilizaron neones, cortos cinematográficos,
anuncios radiofónicos, grandes murales –como el de la Puerta del Sol, que alcanzaba
tres plantas-, se imprimieron 50 millones de octavillas e incluso se utilizaron aviones183.
Las candidaturas de derechas no consiguieron un acuerdo como el del Frente
Popular. Los planes de los monárquicos consistían en hacer un programa maximalista
que aglutinara a la derecha, pero la CEDA, que sólo perseguía una profunda revisión de
la Constitución, se negó a participar. Es por esto por lo que no podemos hablar del
conocido Bloque Nacional –que se redujo a RE con la colaboración de albiñanistas y
sectores del carlismo-, ya que nunca existió realmente. La derecha no llegó a presentar
un programa común y los candidatos de la CEDA se unían con el centro o la derecha
con simples criterios electoralistas. El discurso radical de Calvo Sotelo le invalidó para
actuar como mediador en la formación de unas candidaturas que aspiraban a reunir un
abanico más amplio, que no se limitara solamente a las formaciones a la derecha de la
coalición principal184. Las fascistizadas JAP participaron muy activamente en la
183
El hispanista Stanley G. Payne señala que la campaña de la CEDA fue tan delirante como la del Frente
Popular. Si la primera hacía una alusión exacerbada de los peligros de una insurrección inminente, para
Payne, los segundos tenían «una visión exagerada de la represión». Otras deliraciones cedistas fueron las
noticias acerca de la colectivización de la familia que se estaba llevando a cabo supuestamente en la
URSS o las denuncias al Presidente de la República por «ser cómplice de la izquierda». PAYNE S. G., El
colapso de la República..., p. 270. Acción Riojana fletó autobuses para que los residentes en Logroño
pudieran votar en sus respectivos pueblos. Ver Diario de La Rioja, n. 9.458, sábado 15 de febrero de
1936, p. 1. En la misma página podemos encontrar otra medida del diario destinada a facilitar la
candidatura cedista; un anuncio electoral de tamaño mayor que el de costumbre contenía un rectángulo
blanco con los nombres de los tres candidatos propuestos por AR. En el anuncio se puede leer:
«Definitivamente esta es la candidatura. ¡Votadla íntegra! Por Dios/ Por España/ Por Gil Robles». Debajo
del rectángulo se facilita el voto para la federación riojana de la CEDA mediante esta sugerencia: «Esta
papeleta puede ser recortada por la raya, para que el elector emita su voto». 184
Mientras que el «protomártir de la Cruzada» pedía 80 escaños, con Goicoechea al frente de las
negociaciones, alfonsinos y carlistas se conformaban con 64 candidatos. Las pugnas entre monárquicos y
cedistas fueron frecuentes. Vid. GIL PECHARROMÁN, J., Conservadores subversivos…, pp. 232-241.
Goicoechea era partidario de la retomar la Unión de Derechas: «Para que triunfemos en la próxima lucha
electoral no veo yo más que dos caminos: primero, enarbolar como bandera la Unión de Derechas con un
programa de tal manera comprensivo y amplio que dé al cuerpo electoral la seguridad de que no podrá ser
alterado ni falsificado, y segundo, la obtención de un compromiso por virtud del cual los contendientes se
mantengan unidos hasta conseguir el triunfo de sus idas». Por el contrario, Calvo Sotelo, más reacio a la
unión con el posibilismo, mantenía lo siguiente: «Entiendo que debe formarse un frente
antierrevolucionario a base de la CEDA, Renovación tradicionalistas e independientes. […] Son cosas
distintas las alianzas provinciales de fines estrictamente electorales y el frente contrarrevolucionario
nacional, éste de objetivos más profundos, más permanentes y más solemnes». GIL PECHARROMÁN,
J., Conservadores subversivos…, p. 234. El exaltado ministro durante la dictadura, Calvo Sotelo,
anunciaba tener un pacto electoral con la CEDA basado en la destitución de Alcalá-Zamora y en la
formación de un gobierno provisional que organizara unas nuevas cortes constituyentes. Este supuesto
acuerdo asustaba a los republicanos de derecha moderada y Gil Robles tuvo que desmentir que hubiera tal
acuerdo. FONTANA, J., «Frente Popular» en VIÑAS, Á., op. cit., p. 90. Calvo Sotelo siempre mostró
desconfianza hacia el líder de la CEDA: «Que el señor Gil Robles debe ser una de las figuras más
‐ 69 ‐ campaña electoral que al grito de «jefe, jefe, jefe» -a imitación de «duce, duce, duce»defendiendo un programa más parecido al de Calvo Sotelo que al de su propio líder. La
Iglesia daba su pleno apoyo a las candidaturas derechistas mediante una pastoral
firmada por el cardenal Isidro Gomá, Primado de la Iglesia en España, en la que pedía el
voto por los partidos que defendieran los intereses católicos185.
El total de candidatos derechistas fue de 569 –el Frente Popular 342-. Tusell explica
en «Las elecciones del Frente Popular» el excesivo número de candidatos:
Había casos (Segovia, Navarra…) en que esta pluralidad de candidaturas indicaba
un deseo de copar la representación parlamentaria; en otros (tres de las cuatro
provincias, dos de las tres valencianas, País Vasco, Soria, Burgos, Cuenca y Córdoba)
se debió simplemente a la incapacidad de llegar a un acuerdo en cuanto a la atribución
186
de puestos a cada tendencia .
Al igual que en el caso de la izquierda, las candidaturas derechas tenían un mero
carácter electoral. Algo lógico teniendo en cuenta que la CEDA aspiraba a gobernar en
solitario.
Que quede bien claro algo que me interesa definir de una vez ante vosotros y
España: Nuestros compromisos, sean con el partido o fuerzas que sean, son totalmente
187
electorales; no vivirán ningún día más allá del compromiso electoral .
En Cataluña, al igual que en el caso del Frente Popular, la formación sobre la que se
organizaba la coalición era un partido regionalista, en este caso la Lliga. El Front Català
d´Odre aglutinó realmente a toda la derecha, desde tradicionalistas hasta radicales. La
destacadas del movimiento, no hay duda; pero sin hegemonía. Se trata de un excelente organizador, de un
guerrillero infatigable. Sus dotes de estratega no ofrecen, sin embargo, confianza». La Nación, 16 de
diciembre de 1935 -sic- citado en GIL ROBLES, J. M., op. cit., p. 392. 185
La polémica división de la derecha riojana alcanzó al obispo de la diócesis de Calahorra-Lacalzada,
Fidel García. Romualdo de Toledo pedía «fervientemente» al prelado su apoyo para fusionar a las
derechas riojanas en el Frente Nacional Contrarrevolucionario. El obispo desoyó las súplicas del
tradicionalista y María Antonia San Felipe señala que, siguiendo la línea editorial del Diario de La Rioja,
el prelado optó por el modelo de candidatura propuesta por Acción Riojana. SAN FELIPE ADÁN, M.
A., Una voz disidente del nacionalcatolicismo: Fidel García, Obispo de Calahorra y La Calzada (18801973), Tesis doctoral, Universidad de la Rioja, Logroño, 2010, pp. 175-180. 186
Ver Tusell en «Las elecciones del Frente Popular, febrero 1936» en Historia 16…p. 40. En la Rioja
ocurría lo mismo: Con cuatro diputados, tres de los cuales destinados a la mayoría, encontramos cuatro
candidatos derechistas -3 cedistas y un tradicionalista-. 187
En un acto de Acción Popular en Madrid el domingo 9 de febrero de 1936 Gil Robles pronunciaba las
palabras anteriores. El maestro de ceremonias del acto era el líder de las JAP, José María Pérez de
Laborda. En su discurso de apertura menciona que irá en las listas de Lugo, «feudo del señor ministro de
la Gobernación, y en la que toda coacción y toda arbitrariedad tienen cabida y asiento». Ver «El
imponente acto político de Acción Popular en Madrid», Diario de La Rioja, n. 9.454, martes 11 de
febrero de 1936, p. 3. ‐ 70 ‐ coalición catalana fue lo más parecido al Frente Nacional Antirrevolucionario que la
CEDA quería liderar188.
Tusell reconoce la superioridad intelectual y política de la campaña del Frente
Popular sobre la derecha y reconoce que en el caso –irreal- que las derechas hubieran
concurrido juntas –previo programa en común- hubieran sido las vencedoras189:
[la campaña de la derecha] fue, aparte de imprecisa, maniquea y se resumió en una
seria de dilemas o «slogans» totalmente desafortunados: «Todo el poder para el Jefe»
(Gil Robles) suponía poco menos que una advocación a la Dictadura; «A por los
trescientos» (diputados) era gramaticalmente incorrecto y absurdo puesto que la
CEDA ni siquiera presentaba tantos diputados; «Por Dios y por España» suponía un
190
clericalismo exacerbado .
