Cruzadas

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Cruzadas
Dentro de la historia, las cruzadas fueron una serie de expediciones militares (10961291), organizadas por los caballeros de la cristiandad occidental, bajo la dirección de
la Santa Sede, con el fin de expulsar a los musulmanes de los Santos Lugares.
Urbano II, a través de su llamamiento en el Concilio de Clairmont (1095), logró poner
en marcha el feudalismo bajo la dirección de la Iglesia. Además, los que se
encontraban en el discurso de Urbano II, se sintieron conmovidos. Urbano II distribuyó
unas cruces de paño rojo a los cientos de caballeros para que se las pusieran en la
espalda, o sobre la parte de la armadura que resguardaba la cabeza y el rostro. Por
este hecho se les llamó precisamente "los cruzados" y durante los meses siguientes
Urbano II viajó a Francia para organizar la expedición.
Los jefes y soldados de la Primera Cruzada eran en su mayoría franceses, cada
capitán comandaba su propio ejército. Se tomó el acuerdo de que todas las fuerzas
militares se encontrarían en las cercanías de Constantinopla en 1099 y allí
empezarían las operaciones contra los turcos.
Los que tomaron parte en la Primera Cruzada fueron Godofredo de Bouillon,
Bohemundo de Tarento y el conde Raimundo IV de Tolosa, al mando de las fuerzas
lorenesas, normandas y provenzales, respectivamente. El fin de esta cruzada fue en
1099 y sus resultados fueron la toma de Nicea (1097), Antioquia (1098) y Jerusalén
(1099). Se crearon los reinos de Jerusalén y establecimientos latinos en la costa
asiática. (Ver, además: Los templarios)
La Segunda Cruzada (1147-1149). En Europa, las noticias de la caída de Edesa
produjeron una alarma inmediata, especialmente entre los dirigentes de la Iglesia. El
Islam estaba dispuesto a expulsar a los cristianos de Tierra Santa. El Papa Eugenio II
confió en una segunda cruzada al más importante clérigo de la Iglesia de esa época,
San Bernardo de Claraval. Fue dirigida por Luis VII de Francia y Conrado III de
Alemania y se retiró después del fracaso del asalto a Damasco en el 1148. En los
treinta años que siguieron al fracaso de la Segunda Cruzada, Tierra Santa sufrió una
total y amenazadora transformación. Por primera vez, los musulmanes se unieron en
un gran ejercito contra sus invasores. Las campanas de las iglesias fueron fundidas y
los suelos y paredes de la mezquita de Omar purificados con agua de rosas.
La Tercera Cruzada (1189-92). Urbano III muere y le sucede Gregorio VII. Esta
cruzada es consecuencia de la derrota de Hattín y la toma de Jerusalén en 1187 por
Saladino. Fue organizada por Felipe Augusto II de Francia, Ricardo I Corazón de
León de Inglaterra y Federico I Barbarroja de Alemania. Este último murió en Silicia en
1190; Corazón de León tomó Chipre en 1191 y luego con Felipe Augusto II toman
Acre en 1191. Ricardo estableció una tregua de tres años con Saladino. El poder del
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Islam bajo Saladino parecía insuperable. Saladino muere y los musulmanes se
sintieron desvalidos.
La Cuarta Cruzada (1202-04). Inspirada por Inocencio III, el Papa en 1198. Se
compone predominantemente de franceses, destacando Bonifacio de Montferrato y
Teobaldo de Champaña. Debido a la intervención veneciana, tuvo como
consecuencia la fundación del Imperio Latino de Constantinopla en 1204. Los
cruzados sólo podían obtener los barcos en Venecia, Pisa o Génova, ciudades que
eran poderosísimas e importantes centros culturales y comerciales. Hacia 1205, el
Imperio Latino alcanzó su mayor extensión. Bonifacio resultó muerto en una batalla
contra los búlgaros. La fragilidad del Imperio Latino era evidente.
La Cruzada de los Niños (1212). Miles de niños se concentraron en Francia y en el
Oeste de Alemania e iniciaron una penosa marcha con intención de llegar a Tierra
Santa y reconquistar Jerusalén. Consiguieron alcanzar Marsella y puertos del sur de
Europa. Pocos fueron los sobrevivientes de esta cruzada.
