Profilaxis tras la exposición ocupacional al VIH Félix Gutiérrez y Mar Masiá Unidad de Enfermedades Infecciosas, Hospital General Universitario de Elche, Universidad Miguel Hernández, Alicante Agradecimientos: Los autores han recibido becas de investigación sobre infección VIH de las siguientes entidades: FIBELX (05/05, 19/2007; 20/07; 10/11; 10/12; 10/13), Generalitat Valenciana (PI051338, 083/05, AP-089/07; AP-091/07), FIS (PI081893), y Red Temática Cooperativa de Investigación en SIDA del FISss (ISCIII-RETIC RD06/0027). El Dr. Félix Gutiérrez es beneficiario de un contrato de intensificación de la actividad investigadora (2011) Conflicto de intereres: Ninguno en relación con el presente artículo 1 Introducción La profilaxis tras la exposición ocupacional a fluidos corporales o tejidos procedentes de pacientes infectados por el VIH, o bien a virus concentrado en el laboratorio, se considera una intervención médica importante para proteger la salud de los profesionales sanitarios. Cualquier exposición ocupacional con riesgo para el trabajador requiere una evaluación clínica urgente y, en algunos casos, debe iniciarse una profilaxis antirretroviral sin demora. En este capítulo se presenta la información disponible sobre la transmisión del VIH en el entorno sanitario y sobre las intervenciones terapéuticas recomendadas para reducir el riesgo de contraer esta infección. Riesgo de infección por VIH en el entorno sanitario Se consideran exposiciones laborales con riesgo de transmisión del VIH aquellas en las que se produce contacto del profesional con sangre u otros líquidos corporales o tejidos contaminados con el virus por vía percutánea (por ejemplo, por un pinchazo o un corte), o a través de las membranas mucosas o de la piel no intacta (por ejemplo, heridas, erosiones, abrasiones o dermatitis). Además de la sangre y otros líquidos con contenido hemático, se consideran fluidos posiblemente contagiosos los líquidos cefalorraquídeo, sinovial, pleural, peritoneal, pericárdico y amniótico, así como las secreciones vaginales y el semen. No se consideran infecciosas las heces, las secreciones nasales, la saliva, el esputo, el sudor, las lágrimas y la orina, a menos que contengan sangre. La mayoría de las exposiciones laborales se produce por lesiones percutáneas relacionadas con objetos punzantes contaminados con sangre, sobre todo pinchazos con agujas canuladas o de sutura (1-5). La manipulación inadecuada del material sigue siendo una causa significativa de accidentes (2). Para cuantificar el riesgo de transmisión del VIH en las exposiciones ocupacionales se han analizado datos de más de 20 estudios prospectivos realizados en todo el mundo que han incluido más de 6.000 profesionales expuestos a material biológico 2 contaminado. Así, se ha estimado que el riesgo de adquirir la infección tras la exposición percutánea a sangre infectada es de aproximadamente un 0,3%, y tras la exposición mucosa, de un 0,09% (6). Aunque se han documentado casos aislados de transmisión tras una exposición cutánea con piel no intacta, se considera que el riesgo de transmisión por esta vía es muy bajo. El riesgo tras una exposición a tejidos o líquidos corporales diferentes de la sangre no se ha cuantificado con exactitud, pero se estima que es inferior al de la exposición a sangre (3). En un estudio retrospectivo de casos y controles de profesionales sanitarios que habían sufrido una exposición accidental a sangre posiblemente contaminada con VIH, se observó que la probabilidad de infectarse era mayor cuando se daba alguna de las siguientes circunstancias: a) una aguja u otro objeto punzante o cortante visiblemente contaminado con la sangre del paciente; b) un procedimiento en el que se colocaba una aguja directamente en una vena o arteria del paciente; c) un pinchazo o lesión profunda (7). Todas estas circunstancias tienen en común la exposición a una mayor cantidad de sangre. Es muy probable que la carga viral plasmática del paciente sea también un marcador del riesgo de transmisión del VIH en los profesionales sanitarios expuestos. La información obtenida en transmisión vertical y heterosexual ha confirmado el valor de la carga viral plasmática como predictor del riesgo de transmisión por estas vías (810). Aunque no se ha podido determinar todavía con exactitud su valor predictivo en la transmisión tras una exposición ocupacional, se sabe que la probabilidad de contraer la infección es mayor en la exposición a pacientes con enfermedad avanzada (7), lo cual refleja probablemente la elevada viremia plasmática que se observa