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Focus
WALTHAM
Editor Ejecutivo
Dr. Karyl Hurley BSc, DVM, DACVIM,
DECVIM-CA
Global Academic Affairs, WALTHAM
Editor
Dr. Richard Harvey PhD, BVSc,
DVD, FIBiol, MRCVS
Editorial
Laurent Cathalan – Aniwa Presse
Material gráfico
Anne Aubert – Aniwa Presse
© Dr. Sean McDonough,
Anatomic Pathology, Cornell University
Vol 15 N° 1 – 2005
"Glomerulonefritis
membranoproliferativa con tinción
de metenamina de plata
de Jones, que muestra
engrosamiento y desdoblamiento
de la membrana basal"
WALTHAM Focus se publica cada tres meses.
Las ediciones se producen en Inglés, Francés,
Alemán, Italiano, Holandés, Español, Japonés,
Chino, Griego, Portugés, Ruso y Polaco.
Modelo renal:
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Dr. María Elena Fernández DVM
(Español)
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Dr. Flavio Morchi DVM (Italiano)
Margriet Bos DVM (Holandés)
¿Hay alguna novedad en el tratamiento
de la enfermedad renal crónica felina? ........................................................... 2
Comité asesor
Diagnóstico precoz de la insuficiencia renal crónica en el perro .................. 6
Dr. Denise A. Elliott BVSc
(Hons), PhD, DipACVIM,
DipACVN Communications,
Royal Canin, USA
Hervé P. Lefebvre, Jean-Pierre Braun, A. David J. Watson
Prof. Dr. J. Leibetseder DVM
Institut für Ernährung
Veterinärmedizinische Universität
Wien, Austria
Denise A. Elliott
Prof. Dr. R. Moraillon DVM
Ecole Nationale Vétérinaire d’Alfort,
Maisons-Alfort, Francia
Shelly Vaden and Michael Wood
Dr. Pascale Pibot DVM
Directora de publicación científica
Royal Canin, Francia
Scott A. Brown
Tratamiento nutricional de la enfermedad renal crónica ............................ 14
Cómo abordar… El perro con insuficiencia renal ......................................... 20
Cómo tratar… La enfermedad renal crónica en el gato................................ 28
Thierry Francey
Dr. Pauline Devlin BSc, PhD
Veterinary Support Manager
Royal Canin, UK
Diagnóstico y tratamiento de la hipertensión felina ................................... 31
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aspectos prácticos y recomendaciones ...................................................... 38
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DEPÓSITO LEGAL: Octubre 2004
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terapéuticos propuestos para uso en
especies de pequeños animales varían
mucho a nivel mundial. El ausencia de
un licencia específica, debe considerarse
advertir sobre les posibles efectos
secundarios, antes de la administración
de la medicamento.
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¿Hay alguna novedad en el
tratamiento de la enfermedad
renal crónica felina?
Scott A. Brown, DVM, PhD, Dipl ACVIM
Profesor de fisiología, Departamentos de Fisiología y Medicina de Pequeños Animales, Universidad de Georgia,
Facultad de Medicina Veterinaria, Athens EE.UU.
El Dr. Scott A. Brown se licenció en veterinaria en 1982 en la Universidad de Pensilvania. Acabó el periodo de prácticas y la
residencia en medicina interna de pequeños animales en el Hospital Universitario de la Universidad de Georgia en 1986 y se
diplomó en Medicina Interna por el Colegio Americano de Medicina Interna Veterinaria en 1987. De 1984 a 1989, el Dr. Brown obtuvo el
doctorado en fisiopatología renal de la Universidad de Georgia. Desde 1989, el Dr. Brown ha sido miembro del profesorado de la Universidad de
Georgia, con un puesto compartido entre los departamentos de Fisiología y de Medicina de Pequeños Animales, donde en la actualidad es profesor
de Fisiología. Sus principales temas de interés en investigación son la progresión de la nefropatía crónica y la hipertensión sistémica.
PUNTOS CLAVE
➧ La estadificación de la enfermedad renal crónica (ERC)
es un primer paso esencial en el tratamiento de los gatos
afectados
➧ Cuando un paciente felino con enfermedad renal crónica
(ERC) progresa del estadio I al II, el foco del planteamiento
diagnóstico se desplaza de la identificación de la causa
principal a la caracterización de la velocidad de progresión
espontánea de la nefropatía
➧ En los estadios intermedios de la enfermedad renal crónica
(ERC) (estadios II y III), el tratamiento es nefroprotector
para retrasar la progresión de la enfermedad
➧ En la enfermedad renal crónica (ERC) tardía (estadio IV),
el tratamiento es sintomático y dirigido a mejorar las
manifestaciones clínicas del síndrome urémico
➧ Los gatos no son sensibles a la sal. Las alteraciones
en la ingesta de sodio alimentario tienen poco efecto
en la tensión arterial
➧ La baja ingesta de sal en gatos con enfermedad renal
crónica (ERC) puede activar el sistema renina-angiotensinaaldosterona, lo cual, si no se trata, puede exacerbar la
hipopotasemia y contribuir a la progresión de la lesión renal
E
n los pacientes felinos presentados para tratamiento
clínico es frecuente la presencia de enfermedad renal
crónica (ERC). En gatos, se ha calculado una prevalencia
general de nefropatía que oscila entre el 0,5 por ciento y
el 2 por ciento de todos los animales de la población general de animales domésticos. Sin embargo, en los animales atendidos en las clínicas veterinarias, en especial
gatos de edad avanzada, la prevalencia puede ser de entre
un 10 y un 30 por ciento de todos los pacientes (1,2). El
grado de lesión renal y su importancia clínica pueden juzgarse mejor mediante la evaluación del nivel y la veloci-
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dad de cambio de la tasa de filtración glomerular (TFG).
Utilizamos la concentración de creatinina sérica para evaluar la TFG de nuestros pacientes; la concentración elevada de creatinina sérica se denomina azotemia. Es importante recordar que el origen de la azotemia puede ser
prerrenal, renal o postrenal. Son ejemplos de disfunción
prerrenal la hipotensión sistémica y la deshidratación.
Entre los ejemplos de azotemia postrenal se cuentan la
obstrucción de las vías urinarias y la ruptura de la vejiga
urinaria. Con independencia del lugar de origen, la disfunción renal se caracteriza por la acumulación de productos de desecho nitrogenados, la alteración del
metabolismo electrolítico y cambios en el estado hídrico
corporal. Es el nivel de azotemia renal el que proporciona
la mejor estimación de la gravedad de la disfunción renal.
Estadios de la enfermedad renal crónica felina
(ERC)
La enfermedad renal crónica felina es, en general, una enfermedad progresiva (3). La progresión de la ERC se debe
a la lesión renal inducida por el propio proceso de la nefropatía primaria, a las inadaptaciones funcionales (que conducen a la denominada progresión inherente de la
nefropatía crónica) y a la superposición de complicaciones
urémicas (Figura 1) (3). Dado que estos problemas aparecen de manera secuencial a medida que la enfermedad
avanza, los gatos con enfermedad renal crónica deben ser
tratados en función de la gravedad de la enfermedad. Un
planteamiento útil consiste en clasificar los animales con
ERC en estadios (4); la International Renal Interest Society
(IRIS; véase Tabla 1) ha propuesto recientemente un esquema de estadificación basado en el nivel de azotemia (5).
En este planteamiento de estadificación se tienen en
cuenta 3 consideraciones diagnósticas de la ERC:
(i) Determinación de la identidad de la nefropatía
primaria
(ii) Evaluación de la velocidad de disminución de la
TFG (progresión)
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(iii) Identificación de las complicaciones de la nefropatía
crónica presentes en el paciente
Las consideraciones terapéuticas abarcan la institución de un
tratamiento específico para controlar o erradicar la nefropatía
primaria, un tratamiento nefroprotector para retrasar la progresión inherente provocada por inadaptaciones como la
hipertensión glomerular y un tratamiento sintomático para
mejorar cualquier signo clínico de uremia que pueda observarse. Cada una de estas consideraciones diagnósticas y terapéuticas asume un papel más o menos destacado, que depende
en gran parte del estadio de la enfermedad, como se indica más
adelante (Tabla 2).
Estadio I: enfermedad renal crónica felina no azotémica
Una nefropatía primaria es cualquier proceso que daña el riñón.
Serían ejemplos la pielonefritis bacteriana, la nefropatía hereditaria, la neoplasia y la nefropatía hipertensiva. Por desgracia, en
la práctica veterinaria identificamos con frecuencia las consecuencias de una destrucción notable del tejido renal (p. ej.
azotemia renal o pérdida de la capacidad de concentración de
la orina) pero no la causa de la destrucción. Quizá esto se deba
a que el proceso patológico primario se identifica con más facilidad en las primeras etapas de la nefropatía crónica, pero se
obvian estos primeros estadios de la ERC en pacientes cuando
existe lesión pero la función renal es adecuada. Este estadio, al
que se denomina ERC no azotémica, se define como el estadio
inicial de la enfermedad renal crónica felina, en el que un proceso mórbido primario daña el tejido renal, pero respuestas renales compensatorias ocultan tanto la lesión como su efecto en
el paciente clínico. El diagnóstico de ERC en este estadio no se
basa obviamente en la observación de azotemia renal, ya que
el gato tiene una concentración normal de creatinina sérica.
Antes bien, los veterinarios pueden descubrir la nefropatía a
Estadios de la nefropatía crónica de la IRIS
1. Nefropatía primaria
Estadio I
partir de indicios obtenidos en las pruebas de diagnóstico por
imagen del riñón, la presencia de hipertensión sistémica o los
resultados de un análisis de orina como proteinuria, bacteriuria, cilindruria, glucosuria normoglucémica o baja gravedad
específica de la orina. El gato con ERC en estadio I no es
azotémico pero puede presentar un cierto deterioro de la capacidad de concentración de la orina. Este estadio puede ser
devastador para el riñón: la reserva funcional renal permite que
un animal con una destrucción de la masa renal de un 75 por
ciento no presente en general signos clínicos observables
Si se identifica la ERC en este estadio temprano, un objetivo
diagnóstico fundamental es la evaluación exhaustiva para identificar la causa primaria de la lesión renal, lo cual puede precisar una biopsia renal. Si los estudios de diagnóstico por
imagen del riñón sugieren una enfermedad generalizada, es
adecuado realizar una biopsia con aguja guiada por ecografía.
Sin embargo, en este estadio con nefropatías focales, multifocales o unilaterales los animales se examinan mejor mediante
la cirugía exploratoria y biopsias dirigidas de ambos riñones. En
ocasiones se comete un error desafortunado cuando se supone
que un riñón de apariencia macroscópicamente normal no está
afectado por un proceso mórbido microscópico. Además, en
este estadio es importante caracterizar de manera prospectiva
el curso de la enfermedad mediante la medición sucesiva de la
concentración de creatinina sérica a intervalos de 1 a 6 meses,
o con mayor frecuencia si el paciente es menos estable.
Una preocupación terapéutica importante (Tabla 2) en este
primer estadio de la nefropatía crónica es el tratamiento específico dirigido al proceso patológico primario (p. ej. antibióticos
para la pielonefritis o el tratamiento antihipertensor para la nefropatía hipertensiva). Si las mediciones sucesivas de la concen-
Tabla 1. Clasificación de la enfermedad renal crónica felina
(ERC) de la IRIS*
Estadio
ERC no azotémica
Estadio II
TFG
Azotemia suave
Estadio III
2. Más inadaptaciones
funcionales que
contribuyen a la progresión
Creatinina:
(␮mol/L)
(mg/dL)
I
II
III
IV
ERC felina no
azotémica
Azotemia
renal leve
Azotemia renal
moderada
Azotemia renal
grave
< 140
< 1,6
140 a 250
1,6 a 2,8
251 a 440
2,9 a 5,0
> 440
> 5,0
Azotemia moderada
* IRIS: International Renal Interest Society
Estadio IV
Azotemia grave
3. Superposición de uremia
Tabla 2. Consideraciones diagnósticas y terapéuticas de
acuerdo con la estadificación de la nefropatía crónica de la IRIS*
Tiempo
Consideración
Figura 1. La enfermedad renal crónica implica 3 procesos secuencialmente
superpuestos. Al principio, la enfermedad renal primaria reduce (1; línea de
puntos) la tasa de filtración glomerular (TFG). Luego, las inadaptaciones
funcionales también contribuyen al deterioro progresivo de la TFG (2; línea
de rayas). Por último, las complicaciones del síndrome urémico provocan la
deshidratación y otros trastornos del estado hidroelectrolítico que deterioran
aún más la función renal (3; línea continua). Este último proceso suele ser
errático, ya que el gato experimenta brotes periódicos de deshidratación
(factor prerrenal) seguidos de la intervención veterinaria adecuada, que
reducen y luego aumenta la TFG, respectivamente. La International Renal
Interest Society ha propuesto dividir este proceso en los estadios I a IV, como
se muestra aquí.
I
II
III
Evaluación de la enfermedad primaria
+++
+++
++
IV
+
Evaluación de la progresión
+++
+++
+++
+
+++
Evaluación del paciente
++
++
+++
Tratamiento específico
+++
+++
++
+
Tratamiento nefroprotector
+
+++
+++
+
Tratamiento sintomático
+
+
+++
+++
* IRIS: International Renal Interest Society
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tración de creatinina sérica revelan que se trata de una enfermedad de progresión rápida, debe considerarse un uso más
agresivo del tratamiento nefroprotector (p. ej. restricción del fósforo alimentario (6) o inhibición de la enzima conversora de la
angiotensina (7)). No obstante, en este estadio no azotémico
temprano, se cree que el avance inherente de la nefropatía
crónica es poco habitual (Figura 1). Sin embargo, si la evaluación del paciente revela manifestaciones clínicas de nefropatía
(p. ej. hipertensión sistémica), entonces es adecuado el
tratamiento sintomático (p. ej. un antihipertensor).
Estadio II: azotemia renal leve
El segundo estadio de la ERC, aquí denominada azotemia renal
leve, aparece cuando hay una pérdida de tejido renal suficiente
como para que exista azotemia sin que haya signos clínicos. Durante este estadio, la caracterización del ritmo de progresión de
la enfermedad se convierte en una consideración diagnóstica
importante y el tratamiento se concentra, en general, en los
agentes nefroprotectores que pueden retrasar esta progresión (p.
ej. reducción del fósforo alimentario (6) o inhibición de la enzima conversora de la angiotensina (7)). Obsérvese que la velocidad de la progresión suele ser lenta en gatos (de meses a años),
pero errática y más rápida en perros (de semanas a meses).
Estadio III: azotemia renal moderada
El tercer estadio de la ERC felina, la azotemia renal moderada,
es un estadio de transición. Durante este estadio, es vital enfocar el diagnóstico y el tratamiento en la progresión de la enfermedad, pero en la última parte del estadio III suelen presentarse
signos clínicos de uremia, primero de una manera intermitente.
Programadas de manera sistemática, las evaluaciones exhaustivas del paciente son, por tanto, esenciales. El tratamiento de los
gatos en estadio III se centraría en medidas nefroprotectoras
como la modificación alimentaria y la administración de antihipertensores, como los inhibidores de la enzima conversora
de la angiotensina. En una etapa posterior de este estadio el
foco terapéutico empieza a desplazarse hacia el tratamiento sintomático (Tabla 2).
Estadio IV: azotemia renal grave
El cuarto estadio de la nefropatía (Tabla 1) se denomina
azotemia renal grave. Los animales en estadio IV de la ERC felina suelen presentar anomalías del equilibrio electrolítico y
tienen una capacidad notablemente reducida de afrontar los
cambios en la ingesta de líquidos y de sodio. El poco apetito,
las náuseas y los vómitos son manifestaciones del síndrome
urémico que pueden inducir un balance de calorías y nitrógeno
negativo y a la consiguiente pérdida de grasa y masa corporal
magra. En este estadio avanzado de la enfermedad renal crónica,
suele presentarse una anemia normocítica, normocrómica y no
regenerativa, lo cual complica el tratamiento. Los animales con
ERC en estadio IV pueden experimentar un deterioro subclínico del sistema inmunitario y de los mecanismos homeostáticos. En este estadio final de la ERC, la evaluación
exhaustiva del paciente es fundamental y el tratamiento sintomático se concentra en la minimización de estas manifestaciones clínicas de la uremia (Tabla 2). En general, el tratamiento
nefroprotector y el específico son menos fundamentales en este
estadio. Mientras que el tratamiento alimentario en este esta4
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dio consiste en la reducción del fósforo y las proteínas de la
dieta, suele ser más importante (y difícil) garantizar una ingesta
calórica adecuada.
Es importante cumplir un programa preparado previamente
para posteriores evaluaciones seriadas del paciente. Algunos de
los problemas previstos del paciente, como los trastornos electrolíticos y la anemia, se identifican con facilidad mediante pruebas analíticas del paciente. Otros problemas pueden ser menos
evidentes. Por ejemplo, la función plaquetaria puede estar reducida en los animales con ERC en estadio IV, aunque éste es
un efecto menor y por sí mismo no suele ser clínicamente importante. Sin embargo, este efecto de la ERC avanzada en la
función plaquetaria puede ser importante en los animales
cuando hay un trastorno de la coagulación preexistente. En los
animales con nefropatía en estadio IV o azotemia renal grave
suele haber hipertensión sistémica y debe evaluarse la tensión
arterial mediante las técnicas adecuadas de medición directa o
indirecta con el fin de determinar si hay hipertensión y hacer
la planificación consiguiente (8, 9).
Sal, hipertensión y nefropatía crónica
Se ha propuesto que la tensión arterial elevada, la ingestión
abundante de sal (NaCl) y la expansión del volumen del líquido
extracelular podrían estar relacionadas en gatos con ERC. El
sodio y el cloruro son los principales electrólitos del líquido extracelular y en general están limitados a este compartimento
líquido. Por tanto, cambios en el contenido corporal total de
NaCl en el organismo acaban por inducir los cambios correspondientes en el volumen del líquido extracelular. Dado que el
volumen del líquido extracelular es un determinante principal
del nivel de la tensión arterial, la regulación del contenido corporal de NaCl es un factor central en el control de la presión
arterial. Debido a la importancia del contenido corporal de
NaCl, no sorprende la gran complejidad del equilibrio salino,
que depende de mecanismos reguladores renales, hormonales
y nerviosos.
Los cambios en el contenido corporal de NaCl están provocados por diferencias netas en el balance hídrico. Por desgracia,
hay muy poca regulación fisiológica de la entrada gastrointestinal o la salida fecal. Los mecanismos centrales para la regulación
del sodio se encuentran en el riñón, donde las variaciones en la
entrada de NaCl inducen alteraciones compensatorias en la excreción urinaria (-10). Si bien la capacidad renal para mantener
el equilibrio corporal total de NaCl es un mecanismo renal inherente, puede ser modulado por una serie de factores neurohumorales y por procesos patológicos. Por ejemplo, hay sensores
de volumen en las aurículas, el ventrículo derecho y en varios
vasos sanguíneos. La distensión de estos receptores de volumen
(normalmente debida a la expansión del volumen del líquido
extracelular) induce un aumento de la excreción de sodio renal,
mediado por la secreción de la hormona natriurética auricular
y también por la alteración de la actividad nerviosa renal. Existen otros factores hormonales clave que regulan la manipulación
renal del NaCl, entre ellos la angiotensina y la aldosterona, que
disminuyen la excreción renal de sodio.
Como se ha mencionado antes, los gatos con nefropatía crónica
tienen una prevalencia elevada de hipertensión sistémica (8, 9).
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Puesto que los cambios en la función renal pueden alterar la
tensión arterial al influir en la excreción de sodio y la homeóstasis hídrica del organismo, se ha formulado la hipótesis de que
el aporte extra de sal en la dieta podría agravar la hipertensión
en los gatos con ERC al inducir la expansión del volumen. De
hecho, se han estudiado los efectos de la ingesta de NaCl en la
dieta sobre la tensión arterial. En muchas líneas de ratas con
masa renal reducida, la ingesta elevada de NaCl aumenta la tensión arterial, lo que se conoce como sensibilidad a la sal (11).
Sin embargo, algunas líneas de ratas son insensibles a la sal (12),
ya que sus riñones pueden compensar las alteraciones de la ingesta de NaCl e impedir así un cambio de la tensión arterial. Es
interesante observar que la mayoría de las personas son también relativamente insensibles a la sal. En estudios realizados en
perros normales se demuestra que el aumento de la ingesta de
NaCl de 8 a 120 ␮mol/kg no afecta a la presión arterial, lo cual
sugiere que los perros normales son insensibles a la sal (13). Eso
significa que, en los perros normales, la regulación renal del contenido corporal de NaCl es eficaz y capaz de responder de manera adecuada a los cambios en la ingesta de NaCl. Si bien cabría
suponer que los perros con ERC podrían ser sensibles a la sal,
estudios experimentales realizados en perros con azotemia inducida similar a la enfermedad renal crónica en estadios II y III
de la IRIS se indica que no es así (14), ya que la variación en la
ingesta de NaCl no afectó a la tensión arterial. Aunque es probable que haya variación individual debida a factores genéticos,
ambientales y patológicos, parece improbable que los perros
normales y los perros con nefropatía crónica en estadios I-III
sean particularmente sensibles a la sal.
¿Y qué hay de los gatos con enfermedad renal crónica? ¿Son sensibles a la sal como determinadas líneas de ratas o son más parecidos a los perros y las personas? En un reciente estudio
experimental de la azotemia inducida en grado similar a los estadios II y III de la nefropatía crónica de la IRIS en los gatos, la
ingesta de sal no tuvo efecto en la tensión arterial (15). Además,
el nivel más bajo de ingesta de NaCl se asoció con los valores
más bajos de TFG, una caliuresis hipopotasémica inadecuada y
una activación del sistema renina-angiotensina-aldosterona.
Estos resultados de insensibilidad a la sal de la tensión arterial
eran notablemente similares a los observados en los gatos normales (15). En conjunto, los estudios realizados en perros y gatos
sugieren que ni la tensión arterial ni la hipertensión sistémica
son sensibles a la sal en ninguna de esas especies. Puesto que
los dos grupos de sujetos de estudio presentaban una azotemia
parecida a un estadio III o anterior de la nefropatía crónica, se
necesitan más estudios para determinar si los gatos o los perros
con ERC en el estadio IV también son insensibles a la sal.
No sorprendió comprobar que la reducción del NaCl alimentario activaba el eje renina-angiotensina-aldosterona en los gatos
con nefropatía crónica, ya que este sistema hormonal actúa para
impedir los cambios en el equilibrio sódico del organismo. Mientras que la activación de este sistema hormonal minimiza los
efectos de la restricción de sal en la tensión arterial, la angiotensina II (16, 17) y la aldosterona (18, 19) pueden provocar fibrosis cardíaca y renal y contribuir a la progresión de la
nefropatía crónica. Los efectos potencialmente nocivos de la activación de este sistema hormonal merecen atención en nuestros
pacientes clínicos. Sin duda, debe considerarse la administración
de inhibidores del eje renina-angiotensina-aldosterona, como
los IECA o los antagonistas de los receptores de aldosterona o
angiotensina II, siempre que se utilice un consumo bajo de NaCl.