La Quinta Cruzada (1217-1221). Proclamada por Inocencio III. Intervienen en esta:
Juan de Brienne, que era el rey titular de Jerusalén y Andrés II de Hungría. Después
de ser derrotados ante el monte Tabor, los cruzados pasaron a Egipto y ocuparon por
un tiempo Dalmietta. Los cruzados esperaban conquistar Egipto pero no triunfaron,
porque el sultán los amenazó inundando las zonas rivereñas del bajo Nilo y pidieron la
paz.
La Sexta Cruzada (1228-1233). Fue una cruzada imperial, organizada por el
excomulgado Federico II de Alemania y por medios diplomáticos que consistían en el
Tratado de Jaffa (firmado también por el Sultán y Federico II), logró la recuperación de
Jerusalén, Belén y Nazareth.
La Séptima Cruzada (1248). La atención de Federico se centró en el conflicto con el
Papado. Esta cruzada fue muy parecida a la Quinta Cruzada, preparada con el mismo
criterio, con parecida ignorancia y culminada con igual desastre. Fue la respuesta a la
derrota de Gaza en 1244. San Luis, mal aconsejado, dirigió sus fuerzas contra el
Cairo, pero fueron cercados y vencidos en Mansurah.
La Octava Cruzada (1270). Dirigida por San Luis en contra de Túnez. Los cruzados
desembarcaron en el norte de África y fueron bloqueados en Cartago. Les faltó agua y
una peste se cernía sobre el ejército. Concluye con la muerte de San Luis.
Las Cruzadas fueron suspendidas a partir de la caída de Acre en el año de 1291
aunque todavía se predicaron algunas. Cabe destacar que las dos ultimas cruzadas
fueron una iniciativa personal de Luis IX de Francia.
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Las cruzadas fueron una serie de campañas
militares comúnmente sostenidas por motivos
religiosos llevadas a cabo por gran parte de
la Europa latina cristiana, en particular, de los
francos de Francia y el Sacro Imperio Romano. Las
cruzadas, con el objetivo específico de restablecer
el control cristiano de Tierra Santa, se libraron
durante un período de casi 200 años,
entre 1095 y 1291. Otras campañas enEspaña y
en Europa oriental continuaron hasta el siglo XV.
Las cruzadas fueron sostenidas principalmente
contra los musulmanes, aunque también varias
campañas
se
hicieron
contra
los eslavos paganos, judíos,
los cristianos
ortodoxosgriegos
y
rusos,
los mongoles,
los cátaros, husitas, valdenses, prusianos,
y
principalmente a los enemigos políticos de
los papas. Los cruzados tomaron votos y se les concedió la penitencia por los
pecados del pasado, a menudo llamadaindulgencia.
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Sobre los motivos
Caballeros de la quinta cruzada llegan al fuerte de Damietta
Básicamente, parece que fueron motivadas por los intereses expansionistas de la
nobleza feudal, el control del comercio conAsia y el afán hegemónico
del papado sobre las monarquías y las iglesias de Oriente, aunque se declararan con
principio y objeto de recuperar Tierra Santa para los peregrinos, de los cuales los
turcos selyúcidas, una vez conquistada Jerusalén, abusaban sin piedad.
Posiblemente, las motivaciones de quienes participaban en ellas fueron muy diversas,
aunque en muchos casos se puede suponer también un verdadero fervor religioso.
Las Cruzadas fueron expediciones emprendidas en cumplimiento de un solemne voto
para liberar los Lugares Santos de la dominación musulmana. El origen de la palabra
se remonta a la cruz hecha de tela y usada como insignia en la ropa exterior de los
que tomaron parte en esas iniciativas.
Sobre el término
Escritores medievales utilizan los términos crux (pro cruce transmarina, Estatuto de
1284, citado por Du Cange (s.v. crux), croisement (Joinville), croiserie (Monstrelet),
etc. Desde la Edad Media el significado de la palabra cruzada se extendió para incluir
a todas las guerras emprendidas en cumplimiento de un voto y dirigidas contra
infieles, p. ej. contra musulmanes, paganos, herejes, o aquellos bajo edicto de
excomunión.