En el Diario de La Rioja, podemos encontrar una gran cantidad de llamamientos a
las urnas, muchos de los cuales de dudosa rigurosidad periodística.
Si triunfamos las izquierdas, el ministro de la Gobernación tendrá que ser sordo y
191
ciego durante cuarenta y ocho horas .
NO HAY OPCIÓN entre la muerte y la vida.
188
El sábado 8 de febrero La Rioja se hacía eco de la candidatura derechista catalana. El artículo
reflexiona sobre la abstención de la izquierda anarquista frente a la unidad de la derecha. También valora
el efecto de la revolución en Cataluña en el voto sociológico republicano, que tras dichos sucesos quizá
vote a la derecha. «De Cataluña», «Las candidaturas del Frente de Derechas y el Frente Popular», La
Rioja, n. 15.040, sábado 8 de febrero de 1936, p. 3. 189
Ver Tusell en «Las elecciones del Frente Popular, febrero 1936» en Historia 16…, p. 41. 190
Ibíd., p. 41. Mientras el Frente Popular tenía un programa moderado basado en «la recuperación de la
República», las derechas llevaron a cabo una campaña «imprecisa» y «maniquea». El equívoco lema de
«A por los 300» había sido objeto de múltiples escarnios. La Rioja habla sobre un acto de Falange en
Madrid el domingo 2 de febrero: «Ruiz de Alda ridiculizó a la CEDA, que pide todo el Poder para el jefe
y se conforma con 180 diputados, que no representan a la mayoría. Añadió que el futuro Parlamente será
tan estúpido como el que acababan de disolver». La Rioja, «Los actos políticos de ayer», «Discurso de
Primo de Rivera», n. 15.036, martes 4 de febrero de 1936, p. 1. 191
Esta frase, atribuida por el diario católico a Santiago Casares Quiroga en un mitin en Carballino –
Orense-, se reproduce en numerosas ocasiones en dicho periódico durante los días previos a las
elecciones. Con ella se quiere demostrar que hasta para los republicanos de izquierda la idea del indulto a
los represaliados de octubre es atroz. Es una forma de demostrar que la izquierda más revolucionaria y
violenta está incluida en el Frente Popular. Ver e.g. Diario de La Rioja, n. 9.457, viernes 14 de febrero de
1936, p. 4. El periódico católico explica esta frase a la población femenina en el Diario de La Rioja,
«Mujer: Lee con atención lo que sigue», n. 9.451, viernes 7 de febrero de 1936, p. 12. La frase del gallego
«quiere decir que durante ese tiempo, España entera estaría sometida a todos los excesos, a todos los
crímenes de la horda revolucionaria y que podrían asaltar tu casa, robarte, deshonrarte, asesinarte […]
Tus hijos serían ultrajados y asesinados ante tus propios ojos por los asesinos de la revolución, como lo
fueron otros en Asturias. […] Los templos donde damos culto a Dios, después de profanados, serían
arrasados, destruidas las imágenes y convertidos en ruinas […] QUIERE DECIR, que retrocederíamos a
una barbarie primitiva en la que los hombres se cazarían unos a otros como fieras […] TODO ESO sería
el triunfo de la revolución, es decir, del COMUNISMO, de(l) que tanto te hablan, ocultándote todo el
horror que encierra esa palabra… Con que ya sabes lo que te esperaría, mujer española, si con tu voto no
ayudas a salvar a España para salvarte tú votando a las DERECHAS». El texto ha sido citado respetando
las mayúsculas que aparecen en documento original. ‐ 71 ‐ Entre la paz y la revolución.
Entre el pistolerismo criminal y la paz social.
Entre el ateísmo y el cristianismo.
Entre la libertad y la esclavitud asiática.
Entre la Patria y Rusia.
Entre el hogar y su aniquilamiento.
Entre el espiritualismo y el materialismo.
Entre la unidad y el separatismo
Entre el orden y el caos.
Entre la ley y la dictadura del proletariado.
Entre España y anti-EspañaNo hay opción.
¡VOTAD A VUESTROS DEFENSORES CONTRA VUESTROS ENEMIGOS!192
Ante el dilema generado por la doble candidatura derechista, el Diario de La Rioja
no pedía el voto por una de éstas sino que se limitaba a decir cuáles no había que votar.
¡Candidaturas para mañana!
¡RIOJANO! Para mañana, día de elecciones, se te presentan las siguientes
candidaturas que NO DEBES VOTAR DE NINGUNA MANERA:
LA REVOLUCIONARIA: don Amós Salvador; señor Sabrás; don Jacinto Ramos.
Para éstos, tu alejamiento; tu abstención; tu negativa fulminante.
LA TRIANGULAR: Sr. Manzanares. Para ésta, tu desdén; tu repulsa; tu negativa
fulminante.
Estos cuatro nombres, unos revolucionarios y el otro lógicamente cómplice,
DEBEN ser evitados por ti, riojano consciente, amante de tu Patria.
Estos cuatro nombres no DEBEN figurar en la candidatura que lleves al Colegio en
que toque votar. POR LA RELIGIÓN, LA PATRIA Y EL ORDEN
Estos cuatro nombres DEBEN ser vencidos por lo menos por ti para que no te
culpe la Patria de culpable, de revolucionario o de cómplice.
¡¡RIOJANO: NI UNOS NI OTRO!! ¡¡VOTA CON DECISIÓN CONTRA LA
REVOLUCIÓN Y SUS CÓMPLICES!!193
¡Contra la revolución! ¡Nada de abstención!194
192
Este maniqueo llamamiento al voto contrarrevolucionario aparece en «No hay opción», Diario de La
Rioja, n. 9.447, domingo 2 de febrero de 1936, p. 11. 193
Diario de La Rioja, n. 9.458, sábado 15 de febrero de 1936, p. 16. En este anuncio electoral se
presentan las candidaturas a las que los lectores del Diario de La Rioja no deben votar. 194
Diario de La Rioja, n. 9.456, jueves 13 de febrero de 1936, p. 16 ‐ 72 ‐ 3.4. Los resultados
El resultado de las elecciones del 16 de febrero de 1936 daba la victoria a la
coalición de izquierdas. El sistema de listas abiertas dificultó el posterior recuento, por
lo que no hay un consenso general a la hora de asignar el número de votos exacto que
recibió cada candidatura. A pesar de esto, el estudio más aceptado por los historiadores
es el realizado por Javier Tusell en Las elecciones del Frente Popular en España195. El
historiador cifra en 4.700.000 los votos recibidos por la candidatura ganadora frente a
los 4.400.000 de la derecha, 400.000 del centro y 126.000 para el PNV, que concurrió
en solitario196. En esta ocasión la candidatura premiada por la Ley electoral fue la de la
izquierda. La segunda vuelta –realizada en las circunscripciones donde no se habían
alcanzado los mínimos necesarios- no alteraría la mayoría frentepopulista en la Cámara.
La participación fue alta -72,9 por 100- y se ha atribuido siempre a la participación
anarquista, partidaria del absentismo electoral anteriormente. Las principales fuerzas
representadas ahora en el Parlamento, en escaños, eran; PSOE; 99, CEDA; 88, IR; 87,
UR; 38, Front d´Esquerres –ERC, ACR, USC, PRE, PNRE, UdR-; 37, PCE; 17, PCD;
16, BN –RE y PNE-; 12, Lliga; 12197.
El voto izquierdista se localizó en las ciudades. De hecho, el Frente Popular obtuvo
la victoria en las ocho circunscripciones urbanas. Tusell destaca las características
sociológicas y culturales para explicar los triunfos de las candidaturas en las diferentes
circunscripciones del país198.
La nueva composición de la Cámara era muy diferente a la que había disuelto
Alcalá-Zamora el mes anterior199. La formación –en términos ideológicos- era la
195
Según los cálculos de Salas Larrazábal –citados en PAYNE, S. G., El colapso de la República…, p.