La clave es la atención individualizada para cada
paciente felino con enfermedad renal crónica
La ERC felina es una enfermedad inherentemente progresiva.
No obstante, la identidad del proceso patológico primario, la
velocidad de progresión de la enfermedad y los síntomas son
exclusivos de cada paciente y están estrechamente relacionados con el estadio de la enfermedad. Al tratar un gato con enfermedad renal crónica, es importante abordar todos los
aspectos del diagnóstico y el tratamiento en relación con el estadio de la nefropatía crónica presente. Eso permite la selección de la mejor combinación de tratamiento específico,
nefroprotector y sintomático para el gato afectado.◆
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Fisiopatología y toxicología experimentales, Escuela Nacional de Veterinaria de Toulouse, Francia
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Profesor asociado de Medicina Veterinaria, Facultad de Ciencias Veterinarias, Universidad de Sydney, Australia
Hervé P. Lefebvre se licenció en la Escuela de Veterinaria de Toulouse en 1988. En la actualidad es profesor de Fisiología en
la Escuela Nacional de Veterinaria de Toulouse. Sus principales temas de interés en investigación son la farmacología clínica,
la tolerancia local de los fármacos inyectables, la evaluación de la tasa de filtración glomerular y el ajuste del régimen de
administración en los perros con insuficiencia renal.
Jean-Pierre Braun es profesor de Bioquímica Médica en la Escuela Nacional de Veterinaria de Toulouse, Francia.
Sus principales campos de interés son la enzimología, la metrología y la interpretación médica de los datos.
A. David J. Watson se licenció en la Universidad de Sydney en 1965 y regresó allí para enseñar y emprender sus estudios
de posgrado tras 5 años de trabajo en consultas de animales grandes y pequeños. Desde entonces, ha desarrollado un
interés duradero por la medicina interna de los perros y los gatos y por los procesos que intervienen en la resolución de
problemas clínicos de la medicina veterinaria. Su trabajo de investigación se centra en los aspectos prácticos de la
farmacología veterinaria y los retos diagnósticos planteados por la disfunción renal en los perros y los gatos.
PUNTOS CLAVE
➧ La insuficiencia renal crónica (IRC) es el trastorno
renal diagnosticado con más frecuencia en perros
➧ Sólo se observan signos clínicos una vez
que se ha perdido al menos el 67 % de la masa renal
➧ La detección de los pacientes en los estadios anteriores
de la disfunción renal podría permitir el inicio de
maniobras nefroprotectoras, como dietas renales
específicas o tratamiento farmacológico,
para retrasar el avance de la nefropatía y mejorar
el tiempo de supervivencia y la calidad de vida
➧ La prueba de aclaramiento de la creatinina plasmática
exógena ofrece un análisis práctico adecuado
para su uso en las consultas
intervalos de referencia) se observa una vez que se ha perdido al menos el 67 % y el 75 %, respectivamente, de la
masa renal (Figura 1). Por consiguiente, la IRC se reconoce en general en un estadio relativamente avanzado
de la nefropatía. Durante los últimos 20 años, el
tratamiento nutricional y médico de la IRC ha mejorado
considerablemente, pero el diagnóstico precoz de la IRC
es un desafío continuo. La detección de los pacientes en
100%
Estadio final
76%
Insuficiencia renal temprana
67%
Insuficiencia renal
?
L
a insuficiencia renal crónica (IRC) es el trastorno renal
diagnosticado con más frecuencia en los perros. Es consecuencia de una pérdida progresiva e irreversible de nefronas funcionales. Los signos clínicos aparecen sólo
cuando el 67 - 75 % de la masa renal es afuncional. La poliuria y la polidipsia suelen ser los primeros signos clínicos,
pero a veces se pasan por alto. En general se acepta que
una gravedad específica sospechosamente baja de la orina
y la azotemia (es decir, concentraciones plasmáticas de creatinina o urea por enzima de los límites superiores de los
Figura 1. Consecuencias de la enfermedad renal
y su avance hacia el síndrome urémico.
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Sin enfermedad
Función
excretora
normal
Capacidad de
concentración de
la orina
normal
reducida
pero sin
azotemia
se desarrolla
azotemia
no puede
concentrar
adecuadamente la
orina
deterioro
continuo de la
capacidad de
concentración
uremia
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los primeros estadios de la disfunción renal podría permitir el
inicio de maniobras nefroprotectoras, como dietas renales específicas o tratamiento farmacológico, para retrasar el avance de
la nefropatía y mejorar el tiempo de supervivencia y la calidad
de vida. Este artículo se concentrará en varias estrategias y métodos que permiten la detección de la disfunción renal en los perros con IRC subclínica.
en la evaluación de la ingesta de agua y alimentos y de los cambios de peso corporal.
Los factores de riesgo asociados con el desarrollo de IRC se han
investigado poco en los perros con IRC, pero parece más prevalente en los perros de edad avanzada: el 45 % de los perros con
IRC tienen más de 10 años (1). Eso no significa que cualquier
perro de edad avanzada esté afectado, pero sugiere que la evaluación de la creatinina plasmática basal y la gravedad específica de la orina debe formar parte de la exploración básica en
los pacientes geriátricos (2). Algunas razas están afectadas por
nefropatías familiares (Tabla 1), aunque su prevalencia real permanece indeterminada. Estas enfermedades hereditarias pueden
aparecer en los cachorros, los adultos jóvenes o en los perros
más viejos. Cuando se sospecha una disfunción renal en los perros de estas razas, debe documentarse la historia familiar (progenitores, cachorros de la misma camada y otros parientes). La
IRC puede ser consecuencia de muchas etiologías diferentes y
la identificación de una de ellas (p. ej. antecedentes de piroplasmosis, hipertensión, etc., (Figura 2)) debe conducir a la investigación renal.
Informar y educar a los propietarios, identificar los
factores de riesgo
La IRC es común en las poblaciones caninas. Por tanto, cada
propietario debe ser informado de la IRC, su prevención y su
detección, en especial cuando hay factores de riesgo. Debe
prestarse una atención específica en cualquier raza predispuesta
a desarrollar una nefropatía. Es importante convencer a los
propietarios de que puede existir disfunción renal en un perro
aparentemente sano. Se les debe animar a participar en el
seguimiento continuo del animal, a estar pendientes del avance
de la enfermedad y a permitir más pruebas complementarias.
Un propietario bien informado puede ser particularmente útil
Tabla 1. Lista de razas caninas afectadas
por nefropatías familiares
Enfermedad
Razas afectadas
Agénesis renal unilateral
Beagle
Amiloidosis
Shar Pei chino
Foxhound inglés
Cistoadenocarcinoma múltiple
Pastor alemán
Disfunción tubular
(glucosuria renal)
Elkhound noruego
Displasia renal
Alaska Malamute
Chow Chow
Golden Retriever
Schnauzer miniatura
Wheaten Terrier de pelo suave
Caniche estándar
Enfermedad glomerular
Rottweiler
Enfermedad renal poliquística
Bull Terrier
Cairn Terrier
West Highland White Terrier
Enteropatía y nefropatía
perdedora de proteínas
Wheaten Terrier de pelo suave
Fibrosis periglomerular
Elkhound noruego
Glomerulonefritis
Bouvier de Berna
Brittany Spaniel
Idiopática y con
intervención del
sistema
inmunitario
Infecciosa
Pielonefritis
Leptospirosis
Piroplasmosis
Amiloidosis
Complejo inmunitario
Glomerulonefropatía
Glomerulonefritis (sin
intervención del sistema
inmunitario)
Nefritis intersticial
Neoplásica
Tóxica/yatrógena
Linfoma renal
Anestesia
Aminoglucósidos
Antiinflamatorios no
esteroideos
Etilenglicol
Fármacos nefrotóxicos
Piómetra
Choque septicémico
Vascular
Choque
anafiláctico
Nefropatía autosómica dominante Bull Terrier
Lhasa Apso y Shih-Tzu
Síndrome de Fanconi
(disfunción tubular)
Basenji
Telangiectasias
Corgi galés
Trastorno de la membrana basal
Cocker Spaniel
(autosómico recesivo)
Doberman Pinscher
Samoyedo (ligado al sexo)
Traumática
Metabólica
© Novartis Santé Animale
Nefropatía progresiva
Infarto renal
Insuficiencia cardiaca
congestiva
Alérgica
Hipocorticalismo
suprarrenal
Hipercalcemia
Enfermedad metabólica
que provoca urolitiasis
Rotura de la vejiga
Traumatismo ureteral
Rotura de la uretra
Traumatismo renal
Choque septicémico
Traumatismo quirúrgico
Figura 2. Causas de la insuficiencia renal crónica adquirida.
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Diagnóstico precoz de la insuficiencia renal crónica en el perro
Evaluación regular del consumo de agua y/o la
diuresis, el apetito y el peso corporal
La poliuria y la polidipsia (pérdida de la capacidad de concentración) no son específicas de la IRC pero se considera que
constituyen los primeros signos clínicos. El volumen de la orina
es muy difícil de evaluar para el propietario. La evaluación
cuantitativa del volumen diario de orina mediante la hospitalización durante un día en una jaula metabólica (raramente
disponible en una clínica habitual) requiere el vaciado de la
vejiga al principio y al final del periodo. El volumen diario de
orina de un perro adulto es de unos 20 a 40 mL/kg (mayor en
los cachorros).
Medir el consumo de agua es mucho más fácil, en especial
cuando se puede controlar el acceso al agua. Debe aconsejarse
a los propietarios de perros con factores de riesgo concomitantes que evalúen la ingesta de agua de su mascota cada año.
Un consumo de agua superior a 100 mL/kg se considera anormal. La ingesta de agua varía de un día a otro y se ve afectada
por muchos factores como la actividad física, la temperatura
externa, el tipo de dieta, etc. Por tanto, el consumo de agua debe
medirse en tres o cuatro días consecutivos. Una estimación simple del consumo de agua es muy subjetiva; por el contrario, debe
recomendarse al propietario que pese el cuenco lleno de agua
y que lo vuelva a pesar 24 h después.
La anorexia parcial y la disminución del peso corporal, aunque
inespecíficas, son los síntomas más frecuentes en los perros
con IRC. La ingesta de alimentos puede evaluarse pesando la
cantidad de alimento que se ha dado y restando el peso de
cualquier alimento. Si se cambia la dieta, también puede cambiar la ingesta de alimentos, ya que la palatabilidad es diferente. La medición del peso corporal es menos subjetiva, pero
hay que pesar al animal con regularidad en ayunas y con el
mismo aparato.
Figura 3. La relación entre la concentración plasmática de creatinina y la
tasa de filtración glomerular (TFG) es curvilínea, lo cual significa en los
primeros estadios de la disfunción renal, la creatinina cambia muy poco
conforme disminuye la TFG. A la inversa, en los perros con una insuficiencia
renal de estadio final las enormes fluctuaciones de la creatinina plasmática
se corresponden con las variaciones muy limitadas de los valores de TFG.
Relación entre la concentración plasmática
de creatinina y la TFG
TFG (mL/kg/min)
3
Concentración plasmática de creatinina
La creatinina es un compuesto endógeno producido de manera
continua como consecuencia del metabolismo de la creatina
muscular. Es excretada tan sólo por los riñones y filtrada completamente por los glomérulos; experimenta una secreción tubular insignificante. La creatinina plasmática se considera el
mejor indicador plasmático indirecto de función renal, aunque
muchos factores pueden contribuir a que se interprete mal su
valor (3).
No deben infravalorarse los factores preanalíticos y analíticos
de variación. Las muestras sanguíneas deben obtenerse en ayunas (un ayuno nocturno de 12 horas es suficiente). Puesto que
en la mayoría de las dietas hay algo de creatinina, comer puede
provocar un aumento pospandrial de la concentración plasmática de creatinina, que puede sobrepasar el límite superior
del intervalo de referencia y dar un resultado falso positivo. En
los perros, el ejercicio no provoca cambios significativos en la
concentración plasmática de creatinina. Para el análisis de la creatinina, debe preferirse el método enzimático al método de Jaffé,
ya que la interferencia en este método se limita a la bilirrubina
(a concentraciones superiores a 50 ␮mol/L).
La concentración plasmática de creatinina suele interpretarse
en relación con la función renal, con el supuesto de que un aumento de la creatinina plasmática significa una disminución de
la función renal. Existe una relación curvilínea entre la concen-
Figura 4. Diferentes intervalos de referencia para la creatinina plasmática
en perros, publicados en manuales de veterinaria o proporcionados con el
analizador (Reflotron, Kodak, Vettest). Existen grandes discrepancias entre
los intervalos de referencia, que probablemente se deben a variaciones en la
muestra de referencia o la técnica analítica (4).
Intervalos de referencia para la creatinina plasmática
Creatinina plasmática (␮mol/L)
245 ␮mol/L
250
Gran cambio de la
TFG pero cambio
pequeño de la
creatinina plasmática
(IR temprana)
2
Evaluación indirecta de la función renal mediante
análisis plásmáticos y urinarios repetidos
En este artículo nos concentraremos en la detección de la IRC
sólo en los casos límite, es decir, en animales con signos clínicos
leves o inexistentes. Los marcadores más útiles de la función
renal para este propósito son la creatinina plasmática y la
gravedad específica de la orina o densidad urinaria.
1
(2.77 mg/dL)
225
Reflotron ≤ 159
200
Gran cambio
de la creatinina
plasmática pero
cambio pequeño
de la IRC
(IR avanzada)
(1.79 mg/dL)
175
Kodak 44-133
(0.49-1.5 mg/dL)
150
Vettest 27-106
125
(0.3-1.19 mg/dL)
100
75
50
25
20
40
60
80
Creatinina plasmática (mg/L)
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100
35 ␮mol/L
(0.39 mg/dL)
0
Diferentes intervalos de referencia
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Diagnóstico precoz de la insuficiencia renal crónica en el perro
tración plasmática de creatinina y la tasa de filtración glomerular (TFG) (Figura 3). Sin embargo, la concentración plasmática
de creatinina es una variable híbrida que depende de la producción, la distribución y la eliminación de la creatinina. Eso significa que la creatinina plasmática podría aumentar de alguna
manera en perros con una gran masa muscular o en animales
deshidratados. En los perros con deterioro renal, se reduce la
producción endógena de creatinina (2). Por consiguiente, no
existe una relación inversa entre el aumento de la concentración
plasmática y la IRC, ya que la producción de creatinina también
ha disminuido, posiblemente como consecuencia de la reducción de la masa muscular. La deshidratación puede reducir el
volumen de distribución de la creatinina, que corresponde al
total de agua del organismo. No obstante, la deshidratación se
produce en general sólo en los estadios avanzados de la IRC.
Suele compararse un único valor de creatinina plasmática determinado en un paciente en un momento dado con el límite
superior del intervalo de referencia de la población. Si el valor
es mayor, se considera anormal y, si es inferior, se considera normal. Por desgracia, estas normas de decisión no son apropiadas
al menos en algunos casos. Los intervalos de referencia publicados para los perros son bastante variados (Figura 4), lo cual
refleja en parte diferencias en las poblaciones muestreadas con
respecto a la distribución de la edad, la raza, etc. El intervalo de
referencia debe ser diferente, por ejemplo, según la edad o la
raza. Además, las concentraciones de creatinina plasmática son
más elevadas en los perros adultos que en los cachorros y son
mayores en las razas con una masa muscular grande. Por consiguiente, hay que ser cauto al interpretar una concentración
plasmática de creatinina sólo ligeramente por enzima del límite
superior del intervalo de referencia. Por el contrario, puede haber
disfunción renal cuando la concentración plasmática de creatinina se sitúa dentro del intervalo de referencia.
Sin embargo, las determinaciones aisladas de creatinina plasmática continúan siendo muy útiles y la International Renal
Interest Society ha propuesto recientemente una clasificación
de los estadios de la IRC en perros y gatos basada en esta variable (Tabla 2).
Un mejor enfoque del método de muestra única implica la comparación a lo largo del tiempo de mediciones sucesivas de la creatinina plasmática (por ejemplo, cada año) en el mismo animal.
Aquí es importante normalizar las condiciones para evitar los
factores de confusión en la interpretación. Por tanto, el perro
debe estar en ayunas, el método de análisis debe ser el mismo y
las condiciones corporales del animal no tienen que haber cambiado. Pueden congelarse alícuotas de plasma (la creatinina plasmática es muy estable a -20 ºC) y volver a analizar la creatinina
al mismo tiempo de la siguiente muestra. Una consideración importante en este punto es la «diferencia crítica», que es la diferencia mínima entre dos valores consecutivos que puede
interpretarse como un cambio biológicamente significativo de
la función renal. En los perros sanos, se demostró que ésta era
de 35 ␮mol/L (es decir, 0,4 mg/dL).
Al controlar la concentración plasmática de creatinina a lo
largo del tiempo, cualquier cambio claro súbito en la concen-
Tabla 2.
Clasificación de la IRIS*de la nefropatía y la insuficiencia renal
Estadios de la nefropatía y la
insuficiencia renal canina
I
II
III
Concentración plasmática de creatinina
(␮mol/L)
< 125 125 a 180
(mg/dL)
< 1,4 1,4 a 2,0
IV
181 a 440 > 440
2,1 a 5,0 > 5,0
* IRIS: International Renal Interest Society
2º ensayo (mg/dL)
2.4
2
1.6
1.2
0.8
0.4
0.4
0.8
1.2
1.6
2
1r ensayo (mg/dL)
Figura 5. Valor atípico en la concentración plasmática de creatinina debido a
errores analíticos. Las mismas muestras de plasma se analizaron dos veces al mismo
tiempo en el mismo laboratorio en este estudio ciego: se utilizaron 113 muestras
distintas de perros sanos. La capacidad de repetición del análisis fue bastante buena
para la mayoría de las muestras, pero los valores difirieron notablemente para una
muestra: 0,7 (62 ␮mol/L) frente a 2,1 mg/dL (186 ␮mol/L). Esta observación
confirma la necesidad de revisar el valor de la creatinina plasmática cuando se
observa un aumento o una disminución bruscos sin cambios concomitantes en el
estado del paciente.
tración plasmática de creatinina que no esté asociado con un
cambio correspondiente en el estado del paciente debe confirmarse mediante la repetición del análisis o una nueva extracción de muestras del perro, ya que un error analítico puede
ser responsable (Figura 5).
Gravedad específica de la orina
La gravedad específica de la orina es el cociente entre el peso de
un volumen de orina y el peso del mismo volumen de agua pura
a la misma temperatura (5). En la Tabla 3 se muestran algunos
términos utilizados para describir diferentes valores de la
gravedad específica de la orina. La gravedad específica de la orina
se calcula mediante un refractómetro. Pueden producirse cambios en la gravedad específica de la orina al principio del curso
de la insuficiencia renal. No obstante, la gravedad específica de
la orina es muy variable en los perros sanos, según el estado de
hidratación y la dieta. También varía de un día a otro y de una
muestra a otra. Cuando el perro está hidratado de manera normal, la gravedad específica de la orina oscila generalmente entre
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Tabla 3. Términos de la concentración de la orina
Tabla 4. Pruebas de privación del agua
❍ Hipostenuria
Método
Descripción
Privación
brusca
Condiciones
Orina más diluida que el filtrado glomerular
Densidad urinaria <1,008
❍ Isostenuria
Concentración de la orina similar al filtrado glomerular
Densidad urinaria 1,008 a 1,012
❍ Hiperestenuria
Orina más concentrada que el filtrado glomerular
Densidad urinaria >1,012
1,015 y 1,045, pero puede situarse entre 1,001 a >1,075. Si la
gravedad específica de la orina es superior a 1,030, el perro está
reabsorbiendo activamente el agua de los túbulos renales y los
túbulos colectores. Si la gravedad específica de la orina es inferior a 1,008, el animal está reabsorbiendo activamente los solutos del líquido tubular. En ambos casos, la función renal es
probablemente adecuada. Al determinarse la gravedad específica de la orina, debe evaluarse el estado de hidratación del animal: una gravedad específica de la orina impropiamente baja
(<1,030) en un perro deshidratado sugiere una disfunción renal
primaria o alguna otra causa de mala capacidad de concentración. No obstante, es concebible que un perro deshidratado
con disfunción renal subclínica pueda presentar una gravedad
específica de la orina superior a 1,030. Debido a la variabilidad
de la gravedad específica de la orina, una muestra aislada con
una gravedad específica de la orina sospechosa no indica necesariamente poliuria, pero valores de gravedad específica de la
orina que persisten entre 1,008 y 1,029 merecen investigación.
Un hallazgo concurrente de azotemia hace más probable, pero
no segura, una nefropatía.
Otras variables
La concentración plasmática de urea (o «nitrógeno ureico en
sangre» [BUN]) también es útil para diagnosticar una IRC clínica
y algunos especialistas sostienen que muestra una mejor relación
con los signos clínicos que la concentración plasmática de creatinina. Sin embargo, la creatinina plasmática refleja probablemente mejor la disminución de la tasa de filtración glomerular
que la urea plasmática, debido a múltiples factores extrarrenales
que pueden influir en la urea plasmática, como el efecto de la
ingesta de alimentos, el metabolismo hepático, la inanición, la
deshidratación, etc. Por consiguiente, debe preferirse la creatinina plasmática para detectar la disfunción renal en sus primeras
etapas y para controlar la función renal en los casos subclínicos.
En la insuficiencia renal avanzada se observan trastornos
electrolíticos (hiperfosfatemia, hipopotasemia, hipocalcemia), que no aparecen, sin embargo, en los estadios subclínicos más tempranos.
Puede aparecer proteinuria en cualquier estadio de la IRC,
según la etiología. Si se detecta proteinuria, son necesarias
más pruebas analíticas para identificar la causa. No obstante,
la proteinuria es muy leve en muchos pacientes con IRC. La
microalbuminuria se trata en otro capítulo.
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Privación
gradual
del agua
Es preferible en ayunas y el perro
debe estar normalmente hidratado
Procedimiento 1- Evaluación de la hidratación, vaciado
de la vejiga urinaria, evaluación de la
gravedad específica de la orina, registro
del peso corporal
2- Retirada del agua
3- Evaluación del peso corporal, la
hidratación y los intervalos de la
gravedad específica de la orina (inicio
4 horas después de retirar el agua)
Interpretación La prueba termina cuando:
- la gravedad específica de la orina es
superior a 1,040 (lo cual descarta una
IRC y la diabetes insípida; la polidipsia
psicógena es probable)
- o la pérdida de peso supera el 5 %
(si la gravedad específica de la orina
es <1,030, la IRC, la diabetes insípida
parcial o el lavado medular renal son
posibles)
Si la gravedad específica de la orina se
encuentra entre 1,030 y 1,040, la prueba
no es concluyente. Realice la prueba de
privación gradual del agua.
Condiciones
Cuando la prueba brusca no es
concluyente.
Procedimiento Se da agua en cantidades cada vez
menores durante 3 días. Por ejemplo,
un 75 %, luego un 50 % y luego un
25 % de la medida de agua tomada a
voluntad durante los 3 días anteriores
al cese total de la ingesta. Entonces
debe controlarse al animal de la misma
manera que en la prueba anterior.
