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Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
“Un solo Dios”
Santísima Trinidad
R.P. RAFAEL LÓPEZ
M.Sp.S.
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Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
“Un solo Dios”
Santísima Trinidad
R.P. Rafael López M.Sp.S.
Primera Edición
Marzo 2014
5,000 Ejemplares
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DIOS PADRE, DIOS HIJO, DIOS ESPÍRITU SANTO
“UN SOLO DIOS”
SANTÍSIMA TRINIDAD
La Trinidad es el dogma central sobre la naturaleza de Dios en la mayoría
de las Iglesias cristianas. Esta creencia afirma que Dios es un ser único
que existe simultáneamente como Tres personas distintas o hipóstasis.
En la Biblia se encuentran alusiones tanto al Padre como al Hijo y al
Espíritu Santo que se han presentado como menciones implícitas de la
naturaliza trinitaria de Dios.
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La Escritura y Doctrina cristiana descansa en el monoteísmo (un solo
Dios), por lo tanto, esto debía ajustarse con lo que decía la Escritura
respecto al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, sin caer en el Politeísmo, ni
tampoco modificando la Escritura por conveniencia.
Se tendría que usar la forma matemática 1x1x1=1 en vez de 1+1+1=3, ya
que ésta rompe el monoteísmo de Dios y se convierte en politeísmo.
CITAS DEL NUEVO TESTAMENTO EN LAS QUE SE MENCIONAN LAS TRES
ENTIDADES:
El Bautismo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
El Saludo Paulino, La Gracia del Señor Jesucristo, el Amor de Dios y la
Comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros.
La Iglesia católica dice; “La Trinidad, es el término con que se designa la
doctrina central de la religión cristiana, así en las palabras del símbolo
Quicumque: El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, y
sin embargo no hay tres Dioses, sino un solo Dios, en esta Trinidad las
Personas son co-eternas y co-iguales, todas, igualmente, son increadas y
omnipotentes…
Tomás de Aquino, usaba una imagen para ilustrar el misterio de la
Trinidad
Todo ungido presupone por lo menos tres elementos: el que unge, el
ungido y la unción.
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Siendo Jesús, el Cristo (es decir, el ungido de Dios), se puede hacer
referencia a Tres personas:
El que unge: sería DIOS PADRE
El ungido: sería DIOS HIJO
La Unción: sería DIOS ESPÍRITU SANTO
Sabemos que hay un solo Dios en Tres personas distintas entre sí, no por
su naturaleza que es la Divinidad misma, sí por su obrar en la historia de
la salvación. Así decimos que:
DIOS PADRE.- “Es el principio sin principio”, no fue creado ni engendrado,
es por sí solo el principio de la vida, la Vida misma, que posee en absoluta
comunión con el Hijo y con El Espíritu Santo.
DIOS HIJO.- Es engendrado, no creado, por el Padre; Jesús es Hijo eterno
y consustancial (de la misma naturaleza o sustancia) Dios es al mismo
tiempo Padre, como el que engendra, e Hijo como el que es engendrado.
DIOS ESPÍRITU SANTO.- Procede del Padre y del Hijo; es como una
espiración, soplo del Amor consustancial entre el Padre y el Hijo; se
puede decir que Dios en su vida íntima es amor que se personaliza en
Espíritu Santo.
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EL MISTERIO
El misterio de la Santísima Trinidad consiste en que Dios es uno solo y en
Él hay Tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
El misterio de la Santísima Trinidad nos ha sido revelado por la Persona,
palabras y acciones de Jesucristo. Después de haber hablado por los
Profetas, Dios envío a su Hijo, Jesucristo, quien nos dio la Buena Nueva
de la Salvación. Este es el mensaje del Nuevo Testamento. Con sus
palabras y acciones, y especialmente en su sagrada Persona, Jesús nos
dio a conocer las más profundas verdades acerca de Dios. La Trinidad es
el misterio más profundo.
