I TEÓRICO: 6 FECHA: 17 de mayo de 2006 PROFESOR: Osvaldo

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MATERIA (049): Psicoanálisis Freud - Cátedra: I
TEÓRICO: 6
FECHA: 17 de mayo de 2006
PROFESOR: Osvaldo Delgado
PROFESOR INVITADO: Mario Goldenberg
Profesora: Buenos días. El profesor Osvaldo Delgado hoy no va a poder estar presente
por los acontecimientos de la Universidad que lo requieren en una reunión. De todos modos
contamos con la presencia de Mario Goldenberg, invitación que, por otro lado, ya estaba
prevista. Mario Goldenberg es psicoanalista, miembro de la Escuela de la Orientación
Lacaniana. Ha sido profesor de esta casa, y titular de la Práctica Profesional Clínica con
niños y adolescentes: Las formaciones del síntoma. Además fue docente y adjunto de la
cátedra de Psicoanálisis Freud I, de la UBA.
Mario Goldenberg: Quería agradecer a Osvaldo Delgado la invitación. Nos conocimos
aproximadamente hace 20 años, en otra cátedra de Psicoanálisis Freud. Agradezco porque
esta materia y cátedra, es casi el inicio de una enseñanza y justamente en una cátedra con
la que comparto la orientación respecto de la lectura de Freud.
Hoy quería retomar la serie: actos fallidos, lapsus, chiste y sueño.
El tema del sueño sé que lo han trabajado, pero quería retomaré algunas cuestiones que
hacen a esta serie.
En el capítulo VII de “La Interpretación de los sueños”, recuerdan que Freud dice al inicio
que no conocemos el sueño que pretendemos interpretar. Es una afirmación interesante,
porque plantea que el sueño que se recuerda siempre es fragmentario, a veces se olvida,
quedan quizá pequeños fragmentos y, en ese sentido, ¿cuál es la apoyatura, la certidumbre
respecto de la interpretación de los sueños?
Piensen que Freud proviene del discurso de la ciencia, de la investigación científica y su
preocupación por una certidumbre es central.
Estas formaciones como el acto fallido, el lapsus, el chiste y el sueño, evidentemente
abren un panorama distinto a aquello que era del orden de lo sintomático. “Psicopatología
de la vida cotidiana”, “El chiste y su relación con lo inconsciente”, “La interpretación de los
sueños”; no hablan de fenómenos –podríamos decir entre comillas– “patológicos”. En este
sentido, Freud va abriendo el de inconsciente para poder pensar la estructura del aparato
psíquico. La primera formulación es la que está en este capitulo, que es clave porque
también toma algo del discurso de la ciencia que es el modelo óptico.
En el capítulo VII, plantea varias cosas que me parecen necesarias resaltar para seguir
con las otras formaciones del inconsciente. El argumento inicial es que el sueño es algo
lagunoso, fragmentario; no conocemos el sueño que pretendemos interpretar, sino por estos
fragmentos o por lo poco que ha quedado en la memoria. Es un argumento fuerte porque,
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para el discurso de la ciencia, el sueño puede ser leído con un electroencefalograma o algún
aparato de medición que nos muestre los movimientos neuronales que se ponen en juego
en el sueño. Ahí la ciencia, apunta a un real.
Ahora, ¿qué quiere decir el sueño? Eso está excluido para el discurso de la ciencia.
Freud, plantea algo fundamental en el punto A de este capítulo, titulado “El olvido de los
sueños”; encuentra una certidumbre. Primero, la certidumbre es que ese relato fragmentario,
no completo y no necesariamente fiel al sueño, es su fundamento. El relato funciona como
certidumbre para poder trabajar el sueño. Por eso, señala que los rasgos más ínfimos son
indispensables para la interpretación. Dice:
“En resumen, tratamos como un texto sagrado lo que en opinión de otros autores no sería sino
una improvisación arbitraria, recompuesta a toda prisa en el aprieto del momento”. (pp.308-9)
Es decir, eso que aparece como algo al azar, como una improvisación arbitraria, lo
tomamos como un texto sagrado. Freud, privilegia el relato.