Interpretación La misma que para la prueba de privación
brusca del agua.
Prueba de la capacidad de concentración de la orina
La capacidad de concentración de la orina está deteriorada en
la IRC, pero otros factores pueden afectar también a la gravedad
específica de la orina, como el tratamiento con diuréticos o glucocorticoides, la diabetes insípida, la glucosuria o alteraciones
electrolíticas importantes. En un perro con poliuria o polidipsia
sin una causa identificable puede evaluar la capacidad de concentración de la orina mediante una prueba de privación de
agua, que no debe utilizarse en animales deshidratados o
azotémicos porque puede ser arriesgada y, en especial, porque,
en un paciente con deshidratación la gravedad específica de la
orina baja, ya confirma la insuficiencia del riñón para concentrar la orina.La prueba puede realizarse bajo dos diferentes enfoques (Tabla 4) (6). No obstante, no se ha documentado la
sensibilidad de esta prueba para detectar precozmente la IRC.
Medición directa de la tasa de filtración glomerular (TFG)
En la actualidad la TFG se considera el mejor indicador directo
de la función renal. Se han propuesto y validado muchos métodos durante los últimos 30 años, todos ellos basados en el cálculo del aclaramiento urinario o plasmático de un marcador
adecuado.
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Aclaramiento urinario
❍ cantidad filtrada = TFG x P
❍ cantidad excretada en la orina = U x V
U, V
Plasma
Si el indicador no se excreta ni se
reabsorbe:
cantidad filtrada = cantidad excretada
TFG
P
❍ IRC = U x V/P
P = concentración plasmática
U = concentración de la orina
V = volumen de orina por unidad de tiempo
Figure 6. Principio del aclaramiento urinario.
Concentración
plasmática
Plasma
TFG
El aclaramiento plasmático se determina mediante:
Cl = dX/dt
P
P
P = concentración plasmática
El aclaramiento (Cl) refleja la cantidad de la sustancia (X)
eliminada por unidad de tiempo (t) en relación con la
concentración plasmática (P): Cl = dX/dt
P
Área bajo la curva (ABC)
Tiempo
Figura 7. Principio del aclaramiento plasmático.
Aclaramiento urinario frente a plasmático y limitaciones
El aclaramiento de la inulina urinaria es considerado en general
el método de referencia para determinar la IRC. El principio implicado se ilustra en la Figura 6. El cálculo es sencillo y se necesita determinar tan sólo tres variables: las concentraciones
urinarias y plasmáticas del marcador, y el volumen de la orina a
lo largo de un periodo determinado de tiempo. Aunque las pruebas de aclaramiento urinario son valiosas en la investigación, no
son viables en la práctica veterinaria ya que llevan mucho tiempo,
son tediosas y requieren la obtención precisa de muestras de
orina a intervalos regulares con el riesgo de infección urinaria
debido a la cateterización uretral repetida. La obtención de
muestras de orina de veinticuatro horas en una jaula metabólica
es posible pero requiere el enjuagado repetido de la jaula para
maximizar la recuperación del marcador y evitar la consiguiente
infravaloración del aclaramiento.
Por estos motivos, se han propuesto las pruebas de aclaramiento
plasmático, y en especial las pruebas inyección en bolo único
como una alternativa para medir la IRC, utilizando marcadores
adecuados para los cuales el aclaramiento extrarrenal es despreciable (Figuras 7 y 8). En este caso, el marcador se inyecta mediante bolus i.v. y la IRC se determina a partir del aclaramiento
plasmático. La principal ventaja es que sólo se necesitan muestras de sangre. Los marcadores utilizados son productos de ra-
Plasma
Si los riñones no
metabolizan el marcador
y lo depuran por
completo, éste
desaparece del plasma a
la misma velocidad a la
que aparece en la orina.
❍ TFG = aclaramiento
plasmático
❍ TFG= dosis / Área
bajo la curva
Orina
Figura 8. Medición de la TFG.
diocontraste (como el iohexol y el iotalamato), la inulina, diferentes radiomarcadores y creatinina. Estas pruebas tienen también algunas limitaciones. Por ejemplo, los nucleótidos
radiomarcados no pueden utilizarse en la práctica habitual debido a aspectos reguladores y de toxicidad. El análisis de la ma2005
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yoría de los marcadores es difícil, caro o simplemente no
disponible. El volumen de plasma también puede ser excesivo
para los perros pequeños, ya que se necesitan de 3 a 4 mL de
plasma (unos 8 mL de sangre) por muestra para el análisis del
iohexol mediante fluorescencia de rayos x. Por último, el cálculo
del aclaramiento plasmático, que es el cociente entre la dosis y
el área bajo la curva de la concentración plasmática (ABC) frente
al perfil temporal requiere cálculos complejos (modelación de
los datos utilizando ecuaciones exponenciales, por ejemplo), que
disuaden al facultativo de utilizarlos.
Prueba de aclaramiento de creatinina plasmática exógena
Recientemente se ha desarrollado una prueba de aclaramiento
de creatinina plasmática exógena en los perros y se ha validado
por comparación con los métodos de evaluación de la tasa de
filtración glomerular establecidos (aclaramiento de la inulina
urinaria, aclaramiento de la creatinina endógena, aclaramiento
del iotalamato plasmático) (Figura 9). Los aclaramientos de
creatinina plasmática y urinaria reflejan la tasa de filtración
glomerular en perros. La disfunción renal subclínica pudo
detectarse mediante esta prueba en los perros (2). La principal
ventaja de prueba de aclaramiento de creatinina plasmática exógena sobre la medición de la concentración plasmática basal de
creatinina sola es que proporciona una estimación directa de la
tasa de filtración glomerular, con independencia del volumen
de distribución y la producción endógena de creatinina. Las principales indicaciones de la prueba de aclaramiento de creatinina
plasmática exógena se muestran en la Tabla 5. En la Figura 10
El aclaramiento de creatinina exógena del plasma
es comparable al de la inulina de la orina
ML/kg/min
5
4
P-inulina
U-exo 160
U-endo
P-iotal
U-exo 80
P-exo 40
P-exo 80
U-inulina
1
U-exo 40
2
P-exo 160
3
0
Valores de aclaramiento medio
Figure 9. En este gráfico se muestran los valores medios de aclaramiento obtenidos en 6
perros sanos para el aclaramiento plasmático (P) y urinario (U) de la inulina y la
creatinina exógena (exo) administradas en 3 dosis diferentes (40, 80 y 160 mg/kg), así
como el aclaramiento del iotalamato plasmático (P-iothal). Se observó una clara
diferencia en el aclaramiento plasmático y urinario de la inulina (el método de
referencia). Eso es debido a que la inulina también es depurada por vías extrarrenales.
Los aclarimientos de creatinina exógena del plasma proporcionan una estimación
adecuada de la TFG, cualquiera que sea la dosis administrada (2). Los datos
individuales de cada medición de TFG se exponen en el artículo original (2).
12
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Tabla 5. Indicaciones de la prueba de aclaramiento
de creatinina plasmática exógena
La prueba debe realizarse en las situaciones siguientes:
❍ Cuando los signos clínicos y las alteraciones bioquímicas
del plasma y la orina no confirman claramente una IRC en un
paciente: por ejemplo, un perro de 11 años con una
concentración plasmática de creatinina de 1.8 mg/dL y una
densidad urinaria de 1,025 (véase el ejemplo de la Figura 10)
❍ Cuando los factores de riesgo existentes de disfunción renal
(p. ej. nefropatía familiar) pueden predisponer a un paciente
aparentemente sano a desarrollar una IRC
❍ Cuando se recomienda un ajuste de la dosis farmacológica
en pacientes con deterioro renal (para fármacos esencialmente
depurados por los riñones y con un índice terapéutico bajo)
❍ Cuando la tasa de filtración glomerular sea un factor
principal en un ensayo clínico para la evaluación de la eficacia
de un nuevo fármaco o dieta para el tratamiento de la IRC
se ilustra un ejemplo del uso de la prueba de aclaramiento de
creatinina plasmática exógena.
Los pasos de la prueba de aclaramiento de creatinina plasmática
exógena son (en la Guía para recortar y guardar de las páginas
38-39 encontrará más detalles):
➧ Determinación de la concentración de creatinina
plasmática basal justo antes de la realización de la prueba
y en ayunas
➧ Administración intravenosa en bolo de una cantidad
conocida de creatinina
➧ Determinación de las concentraciones plasmáticas de
creatinina
➧ Cálculo del aclaramiento plasmático
La prueba de aclaramiento de creatinina plasmática
exógena ofrece varias ventajas:
➧ Puede realizarse en una consulta veterinaria habitual
porque el método es simple y sencillo (bolo i.v. y
extracción de muestras de sangre), y el tiempo real
dedicado a la extracción de muestras de sangre y la
inyección es reducido
➧ Sólo se necesitan muestras de sangre de 1 mL , lo cual
permite la extracción repetida de muestras de sangre en
los perros miniatura o los cachorros y la manipulación
limitada del animal
➧ La creatinina es inocua: se han observado concentraciones
plasmáticas de hasta 8,000 ␮mol/L(90 mg/dL) tras un bolo
i.v. de grandes dosis sin efectos adversos en perros con IRC
➧ No es necesario ningún laboratorio externo, ya que el
análisis de la creatinina puede llevarse a cabo
rápidamente con los analizadores bioquímicos
veterinarios habituales
➧ Los resultados están disponibles inmediatamente después
de la realización de la prueba
➧ La determinación del aclaramiento de la creatinina no
requiere cálculos complejos (para más detalles, véase la
Guía para recortar y guardar, página 38)
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Creatinina plasmática (␮mol/L)
Diagnóstico precoz de la insuficiencia renal crónica en el perro
1500
Ejemplo del uso de la prueba de aclaramiento de creatinina
plasmática exógena para la detección precoz
de disfunción renal en un perro
1250
Paciente
Control 1
1000
Control 2
Control 3
750
Control 4
500
250
0
Tiempo (min)
0
120
240
480
360
Figura 10. Se realizaron pruebas a un Boxer macho de 11 años por sospechas de IRC. El perro estaba recibiendo tratamiento por epilepsia e insuficiencia
cardiaca crónica. Cinco meses antes de la prueba, se había recuperado bien de un episodio de insuficiencia renal aguda tras fluidoterapia. No había signos de
IRC en el momento de la prueba. El examen del plasma reveló una azotemia leve (creatinina plasmática 160 ␮mol/L [1,8 mg/dL]], límite superior del intervalo
de referencia 130 ␮mol/L [1,46 mg/dL]) y una densidad urinaria de 1,025. El perro era proteinúrico (cociente entre la proteína urinaria y la creatinina en
orina 3). Se realizo una prueba de aclaramiento de creatinina plasmática exógena y en el gráfico se muestra la concentración plasmática de creatinina frente al
perfil temporal. El valor estimado de la TFG fue 0,9 mL/kg/min, inferior al valor discriminatorio sugerido de 1,5 mL/kg/min. Para evaluar mejor este resultado,
la TFG se examinó de manera similar en 4 perros Boxer adultos sanos (controles 1 a 4), para los cuales el intervalo de TFG fue 2,2-2,4 mL/kg/min (véase
gráfico). La TFG del paciente era el 37 % de la media de los controles. Una investigación ulterior para identificar la causa de la disfunción renal llevó al
diagnóstico de leishmaniasis.
➧ La prueba de aclaramiento de creatinina plasmática
exógena no es cara
Esta prueba tiene algunas limitaciones de uso:
➧ No hay ninguna disolución de creatinina comercializada
lista para su uso, aunque en la actualidad se está
desarrollando una formulación especial para uso
veterinario
➧ La última muestra de sangre debe extraerse al menos
6 horas después de la administración de la creatinina. Por
tanto, el perro deberá ser hospitalizado durante el día
➧ No se dispone todavía de intervalos de referencia para ningún
método de evaluación de la tasa de filtración glomerular. Se
ha propuesto un valor discriminatorio de 1,5 mL/kg/min,
pero puede modificarse después de otros estudios
Conclusión
La IRC representa un importante problema de salud en la
medicina de pequeños animales. El desafío es la detección precoz, que en la actualidad es difícil porque los signos clínicos
no son aparentes en los primeros estadios. Sin embargo, se
dispone de algunos pasos útiles, como asegurarse de que los
propietarios estén bien informados y de que los pacientes se
someten a exploraciones regulares de detección selectiva; estas
últimas consisten en el control permanente de la gravedad específica de la orina y las concentraciones plasmáticas de creatinina y la evaluación de la tasa de filtración glomerular cuando
sea necesario. La esperanza es que el diagnóstico precoz
facilite el tratamiento nutricional y médico de los perros
afectados, con el objetivo de mejorar no sólo la calidad, sino
también la esperanza, de vida. ◆
BIBLIOGRAFÍA
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renal failure. In: Ettinger SJ, Feldman EC, eds. Textbook
of Veterinary Internal Medicine, 5th ed. Philadelphia,
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de la créatininémie du chien: une des difficultés de
l’interprétation. Revue de Médecine Véterinaire 1998,
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Tratamiento nutricional de
la enfermedad renal crónica
Denise A. Elliott, BVSc (Hons), PhD, Dipl ACVIM, Dipl ACVN
Directora de Comunicaciones Científicas de Royal Canin USA, Inc.
Denise A. Elliott se licenció con honores en la Universidad de Melbourne en Ciencias Veterinarias en 1991.
Tras finalizar un periodo de internado en medicina y cirugía de pequeños animales en la Universidad de
Pensilvania, Denise se trasladó a la Universidad de California-Davis, donde completó una residencia en
medicina de pequeños animales, una estancia posdoctoral becada en medicina renal y hemodiálisis y una
residencia en nutrición clínica de pequeños animales. Denise se diplomó por el American College of Veterinary Internal Medicine
en 1996 y por el American College of Veterinary Nutrition en 2001. Se doctoró en Nutrición en la Universidad de CaliforniaDavis en 2001 por su trabajo sobre el Análisis de la impedancia bioeléctrica de frecuencias múltiples en gatos y perros sanos. En
la actualidad, Denise es directora de Comunicaciones Científicas de Royal Canin USA, Inc.
PUNTOS CLAVE
➧ Se ha demostrado que alimentar con una dieta
renal a gatos con insuficiencia renal crónica duplicará
su esperanza de vida. En perros, la media de
supervivencia puede triplicarse
➧ El tratamiento alimentario sólo mejora con eficacia
los signos clínicos de uremia si se administra
de una manera adecuada
➧ El objetivo de restringir las proteínas de la dieta es
reducir el BUN en la mayor medida posible a la vez
que se evita la desnutrición proteica
➧ Hay que proporcionar energía suficiente para impedir
el catabolismo de las proteínas endógenas, que
provocará desnutrición y exacerbación de la azotemia
➧ Se ha demostrado que la restricción del fósforo de la
dieta retrasa el avance de la insuficiencia renal en
perros y gatos y uno de los objetivos del tratamiento
es normalizar la concentración sérica de fosfato
➧ Quizá sea necesario añadir complementos de agentes
alcalinizantes adicionales como el bicarbonato sódico,
el carbonato cálcico o el citrato potásico
➧ Un aporte elevado de ácidos grasos omega 3 (EPA/DHA)
ayuda a limitar la disminución de la tasa de filtración
glomerular
L
a insuficiencia renal crónica (IRC) es consecuencia
de la pérdida irreversible de las capacidades
metabólica, endocrina y excretora del riñón. Es un problema clínico común que se produce en el 2 al 5 % de
los perros y los gatos (1). Aunque suele considerarse
una enfermedad de los gatos y los perros de edad avan14
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% población
con IRC
30
Gatos
25
Perros
20
15
10
5
0
<1
1a2
2a4
4a7
7 a 10
10 a 15
>15
Edad (años)
Figura 1. Prevalencia de la IRC en perros y gatos como una función de
la edad (2).
zada, la insuficiencia renal crónica puede producirse a
cualquier edad (Figura 1) y se considera una causa principal de muerte en los pacientes más viejos. En la encuesta de 1997 sobre la salud animal de la Morris
Animal Foundation realizada a 2.003 propietarios de
animales de compañía se identificó la nefropatía como
la tercera causa principal de muerte en perros y la segunda causa de muerte en gatos. El comienzo de la insuficiencia renal tiende a ser insidioso, ya que, en
general, la función renal disminuye durante un periodo
de meses a años. El síndrome urémico se manifiesta
cuando la masa renal residual es, por norma general,
inferior al 75 % de la normal y los cambios compensatorios no consiguen satisfacer las necesidades
metabólicas y excretoras del organismo para alcanzar
la homeóstasis.
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Tratamiento nutricional de la enfermedad renal crónica
La nutrición en la insuficiencia renal crónica
El tratamiento nutricional ha seguido siendo la piedra angular del control de la insuficiencia renal crónica durante
décadas.
Los objetivos de la modificación de la dieta son:
➧ Satisfacer las necesidades nutritivas y energéticas del
paciente
➧ Aliviar los signos clínicos y las consecuencias de la
intoxicación urémica
➧ Minimizar las alteraciones del equilibrio
hidroelectrolítico y acidobásico, así como de las
vitaminas y los minerales
➧ Ralentizar el progreso de la insuficiencia renal
Las recomendaciones relativas al tratamiento alimentario y
otros componentes del tratamiento médico conservador
deben individualizarse a las necesidades de cada paciente,
en función de los resultados clínicos y analíticos. La insuficiencia renal crónica es progresiva y dinámica y, por tanto,
la evaluación clínica y analítica sucesiva del paciente y la
modificación del tratamiento en respuesta a los cambios experimentados por su estado son esenciales para un
tratamiento satisfactorio.
Energía
Hay que proporcionar energía suficiente para impedir el catabolismo de las proteínas endógenas, que provocará desnutrición y la exacerbación de la azotemia. Los perros deben
ingerir de 125 a 132 kcal/(kg de peso corporal)0,75 al día y
los gatos necesitan de 50 a 60 kcal/kg/día. El consumo energético debe individualizarse a las necesidades del paciente,
en función de las determinaciones sucesivas del peso corporal y de la valoración de la condición corporal. Los carbohidratos y las grasas constituyen las fuentes de energía no
proteica de la dieta. Las grasas proporcionan alrededor del
doble de energía por gramo que los carbohidratos. Por tanto,
las grasas aumentan la densidad energética de la dieta, lo
cual permite al paciente obtener sus necesidades nutricionales de un menor volumen de alimento. Un menor volumen de alimento minimiza la distensión gástrica, lo cual
reduce la probabilidad de náuseas y vómitos.
Proteínas
La azotemia y la uremia se deben a la acumulación de
metabolitos proteicos derivados del exceso de proteínas de
la dieta y de la degradación de las proteínas endógenas. Un
consumo elevado de proteínas exacerba la azotemia y la morbilidad de la insuficiencia renal crónica (3), mientras que la
desnutrición proteica está estrechamente relacionada con la
morbimortalidad.
La justificación para formular una dieta que contenga una
cantidad reducida de proteínas de alta calidad y de calorías
no proteicas adecuadas se basa en la premisa de que la restricción controlada de las proteínas no esenciales provoca
una disminución de la formación de productos de desecho
nitrogenados con la consiguiente mejora o eliminación de
los signos clínicos, aunque la función renal permanezca esencialmente igual. De hecho, se ha demostrado que modificar
Tabla 1. Causas no renales del aumento de las
concentraciones plasmáticas de creatinina y urea
Aumento de la concentración sanguínea de urea debido a:
❍ Ingestión reciente de proteínas
❍ Digestión de sangre
(por ejemplo, secundaria a una hemorragia gastrointestinal)
❍ Inanición/caquexia
❍ Fiebre
❍ Administración de glucocorticoides o tetraciclina
Aumento de la concentración sanguínea de creatinina debido a:
❍ Ingestión reciente de carne cocinada*
❍ Sujeto bien musculado
❍ Problema en las pruebas analíticas (valores elevados falsos
con la reacción de Jaffé [método de picrato alcalino] cuando
están aumentados los cromógenos distantes de la creatinina,
como la acetona, la glucosa y las cefalosporinas)
* La carne cruda de ternera contiene de 3,5 a 5 mg/g de creatina
y de 0,2 a 0,4 mg/g de creatinina
las proteínas tomadas en la dieta puede reducir el nitrógeno
ureico sanguíneo (BUN) y proporcionar ventajas clínicas a
los perros y los gatos con insuficiencia renal crónica (3-6).
Aunque se ha demostrado claramente que la moderación
proteica mejora el estado clínico del paciente urémico, es
menos evidente el efecto que tiene la moderación proteica
en el avance de la nefropatía.
El objetivo de la restricción de las proteínas de la dieta es reducir lo más posible el BUN evitando a la vez la desnutrición proteica. Aunque el BUN no consituye una toxina
urémica principal, se considera un índice de todos los productos de desecho nitrogenados; por consiguiente, se supone
que los tratamientos diseñados para reducir la concentración
ureica reducen otras toxinas urémicas y suelen estar correlacionados con la mejoría clínica (3-6). La concentración de
BUN puede estar influida por el consumo de proteínas de
la dieta, la deshidratación, el catabolismo, la hemorragia gastrointestinal, la septicemia, la administración de fármacos
(glucocorticoides, tetraciclinas). La mayoría de animales
domésticos tiene signos clínicos mínimos cuando el BUN
(Tabla 1) es inferior a 60 mg/dL.
Se desconocen las necesidades proteicas mínimas procedentes del alimento para los animales domésticos con insuficiencia renal crónica, pero se supone que son similares a
las necesidades proteicas mínimas de los gatos y los perros
normales. Sin embargo, este grado de restricción es necesario sólo en los animales con insuficiencia renal profunda,
y pueden administrarse dietas más liberales a los animales
domésticos con una mayor función renal. Todos los pacientes con síntomas de insuficiencia renal crónica deben
beneficiarse de una dieta con un contenido proteico reducido. Las proteínas de la dieta deben ajustarse para minimizar los excesos en la azotemia y, a la vez, evitar la
restricción excesiva de las proteínas de la dieta debido al
riesgo de desnutrición proteica. Si se observan pruebas de
desnutrición proteica (hipoalbuminemia, anemia, pérdida
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de peso o pérdida de masa de tejido corporal), deben aumentarse de manera gradual las proteínas de la dieta hasta
que se corrijan estas anomalías. Deben utilizarse fuentes de
proteínas de alta calidad en la formulación de dietas con
contenido proteico reducido para minimizar los riesgos de
carencia de aminoácidos esenciales.
Vitaminas, minerales y electrólitos
Al principio de la nefropatía se producen retención de fosfatos e hiperfosfatemia, que representan un papel importante en la génesis y el progreso del hiperparatiroidismo
secundario a la insuficiencia renal, la osteodistrofia renal, la
carencia relativa o absoluta de 1,25-dihidroxivitamina D y
la calcificación de los tejidos blandos. Reduciendo al mínimo la hiperfosfatemia, pueden evitarse el hiperparatiroidismo secundario y sus secuelas. Además, se ha
demostrado que la restricción del fósforo de la dieta disminuye el avance de la insuficiencia renal en perros y gatos. En
un estudio realizado en perros con la función renal reducida
quirúrgicamente, los perros alimentados con una dieta baja
en fósforo (0,44 % MS) presentaban un 75 % de superFigura 2. La limitación del fósforo aumenta la esperanza de vida.
