Cine MSJ “El último adiós”: Una cinta que resume una vida Pablo Azócar* Robert Altman, uno de los directores más originales del cine estadounidense, fue capaz de llevar a la pantalla grande las virtudes y defectos de una sociedad en que se debaten la tradición y el progreso. Su última película es un buen reflejo de esto. * Médico y Licenciado en Filosofía 54 246 R obert Altman falleció en noviembre de 2006 a los 81 años, dejando como recuerdo un gran legado de películas que filmó durante más de cinco décadas. Su última cinta llega a Chile con el nombre de El último adiós, título que parece referirse más al carácter póstumo del filme que a su argumento. Para aquéllos que disfrutan del buen cine, A praire home companion (título original, cuya traducción no literal es El compañero de las praderas) tiene la virtud de convertirse en un excelente trabajo, que da conocer todas las virtudes y también algunas de las deficiencias de uno de los realizadores más honestos del último tiempo. Durante su extensa carrera, Altman fue uno de los directores que se adentró con mayor profundidad en el carácter del pueblo estadounidense. Desde la conocida MASH (1969), una comedia que daba una ácida mirada acerca de la presencia de Estados Unidos en Vietnam, hasta la cinta Dr. T y las mujeres, que relata las vicisitudes de un ginecólogo que atiende pacientes de la alta sociedad, la cámara de Altman fue siempre un espejo donde se reflejaron distintos aspectos de la forma de vida del país del norte. Apoyándose en guiones originales y nada simples de llevar a la pantalla, sabía recurrir a las personas precisas para caracterizar a sus distintos personajes. No es de extrañar que Richard Gere, Matthew Modine y Tim Robbins, sólo por nombrar a algunos, hayan asumido roles principales en sus películas. Altman dominaba como nadie el espectro de actores que existía en Hollywood y sabía elegir al más adecuado para sus proyectos. A pesar de que sus filmes, salvo escasas excepciones, no se caracterizaban por arrasar en la taquilla, el cine estadounidense lo consideraba dentro de los grandes nombres de la industria. Esto se vio reflejado en el Oscar Honorífico que recibió en 2006, como premio a su trayectoria. Junio 2007 NOCHES DE RADIO El último adiós es un buen ejemplo de la calidez y sensibilidad con que Altman dirigía. Basándose en una historia real, el director recrea la noche final de un show de radio que era emitido en vivo desde un teatro de Minessotta. Después de 32 años de transmisión ininterrumpida, los nuevos dueños de la estación radial deciden cancelar el programa, y los participantes se dan cuenta que esa noche puede ser su última presentación. Sin grandes dramatismos, cada uno ellos recordará a su manera lo que significó su trabajo en el show, al mismo tiempo que sienten que el inexorable avance de la sociedad parece querer dejarlos a un costado del camino. Con la participación de Kevin Kline, Meryl Streep y Lindsay Lohan, entre otros, Altman se da el gusto de contar con un elenco de primer nivel para narrar una historia que está a años luz de las taquilleras historias que caracterizan al cine actual. Apostando por un relato simple, que roza lo documental −recurso que utilizó con excelentes resultados en La compañía−, el fallecido realizador logra un retrato sumamente cálido de las últimas horas del programa. De esta forma, nos convertimos en testigos privilegiados de algunas de las historias personales que parecen estar llegando a su fin, junto con la emisión. Uno de los elementos más interesantes de El último adiós, es la presencia de un ángel que recorre y conversa tras bambalinas con los distintos participantes del show. Junio 2007 Interpretado por Virginia Madsen, el personaje celestial se encarga de recordar que el tiempo no es ilimitado, y que todo tarde o temprano reclama un final. Su presencia es la señal de que toda acción está sujeta al tiempo, y que éste siempre será un referente para todo proyecto humano. Esto permite dar una mirada a ciertos aspectos del cine de Altman, que vale la pena tener presentes a la hora de hacer un juicio sobre su obra. El personaje de Virginia Madsen debe bastante a los ángeles de Win Wenders, elemento que se detecta apenas la protagonista hace su aparición en pantalla. Altman siempre intentó develar los aspectos más escondidos de la sociedad estadounidense, y se esforzó para que los distintos personajes reflejaran ante la cámara las diversas motivaciones que daban sentido a sus acciones, encontrando en el cine europeo un buen referente para su trabajo. Pero, al mismo tiempo, se dio cuenta de que muchas de las virtudes de las realizaciones europeas no eran exportables a las estadounidenses. EL LEGADO DE UN GRAN DIRECTOR Por esta razón, muchas veces sus cintas no lograban los resultados esperados. Los planos cerrados y las largas escenas no alcanzaban la significación que pudiéramos esperar, y jugaban en contra de aquello que Altman quería destacar. Los escenarios y el tipo de conflicto parecían no ser suficientes a la hora de generar la tensión y dramatismo que el director buscaba. Y esto desfavoreció algunas de sus películas y también le valió una escasa asistencia de espectadores. Pero como todo buen