Jesús nos ha revelado los secretos del Reino de los Cielos. La suprema de
sus enseñanzas es el secreto de Dios Mismo. Nos ha hablado de la vida
de Dios. Nos enseñó que Dios, siendo uno solo, hay en El Tres Personas
iguales. Nos dijo sus nombres: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Jesucristo se presentó a Sí mismo como El Eterno y Divino Hijo de Dios.
Afirmó que es el Hijo, el Unigénito del Padre, igual al Padre.
Jesús nos reveló más plenamente al Padre. Siempre hablaba de su Padre
llamándole por este nombre. Nos enseñó a amar a nuestro Padre
celestial porque nos ama. Él quiere ayudarnos en todas las necesidades
de alma y cuerpo.
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Jesús reveló la Tercera Persona Divina, El Espíritu Santo. El Padre y el
Hijo, después de la Resurrección, lo enviaron a la Iglesia. Jesús había
prometido enviar la Tercera persona: Dios, igual que El mismo y el Padre.
Jesus el Divino Maestro, habló a sus discípulos acerca del verdadero Dios
y los llamó a ser hijos de Dios por el Don del Espíritu.
Honramos a la Santísima Trinidad siempre que tomamos conciencia de
que Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo están presentes en nuestra alma. Le
honramos asimismo, cuando tratamos de entender, con la ayuda de la fe,
que por el Bautismo estamos llamados a una íntima unión de amor con
las Tres Divinas Personas.
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¿QUÉ DICE EL SACERDOTE AL BAUTIZAR?
Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
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¿A QUIENES ESTÁ NOMBRANDO EL SACERDOTE?
A las Tres Divinas Personas, a la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu
Santo.
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¿Y PORQUÉ CREEN USTEDES QUE CUANDO NOS BAUTIZAN ÉSAS SON
LAS PALABRAS QUE UTILIZA EL SACERDOTE?
Mateo 28, 19-20 “Vayan, pues y hagan de todos los pueblos mis
discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo y enséñenles a cumplir todo lo que les he enseñado a ustedes.
El Espíritu Santo es Dios, es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad.
La Iglesia nos enseña que el Espíritu Santo es el amor que existe entre el
Padre y el Hijo. Este amor es tan grande y tan perfecto que forma una
Tercera persona. El Espíritu Santo llena nuestras almas en el Bautismo y
después, de manera perfecta, en la Confirmación. Con el amor divino de
Dios dentro de nosotros, somos capaces de amar a Dios y al prójimo. El
Espíritu Santo nos ayuda a cumplir nuestro compromiso de vida con
Jesús.
LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Padre, Hijo y Espíritu Santo
Hemos hablado del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo.
¿Quién es el Padre? El Padre es Dios
¿Quién es el Hijo? El Hijo, Jesucristo es Dios
¿Y Quién es el Espíritu Santo? El Espíritu Santo es Dios
Entonces hay ¿Hay tres Dioses? No, hay un solo Dios. Y ¿Entonces?
Hay un solo Dios. Pero hay Tres personas en Dios.
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¿Cómo se llama ese Misterio de un solo Dios en Tres Personas?
El misterio de la Santísima Trinidad.
En el Evangelio Jesús nos revela el misterio más grande que existe, es un
dogma de fe, es decir, una verdad que debemos creer, si nos llamamos
cristianos. Cada vez que rezamos el Credo, decimos creer en un solo y
único Dios, que es Padre, Creador, que es el Hijo Redentor y que es el
Espíritu Santo, Señor y Dador de vida y Santificador.
El misterio de la Santísima Trinidad, es uno de los misterios escondidos
de Dios, que como dice el Concilio Vaticano II-, si no son revelados, no
pueden ser conocidos, y aún después de la revelación, es el misterio más
profundo de la fe, que el entendimiento por si solo no puede
comprender, ni penetrar.
En cambio, el mismo entendimiento, iluminado por la fe, puede en cierto
modo, aferrar y explicar el significado del dogma, para acercar al hombre
al misterio de la vida íntima del Dios Uno y Trino.
Toda la Sagrada Escritura revela esta verdad: Dios es amor en la vida
interior de una única Divinidad, como una inefable comunión de
Personas. Son tres Personas distintas en un solo Dios.