%
de supervivencia
En el gato con IRC
1.9 g P/400 kcal (n=21)
0.4 g P/400 kcal (n=29)
Días
Tras 1.000 días (2,7 años), el 40 % de los gatos que recibieron una dieta
con bajo contenido en fósforo continuaban vivos (Elliott, 2000).
de %
supervivencia
En el perro con IRC
1.44% fósforo
al 1,44 %/materia seca (n=12)
0.44% fósforo
al 0,44 %/materia seca (n=12)
Tiempo
(meses)
(Fuente: Finco, 1992)
16
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vivencia frente al 33 % de supervivencia de los perros alimentados con una dieta rica en fósforo (1,44 % MS) (7)
(Figura 2). La función renal también se deterioraba con
mayor rapidez en este último grupo. El equipo de Ross publicó la ausencia o escasez de cambios histológicos en gatos
con una masa renal reducida que habían sido alimentados
con una dieta baja en fósforo (0,24 % MS), en comparación
con los gatos alimentados con una dieta con contenido normal de fósforo (1,56 % MS), que presentaban mineralización, fibrosis e infiltración de células mononucleares (8).
No se entiende del todo el mecanismo por medio del cual
la restricción de fosfatos ralentiza el avance de la nefropatía.
Puede estar relacionado con la disminución de la retención
de fosfato, la reducción de la mineralización de los tejidos
blandos o la prevención del hipertiroidismo secundario. El
objetivo del tratamiento es normalizar la concentración de
fosfato sérico, lo cual puede alcanzarse limitando el consumo de fosfatos de la dieta. Si la normofosfatemia no se
logra en las 2-4 semanas de aplicación de la restricción del
fosfato de la dieta, deben añadirse quelantes del fósforo intestinal al plan terapéutico. Estos agentes deben administrarse con la dieta. La normalización de las concentraciones
de fosfato sérico mediante estos métodos se ha asociado con
una reducción de las concentraciones séricas de hormona
paratiroidea en gatos con nefropatía de origen natural (9).
De hecho, las concentraciones de hormona paratiroidea
pueden incluso regresar al intervalo normal (9).
La hipertensión es habitual en los perros y los gatos con IRC
(10-12). Además, se ha involucrado la hipertensión como
un factor que contribuye al avance de la insuficiencia renal.
El equipo de Jacob publicó que los perros con enfermedad
renal crónica de origen natural y una presión arterial sistólica
superior a 180 mmHg tenían más probabilidades de desarrollar una crisis urémica y morir que los perros con una presión arterial sistólica normal. Además, el riesgo de desarrollar
una crisis urémica aumentaba de manera significativa a medida que lo hacía la presión arterial sistólica.
Se ha recomendado la restricción de sodio para mitigar la
hipertensión asociada con la incapacidad de los riñones
para excretar sodio. Recientemente se ha sugerido, aunque
todavía no se ha publicado, que la administración de más
de 1,5 g de Na/1.000 kcal podría promover el avance de la
nefropatía felina en los primeros estadios de la enfermedad
(13). Sin embargo, la alteración del consumo de sodio de
0,5 a 3,25 g Na/1.000 kcal no influyó en el desarrollo de
la hipertensión ni afectó a la velocidad de filtración
glomerular en perros con una reducción renal provocada
quirúrgicamente (14, 15). Además, en un estudio reciente
realizado en gatos con una nefropatía moderada provocada
quirúrgicamente, no se pudo demostrar ningún efecto adverso de la administración de 2 g Na/1.000 kcal (16). Burankarl y sus colaboradores también sugirieron que la
restricción de NaCl (0,5 g Na/1.000 kcal) podía activar los
ejes neurohumorales que contribuyen a la progresión de la
nefropatía y exacerban la pérdida del potasio renal. En un
estudio de las variables de la dieta y el estilo de vida de los
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Tratamiento nutricional de la enfermedad renal crónica
gatos con insuficiencia renal crónica de origen natural se
sugirió una asociación entre el aumento del consumo de
sodio en la dieta y la disminución del riesgo de enfermedad
renal crónica (17).
En resumen, no se han definido todavía con claridad las
concentraciones séricas de sodio alimentario ideales para
perros y gatos con insuficiencia renal crónica. Las recomendaciones actuales son dietas con un contenido en sodio normal o levemente restringido. La capacidad de ajustar
rápidamente la excreción de sodio en respuesta a los cambios en la ingesta se deteriora gravemente a medida que progresa la insuficiencia renal. Si el consumo de sodio se reduce
con rapidez, pueden producirse deshidratación y contracción del volumen con posibilidad de crisis renal consiguiente. Por tanto, se recomienda un cambio gradual de la dieta
previa del animal a una dieta con un bajo contenido en sal.
Se ha identificado carencia de potasio en gatos con nefropatía crónica. El mecanismo no está claro y abarca una
pérdida excesiva de potasio urinario, un consumo inadecuado de potasio de la dieta y dietas acidificantes (18, 19).
La hipopotasemia provoca debilidad muscular generalizada
y dolor, que puede manifestarse como ventroflexión cervical y marcha rígida, forzada. La hipopotasemia también deteriora la síntesis de proteínas, promueve la pérdida de peso,
un pelaje escaso y contribuye a la poliuria al reducir la capacidad de respuesta del riñón a la ADH. De hecho, la
hipopotasemia crónica puede deteriorar la función renal al
inducir una disminución funcional reversible de la TFG,
además de favorecer la lesión renal mediante el aumento de
la amoniogénesis. Sin embargo, no todos los gatos son
hipopotasémicos. En un estudio se observó que el 13 % de
116 gatos con insuficiencia renal crónica eran hipopotasémicos, destacando así la necesidad de controlar el nivel de potasio y de ajustar la ingesta con gluconato potásico oral de
manera individualizada (19).
Las vitaminas hidrosolubles son excretadas en la orina y
puede aparecer carencia debido a la poliuria asociada con
la insuficiencia renal crónica. Esas pérdidas pueden contribuir a la anorexia y la restitución de las pérdidas puede
ser beneficiosa para corregir y prevenir esta última. No es
necesario administrar dietas complementarias renales comercializadas que contienen cantidades adicionales de vitaminas hidrosolubles ni se precisan otros complementos.
Equilibrio acidobásico
Los riñones excretan ácidos no volátiles derivados del metabolismo (sulfatos, iones de hidrógeno) y son fundamentales para el mantenimiento del equilibrio acidobásico. A
medida que disminuye la función renal, se reduce también
la capacidad de excretar iones hidrógeno y reabsorber iones
bicarbonato y aparece la acidosis metabólica. Esta última
aumenta la amoniogénesis renal que activa el complemento,
contribuyendo al progreso de la insuficiencia renal. Además,
la acidosis metabólica incrementa el catabolismo y
degradación de las proteínas del músculo esquelético, altera
el metabolismo intracelular, favorece la disolución del mi-
neral óseo exacerbando la azotemia, la pérdida de masa corporal magra y la osteodistrofia renal. La restricción de proteínas de la dieta provoca el consumo de cantidades
reducidas de precursores ácidos derivados de las proteínas;
no obstante, puede ser preciso complementar la dieta con
más agentes alcalinizantes como el bicarbonato sódico, el
carbonato cálcico o el citrato potásico.
Ácidos grasos omega
Los ácidos grasos omega 3 de cadena larga compiten con el
ácido araquidónico y alteran la producción de eicosanoides,
tromboxanos y leucotrienos. En estudios de vestigios de
riñones en perros se ha señalado que el aporte complementario de ácidos grasos omega 3 (aceite de pescado) reduce
la inflamación, disminuye la tensión arterial sistémica, altera
las concentraciones plasmáticas de lípidos y conserva la función renal (20). Los ácidos grasos omega 6 (aceite de cártamo) parecen ser perjudiciales para los perros con
nefropatía natural al aumentar de manera aguda la tasa de
filtración glomerular. Algunas dietas comercializadas tienen
una proporción omega 6 : omega 3 ajustada. Sin embargo,
en lugar de concentrarse en las proporciones, sería más adecuado hacerlo en las concentraciones absolutas de los ácidos grasos omega 3 específicos. Aún no se han publicado
estudios de este tipo. Y tampoco se han publicado todavía
estudios sobre el efecto de la variación de la composición de
ácidos grasos de la dieta en gatos con nefropatía.
Fibra
La fibra fermentable es una adición reciente al tratamiento
nutricional de la IRC. Se supone que la fibra fermentable
proporciona una fuente de carbohidratos para las bacterias
gastrointestinales que, por consiguiente, utilizan la urea sanguínea como fuente de nitrógeno para crecer. El aumento
de la masa celular bacteriana incrementa la excreción fecal
de nitrógeno y se ha sugerido que disminuye la concentración de nitrógeno ureico sanguíneo (BUN). Sin embargo,
a diferencia del BUN, las toxinas urémicas clásicas (moléculas medias) tienen un tamaño molecular demasiado grande
para atravesar con facilidad las barreras membranales. Por
consiguiente, es muy improbable que la utilización bacteriana de amoníaco reduzca estas toxinas. Las fibras fermentables tienen efectos beneficiosos sobre la modulación de la
salud gastrointestinal en los pacientes con insuficiencia renal
crónica. Lefebvre y sus colaboradores señalaron que la nefropatía moderada altera la movilidad duodenoyeyunal y
disminuye el periodo de tránsito en el colon en perros (21).
Por tanto, la fibra alimentaria también puede ser beneficiosa
para mejorar la motilidad gastrointestinal en perros con insuficiencia renal.
Antioxidantes
Se cree que el daño oxidativo endógeno a las proteínas, los
lípidos y el ADN representa un papel importante en la
progresión de la nefropatía en los seres humanos. Nutrientes
como la vitamina E, la vitamina C, la taurina, los
carotenoides y los flavanoles son antioxidantes eficaces que
atrapan las especies de radicales libres. Se ha demostrado
que los seres humanos con nefropatía crónica tienen con2005
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Tratamiento nutricional de la enfermedad renal crónica
centraciones menores de vitamina E y vitamina C, y concentraciones elevadas de marcadores de la peroxidación lípida.
En esos estudios se sugiere que los seres humanos con nefropatía crónica experimentan estrés oxidativo. En estudios
realizados en ratas se ha sugerido que el aporte complementario de vitamina E puede modular la lesión tubulointersticial y la glomeruloesclerosis, lo cual sugiere que la vitamina
E puede ralentizar la progresión de la lesión renal. Por desgracia, no se han realizado estudios en los que se evalúe el
estrés oxidativo o el estado antioxidante en perros o gatos
con nefropatía.
Los flavanoles, una subclase de flavonoides, son antioxidantes polifenólicos que se encuentran en varias plantas,
entre ellas el coco, las uvas y el té verde, que contienen concentraciones elevadas. El galato de epigalocatequina se reconoce como uno de los flavanoles más activos. Se ha
señalado que los flavanoles son beneficiosos en la nefropatía
y que estimulan la producción de óxido nítrico, que relaja el
sistema vascular. Jouad y sus colaboradores publicaron que
la administración diaria de flavanoles a ratas se asociaba con
una reducción significativa de la presión arterial sistólica y
diastólica y con un aumento de la tasa de filtración glomerular (22). Parece que los flavanoles reducen la presión capilar glomerular en ratas con insuficiencia renal crónica
mediante 1) la estimulación de la producción de óxido
nítrico, 2) la relajación de las fibras musculares lisas y 3) la
inhibición de la enzima conversora de la angiotensina.
Estrategia alimentaria
El tratamiento alimentario sólo mejora con eficacia los signos clínicos de la uremia si se administra de una manera
adecuada. Los pacientes con insuficiencia renal crónica suelen ser anoréxicos y tener poco apetito. Además, en los seres
humanos se ha publicado una alteración del sentido del
gusto y el olfato. La combinación de estos factores contribuye
a una reducción de la ingesta calórica y al rechazo del alimento. La palatabilidad reducida de las dietas proteicas modificadas se ha señalado a menudo como la causa de la ingesta
alimentaria reducida en perros y gatos con insuficiencia renal
crónica. No obstante, no es la palatabilidad de las dietas per
se, sino el efecto de la uremia en el sentido del gusto y el
olfato y el desarrollo de aversión al alimento los que contribuyen a la inapetencia. En este sentido, no es aconsejable
instituir cambios de la dieta cuando el paciente está hospitalizado, ya que existe un riesgo elevado de que el paciente
desarrolle aversión al alimento. Antes bien, debe instituirse
la dieta complementaria renal en el entorno familiar, cuando
el animal está estable.
El consumo reducido de alimentos lleva a la desnutrición y
a la consumición, que contribuyen a muchos aspectos de la
uremia, entre ellos el deterioro de la función inmunitaria, el
retraso de la curación de las heridas, la disminución de la
fuerza y el vigor y el aumento de la morbimortalidad. De
hecho, la desnutrición se ha implicado como un factor que
influye en el pronóstico de los seres humanos con insuficiencia renal. Por tanto, la prevención de la desnutrición
garantizando una ingesta nutritiva adecuada es crucial en el
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tratamiento de la insuficiencia renal. Entre las medidas prácticas necesarias para mejorar la ingesta se cuentan el uso de
alimentos muy olorosos, el calentamiento de las comidas
antes de servirlas y la estimulación de la ingestión mediante
el refuerzo positivo con caricias y un comportamiento cariñoso. Pueden administrarse con juicio estimulantes del
apetito como derivados del benzodiazepam o antagonistas
de la serotonina; sin embargo, en esos casos, está indicado
clínicamente un tratamiento más agresivo, como la alimentación por sonda mediante esofagostomía o gastrostomía.
Debe instituirse la alimentación mediante sonda como
respaldo nutricional al documentarse una pérdida del 10 al
15 % del peso corporal junto con una disminución de la
puntuación del estado corporal y una historia de ingesta alimentaria escasa. Las sondas de alimentación también ofrecen ventajas, ya que evitan la necesidad de instaurar un
tratamiento hídrico subcutáneo y facilitan la administración
de fármacos por vía oral. En general el apetito del animal
con insuficiencia renal crónica presenta altibajos. Por tanto,
debe ofrecerse una comida por vía oral y, si no es consumida, debe triturarse y administrarse a través de la sonda. Los
fármacos por vía oral deben administrarse antes de la comida, a excepción de los quelantes del fósforo, que deben
administrarse directamente mezclados con los alimentos.
Estudios clínicos de la insuficiencia renal crónica de origen natural
El equipo de Elliott evaluó el efecto de una dieta proteica
modificada baja en fosfatos en la respuesta de 50 gatos con
IRC de origen natural estable (6). Veintinueve de los 50
gatos recibieron una dieta proteica modificada baja en fosfatos, y los 21 restantes se mantuvieron en sus dietas normales. No había diferencias significativas entre los dos
grupos al principio del estudio con respecto a la edad, el peso
corporal, la creatinina, el fosfato y las concentraciones de
hormona paratiroidea. La mediana de supervivencia de los
gatos alimentados con la dieta proteica modificada baja en
fosfatos fue significativamente mayor que la de los gatos alimentados con la dieta normal (633 días frente a 264 días,
p < 0,0036). El 69 por ciento de los gatos que tomaba la
dieta normal murió a causa de la insuficiencia renal progresiva. Los gatos alimentados con una dieta renal tuvieron una
mediana de supervivencia 2,4 veces superior que los gatos
alimentados con una dieta de mantenimiento. Los resultados de este estudio sugieren que la administración de una
dieta renal a gatos con insuficiencia renal crónica duplicará
su esperanza de vida.
También se ha demostrado recientemente el efecto de una
dieta proteica modificada baja en fosfatos en el pronóstico
de los perros con IRC natural estable (4). Los perros con
una IRC de leve a moderada alimentados con una dieta renal
tuvieron una reducción del 70 % del riesgo relativo de presentar una crisis urémica, se mantuvieron sin signos urémicos un tiempo casi 2,5 veces más prolongado y tuvieron una
medina de supervivencia tres veces más prolongada que los
perros con IRC alimentados con una dieta de mantenimiento. La función renal disminuyó más lentamente en los
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Tratamiento nutricional de la enfermedad renal crónica
perros alimentados con la dieta renal. La principal causa de
muerte de los perros alimentados con la dieta de mantenimiento estaba relacionada con el riñón.
Control
El control regular para garantizar que el tratamiento alimentario y médico sigue siendo óptimo para las necesidades del
paciente es crucial para el bienestar y el tratamiento satisfactorio a largo plazo. Mediante la evaluación frecuente del
paciente también puede mejorarse el cumplimiento del
propietario. Hay que volver a evaluar a los pacientes en las
dos semanas posteriores al inicio del tratamiento y luego tres
o cuatro veces al año. Las exploraciones de revisión deben
realizarse siempre dos semanas después del cambio de medicación o de dieta. Están indicados una anamnesis completa,
una exploración física, el peso corporal, una valoración del
estado corporal y pruebas analíticas. Debe obtenerse una
historia alimentaria completa que incluya el tipo de dieta
(seca o húmeda), la cantidad ingerida cada día (es más
importante la ingerida que la ofrecida), el método de alimentación y todas las chucherías, tentempiés y complemen-
tos tomados. Esta información es de incalculable valor para
controlar la respuesta al tratamiento alimentario.
Resumen
La insuficiencia renal crónica es el síndrome clínico causado
por la pérdida irreversible de las capacidades metabólica, endocrina y excretora del riñón. La IRC es la tercera causa principal de muerte en los perros y la segunda causa de muerte
en los gatos. La nutrición ha sido la piedra angular del
tratamiento durante décadas. Los objetivos de la modificación de la dieta son satisfacer las necesidades nutritivas y
energéticas del paciente, aliviar los signos clínicos y las consecuencias de la uremia, minimizar las alteraciones hidroelectrólíticas, de vitaminas y minerales y del equilibrio
acidobásico, así como ralentizar la progresión de la insuficiencia renal.
El control regular para garantizar que el tratamiento alimentario y médico sigue siendo óptimo para las necesidades del
paciente es crucial para el bienestar y el éxito del tratamiento
a largo plazo del paciente con insuficiencia renal crónica. ◆
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Cómo abordar…
El perro con insuficiencia
renal
Shelly Vaden, DVM, PhD, Dipl ACVIM
Profesora de Medicina Interna
Michael Wood, DVM
Residente de Medicina Interna
Facultad de Medicina Veterinaria, Universidad Estatal de Carolina del Norte, Raleigh, EE.UU.
Shelly Vaden se licenció en la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Georgia. Completó un periodo de
prácticas en medicina y cirugía de pequeños animales en la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de
Cornell y una residencia en medicina interna en la Universidad Estatal de Carolina del Norte, donde también se
doctoró. En la actualidad es profesora de Medicina Interna en la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad
Estatal de Carolina del Norte. Sus principales temas de interés en investigación son la nefrología y la urología,
concentrándose principalmente en las glomerulopatías caninas y en la nefropatía y la enteropatía con pérdida proteica
de los Wheaten Terriers de pelo suave.
Michael Wood se licenció en la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad de Tufts en 2002. Luego completó
un periodo de prácticas en medicina y cirugía de pequeños animales en el hospital veterinario Darien y en el centro de consultas y
urgencias veterinarias de Norwalk, Connecticut. En la actualidad está realizando su segundo año de residencia de medicina interna en la
Universidad Estatal de Carolina del Norte y al mismo tiempo trabaja en un programa de estudios de posgrado. Entre sus intereses
médicos se cuentan la urología, la nefrología y las enfermedades infecciosas.
M
ojo era un Labrador Retriever macho de color chocolate castrado y de 12 años de edad (Figura 1). Le
trajeron a la consulta por letargo de cuatro días, anorexia y
debilidad. Durante el año pasado Mojo tuvo una serie de
problemas médicos, entre ellos infecciones de las vías urinarias, nicturia y poliuria/polidipsia. Perdió más de 10 kg
de peso durante los dos meses anteriores a la evaluación. Por
otro lado, los antecedentes de Mojo no son destacables.
Una historia clásica de insuficiencia renal crónica (IRC)
en el perro es difícil de definir, ya que los signos clínicos dependen mucho del grado de disfunción renal. Sin
embargo, en el perro, la poliuria/polidipsia (pu/pd) y la
nicturia pueden ser uno de los primeros signos clínicos
de disminución de la función renal. Estos tres signos
clínicos son secundarios a la reducción de la capacidad
renal para concentrar la orina. Existen varios mecanismos posibles que contribuyen a la pu/pd::
➧ Es necesario que las nefronas restantes procesen
la misma cantidad de solutos, lo cual provoca una
diuresis relativa de solutos
➧ En el riñón afectado, el mecanismo multiplicador
contracorriente del interior de la médula renal
está alterado
➧ El túbulo distal puede perder su capacidad de
respuesta a la hormona antidiurética (ADH)
como consecuencia de la uremia y el aumento de
la velocidad de flujo
El conjunto de estos factores lleva a un aumento de las
necesidades de líquido basal y el paciente puede
deshidratarse cuando la ingesta es incapaz de reponer
las pérdidas.
Figura 1. Mojo, un Labrador Retriever macho de color chocolate
castrado y de 12 años de edad que acudió a la consulta con unos
antecedentes de cuatro días de letargo, anorexia y debilidad.
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En la exploración física Mojo presentaba una deshidratación aproximada del 5 %. La valoración de su estado
corporal fue 3/9 y había pérdida muscular generalizada.
Los riñones no eran dolorosos y su próstata era normal
de tamaño, simétrica y lisa. Las membranas mucosas y
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Cómo abordar…El perro con insuficiencia renal
la cavidad bucal eran normales. Los vasos retinianos de Mojo
eran tortuosos y sugerían una retinopatía hipertensiva. Se obtuvieron las presiones arteriales Doppler en una habitación
silenciosa durante un intervalo de 20 minutos; las presiones
sistólicas fueron cosntantemente de 180 mmHg.
Se ha identificado una correlación entre la hipertensión y la
lesión renal progresiva. Por cada aumento de 20 mmHg de
la presión arterial sistólica, el riesgo de crisis urémica y
muerte se multiplica por un factor de 1,4. Es posible que la
disminución de la perfusión renal provoque la activación del
sistema renina-angiotensina (SRA), lo cual se traduce en
hipertensión. La activación del SRA tiene como consecuencia la retención de sodio y agua y acaba aumentando la presión arterial sistémica. Este proceso es particularmente
peligroso en pacientes con nefropatía porque un riñón afectado pierde su capacidad de autorregularse en respuesta a
los cambios de presión arterial sistémica transmitidos al
riñón. Normalmente la arteriola aferente se dilata cuando
las presiones sistémicas disminuyen y se contrae cuando aumentan. Estas acciones reguladoras ayudan a mantener constantes las presiones glomerulares, la perfusión renal y la tasa
de filtración glomerular (TFG). En el riñón afectado, los
mecanismos compensadores inducen casi la máxima dilatación de la arteriola aferente, reduciendo así su capacidad de
responder a los cambios de presión. Eso puede llevar a
isquemia renal en el paciente hipotenso y, a la inversa, a la
lesión microvascular inducida por la presión en el paciente
hipertenso.
