BAUDELAIRE Temas El tema central de Las flores del mal es la

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BAUDELAIRE
Temas
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El tema central de Las flores del mal es la exploración del mal y el hastío vital.
Algunos críticos han creído ver en la obra una recreación de los círculos del
Infierno descritos por Dante en la Divina Comedia. Otros proponen que Baudelaire
plantea una moral inversa, por la que muestra el vicio para alejarnos de él. Otros
sostienen que junto a la expresión del mal y el tedio, Baudelaire expresa también
los posibles caminos de salvación.
Como temas generales, podemos exponer los siguientes:
Las correspondencias. Ya desde el Renacimiento surge una línea de
pensamiento, que será desarrollada por los románticos, según la cual existe una
analogía universal entre el macrocosmos y el microcosmos, entre la naturaleza y el
espíritu. El mundo visible es una especie de jeroglífico en el que se escribe el
mundo invisible, y es el poeta quien debe interpretarlo y transmitirlo. A esta idea
Baudelaire añade las correspondencias “horizontales”, es decir, la analogía entre
las diferentes percepciones: colores, sonidos, olores, que se confunden en una
vasta unidad.
El artificio. Baudelaire rechaza la idea del valor de lo natural y espontáneo, y
reivindica el artificio, la máscara, el mundo urbano... Sin embargo, no oculta su
nostalgia por una época paradisíaca, en que el hombre podía vivir en plenitud casi
animal.
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El amor y el erotismo. La visión de este tema por parte de Baudelaire es
también absolutamente original, totalmente alejada del petrarquismo clásico. Para
eĺ el erotismo está vinculado a la transgresión, al pecado, a la perversión. Todo ello
aumenta el goce -anticipa teorías psicoanalíticas de Freud-, las relaciones
amorosas son sadomasoquistas. El fetichismo está presente en ellas. Y el objetivo
final del amor no es, como en el petrarquismo, la ascensión, sino precipitarse en el
abismo.
El mal. Describe un mundo en tensión entre al bien y el mal, entre el ángel y
Satán. La conciencia de loa angélico hace más excitante la trasgresión, y por tanto
más placentera. Conocer el valor de lo bueno, de lo luminoso, hace que el poeta se
complazca más en hundirse en la tiniebla, en lo enfermizo, en el fracaso.
La evasión. Para Baudelaire el horror supremo es el spleen, la repetición
monótona del tiempo, el hastío vital. Por ello su imaginación busca constantemente
la evasión de la realidad, a través de la creación de paraísos artificiales,
especialmente por medio del alcohol.
El devenir del tiempo.
La marginalidad. Como otros artistas de su tiempo, Baudelaire rechaza los ideales
burgueses, pero también las reivindicaciones proletarias. Por contra, expresa una
especial ternura hacia los marginados, los dolientes, los desechos de una sociedad
alienante y antihumana.
LOS TEMAS DE LA POESÍA DE BAUDELAIRE EN LAS FLORES DEL MAL
Como temas generales de la poesía de Baudelaire podemos destacar los siguientes,
que revelan su filiación romántica (es decir, derivan de las tendencias de un
Romanticismo tardío):
-Celebración del mal y su belleza (se relaciona con el concepto de sublime. Habrá
abundancia de elementos satánicos, fuerzas ocultas, vampiros...).
-Recurrencia del tema del spleen o aburrimiento vital (hastío vital y abulia
existencial que ya vimos a propósito del Romanticismo). No encuentra ninguna
satisfacción en un mundo que lo margina y del que se margina.
-Los sentidos, el instinto y la intuición subconsciente se enfrentan a la razón y lo
racional. Ensalzará, por tanto, todo lo referente a los sentidos y se servirá del
recurso de la sinestesia.
-Destacará en muchos de sus poemas en concepto de “correspondencia” (como
desarrolla en el poema que hemos comentado arriba). Un modo de simbolismo
basado en la dualidad de fuerzas materiales y espirituales (es decir, la realidad es
dual: a la materia que se aprecia con los sentidos se corresponde una realidad
espiritual oculta que el poeta debe descubrir).
-Amor extremo. La mujer, su belleza (en algunas ocasiones asociada su belleza
también a su perversión o su maldad) son objeto de culto. El erotismo del cuerpo
femenino y la pasión arrebatadora que el poeta siente por él estará muy presente
en muchos poemas de Las flores del mal.
