Herbert Marcuse y Walter Benjamin: racionalismo y romanticismo

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Herbert Marcuse y Walter Benjamin:
racionalismo y romanticismo
MICHAEL LóWY
La afinidad entre Marcuse y Walter Benjamin ha sido observada frecuentemente, pero nunca estudiada de manera sistemática. El punto de
partida de esta afinidad se encuentra en sus raíces comunes en la
cultura romántica alemana, en su nostalgia por las comunidades precapitalistas y en contraponer la "Kultur" artística a la prosaica sociedad burguesa. Hay una gran similitud entre la tesis de doctorado de
Marcuse, Der deutsche Kün stlerroman (La novela de artista alemana) de 1922, y la de Walter Benjamin , Der Begriff der Kunstkritik
in der deutschen Romantik (El concepto de crítica artística en el romanticismo alemán) de 1919.
Este primer trabajo de Marcuse -recientemente reeditado- es
fundamental para entender su evolución intelectual . Su tema es la
contradicción entre el mundo de la Idea y el de la realidad empírica,
entre el Arte y el universo burgués . Contradicción dolorosamente
resentida y expresada por los románticos.
Algunos de ellos, en particular Novalis, intentaron superar esta
contradicción ignorando el mundo empírico , sustituyéndolo por una
realidad ideal -un nuevo mundo imaginario, un reino de amor y de
paz, Eros y Freya.
Otros, como Goethe en el Werther , muestran cómo la subjetividad
idealista del artista conduce a un conflicto radical con el orden
racional-instrumental de la realidad -un conflicto que no puede
terminar sino con su capitulación o bien su muerte . Algunos de los
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románticos posteriores, como E.T.A. Hoffman, se fascinan por las
fuerzas antiguas, oscuras y disolventes de la pasión, que amenazan
hacer explotar el mundo existente. Para Marcuse, la mayor parte de las
novelas de artista (es decir las novelas cuyo héroe central es un artista)
contienen una dimensión critica contra la industrialización creciente,
y la mecanización de la vida económica y cultural, entendida como un
proceso que destruye o marginaliza todos los valores espirituales
auténticos. Muchos escritores románticos (o neorománticos) manifiestan una aspiración ardiente por un cambio radical de la vida,
rompiendo los estrechos límites del materialismo burgués -filistino- una aspiración comparable a los sueños de los socialistas
utópicos contemporáneos, como Fourier.' Algunas de esas ideas de la
tesis de doctorado de Marcuse reaparecen, casi sin cambio, en Evos y
civilización y en El hombre unidimensional.
Hay un paralelismo impresionante entre la evolución intelectual de
Marcuse y la de Benjamin: ambos se inician con el romanticismo
alemán y el problema del arte; ambos se acercan al marxismo en los
años 20, bajo la influencia de Lukács y de Korsch; y ambos se asocian
al Instituto de Investigación Social de Frankfurt en los años 30. Arribos
son muy críticos de la social-democracia y aunque esperan la transformación socialista revolucionaria de Alemania, se niegan a dar su
adhesión al Partido Comunista.
Durante los años de vida de Benjamin (hasta 1940), no hay ninguna
mención de él en los escritos de Marcuse. 2 ¿Porqué ese silencio? Una
hipótesis posible es que después de su periodo heideggeriano de 192832, Marcuse se alejó progresivamente del romanticismo hacia una
interpretación del marxismo, inspirada en la tradición del racionalismo occidental, de Platón a Descartes, y de la Aufklarung a Flegel.
Herbert Marcuse, Der deutsche Künutlerroman, 1922, reeditado en Schriften,
V. 1, Suhrkamp, Frankfurt a.M., 1978, pp. 43-49, 86, 117-119, 133-143.
Walter Benjamin menciona a Marcuse en su breve artículo sobre el Instituto de
Investigación Social (1938), y además se refiere favorablemente , en una carta
a Horkheimer, a la contribución de Marcuse a un volumen colectivo de la
Escuela de Frankfurt (Autoritüt und Familie). Véase Walter Benjamiri, "Ein
deutsches Institut freier Forschung", 1938, en Gesammelte Schriften, Suhrkamp,
Frankfurt a.M., 1972, V. III, pp. 526, 683.