275.- las derechas, incluyendo las candidaturas de centro-derecha, fueron las candidaturas más votadas
con 4.511.031 votos, frente a los 4.430.322 de la izquierda. Para el diario El Debate, las derechas
obtuvieron 4.806.094 votos, la derecha con el centro 5.318.465, el centro 512.371 y la izquierda
3.191.100. Vid. TUSELL, J., «Las elecciones del Frente Popular»… p. 43. 196
Juliá resume el estudio de Tusell en JULIÁ, S., República y guerra…, p. 140. El historiador describe
el extremado carácter pluripartidista de la Cámara: «Los partidos representados eran 33, de los que siete
lograron un solo escaño y únicamente once consiguieron más de diez; de ellos, dos pasaban de cincuenta
y solo uno de cien.» pp. 140-141. 197
Vid. GIL PECHARROMÁN, J., Segunda República…, p. 323. 198
Tusell destaca la existencia de feudos históricos, tanto de la izquierda –las ciudades y la periferia del
país- como de la derecha –el campo castellano-. TUSELL, J., «Las elecciones del Frente Popular» en
Historia 16…, p. 40. 199
La unión de la izquierda y la Ley electoral son los principales motivos por los que se produce un
cambio tan radical de la formación del Parlamento. Los únicos votos que pudieron variar fueron los
electores tradicionales del prácticamente desaparecido PRR y los anarquistas. Stanley G. Payne mantiene
que el voto sociológico radical habría ido a parar a la izquierda o a la derecha indistintamente, según el
‐ 73 ‐ siguiente; izquierda; 278 escaños, derecha; 124 y centro; 51. Es evidente que el carácter
del Parlamento había cambiado totalmente. Si tras las elecciones de 1933 los partidos
predominantes eran la derecha cedista y el centro radical, ahora era la izquierda del
Frente Popular la que poseía la mayoría absoluta. Pero esta clasificación no es del todo
correcta, ya que el abanico de sensibilidades ideológicas de los diferentes partidos no se
puede agrupar en tres simples grupos herméticos200. Conocidos los primeros resultados,
la impaciencia reinó por todo el país201. La izquierda, ante la inminente victoria, exigía
la liberación de los presos políticos y la derecha pedía a Portela que invalidara las
elecciones y declarara el estado de guerra202. Gil Robles proponía al Presidente que
ignorara las elecciones y declarara la dictadura, que contaría con el total respaldo de las
derechas203. Las presiones acabaron con la serenidad del gallego, que dimitía, y con él
todo su gabinete, el 19 de febrero. Ese mismo día tomaba posesión el nuevo Gobierno –
de formación exclusivamente republicana, tal como se había pactado-, con Manuel
Azaña en la Presidencia204. Las condiciones en las que el nuevo consejo tomaba el
poder no eran ni las más dignas ni las que hubiera querido el ahora Presidente del
Gobierno. La tarea era difícil; un gobierno formado por dos partidos que apenas
sumaban una cuarta parte de la representación parlamentaria tenía que iniciar un
proyecto amenazado tanto por una izquierda que se impacientaba en la llegada de las
reformas como por una derecha que no aceptaba la nueva formación de la Cámara.
parecer personal. PAYNE, S., G., El colapso de la República..., p. 273-274. El mismo historiador afirma
que «el patrón de voto en España era mucho más estable de lo que pudiera sugerir el resultado de las
elecciones expresadas en escaños». PAYNE, S. G., 40 preguntas…, p. 57. 200
Para el politólogo italiano Leandro Morlino la clasificación ideológica del Parlamento sería más
compleja, representando; izquierda; 32,9 por 100, centro izquierda; 26,6, centro puro; 5,5, centro derecha;
8,6 y derecha; 25,9. GIL PECHARROMÁN, J., La Segunda República…, p. 323. 201
Aunque el escrutinio se realizó el día 20, al día siguiente de las elecciones ya era evidente la victoria
por mayoría absoluta del Frente Popular. PAYNE, S. G., El colapso de la República…, p. 273. 202
El general Francisco Franco, alarmado por el resultado electoral, llamaba al general Pozas de la
Guardia Civil para recomendarle sofocar los disturbios. Ante la negativa de éste, intentó convencer al
ministro de Guerra, Nicolás Molero, para que declarara la ley marcial. Esto chocó con el criterio del
Presidente de la República, que no llegó a permitirlo. Desairado, el futuro «caudillo», tanteó a los jefes de
los regimientos para valorar la aceptación que tendría una intervención del ejército. Ratificada la falta de
apoyos, el general desistía en actuar por su cuenta. PAYNE, S. G., El colapso de la República… p. 284285. 203
FONTANA, J., «Frente Popular» en VIÑAS, Á., op. cit., p. 96. 204
Presidencia; M. Azaña (IR), Estado; A. Barcia Trelles (IR), Gobernación; Amós Salvador (IR),
Justicia; A. Lara (UR), Guerra; general C. Masquelet (militar independiente), Marina; J. Giral (IR),
Hacienda; G. Franco López (IR), Obras Públicas; S. Casares Quiroga (IR), Agricultura, M. Ruiz-Funes
(IR), Industria y comercio; P. Álvarez-Buylla (UR), Trabajo, Sanidad y Previsión Social; E. Ramos (IR),
Instrucción Pública; M. Domingo (IR), Comunicaciones y Marina Mercante; M. Blasco (UR). GIL
PECHARROMÁN, J., Segunda República…, p. 324. ‐ 74 ‐ 4.
LAS ELECCIONES DE FEBRERO DE 1936 A TRAVÉS DE LA PRENSA
RIOJANA
La provincia de Logroño, al igual que la provincia de La Rioja en la actualidad,
aportaba 4 diputados al Congreso de Diputados205. El sistema electoral establecía la
repartición de tres diputados a la mayoría y uno a la minoría. Por esto, cada riojano con
derecho a voto debía elegir a tres candidatos. Esta configuración de la circunscripción,
conocida en politología como (3+1), sólo permitía, como es evidente, la representación
de dos candidaturas. En la provincia de Logroño no encontramos dos sino cuatro fuerzas
políticas a concurrir; cedistas, frentepopulistas, tradicionalistas y radicales. Teniendo en
cuenta los resultados anteriores, las candidaturas que más posibilidades tenían de ser
representadas eran la federación riojana de la CEDA, Acción Riojana, y el Frente
Popular. Si bien el radical riojano, Alejandro Manzanares, que se presentaba como
candidato, tenía unas posibilidades mínimas de salir elegido ya que renunciaba a «todos
los extremismos» y abogaba por «la concordia nacional y la salud del régimen», los
tradicionalistas, a priori igualmente fuera de la repartición de escaños, quisieron
participar en la candidatura cedista. El líder de Acción Riojana, Tomás Ortiz de
Solórzano, no querrá incluir a candidatos externos a su partido en la candidatura y
vetará la entrada del tradicionalista Romualdo de Toledo, candidato por el Bloque
Nacional, originándose una polémica en la que intervendrán personajes externos a la
política local como Calvo Sotelo, Gil Robles, Fal Conde o el conde de Rodezno entre
otros. La polémica se irá haciendo cada vez más agria a medida que se acerca el día de
las elecciones y AR pasará de denominar las intenciones de Romualdo de Toledo de
«intento patriótico y católico» a tachar su campaña electoral de «despreocupación
imperdonable».
4.1.
Candidaturas a concurrir en la provincia de Logroño
El 25 de enero de 1936 el Comité Electoral del Frente Popular publicaba la lista de
candidaturas por circunscripción. La confección de la candidatura frentepopulista en La
Rioja buscó la mayoría, asignando por ello tres candidatos. Los partidos a concurrir
205
En la actualidad La Rioja sigue siendo representada por cuatro diputados en el Congreso –en el Senado
cinco. Cuatro electos y uno designado por el Parlamente regional-. A pesar de mantener el mismo
número, la Ley D´Hondt que rige el sistema electoral actualmente permite combinaciones diferentes al
3+1 vigente durante la Segunda República. ‐ 75 ‐ fueron: Dos candidatos de Izquierda republicana y otro del PSOE. Francisco Bermejo
apunta que esta proporción se ajustaba a la realidad electoral de la región206. Si bien no
hubo disputas en la elaboración de la candidatura en lo que se refiere a los partidos, sí
las hubo a la hora de designar el nombre de los candidatos. El 26 de enero un Congreso
Provincial formado por unos 50 delegados, con miembros de la UGT, PSOE, JSE, PCE
y JCE, elegían al exdiputado y catedrático de matemáticas Amós Sabrás Gurrea como
candidato número dos en la lista del Frente Popular en La Rioja207.
No hubo tanto consenso en las listas de IR. Finalmente, los candidatos aportados por
el partido de Azaña a la coalición izquierdista fueron el exdiputado, arquitecto y
republicano converso Amós Salvador Carreras y el abogado Jacinto Ramos Herrera. La
candidatura se hacía pública el día 9 de febrero mediante un anuncio electoral en el
periódico La Rioja208.
El 5 de febrero se anunciaba el candidato por el PRR; Alejandro Manzanares. Concurría
separado de la candidatura cedista.
Ya podemos anunciar oficialmente una vez ultimados los trámites reglamentarios,
que el Partido Radical se decide a presentar la candidatura abierta de don Alejandro
Manzanares con carácter netamente republicano centro en la próxima contienda
electoral.