MODELO DE ANÁLISIS DEL POEMA “CORRESPONDENCIAS”.
Este poema es fundamental porque desarrolla uno de los temas esenciales de la
poesía de Baudelaire: el simbolismo. La realidad son “bosques de símbolos” o
“difusos ecos” “que con mirada familiar le observan.”
Los elementos de la naturaleza aluden a una realidad simbólica que está más allá de
la realidad observable: “poseen algo de las cosas infinitas/ que cantan los
arrebatos del alma y los sentidos”.
A esa realidad oculta y escondida se accede a través del instinto y la intuición
(subconsciente) y a través de los sentidos, de ahí que la sinestesia sea otro de los
recursos fundamentales de la poesía de Baudelaire: “Hay perfumes con frescor de
cuerpo de niños” (el perfume se capta por el olfato y el cuerpo de los niños por la
vista o el tacto); “con suavidad (tacto) de oboe (música-oído) y verde de pradera
(vista)”.
La última estrofa precisamente ensalza mezclas de olores (ámbar, almizcle,
incienso) porque a través de los sentidos, principalmente en estos versos del
olfato, se captan esas “cosas infinitas” que esconde la realidad y que “cantan los
arrebatos del alma”.
En este poema se habla de la voz poética: la poesía surge de la Naturaleza “en
donde a veces brotan palabras confusas” y los protagonistas del poema van a ser
precisamente esos elementos de la Naturaleza que reflejan las realidades ocultas
que se encuentran más allá de los sentidos.
Correspondencias. Comentario
Este soneto ha sido objeto de numerosos estudios por el valor simbólico que
contiene -podría erigirse en uno de los paradigmas del simbolismo del momento,
magníficamente encarnado e iniciado por Baudelaire-. El francés confiere al
artista el papel de intermediario entre la Naturaleza y el Arte. Los mensajes a los
que alude el poema vienen de la divinidad. La Creación es para el hombre “forêt de
symboles/ Qui l’observent avec des regards familiers” (“bosques de símbolos/
que le observan con ojos habituados a vernos”). Se crea así una peculiar relación
entre el hombre y la presencia divina, con un cierto matiz de afecto maternal.
T o d o s o n símbolos. El poeta es aquel cuya misión es emplear el lenguaje al
servicio del misterio inefable.
Se da también una relación de coincidencias antagónicas en las que
habitan -simbolizadas en perfumes- las contradicciones vitales. De esta manera, el
ámbar se encuentra entre los excrementos, en el aparato digestivo del cachalote.
El almizcle no falta (olor segregado por la cabritilla o almizclero, animal asimilado
al demonio —el macho cabrío, los aquelarres—). También aparecen el benjuí -resina
aromática- y el incienso. Estos perfumes “chantent les transports de l’esprit et
du corps” (son “arrebato sonoro de sentidos y de alma”), ya que dibujan de manera
paradójica la cohabitación del espíritu y el cuerpo, del alma y la carne, de Dios y la
creación. Aquí radica la esperanza de salvación para todo pecador, por muy metido
en el mal que se encuentre.
Baudelaire está convencido de que sólo el poeta puede percibir íntimamente
el mundo sensible, que es su primera fuente de inspiración. Aquí el poeta
abre en la meditación sobre la Naturaleza una nueva vía de conocimiento
al mismo tiempo que inventa o madura las expresiones innovadoras que le
permitirán dar cuenta de esta e x p e r i e n c i a m í s t i c a . E l p o e t a c r e a u n
m é t o d o , e l d e l a s s i n e s t e s i a s , e s d e c i r , equivalencias sensoriales. Los
útiles literarios aptos para dar cuenta de esta tentativa son esencialmente las
comparaciones y las metáforas.
El soneto “Correspondencias” es pues un poema didáctico organizado según
la progresión lógica propia de este tipo de textos: la instauración de la
relación , las corr espondencias en la naturaleza y al final los perfumes
de los que únicamente el poeta puede discernir los significados.