El Misterio de la Santísima Trinidad, es la revelación más grande hecha
por Jesucristo. Los Judíos adoran la unicidad de Dios y desconocen la
pluralidad de personas en la única religión que ha descubierto, en la
revelación de Jesús, que Dios es Uno en Tres personas. Ante esta
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revelación divina de su íntima esencia, no nos queda otra cosa que
agradecerle esta confianza y adorar a las Tres Personas Divinas.
EL PADRE.- Es el Principio de vida, de quien todo procede. Se le atribuye
la Creación.
EL HIJO.- Procede eternamente del Padre, como engendrado por Él, y
asumió en el tiempo una naturaleza humana por nuestra salvación. Se le
atribuye la Redención.
EL ESPÍRITU SANTO.- Es enviado por El Padre y El Hijo, como también
procede de ellos, por vía de voluntad, a modo de amor; se manifestó
primero en el Bautismo y en la Transfiguración de Jesús y luego el día de
Pentecostés sobre los discípulos; habita en los corazones de los fieles
con el Don de la Caridad, se le atribuye la Santificación.
Cuando revela el misterio de la Santísima Trinidad, deja ver también las
relaciones que hay entre las Tres Divinas Personas; aunque esas
relaciones son distintas, tampoco dividen la misma y única esencia de
Dios.
 EL PADRE ES PURA PATERNIDAD
 EL HIJO ES PURA FILIACION
 EL ESPÍRITU SANTO ES PURO NEXO DE AMOR
La Iglesia Universal nos invita a “Glorificar a la Santísima Trinidad”, como
manifestación de la celebración del Jubileo. No hay mejor forma de
hacerlo que revisando las relaciones con nuestros hermanos, para
mejorarlas y así vivir la unidad querida por Jesús “que todos sean uno”.
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¿EN QUE MOMENTO NOSOTROS NOMBRAMOS A LA SANTÍSIMA
TRINIDAD?
Cuando hacemos la señal de la Santa Cruz. En el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo.
Debemos santiguarnos con mucha reverencia, porque estamos llamando
al mismo Dios y es un acto de gran significación y de gran contenido.
Estamos invocando a la Santísima Trinidad, estamos recordando este
misterio tan grande, que es tan grande como grande e infinito es Dios.
Invocamos a la Santísima Trinidad con las palabras que decimos: En el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Pero ¿Qué gesto
hacemos? ¿Qué señal marcamos sobre nuestra cara y nuestro pecho?
Es una Cruz. Entonces también estamos recordando que Jesús cargó con
los pecados del mundo y murió en la Cruz por nosotros para salvarnos.
Al santiguarnos, entonces, estamos llamando a Dios y recordando que
Jesús murió por nosotros en la Cruz.
Ahora vamos a persignarnos y a santiguarnos:
Por la señal de la Santa Cruz
De nuestros enemigos
Líbranos Señor, Dios Nuestro
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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Al reflexionar sobre la Santísima Trinidad, sobre Dios mismo y su esencia
Trinitaria, no podemos menos que ADORARLO.
¿QUE ES ADORAR A DIOS?
Es reconocerlo como nuestro Creador y nuestro Dueño.
Es reconocerme en verdad lo que soy: hechura de Dios, posesión de Dios,
Dios es mi dueño. Yo le pertenezco.
Adorar a Dios, entonces, es tomar conciencia de nuestra dependencia de
Él y de la consecuencia lógica de esa dependencia: entregarnos a Él y a su
Voluntad.
Tú eres mi Creador, yo tu creatura
Tú eres mi Hacedor, yo tu hechura
Tú eres mi Dueño, yo tu propiedad
Aquí estoy para hacer tu Voluntad
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OH, TRINIDAD ETERNA
¡Oh Trinidad eterna¡ Tú eres una mar sin fondo en la que, cuanto más me
hundo, más me encuentro; y cuanto más te encuentro, más te busco
todavía. De ti jamás se puede decir: ¡basta! El alma que se sacia en tus
profundidades, te desea sin cesar, porque siempre está hambrienta de Ti,
Trinidad Eterna, siempre está deseosa de ver tu luz en tu luz.
