Intentaron matar a

Anuncio
24 POLICIALES
La Plata, domingo 25 de abril de 1999
A TRES DIAS DEL JUICIO ORAL
Intentaron matar a
Es Jorge Ruarte, quien declaró que vio cuando entraban a Bru en
para él y su familia. Anteriormente, ya había denunciado que lo
C
Sobre el subcomisario Walter Abrigo pesa un pedido de prisión perpetua
Las claves para entender un juicio complejo
La Cámara de Apelaciones y Garantías
dará comienzo el próximo miércoles al
juicio oral y público donde se juzgará a cuatro ex policías por la desaparición y muerte
del estudiante de periodismo Miguel Bru,
ocurrida en agosto de 1993.
Las audiencias de este debate, que será el
mayor que haya tenido lugar en La Plata
por la cantidad de testigos convocados
-unos 185- empezarán a las 8.30 con la lectura de la acusación fiscal de primera
instancia, donde fueron pedidas condenas
de prisión perpetua para el ex subcomisario
de la Policía Bonaerense Walter Abrigo y el
ex sargento Justo José López, a quienes se
acusa de “torturas seguidas de muerte”.
Abrigo y López, se desempeñaban en el
servicio de calle de la seccional Novena.
También serán juzgados el ex comisario de
esa dependencia Juan Domingo Ojeda, por
“torturas posibilitadas por negligencia” y
“violación a los deberes de funcionario
público” y el suboficial Ramón Cerecetto
por “favorecimiento real y supresión de
documento público”.
Al oficial Abrigo también se lo juzgará
por el delito de “apremios ilegales” junto al
ex policía Raúl Angel Tidone, en la causa
que investiga los castigos recibidos por
Roberto Abel Díaz, en 1992, en la comisaría
Quinta de esta ciudad. El tribunal citó a 24
testigos más por ese hecho.
Bru fue visto por última vez el 17 de
agosto de 1993 cuando cuidaba la casa de
unos amigos en el partido bonaerense de
Magdalena. A partir de esa fecha, sus familiares reclamaron a la Justicia que investigue
a efectivos de la comisaría Novena como los
responsables de su desaparición.
Ocurre que cuatro meses antes Bru había
denunciado a policías de esa seccional por
“allanamiento ilegal” a la vivienda que habitaba, y su familia presumía que se había
tratado de una venganza por parte de los
policías.
En abril de 1995, algunos testigos
declararon tener conocimiento que en agosto de 1993 el joven fue detenido en esa
comisaría. Algunos ex detenidos relataron
ante la Justicia haber visto o escuchado
mientras López y Abrigo castigaban a Bru y
cómo lo sacaron inerte de esa comisaría. El
cadáver nunca fue hallado. Sin embargo, la
fiscal de primera instancia, María Scarpino,
señaló que no podía premiarse la habilidad
de una persona que mata y esconde el
cadáver, entendiendo que había pruebas
suficientes para acreditar la muerte de Bru.
erca de las 5 de la tarde de ayer, Jorge
Francisco Ruarte, uno de los testigos
claves en el juicio por la desaparición
de Miguel Bru, llegó a los Tribunales acompañado por el padre del estudiante de periodismo. Se presentó ante el fiscal de turno,
Antonio Raimundi, a los efectos de realizar
una denuncia por un “intento de homicidio”
- así lo declaró Ruarte a “Hoy”-, cuando le
dispararon varios tiros, y de los que, “casualmente” salió ileso.
Recordemos que Ruarte declaró haber
estado en la comisaría Novena el día de la
detención del estudiante desaparecido
Miguel Bru. Desde su declaración, por la
instancia en la que se encuentra la causa - el
jueves 29 está citado a declarar en el juicio
oral que se inicia el miércoles próximo-, el
“testigo clave” denunció haber recibido
varias amenazas e intentos de homicidio.
Según su denuncia, eran alrededor de las
12 de la noche del viernes, cuando se
encontraba en su casa durmiendo. Al
escuchar unos disparos se levantó y, por
recomendación de su padre, salió a buscar a
su hermano que estaba en la casa de la
novia. Cuenta Ruarte que, al salir de su casa
de 126 entre 65 y 66, caminó sólo una
cuadra, cuando comenzó a sentir disparos y
“el silbido de las balas que le rozaban la
cabeza”. “Yo caminaba por 126 hacia 66.
Cuando llegué a 66 bis y doblé hacia la
derecha por 127 comenzaron a tirarme
desde un auto particular y dos patrulleros.