habitualmente en esta situación. Cuando la carga viral del paciente es alta, se estima que el riesgo de transmisión supera el riesgo promedio del 0,3% (7). Por el contrario, una carga viral plasmática indetectable en el paciente probablemente permite predecir un riesgo bajo de infección, aunque no se puede descartar la posibilidad de una transmisión del virus vehiculizado en células mononucleares infectadas de forma latente (3). En la Tabla 1 se presenta una propuesta de clasificación de las distintas exposiciones ocupacionales según el riesgo de infección por VIH. 3 Características de las infecciones por el VIH adquiridas en el entorno sanitario Los datos sobre la historia natural de la infección por el VIH adquirida en el entorno laboral proceden principalmente del registro de los Centers for Disease Control (CDC National Prevention Information Network) de los EE UU y se han analizado con detalle en diversas publicaciones (6). En el 90% de los casos, la exposición había sido percutánea (pinchazo, corte), generalmente con agujas huecas, usadas la mayoría de las veces para extracciones de sangre o para la inserción de un catéter intravenoso; en la tercera parte de los casos, el pinchazo o corte se produjo después de haber usado el objeto punzante o cortante (por ejemplo, al introducirlo en el contenedor, al encapuchar la aguja, durante labores de limpieza o porque se dejó en sitios no habituales). El 10% de los trabajadores adquirió la infección por el VIH por una vía distinta de la percutánea, generalmente a través de exposiciones mucocutáneas (membranas mucosas y/o piel) a sangre contaminada. En cuanto al curso de la enfermedad, el 80% de los casos presentó un síndrome compatible con primoinfección una mediana de 25 días después de la exposición. La mediana del intervalo desde la exposición a la seroconversión fue de 46 días (media: 65 días), y el 95% experimentó una seroconversión en los seis meses posteriores a la exposición. Se han documentado también casos aislados de seroconversión tardía (hasta 12 meses) (6, 11, 12). Fundamentos para el uso de la profilaxis tras la exposición ocupacional Dada la baja frecuencia de seroconversión tras una exposición accidental al VIH, para realizar un ensayo clínico controlado con placebo que demostrara la eficacia de una intervención orientada a reducir el riesgo de transmisión se necesitarían miles de trabajadores expuestos, lo que hace improbable que se lleve a cabo. 4 Las recomendaciones actuales sobre el uso de fármacos antirretrovirales como profilaxis postexposición (PPE) ocupacional al VIH se basan en los conocimientos sobre la patogénesis de la infección y en datos indirectos procedentes de estudios experimentales, datos sobre su eficacia en la prevención de la transmisión vertical y sexual, estudios observacionales en personas expuestas y experiencia clínica con la PPE. Conocimientos sobre la patogénesis de la infección por el VIH y eficacia de la profilaxis postexposición en modelos experimentales Los datos obtenidos en modelos experimentales y en estudios in vitro sobre la patogénesis de la infección primaria por el VIH ponen de manifiesto que la diseminación a partir de la puerta de entrada no se produce inmediatamente. Probablemente, las dianas iniciales del VIH son las células dendríticas de la mucosa y de la piel, las cuales pueden desempeñar un papel importante en la propagación de la infección a los linfocitos CD4 de los ganglios linfáticos regionales (13). En un modelo experimental de infección por el virus de la inmunodeficiencia de los simios (VIS) en primates con exposición mucosa se observó que en las primeras 24 horas se produce la infección de las células dendríticas en el lugar de la inoculación. En las 24-48 horas siguientes, estas células migran a los ganglios linfáticos regionales y se detecta virus en sangre periférica en el plazo de cinco días (14). Por tanto, el inicio precoz de la PPE con antirretrovirales podría inhibir la proliferación del virus en las células dendríticas o en los ganglios linfáticos y, de esta manera, prevenir la infección sistémica. La mayoría de los modelos experimentales sugieren que la PPE puede ser eficaz. Se han realizado estudios con inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de nucleósidos/nucleótidos (ITIAN/Nt), con inhibidores de la transcriptasa inversa no análogos de nucleósidos (ITINN) y con combinaciones de análogos de nucleósidos e inhibidores de la proteasa (IP). Los resultados de los principales estudios se han revisado previamente (12). En los modelos experimentales se han observado