Cartilla N 342 Julio de 2014 Te amo y amaré, en la salud y en la enfermedad. “Prometo serte fiel tanto en la salud como en la enfermedad” (texto litúrgico) P. Ricardo E. Facci Cuando empezó la historia de amor matrimonial, seguramente, dijeron en su interior o se lo expresaron al otro: “prometo que en la salud, te acompañaré, seré un solo ser contigo, apostaré permanentemente por ti. Nada sentiré en competencia con tus triunfos, ni permitiré que me afecte que seas más importante que yo a la vista de los demás. En la enfermedad, prometo estar a tu lado y nunca abandonarte. Estaré compartiendo tus alegrías y dolores”. Cuando se promete esto, es muy amplio, no se refiere sólo a enfermedades que se arreglan con una medicina o con un médico o una enfermera al lado de la cama. Hay enfermedades más profundas, complicadas, con alcances más intensos, como las enfermedades del sentimiento, del corazón. Por esto, es importante recordar que los pensamientos negativos y derrotistas enferman, especialmente al corazón, como el ser hostil, la ira, la depresión, el estrés, el miedo, la preocupación, las culpas. Los sentimientos positivos y el optimismo, en cambio, sanan: tener actitud positiva, calma en las importantes decisiones, la serenidad y la paz de espíritu, la alegría, el ser bueno. Hacer que estos sentimientos afloren es causa de la fuerza y profundidad del amor a nosotros mismos y a los demás, por eso siempre ayudan, tanto como medicina preventiva como curativa. Para mantener el sistema inmunológico impecable, no hay nada mejor que la fuerza del amor. Por el contrario, el egoísmo, la manipulación de la persona que se dice que se ama, son actitudes que enferman. El amor sana, el egoísmo enferma, el odio mata. Una persona que ama, cuida al otro para que no enferme; también, cuando se ama a sí mismo, se cuida la propia vida y salud. Sabe que su salud no le pertenece, que es en primer lugar, de su familia. Cuidarse es un acto de justicia, la salud es del esposo, de la esposa, de los hijos. Es parte del amor disponerse a compartir en familia una rica comida, pero buscando tener una dieta equilibrada, optar por alimentos sanos, realizar ejercicios físicos, evitar el tabaquismo, el exceso de alcohol, la droga. Una persona sensata que ame a su familia, cuidará su calidad de vida, para retrasar lo más lejos posible las enfermedades graves. Cuando llega la enfermedad, es imprescindible ponerse en manos de buenos médicos y de los adelantos de la medicina. Buscar explotar los sentimientos y pensamientos positivos, optimistas. Está sumamente probado que hasta las enfermedades que parecen más irreversibles, con actitudes positivas pueden cambiar plenamente su dirección. Paz interior, convicción profunda y una espiritualidad seria y profundamente cristiana, pueden lograr un verdadero milagro. El milagro de la curación o, lo que es muy importante, saber vivirla con plena entereza de entrega. Una enfermedad grave, bien vivida, genera ocasión de amor en el entorno familiar y permite que el enfermo ame sin barreras a aquellos que debe dejar en un tiempo no muy prolongado, si así lo permite Dios. Quien confía en Dios, deja su salud en sus manos, que cualquier situación que Él permita es para el bien de todos; pero, también poniendo uno lo mejor de sí mismo. Abandonarse en las manos del Señor, ayuda, en el caso de que la enfermedad no sea vencida, a vivirla y asumirla con serenidad, en lugar de padecerla. El dolor y la enfermedad, son parte de la misma vida. Vimos la luz, gracias a un dolor de nuestra mamá. La vida fue hecha para la felicidad. La enfermedad no puede empañar semejante proyecto. Menos