DAVID BOHM Y LA CREATIVIDAD El físico cuántico David Bohm (1917-1992) llegó a enunciar un sentido particular de lo que significa creatividad. Hijo de un inmigrante húngaro, hizo aportes a la física a la filosofía y a la neuropsicología. Trabajó con Robert Oppenheimer en el proyecto de la bomba atómica, en la universidad de Berkeley, y después con Einstein en Princeton, antes de ser expulsado de USA por el markatismo. Posteriormente, recaló en la Universidad de Bristol, Inglaterra. Para Bohm la creatividad es algo muy difícil de definir con palabras. Pese a esta dificultad, Bohm dice que la creatividad es la intención que se concreta a través de algo nuevo, que sea completo y total, armonioso y hermoso. No ejemplifica la creatividad a través de la Mona Lisa de Da Vinci o de las esculturas de Rodin, sino a través de la originalidad demostrada por Ann Sullivan, maestra de Hellen Keller (una niña ciega, moda y sorda desde temprana edad). Sullivan comprendió la necesidad de tratarla con amor, de poner toda su energía en sentir como ella para aprender a comunicarse con Hellen. Esta acción empática se constituyó en el punto clave para empezar a formar conceptos, y lo primero que hizo fue poner a su alumna en contacto con el agua, dibujando en la palma de su mano “agua”. Este sencillo pero trascendente acto creativo, no solo transformó la vida de Hellen Keller, sino la de millones de personas en su misma condición. Bohn equipara a este descubrimiento con los Einstein y Arquímedes, afirmando que este tipo de creatividad es muy poco común, porque su asidero está en la simplicidad y por ello, aunque suene paradójico, muy pocas personas la alcanzan. Por esta razón es que la mayor parte de la acción humana cae en lo mediocre. Bohn dice que el trabajo creativo requiere de un estado mental creativo, pero que lamentablemente lo que aprendemos de la sociedad y de los maestros cuando somos niños es un cultivo de un estado mental conformista, imitativo y cansinamente mecánico, que se no eleva por sobre los rígidos paradigmas, lo cual limita a muchas personas su despertar creativo. Bohm afirmaba que al igual que la salud del cuerpo requiere que respiremos bien, tanto si nos gusta o no, la salud mental requiere del acto creativo. En su libro “Sobre las relaciones entre ciencia y arte” escrito en 1976, Bohm describe al despliegue de la percepción en cuatro fases: La revelación racional e imaginativa La fantasía racional e imaginativa El arte de percibir el movimiento El Arte, el dialogo y el orden implicado. La revelación racional e imaginativa Para él, la palabra teoría comparte la misma raíz con teatro, en sentido de ver o hacer un espectáculo. Así, cada descubrimiento implica revelación y fantasía. La fantasía racional e imaginativa Para Bohm, la inteligencia no es acumulación de conocimientos sino hay que verla como arte; el arte de la percepción a través de la mente y por ende requiere de intuición y habilidad. Cuando estos dos aspectos están ausentes, entonces el pensamiento se pierde en la confusión. El arte de percibir el movimiento Bohm afirma que la principal función de un símbolo del lenguaje no es sustituir o representar al objeto que corresponde, sino poner en marcha el movimiento de la memoria, imaginería, ideas, sentimientos y reflejos que sirven para focalizar la atención y dirigir la acción en una forma nueva que no sería posible sin el movimiento. El Arte, el dialogo y el orden implicado. Dice Bohn que el científico no solo quiere aprender sobre los hechos, sino también comprender cómo se relacionan, cómo se acoplan y forman una totalidad. De esta manera el científico utiliza criterios como belleza y simetría para decidir que teoría prefiere. El orden implicado de Bohm postula que todo está internamente relacionado, todo lo contiene todo, y sólo en el orden explicado o racionalizado, las cosas están separadas y son relativamente independientes. Para él la otra arista a la cual denomina como orden desplegado, es la que tiene toda una vasta gama de potencialidades que se pueden desplegar. Dice que si uno se queda atascado en el orden repetitivo y mecánico, acaba degenerándose. Par contrarrestar lo anterior, Bohn apuesta a la idea básica diálogo, que es la de ser capaces de hablar mientras suspendemos nuestras opiniones, las retenemos delante de nosotros sin reprimirlas ni tampoco insistir en ellas. Lo primordial para él, es primeramente percibir todas las opiniones, sin racionalizarlas respecto a si tienen o no fundamento; siendo lo más importante llegar a un punto común, que sirva de base para marco mental que facilite una conciencia común. Es en este contexto de orden implicado donde se puede desplegar una conciencia global o conciencia común que da forma a una nueva forma de inteligencia. Es válido recordar que el recientemente fallecido Steve Jobs inició su imaginería con el sencillo y estético deseo de mejorar las letras de logotipo en el texto informático hasta llegar al iPhone y las tabletas que han revolucionado el ciberespacio en nuestros días, las que desde luego son ya un revolucionario recurso educativo de gran alcance. Quizás a todos los que transitamos por el camino de la docencia y la educación, nos convendría de nuevo mirar “La sociedad de los poetas muertos” para asimilar las cuatro facetas de la creatividad de Bohn, expresados en esta magistral película. La principal amenaza para la creatividad es bloquear nuestra propia posibilidad para reinventarnos, con lo que como mentores nos lleva reproducir la mediocridad a la enésima potencia. Por algo Einstein llegó a decir que la creatividad no solo es esencial para la ciencia, sino para la vida en general. Lic. Marco V Masis Consultor Asociado del CICAP Gestor Estratégico de Capital Humano