Otro comentario que hace a continuación –y lo deben tener presente– es cuando habla
de un número elegido al azar. Plantea que un número elegido al azar está comandado por
pensamientos que hay en mí, aunque estén alejados de mi designio del momento. Aparece
la interrogación respecto de si ese número es al azar o no, y concluye que hay
pensamientos inconscientes que rigen la elección de ese número. Por eso la improvisación
aparentemente arbitraria de la que habla Freud, está comandada por pensamientos
inconscientes.
Freud encuentra otro real: estos pensamientos inconscientes, el deseo del sueño y la
materialidad en que se apoya, es en el relato mismo.
Hay otra cuestión que también quiero comentar de este capítulo. Dice Freud:
“Si se nos pregunta si de todo sueño puede obtenerse una interpretación, hemos de responder
por la negativa (...). No todo sueño puede ser interpretado y tampoco puede ser interpretado
del todo”. (pp.518-9)
Allí introduce lo que llama el ombligo del sueño dice:
“Aún en los sueños mejor interpretados es preciso a menudo dejar un lugar en sombras,
porque en la interpretación se observa que de ahí arranca una madeja de pensamientos
oníricos que no se dejan desenredar, pero que tampoco han hecho otras contribuciones al
contenido del sueño. Entonces ese es el ombligo del sueño, el lugar en que él se asienta en lo
no conocido”. (p.519)
En alemán es Unerkannte, que es más bien lo no reconocido.
Es interesante cómo Freud ubica que la interpretación se produce a partir de tomar esos
elementos, y a la asociación de esos elementos la llama asociación por homofonía o
superficial.
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De algún modo, parecido a lo que en “Las neuropsicosis de defensa”, llama falso enlace
o este desplazamiento de cargas de una representación debilitada a otra que tiene carácter
nimio. Evidentemente, Freud le da una apoyatura lingüística a la asociación por homofonía.
La interpretación, no es una interpretación que despeja absolutamente el sentido, sino que
plantea que un sueño no puede ser interpretado del todo, siempre queda un lugar en
sombras.
Esto nos sirve para pensar también en el caso Signorelli de “Psicopatología de la vida
cotidiana”. También Freud allí, en la interpretación de ese olvido deja un lugar en sombras.
Dos cuestiones más que quiero tomar del capitulo VII de “La interpretación de los sueños.
“(...) el procedimiento para la interpretación de los sueños es idéntico al que se sigue en la
resolución de los síntomas histéricos, en cuyo caso su corrección es certificada por la
emergencia y la desaparición de los síntomas en su localización”. (p.522)
Esto es importante porque Freud plantea una estructura homóloga entre sueño y
síntoma; entre un fenómeno que es de la vida “normal” y un síntoma. Lo que encuentra es
que un síntoma se descifra como un sueño.
Supongo que han visto el trabajo de Freud en relación con la histeria y al síntoma
histérico. Por lo tanto, la interpretación de los sueños es un salto que Freud tiene como
punto central para la clínica en este momento, interpretar los sueños.
El caso Dora, originalmente se llamaba “Sueños e histeria”. El sueño aparece como la vía
regia para el acceso a lo inconsciente y, sobre todo, este manera de poder operar con el
sueño, implica el mismo modo de descifrado que se pone en juego en el síntoma.
Con la serie de sueño, chiste, fallidos, lapsus, olvido, etcétera; se dan cuenta que el
síntoma no entra fácilmente en esta serie. ¿Qué tienen en común todos estos elementos?
Un sueño, no necesariamente es un síntoma, un chiste no necesariamente es un síntoma,
pero el elemento en común es algo que se produce en el relato.
Lo que podemos decir es que Freud encuentra un modo de operar común, de
mecanismos, que es un término que suele usar. Inicialmente había usado este término en
“Sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos” –que es uno de los primeros
escritos–, y aquí vuelve con la cuestión del mecanismo. Es decir que son términos que
provienen de la física. Freud usa este término para hablar del mecanismo de la formación
del sueño, del mecanismo que se pone en juego en el chiste, etcétera.
Lo que tienen en común, es que se pone en juego en el relato y aparece como un
tropiezo, como un traspié en el relato o algo que es del orden de lo enigmático en el sentido,
de que un síntoma es algo que le pasa a alguien y no sabe por qué le pasa o una conducta
que no puede dejar de hacer.