Como el siervo suspira por el agua viva de las fuentes, así mi alma ansía
salir de la prisión tenebrosa del cuerpo, para verte de verdad…
¿Podrás darme algo más que darte a Ti mismo? Tú eres el Fuego que
siempre arde, sin consumirse jamás. Tú eres el Fuego que consume en sí
todo amor propio del alma; Tú eres la Luz por encima de toda luz… Tú
eres el vestido que cubre toda desnudez, el alimento que alegra con su
dulzura a todos los que tienen hambre. ¡Pues tú eres dulce, sin nada de
amargor!
¡Revísteme, Trinidad eterna, revísteme de Ti misma para que pase esta
vida mortal en la verdadera obediencia y en la luz de la fe santísima, con
la que Tú has embriagado mi alma!
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ACCION DE GRACIAS A LA SANTISIMA TRINIDAD POR LOS SUBLIMES
DONES Y PRIVILEGIOS CONCEDIDOS A MARIA SANTISIMA
¡Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Tres Personas
Divinas, y un solo Dios! Profundamente os adoramos, y con todo el afecto
de nuestro corazón os damos gracias por los sublimes dones y privilegios
concedidos a María Santísima en su gloriosa Inmaculada Concepción.
¡Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Profundamente os
adoramos y con todo el afecto de nuestro corazón os damos gracias por
los sublimes dones y privilegios concedidos a María Santísima en su
gloriosa Natividad.
¡Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Profundamente os
adoramos y con todo el afecto de nuestro corazón os damos gracias por
los sublimes dones y privilegios concedidos a María Santísima en su
gloriosa Presentación en el templo.
¡Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Profundamente os
adoramos y con todo el afecto de nuestro corazón os damos gracias por
los sublimes dones y privilegios concedidos a María Santísima en su
gloriosa Anunciación.
¡Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Profundamente os
adoramos y con todo el afecto de nuestro corazón os damos gracias por
los sublimes dones y privilegios concedidos a María Santísima en su
gloriosa Visitación
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¡Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Profundamente os
adoramos y con todo el afecto de nuestro corazón os damos gracias por
los sublimes dones y privilegios concedidos a María Santísima en su
gloriosa Purificación.
¡Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Profundamente os
adoramos y con todo el afecto de nuestro corazón os damos gracias por
los sublimes dones y privilegios concedidos a María Santísima en su
gloriosísima Asunción al cielo.
Os ofrecemos finalmente, oh Trinidad Santísima, nuestras más vivas y
afectuosas acciones de gracias por haber exaltado y glorificado al
santísimo y dulcísimo Nombre de María en todo el mundo.
GLORIA AL PADRE, AL HIJO Y AL ESPIRITU SANTO
¡Oh eterno Padre! postrados a tus pies en humilde adoración nos
consagramos enteramente a la gloria de tu Hijo Jesucristo, Verbo
encarnado, Tú lo has constituido Rey de nuestras almas, sométele, pues,
nuestro corazón y nuestra alma que toda fibra de nuestro ser esté
sometida a sus órdenes y a sus inspiraciones.
Haz que unidos a El, seamos llevados en tu seno y consumados en la
unidad de tu amor.
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¡Oh Jesús! has que nuestra vida, en unión con la tuya, esté toda
consagrada a la gloria de tu Eterno Padre y al bien de las almas. Sé Tú
nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación, nuestra
redención y nuestro todo, santifícanos en la verdad.
¡Oh Espíritu Santo! Amor del Padre y del Hijo, establécete en nuestro
corazón como un horno de amor y haz que nuestros pensamientos,
nuestros afectos y nuestras acciones, suban a lo más alto como llamas
ardientes, hasta el seno del Padre. Haz que toda nuestra vida sea, un,
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
¡Oh María Madre de Jesús, Madre del Divino amor! Fórmanos según el
corazón de tu Divino Hijo Amén.
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