Baudelaire utiliza hábilmente la estructura del soneto: los dos cuartetos muestran
la teoría, y los dos tercetos desarrollan las equivalencias. De esta manera,
“Correspondencias” se presenta como una verdadera arte poética, es decir, la
formulación de un proyecto de estética al mismo tiempo que su ilustración por medio
del ejemplo.
En el segundo cuarteto, Baudelaire expone su teoría de las
correspondencias entre las diferentes sensaciones. Son las sinestesias, la
superposición de sentidos. Baudelaire utliza un sentido para evocar las
percepciones registradas por otro. A s í , e l o l f a t o s e r á s u g e r i d o p o r
s e n s a c i o n e s t á c t i l e s o v i s u a l e s . E s t e c u a r t e t o e s t á compuesto por
una sola oración cuya información más importante está al final. El lector es invitado
a recorrer el mismo camino que el poeta al escuchar las “confusas palabras” de la
primera estrofa, que se convierten en los “ largos ecos”. El misterio de
la visión nocturna se muestra por un recurso a los valores contrastados
del negro y el blanco (“tenebroso”, “noche”, “claridad”). Esta antítesis subraya
la “profunda unidad” de la intuición: la verdad de la sensación es compleja, se sitúa
en un nivel accesible sólo a quien profundiza en sus sensaciones. De todas
maneras,
permanece
sugerido
por
las
global,
tres
fugaz
e
indistinta,
comparaciones
lo
que
es
encargadas
de
d a r equivalencias más que de explicar ese estado vecino del trance.
El misterio permite sólo la aproximación, y no la contemplación. Debe
conservar el aura sagrada del sueño nocturno. El último verso del cuarteto es
el eje del soneto, es la evidencia que cierra los lentos preparativos
precedentes como olas sucesivas. Baudelaire ve más allá de la diversidad
de sus sensaciones la unidad profunda del universo. En el último verso de e s t e
cuarteto
(“los
perfumes,
los
colores
y
los
sonidos
se
r e s p o n d e n ” ) r e s u m e l a s sinestesias de los sentidos, y constituye junto con el
tercero (“el hombre pasa a través de bosques de símbolos”) uno de los
fundamentos del simbolismo.
Señalemos que, al c o l o c a r l o s p e r f u m e s e n c a b e z a d e s u
e n u m e r a c i ó n , B a u d e l a i r e l e s c o n f i e r e u n predominio personal en este
conocimiento místico del universo, que va a desarrollar en los tercetos.
En “Correspondencias ”, la poesía ya no es un arte descriptivo
encargado de emb ellecer la realidad ordinaria. Lejos de relegarla a una
pintura ilusoria, Baudelaire la promueve como una forma de conocimiento
intiuitiv o , la v ía real par a llegar al secr eto del mundo. El ejercicio de la
poesía se convierte en una actividad esencial, un sacerdocio. Para ello, Baudelaire
sistematiza la práctica de las correspondencias en el interior d e l a c t o d e l a
escritura
poética.
Del
mismo
modo,
la
poesía
debe
m a n t e n e r correspondencias estrechas con las otras formas artísticas como la
pintura o la música. El poeta debe buscar estas equivalencias pictóricas o
musicales en el interior mismo de su poesía, lo que Baudelaire llama la “brujería
evocatoria”. La poesía se convierte en un ejercicio conceptual y musical, un acto
religioso, una celebración de la fascinación.
Conclusión
“Correspondencias” es un poema fundacional que asigna una función existencial a la
poesía. El poeta quiere romper el maleficio de una realidad que aprisiona al hombre
en sus límites desesperantes. El Arte es la evasión necesaria por medio de
la cual el hombre puede encontrar su dignidad. Debe partir a la busca del paraíso
del que ha sido exiliado, intentar encontrar la vía hacia el mundo de las Ideas del
que ha salido. Tales son las ambiciones de la poesía baudelairiana, desgarrada
constantemente entre ese spleen que la clava en tierra y ese Ideal que la
llama. Estas tentativas necesitan la constitución de un lenguaje operativo
mágico. Sin embargo, los éxitos son fugaces y poco numerosos, hasta el punto que la
victoria del spleen sobre el Ideal va a confundirse con la dolorosa impotencia
creadora.