A los olvidos Freud le supone una sobredeterminación, lo mismo que dice respecto del
número al azar. Un número al azar, no aparece por casualidad. Freud toma del saber
popular, el sueño como un mensaje divino, como anticipación de algo que va a suceder.
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En el discurso científico el contenido del sueño, el relato del sueño, no tenía ningún valor.
Sin embargo, Freud toma algo que en la antigüedad, en la Biblia está, por ejemplo, la
interpretación que hace José de los sueños del faraón.
El olvido podría tener algo que ver con la cuestión de la memoria y el estudio de cierta
psicología. Pero Freud toma una apoyatura en un fenómeno que es marginal respecto del
discurso de la ciencia. Y lo que la ciencia ha avanzado respecto del sueño, es detectar los
movimientos neuronales, pero del sentido del sueño, nada.
Evidentemente, no toma el sueño como un mensaje divino pero sí lo toma como un
mensaje. Allí hay pensamientos inconscientes que comandan por determinados modos de
operar –condensación, desplazamiento, puesta en imágenes– y producen una formación:
eso algo quiere decir, allí hay un mensaje. Del mismo modo, Freud trata al síntoma.
Quería tomar el primer punto de “Psicopatología de la vida cotidiana”.
Hay un artículo anterior de Freud titulado “Sobre el mecanismo psíquico de la
desmemoria” de 1898, donde inicia esta serie que ubicaba: fallidos, lapsus, chiste, sueños,
con un artículo que también es de esta época que es “Sobre los recuerdos encubridores”.
Freud, en el inicio de su práctica, intenta recuperar para el recuerdo, una escena
traumática que había sido no tramitada o excluida de la conciencia. Evidentemente, toda su
primera formulación en el “Manuscrito K”, es ir a un recuerdo anterior que funciona como
recuerdo actual, que tiene una potencia actual. Se trata de algo del orden de lo no tramitado.
Entonces, los recuerdos encubridores también tienen una estructura homóloga, porque lo
que toma no es el recuerdo fiel sino el relato del recuerdo. No está preocupado por la
fidelidad histórica, si algo sucedió o no; sino por el relato mismo. En este sentido, hace serie
con estas otras formaciones. Toma el recuerdo encubridor como un relato de un sueño, lo
que cuenta es el relato. De ahí en más la técnica va a ser dejar de lado el método catártico,
el método de presión sobre la frente, y aparece lo que llama la asociación libre. Eso que
llama, en el capítulo VII de “La interpretación de los sueños”, la improvisación arbitraria: diga
lo que se le ocurra.
Freud llama la regla fundamental para el análisis: “diga todo lo que se le ocurra”. Hay
quince versiones en toda la obra de Freud de esta regla fundamental. Una de ellas es esta:
“diga todo lo que se le ocurra”. Algo así como: “imagínese que está sentado en la ventanilla
de un tren y usted tiene que relatar todo lo que ve pasar”. Allí no hay un pedido que
recuerde tal escena traumática, o de que hable de tal cosa, sino dar lugar al relato. Freud
pone en juego esta tesis, en la improvisación arbitraria hay un texto sagrado. La
improvisación arbitraria no va a ser arbitraria; sino que va dar lugar a un modo de puesta en
juego de lo inconsciente.
“El olvido de nombres propios” –capítulo I de “Psicopatología de la vida cotidiana– es un
texto interesante porque, en primer lugar, es un ejemplo de Freud mismo. Un olvido que le
sucede en un viaje y que da cuenta, en el modo de interpretación de ese olvido, de cómo
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opera el inconsciente y también ese punto que se puede relacionar al ombligo del sueño,
donde no se puede despejar del todo. Los pensamientos reprimidos funcionan en este
sentido como tope.
El episodio que supongo que ustedes lo conocen, es que Freud estaba viajando hacia
una estación de Herzegovina y en el relato, aparece la pregunta a su compañero de viaje si
había estado en Orvieto y había contemplado los famosos frescos de... Ahí no puede
continuar. En su lugar, aparecen dos nombres que son Botticelli y Boltraffio.
Es interesante que él diga que al pintor de los frescos de Orvieto –Signorelli– lo tiene
presente, que a Botticelli lo conoce y Boltraffio es un pintor que casi sólo conoce su nombre.