El auto era un Ford Escort de color rojo,
patente UIG 239 donde había dos personas.
En los patrulleros había varios policías de
uniforme”, dijo Ruarte.
Entonces, agregó, ante el inminente peligro, se escondió en una casa del barrio.
Detrás de unos ligustros logró despistar a
sus atacantes, quedándose por un rato en el
lugar. Agachado en su escondite pudo ver el
movimiento policial en la calle. Según
contó, había “un despliegue bárbaro”,
algunos andaban a pie y otros en los autos
recorriendo el lugar. Aguardó un largo rato
hasta que sus perseguidores se fueron; buscó
a su hermano y se dirigió a su casa; “...tenía
mucho miedo por él, también”.
De regreso en su casa y pasado el mayor
peligro, Jorge se encontraba durmiendo
cuando escuchó golpes en la puerta. “Eran
como las cinco de la mañana cuando
escuché que llamaban. Atendí y era C. N.
(por razones de seguridad sólo se publican
las iniciales), un pibe de unos 20 años, del
barrio, estudiante de medicina. Estaba herido de bala en la mano y tenía varias lesiones
en el cuerpo”, contó Ruarte.
El joven que llegó a la madrugada a la
casa de Jorge, le relató los hechos de esa
noche. Según cuenta Ruarte que le manifestó C. N., a éste último se lo llevó la
policía a la Comisaría 4º de Berisso, donde
lo amenazaron y le pegaron. Según siguió
relatando Ruarte, el joven estudiante de
medicina le contó que le preguntaron si
conocía al ‘chavo’ (así lo apodan a Jorge
Francisco Ruarte), que él respondió preguntando si hablaban “del de canal 11”, y
ante esta respuesta los policías lo empujaron por las escaleras del cuerpo médico,
donde finalmente lo habían llevado. Como
consecuencia de la caída quedó aún más
lastimado y golpeado.
Agregó que cuando C.N. llegó a la
comisaría 4º de Berisso, le mostraron un
revólver calibre 22 y le dijeron que ése -en
referencia al arma- era para “el chavo”,
denunció Jorge, (según le contó C.N.). El
joven golpeado le dijo al testigo del caso
Bru que el auto en el que “lo levantaron”
era un Escort rojo, aparentemente el
mismo en el que se trasladaban, horas
antes, los agresores de Ruarte.
Las pruebas para acreditar la muerte de Bru
La suficiencia o no de pruebas que
acrediten la muerte de Bru, cuyo cuerpo se
encuentra desaparecido desde agosto de
1993, será uno de los puntos centrales de
debate en el juicio oral y público.
Este aspecto, junto a la presencia o no de
Bru en la comisaría Novena, entre la noche
del 17 de agosto y la madrugada del 18 del
año 1993, serán algunos de los ejes en los
cuales se centrará la discusión.
En una entrevista exclusiva publicada
ayer por “Hoy”, Omar Ozafrain, abogado
que patrocina a la familia Bru, indicó que
“el no hallazgo del cuerpo no es un
obstáculo para considerar acreditada la
muerte. Si bien no existe en este caso el
cadáver como prueba directa del fallecimiento, hay otras pruebas como los testimonios de ex detenidos que lo vieron en la
comisaría Novena cuando era torturado y la
entrada que se le dio en el libro de guardia,
que permiten acreditar la muerte”.
Por su parte, Alejandro Casal, abogado
de los policías imputados, dijo que “la
defensa interpreta que la muerte no está
probada por falta del cuerpo del delito.
Puede faltar el cadáver pero aún así existir
elementos certeros que establezcan la
muerte y en esta causa, no los hay”. Casal
indicó “estar convencido de la inocencia de
los policías imputados” y aseguró que a
juicio de la defensa, los testigos, ex
detenidos de la comisaría Novena que
dijeron haber visto cuando se le aplicaban
torturas a Bru, “son mendaces”.
Para volcar la balanza hacia una postura
u otra, están las pericias caligráficas sobre el
libro donde se asentaban las detenciones en
esa seccional. Las que constan en la causa,
arrojaron que podría ser el apellido Bru el
que fue escrito y luego borrado para ser
sustituido por otro. Pero actualmente se
está haciendo un estudio con métodos láser
sobre ese documento, que se concluirá en
los próximos días.
Rosa Schonfeld, madre del estudiante de
periodismo, espera una confesión de parte
de alguno de los policías para saber dónde
está el cuerpo de su hijo, tras seis años de
búsqueda: “Me va a traer tranquilidad conocer la verdad y terminar con esta agonía”.