algunas de las siguientes respuestas: 1) supresión de la viremia o retraso en la aparición de antigenemia; 2) respuesta inmunitaria celular protectora de larga duración; 3) prevención definitiva de la infección. En general, el comienzo precoz de la profilaxis 5 postexposición y el inóculo pequeño se han correlacionado con una mayor eficacia preventiva de la profilaxis postexposición, mientras que se ha observado que inóculos mayores, retrasos en el inicio de la profilaxis, acortamiento de la duración, o disminución de la dosis de antirretrovirales, en monoterapia o en combinación, disminuyen la eficacia de la PPE. En un modelo experimental en macacos en el que se evaluaba la eficacia preventiva del tenofovir, un ITIAN/Nt, se observó que prevenía la infección siempre y cuando se administrara durante cuatro semanas y se comenzara la profilaxis 48 horas antes de la inoculación intravenosa del VIS o hasta 24 horas después de la inoculación. Sin embargo, la protección era incompleta si el inicio se retrasaba a 48-72 horas después de la exposición o si la duración total del tratamiento se acortaba a tres o diez días (15). Eficacia de la profilaxis en la prevención de la transmisión vertical Diversos ensayos clínicos han confirmado que la profilaxis con fármacos antirretrovirales reduce significativamente el riesgo de transmisión vertical de la infección por el VIH, con una eficacia variable dependiendo del protocolo empleado (16). Aunque las pautas que incluyen la administración de fármacos durante el embarazo, el parto y el periodo neonatal son las más eficaces, en algunos ensayos se ha confirmado que la profilaxis con antirretrovirales iniciada durante el parto o durante las primeras 48-72 horas de vida reduce también, aunque en menor medida, la transmisión perinatal del VIH (17). Eficacia de la profilaxis en la prevención de la transmisión sexual La eficacia de la PPE sexual ha quedado demostrada recientemente en el estudio iPrEx (18). En este ensayo aleatorizado y doble ciego, 2.499 hombres que mantenían contactos homosexuales se distribuyeron aleatoriamente para recibir un comprimido diario de una combinación de tenofovir y emtricitabina o placebo (18). Tras una mediana de 14 meses, se observó una reducción del 44% en el riesgo de infectarse por el VIH en el grupo que recibió profilaxis antirretroviral con respecto al que recibió 6 placebo. En el grupo al que se asignó tratamiento antirretroviral, la adquisición de la infección se asoció con concentraciones plasmáticas subóptimas de los fármacos, un marcador intermedio del cumplimiento terapéutico (18). Datos sobre la eficacia de la profilaxis tras exposiciones profesionales La información disponible sobre la eficacia de la PPE en el entorno sanitario es limitada y se basa principalmente en los resultados de un estudio retrospectivo de casos y controles en el que se incluyeron profesionales sanitarios de EE UU, Francia y el Reino Unido. En este estudio, el riesgo de infectarse por el VIH se redujo un 81% en los trabajadores expuestos que habían recibido zidovudina (IC del 95% de 43-94%) (7). Si bien este tipo de estudios no es el más adecuado para evaluar la eficacia de una intervención terapéutica, los resultados constituyen una evidencia indirecta más en favor de la PPE. Las limitaciones más conocidas de este estudio son el escaso número de seroconversiones y el uso de casos y controles procedentes de diferentes cohortes para el análisis (19). Medidas para prevenir la transmisión de la infección por el VIH en el entorno sanitario Prevención primaria (profilaxis antes de la exposición) La principal medida para prevenir la exposición al VIH en los profesionales sanitarios es seguir las precauciones universales para evitar accidentes, asumiendo que la sangre y todos los líquidos corporales de todos los pacientes pueden ser contagiosos. Estas precauciones incluyen el uso sistemático de medidas de barrera (guantes y/o gafas protectoras) cuando se pueda producir un contacto con sangre o líquidos corporales, el lavado inmediato de manos y de otras superficies cutáneas cuando se establezca contacto con sangre o líquidos corporales, y una manipulación cuidadosa de todos los objetos punzantes o cortantes durante su uso, depositándolos posteriormente en un contenedor de bioseguridad. Se han desarrollado agujas y sistemas de cateterismo venoso de bioseguridad para reducir el riesgo de pinchazos accidentales, y se han mejorado las condiciones de seguridad de los contenedores. Estos nuevos dispositivos 7 reducen el riesgo de accidentes en los profesionales sanitarios (20-22), por lo que debe promoverse su uso. En estos últimos años se han desarrollado políticas activas en EE UU y en Europa para asegurar el uso de medidas de prevención y de protección contra las lesiones cortantes y punzantes en el entorno sanitario. La Directiva 2010/32/UE del Consejo de la Unión Europea de 10 de mayo de 2010 aplica el acuerdo marco para la prevención de las lesiones causadas por instrumentos cortantes y punzantes en el sector hospitalario y sanitario, firmado por los interlocutores sociales y sindicales europeos (23). Esta Directiva tiene como objetivo lograr un entorno de trabajo seguro y prevenir las lesiones asociadas con el instrumental médico cortopunzante (incluidos los pinchazos de agujas), proponiendo un enfoque integral por el que se definan políticas de prevención y procedimientos de respuesta y seguimiento para los trabajadores expuestos. La Directiva establece que, cuando los resultados de la evaluación de riesgos pongan de manifiesto la posibilidad de que se produzcan heridas con instrumental cortopunzante o infección, se debe eliminar la exposición de los trabajadores mediante la aplicación de procedimientos seguros para la utilización y eliminación del instrumental médico cortopunzante y de los residuos contaminados. Se especifica que debe eliminarse el uso innecesario de instrumental cortopunzante mediante la aplicación de cambios en la práctica y, basándose en los resultados de la evaluación de riesgos, deben proporcionarse dispositivos médicos que incorporen mecanismos de protección integrados. Se prohíbe con efecto inmediato la práctica de reencapsular las agujas. Esta Directiva es de obligado cumplimiento en todos los Estados miembros de la Unión Europea (23). Prevención secundaria (profilaxis tras la exposición) Experiencia clínica con la PPE ocupacional: toxicidad, cumplimiento y eficacia A partir de 1990 se han difundido periódicamente diversas recomendaciones de los CDC sobre el uso de fármacos antirretrovirales en las exposiciones accidentales al VIH de los profesionales sanitarios, cuya última actualización se ha publicado en el año 2005 (3). Más recientemente, el Servicio del Plan Nacional sobre el Sida del Ministerio de Sanidad y el Grupo Español para el Estudio del Sida (PNS/GESIDA) han elaborado un 8 documento conjunto que recoge las recomendaciones de PPE en España (24) y se han publicado artículos de revisión recientes (25) y directrices de otros organismos o instituciones (26, 27). Existe ya una amplia experiencia clínica con el uso de PPE en profesionales sanitarios que han participado en programas de prevención tras la exposición laboral en diferentes partes del mundo (12, 28-34). Las pautas de PPE empleadas han sido heterogéneas, y han incluido monoterapia y tratamientos combinados con dos o tres fármacos. La frecuencia de efectos adversos registrada ha sido en general alta, llegando a superar el 70% en algún estudio (30). Aunque generalmente se trata de síntomas leves (náuseas, mareo, cefalea, anorexia), tienen un efecto negativo en el cumplimiento del tratamiento y constituyen una de las causas más comunes de interrupción prematura de la PPE. La frecuencia de efectos adversos y abandonos del tratamiento parece más alta en los profesionales sanitarios a los que se prescribe PPE que en los pacientes con infección por el VIH (30). Las pautas de PPE con IP se toleran en general peor que las de biterapia (29, 30), si bien cabe destacar que la mayor parte de los datos proceden de estudios en los que se habían usado los primeros inhibidores de la proteasa, generalmente indinavir o nelfinavir, fármacos actualmente en desuso a causa de su toxicidad. En los estudios realizados con IP más modernos, la tolerabilidad ha sido en general mejor que en los estudios previos (31-34). Se han comunicado numerosos efectos adversos graves en trabajadores sanitarios que estaban recibiendo PPE. Los acontecimientos de mayor gravedad se han observado con nevirapina. Con el uso de este fármaco se han descrito muchos casos de reacciones cutáneas y hepatotoxicidad, algunos con insuficiencia hepática aguda grave (33, 35, 36). Como se ha mencionado antes, la baja frecuencia de transmisión del VIH tras una exposición ocupacional dificulta en gran medida la evaluación de la eficacia de la PPE. Se han recogido ya datos de centenares de profesionales sanitarios que han recibido PPE ocupacional, y se han comunicado numerosos casos que contrajeron la infección a pesar de la profilaxis (12, 37-39). Investigadores norteamericanos han analizado con detalle los casos declarados a