EL OBSERVADOR PÁG. 8 Ejército uruguayo sale segundo en certamen de antiterrorismo. COMANDO ESCORPIÓN DEL BATALLÓN 14 DE PARACAIDISTAS SOLO FUE VENCIDO POR COLOMBIA. Militares uruguayos compitieron en San Antonio con Ejércitos de otros 16 países. Una voz en el handy da la orden y dice: “A bailar”, y un segundo después otra voz responde: “Ya estamos bailando”. Los soldados, vestidos de negro de pies a cabeza, se ajustan las sogas al cinturón y comienzan a descender por la pared vertical de la casa, dando saltos. Mientras, abajo, otro grupo coloca un explosivo sobre la puerta y espera para detonarlo. Un momento de tenso silencio. La mitad inferior de la puerta vuela por los aires tras la explosión. Al instante, los hombres colgando en la pared rompen los vidrios de la vivienda y entran disparando contra los terroristas que retienen al rehén. Los disparos son a la zona mortal –un triángulo isósceles con el vértice superior en la frente y la base encima del ombligo– y los terroristas son abatidos. “Habitación azul, habitación azul”, repite la voz en el handy. El rehén sale escoltado por los hombres que lo rescataron en una formación en cuña y los fusiles apuntando a posibles represalias. Pero la formación se alinea, bajan las armas y se forman rígidos. Este no es el comentario de un capítulo de la serie S.W.A.T. ni la descripción de un día en Bagdad. La escena se produjo ayer en la zona de prácticas del Batallón 14 de paracaidistas, ubicado en Toledo. La voz que dio la orden es del capitán Julio Giménez y los soldados pertenecen al comando Escorpión, de ese mismo destacamento. Hace una semana, un grupo de Escorpiones compuesto por cuatro soldados de asalto y dos francotiradores participó –en representación del Ejército– en una competencia continental de antiterrorismo realizada en San Antonio, Texas. Participaron 17 delegaciones y el resultado fue formidable: Uruguay terminó segundo, y solo lo venció Colombia. La delegación de Escorpiones tuvo un desempeño mejor que Ejércitos de primer orden, como Estados Unidos y Brasil. La demostración que se realizó ayer sirvió para ilustrar la forma de trabajo de esta fuerza comando. A matar. El Batallón 14 de paracaidistas marca su personalidad desde la entrada. Allí hay una inscripción pintada que reza: “Acá los mejores son apenas buenos”. El rigor de esos entrenamientos dio sus resultados en la prueba de Texas. Ricardo Saavedra, teniente del comando de asalto Escorpiones que compitió en San Antonio, tiene 25 años y es un recio. Mide más de 2 metros de altura y la copa dorada que ganó junto a sus compañeros es más alta que él. El orgullo está a flor de piel. “Tuvimos un rendimiento muy parejo. Nos dieron a matar”, dice Saavedra sonriendo. Como la mayor parte de los logros internacionales de Uruguay, hubo que vencer el déficit técnico de algunas de las armas que llevaron a San Antonio. Por ejemplo, el uso de armas calibre 9 milímetros en ejercicios con blancos a media distancia (más de 25 metros). “Si bien el resto de las delegaciones tenían mejor armamento, la calidad y el nivel de nuestros hombres hicieron la diferencia”, afirmó el teniente. Las pruebas consistieron en trabajos físicos y técnicos. Desde pesas y series de flexiones, hasta marchas de 20 kilómetros con la mochila reglamentaria (que pesa 25 kilos) y avances anfibios (con nado, remo y obstáculos), la exigencia fue mayúscula y los resultados excelentes. La prueba final consistió en el rescate de supuestos rehenes en una casa, similar a la demostración de ayer, donde la muerte de algún rehén significaba resta de puntos. Los francotiradores hicieron un trabajo muy fino a gran distancia, mientras las fuerzas de asalto casi no cometieron errores. Pero la actuación de los colombianos fue perfecta, y Uruguay culminó segundo. Colombia vive una situación de guerra hace décadas y entrena especialmente a este grupo ganador. Basta ver el operativo de Inteligencia que ayer liberó a la rehén Ingrid Betancourt (ver páginas 17 a 19). “El mérito de los uruguayos fue lograr un gran desempeño con cero práctica”, sostuvo Saavedra. La falta de práctica no fue la única dificultad que debió vencer el comando. Muchos de los sargentos que integraron el grupo tienen familia y perciben sueldos que rondan los $ 5.000. Incluso en las prácticas en Toledo, tuvieron que utilizar explosivos que no hicieran mucho ruido, porque los vecinos los denuncian por ruidos molestos.