Sirve esta noticia de aviso a los correligionarios y a los señores delegados del
Comité Provincial, a quienes se convoca para una reunión que se celebrará el jueves,
día 6, a las 12 de la mañana, en los salones del Círculo, recomendándoles, en atención
a la importancia del acto, la más puntual asistencia209.
206
BERMEJO MARTÍN, F., La IIª República en Logroño: Elecciones Contexto político, IER, Logroño,
1984, p. 362. Prueba de ello son los resultados de las elecciones generales de noviembre de 1933. En la
provincia de Logroño el diputado Amós Salvador obtuvo una diferencia de más de 3.000 votos respecto
de su compañero en la candidatura, el socialista José Orad de la Torre. pp. 316-318. Para entender mejor
la evolución administrativa de la provincia, administrada hasta 1833 por Burgos y Soria, ver BERMEJO
MARTÍN, F. y DELGADO IDARRETA, J. M., La Administración provincial española. La diputación
provincial de La Rioja, Gobierno de La Rioja, Logroño, 1989. 207
Juan Simeón Vidarte destaca a Amós Salvador como uno de los principales artífices de la elaboración
del programa del Frente Popular. VIDARTE, J. S. op. cit., p. 25. Amós Sabrás era para el Diario de La
Rioja un« largocaballerista “enragé” revolucionario cien por cien, autor de la rebeldía de octubre» Diario
de La Rioja, «¿A quiénes no debes votar para que triunfe España?», n. 9.457, viernes 14 de febrero de
1936, p. 1. 208
La Rioja, n. 15.041, domingo ,9 de febrero, p. 1. 209
La Rioja, «Partido Radical Provincial», n. 15.037, miércoles 5 de febrero de 1936, p. 4. La nota de
prensa está firmada por el presidente del Partido Radical Regional, Enrique Paul y Almarza. La noticia no
revela con qué otras dos papeletas completar el voto. ‐ 76 ‐ En los anuncios electorales publicados en La Rioja se hacía hincapié en que era la
alternativa entre los dos extremos.
Frente a todos los extremismos
Por la concordia nacional
Por la salud del régimen por una república de orden, paz y justicia210
La federación riojana de la CEDA, Acción Riojana, tomó la decisión de concurrir a
la mayoría en solitario. A finales de enero se anunciaba la lista cedista, encabezada por
el exdiputado Tomás Ruiz de Solórzano. Cada candidato representaba a cada una de las
tres «regiones históricas» de La Rioja –Rioja Alta, Rioja Media y Rioja Baja-.
Completaban la lista el exdiputado Ángeles Gil Albarellos y el abogado y agricultor
Antonio Arnedo Monguilán. En su candidatura insistían en que era la «única aprobada
por el jefe de la CEDA, don José María Gil Robles, de quien únicamente dependemos,
pues no existe Comité de enlace». La no inclusión de otros grupos de derechas –y de
centro- en la candidatura cedista causó muchas disputas, que se vieron reflejadas en la
prensa local. Romualdo de Toledo, tradicionalista local, hará todo lo posible por incluir
su candidatura en la lista de la CEDA ante la testarudez de Solórzano211. El candidato de
Acción Riojana confiaba en alcanzar la mayoría de la Provincia de Logroño sin la ayuda
del Bloque Nacional. Efectivamente, no se equivocaba.
La propuesta de Romualdo de Toledo consistía en lo siguiente:
Electores: Votad a nuestro candidato con otros dos de Acción Riojana que esta es
la candidatura de Unión de Derechas acordada para esta provincia por los señores Gil
Robles y Fal Conde, con la más absoluta conformidad de don Antonio Goicoechea212.
El confuso anuncio electoral, titulado Frente Nacional Contrarrevolucionario, estaba
firmado por la ficticia «Candidatura Católico-Monárquica». La lógica del orden de
210
La Rioja, n. 15.044, jueves 13 de febrero de 1936, p. 1. En la lógica de las pasadas elecciones -19 de noviembre de 1933- era normal que Romualdo de Toledo
exigiera un puesto en la candidatura derechista. En dichas elecciones, los candidatos por la candidatura,
anunciada el 31 de octubre en La Rioja y en el Diario de La Rioja, llamada Católico-Agraria habían sido:
Solórzano –AR-, Gil Albarellos –AR- y Miguel de Miranda Mateo –tradicionalista que pasó a formar
parte del Grupo Agrario tras la caída de la candidatura de su correligionaria María Rosa Urraca Pastor-.
Estos tres nombres fueron los más votados por los riojanos seguidos por Amós Salvador, entonces en
Acción Republicana. Ver BERMEJO MARTÍN, F., La IIª República en Logroño…, p. 284. 212
Ver e. g. Diario de La Rioja, n. 9.456, jueves 13 de febrero de 1936, p. 1. Encontramos un anuncio
electoral con el título de Frente Nacional Contrarrevolucionario. 211
‐ 77 ‐ candidatos excluía al «representante» de la Rioja Baja, Antonio Arnedo. Esto no gustó a
la federación regional de la CEDA y se iniciaba una pugna por el voto de la derecha
riojana.
La firme decisión de Solórzano acabó con la paciencia de Romualdo de Toledo, que
veía como se alejaba cada vez más la posibilidad de salir electo por Logroño. La
publicidad engañosa vertida por Toledo obligaba a que el número uno de la CEDA en la
provincia tuviera que reafirmar continuamente que la candidatura acordada no incluía al
jaimista213. La remota posibilidad de un frente único de derechas en la provincia de
Logroño se desvanecía definitivamente cuando el Núcleo Lealtad, organización
tradicionalista moderada local publicaba esto:
En los momentos críticos por los que atraviesa nuestra querida Patria, creemos un
deber el orientar a la masa auténticamente carlista en estos momentos electorales. […]
Ya en otras ocasiones hemos hecho público que tanto el señor Ortiz de Solórzano, que
la encabeza, como en señor Gil Albarellos, son riojanos y católicos, que con su
esfuerzo y ayuda de la Divina Providencia, han sabido levantar el espíritu católico y
patriota de la Rioja. Lo mismo, estamos seguros, ha de hacer el señor Arnedo, persona
de formación cristiana que completa la candidatura, no sólo en lo material, sino en
cuanto a su excelencia y garantía del bien para la Religión y para España. Nosotros,
que no debemos aspirar nunca al medro personal, requerimos nuevamente a todos los
verdaderos carlistas que contribuyan a la salvación de nuestra Patria votando íntegra la
candidatura de Acción Riojana214.
Este artículo, firmado por Lorenzo de Cura, Jefe Regional del Núcleo Lealtad o del
Cruzado Español215, pide a los carlistas las tres papeletas para la candidatura de Acción
Riojana. Ante la propuesta de Toledo de votarle a él junto con otros dos candidatos de
AR, Antonio Arnedo, tercer nombre de la candidatura, quedaba totalmente excluido del
voto tradicionalista. Mediante esta nota de prensa, el carlismo moderado abogaba por la
213
Gil Pecharromán resume las negociaciones entre la CEDA y el Bloque Nacional en GIL
PECHARROMÁN, J., Conservadores subversivos…, pp. 232-243. Las disputas entre bloquistas y
cedistas a la hora de elaborar las candidaturas fueron muy comunes por todo el país. La prensa local se
hizo eco de todas estas polémicas. Cabe destacar el caso de la provincia de La Coruña, donde Calvo
Sotelo presentó en el frente contrarrevolucionario a tres candidatos cuando Goicoechea había pactado
presentar solamente a dos. Incluso llegó a amenazar con presentarse él mismo si los cedistas locales no
aceptaban sus nuevas condiciones. 214
«A los carlistas riojanos», Diario de La Rioja, n. 9.452, sábado 8 de febrero de 1936, p. 10. Los
carlistas del Núcleo Lealtad se reafirmaban en su intención de pedir el voto por la candidatura íntegra
cedista el día anterior a las elecciones, «a un paso del absurdo sorteo de la tragicómica lotería
democrática, en la que con repugnante tranquilidad se juegan los destinos de un Pueblo civilizador de
mundos». Aclaraban que el intento de Romualdo de Toledo era «católico y patriota» pero «totalmente
equivocado». «A los Tradicionalistas Riojanos», Diario de La Rioja, n. 9.458, sábado 15 de febrero de
1936, p. 7. 215
Los Tradicionalistas del Núcleo Lealtad o del Cruzado Español era una escisión del tradicionalismo
radical. Los «viejos carlistas» moderados riojanos creaban este grupo tras la sustitución del conde de
Rodezno, de talante moderado y colaboracionista con la CEDA, por el radical Fal Conde al frente del
tradicionalismo español. BERMEJO MARTÍN, F., La IIª República en Logroño…, pp. 336-338. ‐ 78 ‐ candidatura cerrada propuesta por Solórzano. Esto se hace equiparando las virtudes de
los dos primeros nombres de la candidatura a las de Arnedo Monguilán.