los CDC hasta 2001 (6, 12). En algunos de estos casos no existía identidad genética entre la cepa de la fuente y la del receptor, lo que sugiere que la infección podría haberse producido antes de la exposición accidental declarada. Aunque 9 en la mayoría de los fracasos de la PPE se había empleado monoterapia con zidovudina, en dos ocasiones se había usado biterapia, y en tres pacientes se había administrado una pauta con tres o más fármacos. En algunos de estos casos se documentó que se trataba de cepas resistentes a los fármacos empleados en la PPE, pero en otros se trataba de cepas sensibles. Como posibles factores que podrían haber influido en algunos de estos fracasos de la PPE, se han propuesto la exposición a un gran inóculo, el retraso en el inicio o la duración insuficiente de la profilaxis y el mal cumplimiento terapéutico (6, 12). Recomendaciones actuales para el uso de profilaxis antirretroviral tras la exposición ocupacional Consideraciones previas Las recomendaciones para el uso de profilaxis con fármacos antirretrovirales tras una exposición laboral a material biológico procedente de una persona con infección por el VIH conocida o sospechada tienen en consideración el riesgo de los diferentes tipos de exposición, los conocimientos y la experiencia acumulada en terapéutica antirretroviral y los datos disponibles sobre eficacia y toxicidad de la PPE (3, 24, 26, 27). Puesto que algunas exposiciones no suponen un peligro apreciable para la persona expuesta, debe hacerse un énfasis especial en la clasificación de cada exposición en función del riesgo de transmisión y debe evitarse el uso indiscriminado de PPE. Cualquier exposición con un riesgo significativo, sin embargo, requiere una evaluación clínica urgente y, en algunos casos, debe iniciarse una profilaxis antirretroviral sin demora (Tabla 2). Es importante llevar a cabo acciones formativas para que los profesionales sanitarios estén capacitados para evaluar el riesgo de las exposiciones y conocer las indicaciones y la aplicación de la PPE. Evaluación clínica inicial del profesional expuesto La evaluación del profesional expuesto debe realizarse con urgencia y debe incluir siempre una prueba inicial para detectar el VIH. Si la persona fuente de la exposición ya está diagnosticada de infección por el VIH, debe obtenerse información sobre su 1 0 situación virológica (carga viral) y el tratamiento antirretroviral que recibe, así como sobre la existencia de resistencias a alguno/s de los fármacos antirretrovirales. Si no se dispone de la serología para el VIH en la persona fuente, la prueba debe realizarse sin demora. Si se plantea el uso de PPE, debe obtenerse también información sobre antecedentes patológicos, tratamientos farmacológicos y otras circunstancias que puedan influir en la selección de los antirretrovirales (por ejemplo, embarazo o insuficiencia renal o hepática) (Tabla 3). Indicación de la profilaxis tras la exposición La decisión de usar PPE después de una exposición ocupacional depende del tipo de exposición y de la situación virológica y clínica de la fuente. Las condiciones requeridas para considerar el uso de PPE se resumen en la Tabla 2. En general, debe recomendarse PPE en todas las exposiciones con riesgo significativo de transmisión del VIH (riesgo alto o intermedio) (Tabla 1). Si la serología para el VIH o los datos sobre la situación virológica de la persona fuente de la exposición están pendientes o son desconocidos, la decisión sobre la indicación de PPE debe ser individualizada en cada caso, dependiendo del tipo de exposición y de la probabilidad de que la fuente esté infectada, una vez revisada la información epidemiológica y clínica disponible. Si existe una probabilidad razonable y la exposición es de riesgo intermedio o alto es mejor empezar la profilaxis y reevaluar con posterioridad su continuación o interrupción. Selección de los fármacos y de la pauta de profilaxis En general, las recomendaciones para seleccionar fármacos antirretrovirales en PPE han seguido los patrones de uso de estos fármacos en terapéutica y se han basado en opiniones de expertos. En estos momentos hay 24 fármacos antirretrovirales disponibles agrupados en 5 familias diferentes, lo que ha ampliado notablemente las posibilidades terapéuticas de la infección por el VIH y hace posible la elección de pautas de PPE más potentes, más simples y mejor toleradas que las anteriores. Siempre que sea posible, y de forma obligada en exposiciones con riesgo moderado o alto, el caso debe ser evaluado por un médico con experiencia en terapia antirretroviral. 