Bru ha sido buscado en 15 operativos
desde su desaparición. Hubo desde esa
fecha rastrillajes, excavaciones y trabajos
bajo agua para tratar de dar con sus restos.
Guiados por diversos testimonios, se efectuaron tareas de búsqueda en diversos puntos de los partidos de Magdalena, Berisso y
Alejandro Korn y en aguas del Río de la
Plata. Actualmente, un equipo especializado
trabaja en la franja costera perteneciente al
barrio de Los Talas, de Berisso. De algunas
excavaciones participó el Equipo Argentino
de Antropología Forense, que estuviera abocado a la búsqueda de los restos de Ernesto
‘Che’ Guevara, en Bolivia.
Puntos oscuros
Los ataques que sufrió Ruarte en los
últimos meses son sólo algunos de los
puntos oscuros del caso. Varios investigadores del caso también fueron amenazados, presionados o atacados.
El comisario Eloy González, quien
hace dos años estuvo al frente de un
grupo creado especialmente para esclarecer el caso, recibió un mensaje elocuente:
un día, mientras su equipo buscaba el
cuerpo de Bru en el Río de la Plata, una
ventanilla de su auto apareció destruida a
balazos.
“Muchacho de hierro”
Textual de Rosa Bru: “Jorge Ruarte
es un muchacho ‘de hierro’. Una vez fui
con él al programa de Mauro Viale y un
hombre se le acercó y lo felicitó, le dijo
que lo que estaba haciendo era heroico.
Hace falta que la gente lo apoye, le
hace muy bien a él. Yo se lo digo, pero
puede que lo interprete como una conveniencia de mi parte, porque es un
testigo clave; sé que va a llegar al juicio
y va a declarar lo que sabe, todo lo que
vio aquella noche en la comisaría
Novena adonde llevaron a mi hijo”.
POLICIALES
La Plata, domingo 25 de abril de 1999
25
un testigo clave del caso Bru
EVA CABRERA
la comisaría Novena. Ayer denunció que fue baleado a una cuadra de su casa. Pide protección
presionaban para que no se presente en el juicio. Declarará ante el Tribunal el jueves 29 de abril
Facsímil de la denuncia
l “Escuché unos tiros y me desperté.
Mi papá me dijo que vaya a buscar a mi
hermano, que estaba en la casa de la
novia y salí”.
l “Eran como las 12 de la noche. Yo
iba caminando por 126 para 66, cuando llegué a 66 bis doblé hacia 127. Ahí
me empezaron a disparar desde un
Ford Escort rojo, patente UIG 239, y
dos patrulleros, una camioneta y un
auto. En el auto particular había dos
personas de civil y varios policías de
uniforme en cada patrullero”.
l “Yo no escuché que me gritaran
nada, solamente los tiros; las balas me
rozaron la cabeza, porque sentía el silbido. Entonces me metí en una casa
que tenía una ligustrina adelante y me
quedé quieto ahí, agachado”.
Ruarte en su pieza, donde tiene pegados los recortes del caso, muestra los casquillos de las balas que le dispararon, recogidos de la calle
Atemorizado por las agresiones y las
amenazas, el joven estudiante de medicina,
le comentó a Jorge que tenía la intención de
hacer la denuncia, pero que por temor a que
se enteren los padres no la había hecho.
Según conjeturas de Ruarte, podría ser
que debido a la amistad que tiene con C.N.,
los policías lastimaran y amedrentaran a su
amigo. Por esta razón, el denunciante
Ruarte, solicitó que se disponga una custodia frente a su domicilio, hasta que preste
declaración en el juicio, en el que se
encuentra imputado personal policial, “por
temor a represalias o amenazas, solicitando
que la misma no sea de personal de la
Comisaría 4º de Berisso”. Finalmente, Jorge
Francisco Ruarte mostró una cápsula 9
milímetros y un casquillo de cartucho que,
según declaró a este medio, encontró en las
inmediaciones del lugar donde le efectuaron los disparos
“Tengo miedo, pero igual voy a declarar en el juicio”
Jorge Ruarte es considerado uno de los
testigos clave del Caso Bru. El estuvo
detenido en la comisaría novena en agosto de
1993 y asegura que vio a Miguel Bru en esa
comisaría. Dijo que él estaba en una de las
primeras celdas y, desde allí, pudo observar
cuando encerraban al estudiante de periodismo en un cuarto.
“Tengo miedo, por mí y por mi familia
-admite-, pero igual voy a declarar en el
juicio”. Ruarte, pide protección especial para
él, para sus parientes y para su amigo
baleado.