Las guerras que desde el siglo VIII mantenían discontinuamente los reinos cristianos
del norte de la Península Ibérica contra el musulmánCalifato de Córdoba, y que la
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historiografía conoce como Reconquista, continuaron de forma igualmente discontinua
desde el siglo XI contra los reinos de taifas, los almorávides y los almohades, en
algunas ocasiones con la calificación de cruzada otorgada por el Papa, como en
labatalla de las Navas de Tolosa (1212) o en su episodio final: la Guerra de
Granada (1482-1492). En el norte de Europa se organizaron cruzadas contra
los prusianos y lituanos. El exterminio de la herejía albigense se debió a una cruzada
y, en el siglo XIII, los papas predicaron cruzadas contra Juan Sin Tierra y Federico II
Hohenstaufen.
Pero la literatura moderna ha abusado de la palabra aplicándola a todas las guerras
de carácter religioso, como, por ejemplo, la expedición de Heraclio contra
los persas en el siglo VII y la conquista de Sajonia por Carlomagno. Nuevamente
resonó dicho término durante la primera mitad del siglo XX, utilizado por las potencias
del Eje o de su círculo de influencia: la Guerra Civil Española o la invasión alemana
de la URSS, recibieron tal calificativo por parte de la propaganda oficial.
Sin embargo, utilizada con un criterio estricto, la idea de la cruzada corresponde a una
concepción política que se dio sólo en la Cristiandad del siglo XI al XV; suponía una
unión de todos los pueblos y soberanos bajo la dirección de los papas. Todas las
cruzadas se anunciaron por la predicación. Después de pronunciar un voto solemne,
cada guerrero recibía una cruz de las manos del Papa o de su legado, y era desde
ese momento considerado como un soldado de la Iglesia. A los cruzados también se
les concedían indulgencias y privilegios temporales, tales como exención de la
jurisdicción civil, inviolabilidad de personas o tierras, etc. De todas esas guerras
emprendidas en nombre de la Cristiandad, las más importantes fueron las Cruzadas
Orientales, que son las tratadas en este artículo.
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Antecedentes
Europa y el Mediterráneo en la época de la primera Cruzada.
La dinastía selyúcida en su período de mayor extensión.
Para poder comprender qué razones tenía la historia de Europa y del Oriente
Próximo para tomar semejantes rumbos, debemos remontarnos a los años
inmediatamente anteriores al comienzo del fenómeno cruzado y ver qué estaba
sucediendo en el mundo de aquel entonces.
En torno al año 1000, Constantinopla se erigía como la ciudad más próspera y
poderosa del mundo conocido. Situada en una posición fácilmente defendible, en
medio de las principales rutas comerciales, y con un gobierno centralizado y absoluto
en la persona del Emperador, además de un ejército capaz y profesional, hacían de la
ciudad y los territorios gobernados por ésta (el Imperio bizantino) una nación sin par
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en todo el orbe. Gracias a las acciones emprendidas por el Emperador Basilio
II Bulgaroktonos, los enemigos más cercanos a sus fronteras habían sido humillados y
absorbidos en su totalidad.
Sin embargo, tras la muerte de Basilio, monarcas menos competentes ocuparon el
trono bizantino, al tiempo que en el horizonte surgía una nueva amenaza proveniente
de Asia Central. Eran los turcos, tribus nómadas que, en el transcurso de esos años,
se habían convertido al Islam. Una de esas tribus, los turcos selyúcidas(llamadas así
por su mítico líder Selyuk), se lanzó contra el "infiel" Imperio de Constantinopla. En
la batalla de Manzikert, en el año 1071, el grueso del ejército imperial fue arrasado por
las tropas turcas, y uno de los co-Emperadores fue capturado. A raíz de esta debacle,
los Bizantinos debieron ceder la mayor parte deAsia Menor (hoy el núcleo de la
nación turca) a los selyúcidas. Ahora había fuerzas musulmanas apostadas a escasos
kilómetros de la misma Constantinopla.
Por otra parte, los turcos también habían avanzado en dirección sur,
hacia Siria yPalestina. Una a una las ciudades del Mediterráneo Oriental cayeron en
sus manos, y en 1070, un año antes de Manzikert, entraron en la Ciudad
Santa, Jerusalén.
Estos dos hechos conmocionaron tanto a Europa Occidental como a la Oriental.
Ambos empezaron a temer que los turcos fueran a engullir lentamente al
mundocristiano, haciendo desaparecer su religión. Además, empezaron a llegar
numerosos rumores acerca de torturas y otros horrores cometidos
contra peregrinos en Jerusalén por las autoridades turcas.