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RACIONALISMO Y ROMANTICISMO
Durante toda su vida, el marxismo de Marcuse se va a mover entre
estos dos polos: el romántico y el racionalista. Para él no son
contradictorios ya que a pesar de sus evidentes diferencias, tienen un
aspecto común. Este aspecto -que constituye el sustrato constante
del pensamiento de Marcuse- es la negación, la oposición dialéctica
entre la idea y la realidad establecida. Hay un pasaje muy significativo en el prefacio 1960 a la reedición de Razón y revolución, en el cual
esta idea es explícitamente formulada: "El lenguaje dialéctico y el
poético se encuentran... en un terreno común. Este elemento es la
búsqueda del... lenguaje de la negación en cuanto al Gran Rechazo".3
Para Marcuse, otro vínculo entre el racionalismo y el romanticismo,
es su compromiso con valores humanos cualitativos, culturales o
éticos, en oposición a valores meramente cuantitativos del mercado capitalista. Pero la Razón es aquí entendida como sustancial, no
puramente formal e instrumental -como la que se puede encontrar en
la industria capitalista (y aun en los mismos campos de concentración). Esta unidad de los dos polos es la unidad de la obra de Marcuse,
más allá del acento particular (romántico o racionalista) de los
diferentes periodos de su evolución intelectual.
Durante los años 30 y 40, el polo racionalista se torna dominante en
el pensamiento de Marcuse. Después de 1925, cuando publica una
bibliografía comentada de las obras de Schiller, el problema del arte, de la literatura y de la cultura en su oposición a la realidad, tiende
a desaparecer de sus escritos en las siguientes tres décadas. Es verdad
que en 1937 publicó un ensayo sobre "El carácter afirmativo de la
cultura", pero este texto, lejos de reafirmar sus ideas de ese año (1922),
es precisamente su más radical negación. Según este ensayo, la cultura
tradicional (sobre todo literaria), al preservar un mundo ideal, por
encima y opuesto a la vulgaridad de la vida cotidiana, juega un papel
ideológico conservador; la belleza del "alma" (Seele) es glorificada
como compensación a la desgracia del mundo material: "La libertad
del alma fue utilizada para disculpar la miseria, servidumbre y martirio del cuerpo. Sirve para la capitulación ideológica de la existencia
delante de la economía capitalista... El alma tiene un efecto tranquiliHerbert Marcase , Reason and Revolution , "Preface", Boston, Beacon Press,
1960, p. X.
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zante... Las alegrías del alma son menos costosas que las del cuerpo
y menos peligrosas". Marcuse parece creer que hay una diferencia
fundamental entre la filosofía y la literatura, en su relación con el orden
establecido: "La belleza del arte en contraste con la verdad de la teoría es compatible con la injusticia existente".
La alternativa a esta esfera cultural "afirmativa", con su libertad y
felicidad ilusoria, es para Marcuse la tradición de la filosofía racionalista -Descartes, Kant, Hegel- que rechaza el concepto de "alma"
y opta por la racionalidad crítica del espíritu. En tanto que la temática
de la Seele es típica de las tendencias irracionalistas, desde el historicismo romántico (Herder) hasta las doctrinas autoritarias modernas
(un eufemismo para la ideología fascista). "Hegel no les sirve a los
Estados autoritarios. Él aboga por el espíritu; los nuevos (Estados)
abogan por el sentimiento".