1 1 La elección debe hacerse conociendo la experiencia en profilaxis y tratamiento con los distintos fármacos y pautas, y teniendo en cuenta los datos sobre posibles resistencias en la cepa de la persona fuente. Aunque la relevancia de la exposición a cepas de virus resistentes es todavía poco conocida, como se ha mencionado antes, se han comunicado casos de transmisión en personas expuestas que habían recibido pautas de PPE que incluían fármacos a los que la cepa era resistente (37). La solicitud de pruebas de resistencia no es útil, ya que los resultados tardan generalmente días o semanas y, por el momento, no hay datos que sugieran que una modificación posterior de la pauta de PPE, en función del informe de resistencias, pueda mejorar la eficacia de la profilaxis. No se han publicado estudios que hayan comparado la eficacia de las combinaciones de dos o tres fármacos en PPE. Teniendo en cuenta los datos obtenidos en terapéutica antirretroviral, la máxima supresión vírica se logra con una combinación de tres fármacos y estas pautas serían teóricamente las que ofrecerían mayores probabilidades de prevenir la infección en una persona que ha sido expuesta. Las pautas preferidas para PPE consisten en la combinación de dos ITIAN/Nt y un IP (Tabla 4). En todo caso, la pauta debería adaptarse a la situación virológica y al tratamiento que recibía el paciente fuente de la exposición. Entre los ITIAN/Nt, los fármacos preferidos para uso en PPE son tenofovir, emtricitabina, lamivudina y zidovudina. Debido al mayor riesgo de efectos adversos, no se recomienda el uso de didanosina (ddI) ni estavudina (d4T) y la necesidad de determinar previamente HLA-B5701* limita el uso de abacavir en este escenario. El tenofovir, generalmente combinado con emtricitabina, es un fármaco particularmente atractivo para la PPE, ya que ha demostrado ser eficaz en modelos animales de profilaxis antes y después de la exposición, y en ensayos clínicos de profilaxis preexposición sexual (15, 18, 40, 41), puede ser activo frente a virus resistentes a otros ITIAN/Nt, se administra una vez al día y es bien tolerado. La coformulación de tenofovir y emtricitabina simplifica la administración de la PPE y en la actualidad forma parte de la PPE preferida en la mayoría de los centros. Entre los IP, en las guías de PPE se recomienda la coformulación de lopinavir/ritonavir (3, 12, 24), una combinación potente y con una tolerabilidad aceptable (31). Sin 1 2 embargo, ahora disponemos de otros IP potenciados con un mejor perfil de tolerabilidad y una posología más cómoda, como darunavir/ritonavir o atazanavir/ritonavir, que ya son IP de primera línea en el tratamiento antirretroviral (42-44) y pueden ser también una opción preferente para PPE. Los ITINN constituyen una interesante alternativa para la PPE, debido a su rapidez de acción, a su potencia antirretroviral y a su cómoda posología. Sin embargo, el mayor riesgo de efectos adversos inmediatos con estos fármacos ha restringido su uso en la PPE a aquellos casos en los que se sospecha resistencia a los IP en la fuente de exposición o intolerancia a los IP en la persona expuesta al riesgo de infección. Entre los ITINN, el fármaco de elección en terapéutica es el efavirenz, que constituye también una opción aceptable para la PPE, como alternativa a los IP. La experiencia con efavirenz en PPE, sin embargo, es escasa y su empleo está limitado por sus efectos secundarios neuropsiquiátricos. No debe usarse en mujeres en edad fértil por el riesgo de teratogenicidad. La nevirapina ha demostrado ser eficaz en la profilaxis de la transmisión vertical, pero desgraciadamente, como ya se ha comentado antes, con este fármaco se han descrito casos de hepatotoxicidad grave en PPE que desaconsejan su uso en esta situación (33, 35, 36). El uso de fármacos antirretrovirales de otras familias puede ser una opción en exposiciones de alto riesgo a virus con mutaciones de resistencia, en los que se requiere una pauta de PPE enérgica. Hoy por hoy, disponemos de un inhibidor de la integrasa comercializado, el raltegravir, que es un antirretroviral potente, bien tolerado y de efecto rápido, que podría emplearse en determinadas circunstancias (45-47). El maraviroc es un antagonista del correceptor CCR5 cuyo mecanismo de acción, al bloquear la entrada del virus en la célula huésped, teóricamente podría aportar beneficios en la profilaxis. Este antirretroviral se ha utilizado en algún caso excepcional como parte de una PPE ocupacional (48). Uno de los inconvenientes es que este fármaco actúa selectivamente sobre virus con tropismo R5, lo que exige conocer el tropismo celular del virus de la fuente. La enfuvirtida (T-20), un inhibidor de la fusión de adminsitración subcutánea, podría emplearse excepcionalmente en exposiciones de alto riesgo procedentes de una fuente con virus multirresistente. 