Les recomiendo –ahora que tenemos la ventaja de Internet– que busquen y vean los
frescos de Orvieto. Son imágenes que hablan del Juicio Final, del anticristo, del purgatorio;
bastante fuertes en relación con la muerte y la sexualidad. No sólo esto está en juego, sino
que evidentemente hay una sobredeterminación en el olvido del nombre Signorelli.
Está lo que Freud dedica como comentario a su compañero de viaje de las costumbres
de los turcos de Bosnia y Herzegovina que se resignan ante la muerte. Le dicen al doctor:
“usted hizo todo lo que pudo, no hay nada más que decir”.
Freud también cuenta otro pensamiento que dejó fuera del comentario referido a Trafoi,
que refiere al suicidio de un paciente, en el que contrasta la resignación ante la muerte con
la desesperación ante la disfunción sexual. La frase que toma es: “cuando eso no ande la
vida perderá todo valor”. Freud lo deja afuera del comentario concientemente, hay un
esfuerzo voluntario de dejarlo afuera, e involuntariamente, aparece un olvido que recae
sobre el nombre de Signorelli.
En el esquema que realiza en el artículo (AE VI, p.12), la caída del Signor (de Signorelli),
lo asocia con el Herr de estos comentarios de los turcos, en el sentido de la resignación ante
la muerte. Tenemos esta asociación lingüística entre el Herr y el Bo que sustituye al Her
(señor en alemán) y al Signor en Signorelli. Queda el elli por fuera, también en Botticelli y el
ltraffio que era un elemento de Boltraffio, el pintor no muy conocido por Freud, lo asocia con
el comentario del suicidio en Trafoi.
En ese sentido, ese olvido conduce por todas estas asociaciones, a muerte y sexualidad.
Podríamos decir que muerte y sexualidad funcionan como un agujero. Todo ese trabajo de
interpretación muestra que el olvido, hace las veces de aquello que no se puede nombrar.
En este olvido de Signorelli, voluntariamente Freud excluye el comentario de la
desesperación ante la sexualidad cuando deja de funcionar y comenta la resignación ante la
muerte; pero el olvido da cuenta de ese agujero que es muerte y sexualidad en la estructura.
¿Qué quiero decir con esto? Sé que ustedes recién están empezando con la obra
freudiana, pero Freud plantea, más adelante, que en el aparato psíquico no hay
representación de muerte. La muerte es un agujero, y también la sexualidad.
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Es de destacar que el libro de “El chiste...” lo escribe simultáneamente con “Tres
ensayos...”.
En estos textos encontramos una construcción lingüística, un modo de operar en el
relato, en las representaciones, en las palabras, y en “Tres ensayos...”, lo que está puesto
en juego, es la satisfacción, la pulsión. Saben que en “La interpretación de los sueños” el eje
central es el cumplimiento de deseo. Se puede decir que es el gran libro del deseo. En
cambio, “Tres ensayos...”, es un libro sobre la pulsión.
Estas son las dos vías, por un lado el deseo que circula entre representaciones y el
carácter mudo de la satisfacción que se pone en juego en la pulsión. Esta es la perspectiva
de lo que viene; pero para tomar la perspectiva anterior, podríamos ubicar en muerte y
sexualidad, en el esquema de Signorelli, lo que es del orden de lo traumático.
El trauma sexual era inicialmente un encuentro con el goce que no se podía tramitar y
Freud ubica aquí, cierto núcleo central referido a muerte y sexualidad que funcionan como
fundamento del sistema de representaciones. Pero como fundamento traumático.
Lo traumático en “La interpretación de los sueños”, aparece en el capítulo VII, por el lado
de los sueños de angustia, los sueños del despertar, que mucho más adelante abordará con
los sueños traumáticos, donde introduce lo que llama el fracaso del sueño.
El sueño es un intento de cumplimiento de deseo; en cambio los sueños traumáticos
revelan un fracaso, algo de lo traumático irrumpe y esta trama lograda (en el olvido de
Signorelli o en un sueño formado) fracasa.
Para decirlo de otra manera: en el olvido de Signorelli hay sustitutos. Un olvido que
estaría más cerca del sueño como traumático, sería un olvido donde no aparecen sustitutos
y aparece angustia, por ejemplo.