Naturalmente Marcuse se da cuenta del carácter unilateral de su
ataque contra el arte y la literatura tradicional de la era burguesa;
reconoce que ellos "contienen no sólo la justificación de las formas
establecidas de existencia, sino también el dolor de su existencia; no
sólo la reconciliación con lo que es, sino también la memoria de lo, que
podría ser. El gran arte burgués, en la medida en que... pinta la belleza
de los seres humanos y de las cosas, así como una felicidad supraterrenal con los colores vivos de este mundo... colocó en los fundamentos de la vida burguesa no solamente un falso consuelo... sino
también una auténtica nostalgia (Sehnsucht)". Esta intuición se transformará en el eje central de sus futuros escritos. En 1937, entretanto,
se halla integrada como un aspecto subordinado de la concepción
general de la cultura "afirmativa": "La cultura deviene un sirviente del
ser (...) Puesto que el arte pinta lo bello como presente, acaba con la
nostalgia rebelde". Este enfoque teórico era bastante distinto, si no es
que opuesto, a las concepciones estéticas y culturales de Benjami:n en
la misma época.'
4
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Herbert Marcuse, "Veber den affirmativen Charakter der Kultur", 1937, :reeditado en Kultur und Gesselschaft, Frankfurt am M. Suhrkamp, 1970, V. I, pp. 6768, 76-81, 89-94. Benjamin conocía este ensayo y lo menciona en su artículo
sobre el Instituto de Frankfurt en 1938. Refiriéndose a Marcuse, él reconoce la
necesidad de oponer una concepción crítica de la cultura contra su versión
RACIONALISMO Y ROMANTICISMO
La orientación racionalista que atraviesa la mayoría de los ensayos
de Marcuse en los años 30, culminando en 1941 con Razón y revolución, puede explicar el por qué se ignoran los trabajos de Benjamin.
Por otro lado, la reorientación de Marcuse hacia el polo romántico en
los años 50 y 60 puede ser una de las razones de su redescubrimiento
de Walter Benjamin en este periodo. Podemos trazar el desarrollo de
este nuevo cambio en el pensamiento de Marcuse a través de sus
distintos prefacios a Razón y revolución, el de 1941, de 1954 y
de 1960. En 1941 aún ponderaba el "espíritu racionalista americano",
que tuvo su traducción política directa en sus actividades como
consejero (antifascista) de la Oficina de los Servicios Estratégicos del
gobierno norteamericano durante la Segunda Guerra Mundial. Pero en
los años 50, después de la guerra fría y del maccartismo, así como de
un estudio más profundo de la sociedad americana, Marcuse se volvió
cada vez más crítico de la civilización industrial y de su racionalidad
instrumental. En el "Epílogo" escrito en 1954 para la segunda edición
del libro, Marcuse reconocía el carácter contradictorio de la tradición racionalista occidental: "Desde el principio, la idea y la realidad
de la Razón en el periodo moderno, contenía elementos que ponían en
peligro la promesa de una existencia de libertad y plenitud: la
esclavitud del hombre por su propia productividad... la dominación
represiva sobre la naturaleza, tanto en el hombre como en el mundo
exterior".' Al mismo tiempo, redescubre las virtudes subversivas de la
imaginación y del arte, por ejemplo, la problemática de sus primeros
escritos en los años 20.
5
"afirmativa ". Pero esta "cultura crítica " no se identifica para él, como para
Marcuse , con la filosofía racionalista y Hegel : ella se compone de elementos
que "originados en épocas tempranas de la humanidad y en sus sueños, no
niegan su solidaridad con la humanidad del porvenir". No se trata por lo tanto
de rechazar la tradición cultural como "ideología", sino de "salvar la herencia cultural " y desarrollar sus intuiciones críticas . Véase Walter Benjamin,
Gesammelte Schriften, V. III, pp. 525-526.
Herbert Marcuse, "Epilogue ", Reason mid Revolution , Nueva York, The Humanities Press, 1954, p. 433. Es probable que Marcuse estuviera también influenciado por la crítica de Adorno y Horkheimer a la tradición racionalista
realizada en la Dialéctica del Iluminismo (1947), pero sin duda llegó por su
propio camino a esta conclusión.