La polémica se prolongó durante los días anteriores a las elecciones. Romualdo de
Toledo escribía a Fal Conde, quejándose de su no inclusión en la candidatura derechista.
El dirigente tradicionalista, lejos de querer zanjar la polémica, contestaba lo siguiente:
Para tu tranquilidad y para que puedas hacerlo constar donde convenga, consigno
en la presente que, desde la primera conversación tenida con el señor Gil Robles, hacia
el 10 u 11 del pasado, siempre nos ha reconocido un puesto en la candidatura de
mayoría de Logroño. […] Une a lo anterior la verdadera satisfacción que el señor Gil
Robles manifestó sentir, cuando le dije que tú eras nuestro candidato para dicha
provincia216.
En el diario católico se publicaba, a petición de Toledo, la relación epistolar
mantenida durante el último mes entre Fal Conde y el propio aspirante a la candidatura.
La contestación del líder tradicionalista dejaba como responsable del malentendido a
Gil Robles. Tras recibir la carta de Fal Conde, el protagonista de la polémica afirmaba
«creerse en la obligación de dirigir al señor Solórzano la siguiente carta»217:
Mi querido amigo: Acabo de regresar de Madrid y, creyéndome autorizado para
ello, vuelvo a insistir cerca de usted para lograr la inclusión de mi nombre en la
candidatura por mayorías de esta provincia.
Todos los argumentos, reflexiones, explicaciones y motivos de mi presencia en la
provincia como candidato, los ratifico íntegramente después de las dos conversaciones
mantenidas con Vd.
Créame don Tomás, que la unión más que favorecer nuestras posiciones
personales, que nada deben valer en estos momentos, concluirá con las discusiones,
confusiones, recelos y disputas que estérilmente, aunque siempre con daño, se están
produciendo con verdadera intensidad en toda la Rioja con motivo de la desunión de
derechas hasta la próxima contienda electoral.
Yo le invito a una serena reflexión, y durante todo el día de hoy me tiene a su
disposición por si juzga oportuno recoger este deseo que unánimemente siente con
gran intensidad la opinión riojana contrarrevolucionaria.
Tras pedir por enésima vez su inclusión en la candidatura, al final del artículo,
reflexionaba sobre la necesidad de su empresa:
Estos son los hechos. La opinión pública, atenta como nunca a estas incidencias
políticas, juzgará a todos.
216
«Aclarando posiciones y declinando responsabilidades», Diario de La Rioja, n. 9.453, domingo 9 de
febrero de 1936, p. 2. 217
Ibíd. ‐ 79 ‐ Mientras tanto, yo seguiré propugnando la unión acordada en Madrid por todos los
Jefes de Derechas que han pactado la formación del frente contrarrevolucionario
nacional y luchando contra el enemigo común, que no es más que uno: LA
CANDIDATURA REVOLUCIONARIA. Por hoy, nada más.
En el ejemplar siguiente –martes- se publicaba, también en el Diario de La Rioja y
con fecha del día 7 de febrero, una carta del jefe de la CEDA a su antiguo compañero en
la minoría agraria218. En ella, Gil Robles se desentendía de las disputas en la
circunscripción alegando que la candidatura local era competencia de la federación
riojana.
La fijación de un candidato tradicionalista para luchar en la candidatura de
mayorías, tuvo sólo el carácter de una indicación que yo había de subordinar a la
aceptación del convenio por parte de esta organización provincial219.
En el mismo artículo se publicaba una epístola de Ortiz de Solórzano a Romualdo de
Toledo. El líder de AR seguía haciendo oídos sordos a las pretensiones del
tradicionalista. En su contestación reconocía «tener suficientemente reflexionado este
asunto» y sin más explicaciones cerraba el tema con estas palabras: «Es nuestro deber
comunicarle que consideramos imprescindible el mantener íntegra nuestra candidatura
de Acción Riojana».
Al día siguiente, miércoles 12, Acción Riojana, ahora con la legitimidad que le daban
las palabras de Gil Robles, se reafirmaba en su decisión de no incluir a Romualdo de
Toledo en la candidatura. Así lo expresaban en una nota de prensa en el Diario de La
Rioja.
Comprobado por la carta de nuestro jefe nacional don José María Gil Robles,
publicada en la Prensa de Ayer, que nuestra independencia es completa por lo que se
refiere a puntos electorales, insistimos que no ha habido una candidatura para Logroño
aprobada por los jefes de derecha toda vez que eso no se ha hecho en ninguna
provincia, por no existir Comité de Enlace.
El señor Gil Robles no fijó, pues, un candidato tradicionalista para esta provincia.
No dudamos que posición tan sensata y patriótica ha de ser vista con la ecuanimidad
precisa, votando todos con satisfacción nuestra candidatura íntegra, que bajo el lema
de Religión Patria, Familia, Orden, Trabajo y Propiedad acude a la lucha en demanda
218
Acción Riojana había sido un partido agrario independiente antes de su inclusión en la CEDA. Gil
Robles nombra los 26 diputados de esta minoría en las primeras Cortes Constituyentes. GIL ROBLES, No
fue posible la paz…, p. 50. Encontramos una fotografía en la que aparecen juntos el líder local y el jefe de
la confederación en Ibíd. p. 382-383. 219
«Esta es la verdad», Diario de La Rioja, n. 9.454, Martes 11 de febrero de 1936, p. 2. ‐ 80 ‐ del triunfo sobre la revolución, secundando el movimiento nacional simbolizando en
nuestro ilustre jefe, Gil Robles220.
Entre tanto, don Romualdo seguía pidiendo el tercer voto para su candidatura. El
carlista, que no se daba por vencido, organizaba el viernes 14 de febrero un mitin en el
Cine Avenida en el que participaban las figuras más destacadas del tradicionalismo
local y nacional221. El acto lo abría el joven tradicionalista José María Zaldívar y era
continuado por Romualdo de Toledo. Tras loar el ferviente catolicismo que había visto
en la provincia por la que quería ser diputado, comenzaba una vez más a criticar el
hermetismo de Gil Robles y Solórzano. Después de exponer su irresoluble problema,
comenzaba a alabar su propio papel en las Cortes durante la primera legislatura
republicana. El conde de Rodezno fue el siguiente en pronunciar su discurso, centrado
en la lucha entre la revolución y la contrarrevolución. El último en hablar fue Calvo
Sotelo en conferencia telefónica desde Madrid, quien empezaba su discurso con una
alabanza al candidato del Bloque por Logroño. Tras esto, comenzaba a criticar a los
principales grupos de la Cámara, entre ellos a la CEDA. Del jefe cedista declara que
«tendrá en nosotros su apoyo decidido en los momentos de vacilación, si los tiene, y de
freno, si llegara el caso». Por último destacaba la destitución de Alcalá-Zamora y la
derogación de la Constitución como las medidas de mayor urgencia.
El Diario de La Rioja, con una línea editorial manifiestamente derechista, se
encontraba dividido ante la polémica222. Lejos de solucionar el conflicto moral en el que
se debatía, el día 11 se pedía la «unión abnegada, fuerte y sacrificada»223. Dos días más
tarde, el diario rectificaba y autocriticaba la ambigüedad del editorial del día 11. El
220
Diario de la Rioja, «Acción Riojana», n. 9.455, miércoles 12 de febrero de 1936, p. 16. Diario de La Rioja, «Ayer habló desde Madrid Calvo Sotelo», n. 9.458, sábado 15 de febrero de 1936,
p. 12. 222
La línea editorial del diario coincide con la llamada «buena prensa», vinculada a la línea de la ACNP y
de El Debate. En BARREIRO GORDILLO, C., La prensa monárquica en la Segunda República. Los
diarios madrileños, Grafite, Bilbao, 2004 se trata la rivalidad entre las publicaciones partidarias del
accidentalismo y las monárquicas. El papa León XIII ya había definido las diferencias entre la «buena» y
la «mala» prensa. Pilar Salas resume los principios de la Asociación de la Buena Prensa. Ver SALAS
FRANCO, P., Prensa y periodistas en La Rioja del siglo XX. La Asociación de la Prensa (1913-2006),
IER, Logroño, 2007, pp. 44-51. Ver también RUIZ SÁNCHEZ, J. L., Prensa y propaganda católica
(1832-1965), Universidad de Sevilla, Sevilla, 2002 sobre la doctrina pontificia y las encíclicas y
dictámenes de los papas en lo que denomina «La voz del clero del pueblo». 223
El diario basaba su editorial interpretando las opiniones del Papa, el Primado y varios obispos. Diario
de La Rioja, «¡A cinco días del 16!», n. 9.454, martes 11 de febrero de 1936, p. 1. Vemos un cambio en
la línea editorial del Diario La Rioja: Si la semana anterior, confiando en una futura convergencia de las
derechas, el diario llamaba a la «UNIÓN SAGRADA Y TOTAL (que) nos llevará a la repetición
triunfadora del 19 de noviembre de 1933»–ver Diario de La Rioja, «¡Riojanos: faltan once días!», n.