Baudelaire, por su invención poética y por las relaciones de las
que se sirve, reúne en este poema los dos mundos, natural y suprarreal, sensible e
infinito. Se inscribe en una corriente de pensamiento místico e idealista que, de
Platón a los románticos alemanes, pasando por Balzac y Lamartine, busca penetrar
el secr eto del Univ erso por medio de la analogía .
Si la función del poeta es siempr e encontrar la unidad del mundo
visible e invisible, Baudelaire renueva esta herencia inventando una lengua
mágica para encantar al destino desgraciado de los hombres y e n c o n t r a r
así el paraíso perdido donde “todo es orden y belleza/ lujo,
c a l m a y voluptuosidad”. En esta creación de un lenguaje nuevo, Baudelaire abre
el camino a la corriente poética simbolista, a esos “alquimistas de la palabra”
que serán Verlaine, Mallarmé y Rimbaud.
Baudelaire,
al
comienzo
muy
influido
por
el
Romanticismo
y
el
Parnasianismo, se aleja de ellos progresivamente para convertirse en el iniciador
de la escuela simbolista y de sus avatares, como el decadentismo. Baudelaire,
“príncipe de los poetas” es quien hace entrar la poesía en la era moderna por su
invención de nuevas vías:
 al ligarla a una concepción neoplatónica del universo, en la que el
mundo real no es sino el reflejo de una realidad superior
 al otorgarle la función de simbolizar, es decir, unificar,
r e l i g a r l a s d i v e r s a s experiencias sensibles y psicológicas. El símbolo
se convierte en la pasarela entre las apariencias contingentes y la esencia;
las imágenes, en la forma privilegiada para expresarlo.
Baudelaire se sirve de los perfumes para explorar esta
v í a c o n f u s a d e l a s sinestesias y para extraer de ellas todas las enseñanzas posibles.
Los dos tercetos forman una sola oración construida como la del segundo cuarteto: el
lector es invitado de nuevo a seguir al poeta en sus experiencias para
progresivamente llegar a una evidencia extática. Podemos señalar igualmente
el papel predominante de las comparaciones que sirven de pasarelas para creer
estas equivalencias entre el orden sensible y el orden psicológico o moral.
Baudelaire parte pues de una experiencia sensorial olfativa poco
aprovechada por los poetas, quienes se muestran en general más seducidos
por las formas, los colores o los sonidos. El olfato no dispone de un léxico
tan desarrollado como la vista o el oído. Las sensaciones olfativas son
evanescentes y sutiles. Baudelaire va a expresar la cualidad de la sensación
mediante equivalencias extraídas de otros campos sensoriales; para ello,
utiliza la comparación que une realidades diferentes y la polisemia de los adjetivos
(“frescos”: tacto y reposo o inocencia; “dulces”: tacto, paz; “v erdes”: fr escura
y vi sta); par a los perfumes fuertes utiliza tres cualidades, no
sensibles, sino morales, que evocan el erotismo, el lujo y la pompa
eclesiástica.
El perfume es seductor , embriaga y trae “la expansión de cosas
infinit as”. L o que Baudelaire revela es la capacidad del perfume de invadir todo
el espacio, la fragancia parece menos material que el sonido, el color o el tacto. El
empleo del oxímoron o paradoja “cosas infinitas” subraya su poder de evocación
mágica tanto en la relación amorosa como en la liturgia. El perfume es la
puerta que abre al éxtasis al ser humano finito, lo que expresa el final “que
cantan
los
transportes
del
espíritu
y
de
los
sentidos”,
siendo
“transporte” un movimiento violento de pasión que enajena.
El perfume es pues un instrumento del Ideal, capaz de solicitar a la imaginación
para abandonar un momento la prisión terrestre. Esta experiencia de elevación se
apodera del ser entero del poeta, en cuerpo y espíritu. El perfume en cierto
sentido desmaterializa la percepción. El soneto está construido sobre una nota
ascendente que pasa de la “tenebrosa y profunda unidad” a la claridad y a los
vértigos de una ascensión espiritual. Por un uso razonado de los sentidos,
principalmente el olfato, el poeta puede acceder a la realidad superior y a la visión
extática.