La Primera Cruzada no supuso el primer caso de Guerra Santa entre cristianos y
musulmanes inspirada por el papado. Ya durante el papado de Alejandro II, éste
predicó la guerra contra el infiel musulmán en dos ocasiones. La primera ocasión fue
durante la guerra de losnormandos en su conquista de Sicilia, en 1061, y el segundo
caso se enmarcó dentro de las guerras de la Reconquista española, en labatalla de
Barbastro de 1064. En ambos casos el papa ofreció la Indulgencia a los cristianos que
participaran.1
En 1074, el papa Gregorio VII llamó a los milites Christi ("soldados de Cristo") para
que fuesen en ayuda del Imperio bizantino tras su dura derrota en la batalla
de Mantzikert.2 Su llamada, si bien fue ampliamente ignorada e incluso recibió
bastante oposición, junto con el gran número de peregrinos que viajaban a Tierra
Santa durante el siglo XI y a los que la conquista de Anatolia había cerrado las rutas
7
terrestres hacia Jerusalén, sirvieron para enfocar gran parte de la atención de
occidente en los acontecimientos de oriente.3
En 1081, subió al trono Bizantino un general capaz, Alejo Comneno, que decidió
hacer frente de manera enérgica al expansionismo turco. Pero pronto se dio cuenta
de que no podría hacer el trabajo solo, por lo que inició acercamientos con Occidente,
a pesar de que las ramas occidental y oriental de la cristiandad habían roto relaciones
en el Gran Cisma de 1054. Alejo estaba interesado en poder contar con
unejército mercenario occidental que, unido a las fuerzas imperiales, atacaran a los
turcos en su base y los mandaran de vuelta a Asia Central. Deseaba en particular
usar
soldados normandos,
los
cuales
habían
conquistado
el
reino
de Inglaterra en 1066 y por la misma época habían expulsado a los mismos bizantinos
del sur de Italia. Debido a estos encuentros, Alejo conocía el poder de los normandos.
Y ahora los quería como aliados.
Alejo envió emisarios a hablar directamente con el papa Urbano II, para pedirle su
intercesión en el reclutamiento de los mercenarios. El Papado ya se había mostrado
capaz de intervenir en asuntos militares cuando promulgó la llamada "Tregua de
Dios", mediante la cual se prohibía el combate desde el viernes al atardecer hasta el
lunes al amanecer, lo cual disminuyó notablemente las contiendas entre los
pendencieros nobles. Ahora era otra oportunidad de demostrar el poder del papa
sobre la voluntad de Europa.
En 1095, Urbano II convocó un concilio en la ciudad de Piacenza. Allí expuso la
propuesta del Emperador, pero el conflicto de los obisposasistentes al concilio,
incluido el Papa, con el Sacro Emperador Romano Germánico, Enrique IV (quien
estaba apoyando a un anti Papa), primaron sobre el estudio de la petición de
Constantinopla. Alejo tendría que esperar.


La sociedad europea, en su devenir, había ido acumulando un considerable
potencial bélico. Por otra parte, el Islam se había erigido en un peligroso y fuerte
enemigo. Ambas cosas se aunaron y dieron origen a las Cruzadas, proyectadas
por la Cristiandad Occidental para salvar a la Cristiandad Oriental de
los musulmanes. El resultado, sin embargo, quedó lejos de los propósitos y, en
puridad, el movimiento cruzado, considerado históricamente, fue un fracaso
discutible (aunque más de cien años de comercio demuestren lo contrario).
Steven Runciman lo resume así:[cita requerida] Cuando Urbano II predicó su magno
sermón en Clermont, los turcos estaban a punto de amenazar el Bósforo. Cuando
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el Papa Pío II predicó la última cruzada, los turcos
estaban cruzando el Danubio. Rodas, uno de los
últimos frutos del movimiento, cayó en poder de los
turcos en 1523, y Chipre, arruinada por las guerras
con Egipto y Génova,
y
anexionada
finalmente
a Venecia, pasó a ellos en 1570. Todo lo que quedó
para los conquistadores de Occidente fue un puñado
de islas griegas que Venecia mantuvo precariamente
en su poder.

El avance turco fue contenido por el esfuerzo conjunto de la cristiandad, y por la
acción de los Estados a quienes atañía más de cerca, Venecia y el Imperio de los
Habsburgo, con Francia, la antigua protagonista de la guerra santa, ayudando al
infiel de modo continuado.