1 3 Cuando esté indicada la PPE, como norma, se recomienda una pauta convencional con tres fármacos (Tabla 4). La pauta triple es obligada en todas las exposiciones de riesgo alto (p.ej. pinchazo o corte profundo con aguja hueca, objeto punzante o cortante visiblemente contaminado con la sangre del paciente, o una aguja usada directamente en una vena o una arteria del paciente), independientemente del estado clínico y virológico de la fuente. En las exposiciones de riesgo intermedio, debe considerarse la situación de la fuente. En exposiciones de riesgo intermedio procedentes de una fuente con infección por el VIH “no controlada” (carga viral > 50 copias/ml, paciente sintomático o con primoinfección) se recomienda en general una PPE convencional con tres fármacos. En exposiciones de riesgo intermedio procedentes de un paciente con infección por el VIH “controlada” (carga viral < 50 copias/ml, paciente asintomático) o en exposiciones de riesgo muy bajo (p.ej. exposiciones mucosas de mínima cuantía), podría ser aceptable una pauta con dos fármacos (2 ITIAN/Nt). Elección de los fármacos antirretrovirales en mujeres embarazadas El uso de PPE en mujeres embarazadas requiere una consideración especial. Al establecerse la indicación, deben tenerse presentes los posibles efectos secundarios y los riesgos específicos de algunos fármacos, que desaconsejan su empleo durante el embarazo. Este es el caso del efavirenz, por sus efectos teratogénicos en primates, la estavudina (d4T) y la didanosina (ddI), por el riesgo de acidosis láctica mortal, y el indinavir, por el riesgo de hiperbilirrubinemia en el neonato. Los fármacos con los que es mayor la experiencia en embarazadas son zidovudina, lamivudina y lopinavirritonavir. Inicio y duración de la profilaxis Los datos disponibles de modelos experimentales coinciden en que el inicio precoz de la PPE puede ser decisivo, y su eficacia se reduce cuando se inicia a partir de las 24-36 horas de la exposición (12, 15). Por tanto, parece razonable comenzar la PPE lo antes posible y, en todo caso, en un plazo inferior a 36 horas tras la exposición. En general, se desaconseja a partir de las 72 horas de la exposición (3, 24) aunque podría considerarse en determinados casos después de una exposición de alto riesgo. 1 4 Si hay dudas iniciales sobre la indicación y la pauta que se debe emplear, quizá sea mejor administrar de inmediato la primera dosis de una pauta básica y decidir después si se continúa o no. Para facilitar su aplicación inmediata, los centros sanitarios deben tener fácilmente disponible una selección de fármacos antirretrovirales para comenzar la profilaxis con la menor demora posible. Aunque se ignora la duración óptima de la PPE, teniendo en cuenta los datos de los modelos experimentales, se recomienda que se administre durante cuatro semanas. Seguimiento del profesional expuesto El seguimiento es un aspecto esencial de cualquier programa de PPE. Puesto que los acontecimientos adversos son una de las causas más frecuentes de abandono del tratamiento, para mejorar la adhesión es aconsejable informar sobre los efectos secundarios esperables y cómo pueden controlarse. Puede ser conveniente un plan de visitas frecuentes (p.ej., semanales) en las que debe ofrecerse apoyo psicológico. Se aconseja un seguimiento serológico durante los 6 meses siguientes a la exposición, que puede prolongarse hasta 12 meses en algunos casos. La probabilidad de seroconversión después de los 6 meses es muy remota. En general, no se aconseja la determinación de carga viral, excepto cuando se presenten síntomas que hagan sospechar primoinfección. 1 5 Tabla 1. Clasificación del riesgo de las exposiciones ocupacionales a material biológico. Riesgo alto Exposición percutánea a alto volumen de sangre (p. ej., pinchazo profundo con aguja hueca que se ha utilizado en un acceso vascular del paciente o con sangre visible). Exposición a sangre de las mucosas o la piel no intacta (dermatitis, abrasiones, heridas) extensa y prolongada. Riesgo intermedio Exposición percutánea a bajo volumen de sangre (p. ej., pinchazo superfical con aguja maciza sin sangre visible) o a fluidos posiblemente contagiosos.* Exposición a sangre limitada y breve de las mucosas o la piel no intacta (dermatitis, abrasiones, heridas), o exposición extensa y prolongada a fluidos posiblemente contagiosos.