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MARCUSE Y LA CULTURA DEL 68
Este nuevo periodo "romántico" empieza con Eros y civilización,
obra en la cual, reinterpretando a Freud, Marcuse contrapone la
sensualidad erótica a la racionalidad del principio de operacionalidad
(performance principle). El arte es ahora interpretado en términos
radicalmente distintos a los del ensayo de 1937 (que oponía la verdad
de la teoría a la belleza ilusoria de la imaginación artística): "La
fantasía es cognitiva en la medida en que preserva la verdad del ¡Gran
Rechazo, o, positivamente, en la medida en que protege, contra toda
razón, las aspiraciones a la realización integral (integral fulfili'ment)
del hombre y de la naturaleza que son reprimidas por la razón". El gran
escritor y poeta alemán sobre el cual él había trabajado en 1925 vuelve
ahora al centro de su argumentación: Friederich Schiller. Según
Marcuse, sus ensayos estéticos tienen una "calidad explosiva" porque
muestran que "la libertad debe buscarse en la liberación de la sensualidad (sensuousness) más que en la razón", o al menos "las leyes de la
razón deben ser reconciliadas con los intereses de los sentidos".
Citando un párrafo de Schiller, Marcuse afirma que "Herder y Schiller,
Hegel y Novalis desarrollaron en términos casi idénticos el concepto
de alienación. En la medida que la sociedad industrial empieza a tomar
forma bajo la dominación del principio de operacionalidad, su negatividad inherente deviene un tema del análisis filosófico". Esta
observación es altamente significativa: ella combina en un mismo
"frente" socio-cultural a artistas y filósofos, a románticos y racionalistas , y en particular a los dos pensadores que Marcuse había contrapuesto en 1937 como representantes de la Seele (Herder) y del
Geist (Hegel).6
No es un accidente que en Eros y civilización, el primer trabajo en
el cual la dimensión romántica del pensamiento de Marcuse reemerge, encontramos también su re-descubri miento de Benjammin:
cita, comenta y festeja un importante pasaje de las Tesis sobre el
concepto de historia -el testamento teórico que Benjamin redactó en
1940, poco antes de su muerte. Cuando Marcuse escribió este libra, los
principales ensayos de Benjamin no habían sido aún reeditados.
Como se sabe, es la edición (por Adorno) de los Schriften (Discursos)
6 Herbert Marcuse, Eros and Civilization (1955), Nueva York, Sphere Books,
1969, pp. 132, 151, 154.
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RACIONALISMO Y ROMANTICISMO
de Benjamin en 1955 lo que va a constituir el punto de partida de una
recepción generalizada de su obra por la "intelligentsia radical". Pero
el interés de Marcuse es anterior a esta publicación y no se relaciona
con ella. Resulta, más bien, de la dinámica interna de su propio
desarrollo espiritual.
En el párrafo citado por Marcuse, Benjamin escribe: "El deseo de
romper la continuidad de la historia pertenece a la clase revolucionaria
en el momento de la acción". En conexión con ese pasaje y con el
conjunto de las Tesis de Benjamin, Marcuse escribe: "La rememoración no es una arma real si no es traducida en acción histórica. Sólo así
la lucha contra el tiempo deviene un momento decisivo en la lucha
contra la dominación".' La memoria del pasado como arma en la lucha por el futuro: difícilmente se puede imaginar una formulación más
precisa y contundente de la perspectiva romántico-revolucionaria, que
es común a Marcuse y Benjamin y permea tanto sus concepciones
estéticas como las políticas.
Desde 1955 hasta sus últimos escritos, Marcuse es atraído una vez
más por el arte, y por el ideal artístico romántico de un mundo
pacificado bajo el signo de Eros. Este ideal es uno de los principales
ejes de El hombre unidimensional, donde él subraya su potencial
crítico: "Las imágenes tradicionales de la alienación artística son
efectivamente románticas en la medida en que se sitúan en incompatibilidad estética con la sociedad en desarrollo. Esta incompatibilidad
es la garantía de su verdad, lo que ellas evocan y presentan en la
memoria pertenece al futuro: imágenes de una gratificación que
disolvería la sociedad que la suprime. El gran arte y literatura surrealista de los años 20 y 30 aun las había recapturado en su función subversiva y liberadora".e Proclamas similares sobre la contradicción
entre el universo artístico o poético y la realidad establecida, así como
sobre la dimensión revolucionaria del surrealismo se encuentran
también en los libros posteriores de Marcuse. Por ejemplo, en Un
ensayo acerca de la liberación (1969) se felicita por el no-conformismo absoluto de los poetas surrealistas que encuentran "en el
' Herbert Marcuse, Ibid, p. 186.