9.449, miércoles 5 de febrero de 1936, p.1.-, a medida que nos acercamos a la jornada electoral y, en vista
de la férrea decisión de Solórzano, el discurso se irá moderando hasta el punto de pedir disculpas por los
malentendidos que pudiera causar hablar de «la unión». 221
‐ 81 ‐ diario hacía especial hincapié en la idea de «nombres, no» -mencionada en los
editoriales de ambos días- para no cargar con las culpas del malentendido. Mediante el
nuevo editorial, el periódico católico rechazaba haber utilizado el nombre de la Iglesia
para pedir el voto por una candidatura unitaria224.
Entretanto, la polémica de la desunión de las derechas en la provincia de Logroño se
había extendido hasta el punto de llegar a querer intervenir los cedistas navarros. El 13
de febrero Rafael Aizpún y Miguel Gortari escribían alarmados a Solórzano ante la
intención de éste de dejar fuera de la candidatura al candidato tradicionalista225. Ni la
petición de los cedistas navarros era suficiente para que el inflexible jefe de Acción
Riojana cambiara de opinión. Solórzano contestaba el día 14 de febrero y se reafirmaba
con el siguiente no muy aclarador pretexto: «Sería muy largo de exponer las razones
que a los de esta provincia les mueven a desear el triunfo de Acción Riojana por la
mayoría y la dificultad, por lo tanto, que hay para dar cabida en ella al señor Toledo226».
La actitud beligerante y revolucionaria de Toledo preocupaba a la directiva de
Acción Riojana, que para evitar malentendidos añadía a sus anuncios electorales la
siguiente coletilla:
Variar cualquier nombre de esta candidatura es ayudar a la revolución227.
224
Diario de La Rioja, «Lo que deben saber los católicos», n. 9.456, jueves 13 de febrero de 1936, p. 1.
«Acción Católica jamás se ha puesto de parte de nadie en el aspecto político». Desde este día en ningún
editorial más se vuelve a hacer mención a la unión. 225
La federación navarra de la CEDA estaba influenciada por el foralismo carlista. Resulta curioso que
Jesús Aizpún, hijo de Rafael Aizpún, fuera el fundador de la formación política navarrista Unión del
Pueblo Navarro, partido contrario a la disposición transitoria cuarta de la Constitución de 1978. 226
Tanto la carta de los navarros a Solórzano como la contestación de este, se encuentran publicadas en
Diario de La Rioja, «Aclaración a una carta», n. 9.458, sábado 15 de febrero, p. 16. En la misma página
del diario católico encontramos un artículo copiado del Diario de Navarra titulado «La CEDA desea la
unión. La lucha en Logroño». El diario navarro critica la decisión de Solórzano, que es calificada de
«absurda e impolítica» y destaca de ésta su «afán partidista y caciquil». Al final del artículo se recoge una
carta de Aizpún y Gortari al Conde de Rodezno. Resulta muy curioso analizar el remitente, el destinatario
y el motivo de la carta; dos cedistas escriben a un tradicionalista diciéndole que han intentado convencer a
otro cedista para que incluya en su candidatura a otro carlista y han fracasado en el intento. Por tanto, la
epístola no puede tener otro carácter que el de recordar a Tomás Domínguez Álvarez su intento por
convencer al líder de AR y así ganarse las simpatías del antiguo dirigente carlista. Cerrando el artículo
encontramos un manifiesto del Diario de Navarra en el que se pide el voto para Romualdo de Toledo:
«GIL ROBLES QUIERE LA UNIÓN – AIZPÚN LA SUPLICA – EL PUEBLO LA EXIGE – COMO
DICE EL VICEPRESIDENTE DE LA CEDA, “CREEMOS QU(E) EN LA TOTAL UNIÓN, ESTÁ LA
MAYOR GARANTÍA DEL TRIUNFO(”), Votad a Don Romualdo de Toledo». Ibíd. p. 16. Mayúsculas
han sido transcritas tal y como el documento original. 227
Ver e. g., Diario de La Rioja, n. 9.458, sábado 15 de febrero, p. 6. ‐ 82 ‐ La polémica se agrava aún más cuando Acción Riojana denuncia la existencia de
panfletos en los que se pide el voto por la ficticia candidatura contrarrevolucionaria
pedida por Romualdo de Toledo228.
Al día siguiente, viernes 14, el candidato tradicionalista se defendía del manifiesto de
Acción Riojana al que tachaba de «ofensivo y lleno de insultos personales». Aunque
reconoce que tanto él mismo como las agrupaciones que le apoyan son ajenas a las
hojas que circulan, recuerda que la candidatura que excluye al señor Arnedo es la
aprobada «en convenio y pacto bilateral por los Jefes de derechas de Madrid y
solicitadas sin excepción por todo el cuerpo electoral ante LA SEGURIDAD DE SU
TRIUNFO EN EL PRÓXIMO DÍA 16». Respondiendo a la irónica propuesta de AR
invitando a los carlistas a concurrir en solitario para conseguir el escaño destinado a la
minoría, Romualdo de Toledo responde diciendo que «marca una orientación política
catastrófica que no puedo aconsejar ni mucho menos imponer». Se despedía el
protagonista de la polémica con un llamamiento a los riojanos:
RIOJANOS: VOTAD SIEMPRE TRES CANDIDATOS DE DERECHAS; SI
INCUIS MI NOMBRE VOTAREIS POR LA UNIÓN DE DERECHAS Y ADEMÁS
APLASTAREIS LA CANDIDATURA DE FRENTE POPULAR.
Si no la incluyeseis SABED QUE NO QUEREIS LA UNIÓN DE DERECHAS y
229
además FAVORECEIS el triunfo de dos candidatos de izquierda .
Por si no había quedado clara la opinión de los carlistas riojanos ante la disputa
derechista, el Núcleo Lealtad volvía a emitir un comunicado reafirmándose en su
intención de apoyar a la candidatura propuesta por Solórzano aunque no eran tan
críticos como éste a la hora de hablar de don Romualdo. Una vez más valoran el
carácter
«católico
y
patriota»
pero
«totalmente
equivocada
y
realmente
contraproducente» de su iniciativa y acusaban a su correligionario de haber caído en
interese personalistas230.
228
La denuncia se realiza en una nota de prensa emitida el día 14 de febrero. La federación cedista
muestra su indignación ante la estrategia de Toledo. Diario de La Rioja, «A los católicos riojanos», n.
9.456, jueves 13 de febrero de 1936, p. 16. Expresan su rechazo a que se haya utilizado el nombre de la
Iglesia Católica, el Santo Padre y Acción Católica -«que tanto respeto deben merecer»- en sus intereses
electorales e ironizan la propuesta tradicionalista: «Se dirá por los tradicionalistas que ellos tienen fuerza
bastante para sacar un diputado; pero entonces, ¿a qué recomendar sea tachado el señor Arnedo para
poner al señor Toledo?». 229
Diario de La Rioja, «En legítima defensa», n. 9.457, viernes 14 de febrero de 1936, p. 16 230
Diario de La Rioja, «A los Tradicionalistas Riojanos. En víspera de la lucha electoral», n. 9.458,
sábado 15 de febrero, p. 7. Los carlistas moderados reinterpretaban de nuevo las palabras del Primado
Segura en las que llamaba a la unión de los católicos. Los tradicionalistas revisionistas, a diferencia de
‐ 83 ‐ La suerte estaba echada. El Diario de La Rioja había expuesto el dilema entre
cedistas y tradicionalistas pero no aclaró en ningún momento a qué candidatura en
concreto debían votar sus lectores. El número publicado durante la jornada electoral
contiene un editorial en el que llama a votar como «católicos y españoles»231. Algo más
esclarecedor es un artículo firmado por Isacar Zunjeña en el que pide el voto para «la
candidatura derechista»232
4.2.
Resultados en la provincia de Logroño.
Tras la jornada electoral, el Diario La Rioja y La Rioja publicaban número de votos
de cada candidatura, tal y como apunta el cuadro233.