Hubo ocho cruzadas desde el siglo XI hasta el siglo XIV.
[editar]Primera Cruzada
Artículo principal: Primera Cruzada
Masacre de judíos durante la Primera Cruzada. Biblia del siglo XIII.
Captura de Jerusalén durante la Primera Cruzada.

Al Papa Gregorio VII se debe la idea de que los países cristianos se unieran
para luchar contra el común enemigo religioso que era el Islam.
9
El Papa Urbano II (1088-1099) fue quien la puso en práctica. En 1095, la
invitación a la lucha contra los turcos arribaría en embajadas francesas e inglesas
a
las
cortes
de
las
naciones
europeas
medievales
más
importantes: Francia, Inglaterra, Alemania y Hungría (Hungría no se unirá a las
primeras cruzadas por guardar el luto de 3 años del recientemente fallecido rey
SanLadislao I de Hungría (1046-1095), quien antes de morir habría aceptado
participar en la campaña de Urbano II). El llamamiento formal de Urbano II se
sucedió en el penúltimo día del Concilio de Clermont (Francia), jueves 27 de
noviembre de 1095, proclamó, al grito de '"Dieu lo volti"'(¡Dios lo quiere!), la
denominada primera cruzada (1096-1099).
El paso de los cruzados por el Reino de Hungría

La predicación de Urbano II puso en marcha en primer lugar a multitud de gente
humilde, dirigida por el predicador Pedro de Amiens el Ermitaño y algunos caballeros
franceses. Este grupo formó la llamada Cruzada popular, de los pobres o Cruzada de
Pedro el Ermitaño. De forma desorganizada se dirigieron hacia Oriente, provocando
matanzas de judíos a su paso. En marzo de 1096 los ejércitos del rey Colomán de
Hungría (sobrino del recientemente fallecido rey San Ladislao I de Hungría) repelirían
a los caballeros franceses de Valter Gauthier quienes entraron en territorio húngaro
causando numerosos robos y matanzas en las cercanías de la ciudad de Zimony.
Posteriormente entraría el ejército de Pedro de Amiens, el cual sería escoltado por las
fuerzas húngaras de Colomán. Sin embargo, luego de que los cruzados de Amiens
atacásen a los soldados escoltas y matásen a cerca de 4000 húngaros, los ejércitos
del rey Colomán fijarían una posición hostil contra los cruzados que atravesaban el
reino vía Bizancio.
A pesar del caos surgido, Colomán permitió la entrada a los ejércitos cruzados de
Volkmar y Gottschalk, a quienes finalmente también tuvo que enfrentar y derrotar
cerca de Nitra y Zimony, luego de que igual que los otros grupos causasen
incalculables estragos y asesinatos. En el caso particular del sacerdote alemán
Gottschalk, éste entró en suelo húngaro sin autorización del rey y estableció un
campamento en las cercanías del asentamiento de Táplány, luego de masacrar a la
población local, lo que generó la ira de Colomán, y causó la expulsión por medio de la
fuerza de los soldados germánicos "invasores".
Luego de esto, los húngaros detendrían las fuerzas del Conde Emiko (quien ya había
asesinado en suelo alemán a cerca de 4000 judíos) cerca de la ciudad de Moson.
Colomán de inmediato prohibió la estadía en Hungría de Emiko y se vio forzado
10
entonces a enfrentar el asedio del conde germánico a la ciudad de Moson, donde se
hallaba el rey húngaro. Las fuerzas de Colomán defendieron valientemente la ciudad
y rompiendo el sitio lograron dispersar las fuerzas cruzadas del conde germánico.
Al poco tiempo, el rey húngaro forzó a Godofredo de Bouillón a firmar un tratado en
la Abadía de Pannonhalma, donde los cruzados se comprometían a pasar por el
territorio húngaro con un buen comportamiento. Tras esto, las fuerzas continuarían
fuera de territorios húngaro escoltadas por los ejércitos de Colomán y continuarían
hacia Constantinopla. A su llegada a Bizancio, el Basileus se apresuró a enviarlos al
otro lado del Bósforo. Despreocupadamente se internaron en territorio turco, donde
fueron aniquilados con facilidad.