8 Herbert Marcuse, One Dimensional Maíz, Londres, Edit. Roudedge, 1964, p. 60.
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lenguaje poético los elementos semánticos de la revolución ".9 Benjamin
también fue un gran admirador del surrealismo , precisamente por su
carácter romántico-revolucionario y libertario . En su artículo sobre el
surrealismo francés (1929) escribía : "Desde Bakunin le faltaba a
Europa un concepto radical de libertad. Los surrealistas lo tienen...
Ganar las fuerzas del delirio para la revolución, esa fue la finalidad del
surrealismo en todas sus obras e iniciativas". " Marcuse insistía --en
Contrarrevolución y revuelta (1972)- que en las más importantes
obras de arte y literatura desde el siglo XIX, " predomina una postura profundamente anti -burguesa: la cultura más elevada acusa,, rechaza ... la cultura material de la burguesía ... se disocia del mundo de
las mercancías, de la brutalidad de la industria y del comercio burgués,
de la distorsión de las relaciones humanas, del materialismo capitalista y de la razón instrumental . El universo estético contradice la
realidad". Es muy significativo que entre las grandes obras de literatura que representan para Marcuse la forma más auténtica, absoluta e
irreconciliable del Eros sublimado y que en su opinión (en El hombre
unidimensional) están " más allá de los límites de Principio de Realidad establecido , que el Eros rechaza y hace explotar", están Las
afinidades electivas de Goethe y Las flores del mal de Baude laire
-dos libros que ocupan un lugar determinante en las reflexiones
filosóficas y estéticas de Walter Benjamin.ll
La relación con Benjamin ocupa un lugar muy especial en El
hombre unidimensional . Como es conocido , el libro termina con un
poderoso y emotivo homenaje al gran ensayista judío -alemán: "La
teoría crítica ... sin hacer ninguna promesa y sin evidenciar ningún
éxito, se mantiene negativa . Así ella quiere ser leal a los que, sin
ninguna esperanza, dieron y dan su vida por el Gran Rechazo . Al inicio
de la era fascista , Walter Benjamin escribió : Nur um derHoffilungslosen
willen ist uns die Hoffnung gegeben . "Es sólo en virtud de los que no
9
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62
Herbert Marcuse, An Essay on Liberation, Boston, Beacon Press , 1969, p. 33.
Walter Benjamin , " Der Surrealismus" (1929) en Angelus Novus, Frankfurt,
Suhrkamp, 1966, p. 212.
Herbert Marcuse, Counter-revolution and Revolt , Boston , Beacon Press, 1972,
p. 86; One Dimensional Man, op. cit., p. 77.
RACIONALISMO Y ROMANTICISMO
tienen esperanza que nos es dada la esperanza ". 12 En su contexto
original , este pasaje del ensayo de Benjamin (de 1922) sobre Las
afinidades electivas de Goethe tiene un profundo significado religioso, pero Marcuse le da una traducción directamente política (siguiendo
su típica lectura "secular " de Benjamin).
Encontramos aquí otro elemento común : una calidad peculiar de su
estilo de pensamiento , que se podría designar como esperanza desesperada o pesimismo revolucionario . Tanto Marcuse como Benjamin
rechazan la creencia que el "curso natural" de la historia , el desarrollo
de las fuerzas productivas o el inevitable progreso social conducirán
a una sociedad racional y liberada . Para ellos, como lo formuló
Benjamin en una extraordinaria imagen, los revolucionarios deben
aprender a "barrer la historia a contrapelo". No existe ningún triunfo
predestinado e irresistible de la humanidad y de la razón . Abandonado
a sí mismo, el llamado "progreso" produce solamente, como lo sugiere
Benjamin en sus Tesis sobre la filosofía de la historia " una montaña
de escombros ". 13 La acción revolucionaria no consiste en "nadar con
la corriente ", sino exige librar una dura batalla contra las fuerzas ciegas
de la historia , una larga y difícil lucha cuyo resultado no puede ser
previsto de antemano . En un post-escrito a una nueva edición de El 18
Brumario de Marx, Marcuse escribió : "la conciencia de la derrota, y
asimismo la desesperación, pertenecen a la verdad de la teoría y a su
esperanza ". Lejos de favorecer la pasividad (como lo hace el optimismo oficial de un Karl Kautsky por ejemplo ), este tipo de
pesimismo voluntarista es, al revés, el más desesperado llamado a la
acción , la iniciativa , la resistencia.