cineasta, Altman supo superar estas dificultades, y no es de extrañar que en The player (1992), película que retrata con gran acierto el mundillo de Hollywood, haya logrado un relato original que fuera capaz de mostrar los distintos vicios y virtudes que rodean a este oficio. Para lograrlo, optó por una cámara que se moviera rápidamente y que no se detuviera por mucho tiempo en determinado personaje. Así consiguió que los distintos caracteres pudieran expresarse de mejor manera y de forma más natural. Probablemente The player marcó un antes y un después en su carrera, dando inicio a un período final de gran originalidad y calidad. Es difícil imaginar una despedida más adecuada para un cineasta de la categoría de Robert Altman. El último adiós es un buen tratado de sus virtudes como cineasta. Refleja su gran cariño por el cine y al mismo tiempo es una interesante y muy bien lograda metáfora acerca del paso del tiempo. A pesar de que hasta último momento no pudo dejar de mirar a Europa, supo impregnar a su cine de originalidad y honestidad, dos características que por sí solas lo colocan dentro de los directores estadounidenses más destacados del último tiempo. MSJ 247 55 Cine MSJ La vida de los otros A lguna vez alguien me explicó que una frase en alemán, por muy larga que sea, se entiende desde el final de la misma. Este es el sentir que me deja esta película, La vida de los otros (Das leben der anderen), en donde su director va hilando la frase hasta llegar a una conclusión fenomenal. Esta película se ambienta en la sombría RDA (República Democrática Alemana) de los años 80, en donde la Stasi –la policía secreta del Estado– daba sus últimos respiros de lo que fue el espionaje de la Guerra Fría. Nos narra la historia de un capitán de este órgano, Gerd Wiesler (Ulrich Mühe), quien es un oficial extremadamente competente en su oficio de interrogar y espiar a personajes disidentes del régimen comunista, además de un experimentado “educador” de futuros espías. En 1984 se le encomienda que espíe al prestigioso escritor Georg Dreyman (Sebastian Koch) y a su novia, la popular actriz Christa-María Sieland (Martina Gedek), por ser posibles disidentes al sistema. Esta sospecha la plantea el Ministro de Cultura, Bruno Hempf (Thomas Thieme), quien tiene intenciones amorosas con Christa-María. Aprovechando la ausencia de los moradores, se instala todo un sistema de escucha de todos los movimientos que Dreyman y ChristaMaría realizan dentro de su casa: el fin es descubrir los posibles vínculos con la disidencia al régimen. La observancia prolija de su trabajo lleva al capitán Gerd a dedicar 12 horas al día a la escucha de cualquier situación sospechosa, la cual quedaba registrada en un prolijo informe firmado por HGW XX/7, nombre clave del capitán. La situación comienza a complicarse 56 248 La tercera obra alemana en ganar el Oscar a la Mejor Película Extranjera -en 1979 lo hizo El Tambor de Hojalata y en 2002, En un lugar de África- es un filme intenso y profundo que aborda lo contradictorio del ser humano. cuando uno de los más importantes directores de teatro Albert Jerska (Volkmar Kleinert), se suicida por no poder ejercer su arte dentro del régimen. Dreyman, gran amigo de Jerska, siente mucho su partida e interpreta en piano la Sonata del Gentilhombre, regalo que Jerska le había dado para su cumpleaños. Terminada la interpretación dice: “nadie a quien le guste esta música puede ser malo”. Ese episodio marca fuertemente la trama de la película porque el capitán Gerd vive, desde ese momento, una verdadera metamorfosis y comienza un camino de humanización que su oficio de espía le había ocultado. Es interesante mirar cómo el oficial hace ese proceso de humanización, puesto que desde el comienzo de la película nos muestra a un hombre duro, incapaz de sentir misericordia por nadie. Eso se refleja en la dura escena del comienzo en donde aparece el capitán interrogando a un disidente y dando clases a futuros espías de la Stasi, en su actuación ante la intervención de un alumno que reacciona ante la impiedad con que se interroga al acusado, y en la acción de marcar su nombre como un modo de tenerlo identificado y descalificarlo como futuro espía. De este capitán duro e inflexible impedido de pensar de modo distinto a lo que el régimen cree, comenzamos a ver al hombre que se sensibiliza y comienza a ver la parte negra del sistema. Gerd se da cuenta de que ya nadie trabaja por el bien y la estabilidad del sistema, sino que cada uno está luchando egoístamente por sus propios intereses. Todo esto va haciendo cambiar el modo de mirar la realidad y comienza por ende a modificar radicalmente su disposición frente a las personas que debe espiar. Una vez caído el muro de Berlín la realidad de todos nuestros personajes cambia radicalmente, Dreyman vuelve a escribir sobre lo vivido en los últimos años del sistema comunista alemán y es sorprendido por cómo el capitán Gerd se había jugado su propia vida por mantenerlo alejado de las garras de la Stasi. Es una película tan entretenida como profunda, en donde se nos muestra que a pesar de lo contradictorio que puede ser el ser humano, siempre existe la posibilidad de humanización. MSJ Oscar Ávila, S.J. Junio 2007