La Cruzada de los Príncipes
Mucho más organizada fue la llamada Cruzada de los Príncipes (denominada
habitualmente en la historiografía como la Primera Cruzada) cerca de agosto de 1096,
formada por una serie de contingentes armados procedentes principalmente
de Francia, Países Bajos y el reino normando de Sicilia. Estos grupos iban dirigidos
por segundones de la nobleza, como Godofredo de Bouillón, Raimundo de
Tolosa yBohemundo de Tarento.
Durante su estancia en Constantinopla, estos jefes juraron devolver al Imperio
Bizantino aquellos territorios perdidos por éste frente a los turcos. Desde Bizancio se
dirigieron hacia Siria atravesando el territorio selyúcida, donde consiguieron una serie
de sorprendentes victorias. Ya en Siria, pusieron sitio a Antioquía, que conquistaron
tras un asedio de siete meses. Sin embargo, no la devolvieron al Imperio Bizantino,
sino que Bohemundo la retuvo para sí formando el Principado de Antioquía.
Desde Antioquía se dirigieron hacia Jerusalén, conquistando algunas plazas por el
camino y sorteando otras. En junio de 1099 sitiaron la capital, que cayó en manos de
los cruzados el 15 de julio de 1099. En la conquista, los cruzados realizaron una
terrible matanza, que no respetó a judíos ni a musulmanes, mujeres o niños.
Con esta conquista finalizó la Primera Cruzada, y muchos cruzados retornaron a sus
países de origen. El resto se quedó para consolidar los territorios recién conquistados.
Junto al Reino de Jerusalén (dirigido inicialmente por Godofredo de Bouillón, que
tomó el título de Defensor del Santo Sepulcro) y al principado de Antioquía, se
crearon además los condados de Edesa (actual Urfa, en Turquía) y Trípoli (en el
actualLíbano).
11
Tras estos éxitos iniciales se produjo una nueva oleada de cruzados, que formaron la
llamada cruzada de 1101. Sin embargo, esta expedición, dividida en tres grupos, fue
derrotada por los turcos mientras atravesaban Anatolia. Este percance apagó los
espíritus cruzados durante algunos años.
Segunda Cruzada
Divisiones políticas de la zona en torno a 1140.
Artículo principal: Segunda Cruzada
Gracias a la división de los Estados musulmanes, los Estados latinos (o francos, como
eran conocidos por los árabes), consiguieron establecerse y sobrevivir. Los dos
primeros reyes de Jerusalén, Balduino I y Balduino II fueron gobernantes capaces que
extendieron el reino a toda la tierra entre el Mediterráneo y el Jordán, e incluso más
allá. Rápidamente se integraron en el cambiante sistema de alianzas locales y así
pudieron verse enfrentamientos entre la alianza de un Estado cristiano con uno
musulmán contra la alianza de otro Estado cristiano con otro Estado musulmán.
Sin embargo, a medida que el espíritu de cruzada iba decayendo entre los francos,
cada vez más cómodos en su nuevo estilo de
vida orientalizante, entre los musulmanes iba
creciendo el espíritu de jihad o Guerra Santa,
principalmente entre la población, movilizada
por los predicadores contra sus impíos
gobernantes, capaces de tolerar la presencia
cristiana en Jerusalén e incluso de aliarse
con sus reyes. Este sentimiento fue
explotado por una serie de caudillos que
consiguieron unificar los distintos Estados
musulmanes y lanzarse a la conquista de los
reinos cristianos.
El primero de estos fue Zengi, gobernador
de Mosul y de Alepo, que en 1144conquistó
Edesa, liquidando el primero de los Estados francos. Como respuesta a esta
12
conquista, que puso de manifiesto la debilidad de los Estados cruzados, el Papa
Eugenio III, a través de Bernardo, abad de Claraval(famoso predicador, autor
asimismo de la regla de los templarios) predicó en diciembre de 1145 la Segunda
Cruzada.
A diferencia de la primera, en esta participaron reyes de la cristiandad, encabezados
por Luis VII de Francia (acompañado de su esposa,Leonor de Aquitania) y por el
emperador germánico Conrado III. Los desacuerdos entre franceses y alemanes, así
como con los bizantinos, fueron constantes en toda la expedición. Cuando ambos
reyes llegaron a Tierra Santa (por separado) decidieron que Edesa era un objetivo
poco importante y marcharon hacia Jerusalén. Desde allí, para desesperación del
rey Balduino III, en lugar de enfrentarse a Nur al-Din (hijo y sucesor de Zengi),
eligieron atacar Damasco, estado independiente y aliado del rey de Jerusalén. La
expedición fue un fracaso, ya que tras sólo una semana de asedio infructuoso, los
ejércitos cruzados se retiraron y volvieron a sus patrias. Con este ataque inútil
consiguieron que Damasco cayera en manos de Nur al-Din, que progresivamente iba
cercando los Estados francos. Más tarde, el ataque por parte de Balduino II a Egipto
iba a provocar la intervención de Nur al-Din en la frontera sur del reino de Jerusalén,
preparando el camino para el fin del reino y la convocatoria de la Tercera Cruzada.