Esta medida, ya había sido evaluada en
diciembre del año pasado, cuando Ruarte
denunció que un grupo de hombres secuestraron a sus chicos, subiéndolos a un Ford
Falcon, convocándolo a él para una cita a ciegas en el cementerio. Según denunció la
esposa de Ruarte, un viernes a la noche,
cuando regresaba a su casa con sus hijos, fue
interceptada por un Falcon verde con varias
personas, una de las cuales bajó y le apuntó
con un arma a la cabeza. La obligaron a subir
al auto con sus hijos y le dijeron “avisale al
Chavo que queremos verlo antes de las 2
atrás del cementerio, y quedate tranquila que
a los chicos los dejamos en la plaza cuando lo
veamos allá”. Personal de la Fiscalía en turno
acompañó a Ruarte a la zona del cementerio
y, tras esperar varios minutos, como no
aparecía nadie, resolvieron volver al edificio
de Tribunales. Otro auto de los fiscales acompañó a la mujer de Ruarte hasta la casa de su
madre, y allí encontraron a los chicos con su
abuela.
También denunció que en febrero de 1998
fue interceptado por un patrullero, donde lo
golpearon y le dijeron que no declare en el
caso Bru.
Este verano, también denunció que fue
amenazado por policías de su barrio.
Un problema latente
Los casos de testigos en peligro fueron
uno de los mayores problemas que enfrentó
la Justicia en los últimos años. Por ejemplo, el
camionero Ramón Acuña declaró que vio
cuando el custodio Ramón Elicabe subía a
dos mochileras en su auto. Las chicas
aparecieron asesinadas cerca de Bahía Blanca
y su testimonio fue clave para esclarecer el
caso. Seis meses después, apareció colgado de
un árbol.
La Procuración General de la Suprema
Corte creó el año pasado un sistema de protección para personas que testifiquen en
hechos criminales de importancia, que prevé
su ocultamiento y custodia.
- Prevé el traslado de los testigos a un lugar
de residencia de incógnito, bajo custodia
- Alcanza al núcleo familiar directo del testigo
o personas que convivan con éste.
- Puede abarcar tanto la etapa previa al juicio
oral en el que debiera testificar la persona
como posterior a esta instancia.
- No tiene plazos de duración, aunque no
podrá ser de por vida.
- No incluye el cambio de identidad.
- El testigo protegido deberá comprometerse
a no evidenciar ni denunciar su situación
procesal y a colaborar con los requerimientos
del personal que lo custodie.
- En el acta de compromiso constará además
la suma de dinero que se abonará para sustento del testigo, la modalidad de alojamiento, alimentación y transporte de muebles de
su propiedad al domicilio que se fije.
l “Estuve un rato largo escondido.
Tenía miedo que se despertara la dueña
de la casa y se pensara que yo era un
ladrón. Era una casa tipo ranchito, y
desde atrás de la ligustrina pude ver
cómo se movían los policías. Algunos
en auto y otros de a pie, revisaban por
todos lados pero no me encontraron.
Cuando se fueron fui a buscar a mi hermano y fuimos para mi casa”.
l “Eran como las 5 de la mañana y
escuché que golpeaban la puerta. Me
levanté a atender y era un amigo del
barrio. Estaba herido de bala en la
mano, y tenía otras lesiones en el cuerpo. Me contó que hacía un rato lo
había llevado la policía en un Escort
rojo, a la Comisaría 4º de Berisso”.
l “Cuando lo llevaron al cuerpo médico le preguntaron si conocía ‘al Chavo’
-por mí - y él les preguntó si era el de
canal 11. Entonces los policías lo
empujaron por la escalera del cuerpo
médico y quedó todo lastimado y
golpeado”.
l “También le mostraron un revólver
calibre 22 y le dijeron que era para mí.
El quiere hacer la denuncia, pero no se
anima porque no quiere que se enteren
los padres lo que le había pasado; yo lo
declaré cuando hice la denuncia”.
l “Yo quiero que me pongan una custodia policial en la puerta de mi casa
hasta que llegue el día que tengo que
declarar en el juicio, porque de casualidad que no me mataron. Tampoco
quiero que sean policías de la
Comisaría 4º de Berisso”.
l “Yo sé que lo que le pasó a C.N. es
porque es amigo mío. Lo que pasa es
que no quieren que declare el día del
juicio... Creo que tengo que declarar el
jueves; quiero que la custodia esté en
mi casa hasta ese día”.
Descargar