Por consiguiente, las presiones arteriales sistémicas deben
controlarse con atención en cualquier paciente con insuficiencia renal. Se precisa tratamiento si se obtienen valores
sistólicos constantes superiores a 160-170 mmHg o valores
diastólicos superiores a 100-110 mmHg en ocasiones aisladas, o si hay pruebas de lesión de órgano terminal. El
tratamiento hipertensor se basa en los mecanismos fisiológicos. Por norma general, en los perros hipertensos, al principio se utilizan inhibidores de la enzima conversora de la
angiotensina (ECA). Los inhibidores de la ECA reducen la
vasoconstricción mediante el bloqueo de la angiotensina II
y, por tanto, la producción de aldosterona. En el riñón esto
provoca la dilatación de la arteriola eferente glomerular, incrementando así las presiones glomerulares, lo cual, a su vez,
puede producir el descenso de la TFG, pero rara vez va
acompañado de un aumento de la magnitud de la azotemia
en perros y gatos. No obstante, si la azotemia empeora, se
ajusta la posología farmacológica cuando la concentración
sérica de creatinina aumenta un 30 % o más.
A pesar de sus efectos, los inhibidores de la ECA son antihipertensores débiles y, en general, se necesitan otros agentes,
en especial en perros con hipertensión grave (es decir, presión arterial sistólica > 180 mmHg). La amlodipina es un
bloqueante de los canales de calcio que actúa sobre la musculatura lisa vascular, en especial sobre las arteriolas, y
provoca vasodilatación. Las arteriolas aferentes de los
riñones resultan principalmente afectadas. En teoría este
efecto podría ser peligroso porque, si las presiones sistémi-
cas no están controladas de una manera adecuada el vaso
aferente dilatado puede convertirse en un conducto a través
del cual pueden imponerse las presiones sistémicas elevadas
directamente en el glomérulo, empeorando así la lesión renal.
De hecho, se observó aumento de la proteinuria, que puede
indicar un incremento de la hipertensión glomerular, en perros con nefropatía diabética inducida y tratados con bloqueantes de los canales de calcio.
En el caso de Mojo se inició tratamiento con enalapril. El
enalapril redujo la presión sistólica a 155-160 mmHg. No
se instituyó un tratamiento ulterior. Una vez completadas la
anamnesis y la exploración física, se realizaron los diagnósticos iniciales. Se consideró esencial la realización de un hemograma completo, un panel bioquímico y un análisis de orina
(Tablas 1-4).
Lo ideal sería obtener primero, mediante recogida libre, una
muestra de la orina producida espontáneamente por el animal. Esto proporcionará una medida precisa de la hematuria
sin la contaminación consecutiva al traumatismo provocado
por la aguja de cistocentesis. Eso es importante en especial
en los casos de insuficiencia renal crónica, ya que puede
aparecer hematuria renal con renolitos, inflamación, lesión
isquémica, determinadas glomerulopatías e hipertensión. La
proteinuria es también habitual en el paciente con insuficiencia renal crónica. En la mayoría de casos la magnitud es
leve, pero incrementos incluso pequeños pueden ser un in-
Tabla 1. Resultados del panel bioquímico
obtenidos el día de la visita. Los intervalos de
referencia aparecen entre paréntesis
Panel bioquímico
Alanino aminotransferasa
73
(16-73 IU/L)
Albúmina
4.0
(2.8-4.0 g/dL)
Amilasa
1461
(347-1104 IU/L)
Bicarbonato
12
(17-25 mmol/L)
Bilirrubina total
0.1
(0.0-0.2 mg/dL)
Calcio
11.0
(9.2-11.6 mg/dL)
Cloruro
117
(104-117 mmol/L)
Colesterol
217
(138-317 mg/dL)
Creatina cinasa
221
(48-380 IU /L)
Creatinina
9.6
(0.5-1.6mg/dL)
Fosfatasa alcalina
41
(15-146 IU/L)
Fósforo
7.8
(2.0-6.7 mg/dL)
Globulina
3.2
(2.0-4.1 g/dL)
Glucosa
89
(73-116 mg/dL)
Lipasa
530
(22-216 IU/L)
Nitrógeno ureico sanguíneo
182
(8-27 mg/L)
Potasio
3.9
(3.9-5.2 mmol/L)
Proteínas totales
7.2
(5.5-7.2 g/dL)
Sodio
151
(147-154 mmol/L)
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dicador de glomerulopatía. Tanto la hematuria como la proteinuria renales pueden ser indicadores tempranos de nefropatía. Además de la recogida libre de muestras, debe
obtenerse una muestra mediante cistocentesis, ya que puede
enviarse a cultivo y a realización de pruebas de sensibilidad,
si se considera necesario. Sin embargo, la decisión de remitir una muestra de orina a cultivo microbiológico debe
basarse únicamente en la interpretación del análisis de orina.
Además de la base de datos mínima, también se realizaron
pruebas de diagnóstico por imagen y se evaluaron las
ecografías abdominales y las radiografías torácicas. Los resultados de las pruebas hematológicas, bioquímicas y urológicas,
y los resultados de las pruebas de diagnóstico por imagen proporcionan un banco de datos valioso. Estos datos no son sólo
esenciales para el establecimiento del diagnóstico actual, sino
que también podrían ser útiles para las ulteriores decisiones
terapéuticas. Por ejemplo, mediante el control de las tendencias de los signos clínicos y los datos de laboratorio, pueden
preverse los problemas y puede modularse el tratamiento antes
de que reaparezcan los signos clínicos.
En la primera visita, debe obtenerse un panel bioquímico
completo que incluya la concentración de bicarbonato.
Mientras que el aumento de la actividad de la amilasa y la
lipasa son compatibles con una afectación del aclaramiento
renal, no se suele continuar indagando en este sentido a
menos que se sospeche una pancreatitis. Otras anomalías
bioquímicas, entre ellas el aumento del nitrógeno ureico san-
Los signos clínicos de uremia están más estrechamente relacionados con las concentraciones de BUN. En la enfermedad
crónica, el aumento gradual del nitrógeno ureico sanguíneo
observado en los pacientes puede provocar signos clínicos
sutiles. No obstante, la insuficiencia renal crónica se presentará con frecuencia de una manera más brusca. Estas situaciones deben promover una búsqueda de factores que
puedan provocar complicaciones. En los pacientes con insuficiencia renal crónica, una de las explicaciones más habituales del aumento del BUN es la azotemia prerrenal
secundaria a deshidratación. La presencia de deshidratación
e hipovolemia debe corregirse, puesto que el aumento de la
magnitud de la azotemia y la deshidratación indican una
mala perfusión renal y una lesión renal continuada. La fluidoterapia intravenosa es un método por el cual puede corregirse la deshidratación, que sólo debe utilizarse en
pacientes con insuficiencia renal crónica cuando hay un
componente prerrenal combinado con uremia que no puede
ser controlado por otros medios, como estimular el consumo
de agua sirviendo comida envasada o añadiendo agua a la
comida, administrar líquidos subcutáneos intermitentes o
administrar fluidoterapia a través de una sonda gástrica. La
Tabla 3. Resultados del análisis de orina de las
muestras obtenidas mediante recogida libre y
cistocentesis el día de la visita
Tabla 2. Resultados del hemograma completo
obtenido el día de la visita
Análisis de orina
Cistocentesis
Hemograma completo
(0.000-0.300 x103/␮L)
Aspecto
claro
0
(0.000-0.000 x103/␮L)
Color
amarillo
Eosinófilos
0.5
(0.000-1.900 x103/␮L)
Bilirrubina
negativo
Linfocitos
2
(0.800-3.500 x103/␮L)
Sangre
1+
Monocitos
0.7
(0.200-1.100 x103/␮L)
Albúmina
trazo
trazo
Bandas
0
Basófilos
22
guíneo (BUN), la hiperfosfatemia y la presencia de acidosis
metabólica, deben buscarse de una manera más activa, ya
que no son sólo indicadores del estado mórbido, sino que
también contribuyen a él.
Neutrófilos
6.7
(3.400-9.800 x10 /␮L)
Proteínas
Leucocitos
10
(6.4-15.8 x103/␮L)
Glucosa
normal
Plaquetas
248
(181-350 x106/␮L)
Cetonas
negativo
Urobilinógeno
normal
3
Volumen de células
empacadas
33
(33-58%)
Eritrocitos
0-5
/hpf
Hematócrito
32
(32.7-57.7%)
Leucocitos
none
/hpf
Hemoglobina
12.6
(11.4-20.2 g/dL)
pH
5
(5-9)
Gravedad específica
1.013
(1.001-1.080)
MCH
25.7
(21.9-25.7 pg)
MCHC
36.4
(33.6-36.4 g/dL)
MCV
70.7
(63.9-72.8 fL)
Proteínas plasmáticas
8.1
(6.1-7.5 g/dL)
Reticulocitos
0.4
(0.0-1.5%)
Poiquilocitosis
mild
Anisocitosis
mild
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Free Catch
Sangre
no
Eritrocitos
no
Proteínas
trazo
/hpf
Se realizó un análisis completo de orina en ambas muestras
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Cómo abordar…El perro con insuficiencia renal
fluidoterapia subcutánea debe utilizarse con juicio y sólo en
animales con signos clínicos secundarios a la uremia. La fluidoterapia no debe continuarse de manera indefinida a
menos que sea necesario controlar la uremia y no deben utilizarse líquidos con un 0,9 % de cloruro sódico para minimizar la carga de sodio. Un método de fluidoterapia
alternativa y eficaz se realiza a través de una sonda gástrica.
Las sondas de gastrostomía proporcionan la ventaja añadida
de que pueden emplearse para administrar fármacos y alimento.
En el caso de Mojo se utilizó fluidoterapia intravenosa para
evaluar la magnitud de la azotemia presente una vez alcanzada la perfusión máxima. Utilizando mediciones de la presión venosa central (PVC), se obtuvo una presión basal antes
de instituir el tratamiento hídrico. Se administraron bolos sucesivos de 10 mL/kg de líquido de reposición a Mojo hasta que
su PVC se mantuvo elevada 2 mmHg por encima de su valor
inicial durante los 10 minutos siguientes al bolo. En este punto
se explicó el componente prerrenal de la enfermedad de Mojo.
Por consiguiente, se cambió la administración de líquidos IV
a un líquido de mantenimiento con menor concentración de
sodio a una velocidad equivalente a las necesidades de líquido
basal, un factor de actividad más un volumen añadido estimado para compensar la poliuria. La velocidad del líquido se
ajustó midiendo el peso corporal de dos a tres veces al día, controlando a diario los cambios en el hematocrito y el total de
proteínas y controlando los signos clínicos de deshidratación.
En los casos de IRC como el de Mojo, no se recomienda el uso
de una sonda urinaria permanente para facilitar el cálculo de
la diuresis diaria. Sus antecedentes no eran compatibles con
oliguria ni anuria y, por tanto, el riesgo de que las bacterias
patógenas accedieran a las vías urinarias a través de la sonda
supera las ventajas. Se continuó con los líquidos hasta que la
concentración de BUN sérico y la concentración de creatinina
de Mojo se estabilizaron a 74 mg/dL y 6,0 mg/dL, respectivamente, en 48 horas. La fluidoterapia intravenosa se redujo
de manera gradual durante 24 horas y se dio de alta del hospital a un Mojo clínicamente mejorado.
Al cabo de una semana, Mojo regresó para una revisión. Durante la semana, su apetito había disminuido y el BUN y la
concentración sérica de creatinina se habían elevado a 95
mg/dL y 6,6 mg/dL. En este momento se inició fluidoterapia
subcutánea de 1.000 mL dos veces por semana. Como con la
fluidoterapia intravenosa, el volumen total administrado se
basó en el tamaño del paciente. Se tuvo cuidado de evitar un
uso demasiado entusiasta del líquido y una sobrecarga de
líquido. Para minimizar las molestias al paciente se cambiaron
las agujas antes de cada tratamiento. Para evitar la contaminación, se proporcionó un nuevo equipo de administración de
líquido para cada nueva bolsa de líquidos. En raras ocasiones
se suspende de manera prematura el uso juicioso de los líquidos subcutáneos por razones médicas. La complicación más
habitual es el incumplimiento del propietario debido a cuestiones de tiempo o al estrés del paciente.
Durante las cuatro semanas siguientes, el BUN y la concentración de creatinina sérica de Mojo descendieron a 32 mg/dL
y 3,1 mg/dL, respectivamente, y la frecuencia de la adminis-
tración de líquido se redujo a una vez por semana. Sin embargo, puesto que Mojo tenía una insuficiencia renal crónica
y era muy probable que ya hubiera mecanismos compensatorios , se advirtió a su propietario de que la fluidoterapia nunca
podría interrumpirse por completo sin que ello afectara de
manera adversa al apetito de Mojo.
Si bien la combinación de azotemia con una reducción
de la gravedad específica de la orina es la definición de la
insuficiencia renal, no es raro que un animal con
insuficiencia renal no sólo sea azotémico, sino también
hiperfosfatémico. Es la interacción entre la filtración
glomerular y la reabsorción tubular de fósforo la que
determina la excreción final de fósforo en la orina. A
medida que disminuye la tasa de filtración glomerular en
una IRC en curso, la filtración de fósforo también se
reduce. El organismo responde al aumento de las
concentraciones séricas de fósforo incrementando la
liberación de hormona paratiroidea (PTH) (hiperparatiroidismo secundario renal). Al principio, la PTH
Tabla 4. Selección de fármacos utilizados en el
tratamiento de la insuficiencia renal crónica canina
Posología de los fármacos comentados en el tratamiento
de la insuficiencia renal canina
Fármaco
Posología
Amlodipina
0,05-0,1 mg/kg cada 24 h por vía oral
Hidróxido
de aluminio
30-90 mg/kg/día por vía oral con las comidas
Calcitriol
1,5-3,5 ng/kg cada 24 h por vía oral
Acetato cálcico
60-90 mg/kg/día por vía oral con las comidas
Carbonato cálcico
90-150 mg/kg/día por vía oral con las comidas
Cimetidina*
2,5-5 mg/kg cada 12 h por vía oral, i.v., s.c.
Dolasetron
1 mg/kg cada 24 h por vía i.v., s.c.
Enalapril
0,5 mg/kg cada 12-24 h por vía oral
Sulfato ferroso
100-300 mg/día por vía oral
Famotidina
0,5 mg/kg cada 12-24 h por vía oral, i.v., s.c.
Eritropoyetina
recombinante
humana
Induction: 100 IU/kg 3x/wk SQ
Mantenimiento: disminuir progresivamente
hasta la dosis mínima eficaz, en general 75100 UI/kg 1 o 2 veces por semana por vía s.c.
Metoclopramida*
0,2-0,5 mg/kg cada 6-8 h por vía oral, i.v., s.c.
Omeprazol*
0,5-1 mg/kg cada 24 h por vía oral
Citrato potásico
0,3-0,5 mEq/kg cada 12 h por vía oral
Ranitidina*
1,0-2,0 mg/kg cada 8 h por vía oral,
intravenosa, subcutánea
Sevelamer
(perro de tamaño medio a grande) 400 mg por
vía oral con las comidas
Bicarbonato sódico
8-12 mg/kg cada 8-12 h por vía oral
Sucralfato*
0,5-1 g/kg cada 8-12 h por vía oral
La mayoría de estos fármacos no se han probado para su uso en perros
* Es posible que las dosis de estos fármacos deban ajustarse a medida que
progresa la nefropatía.
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compensa la filtración reducida disminuyendo la
reabsorción tubular de fósforo. Al final estos mecanismos
compensatorios se agotan y aparece hiperfosfatemia
(Figura 2).
El aumento de las concentraciones séricas de fósforo
tiene tres efectos principales:
➧ El producto calcio x fósforo aumentará. Productos
superiores a 60 se asocian con calcificación de los
tejidos blandos, que puede producirse en el riñón y
contribuir a la posterior lesión renal
➧ El aumento del fósforo sérico, junto con la lesión
tubulorrenal, disminuirá la producción de calcitriol
seguida del aumento de las concentraciones de la
putativa toxina urémica, PTH
➧ La cantidad de calcio unido a los fosfatos aumentará,
lo cual induce la reducción del calcio sérico ionizado,
disminuyendo así la retroalimentación negativa sobre
la liberación de PTH de las glándulas paratiroideas
El objetivo del tratamiento de la hiperfosfatemia es ayudar
a los riñones antes de que los mecanismos compensatorios
aumenten demasiado. La reducción del fosfato alimentario
ayudará a alcanzar este objetivo cuando el animal es hiperfosfatémico, así como cuando las concentraciones séricas de
fósforo son normales aunque haya IRC. Las dietas comercializadas formuladas para perros con insuficiencia renal
tienden a disminuir las concentraciones séricas de fósforo
reduciendo el contenido proteico. Los cambios alimentarios por sí mismos pueden ser eficaces sólo en casos de hiperfosfatemia leve. Si las concentraciones de fósforo no han
vuelto al intervalo de referencia durante las 2 o 3 semanas
posteriores al inicio de una dieta comercializada formulada
para perros con IRC, deben utilizarse otros tratamientos
Excreción de fósforo =
filtración glomerular – reabsorción tubular
TFG
Filtración de fósforo
Producción
de calcitriol
Hiperfosfatemia
Calcio sérico
ionizado
Producción de PTH
Reabsorción tubular del fósforo
(Este mecanismo compensador alcanza su
mayor valor cuando la TFG se reduce un 80 %
y aparece hiperfosfatemia)
Figura 2. Mecanismo de la hiperfosfatemia y del hiperparatiroidismo secundario renal en
el paciente con insuficiencia renal.
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como quelantes orales del fósforo.
Los quelantes del fósforo actúan en el intestino e impiden
la absorción del fosfato. Para que sean eficaces deben administrarse cuando el paciente ingiere sus comidas principales. Los quelantes mejor conocidos son las sales de
aluminio, como los hidróxidos o los carbonatos. Aunque se
ha observado toxicidad alumínica de estos quelantes en los
seres humanos, no se ha observado en perros ni gatos. Por
desgracia, el poco cumplimiento del propietario y la baja tolerancia del paciente obstaculizan la eficacia de los quelantes
de fósforo. La elevada frecuencia de dosificación y el gran
volumen son los principales impedimentos.
La administración de carbonato cálcico o de acetato cálcico
proporciona una alternativa al uso de quelantes de fósforo.
Además, estos productos están disponibles en forma de comprimidos. Sin embargo, existe el riesgo de que aumente la
absorción intestinal de calcio, lo cual provocaría hipercalcemia y un aumento del producto calcio ? fósforo. Este riesgo
puede reducirse administrando acetato cálcico en lugar de
carbonato cálcico.
Una opción final del tratamiento de la hiperfosfatemia es un
producto relativamente nuevo para la comunidad veterinaria
denominado Sevelamer HCl (RenaGel). Este quelante del
fósforo no es absorbido sistémicamente y, por tanto, no conlleva el riesgo de hipercalcemia. También está disponible en
comprimidos y puede ser más fácil de administrar a algunos
pacientes. No obstante, el fabricante aconseja no partir el
comprimido, lo cual puede hacer que este producto no sea
adecuado para los animales más pequeños. No se han publicado estudios sobre el uso de este producto en perros o gatos
con IRC.
A veces, en algunos pacientes, la reducción de las concentraciones séricas de fosfato no va acompañada de una reducción de la uremia. Esos pacientes pueden tener
concentraciones elevadas de PTH y un aumento de tamaño
de las glándulas paratiroideas, y se indica el ensayo de la
PTH y una ecografía de las glándulas paratiroideas. Esos pacientes pueden beneficiarse de una dosis complementaria
baja de calcitriol administrada por vía oral durante toda la
vida. La administración a largo plazo (varios meses) de calcitriol oral puede ejercer una retroalimentación negativa
sobre la liberación de PTH de las glándulas paratiroideas.
Este tratamiento debe utilizarse sólo si las concentraciones
de PTH permanecen elevadas en presencia de concentraciones de fósforo dentro del intervalo de referencia. Es preciso estudiar más profundamente el uso de calcitriol en
perros y gatos con insuficiencia renal crónica.
Sólo con fluidoterapia la concentración sérica de fósforo de
Mojo disminuyó en 24 horas hasta el intervalo de referencia.
Se inició una dieta renal de prescripción y se administró
hidróxido de aluminio con las comidas. Mojo toleró bien el
hidróxido de aluminio y sus niveles de fósforo se mantuvieron
dentro del intervalo de referencia después del alta.
Mientras que la azotemia y la hiperfosfatemia suelen tratarse
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de manera agresiva en los pacientes con insuficiencia renal
crónica, no deben pasarse por alto otros trastornos metabólicos como la acidosis metabólica. La causa de la acidosis
metabólica en la nefropatía crónica es multifactorial, pero la
disminución de la capacidad del riñón afectado para secretar iones hidrógeno puede ser más influyente. Si bien se desconoce el impacto exacto de la acidosis metabólica en los
riñones, la acidosis metabólica afecta sistémicamente al paciente e impulsa procesos catabólicos: aparecen agotamiento
proteico, un balance negativo de potasio y uremia. Debe instituirse un tratamiento de alcalinización si los pacientes
siguen teniendo concentraciones de bicarbonato inferiores
a 15 mEq/L pese a la fluidoterapia y al control nutricional
y médico adecuados. La administración de una dieta renal
puede corregir la acidosis leve, ya que las dietas renales suelen ser alcalinizantes. Si la acidosis persiste, puede administrarse bicarbonato sódico o citrato potásico; este último
fármaco es además un complemento de potasio en el animal hipopotasémico.
Después de cambiar la dieta de Mojo y corregir su azotemia
prerrenal, su nivel acidobásico volvió a la normalidad después
de cuatro días. Mojo no precisó ningún otro complemento para
la acidosis tras abandonar el hospital.
Aunque las anomalías bioquímicas guían una gran parte del
tratamiento en los pacientes con insuficiencia renal crónica,
debe analizarse con atención el hemograma completo. Si
bien la fórmula leucocitaria y el recuento de plaquetas
pueden indicar una causa incitadora potencial (es decir,
pielonefritis), los cambios de estas variables dependen
mucho de la enfermedad subyacente y no son específicas de
la insuficiencia renal crónica. Sin embargo, este artículo se
concentrará en la anemia de la insuficiencia renal crónica.
Debe considerarse una anemia hipoproliferativa secundaria
a la disminución de la producción renal de eritropoyetina
(EPO) en todos los pacientes con insuficiencia renal crónica
y anemia. Sin embargo, los pacientes con IRC también están
sujetos a anemia por pérdida de sangre y ferropénica, secundarias a una gastropatía urémica y una ulceración gastrointestinal. Por tanto, es obligatorio caracterizar la anemia antes
de considerar el tratamiento. En general, con la anemia por
pérdida de sangre hay una disminución del hematocrito y
sólidos totales. En perros con IRC y azotemia prerrenal estos
valores pueden estar falsamente elevados y es preciso valorar una tendencia hacia la reducción de los valores. Una evaluación citológica de un frotis de sangre periférica también
puede ayudar en la valoración. Por norma general, la anemia con carencia de EPO se caracteriza por una anemia no
regenerativa; en cambio, la pérdida de sangre es una anemia
macrocítica, hipocrómica y regenerativa, y la ferropenia se
caracteriza por una anemia microcítica, hipocrómica y no
regenerativa. Una tercera herramienta de caracterización es
la proporción BUN:creatinina.