Cuando digo sueño traumático, la figura que Freud toma, son los sueños de la neurosis
de guerra en los que aparece repetidamente el momento de la explosión o del momento
traumático. Uno podría pensar los sueños traumáticos también como las pesadillas, los
sueños que despiertan. El trabajo del sueño no puede cifrar esa cantidad que irrumpe y en
ese sentido, fracasa.
Desde el inicio, han visto que Freud se maneja con representaciones y monto de afecto
por ejemplo, en “Las neuropsicosis de defensa”. Justamente, es carga y por otro lado, algo
del orden de la representación, algo que puede limitar esa cantidad que irrumpe en el
aparato como traumático. Lo que Freud llama intento de ligadura, es poder tramitar esa
cantidad, es decir, ponerlo en juego en el trabajo del inconsciente. Producir formaciones del
inconsciente.
De este modo, es válido el ejemplo de Signorelli, porque aparece algo que no está
interpretado del todo, y también aparece algo que toca lo traumático como núcleo. Freud
produce, a pesar de él, un olvido. Toda esa trama de pensamientos inconscientes, son
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pensamientos a pesar de él. Se trata de pensamientos sin sujeto, implica un saber que
escapa a la conciencia.
Una de las formulaciones de Freud, quizás la más interesante, es cuando ubica el
psicoanálisis como la tercera herida narcisista de la humanidad. Dice: la primera, sería
Copérnico, en el sentido de que el sol no es el centro del universo. La segunda, Darwin, el
ser humano no es el límite de la creación sino que proviene de otras especies. Lo que dice
Freud del psicoanálisis textualmente es que: el yo, no es el dueño de su propia casa, es
decir que la conciencia no es la que domina el aparato psíquico sino, que hay un pensar, un
saber no sabido, que comanda la subjetividad.
En “Psicopatología de la vida cotidiana” se ponen en juego, no sólo los olvidos sino
también los lapsus, los actos fallidos, en el sentido de que hay una intención de realizar algo
y se realiza otra cosa. Ponen en evidencia que hay pensamientos que comandan al sujeto y
que operan más allá del sujeto mismo.
Hay un comentario de un americano que se llama Phillip Rieff, que dice: “Freud
democratizó el genio, dándole a cada cual un inconsciente creador”. Hay algo de cierto en lo
que Freud encuentra tanto en la clínica, como en sus propios ejemplos, hablan de un modo
de creación que se pone en juego en cada sujeto, sin que el sujeto lo sepa.
El yo, no es dueño de su propia casa. Podríamos tomar a Heidegger cuando dice que el
lenguaje es la casa del ser. Ustedes ven que lo que Freud encuentra en todos estos modos
de operar, también en el sintomático es un inconsciente lingüístico, tomando el sentido
freudiano a las representaciones. Donde Freud toma su apoyatura en una lógica que escapa
a la conciencia.
Tomando estas referencias que ordenan la obra freudiana, podríamos decir que el libro
base del deseo es “La interpretación de los sueños”, y estos textos: “Psicopatología de la
vida cotidiana”, “El chiste...”; continúan esa línea. Cada uno evidentemente tiene su aporte.
“El chiste...” es muy interesante porque ubica en el mecanismo del chiste algo nuevo, que no
es sólo cumplimiento de deseo sino también una ganancia de placer.
En el sueño del teatro está el anhelo de un marido cien veces mejor y también la
realización del placer de ver. Pero en el chiste además, se juega el lazo con el otro, necesita
de un público y hay una ganancia de placer. Hay una satisfacción que es la risa y Freud dice
que permite el atravesamiento de la inhibición. Hay algo inhibido, un hielo que se quiebra.
Tenemos todos estos textos donde plantea un modo de ciframiento, de operatoria que
está en juego con relación a las representaciones. Por otro lado, “Tres ensayos...” que abre
la vía de la pulsión, y aparece la vía de la satisfacción, que pone en juego la sexualidad.
La realización, el cumplimiento de deseo se juega en las representaciones, la pulsión se
pone en juego en el cuerpo. No es que Freud produce una diferencia de mente, por un lado
y cuerpo, por el otro; sino que son distintos modos de abordaje para poder ubicar la
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articulación entre el sistema de representaciones y la exigencia pulsional del cuerpo. Lo que
es del orden de la satisfacción y lo que es del orden del deseo.
