Manuel Agustín Heredia Martínez

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Manuel Agustín Heredia Martínez
Nació en Rabanera de Cameros (La Rioja) el día 4 de mayo de 1786. Fue el mayor
de cinco hermanos de los dos matrimonios contraídos por su padre. Camerano
como tantos otros que después de él se establecieron en Málaga, hombre de
negocios e industrias, senador del reino e influyente personaje, de Manuel Agustín
Heredia Martínez se cuenta que prestó apellido a los gitanos de sus ferrerías y
talleres.
Nos hallamos ante la más gigantesca figura empresarial, comercial y política de la
época. Lo suyo fue llegar y triunfar. Ni las tropas napoleónicas, ni tampoco el
bandolerismo que siguió a la invasión mermó su espíritu aventurero, siempre
dispuesto a la búsqueda de empresas cada vez más difíciles.
Su llegada a Málaga hay que situarla en los primeros años del s. XIX, cuando ya
huérfano, contando 15 años de edad, le vemos en Vélez – Málaga, donde encontró
empleo en un negocio de ultramarinos, que no iba demasiado bien y que, mediante
un trabajo concienzudo y entusiasta, logró enderezar.
Cuando decide trasladarse a Málaga en busca de mejorar horizontes, el dueño,
reconociendo el trabajo realizado, pone ciertas trabas para su marcha. Manuel
Agustín Heredia, en esos turbulentos años de la presencia francesa en Málaga, hizo
compatibles, y así lo asegura el profesor García Montoro, sus fobias francesas con
el tráfico comercial, de manera que se le ve vinculado en dicha época a los
contrabandistas que suministran pertrechos y alimentos, procedentes de Gibraltar, a
las huestes que luchan contra el invasor.
El cumplimiento de sus patrióticos deberes y sus objetivos mercantiles eran posibles,
entre otras razones fundamentales, al disponer de residencia en Málaga y
establecimiento comercial en el Peñón. De este periodo de constante tránsito entre
Gibraltar y Málaga, y más concretamente todavía por los contactos que estas
correrías establecen con el nacionalista general Ballesteros, a la sazón responsable
máximo de las operaciones militares, obtuvo autorizaciones para extraer grafitos en
las sierras de Estepona y Marbella.
Pero dicha gabela es solo la iniciación de actividades personales de carácter
industrial porque, en efecto, hasta la primera década de 1800 no vemos a Heredia
implícito en negocios de sociedades compartidas. Parece ser que sus primeras
lanzas como creador de empresas las rompe en 1808, al llevar a cabo la creación de
sociedades en Vélez–Málaga y en Gibraltar.
Son negocios relacionados con frutos secos y vinos, que le hacen viajar de manera
permanente, y son los socios, por tanto, quienes atienden la verdadera dirección
física de las mismas.
Uno de los grandes sucesos en la vida de Manuel Agustín, al menos ese tipo de
azar personal que transforma su vida y sus propios objetivos, fue su matrimonio el
12 de abril de 1813 con Isabel Livermore, que marcó su definitivo enraizamiento con
la clase burguesa malagueña.
Independizado de socios y entroncado con una de las más influyentes familias
malagueñas, se dedica con mayor ahínco a los negocios que, hasta el presente, le
habían dado más experiencia.
Heredia no olvida que muchos de sus triunfos comerciales le vinieron de la mano de
la guerra y, estratega ante todo, recuerda la lección aprendida, de manera que
desde la Casa Heredia y Cía, relanza su actividad hacia zonas gananciosas
mediante las adecuadas técnicas, entre ellas sus exportaciones a la América
hispana, peligrosas además porque coinciden con la bullanga independentista.
Crea en 1826 las sociedades El Ángel y La Concepción, a orillas de Río Verde y
adquiere los derechos sobre las extracciones, comprado al irlandés O´Shea el
martinete que construyó casi a pie de mina, inicia las actividades de la ferrería.
En ella encontraron trabajo cientos de malagueños, entre los cuales se hallaban
numerosos que pertenecían a la etnia calé. Leyenda o vera historia, el caso fue que
Heredia tuvo que mandar a Inglaterra a no pocos de aquellos gitanos con el fin de
que se adiestraran en la laminación del hierro, ya pensando en La Constancia, que
fundaría después en la propia Málaga. Pero como ninguno de ellos tenía "papeles",
Manuel Agustín los preparó dando a cada uno de ellos su propio apellido, de manera
que, todavía hoy, muchos descendientes de los citados "Heredia" afirman ser
parientes de don Manuel Agustín.
Aparte de la actividad comercial, prestamista e industrial que caracterizó la actividad
de don Manuel Agustín, destacó igualmente su poderío en lo que se refiere a la flota
marítima de su propiedad, entre cuyas representaciones figura la fragata "Isabel", los
bergantines "Heredia", "Isabel 2ª", "Amalia", "Paquete malagueño", "Henrique",
"Manuel", "Monte Carmelo", "Telémaco", "Ricardo", "Thomas", así como el queche
"Matilde", el velachero "San Francisco de Paula", la goleta "Pepita" y la chata "Santa
Bárbara", entre otras.
Una mancha queda en su palmarés de triunfante hombre de negocios e industrias: la
desertización de los montes de Ojén y Marbella por la tala de árboles que utilizó
durante años como combustible para las calderas de su complejo industrial en la
zona marbellí donde instaló su ferrería.
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