domingo 19 de ABRIL de 2015 / IDENTIDAD una revisión amplia de los principales narradores de dicha región y bases teóricas sólidas, el autor traza una visión homogénea, la tentativa mejor lograda hasta ahora. No cabe duda que la figura más importante dentro de las letras y la cultura, en general, de Tijuana, desde mediados del siglo pasado hasta el decenio de los noventa, fue Rubén Vizcaíno Valencia, periodista, narrador y promotor cultural. Después de su deceso, ocurrido en 2004, son editados, a manera de homenaje, tres libros que estudian la vida y obra del filósofo de origen colimense, quien a finales de la década de los años cincuenta, llega a Tijuana, proveniente de la capital bajacaliforniana para fundar editoriales, suplementos culturales, talleres literarios, asociaciones, entre otras proezas. Acercarnos a la obra periodística de Rubén Vizcaíno, pues, es conocer el desarrollo de la vida artística y literaria de esta ciudad fronteriza. Localizar y difundir sus textos periodísticos es una tarea que queda por el momento en el tintero, para que futuros “rescatistas” o investigadores se echen un clavado en la hemeroteca de nuestra localidad y así extraer y desempolvar sus artículos sepultados. Estos tres volúmenes que rinden homenaje al mismo tiempo que estudian la vida y obra de Vizcaíno, encontramos: Rubén Vizcaíno: Un Hombre de Frontera (Entrelíneas, 2006) y Rubén Vizcaíno Valencia. Los afanes de un universitario (ILCSA, 2014). No obstante las valiosas aportaciones de estos dos volúmenes, desde nuestro punto de vista, el libro que mejor delinea la vida y la obra de don Rubén, es Pasiones fronterizas. En éste, Gabriel Trujillo Muñoz nos presenta a Vizcaíno como un hombre, como el título nos indica, apasionado por la actividad que lo ocupó durante toda su vida: la cultura. Recientemente, encontramos un par de títulos que también nos acercan al conocimiento del acontecer literario de la ciudad: Tijuana en la historia. Una expresión fronteriza de mexicanidad (IMAC, 2006), de David Piñera, y, en especial, Visión panorámica de la cultura en Tijuana (Seminario de Cultura Mexicana, 2014), de María Guadalupe Kirarte. En éste, la presidenta vitalicia del Seminario de Cultura Mexicana Corresponsalía Tijuana, además de ofrecer una visión amplia de lo que ha sido el devenir cultural de esta ciudad fronteriza desde mediados del siglo pasado hasta nuestro días, dentro de las disciplinas de la música, la danza, las artes plásticas, el teatro, la promoción cultural, las asociaciones culturales (tema tan importante para comprender el medio artístico), Kirarte nos ofrece una sucinta revisión de la actividad literaria, donde destaca la obra de escritores como Federico Campbell, Estos tres volúmenes que rinden homenaje al mismo tiempo que estudian la vida y obra de Vizcaíno, encontramos: Rubén Vizcaíno: Un Hombre de Frontera (Entrelíneas, 2006) y Rubén Vizcaíno Valencia. Los afanes de un universitario (ILCSA, 2014). No obstante las valiosas aportaciones de estos dos volúmenes, desde nuestro punto de vista, el libro que mejor delinea la vida y la obra de don Rubén, es Pasiones fronterizas. En éste, Gabriel Trujillo Muñoz nos presenta a Vizcaíno como un hombre, como el título nos indica, apasionado por la actividad que lo ocupó durante toda su vida: la cultura. Francisco Morales, Rosina Conde, Rada Saavedra, Regina Swain y Fran Ilich, entre algunos otros. Asimismo, nos parece que la autora abona un dato nuevo para la historia de las letras de Tijuana, cuando hace referencia en su extenso ensayo a la aparición de los miembros de la joven generación, en aquel entonces, que surge a principios de la década de los noventa en nuestra ciudad fronteriza, quienes de alguna manera renovaron la manera en que se venía haciendo la cultura en la ciudad o al menos plantó la semilla; nos referimos desde luego a la Generación fanzinera. Quirarte escribe al respecto: “Los que asistían a lugares como Café Rave, tal vez el primer espacio alternativo organizado y destinado para los jóvenes tijuanenses de aquel momento, donde se exhibía cine y