Con la nefropatía primaria la proporción suele ser de 15 a
20 en un perro que consuma una dieta formulada para la
insuficiencia renal. Con la hemorragia gastrointestinal (GI)
esta proporción puede aumentar.
Debe considerarse una gastropatía urémica en todo paciente
con uremia y sospecha de hemorragia GI. En general, el
tratamiento de la gastropatía urémica suele ser triple:
➧ A los pacientes hospitalizados se les administra un
antagonista de los receptores de H2 como la
famotidina
➧ A los pacientes con vómitos se les administran
antieméticos de acción central como la
metoclopramida o un antagonista de la serotonina
como Dolasetron. Estos fármacos pueden combinarse
cuando sea necesario
➧ Si se sospechan ulceraciones GI también se administra
sucralfato. Estos fármacos se administran durante los
siete días posteriores al alta y luego se vuelve a
examinar al animal
Si los signos de uremia persisten o vuelven a aparecer, se
seguirá administrando por vía oral un antagonista de los receptores de H2. Los inhibidores de la bomba de protones
como el omeprazol pueden ser sustituidos si el tratamiento
continuo con el antagonista de los receptores de H2 no resuelve los signos clínicos. Los inhibidores de la bomba de
protones reducen la secreción de ácidos gástricos con más
eficacia que los antagonistas de los receptores de H2. El
omeprazol tiene la ventaja añadida de ser metabolizado en
el hígado y excretado en la orina y en la bilis. Si los vómitos
o las náuseas son un problema persistente, en muchos pacientes urémicos puede administrarse metoclopramida según
necesidad. Dolasetron es otro antiemético; sin embargo,
parece ser más eficaz en los pacientes con vómitos de origen
central en oposición a los vómitos inducidos por la ulceración
GI. Además, Dolasetron es bastante caro y en general se utiliza sólo cuando el paciente está en el hospital. Puede administrarse por vía subcutánea en casa si los vómitos persisten.
Se sustituyó la dieta de Mojo por una formulada para perros
con insuficiencia renal y se le administró famotidina durante
su hospitalización. La administración de famotidina se continuó en casa durante siete días. Luego se interrumpió la administración del fármaco, pero tuvo que iniciarse de nuevo
cuando el apetito de Mojo disminuyó. No se inició el
tratamiento con Sucralfato porque Mojo no presentaba indicios de ulceración GI. Su proporción BUN:creatinina era inferior a 20, no había hematemesis ni melenas, su proteína
total era estable y no tenía anemia no regenerativa. Por consiguiente, se sospechó de una anemia hipoproliferativa más
que una anemia por pérdida de sangre.
La anemia hipoproliferativa asociada con la IRC tiende a desarrollarse de manera gradual. No es infrecuente que los animales presenten una anemia marcada (es decir, Ht <20 %),
pero con signos clínicos mínimos de anemia (como debilidad, letargo y anorexia). La ausencia de signos constantes
de un paciente a otro puede hacer difícil la decisión sobre
cómo y cuándo tratar la anemia. En la práctica, se utilizarán
transfusiones de concentrado de eritrocitos cuando un paciente presente signos clínicos relacionados con la anemia
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o cuando el hematócrito sea inferior al 15 %. En raras ocasiones se prescriben más transfusiones. Si el perro es incapaz de mantener un hematocrito (Ht) por encima del 20 %,
se considera el tratamiento con eritropoyetina recombinante.
La eritropoyetina recombinante humana (hrEPO) se ha utilizado satisfactoriamente en perros; sin embargo, entre el 25
y el 30 % de esos pacientes desarrollará anticuerpos contra
la eritropoyetina humana en un periodo de entre pocas semanas y meses tras el inicio del tratamiento. Además, en un
porcentaje mucho menor de pacientes, puede producirse
una reacción cruzada entre los anticuerpos y la eritropoyetina propia del paciente, lo cual se traduce en una
anemia potencialmente mortal. Otras consideraciones previas al inicio del tratamiento con hrEPO deben incluir la
garantía de que la hipertensión está controlada y de que se
ha instituido un complemento de hierro, ya que el complemento de EPO puede exacerbar la presión arterial elevada
y agotar las reservas de hierro. En la mayoría de casos, los
efectos del tratamiento, entre ellos el aumento de la vitalidad, el apetito y la fuerza, superan los riesgos de las posibles
complicaciones. Los estudios sobre el uso de eritropoyetina
recombinante canina (crEPO) han sido prometedores. Los
perros con IRC respondieron bien a la crEPO sin producción de anticuerpos. Parece probable que en el futuro la EPO
recombinante canina vaya a sustituir a la hrEPO para el
tratamiento de la anemia.
Figura 3. Componentes de una dieta renal.
26
Proteínas:
La mayoría de las dietas renales tiene un
contenido proteico moderadamente
reducido. La reducción drástica sólo es
necesaria en la insuficiencia renal tardía.
Utilice siempre las cantidades adecuadas
de proteínas de gran calidad para evitar la
desnutrición.
Fósforo:
Se recomienda su reducción y se
acompaña de la reducción de proteínas.
Ácidos grasos
poliinsaturados:
El aumento de las concentraciones de
ácidos grasos poliinsaturados ␻-3 puede
disminuir la presión arterial glomerular,
disminuir la proteinuria y reducir los
efectos inflamatorios de los eicosanoides.
Densidad
calórica:
Las dietas renales tienden a tener una
mayor densidad calórica para evitar la
desnutrición asociada con la IRC; sin
embargo, debe desaconsejarse una
ingesta calórica excesiva.
Vitaminas
hidrosolubles:
Alcalinización:
Aumentadas para responder al aumento
de las pérdidas asociado con la poliuria.
La acidosis metabólica contribuye a la
uremia. Las dietas renales reducen la
cantidad de ácido que se excreta.
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Aun después de haber corregido la deshidratación de Mojo, su
anemia se mantuvo leve, en un 28 %. Ante la falta de signos
clínicos sustanciales, no se instituyeron tratamientos con EPO
ni transfusiones. Mojo mejoró clínicamente durante el mes
siguiente, pero en ocasiones experimentó periodos de inapetencia y uremia leve. Durante esos episodios el tratamiento alimentario resultó difícil.
Las decisiones relativas a la dieta han sido la piedra angular del tratamiento de la insuficiencia renal crónica. Entre
los objetivos del tratamiento alimentario se cuenta la prevención de la uremia, junto con la provisión de un nivel
de nutrición adecuado. La influencia de la dieta en la progresión de la enfermedad, los efectos del alimento sobre
las concentraciones séricas de fósforo y proteínas, así como
las propiedades alcalinizantes de las dietas renales ya se
han tratado en este artículo. Sin embargo, las dietas formuladas comercializadas tienen también un contenido reducido de sodio, una mayor densidad calórica y una dosis
favorable de ácidos grasos omega 3 (PUFA). Teniendo en
cuenta estas ventajas, debe recetarse una dieta renal a
cualquier animal con azotemia renal crónica (Figura 3).
La dificultad surge cuando el paciente rechaza la ingesta
de alimento.
La falta de interés del paciente por una dieta y el incumplimiento del propietario pueden ser problemas frustrantes al tratar la IRC. Muchos propietarios, contentos
con que sus perros coman cualquier cosa, complementan
sus dietas con alimentos con un alto contenido en sodio y
fósforo. Aun cuando el propietario sea meticuloso, no
deben recomendarse dietas caseras en el tratamiento de
perros con insuficiencia renal. Es muy difícil formular una
dieta nutritivamente equilibrada y a la vez mantener el contenido adecuado de fósforo y proteínas. En lugar de eso,
debe recomendarse a los propietarios que tengan paciencia mientras se producen cambios en la dieta. Para los pacientes melindrosos puede recomendarse un cambio
gradual durante 14 días utilizando una formulación alimentaria similar.
Lo ideal sería que el cambio de dieta se instituyera antes
de que apareciera uremia en el paciente o después de
haber tomado otras medidas para controlar los signos de
uremia. Es posible que un perro desarrolle aversión a los
alimentos que se le administraron mientras estaba enfermo. En los pacientes que siguen anoréxicos, puede dar
resultados satisfactorios ofrecer un alimento envasado, un
alimento caliente o muchas comidas pequeñas durante el
día. También existe una notable variabilidad de la palatabilidad entre las diferentes dietas renales; si el propietario
no consigue hacer que su animal consuma una dieta,
siempre merece la pena probar otra distinta. Si estos intentos fracasan, puede precisarse la colocación de una
sonda de gastrostomía. Estas sondas permiten el control
calculado de las necesidades líquidas y alimentarias del
paciente y la provisión de una manera fácil de administrar fármacos.
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Pese a los brotes ocasionales de inapetencia de Mojo, su propietario consiguió pasar de una dieta compuesta por restos de
comida a una rotación de tres dietas renales envasadas. Si bien
no es una situación ideal, este método permitió a Mojo mantener el peso y el apetito, lo cual hizo innecesaria la colocación
de una sonda de gastrostomía. Aunque el caso de Mojo es un
ejemplo de tratamiento de la insuficiencia renal crónica, existen otras opciones de tratamiento. En especial son la hemodiálisis y el trasplante renal.
La hemodiálisis crónica se utiliza en raras ocasiones en los pacientes veterinarios, a pesar de algunos resultados satisfactorios a largo plazo. Dada la cantidad limitada de instalaciones
donde es posible realizar hemodiálisis, la dedicación de tiempo
necesaria para un tratamiento regular y el considerable coste,
la hemodiálisis crónica no es factible para la mayoría de los
propietarios. La mejor utilidad de la hemodiálisis crónica
puede ser para los pacientes candidatos a un transplante de
riñón. Si bien el trasplante es bastante habitual en gatos, las
técnicas se están perfeccionando todavía para el perro, aunque
en la actualidad varios centros ofrecen esta intervención. El
porvenir de los trasplantes renales en perros es alentador.
Mojo fue capaz de mantener una buena calidad de vida y no
fue ingresado de nuevo a causa de problemas médicos relacionados con el riñón. Por desgracia, se le practicó la eutanasia tres meses después del alta debido a las heridas sufridas
tras un traumatismo provocado por un vehículo. ◆
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
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Cómo tratar…
La enfermedad renal crónica
en el gato
Thierry Francey, DVM, Dipl ACVIM
Profesor de Medicina Interna de Pequeños Animales y Nefrología, Coordinador de la Unidad de Hemodiálisis de
Animales de Compañía, Departamento de Medicina y Epidemiología, Universidad de California, Davis, EE.UU.
El Dr. Francey se licenció en la Universidad de Berna, Suiza, en 1988 y realizó una residencia en Medicina Interna de
Pequeños Animales, primero en Berna y luego en la Universidad del Estado de Louisiana, entre 1996 y 2000. Obtuvo
una beca de investigación posdoctoral en Nefrología y Hemodiálisis en la Universidad de California, Davis, entre 2000
y 2003 y en la actualidad es profesor de Medicina Interna de Pequeños Animales y Nefrología en Davis.
E
l término enfermedad renal crónica se refiere a una
lesión renal estructural irreversible de duración determinada, con independencia de la extensión y la causa
inicial de la pérdida de nefronas. Representa una definición más amplia que el término «insuficiencia renal
crónica», más restringido y a veces impreciso, y también
incluye el estadio inicial preazotémico de la enfermedad.
A pesar de estos criterios amplios de inclusión, la enfermedad renal crónica se caracteriza en general por una presentación clínica bastante uniforme y predecible.
Figure 1. Sistema de estadificación de la IRIS para gatos con enfermedad renal
crónica (2004).
Principales estadios en función
de la creatinina sérica
I
no azotémica
II
III
IV
azotemia renal leve
azotemia renal moderada
azotemia renal grave
Creatinina
(␮mol/L)
< 140 (1.6 mg/dL)
(con signos de nefropatía)
141-250 (1.6-2.8 mg/dL)
251-440 (2.9-5.0 mg/dL)
> 440 (> 5.0 mg/dL)
Subestadios en función
de la proteinuria
NP
BP
P
PUC
< 0.2
0.2-0.4
> 0.4
no proteinúrica
proteinúrica límite
proteinúrica
Subestadios en función de
la hipertensión
NH
HL
PAS
(mmHg)
no hipertensiva
hipertensiva límite
HCC hipertensiva
con complicaciones
HSC hipertensiva
sin complicaciones
HND hipertensión no determinada
< 150
150-179
(sin signos extrarrenales de HT)
> 150
(signos extrarrenales de HT)
> 180
(sin signos extrarrenales de HT)
PA no medida
PUC: cociente entre proteína urinaria y creatinina; PAS: presión arterial sistólica; HT:
hipertensión
Ejemplo: un gato con azotemia renal; creatinina de 190 ␮mol/L (2,14 mg/dL), PUC 1,5;
PA sistémica 155/95 (122) y sin signos de lesión de órgano terminal extrarrenal
hipertensiva (exploraciones del fondo gástrico, neurológicas y cardiológicas
normales) se describiría como un caso de nefropatía crónica en estadio II-P-HL
(azotemia renal leve con proteinuria e hipertensión límite)
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La enfermedad renal crónica tiene una inclinación natural a empeorar con el paso del tiempo con una disminución progresiva de la función renal y una manifestación
clínica más intensa. Aunque los felinos de cualquier edad
pueden verse afectados, la prevalencia de esta enfermedad
aumenta notablemente en las últimas etapas de la vida,
tanto que alrededor del 8 % de los gatos mayores de 10
años y el 15 % de los gatos mayores de 15 años experimentan algún grado de nefropatía crónica. Es una de las
principales causas de muerte o eutanasia en los gatos
domésticos. No obstante, los nuevos conocimientos sobre
la patogenia de la enfermedad, la disponibilidad de
mejores herramientas para el diagnóstico precoz y los
nuevos enfoques terapéuticos nos han permitido algunos
avances importantes. Por tanto, somos capaces de ralentizar el avance y tratar el síndrome urémico y disponemos
de tratamientos sustitutivos renales, que ofrecen una
nueva esperanza a los propietarios para tratar a sus animales a la vez que mantienen una buena calidad de vida
sin afectar la relación calidad-tiempo con su gato. Puesto
que el término enfermedad renal crónica se refiere a todo
un espectro de signos y alteraciones metabólicas que abarcan desde la lesión asintomática temprana hasta la uremia grave del estadio final, el primer paso de nuestro
enfoque es la estadificación de la enfermedad. La International Renal Interest Society (IRIS) ha desarrollado un
sistema de clasificación para normalizar el enfoque diagnóstico y terapéutico de perros y gatos con nefropatía
crónica. Este sistema agrupa a los gatos en cuatro estadios
principales basados en la creatinina sérica y los estratifica
luego más en función de la proteinuria y la hipertensión
sistémica (HT), los dos determinantes principales de progresión de la enfermedad (Figura 1).
La estadificación adecuada de un gato con nefropatía
crónica para finalmente confeccionar un plan terapéutico
según sus necesidades individuales implica la obtención
de una base de datos mínima (Figura 2). Con estos resultados, puede establecerse una lista de problemas individualizada. Dado que las manifestaciones de la nefropatía
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Cómo tratar…La enfermedad renal crónica en el gato
❍ Exploración física completa (palpación rectal, exploración
❍
❍
❍
❍
❍
❍
gástrica y una breve exploración neurológica)
Presión arterial sistémica
Hemograma completo, perfil bioquímico
Análisis de orina
Cociente entre proteína urinaria y creatinina (PUC)
Cultivo de orina y sensibilidad
Diagnóstico por imagen, en general ecografía abdominal
❍ Azotemia
❍ Trastornos GI
❍ Anorexia / catabolismo – desnutrición
❍ Estado de hidratación
❍ Hipertensión sistémica
❍ Anemia
❍ Hiperparatiroidismo secundario renal
❍ Acidosis metabólica
❍ Trastornos electrolíticos (p. ej. hipopotasemia)
Figura 2. Base de datos mínima para la evaluación clínica de gatos con
enfermedad renal crónica.
❍ Proteinuria
❍ Infecciones de las vías urinarias
❍ Progresión natural de enfermedad renal crónica
crónica pueden predecirse, en función del estadio de la enfermedad, el empleo de una lista de control con los problemas de
enfermedad renal crónica encontrados habitualmente puede
facilitar este enfoque (Figura 3). Con la elevada prevalencia de
la nefropatía en los gatos, es muy importante evaluar cómo encajan estos problemas y valorar de una manera crítica si están
realmente asociados con la nefropatía o si deben considerarse
otras enfermedades. Por ejemplo, en un gato con nefropatía
crónica en estadio II que presente una anemia no regenerativa
de moderada a grave deben evaluarse claramente otras causas
de anemia, ya que esta complicación no se espera en este estadio. En cambio, si este gato está muy delgado y todos los demás
parámetros de la función renal indican un estadio más elevado
de la enfermedad, es probable que la creatinina esté infravalorada debido a una pérdida intensa de masa muscular y a la disminución de la generación de creatinina. En ese caso es
probable que la anemia se deba a una nefropatía más grave. En
la estadificación de los animales es importante una evaluación
crítica de todos los parámetros, ya que será necesario el
tratamiento global de todos los problemas clínicos para el
tratamiento óptimo del gato urémico. Sin embargo, es imprescincible priorizar el tratamiento para mejorar el cumplimiento del propietario. En animales con un diagnóstico reciente
de nefropatía crónica, el tratamiento debe basarse en el criterio clínico y limitarse a lo absolutamente necesario con el fin
de no abrumar al propietario. Un enfoque gradual aumentará
a menudo la aceptabilidad de la politerapia necesaria para tratar
la nefropatía crónica y evitar así un cese precoz del tratamiento
y la eutanasia. El tratamiento inicial se concentrará principalmente en los problemas clínicos percibidos por el propietario
(p. ej. trastornos gastrointestinales) y los que más probablemente
mejorarán la calidad de vida y el estado clínico de la mascota
(p. ej. fluidoterapia por vía subcutánea). Sólo se abordará la
modulación de la progresión natural de la enfermedad más adelante, cuando el animal esté estable y en buen estado, y es más
probable que el propietario piense «a largo plazo». Por tanto, se
seguirá un tratamiento de intensidad creciente (Figura 4).
❍ Enfermedad neuromuscular, diatesis hemorrágica…
❍ Adaptación de la posología del fármaco
Figura 3.
Lista de control de los problemas clínicos y las consideraciones especiales de los
gatos con enfermedad renal crónica.
Estrategia terapéutica
Estadio de la
enfermedad
1) Manipulación alimentaria
I-II
2) Enfoque farmacéutico de los múltiples trastornos
metabólicos
II-III
3) Administración de fluidos por vía subcutánea
III-IV
4) Colocación de una sonda gástrica para
la administración de líquidos, alimento y fármacos
III-IV
5) Tratamiento de la anemia con inyecciones
IV
de eritropoyetina
6) Tratamiento de sustitución renal
(trasplante, hemodiálisis crónica)
IV tardío
Figura 4. Principales pasos en el tratamiento de la enfermedad renal crónica y
ritmo esperado de inicio.
tario sin deteriorar la calidad de vida del animal. Nuestro papel
consiste en explicar todas las opciones disponibles y sus implicaciones a los propietarios y guiarles en la elección del plan terapéutico más ideal y deseable confeccionado para el paciente.
Aunque los propietarios suelen percibir la colocación de una
sonda gástrica permanente como un paso importante en la progresión de la enfermedad y un nivel extremo de tratamiento artificial, su uso es claramente más fácil, más seguro y más
productivo que la administración de fluidos por vía subcutánea
(Figuras 5a y b). No precisa fluidos estériles especiales, técniFigura 5.
a. Gato doméstico de pelo corto de 6 años con enfermedad renal crónica en estadio III.
Se ha utilizado una sonda gástrica de silicona de 20 Fr para la alimentación asistida
durante 15 meses.
b. Gato doméstico de pelo corto de 8 años (nefropatía crónica en estadio II) con sonda de
gastrostomía de perfil bajo de 18 Fr colocada durante 8 meses (flecha). Estas sondas
menos visibles están ganando aceptabilidad entre los propietarios y es menos probable
que el gato se las quite.
a
Obviamente, los factores individuales, económicos y sociales
influirán en el ritmo ideal de instauración de estos pasos terapéuticos. Varía mucho de un gato a otro y cada combinación
de gato y propietario tiene sus propias expectativas y limitaciones. Si bien sólo unos pocos quieren o pueden permitirse el
uso de un tratamiento sustitutivo renal, los primeros pasos han
mejorado notablemente nuestra capacidad de ampliar el
tratamiento de los gatos con enfermedad renal crónica a la vez
que se mantiene una buena relación entre el gato y el propie2005
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Cómo tratar…La enfermedad renal crónica en el gato
Tratamiento
Ejemplo de fármaco
Dosis inicial
Consideraciones especiales
Azotemia
Goal: appropriate BUN:creatinine ratio
Restricción de las proteínas
de la dieta
Mantenimiento de la hidratación
Dieta renal
Líquido por vía subcutánea
50-100 mg por v. s. cada 24 horas
Agua por vía oral / sonda gástrica
Advertencia: riesgo de carga sódica en la hipertensión
¡El agua es el hidratante ideal!
