Desde mediados de año, coincidiendo con el agravamiento de las

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Desde mediados de año, coincidiendo con el agravamiento de las tensiones en el mercado de deuda
soberana, el crecimiento de la Eurozona se ha debilitado y se han incrementado los temores a una
posible recaída en recesión. La crisis de la Eurozona ha adquirido una extrema gravedad hasta poner
en cuestión su propia viabilidad. Las iniciativas adoptadas a remolque de los acontecimientos no han
surtido los efectos deseados poniendo de relieve la incapacidad para asegurar la consistencia de las
políticas económicas entre los distintos Estados miembros, así como la carencia de instituciones e
instrumentos para prevenir y resolver situaciones como las que actualmente afrontamos.
La economía española se enfrenta a una situación crítica que requiere, sin demora, una actuación
firme y contundente. El crecimiento se ha estancado y la destrucción de empleo ha llevado el paro
hasta cotas inaceptables. Las perspectivas apuntan hacia un crecimiento exiguo o, incluso, negativo, y
a un deterioro adicional del empleo. Para superar esta situación las políticas no pueden limitarse al
ajuste de los desequilibrios ya que los mercados sólo nos devolverán la confianza si entienden que se
han sentado las bases de un crecimiento capaz de hacer frente al servicio de la deuda. Agotadas las
políticas de demanda, las reformas estructurales son la única salida viable.
Un programa coherente de consolidación presupuestaria basado fundamentalmente en la
racionalización del gasto, acompañado con un ambicioso paquete de reformas estructurales es una
condición necesaria para mejorar las expectativas y restaurar la confianza de los inversores. Con ello,
no sólo se elevaría el potencial de crecimiento y de creación de empleo sino que se aceleraría el
ineludible ajuste de nuestros desequilibrios básicos.
La profunda crisis financiera iniciada hace cuatro años ha puesto de manifiesto el
sobredimensionamiento del sector bancario debido al acusado retraimiento del volumen de negocio, al
que se han sumado los obstáculos para acceder a los mercados mayoristas y el aumento de los costes
de financiación que acompaña la crisis de la deuda soberana en la Eurozona poniendo en cuestión su
viabilidad. Algunas entidades, por su modelo de negocio, dificultad de acceso a los mercados o falta de
rentabilidad, necesitan ser reestructuradas. En cualquier caso, el uso de fondos públicos debe quedar
estrictamente condicionado a la creación de entidades sólidas rentables.
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