El artista es invitado a descifrar los signos. Este lenguaje, como los
jeroglíficos de los templo egipcios, es difícil de interpretar. La representación oculta el
significado. Son las “confusas palabras”. Esta relación entre el hombre y el misterio
de la Naturaleza es ocasional, como indica el “a veces”. Es más a menudo opaca y
sibilina. El hombre debe, pues, buscar una vía al interior del templo, es decir, un
significado, una interpretación espiritual detrás de la realidad impuesta del
mundo. Las correspondencias, en primer lugar, conducen al hombre a entrar en
relación con una realidad superior que da un sentido y una forma al universo
sensible. Finalmente, hay que invertir nuestro punto
r emontar
hacia
la
fuente,
lo
primero
no
es
de
la
vista
común,
infor mación
proporcionada por nuestros sentidos, sino la Inteligencia, la Idea que ha dado
forma al mundo sensorial. Baudelaire ha descubierto este camino en Platón y en
Swedenborg. Esta aproximación descansa en una filosofía idealista: la materia no
es sino apariencia, lo espiritual permanece en la realidad profunda y escondida. Es
la Idea la que está en el origen del universo.
La Naturaleza es presentada como un lugar sagrado. No se trata aquí del
campo, aunque la Naturaleza es comparada a un bosque, evocada bajo la
forma de un templo, lugar de comunicación privilegiado entre nuestra existencia y
el más allá. Baudelaire evoca a la pitonisa de Delfos, cuyas profecías oscuras
para el común de los mortales sólo eran comprensibles para los sacerdotes
(para el poeta), que las traducían para los fieles. El primer cuarteto está construido
sobre la doble metáfora del templo y el bosque. La constitución del mundo sensible
se refleja por referencias al recinto sagrado de la arquitectura griega o
egipcia, el témenos (en griego τέμενος, ‘recinto’, terreno delimitado y
consagrado a un dios, excluido de usos seculares), cuya significación y
realidad última no pueden ser asumidas más que en la sombra propicia y
misteriosa del santuario donde reina la divinidad.
Del mismo modo, la Naturaleza sensible es evocada por el bosque,
lugar impenetrable por excelencia, marcado también por la sombra y la
presencia de una vida secreta. Este último tema invita igualmente a la
elevación hacia el más allá. En efecto, el árbol es el elemento de unión entre la
tierra donde arraigan sus raíces y el cielo hacia el que se dirigen sus
ramas. Los dos elementos comparados son reunidos por la analogía de los
“pilares vivientes” en forma de oxímoron.
Los troncos rectilíneos de los árboles recuerdan los fustes de las columnas.
El bosque se convierte en una catedral vegetal. La Naturaleza se define por la
simbiosis de diferentes campos antinómicos evocados: la mineralidad de la
arquitectura, el dinamismo de lo vivo, la vida secreta del misterio.
La Naturaleza es un Todo complejo, no reductible a sus aspectos
positivistas. Además, el artista nos invita a entrar en el lugar sagrado yendo
más allá de las apariencias sensib les. Todo son símbolos. El poeta es aquel
cuya misión es emplear el lenguaje al servicio del misterio inefable. Si la
Naturaleza semeja un templo perenne, el hombre, en cambio, no hace más
que “pasar”, pues pertenece a un reino efímero. Los símbolos son para él
“miradas familiares”:
Para Baudelaire, la Naturaleza está habitada por una
presencia inteligente que habla a la inteligencia humana. La iniciativa no
pertenece al hombre, no es el hombre quien, en primer lugar, descubre la
sobrerrealidad por su mirada interior. Él es observado, acompañado de manera
bondadosa, y así invitado a entrar en el misterio. Baudelaire r ompe con
la tr adición del horr or sagrado. La patria del artista es lo invisible, lo
inefable.
Spleen
Poema LXXVIII
Asalta desde los primeros versos la noche, la oscuridad, la tristeza, la muerte. Es
un poema lleno de metáforas: la esperanza es un murciélago (ciego, que choca con
techos mohosos). La vida del hombre es como una cárcel y en su mente no hay más
que vacío (sólo hay la telas de araña). Tañen las campanas que suenan como cuando
hay un difunto. La Esperanza llora y sólo queda en la vida “la atroz Angustia” que
nos precipita a la muerte (“el cráneo sumiso que hinca su negro estandarte”). Poema
de rotundo pesimismo lleno de imágenes que aluden al dolor, al abismo y a la
muerte.
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