Tercera Cruzada
Artículo principal: Tercera Cruzada
Las intromisiones del Reino de Jerusalén en el decadente califato fatimí de Egipto
llevaron al sultán Nur al-Din a mandar a su lugartenienteSaladino a hacerse cargo de
la situación. No hizo falta mucho tiempo para que Saladino se convirtiera en el amo de
Egipto, aunque hasta la muerte de Nur al-Din en 1174 respetó la soberanía de éste.
Pero tras su muerte, Saladino se proclamó sultán de Egipto (a pesar de que había un
heredero al trono de Nur al-Din, su hijo de sólo 12 años y quien a la postre resultó
envenenado) y de Siria, dando comienzo la dinastía ayyubí. Saladino era un hombre
sabio y logró la absoluta unión de las facciones musulmanas, así como el control
político y militar desde Egipto hasta Siria.
Como Nur al-Din, Saladino era un musulmán devoto y decidido a expulsar a los
cruzados de Tierra Santa. El Reino de Jerusalén, regido por el Rey Leproso, Balduino
IV de Jerusalén, y rodeado ya por un sólo Estado, se vio obligado a firmar frágiles
treguas seguidas por escaramuzas, tratando de retrasar el inevitable final.
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Tras la muerte del rey Balduino IV de Jerusalén, el Estado se dividió en distintas
facciones, pacifistas o belicosas, y pasó a convertirse en rey, debido al enlace
matrimonial que mantenía con la hermana del fallecido patriarca, el general en jefe del
ejército unido de Jerusalén: Guy de Lusignan. El mismo apoyaba una política agresiva
y de no negociación con los sarracenos y abogaba por su sometimiento y derrota en
combate, cosa a la que sus detractores se oponían habida cuenta de la inferioridad
numérica que los cristianos tenían ante las tropas de Saladino. La radicalidad religiosa
y el apoyo al brazo más radical de la orden de los Templarios en sus ataques a
diversas localidades y estructuras sarracenas desembocarían en un enfrentamiento
final entre Guy de Lusignan y el propio Saladino. De hecho, se hace culpable a Guy
de lusignan de la derrota y pérdida de Jerusalén por su obsesión en enfrentarse al
ejército de Saladino y su falta de visión para la protección de la ciudad y de sus
habitantes.
Krak de los Caballeros. Esta fortaleza, considerada inexpugnable, controlaba el
paso del interior de Siria a la costa y estuvo bajo el mando de los Caballeros
Hospitalarios hasta 1271, cuando perdidos los territorios cristianos, se les permitió la
salida de sus caballeros a Chipre.
Reinaldo de Châtillon era un bandido con título de caballero que no se consideraba
atado por las treguas firmadas. Saqueaba las caravanas e incluso armó expediciones
de piratas para atacar a los barcos de peregrinos que iban a La Meca, ciudad muy
importante para los musulmanes. El ataque definitivo fue contra una caravana en la
que iba la hermana de Saladino, que juró matarlo con sus propias manos.
Declarada la guerra, el grueso del ejército cruzado, junto con los Templarios y los
Hospitalarios, se enfrentó a las tropas de Saladino en los Cuernos de Hattin el 4 de
julio de 1187. Los ejércitos cristianos fueron derrotados, dejando el reino indefenso y
perdiendo uno de los fragmentos de la Vera Cruz. Saladino mató con sus propias
manos a Reinaldo de Châtillon. Algunos de los caballeros Templarios y Hospitalarios
capturados fueron también ejecutados. Saladino procedió a ocupar la mayor parte del
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reino, salvo las plazas costeras, abastecidas desde el mar, y en octubre del mismo
año conquistó Jerusalén. Comparada con la toma de 1099, esta fue casi incruenta,
aunque sus habitantes debieron pagar un considerable rescate y algunos fueron
esclavizados. El reino de Jerusalén había desaparecido.
