Inteligencia y su medición: problematización Una niña pasa una hora con un examinador. Se le plantea un número de preguntas para indagar sobre su bagaje de información (...) su vocabulario (...), sus destrezas matemáticas (...), su habilidad para recordar una serie de números, su capacidad para entender la similitud entre dos elementos. (...) En algún momento posterior, el examinador le pone puntaje a las respuestas y sale con un solo número -el coeficiente de inteligencia de la niña, o su CI. Muchos observadores no están contentos con este estado de cosas. Tiene que haber más sobre la inteligencia que respuestas cortas a preguntas cortas -respuestas que predicen el éxito académico (...) y sin embargo, en ausencia de mejores maneras de pensar sobre la inteligencia, y mejores maneras de medir las capacidades de un individuo, este escenario está destinado a repetirse universalmente en el futuro predecible. ¿Pero si uno dejara su imaginación libre para considerar el amplio espectro de desempeños que son de hecho valorados en todo el mundo? Considérese por ejemplo, el niño Puluwat de 12 años de las Islas Carolina, que ha sido seleccionado por sus mayores para aprender cómo llegar a ser un marino maestro. Bajo la tutela de navegadores maestros, él aprenderá a combinar conocimientos de navegación, estrellas y geografía, de modo de poder encontrar su ruta alrededor de cientos de islas. Considérese el joven Iraní de 15 años que puede recitar el Corán completo y maneja la lengua árabe (que no es la suya). Al momento se le está enviando a una ciudad santa, para trabajar junto a un ayatollah por los próximos años, quien lo preparará para ser profesor y líder religioso. O, considérese al adolescente de 14 años de París, que ha aprendido cómo programar un computador y está comenzando a componer música con la ayuda de un sintetizador. Un momento de reflexión revela que cada uno de estos individuos está alcanzando un alto nivel de competencia en un campo desafiante y debiera, por cualquier definición razonable del término, ser considerado como exhibiendo conducta inteligente. Sin embargo, al mismo tiempo debiera estar claro que los métodos actuales de medir el intelecto no están lo suficientemente bien afinados como para permitir la evaluación del potencial o los logros de un individuo en la navegación por las estrellas, dominio de una lengua extranjera, o composición con un computador. El problema reside menos en latecnología de los tests, que en las maneras en que comúnmente pensamos sobre el intelecto y en nuestro sentido común profundo sobre la inteligencia. (H. Gardner (1993). Frases of Mind, The Theory of Multiple Intelligences, Basic Books, págs. 3 y 4). Instrumentos de medición y factores socioculturales Como se sabe, existen instrumentos de medición y evaluación de la inteligencia, especialmente de la verbal, la matemática y la espacial. Es discutible, sin embargo, que el rendimiento de los individuos en esas pruebas pueda predecir su capacidad de adaptación creativa a situaciones nuevas de diversa índole, como las que encontramos a lo largo de la vida, o de simplemente llevar una “vida buena”. A lo más, pueden predecir buenos rendimientos en tareas académicas del mismo tipo que se presentan en tales pruebas. Es cierto que el éxito de las personas en adecuar su comportamiento a la situación total o en superar el reto que plantea una situación específica puede estudiarse y, en muchos casos, medirse en términos cuantitativos, pero en situaciones experimentales. En la medida en que la inteligencia se relaciona con la capacidad de aprender a partir de la experiencia y de utilizar esos aprendizajes en el enfrentamiento a situaciones nuevas, las oportunidades de aprendizaje y el tipo de contenidos y experiencias a que cada persona ha sido expuesto influyen en el desarrollo de su inteligencia. En ese sentido, las mediciones de la inteligencia son muy relativas, ya que dependen del entorno sociocultural en que se ha generado el instrumento de medición y el entorno al que pertenece la persona que será evaluada. El concepto de inteligencia múltiple y de inteligencia emocional lleva a considerar desde una perspectiva actual y más completa y matizada, los conceptos de nivel intelectual, personas más o menos inteligentes, o el concepto de retraso mental. En muchos de estos casos las mediciones corresponden sólo a una perspectiva posible en la evaluación del desarrollo del comportamiento inteligente, y en ningún caso deberían constituir un etiquetamiento definitivo de los individuos.