video y se hacía teatro experimental, música electrónica, pequeños conciertos, lecturas de poesía, exposiciones de dibujo y fotografía como las de Ingrid Hernándeze Yvonne Venegas- hoy son escritores, fotógrafos, editores, promotores culturales, artistas visuales y músicos, creadores de fanzines y miembros de Contra-Cultura (menor) -como Luis HumbertoRosales. Eduardo Pajarito, Pedro Valderrama, Karla Martínez, Guillermo Echeveste, Ruso, Horacio Ortiz Villacorta, Aaron Krile, Claudia Morfín, Roberto Partida, Ixca López, Abraham Cabrera, Josué de la Rosa, Javier Guerra, Motta, Juan Pablo Abascal, Gustavo Pedrero, Marvin Duran, Leticia Baker, Gabriela Chollet , Sandra Equihua, por mencionar algunos” (pp. 48-49). En resumen, podemos actualmente agrupar estos materiales en tres conjuntos: antologías, libros de artículos, reseña y ensayos, y los menos, recuentos de la actividad literaria de Tijuana. Otros libros que ofrecen alguna información respecto a las letras de Tijuana, no necesariamente consagrados en su totalidad al tema, son: Sociedad y desierto. Literatura en la frontera norte (UPN, 1993), de Sergio Gómez Montero; Fronteras de sal. Mar y desierto en la poesía de Baja California (UABC, 2000) y Litoral de prosa. Portafolio cultura (UABC, 2001), de Jorge Ortega; El cuento contemporáneo de Baja California (UABC, 1996), Narradores bajacalifornianos del siglo xx (ICBC, 2001) y Fronteras adentro. Cuento de Baja California (1996-2012) (UABC, 2014) de Humberto Félix Berumen; La cultura bajacaliforniana y otros ensayos afines (CECUT, 2005), de Gabriel Trujillo Muñoz; Made in Tijuana (ICBC, 2005), de Heriberto Yépez. A esta lista debemos añadir el título Tijuana en su literatura (1989) de Ramiro León Zavala (cuya localización, dicho sea de paso, hasta ahora no nos ha sido posible). Por último, no obstante estos loables esfuerzos antes señalados, aún hacen falta instrumentos, como índices y antologías, que faciliten el conocimiento de los contenidos de las distintas publicaciones periódicas de Tijuana, y donde además se ofrezca una selección de textos representativos de dichas revistas. Sugerimos que se realicen selecciones de publicaciones periódicas como Letras de Baja California y Esquina Baja, por ejemplo, cuya trascendencia es innegable. Asimismo, es necesario realizar un catálogo de las publicaciones marginales que han sido editadas en la ciudad, desde mediados de la década de los años ochenta hasta el presente (tarea que inició Rafa Saavedra, pero frustrada por la temprana muerte del autor). También resultaría valioso un diccionario de escritores tijuanenses, una hemerobibliografía completa de la actividad literaria de la ciudad, entre otros instrumentos. Asimismo, hay que mencionar que con la creación del espacio denominado La Biblioteca del Centro Cultural Artes del Libro, fundado y dirigido por René Castillo, se toma un paso firme para el conocimiento y difusión de nuestras letras, pues intenta reunir un fondo especializado en escritores tijuanenses; no obstante, espacios como éste permanecen obsoletos mientras no existan lectores y estudiosos curiosos por el estudio de los autores ahí depositados. Por otra parte, también sería necesario organizar un curso o diplomado destinado al conocimiento de la literatura de Tijuana, como en otras ciudades también se ha realizado (en Guadalajara, por ejemplo, se ha impartido tanto un diplomado como una maestría en letras de Jalisco). Por todo lo antes mencionado, es preciso la formación de nuevos investigadores (tanto aficionados como profesionales) interesados en realizar las tareas pendientes y las que están por venir dentro de las letras de Tijuana, ciudad que cada vez más es objeto de atención por parte de la crítica. Para finalizar, Gabriel Trujillo ha expresado muy claramente la necesidad de contar con gente orientada a este cometido: “¿Cuándo, me pregunto, habrá aquí, en Baja California, otros […] que rescaten nuestro pasado literario y sus héroes olvidados en el polvoso rincón de las bibliotecas públicas y de los cuartos de tiliches? ¿Cuándo, digo, cuándo?” 5