El libro de “El chiste...” tiene su actualidad, aunque los chistes que toma Freud no son
interesantes, evidentemente la cuestión de la traducción y la época hacen que no tengan
gracia. Hay algunos que son divertidos como ese de los dos comerciantes que van en el tren
y uno le pregunta al otro: “¿Adónde vas?” Y el otro le dice: “Voy a Cracovia”. Entonces el
primero le dice: “Vos me decís que vas a Cracovia para que yo crea que vas a Lemberg,
pero en realidad vas a Cracovia”.
Evidentemente hay algo de una estética de la época y de que el chiste tiene un efecto en
el contexto de una cultura.
Hay interpretaciones del psicoanálisis que ya son parte de la cultura. Es muy divertido ver
como en la prensa y en los medios, un fallido aparece ya interpretado. Lo vemos todos los
días.
Lo interesante del libro de “El chiste...”, es, primero, la cuestión del chiste como
mecanismo, lo que plantea del ahorro, de una inhibición y de una ganancia de placer.
El chiste articula un efecto lingüístico, con un efecto en el orden de la satisfacción. Las
definiciones que toma, por ejemplo, el movimiento del sentido al sin sentido y después
nuevamente al sentido; es muy interesante porque también es una modalidad de las
formaciones del inconsciente. El olvido de Signorelli, Botticelli y Boltraffio, aparece de golpe
como un sin sentido. La interpretación que hace Freud devuelve el sentido. Por eso es que
hay cierta solidaridad entre chiste e interpretación. No porque toda interpretación tenga un
efecto de chiste, pero hay cierta solidaridad.
En una de las definiciones que toma Freud del chiste, habla de un cura que puede casar
cualquier pareja. Es decir, representaciones discordantes que se juntan también en el modo
absurdo que se ponen en juego en un sueño. Porque el sueño tiene a veces, este carácter
desconcertante.
En la obra de Freud, hay un desarrollo respecto del chiste, de lo cómico y del humor. El
humor está en uno de los agregados tardíos de “El Chiste y su relación con lo inconsciente”.
El abordaje que hace, es en otra línea del chiste. Lo humorístico está más referido al ahorro
de un sentimiento penoso, lo cómico lo deja más por el lado de la imagen (alguien que va
caminado y de golpe se tropieza y se cae) los dibujos animados juegan mucho con eso; y el
chiste, pone en juego más el decir y el efecto en el otro. El humor quedaría más del lado de
un ahorro de afecto para el sujeto.
En el homenaje a Freud que hicimos la semana pasada en la Biblioteca Nacional, sobre
“Freud y el humor”, Osvaldo Delgado contó un chiste de Groucho Marx. Era uno de los
hermanos Marx aquel que dijo: “yo nunca formaría parte de un club que me acepte como
miembro”.
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Y también Osvaldo recordó lo que decía en el epitafio de la tumba del Groucho:
“Disculpen si no me levanto para saludarlos”. Groucho Marx se acerca un poco más al
humor de nuestra época que los chistes en la época de Freud.
Es muy interesante en este sentido, que el chiste, de algún modo permite hacer lazo y
permite cierto levantamiento de la represión.
Así como el olvido de Signorelli dice algo, el sueño dice algo, los recuerdos encubridores
dicen algo, un número al azar dice algo. Freud abre toda esa vía. Un inconsciente que va a
decir algo sobre el trasfondo de lo traumático.
El esquema de Signorelli –y también el modelo del ombligo del sueño en “La
interpretación de los sueños”–, da cuenta que en esa trama de ciframiento que se juega a
pesar del sujeto, hay un núcleo indecible, un núcleo traumático.
Está claro en el esquema de Signorelli. Toda la línea de asociaciones lo lleva, como lo
plantea a muerte y sexualidad y pensamientos reprimidos. Ahí hay un núcleo donde las
asociaciones se detienen. Hay algo allí, uno podría decir, leyendo lo que Freud llamó su
análisis, su autoanálisis en las cartas a Fliess, hay varias líneas. Porque el numero 51 que
toma en el olvido de los sueños, tiene que ver con un pensamiento obsesivo de Freud de
que se iba a morir a esa edad. Evidentemente Freud llega a un límite. Quizás por una
cuestión de intimidad, pero también es el limite que Freud encuentra en la interpretación de
las formaciones del inconsciente. Hay algo indecible en relación con la muerte y la
sexualidad. Hay todo un montaje de cifrado sobre un punto, que está montado sobre algo
que no se puede terminar de decir.