aún, la enfermedad que derivará inexorablemente en la muerte, es puerta hacia la plenitud de lo humano: la vivencia del amor en Dios, de modo eterno. La vida y la muerte son procesos inseparables, cada una contiene a la otra. La vida contiene en sí misma a la muerte, y ésta, abre la puerta de la soñada vida sobrenatural. Por esto, lo saludable es aceptar y abrazar el dolor y la enfermedad, la misma muerte, desde la experiencia de la vida cotidiana, empapada del amor familiar. Lástima, que unos cuantos no saben vivir profundamente estos momentos. Algunos, lo rechazan, reniegan por tener que atender al enfermo. Ante una enfermedad grave, es irreemplazable que el enfermo se aliente a sí mismo, pero es fundamental, que sus familiares le brinden un gran abrazo y cariño constante, a través de sus atenciones, lo que genera alivio, consuelo, paz, seguridad. Entre los esposos, nada mejor que brindarse mutuamente palabras íntimas y confidenciales, transmisoras de esperanza; sabiendo regalarse en estos difíciles momentos una mirada cargada de amor y ternura, jamás de lástima o compasión. La experiencia de sentirse acompañado en la enfermedad, genera un sentimiento de agradecimiento y de valoración del compañero, de toda la vida, que jamás se apagará. Es precisamente en estos momentos de enfermedad, cuando se prueba la fidelidad. Qué fácil era cuando todo marchaba bien, cuando parecía que todo era color de rosa, fácil de darse cariño. Desgraciadamente, muchos matrimonios se rompen porque nunca entendieron que la fidelidad que se prometieron al inicio, debía ser a toda prueba. Así es, a prueba de todo, incluida la peor enfermedad, el más tremendo dolor. Es la exigencia del amor a que cada uno pueda ser el Cireneo que ayuda a cargar con la cruz del dolor. El amor puede aliviar el dolor de la enfermedad, sobre todo, hace que no sea una experiencia insoportable, sino una situación de vida que se logra vivirla de modo muy humano. El amor humaniza. Oración Señor Jesús, Tu Madre estuvo a tu lado en el dolor de la cruz, sabemos que tarde o temprano nos tocará acompañar a nuestro compañero de toda la vida, en el momento del dolor. Te pedimos que en esos momentos estemos de pie, como tu Mamá lo hizo contigo, sepamos darnos todo el cariño y la ternura necesaria, encontrándonos, tomados de la mano, con la mirada fija en Ti, deseando que jamás nos falte la gracia que fortalece, en los momentos difíciles. Señor, que en esos momentos, no nos falte la serenidad, la paz, la bondad, sobre todo, la capacidad de superar la prueba del amor en el dolor, como el oro que se prueba al fuego. Deseamos siempre tu compañía. Amén Trabajo Alianza 1.- ¿Cómo nos preparamos para que el amor se fortalezca en los momentos de pruebas difíciles? 2.- ¿Conversamos entre nosotros de cómo actuar cuando llegue la enfermedad? 3.- Cada uno expresarse de corazón lo que siente ante la posibilidad de la enfermedad del otro. Trabajo Bastón 1.- En general, ¿cómo se vive la enfermedad de uno de los dos en el matrimonio? 2.- ¿Descubrimos que en esos momentos será una oportunidad única de mostrar el amor de Dios desde nuestros corazones? 3.- Compartir testimonios que conozcamos de personas que acompañaron maravillosamente al enfermo. Tal vez, el testimonio visto en nuestros padres. 4.- ¿Cómo crecer y prepararnos, desde hoy, para que no nos tome desprevenido ese momento? ESTA CARTILLA LA DEDICO A LOS MATRIMONIOS DE HOGARES NUEVOS QUE ESTÁN ACOMPAÑANDO AL CÓNYUGE O AL HIJO O A LOS PADRES EN LA DIFÍCIL SITUACIÓN DE LA ENFERMEDAD. 11-13/10/14: VII° CONGRESO DE HIJOS DE HOGARES NUEVOS. Mendoza (Arg,) ¡Qué ningún hijo quede sin esta experiencia! 2