Conociendo los resultados podemos afirmar que la campaña de Romualdo de Toledo
no fue en balde. Prueba de ello son los aproximadamente 6.000 votos que diferencian
las candidaturas de los números uno y dos de la federación cedista frente a Arnedo. En
cambio, encontramos una clara homogeneidad en el voto izquierdista –la diferencia
entre Salvador, candidato del Frente Popular más votado, y Ramos, candidato menos
votado, apenas supera los 1.500 votos-. De esta homogeneidad cabe destacar el buen
resultado del candidato socialista, Amós Sabrás que termina siendo el candidato más
votado sin representación234. Interpretamos este resultado como el producto de una
otras posiciones más radicales, sí confiaban en la futura actuación de Gil Robles: «Nosotros no
abandonamos con ello nuestros ideales. No tendremos representantes carlistas, pero sí podemos exigir a
los hoy candidatos de Acción Riojana que sean mañana en el Parlamente los portavoces de nuestros
sentimientos patrióticos y católicos, ya que en esta estimación les votaremos». 231
Diario de La Rioja, «El día del deber sagrado y patriótico », n. 9.459, domingo 16 de febrero, p. 1.
«Votar –sic- como católicos y españoles» no aclara en absoluto por qué modelo de candidatura se decanta
el Diario de La Rioja. 232
Diario de La Rioja, «¡A votar! ¡A votar!», n. 9.459, domingo 16 de febrero, p. 8. Es evidente que por
«la candidatura derechista» se pueden entender muchas cosas. 233
Ver cuadro 1. Encontramos un escrutinio general en Diario de La Rioja, «Acción Riojana triunfa por
mayorías en Logroño», n. 9.460, martes 18 de febrero, p. 1 234
Este quizá sea el motivo por el cual el Diario de La Rioja relata que el candidato socialista «y algunos
otros intervinieron constantemente con protestas reiteradas» durante el escrutinio en la Audiencia. Ni el
propio diario ni La Rioja explican lo sucedido con mayor detalle. Diario de La Rioja, «Ayer se verificó el
escrutinio en la Audiencia», n. 9.463, viernes 21 de febrero, p. 9. La Rioja comenta: «El señor Sabrás fue
quien dio mayor extensión y tono más elevado a la expresión de sus protestas». El presidente de la Junta
Provincial del Censo, Filiberto Arronías, ordenó la expulsión de algunos asistentes. La Rioja, «La
proclamación de diputados por la Provincia», n. 15.051, viernes 21 de febrero, p. 8. En este artículo se
añade que el censo cifra el número de electores en 141.218, de los cuales sólo votaron 85.422 ‐ 84 ‐ fuerte conciencia de unidad en el voto sociológico izquierdista al quedar el candidato
del PSOE por encima del número dos de IR235.
235
En las elecciones de noviembre de 1933, en las que la izquierda no revolucionaria riojana concurrió
unida, el miedo a votar a los socialistas se manifestó en la diferencia de votos entre los republicanos
Amós Salvador –Acción republicana-; 25.764 votos y Domingo Barnés Salinas –PRRS-; 24.459 y José
Orad de la Torre –PSOE-; 22.672. BERMEJO MARTÍN, F., La IIª República en Logroño…, pp. 316-318. ‐ 85 ‐ Cuadro 1: Resultados electorales en la Provincia de Logroño
Candidatos ‐86‐ CEDA (Acción Agraria Riojana) Tomás Ortiz de Solórzano Ángles Gil Albarellos Antonio Arnedo Monguilán Izquierdas (IR y PSOE) Amós Salvador Carreras Amós Sabrás Gurrea Jacinto Ramos Herrera Frente Nacional Contrarrevolucionario (Bloque Nacional) Romualdo de Toledo y Robles Partido Republicano Radical Alejandro Manzanares VARIOS Y NULOS NÚMERO TOTAL DE VOTANTES Nº de votos Diario de La Rioja día 18236
45.374
45.471
39.521
36.978
36.206
35.776
239
Diario de La Roja día La Rioja día La Rioja día 21
Resultados en 21237 Logroño 18238
(capital)240 45.761 44.753
45.761
7.580
45.755 43.920
45.755
7.437
39.716 38.591
39.716
7.397
37.308 36.114
37.308
5.922
‐ 35.362
36.468
5.377
‐ 35.388
35.729
5.143
9.380
‐ ‐ ‐ 703
8.330
833
9.442
951
990
164
BOP Logroño241 45.761 45.755 39.716 37.208 36.468 35.729 9,442 990 341 114.720242 Fuente: Elaboración propia, Diario de La Rioja, La Rioja, BERMEJO MARTÍN, F., La IIª República en Logroño: Elecciones. Contexto
político, IER, Logroño, 1984
236
Ibíd. Primer recuento. Diario de La Rioja, «Ayer se verificó el escrutinio en la Audiencia», n. 9.463, viernes 21 de febrero, p. 9. 238
La Rioja, tras publicar los resultados, aclaraba lo siguiente: «Desde luego, no respondemos de su exactitud, pues faltan en las sumas las tres secciones de pueblos que no
alterarían el lugar que se le asignan a los candidatos». La Rioja, n. 15.051, viernes 21 de febrero, p. 3. 239
La Rioja, «La proclamación de diputados por la Provincia», n. 15.051, viernes 21 de febrero, p. 8. 240
El martes 18 se publicaban en La Rioja, aunque de manera provisional, los resultados en la capital de la provincia. La Rioja, n. 15.051, viernes 21 de febrero, p. 3. 241
Citado en BERMEJO MARTÍN, F., op. cit., p. 399. 242
Sic. Ver Ibíd. Mientras que la suma del total de electores da 114.557, el Boletín Oficial de la Provincia publica un cómputo de 114.720. 237
5. CONCLUSIÓN
Mediante este trabajo hemos analizado la situación sociopolítica previa a las
elecciones de 1936 y sus resultados. Las consecuencias, las cuales no hemos tratado,
serán aún de mayor importancia para la historia de nuestro país.
En el trabajo se ha tratado la evolución histórica de España desde la Restauración
hasta dichos comicios a través de distintos aspectos, que son esenciales para entender
los resultados electorales, como la política, la economía o la sociedad.
En comparación con los tres primeros cuartos del siglo XIX, el momento histórico
tratado en este trabajo igual de inestable políticamente a rasgos generales, pero podemos
diferenciar periodos de relativa estabilidad, dividiendo el periodo 1875-1936 en cuatro
momentos políticos diferenciados: Un sistema de turno basado en un caciquismo de
cierta estabilidad (1875-1909), seguido de una crisis del mismo (1909-1923) que
desembocará en una dictadura militar (1923-1931). Finalmente la dictadura acabará
dando paso a una república democrática (1931-1936). Si bien podemos afirmar que la
política sufre un menor número de convulsiones que en el siglo anterior, los cambios
sufridos –en especial los llegados con la Segunda República- son mucho más acusados
y profundos.
Durante el primer bienio de la República se acometen una serie de reformas
estructurales nunca vistas anteriormente. En lo político, llega por primera vez a España
el sufragio universal. En lo económico, aunque se siguen llevando en la teoría unas
políticas no keynesianas, el gasto público invertido en educación y en la reforma agraria
rompe totalmente con las políticas económicas de la Restauración. El fin de este bienio
llega en parte debido a un nuevo actor en el panorama político español; el Presidente de
la República. Alcalá-Zamora decidirá no dar continuidad al gobierno de Azaña y
convocará elecciones para noviembre de 1933. El desgaste de la coalición republicanosocialista y la unión de las derechas propiciaron un cambio de rumbo en la joven
república.
El giro a la derecha dado tras las elecciones de noviembre de 1933 demuestra que la
sociedad no estaba preparada para cambios de tal magnitud. A pesar de todo, el cambio
no fue tan duro como hubiera podido ya que el Jefe del Estado no nombró Presidente
‐ 87 ‐ del Gobierno al líder del partido más representado en la Cámara, José María Gil Robles.
Tras la adopción de este nuevo rumbo, casi un año después, la CEDA no pudo ser
neutralizada, entrando así en el Gobierno. La deriva autoritaria que se estaba dando en
Europa coincidía en muchos aspectos con la ascensión cedista. La entrada de la CEDA
en el Gobierno provocó en octubre de 1934 un fuerte rechazo en gran parte de la
población, especialmente en Asturias y Cataluña, donde se dieron episodios de
insurrección armada, reprimidos por las fuerzas de seguridad y el ejército. De esta
forma se verificaba la existencia de un consolidado movimiento obrero en España, no
sólo institucionalmente organizado, sino también revolucionario. La inestable situación
política, sumada a una fuerte crisis económica, propiciará la sucesión de gobiernos
inestables y de corta duración Otra vez, el nuevo agente político tendrá un papel
decisivo durante el desarrollo y fin del segundo bienio; elegirá y depondrá los gobiernos
hasta que la situación sea insostenible y convoque elecciones para el día 16 de febrero
tras una serie de intentos protagonizados por gobiernos sin el apoyo de la Cámara.