Control de la hemorragia GI
Control del catabolismo excesivo (p. ej. acidosis metabólica)
Trastornos GI
Disminución de la acidez gástrica
Protector gástrico
Antieméticos
Reducción de las grasas de la dieta
Ranitidina
Omeprazol
Sucralfato
Metoclopramida
Clorpromazina
Ondansetron
Dolasetron
Dieta GI / comida casera
0,5-2 mg/kg v.o. cada 12-24 h*
0,7 mg/kg v.o. cada 24 h
250-500 mg/kg v.o. cada 8-12 h
0,5-0,5 mg/kg por v.o./s.c. cada 8 h*
0,2-0,4 mg/kg s.c. cada 8 h*
2-4 mg/kg v.o. cada 6-24 h*
0,1-1 mg/kg v.o./s.c. cada 12-24 h
0,3-0,6 mg/kg v.o./s.c. cada 24 h
Riesgo de sobredosis (excreción renal)
Ninguna dieta comercial tiene un contenido
restringido de grasas y proteínas
Anorexia, catabolismo - desnutrición
Control de todos los trastornos metabólicos (p. ej. azotemia excesiva, acidosis)
Sonda gástrica
Esofagostomía/sondas gástricas
Estimulantes del apetito
Ciproheptadina
2 mg/gato cada12-24 h*
Poco eficaces; raramente indicados
(sólo a corto plazo)
Estado de hidratación
Alimento húmedo
Fluido por vía subcutánea
Agua por vía oral o enteral
Cristaloides de sustitución
p. ej. NaCL al 0,9 %, LRS
50-100 mg s.c. cada 24 h
Agua por vía oral o sonda gástrica
Incluye contenido hídrico de la comida triturada
Hipertensión sistémica
Bloqueante de los canales de calcio Amlodipina
Inhibidor de la ECA
Enalapril, benazepril
0,625 mg/gato por vía oral cada 24 h
Antihipertensor potente;
precisa nefroprotección añadida
0,25-0,5 mg/kgpor vía oral cada 12-24 h* Poco efecto antihipertensor; muy buena
nefroprotección
Anemia
Eritropoyetina (EPO)
EPO humana recombinante
Complemento de hierro
Hierro dextrán
100 mg/kg por vía subcutánea
30 % de producción de anticuerpos a la EPO humana
3 veces por semana
10 mg/kg inhalados cada 3 o 4 semanas Necesario cuando se utiliza EPO; poca disponibilidad
de complementos de hierro de administración oral
Hiperparatiroidismo secundario renal
Restricción del fósforo de la dieta
Quelante del fósforo intestinal
Análogo de vitamina D
Dieta renal
Con aluminio
(hidróxido de aluminio)
Con calcio (carbonato cálcico)
Sin Al, sin Ca (Sevelamer)
Calcitriol
50-90 mg/kg/día por vía oral, dividido
Muy eficaz
100 mg/kg/día por vía oral, dividido
40-60 mg/kg/día por vía oral, dividido
1,6-3,6 mg/kg por vía oral cada 24 h
Contraindicado en hipercalcemia
Más caro, menos eficaz
Precisa control (PTH, Ca, P)
Bicarbonato sódico
Citrato potásico
10 mg /kg por vía oral cada 8-12 h
40-80 mg/kg cada 8-12 h*
Primera elección en hipopotasemia simultánea
Acidosis metabólica
Tratamiento alcalino
Trastornos electróliticos (en especial hipopotasemia)
Complemento de potasio
Gluconato potásico
Potassium citrate
2 mEq/gato por vía oral cada 12 h*
40-80 mg/kg por vía oral cada 12 h*
Dieta renal
Enalapril, benazepril
0,25-0,5 mg/kg por vía oral cada 12-24 h*
Proteinuria
Restricción de las proteínas de la dieta
Inhibidor de ECA
Puede disminuir la TFG al principio
ajuste de la dosis, control
Progresión natural de la nefropatía crónica
Dieta
Inhibidores de ECA
Dieta renal
Enalapril, benazepril
0,25-0,5 mg /kg por vía oral cada 12-24 h* Puede disminuir la TFG al principio
ajuste de la dosis, control
Figura 6. Tratamiento convencional de la enfermedad renal crónica felina. Abordaje de los problemas clínicos.
Esta lista se limita a los fármacos que pueden ser administrados por vía oral (v.o.), mediante sondas gástricas o como inyecciones subcutáneas (s.c.) por los propietarios de gatos con
nefropatía crónica. Para la mayoría de fármacos, las dosis iniciales indicadas deben ajustarse según el efecto y adaptarse al nivel de la función renal. Algunos fármacos (p. ej. los
inhibidores de la ECA) pueden tener efectos secundarios negativos y se precisa un control adecuado con reevaluación la función renal, medición de la tensión arterial y valoración de la
eficacia del tratamiento con el fin de evitar una descompensación aguda. Muchos de estos fármacos son excretados o metabolizados por el riñón (*) y es necesario adaptar su posología o
intervalo de administración al nivel de función renal.
cas asépticas ni el uso de agujas, y ofrece una vía ideal de administración del agua, los fármacos y el alimento de una calidad y una cantidad correctas. Obviamente no debemos
infravalorar la gran dedicación de tiempo necesario para
preparar la comida y para la administración asociada con una
sonda gástrica. Sin embargo, un comentario frecuente de los
propietarios es que al final vuelven a pasar un tiempo de cali-
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dad con su mascota y que no tienen que batallar con su gato
cada vez que deben darle de comer y administrarle el
tratamiento. En la Figura 6 se resumen las opciones terapéuticas para los principales problemas clínicos hallados en gatos
con nefropatía crónica. No pretendemos que esta lista sea extensa y debe priorizarse y adaptarse a las necesidades de cada
gato según el criterio del veterinario. ◆
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Diagnóstico y tratamiento
de la hipertensión felina
Harriet M. Syme, BSc, BVetMed, PhD, MRCVS, Dipl ACVIM, Dipl ECVIM-CA
Profesora de Medicina Interna de Pequeños Animales, Royal Veterinary College, Londres, Reino Unido
Harriet M. Syme se licenció en el Royal Veterinary College, Londres, en 1994. Luego realizó dos periodos de prácticas con
pequeños animales, primero en el RVC y el segundo en la Universidad de Purdue, EE.UU. Permaneció en Purdue para acabar
una residencia en medicina interna de pequeños animales. Luego regresó al Reino Unido para realizar el doctorado, en el que
investigó la relación entre la nefropatía crónica y el desarrollo de hipertensión sistémica en gatos. En 2002, Harriet recibió el
premio de la International Renal Interest Society (IRIS) por su investigación clínica. En la actualidad es profesora de medicina interna de
pequeños animales en el RVC y sus principales temas de interés clínicos se centran en los campos de la urología/nefrología y la endocrinología.
PUNTOS CLAVE
➧ En general la hipertensión en gatos se diagnostica
cuando aparecen signos de lesión de órgano terminal
➧ El órgano más frecuentemente afectado es el ojo;
a menudo aparece ceguera
➧ La hipertensión aparece con más frecuencia en gatos
geriátricos y los gatos con insuficiencia renal crónica
están en una situación de riesgo particularmente
elevado
➧ Es fácil una medida no cruenta de la presión arterial
en los gatos, aunque el «efecto bata blanca» es un
problema significativo
➧ En la actualidad el amlodipina, un bloqueante de los
canales de calcio, es el tratamiento de elección en la
actualidad
E
n medicina humana la hipertensión se denomina el
«asesino silencioso» porque la mayoría de las personas tratadas por hipertensión no presentan signos
clínicos; reciben tratamiento porque en estudios epidemiológicos a gran escala se ha documentado que la
hipertensión les sitúa en una situación de mayor riesgo
de experimentar un accidente cerebrovascular o un in-
b
Signos clínicos
Los signos que empujan al propietario de un gato a
buscar atención veterinaria son casi siempre oculares,
pero también pueden estar relacionados con
disfunción cerebral, cardiaca o renal (1, 2). En
ocasiones, se llevan los gatos a consulta a causa de
epistaxis.
Manifestaciones oculares de la hipertensión
Por desgracia, la anomalía que más a menudo empuja
a los propietarios a buscar atención veterinaria para sus
gatos es el desarrollo de ceguera repentina (1, 3). Otros
signos que el propietario del gato puede percibir son el
c
Photos: © Rebecca Elks
a
farto de miocardio o de desarrollar insuficiencia renal.
Por desgracia, en medicina veterinaria la situación es
muy distinta. La mayoría de los animales son diagnosticados de hipertensión porque desarrollan signos
graves de lesión de órgano terminal, lo que da testimonio de la reticencia de la profesión veterinaria a medir
con regularidad la presión arterial (PA); en la actualidad es habitual medir la PA sólo cuando han aparecido
signos clínicos que pueden atribuirse a la hipertensión
sistémica.
Figura 1. Manifestaciones oculares de hipertensión típicamente observadas en gatos que acuden a la consulta por ceguera.
a. Extenso desprendimiento bulloso de retina. b. Desprendimiento de retina y numerosas hemorragias retinianas pequeñas. c. Hipema.
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Diagnóstico y tratamiento de la hipertensión felina
hipema y la midriasis. Entre los hallazgos oftalmológicos típicos en gatos con ceguera inducida por hipertensión se cuentan la hemorragia en la cámara anterior, el cuerpo vítreo, la
subretina o la retina o el desprendimiento seroso de la retina
(1, 3). Por norma general, las lesiones son bilaterales, aunque
un ojo puede estar más afectado que el otro. En la Figura 1
se muestran ejemplos de estas anomalías. Los cambios secundarios que a veces se desarrollan tras una lesión hipertensiva son, entre otros, el glaucoma y la atrofia retiniana (1).
a
c
Aunque los signos clínicos observados en gatos con hipertensión se han descrito tradicionalmente como «retinopatía
hipertensiva», de hecho los procesos patológicos que se producen son más marcados en la vasculatura coroidal. Por
ejemplo, se produce desprendimiento de retina cuando
exuda líquido de las arteriolas y los capilares coroidales terminales y se acumula en el espacio subretiniano. Se produce
degeneración del epitelio pigmentario de la retina como una
secuela de una isquemia coroidal grave. Se han descrito con
poca frecuencia lesiones en el nervio óptico en gatos; posiblemente porque, cuando se producen, en general quedan
ocultas por el edema o la hemorragia simultáneos. Además,
el nervio óptico retraído no mielinizado del gato puede hacer
particularmente difícil la apreciación de tumefacción. Los
signos clínicos y la fisiopatología de la retinopatía hipertensiva, la coroidopatía y la neuropatía óptica en gatos fue el
tema de una revisión reciente (4).
Photos: © Rebecca Elks
b
Se reconocen cambios oculares más sutiles sólo si se ha realizado una oftalmoscopia del gato antes del desarrollo de
la ceguera. Entre las lesiones pueden contarse pequeñas hemorragias retinianas, desprendimientos focales de retina y
edema retiniano. Además, puede haber zonas pequeñas y
oscuras en el interior de la retina como consecuencia de la
degeneración focal de la retina. Estas lesiones suelen encontrarse en el área tapetal del fondo de ojo cerca del disco óptico. En la Figura 2 se describen ejemplos de estas lesiones.
Figura 2. Manifestaciones oculares de hipertensión que pueden observarse
en gatos que conservan la visión.
a. Zonas focales de hemorragia retiniana.
b. Pequeñas zonas de desprendimiento de retina bulloso.
c. Pequeñas zonas de desprendimiento retiniano bulloso y zonas focales de
degeneración retiniana.
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Manifestaciones neurológicas de la hipertensión
Los signos neurológicos que se han señalado en gatos
hipertensos son, entre otros, debilidad, ataxia, desorientación, amaurosis, signos vestibulares, ventroflexión cervical, paraparesia, postura de decortización, estupor, convulsiones y muerte (1, 2, 3, 5). En gatos con desarrollo
espontáneo de hipertensión se han observado signos neurológicos con menos frecuencia que los oculares; sin embargo, se observan en hasta un tercio de los casos (1, 2, 3).
No obstante, es probable que las lesiones neurológicas pasen
a menudo desapercibidas por varios motivos. Debido a la
naturaleza variable de los signos mostrados por los gatos
con hipertensión, puede no considerarse este diagnóstico
cuando los gatos acuden a la consulta con una enfermedad
neurológica; probablemente se aplica la eutanasia a muchos
gatos sin haber establecido un diagnóstico. Además, en los
gatos que acuden a la consulta con lesiones oculares graves,
pueden atribuirse fácilmente a su ceguera signos neurológicos sutiles como la depresión. La presencia de signos neurológicos leves puede explicar por qué muchos propietarios
dicen que su gato es mucho más brillante cuando se inicia
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Diagnóstico y tratamiento de la hipertensión felina
el tratamiento antihipertensor, a pesar de que el gato no haya
recuperado la visión.
Manifestaciones cardiovasculares de la hipertensión
Durante la exploración de gatos hipertensos, se perciben con
frecuencia soplos sistólicos y ritmo de galope (1, 2, 3). Entre
las otras anomalías atribuibles al sistema cardiovascular documentadas con menor frecuencia en la exploración física se
cuentan los soplos diastólicos, la taquicardia (1, 2), las arritmias (2) y la disnea (3).
No obstante, los soplos cardíacos y otras anomalías se encuentran con una frecuencia relativa en los gatos viejos, incluso en los que presentan una presión arterial normal; por
tanto, este hallazgo no debe tomarse como una presunta
prueba de hipertensión sistémica: no es un sustituto de la
medición de la presión arterial.
Los gatos hipertensos rara vez son llevados a la consulta con
signos de insuficiencia cardiaca congestiva. Cuando eso
sucede es probable que la hipertensión no sea la única causa
de la insuficiencia cardiaca, sino que haya exacerbado alguna enfermedad cardiovascular preexistente. Sin embargo,
debe medirse la presión arterial con regularidad en gatos
evaluados por sospecha de enfermedad cardiovascular.
Los rasgos radiológicos descritos en gatos hipertensos son,
entre otros, un agrandamiento cardiaco, en especial del ventrículo izquierdo, y la presencia de una aorta torácica ondulante. Entre los cambios ecocardiográficos que suelen
encontrarse con más frecuencia en gatos hipertensos se
cuentan la hipertrofia leve de la pared libre ventricular
izquierda y el septo interventricular. Sin embargo, es notable
que las dimensiones cardiacas son normales en muchos
gatos con hipertensión sistémica. De hecho, en una comparación sistemática de los parámetros ecocardiográficos
entre gatos hipertensos y un grupo de gatos normales de
edades equiparables, se reveló muy poca diferencia entre
ambos grupos (6).
Diagnóstico de la hipertensión
La PA puede medirse mediante métodos directos o indirectos. En general, se considera que los métodos directos, que
requieren la punción arterial o la colocación de un catéter
arterial, proporcionan las mediciones de referencia de la PA.
No obstante, los métodos directos no son adecuados para
la medición habitual de la PA en pacientes clínicos debido
a las dificultades técnicas que plantea la punción arterial, el
aumento probable de la PA a causa del dolor del procedimiento y la tensión de verse retenido, así como el riesgo de
complicaciones como infección, trombosis y hemorragia. Se
ha descrito una técnica para implantar repetidores de impulsos que midan la presión arterial y se ha demostrado que
estas técnicas son útiles para realizar estudios experimentales (7, 8).
Los métodos indirectos son más aplicables a la medición de
la PA en el ámbito clínico. Los métodos factibles en los gatos
son la técnica de Doppler y la oscilométrica. La técnica aus-
cultatoria habitualmente utilizada en los seres humanos no
puede emplearse en gatos debido a la baja amplitud de los
ruidos arteriales (ruidos de Korotkoff). La elección de una
técnica indirecta para medir la PA en gatos es controvertida
y cada método tiene defensores y detractores.
Método oscilométrico
Los instrumentos oscilométricos detectan cambios de presión en el interior de un manguito oclusivo lleno de aire colocado alrededor de una arteria periférica. La amplitud de las
oscilaciones varía en relación con la PA y la presión en el interior del manguito. Los defensores de este método abogan
por su uso porque informa de las mediciones de la PA, tanto
la sistólica como la diastólica.
Sin embargo, los valores proporcionados para la PA media,
que corresponden a las oscilaciones de mayor magnitud,
son en general más fiables que los valores sistólico y diastólico. En estudios realizados en gatos anestesiados se
ha descubierto que la técnica oscilométrica tiende
a infravalorar la PA (en especial la PA sistólica) cuando es
elevada (9). También se documentó un fracaso relativamente frecuente al obtener mediciones de la PA, descubrimiento que es corroborado en estudios realizados
en gatos conscientes en los que el tiempo medio empleado
para obtener lecturas uniformes múltiples de la PA fue
largo (10).
Lo más preocupante de todo son los datos publicados
según los cuales las mediciones oscilométricas de la PA
no muestran una buena correlación con las mediciones
directas en el gato consciente (11) y no permiten predecir qué individuos tienen enfermedad ocular hipertensiva
(12). Varios factores, entre ellos el movimiento del paciente y la velocidad del pulso, en general más elevados
que en gatos anestesiados, podrían influir de manera adversa en el rendimiento del instrumento en animales conscientes.
Método Doppler
Las técnicas Doppler para medir la PA se basan en una señal
audible emitida desde el transductor cuando se detecta
movimiento de las células sanguíneas debido a un cambio
de la frecuencia de una onda ecográfica reflejada.
El operador mide la PA de un sigmomanómetro adherido a
un manguito oclusivo colocado alrededor de la extremidad
proximal al transductor. En un informe en el que se compararon las mediciones directas e indirectas de la PA en animales anestesiados, el método Doppler fue más preciso que
las mediciones oscilométricas (9), pero en un segundo estudio se encontró lo contrario (13).
Sin embargo, los defensores del método Doppler para medir
la PA prefieren este método porque parece más fiable en
gatos conscientes, permitiendo predecir qué gatos han desarrollado lesiones oculares. Una limitación del método es
que no puede utilizarse de manera fiable para proporcionar
estimaciones de la PA diastólica.
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Diagnóstico y tratamiento de la hipertensión felina
Recuadro 1.
Medición de la presión arterial mediante el método Doppler
1. Permita que el gato se aclimate a su entorno durante 5 o 10
minutos. Sería ideal que las mediciones se realizaran en
presencia del propietario antes de llevar a cabo procedimientos
estresantes como la exploración física o la extracción de
muestras de sangre.
2. La zona donde la sonda Doppler está en contacto con la piel
(justo en la posición distal a la almohadilla carpal, ligeramente
medial a la línea media) se prepara cortando una pequeña área
de pelo (Figura 3). Con la práctica, este paso se hace innecesario
en casi todos los gatos a excepción de los que tienen un pelaje
muy denso; aplicar alcohol para humedecer el pelo y permitir
que la sonda esté en contacto con la piel permite que se genere
una señal adecuada y evita que el gato se estrese por el ruido de
las tijeras.
Figura 4.
Medición de la presión
arterial. Se permite que el gato
adopte una posición cómoda y
se le sujeta con suavidad;
mejor si lo hace el propietario.
La sonda Doppler se coloca
encima de la arteria de la
cara palmar de la extremidad.
Cuando las pulsaciones son
claramente audibles, se infla
lentamente el manguito con el
esfigmomanómetro.
3. Se ajusta bien un manguito de 2 a 3 cm de diámetro alrededor
del antebrazo y luego se fija al esfigmomanómetro.
4. La sonda Doppler se aplica a la piel con una cantidad abundante
de gel para ecografías (Figura 4). Sólo después de haber
colocado la sonda se aumenta el volumen del amplificador para
que pueda oírse una señal audible. Eso evita el ruido «estático»
elevado que se hace cuando la sonda toca por primera vez la
piel. Una vez que la sonda está en contacto con la piel puede
deslizarse hasta obtener una señal audible clara.
5. La presión del manguito oclusivo se aumenta hasta que cesan
las pulsaciones audibles de la sonda Doppler (es decir, hasta
que se ha ocluido el flujo de la sangre arterial) y luego otros 20
o 30 mmHg. El aumento de la presión en el manguito a niveles
muy elevados suele ser innecesario y puede incomodar al gato,
por lo que debería evitarse.
6. El manguito se desinfla lentamente y la presión a la que las
pulsaciones audibles se reanudan se toma como la PA sistólica
7. Este procedimiento se repite varias veces durante un periodo de
entre 2 y 3 minutos hasta que se hayan obtenido 4 o 5 lecturas
uniformes, de las que se calcula una media
Figura 3. Preparación del antebrazo para medir la presión arterial. Se ha colocado un
manguito alrededor de la pata entre el carpo y el codo. Se ha recortado una zona de pelo
distal a la almohadilla carpal.
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Se dice que el método Doppler es capaz de obtener lecturas
más uniformes de la PA que las otras técnicas indirectas, en
especial en el estado hipotenso (9). En el Recuadro 1 se describe un protocolo sugerido para medir la PA mediante esta
técnica.
Hipertensión de bata blanca
Cualquiera que sea la técnica no cruenta utilizada, deben
hacerse esfuerzos por evitar los aumentos transitorios de la
presión arterial asociada con el estrés de visitar la clínica y
el propio proceso de medición, un fenómeno conocido con
el nombre de «hipertensión de bata blanca». El efecto de
bata blanca es un fenómeno muy reconocido en pacientes
humanos en los que las mediciones de la PA obtenidas en
un ambiente de atención médica son más elevadas en comparación con las obtenidas con los instrumentos de medición
ambulatoria de la PA, lo que puede llevar a un falso diagnóstico de hipertensión y al tratamiento innecesario consiguiente. También se ha descrito el efecto de bata blanca en
los gatos. En un estudio, se utilizaron implantes radiotelemétricos para medir la PA y la frecuencia cardiaca en
gatos procedentes de una colonia de investigación mientras
estaban tranquilamente en sus jaulas y mientras eran sometidos a una visita estimulada a una consulta veterinaria (14).
En el estudio se descubrió que la PA sistólica media durante
la exploración superaba la PA sistólica de 24 horas en 18
mmHg; sin embargo, el patrón y la intensidad del efecto de
bata blanca eran muy variables, con una diferencia máxima
de 75 mmHg entre las mediciones. La magnitud del efecto
de bata blanca no pudo predecirse a partir de los cambios
de la frecuencia cardiaca. Los resultados de este estudio y
de otro (15) han demostrado rotundamente que es importante permitir a los gatos aclimatarse y minimizar los procedimientos estresantes antes de medir la PA.
Cuestiones relacionadas con la medición
Pueden utilizarse las extremidades anteriores, las posteriores o el rabo para las mediciones, pero es importante ser
constante, ya que pueden obtenerse mediciones distintas de
los diversos puntos. La anchura del manguito debe corres-
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Diagnóstico y tratamiento de la hipertensión felina
Tabla 1. Evaluación de las mediciones de la presión arterial de gatos normales conscientes
Método
Radiotelemetría
Lugar
n
Sistólica
Media
Diastólica
Referencia
NA
6
125 ± 11
105 ± 10
89 ± 90
(7)
(14)
Radiotelemetría
NA
6
126 ± 40
106 ± 5.0
91 ± 60
Radiotelemetría
NA
6
123 ± 0.3
106 ± 0.3
94 ± 0.5
(8)
Oscilometría
Rabo
104
139 ± 27
199 ± 27
77 ± 25
(10)
Oscilometría
Rabo/EA
60
115 ± 10
196 ± 12
74 ± 11
(25)
Doppler
EP
5
139 ± 80
NR
104 ± 90
(26)
Doppler
EA
20
129 ± 23
NR
NR
(27)
Doppler
EA
50
162 ±19
NR
NR
(15)
Doppler
EP
33
118 ± 11
NR
84 ± 12
(19)
Los valores se presentan como la desviación estándar ± media.
NR- no registrado
n- número de gatos
EA- extremidad anterior
ponder aproximadamente al 40 % del perímetro de la extremidad: utilizar un manguito demasiado ancho tenderá a
reducir las mediciones de la PA y, a la inversa, uno demasiado estrecho tenderá a aumentarlas. No obstante, las diferencias que se observan con los distintos tamaños de
manguitos son de muy poca importancia.
¿Qué constituye la hipertensión?