Desde este punto de vista, El hombre unidimensional debe mucho
a las Tesis de 1940 de Benjamin. Tal vez por esa razón , en el mismo
año en que apareció su libro (1964) Marcuse sintió la necesidad de
escribir un ensayo sobre el propio Walter Benjamin . Este contexto
poco conocido es el postfacio a una colección de cinco artículos de
Benjamin, entre ellos las Tesis sobre la filosofía de la historia y la
Crítica de la violencia. No es un trabajo sistemático , pero revela cla12 Herbert Marcuse, One Dimensional Man, op. cit., p. 257.
13 Walter Benjamin, "Veber den Begriff der Geschichte", 1940 , Gesammelte
Schriften , V. 1, 2, pp. 697-698.
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MARCUSE Y LA CULTURA DEL 68
ramente los aspectos comunes de los dos pensadores --así como sus
diferencias.
Tanto Marcuse como Benjamin toman posición por una negación
absoluta del orden existente . Los dos aspiran a una revolución radical
y reconocen el derecho de los grupos oprimidos a utilizar la violencia
para defenderse de sus opresores. Comentando el ensayo de Benjamin
sobre la violencia (1921 ) Marcuse subraya : "La violencia que critica
Benjamin no es la que viene desde abajo contra los de arriba... La
violencia que él critica es la del ser (Bestehenden) que pretende derivar
de su propia existencia el monopolio de la legitimidad , de la verdad
y del derecho ... Benjamin llevó demasiado en serio la promesa
contenida en la palabra " Paz" para ser un pacifista..."." Los dos pensadores son irreconciliablemente opuestos a todo reformismo y gradualismo y conciben la revolución como una ruptura del continuum
histórico, un comienzo totalmente nuevo -y no una versión mejorada
del existente, o el resultado acumulativo de una , evolución progresiva.
Al mismo tiempo, paradójicamente , este futuro utópico implica una
recuperación del pasado precapitalista. Entretanto, existen también
diferencias innegables en su idea de la revolución . En sus comentarios,
Marcuse ignora el componente anarquista de los primeros escritos de
Benjamin, y además, trata de neutralizar su contenido religioso a
través de una interpretación totalmente secular y a -teológica del
mesianismo de Benjamin . Él escribe por ejemplo : " Se hace claro en
la crítica de la violencia de Benjamin que el mesianismo es la forma
de apariencia de una verdad histórica : la humanidad liberada sólo es
concebible en tanto negación radical (no simplemente "determinada")
del ser... El mesianismo de Benjamin no tiene nada que ver con la
religiosidad tradicional : culpa y expiación son para él categorías
sociales". " Esta interpretación puede ser parcialmente verdadera,
pero es unilateral : la profunda dimensión teológica de Benjamin,
enraizada en la tradición judía, incluye las categorías sociales, pero no
puede ser reducida a ellas. Las observaciones de Marcuse son más
reveladoras de su propio pensamiento que del mesianismo de Benjamin.
14 Herbert Marcuse , " Nachwort " en Walter Benjamin , Zur Kritik der Gewalt,
Frankfurt a. M., Suhrkamp , 1965, pp. 99-100.
u Ibid., pp. 110-111.
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RACIONALISMO Y ROMANTICISMO
En 1941, en Razón y revolución, aún hablaba en términos de la
negación "determinada" de la realidad establecida, pero ahora, en
1964, aspira a una negatividad más totalizante.