Freud encuentra toda una modalidad donde el aparato dice o el sujeto dice, sobre algo
del orden de lo indecible.
Alumna: Pregunta referida a cómo opera el psicoanálisis con ese núcleo de lo indecible.
Profesor: Hay que ir poco a poco. Nosotros estamos viendo un momento de Freud que
son los inicios del psicoanálisis. La pregunta tuya es muy importante por lo siguiente: este
primer momento, Freud lo llama el arte de la interpretación, se sostiene en hacer conciente
lo inconsciente. Lo interesante es que Freud todavía en esta época –aunque sostiene la
tesis de hacer conciente lo inconsciente–, se encuentra con que hay un punto que resiste a
hacerse conciente. Hay un punto que resiste a ser tramitado por la palabra. Un sueño no
puede ser interpretado del todo. Yo diría que mantengamos abierta tu pregunta, porque es lo
que a Freud le permite avanzar.
Freud se encuentra que hacer conciente lo inconsciente tiene un tope, que después le
permite poner en juego otros modos. Por ejemplo, lo que viene más adelante, es que Freud
dice: lo que no se recuerda, se repite en acto.
Esto que aparece aquí como limite, va tomando a medida que Freud avanza en su obra,
distintas formas y también el modo en que Freud intenta abordar eso, es distinto. Esta
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primera época es el arte de la interpretación. Encuentra el modo en que el inconsciente
habla y el modo de descifrarlo, pero a la vez se encuentra con un límite. Está claro que este
limite está en relación con aquello que no puede terminar de representarse y que, como
decía antes, continúa de otra manera lo traumático.
Lo traumático, que antes había sido una escena real, luego Freud lo pone en duda, y le
da un carácter más estructural. Cuando uno dice que hay algo indecible en un sueño, que
un sueño no puede ser interpretado del todo, podríamos decir que un síntoma no puede ser
interpretado del todo. Hay un núcleo que no es interpretable. Pero eso no quiere decir que
no se pueda operar con eso.
Bueno dejamos acá. Gracias por la invitación.
Bibliografía trabajada
Freud, S. (1900-1901), “La Interpretación de los sueños”, capítulo VII, en: Obras
completas, tomo V, Buenos Aires: Amorrortu editores.
-------------- (1901), “Psicopatología de la vida cotidiana. (Sobre el olvido, los deslices en el
habla, el trastrocar las cosas confundido, la superstición y el error)”, en: Obras completas,
tomo VI, Buenos Aires: Amorrortu editores.
-------------- (1905), “El chiste y su relación con lo inconsciente”, en: Obras completas,
tomo VIII, Buenos Aires: Amorrortu editores.
Bibliografía citada
Freud, S. (1893), “Sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos:
comunicación preliminar” (Breuer y Freud), en: “Estudios sobre la histeria” (Breuer y Freud)
(1893-95), apartado IV, en: Obras completas, tomo II, Buenos Aires: Amorrortu editores.
-------------- (1894), “Las neuropsicosis de defensa (Ensayo de una teoría psicológica de la
histeria adquirida, de muchas fobias y representaciones obsesivas, y de ciertas psicosis
alucinatorias)”, en: Obras completas, tomo III, Buenos Aires: Amorrortu editores.
-------------- (1896), “Manuscrito K. Las neurosis de defensa. (Un cuento de Navidad)”, en:
Obras completas, tomo I, Buenos Aires: Amorrortu editores.
-------------- (1898), “Sobre el mecanismo psíquico de la desmemoria”, en: Obras
completas, tomo III, Buenos Aires: Amorrortu editores.
-------------- (1899), “Sobre los recuerdos encubridores”, en: Obras completas, tomo III,
Buenos Aires: Amorrortu editores.
-------------- (1905), “Tres ensayos de teoría sexual”, en: Obras completas, tomo VII,
Buenos Aires: Amorrortu editores.
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