Izquierda y derecha afrontaron la cita electoral de diferente manera. Si en noviembre
de 1933 el desgaste de la coalición republicano-socialista había desunido a sus
integrantes, lo mismo ocurría ahora con la Unión de derechas tras el reciente paso de la
moderada CEDA por el gobierno. En medio del clima de represión impuesto por los
sucesivos gobiernos, la izquierda republicana y la izquierda socialista vieron la
necesidad de crear un frente único de izquierda que englobara a elementos más allá de
sus dos lados del espectro político. Esta idea fue defendida por Azaña y Prieto. Si
podemos afirmar que el primero era el líder indiscutible de la izquierda republicana no
obrera, el segundo tuvo que imponerse a otros líderes socialistas que no querían
concurrir con el republicanismo burgués. Paradójicamente, el sectarismo moscovita que
había caracterizado al PCE jugó en contra de los partidarios del Bloque Obrero,
triunfando las tesis de Prieto.
Mientras la izquierda española supo canalizar su voto mediante el Frente Popular,
las derechas no fueron capaces de llegar a un acuerdo a nivel nacional. Analizando la
posición ambigua y accidentalista de la CEDA vemos que la unión de las derechas era
posible en términos ideológicos ya que no estamos ante un partido totalmente
democristiano o socialcatólico totalmente compatible con el juego democrático. A
través del caso riojano podemos llegar a la conclusión de que la no convergencia pudo
deberse más al carácter díscolo y caciquil de personalidades y federaciones cedistas que
‐ 88 ‐ a la incompatibilidad ideológica. De hecho, y como es lógico al no tratarse de una
candidatura a nivel nacional, en las circunscripciones en las que antirrepublicanos y
cedistas concurrieron en la misma candidatura, no se redactó un programa como sí
habían hecho la mayor parte de los adscritos al Frente Popular.
El Frente Popular nació a partir de un pacto de mínimos entre fuerzas tan dispares
como socialistas y republicanos de centro. Los primeros renunciaban a participar en el
futuro gobierno y a cambio los segundos cumplían algunas de las aspiraciones del
obrerismo. Ideológicamente las diferencias eran bastante más acusadas que en la
derecha, pero la victoria de una coalición amplia en Francia, el auge del fascismo en
Europa, la fascistización de la derecha española y Moscú presionaron a sus integrantes
para llegar al pacto electoral. Las posiciones políticas entre por ejemplo Largo
Caballero y Martínez Barrio estaban mucho más alejadas que las de, por poner otro
ejemplo, Gil Robles y Calvo Sotelo. Con esta amplitud se formó el Frente Popular en
detrimento de la hipotética fuerza obrerista revolucionaria que hubiera significado el
triunfo de las derechas.
El alto índice de participación refleja la importancia de unas elecciones en las que la
población sabía que estaba en juego más que una simple legislatura. Temerosos de la
deriva obrerista de la izquierda y de la corporativista y autoritaria de las derechas,
concurrieron en la mayor parte del país una serie de candidaturas de centro. Este es el
caso del PNV o de otros partidos republicanos de centro como el PCD o el PRR en
algunas de las circunscripciones, como en el caso de La Rioja. Aprovechando la
coyuntura, destacó el partido de Portela Valladares. Se trataba de un intento orquestado
por el Presidente de la República con el que pretendía crear una representación centrista
fuerte que arbitrara la Cámara. Este intento se llevó a cabo de manera poco democrática,
con prácticas caciquiles y dirigidas desde el Gobierno, lo que causó la antipatía del resto
de candidaturas, que veían como el Gobierno limitaba la campaña de la derecha, ponía y
deponía gobernadores civiles y pactaba sin criterio alguno tanto con el Frente Popular
como con las derechas.
Para entender el juego de alianzas es necesario ver cómo entendían la política los
dirigentes más destacados. Vemos por un lado el pragmatismo de Azaña y Prieto, que
buscaban el entendimiento con toda la izquierda para formar un candidatura fuerte que
alcanzara el gobierno, frente al mesianismo del Presidente de la República y Portela,
partidarios de un partido que arbitrara la polarizada Cámara.
‐ 89 ‐ Las elecciones generales de 1936 no pueden interpretarse simplemente como un
plebiscito entre fascismo y democracia pero más equivocado aún es afirmar que lo fuera
entre democracia y marxismo. Frente a la dicotomía con la que se tradicionalmente se
ha tratado la Guerra Civil, el estudio de las elecciones de febrero de 1936 entendidas
como un análisis sociólogo previo a dicha contienda –salvando las distancias- puede
esclarecer aspectos tales como la existencia de una sociedad no tan polarizada como se
ha interpretado en muchas ocasiones. Prueba de ello es el número de votos obtenidos
por el PCE y Falange. En este punto debemos tener en cuenta la idea de Sartori sobre el
«pluralismo polarizado», que pudo ser clave a la hora del crecimiento de ideologías
antiparlamentarias, las cuales estaban poco implantadas en febrero de
1936 y sí
pudieron estar más arraigadas durante el transcurso de la contienda. Dentro de esta idea
de la evolución centrífuga del voto debemos analizar el descalabro del Partido
Republicano Radical y valorar hasta qué punto puede decirse que se produjo «por
méritos propios». Pese a la debacle del partido radical, recordamos que Tusell cifra en la
nada despreciable cifra de 400.000 los votos obtenidos para las candidaturas centristas.
No sabemos si la CEDA hubiera evolucionado hacia posiciones más democráticas si
hubiera ganado las elecciones. Lo que sí conocemos es que de haber ganado, personajes
claramente antirrepublicanos hubieran copado puestos relevantes en la administración
pública. Si bien partidos obreros como el PSOE podían albergar sectores tan poco
partidarios de la Constitución de 1931 como los derechistas, éstos últimos no
participaron en el Gobierno resultado tras de las elecciones. Con un gobierno elegido
democráticamente, ayudado en las urnas por el obrerismo pero con un gabinete de
cento-izquierda burguesa, llegó la II República a julio de 1936. Repitiendo la palabras
de Santos Juliá; «dos polos pueden coexistir pacíficamente hasta que uno de ellos
recurre a la fuerza»243. Con la fuerza se destituyó un modelo de Estado que puede
someterse a debate si llegó mediante un plebiscito legal o ilegal, pero el estudio de las
elecciones de febrero de 1936 y de las alianzas electorales nos demuestran que fueron
unos comicios democráticos y que el gobierno formado por Azaña y más tarde por
Casares Quiroga era totalmente legítimo.
La prensa riojana narró la jornada electoral mediante artículos de opinión, crónicas y
transcripciones de discursos. Especialmente estos últimos han sido esenciales para
entender mejor el transcurso de la campaña electoral. Gracias al Diario de La Rioja y a
243
Vid. JULIÁ, S., Orígenes del Frente Popular…, p. 67. ‐ 90 ‐ La Rioja, hemos podido apreciar aspectos sociológicos que no se encuentran en los
manuales tradicionales como el lenguaje utilizado, las rivalidades, las polémicas o los
pormenores de la campaña y la jornada electoral tanto en la provincia de Logroño como
a nivel nacional. Del panorama político local encontramos un aspecto que se reprodujo a
nivel nacional; la confección de las candidaturas. En la Rioja encontramos un Frente
Popular unido, sin fisuras entre obrerismo e izquierda burguesa. Prueba de ello es la
homogeneidad de los resultados. La federación riojana socialista aceptó el más que
coherente segundo puesto en la candidatura de la coalición de izquierda. No ocurría lo
mismo con la derecha, dividida en dos candidaturas. Los enfrentamientos entre los
líderes de las derechas se reprodujeron de la misma forma a nivel regional. Las pugnas
entre cedistas y tradicionalistas se saldan con una pérdida de casi 9.500 votos para la
candidatura ganadora, un número nada despreciable si tenemos en cuenta que ambas
candidaturas tenían un mismo enemigo común. La cuarta fuerza que concurre es el
Partido Radical, que también reproduce fielmente el panorama político del país. Una
pobre campaña electoral precedía al descalabro del partido que dos años atrás había
presidido el Gobierno. La ambigüedad y el oportunismo que siempre habían
caracterizado al partido de Lerroux quedaban patentes en el lema de los anuncios
electorales de la federación riojana: «Frente a los extremismos, por la concordia
nacional, por la salud del régimen, por una república de orden, paz y justicia» rezaba el
anuncio de un partido que, tras haber apoyado a la CEDA en el gobierno, pactaba con
de nuevo con ella pese a las malas condiciones impuestas por la coalición derechista. El
casi millar de votos obtenidos por la candidatura de Alejandro Manzanares concuerdan
perfectamente con la situación nacional del PRR.
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