Otro elemento importante compartido por Marcuse y Benjamin
(que tiene que ver con sus orígenes románticos) es que critican no sólo
el capitalismo, sino toda la sociedad industrial con su tecnología
reificada, su productividad alienada, su destrucción de la naturaleza en
nombre del mito del progreso. Como lo afirma Marcuse en su ensayo
sobre Benjamin: "En oposición al abominable concepto de productividad progresiva, para el cual la naturaleza existe gratis' para ser
explotada, Benjamin profesa la idea de Fourier de un trabajo social que
lejos de explotar la naturaleza, es capaz de sacar a la luz las creaciones
que están adormecidas en su seno como potencial. A la humanidad
liberada, redimida de la violencia opresiva, corresponde una naturaleza liberada y redimida"."
Por otro lado, tanto Benjamin como Marcuse reconocen --cada uno
a su manera- las posibilidades emancipadoras de la tecnología
moderna. Esto se aplica al cine en el área cultural, para Benjamin, y
a la automatización en la esfera económica, para Marcuse. Los dos
tratan de mostrar la naturaleza contradictoria del progreso material y
de la tecnología industrial, aun cuando, no lleguen a las mismas
conclusiones (Marcuse, al igual que Adorno y Horkheimer, es más crítico que Benjamin acerca de reproducción masiva de los bienes
culturales).
Benjamin es mencionado una vez más en el último escrito de
Marcuse. La dimensión estética (1977), en el cual la contradicción
entre el arte (literatura) y la realidad establecida, que había sido el tema
de su doctorado en 1922, se convierte nuevamente en el centro de su
obra. En 1977 la atención de Marcuse se orienta más hacia los
escritores modernos, que hacia los románticos del siglo XIX y
menciona, como uno de los errores crasos de la estética marxista
dogmática, "la denigración del romanticismo como simplemente
reaccionario". La dimensión estética no opone "el alma" a la razón; el
texto muestra que el arte está comprometido con la emancipación
16
Ibid., p. 104.
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simultánea de la sensibilidad, de la imaginación y de la razón -=una
razón distinta de la racionalidad de las instituciones dominantes. A
través de su asociación con Eros en contra de la represión de los
instintos, la dimensión estética es una protesta contra el mundo
establecido y una promesa de liberación. Al preservar la memoria de
las cosas del pasado, juega un papel revolucionario, ya que "la utopía
auténtica está fundada en la rememoración".
En este libro a Marcuse le interesan los ensayos de Benjamin sobre
los "poetas malditos" -Poe, Baudelaire, Proust y Valery- porque a
través de ellos redescubre el valor emancipador del arte en obras tan
alejadas de la praxis. Cita un pasaje de Benjamin en el cual éste se
refiere a Baudelaire como expresión de un "descontento secreto" con
el orden burgués. Según Marcuse, "la protesta secreta' de esta literatura esotérica reside en la irrupción de las fuerzas primarias eróticodestructivas que hacen explotar el universo normal de la comunicación y del comportamiento. Ellas son a-sociales en su propia naturaleza, una rebelión subterránea contra el orden social".17
Tanto Marcuse como Benjamin son románticos revolucionarias románticos en el sentido de una nostalgia por la "Kultur" precapitalista (nostalgia presente en el gran arte) y revolucionarios
porque han transformado esta nostalgia del pasado en una negación
radical del orden presente, y en una "esperanza desesperada" por una
sociedad futura radicalmente nueva.
Este romanticismo revolucionario no es para nada contradictorio
con su marxismo, puesto que en Marx y Engels también exisl:e una
dimensión romántica -naturalmente suprimida en las corrientes del
marxismo "unidimensional" en el siglo XX. Finalmente, esta orientación romántico revolucionaria no es extraña a la lucha de clases,
puesto que tanto Marcuse como Benjamin, cada uno a su manera,
consideraban toda su obra, vida y pensamiento como vinculados en
último análisis a la lucha de los oprimidos por su emancipación.
17 Herbert Marcuse, T71e Aesthetic Dimension, Boston, Beacon Press, 1979, pp.
XII-XIII, 6-9, 11, 19-20, 33, 73.
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