* Riesgo bajo muy bajo o Exposición mucosa o cutánea con piel no intacta a fluidos posiblemente contagiosos de mínima cuantía.* Riesgo no identificado Exposición cutánea con piel intacta. Cualquier exposición a fluidos corporales considerados no contagiosos: secreciones nasales, saliva, esputo, sudor, lágrimas, orina o heces, a menos que contengan sangre. * Se consideran fluidos posiblemente contagiosos los líquidos cefalorraquídeo, sinovial, pleural, peritoneal, pericárdico y amniótico, así como las secreciones vaginales y el semen. Tabla 2. Condiciones que debe cumplir una exposición ocupacional para considerar el empleo de profilaxis antirretroviral. Fuente de la exposición Fluido al que se ha expuesto el profesional Tipo de exposición Tiempo transcurrido desde la exposición Infección por el VIH conocida, desconocida con factores de riesgo.* Exposición a sangre, tejidos o fluidos posiblemente contagiosos: líquido cefalorraquídeo, sinovial, pleural, peritoneal, pericárdico o amniótico, secreciones vaginales o semen.** o Exposición percutánea (pinchazo, corte), exposición mucosa, o exposición cutánea con piel no intacta (dermatitis, abrasiones, heridas). Menos de 72 horas. * Consumidor de drogas por vía parenteral o perteneciente a colectivos con una prevalencia elevada de infección por el VIH. La profilaxis debe interrumpirse si el resultado de la serología de la fuente es negativo. ** No se consideran contagiosas las heces, las secreciones nasales, la saliva, el esputo, el sudor, las lágrimas y la orina, a menos que contengan sangre. 1 6 Tabla 3. Evaluación clínica del profesional sanitario candidato a recibir profilaxis antirretroviral tras la exposición ocupacional. Evaluación inicial Historia clínica Serología para VIH y hepatitis B y C Hemograma y pruebas bioquímicas de función hepática y renal Considerar test de embarazo en mujeres en edad fértil Considerar vacunación frente al virus de la hepatitis B en no vacunados Inicio de la PPE Inmediato (idealmente < 1 hora después la exposición) Duración de la PPE Cuatro semanas Seguimiento Seguimiento clínico semanal durante la PPE Pruebas serológicas: 4-6 semanas* 2-3 meses 6 meses 12 meses* * Opcional. 1 7 Tabla 4. Pautas antirretrovirales preferentes para PPE. Pauta de elección Pautas alternativas Un fármaco de la columna A + uno de la columna B ± uno de la columna C1 A B C 2 2 Tenofovir Emtricitabina Lopinavir-ritonavir (Viread®) 245 (FTC) (Emtriva®) (coformulados como mg/24 horas 200 mg/24 horas Kaletra®) 400/100 3 Lamivudina (3TC) mg/12 horas (Epivir®) 300 Darunavir (Prezista®) mg/24 horas 800 mg/24 horas+ ritonavir (Norvir®) 100 mg/24 horas) Atazanavir(Reyataz®), 300 mg/24 horas + ritonavir (Norvir®) 100 mg/24 horas) 3 Zidovudina (AZT) Raltegravir (Retrovir®) 250(Isentress®) 400 mg/12 300 mg/12 horas horas Efavirenz(Sustiva®) 600 mg/24 horas Maraviroc (Celsentry®) 300 mg/12 horas 1 La pauta recomendada inicialmente en la mayoría de las exposiciones que requieren profilaxis antirretroviral es una combinación de 3 fármacos, excepto en exposiciones de riesgo intermedio procedentes de un paciente con infección por el VIH “controlada” (carga viral < 50 copias/ml, paciente asintomático) o exposiciones de riesgo bajo, en los que podría emplearse una combinación de 2 fármacos (uno de la columna A y otro de la columna B). 2 Tenofovir y emtricitabina se comercializan en una coformulación (Truvada®) que contiene 245 mg de tenofovir y 200 mg de emtricitabina. 3 En mujeres embarazadas es mayor la experiencia con zidovudina que con tenofovir. Zidovudina y lamivudina se comercializan en una coformulación (Combivir®) que contiene 300 mg de zidovudina y 150 mg de lamivudina. 1 8 Bibliografía 1. Monge V, Mato G, Mariano A, Fernández C, Fereres J. Epidemiology of biologicalexposure incidents among Spanish healthcare workers. Infect Control Hosp Epidemiol 2001;22:776-80. 2. Hernández MJ, Campins M, Martínez EV, et al. Exposición ocupacional a sangre y material biológico en personal sanitario. Proyecto EPINETAC 1996-2000. Med Clin (Barc) 2003;122:81-6. 3. Panlilio AL, Cardo DM, Grohskopf LA, Heneine W, Ros CS. Updated US Public Health Service guidelines for the management of occupational exposures to HIV and recommendations for postexposure prophylaxis. MMWR Recommen Report 2005;54:1-17. 4. Tomkins S, Ncube F. Occupational transmission of HIV. Summary of published reports. Marzo 2005. Disponible en http://www.hpa.org.uk. Consultado el 1 de julio de 2011. 5. 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