Las recomendaciones para definir la hipertensión en gatos
han variado mucho de unos estudios a otros. Ha habido un
número limitado de estudios en los que se ha medido la PA
en gatos normales para proporcionar intervalos de referencia clínicos (Tabla 1). Cabe destacar que, aunque las
mediciones de la PA presentadas han sido, en general, bastante variables, las mediciones obtenidas de manera directa
de gatos normales jóvenes con instrumentos radiotelemétricos implantados quirúrgicamente han sido muy constantes
entre los estudios (7, 8, 14). En esos estudios, la PA era también muy similar entre gatos, lo cual sugiere que una gran
parte de la variabilidad entre estudios procede o bien de las
inexactitudes asociadas con los métodos indirectos de
medición de la PA o bien del efecto bata blanca. La PA medida radiotelemétricamente es también similar entre gatos
y seres humanos y, de hecho, entre la mayoría del resto de
mamíferos. Se sugiere que esta PA es óptima para la perfusión del cerebro y otros órganos vitales.
En estudios epidemiológicos se ha demostrado que la PA
sistólica, así como la diastólica, tienen una asociación fuerte,
continua, gradada y etiológicamente significativa con los
pronósticos adversos de la enfermedad en seres humanos.
Las definiciones de hipertensión y normotensión se consideran, por consiguiente, redundantes y lo importante es mantener la PA a un nivel que sea óptimo para prevenir un
pronóstico adverso (como la enfermedad cardiovascular). La
PA óptima en muchas poblaciones humanas es muy inferior
a la que se describiría estadísticamente como «normal». Por
ejemplo, se calcula que el 25 % de los adultos del mundo desarrollado tienen una PA supraóptima y deben recibir antihipertensores. La situación se complica todavía más en los
EP- extremidad posterior
NA- no aplicable
estudios en los que se demuestra que la PA óptima no es uniforme, sino que depende del estado clínico del paciente; por
ejemplo, en pacientes con nefropatía la PA deseada debe ser
muy inferior a la de la población general (16). En gatos, posiblemente el único pronóstico clínico evaluado en relación
con la PA, aunque de una manera muy descontrolada y retrospectiva, es el desarrollo de lesiones oculares.
En nuestra consulta, se diagnostica hipertensión sistémica
cuando las mediciones de la presión arterial sistémica son
>175 mmHg y hay lesiones oculares consecuentes. Si no hay
lesiones, el diagnóstico se confirma sólo cuando se documentan de nuevo mediciones elevadas de la presión arterial
en otra visita a la clínica. Cuando se cumplen estos criterios
se inicia el tratamiento. Siguiendo estos criterios de intervención, es posible impedir que los gatos desarrollen lesiones
oculares. No obstante, se desconoce si se derivaría alguna
otra ventaja de tratar gatos con una presión arterial inferior
a ésta, por ejemplo en el intervalo 160-175 mmHg.
¿Qué gatos tienen riesgo de desarrollar hipertensión
sistémica?
Con el fin de diagnosticar hipertensión antes de la aparición
de signos clínicos irreversibles de lesión de órgano terminal,
es útil considerar qué gatos tienen el mayor riesgo de desarrollar hipertensión sistémica. El objetivo en estos pacientes
es la medición profiláctica de la presión arterial. La hipertensión primaria o esencial se considera poco habitual en el
gato. En la mayoría de los gatos a los que se diagnostica
hipertensión hay una enfermedad subyacente o asociada (lo
más a menudo nefropatía crónica o hipertiroidismo). Estas
asociaciones se considerarán con más detalle más adelante.
Además, existe una serie de enfermedades halladas con
menor frecuencia de las que se ha sugerido o demostrado
que provocan hipertensión sistémica en gatos; en el Recuadro 2.
Insuficiencia renal crónica
La insuficiencia renal crónica (IRC) es el síndrome más habitualmente asociado con hipertensión grave en gatos. En
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Diagnóstico y tratamiento de la hipertensión felina
Recuadro 2.
Enfermedades asociadas con la hipertensión felina,
o sospechosas de estarlo
Insuficiencia renal crónica
Hipertiroidismo
Hiperaldosteronismo
Diabetis mellitus
Hipercorticalismo suprarrenal
Anemia crónica
un gran estudio realizado en gatos que acudían a la consulta con manifestaciones oculares de hipertensión, 44 de
69 (64 %) tenían concentraciones elevadas de creatinina
sérica (1). Por consiguiente, cuando se evalúan gatos con
IRC, la prevalencia de hipertensión es elevada. Sin embargo,
las estimaciones de la prevalencia han variado considerablemente de unos estudios a otros(del 19 al 65 %), lo cual
puede deberse a métodos diferentes de medir la presión arterial, a considerar diferentes valores para definir la
hipertensión y las diferencias en las poblaciones estudiadas
(17, 18, 19). En particular, la hipertensión puede diagnosticarse más habitualmente en gatos con insuficiencia renal
relativamente leve; la mayoría tiene concentraciones de creatinina <300 ␮mol/L (<3,39 mg/dL) en el momento del diagnóstico. El motivo por el que eso no se ha documentado;
sin embargo, puede ser que muchos gatos con azotemia
grave son hipovolémicos, lo que provoca la reducción de la
presión arterial.
La relación causa-efecto entre hipertensión e IRC es compleja. En seres humanos y roedores se reconoce que la
hipertensión puede dañar el riñón; sin embargo, se carece
de pruebas que demuestren que la hipertensión es una causa
principal de nefropatía en gatos. Quizá es más probable,
aunque todavía no se ha demostrado, que la hipertensión
acelera la lesión renal en gatos con enfermedad preexistente.
Hipertiroidismo
El hipertiroidismo se cita como una causa frecuente de
hipertensión sistémica en gatos. No obstante, son relativamente infrecuentes los informes de gatos hipertiroideos con
lesiones oculares hipertensivas. Por ejemplo, de 69 gatos de
una serie de gatos que acudieron a la consulta con enfermedad ocular hipertensiva, sólo cinco eran hipertiroideos y,
entre ellos, cuatro gatos eran también azotémicos (1). En la
misma línea, la exploración sistemática del fondo ocular de
100 gatos hipertiroideos demostró que sólo 2 tenían lesiones hipertensivas sospechosas, aunque en ese estudio no
se publicó la PA (20). Las estimaciones recientes de la prevalencia de hipertensión en gatos con hipertiroidismo han oscilado entre el 12 y el 19 % (21, 22). Extrapolando de lo
que se conoce en otras especies, se propone que la hipertensión es relativamente poco frecuente a pesar de un gasto circulatorio elevado (debido a aumentos de la frecuencia
cardiaca y el volumen sistólico) porque éste es compensado
por la disminución de la resistencia periférica total.
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Hipertensión idiopática
En aproximadamente una cuarta parte de los gatos diagnosticados con hipertensión no se identifica ninguna causa subyacente ni enfermedad asociada. Se ha dicho que estos gatos
padecen hipertensión «idiopática». No obstante, es probable
que muchos de esos gatos tengan algún grado de insuficiencia renal, aunque, por definición, no son azotémicos. La observación de que la concentración media de creatinina era
más elevada y la gravedad específica de la orina, inferior, en
un grupo de hipertensos idiopáticos, en comparación con
una población de control de edad equiparable respalda esa
afirmación (23). De nuevo, se desconoce si eso era la causa
o la consecuencia de la hipertensión sistémica.
Selección de gatos para medición de la PA
Evidentemente debe medirse la PA a los gatos que son llevados a consulta con lesiones oculares hipertensivas y los
que padecen una enfermedad cardiaca o neurológica.
Además, debe medirse la PA a los gatos con IRC e hipertiroidismo; lo ideal sería hacerlo cuando no exhiben signos
clínicos de lesión hipertensiva de órgano terminal, con el fin
de poder prevenirlo. No obstante, si las mediciones de la PA
se limitan a esos criterios, no se detectará la hipertensión
«idiopática» en los gatos asintomáticos. Lo ideal sería medir
la PA a todos los gatos como una parte habitual de toda consulta veterinaria. Eso permitiría controlar las tendencias de
la PA durante la vida de un gato y recomendar la intervención si se produce un aumento significativo de la PA. Sin
embargo, es imposible generalizar esa práctica. Un compromiso sensato es medir la PA de todos los gatos mayores, ya
que la edad de casi todos los gatos en los que se han observado signos clínicos de lesión de órgano terminal relacionada
con hipertensión sistémica ha superado los 10 años.
Tratamiento de la hipertensión sistémica
La amlodipina (un bloqueante de los canales de calcio) es
el tratamiento recomendado en la actualidad para la
hipertensión en gatos. Eso se debe a que otros tratamientos
(␤-bloqueantes, inhibidores de la ECA) no reducen la presión arterial lo suficiente como para impedir el desarrollo de
lesiones oculares). La dosis inicial de amlodipina es 0,625 mg
(1/8 de un comprimido de 5 mg) diarios por gato. Si esta
dosis no reduce la presión arterial suficientemente, la dosis
se duplica a 1,25 mg (1/4 de comprimido). Esta dosis es adecuada en casi todos los gatos. Cuando se observa una mala
respuesta, en general se debe al incumplimiento del propietario o del gato.
Los bloqueantes de los canales de calcio (al menos los del
tipo L como la amlodipina) tienen el inconveniente teórico
de que dilatan preferentemente la arteriola renal aferente y
pueden exponer los delicados capilares glomerulares a una
PA sistémica elevada, provocando así hipertensión glomerular. Este efecto es más significativo si la reducción de la PA
sistémica no es adecuada. Por tanto, si se inicia tratamiento
antihipertensor es importante controlar la respuesta del gato
al tratamiento y garantizar que se alcanza la reducción adecuada de la PA. En contraste con los efectos de la amlodipina, los inhibidores de la ECA dilatan de manera preferente
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Diagnóstico y tratamiento de la hipertensión felina
la arteriola eferente, reduciendo así la presión glomerular.
Eso se debe a que los efectos vasoconstrictores de la angiotensina II son mayores en la arteriola eferente que en la
aferente, lo que ha llevado a recomendar que gatos con IRC
sean tratados con inhibidores de la ECA para aliviar la
hipertensión glomerular y retrasar el avance intrínseco de la
nefropatía. Eso conduce inevitablemente al dilema clínico
de cómo tratar gatos con hipertensión, la mayoría de los
cuales tiene también IRC. Las recomendaciones actuales son
que los gatos con hipertensión suficientemente grave como
para provocar lesiones de órgano terminal deben ser tratados con amlodipina. Se desconoce si se obtendría alguna
otra ventaja al tratar con amlodipina e inhibidor de la ECA.
Se ha administrado esta combinación de fármacos a un pequeño número de gatos hipertensos sin que desarrollen efectos secundarios evidentes (24). Ninguno de los gatos ha
desarrollado hipotensión con el tratamiento de combinación.
En la actualidad se desconoce la PA óptima en gatos tratados por hipertensión. En general se recomienda que la PA
se mantenga por debajo de 165 mmHg para impedir el desarrollo de lesiones oculares hipertensivas. Se desconoce si
se derivarían más ventajas de una disminución ulteriorde
la PA. En un estudio, la supervivencia de los gatos con
hipertensión bien controlada (PA mantenida por debajo de
165 mmHg) no difería de la de los gatos con hipertensión
mal controlada (2). La cantidad de gatos incluida en el estudio era pequeña, lo cual pudo hacer que no tuviera potencia suficiente para detectar una diferencia en la
supervivencia entre los grupos. La experiencia clínica sugiere que, en general, los gatos hipertensos, aun cuando
acuden a la consulta con lesiones oculares hipertensivas
graves e IRC, responden muy bien al tratamiento y pueden
sobrevivir durante largos periodos. Por desgracia, la ceguera
asociada rara vez es reversible. ◆
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La guía WALTHAM para recortar y guardar
La prueba de aclaramiento de
exógena (PACPE):
aspectos prácticos y recomendaciones
1. Revise el estado clínico
del paciente
➧ El perro debe haber ayunado
las 6 y las 10 horas siguientes
a la administración de la creatinina.
➧ No debe administrarse alimento,
pero debe haber agua disponible
en todo momento.
durante la noche.
➧ La función renal debe haber sido
estable durante al menos 24 horas.
un decimal, aunque para las razas
caninas grandes y gigantes se acepta
una precisión de ± 1 kg.
4. Prepare la solución de creatinina
➧ La dosis nominal es de 40 mg/kg.
3. Pese al paciente
➧ El peso corporal del paciente debe
2. Hospitalice al paciente
durante el día
➧ El perro debe ser hospitalizado
por la mañana, lo que permite obtener
las muestras de sangre (al menos) entre
Es útil disponer de cantidades de
creatinina pesadas con antelación
(por ejemplo 400 mg para perros
de 10 kg).
➧ Disuelva la creatinina en agua
destilada estéril o cloruro de sodio
determinarse con precisión en kg
justo antes de administrar la dosis
el día de la prueba.
➧ El peso del perro debe leerse con
Tabla 1. Programa de extracción de muestras de sangre tras administrar creatinina
Momento de la extracción de muestras de sangre
(minutos después de la administración de creatinina)
Nº de
muestras
de sangre
2
5
10
20
30
60
90
120
210
360
600
% de error
máximo
2
-13.9
3
-8.7
4
6.3
5
-3.5
6
3.3
7
2.3
8
1.5
9
2.2
10
1.2
11
0.0
Nota.
Los datos se tomaron
de un estudio
realizado en 18
perros. En el estudio
original se extrajeron
11 muestras de
sangre durante los
600 minutos
siguientes a la dosis.
En la tabla se indica
el porcentaje de error
en los cálculos de la
TFG, en el que se
incurre debido a que
se extraen menos
muestras en los
tiempos indicados.
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Iguala a la muestra
de sangre
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La prueba de aclaramiento de creatinina plasmática exógena (PACPE)
creatinina plasmática
estéril al 0,9 % (por ejemplo 400 mg
en 5 o 10 mL) a temperatura
ambiente justo antes de administrarla.
➧ No prepare alícuotas de uso múltiple,
ya que éstas no permiten una
dosificación exacta en otros pacientes.
5. Administración intravenosa
➧ Administre la disolución de creatinina
mediante un catéter intravenoso estéril
(con un tapón) insertado en la vena
cefálica.
➧ La dosis total de creatinina debe
inyectarse en un bolo.
➧ Enjuague el espacio muerto del catéter
con solución salina al 0,9 % después
de inyectar la creatinina. Eso garantiza
la inyección de toda la dosis.
6. Retire el catéter después
de enjuagarlo
7. Extracción de muestras de sangre
➧ Es importante extraer una muestra
de sangre del perro antes de
administrar la creatinina exógena
con el fin de establecer los valores
basales de creatinina endógena
el día de la prueba.
➧ En la Tabla 1 (tomada de (1))
se sugieren diferentes programas para
la extracción de muestras de sangre.
Es importante cumplir ese programa,
ya que la exactitud es esencial.
Por tanto, si se toma la muestra a los
63 minutos en lugar de a los
60 minutos recomendados en
el protocolo, utilice los 63 minutos
en el cálculo de la TFG.
➧ El tiempo de la última muestra de
sangre es fundamental. Si se para
la extracción demasiado pronto,
se sobrevalorará la TFG.
➧ Recoja la sangre utilizando una
jeringa y una aguja antes que una
aguja Vacutainer y utilice el mismo
anticoagulante (si utiliza alguno) para
todas las muestras. Utilice un catéter
permanente sólo si el perro es difícil
de manejar o es agresivo. En general
un mL es suficiente para la mayoría
de analizadores.
8. Ensayo de creatinina
➧ Realice todos los ensayos en una sola
partida. La creatinina es estable en
plasma o suero a 20 ºC durante 3 días
si los tubos se centrifugan en las tres
horas posteriores a la extracción, pero
lo ideal sería mantenerla a 4 ºC hasta
que se termine el cálculo de la TFG,
ya que puede ser necesario repetir
la prueba. Cada muestra producirá
dos alícuotas, una para el análisis
inmediato y otra para congelar.
Eso permite comparaciones precisas
si la TFG tuviera que calcularse de
nuevo más adelante.
9. Cálculo de la TFG
➧ La dosis de creatinina se expresará,
en general, en mg, mientras que las
concentraciones plasmáticas de
creatinina pueden expresarse en
␮mol/L, mg/dL o mg/L. Si lo calcula
de manera manual, debe convertir
todos los datos a las mismas unidades.
Por ejemplo, si las concentraciones
están en ␮mol/L, convierta la dosis
a mg (1␮mol = 0,113 mg, p. ej.
40 mg = 354 ␮mol).
➧ Introduzca los tiempos exactos de
extracción de las muestras de sangre
expresadas en minutos, tomando
el Tiempo 0 como el final de
la inyección de creatinina.
➧ Reste de cada valor observado
el valor de la concentración basal de
creatinina, es decir, la concentración
plasmática de creatinina endógena.
➧ Represente la curva de
concentración plasmática de
creatinina frente a tiempo
y busque irregularidades.
➧ Si un punto se separa mucho del resto
de observaciones, revise primero el
tiempo de muestreo y, si es correcto,
repita el ensayo de creatinina con la
muestra guardada. Si el valor sigue
siendo aberrante, no lo tenga
en cuenta para calcular la IRC.
➧ El aclaramiento plasmático de
creatinina, es decir, el valor de la
TFG en mL/kg/minuto, se determina
a partir de la ecuación TFG =
dosis/ABC, donde ABC significa área
bajo la curva de aclaramiento.
Para más información sobre
el método de cálculo, véanse 1 y 2.
10. Interpretación del valor de la
TFG
➧ Los valores normales publicados
de la TFG en perros y gatos es de
2 a 4,5 mL/kg/min. Los valores de la
TFG inferiores a 1,5 mL/kg/min
se consideran, en general, anormales.
➧ Recuerde que la IRC se considera una
enfermedad progresiva y repetir la
PACPE a lo largo del tiempo puede
ayudar a identificar las tendencias
hacia el deterioro de la función renal
en un paciente. ◆
1. Watson, ADJ, Lefebvre, HP, Concordet, D. et al. Plasma exogenous creatinine clearance test in dogs. Comparison with other methods and proposed limited
strategy. Journal of Veterinary Internal Medicine 2002, 16: 22-33.
2. Early Diagnosis of Chronic Renal Failure. Royal Canin Focus Special Edition, Oct 2003: 49-52.
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Noticias WSAVA
esde el 6 al 9 de octubre de 2004, casi
2.300 congresistas procedentes de 60
países se reunieron para disfrutar de la hospitalidad griega entre los cielos azules y las
aguas de la histórica Rodas, a la vez que participaban en una actividad de educación
continua inmejorable. La verdadera diversidad cultural y científica de nuestra profesión fue subrayada por un programa de
educación continua que contenía más de
220 conferencias, que cubrían 23 disciplinas distintas, impartidas por casi 100
oradores procedentes de más de 20 países
distintos, que representaban todos los continentes excepto la Antártida. En los programas sociales se hizo hincapié en la cultura
griega, incluida la deliciosa cocina griega, y
actividades de ocio. Los organizadores del
congreso expresan su especial agradecimiento a los patrocinadores de oro del Congreso: WALTHAM/Royal Canin y Pfizer.
WALTHAM patrocinó a los
conferenciantes de los premios de
la WSAVA
Este premio se basa en las destacadas contribuciones de un veterinario que ha producido un impacto significativo en el avance
del conocimiento relativo a la causa, la
detección, la cura o el control de los
trastornos de los animales de compañía. El
receptor ha sido elegido en función de las
colaboraciones publicadas en revistas o
libros científicos o la información presentada en congresos de veterinaria. El principal
objetivo de conferir tal honor a personas
individuales es un reconocimiento a sus
logros; WSAVA y WALTHAM animan a
todas las personas relacionadas con la profesión veterinaria a alcanzar esa calidad. El
Dr. Marc Vandevelde (Figura 1) se licenció
en la Universidad de Gante, Bélgica, y es
diplomado del ECVN. Llegó a ser profesor
agregado en la Fundación Scott-Ritchey de
la Universidad de Auburn y profesor agregado en el Instituto de Neurología Comparada de la Universidad de Berna. Eso le
llevó a su nombramiento como catedrático
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2005
y director del Instituto de Neurología Animal de la Universidad de Berna y su servicio como decano de la Facultad de
Medicina Veterinaria de la Universidad.
Recientemente ha sido nombrado director
del Departamento de Medicina Veterinaria
Clínica de la Universidad de Berna. Ha publicado alrededor de 200 artículos científicos. Sus intereses especiales abarcan la
patogenia de las enfermedades infecciosas
del sistema nervioso, la neuropatología, la
neurovirología y la neuroinmunología. La
conferencia del Dr. Vandevelde se tituló
Patogenia del moquillo nervioso.
Premio WALTHAM de la WSAVA al Servicio a la Profesión del año 2004
Este premio se basa en el servicio ejemplar
realizado por una persona que haya promovido y fomentado el intercambio de ideas
científicas y culturales por todo el mundo.
El receptor se ha escogido en función del
servicio a organizaciones locales, regionales,
nacionales e internacionales que hayan
catalizado encuentros científicos, intercambio de información y renombre internacional.
El Dr. Oscar Resburgo (Figura 2) se licenció en la Facultad de Agronomía y Ciencias
Veterinarias de la Universidad de Buenos
Aires y en la actualidad es director de una
clínica privada para pequeños animales en
Buenos Aires. También ha escrito y ha colaborado en diferentes publicaciones y es un
orador habitual en encuentros y congresos,
tanto nacionales como internacionales. La
Asociación de Criadores del Pastor Alemán
(POA) le ha nombrado radiólogo oficial
desde 1971 y es el responsable del programa de clasificación radiográfica de la displasia en Argentina. Fue presidente de la
Asociación Veterinaria de Pequeños Animales de Argentina y del XXIII Congreso
Mundial de la WSAVA en Buenos Aires
(1988). En la actualidad es el representante
nacional de Argentina en la asamblea de la
WSAVA.
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M A LL A N
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WALTHAM Focus
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Figura 1. El Dr. Marc Vandevelde recibe el premio
Internacional WSAVA por su avance científico del
Presidente de la WSAVA, Gabriel Varga, y anterior
director Bill Fry.
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20 años de premios
WALTHAM de la
WSAVA
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Figura 2. El Dr Oscar Resburgo recibe el premio
Internacional WSAVA WALTHAM por su servicio
a la profesión de Bill Fry, anterior director de
Waltham en la ceremonia de apertura en Grecia.
La conferencia del Dr. Resburgo se centró
en los diferentes hitos veterinarios en
Argentina y Latinoamérica en los que se
siente orgulloso de haber participado; entre
ellos se cuentan la reducción de la incidencia de la displasia de cadera mediante el
diagnóstico y la cría selectiva, avances significativos en la disponibilidad de educación
continua, y el control de la rabia mediante
un programa de vacunación agresivo de perros con parásitos.
Futuros congresos
Ciudad de México, México del 11 al 14 de
mayo de 2005
Ya se está preparando el congreso del
próximo año, que tendrá lugar en la ciudad de México, México, del 11 al 14 de
mayo de 2005. Este congreso será el XXX
congreso mundial de la WSAVA, el II
congreso iberoamericano (FIAVAC) y el
XXVI congreso nacional (AMMVEPE).
El Dr. Raúl Carranca, presidente del
comité organizador del congreso, les invita a visitar el sitio web del congreso
(www.wsava2005.com) para ver los programas científicos y sociales preliminares
y para inscribirse en línea. ◆
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