La toma de Jerusalén conmocionó a Europa y el papa Gregorio VIII convocó una
nueva cruzada en 1189. En esta participaron reyes de los más importantes de la
cristiandad: Ricardo Corazón de León (hijo de Enrique II y de Leonor de
Aquitania), Felipe II Augusto de Francia y el emperador Federico I Barbarroja (sobrino
de Conrado III). Éste último, al mando del grupo más poderoso, siguió la ruta
terrestre, en la que sufrió algunas bajas. Cerca de Siria, sin embargo, el emperador
murió ahogado mientras se bañaba en el río Salef (en la actual Turquía) y su ejército
ya no continuó hacia Palestina. Barbaroja durante su estadía en el Reino de
Hungría le había pedido al príncipe Géza, hermano del rey Béla III de Hungría que se
uniése a las fuerzas cruzadas, así, un ejército de 2.000 soldados húngaros partió al
lado de los germánicos. Si bien luego de los conflictos bélicos el rey húngaro habría
llamado de regreso a sus fuerzas, su hermano menor, Géza, permaneció
enConstantinopla y desposó a una noble bizantina, puesto que no tenía buenas
relaciones con Béla III.
Los ejércitos inglés y francés llegaron por la ruta marítima. Su primer (y único) éxito
fue la toma de Acre el 13 de julio de 1191, tras la cual Ricardo realizó una matanza de
varios miles de prisioneros. Esta matanza militarmente le dio oxígeno para seguir
hacia el sur a su meta final: Jerusalén, y además le valió el nombre por el que sería
reconocido en la historia, Corazón de León.
Felipe II Augusto estaba preocupado por los problemas en su país y molesto por las
rivalidades con Ricardo, por lo que regresó a Francia, dejando a Ricardo al mando de
la cruzada. Este llegó hasta las proximidades de Jerusalén, pero en lugar de atacar
prefirió firmar una tregua con Saladino, temiendo que su ejército diezmado de 12.000
hombres no fuera capaz de sostener el sitio de Jerusalén. Pensando en una próxima
cruzada y en no arriesgar militarmente una derrota que no le daría a los cristianos la
posibilidad del control posterior de la Ciudad Santa, pactaron con el mismo Saladino,
quien también estaba cansado y diezmado, la tregua que permitía el libre acceso de
los peregrinos desarmados a la Ciudad Santa.
Saladino falleció seis meses después. Ricardo murió en 1199 por una flecha a su
regreso a Europa. De esta forma, se cerraba la Tercera Cruzada con un nuevo
15
fracaso para los dos bandos, dejando sin esperanzas a los Estados francos. Era
cuestión de tiempo para que desapareciera la estrecha franja litoral que controlaban.
Sin embargo, resistieron aún un siglo más.
[editar]Cuarta Cruzada
Fortalezas templarias.
Artículo principal: Cuarta Cruzada
Tras la tregua firmada en la Tercera Cruzada y la muerte de Saladino en 1193, se
sucedieron algunos años de relativa paz, en los que los Estados francos del litoral se
convirtieron en poco más que colonias comerciales
italianas. En 1199, el Papa Inocencio III decidió convocar
una nueva cruzada para aliviar la situación de los Estados
cruzados. Esta Cuarta Cruzada no debería incluir reyes e
ir dirigida contra Egipto, considerado el punto más débil de
los estados musulmanes.
Al no ser ya posible la ruta terrestre, los cruzados debían
tomar la ruta marítima, por lo que se concentraron
en Venecia. El dux Enrico Dandolo se coaligó con el jefe
de la expedición Bonifacio de Montferrato y con un
usurpador bizantino, Alejo IV Ángelo para cambiar el
destino de la cruzada y dirigirla contra Constantinopla, al
estar los tres interesados en la deposición del basileus del
momento, Alejo III Ángelo.
Inicialmente, los cruzados fueron empleados para luchar
contra los húngaros en Zara, por lo que fueron excomulgados por el Papa. Desde allí
se dirigieron hacia Bizancio, donde consiguieron instalar a Alejo IV como basileus
en 1203. Sin embargo, el nuevo basileus no pudo cumplir las promesas hechas a los
cruzados, lo que originó toda clase de disturbios. Fue depuesto por los propios
bizantinos, que coronaron a Alejo V Ducas. Esto provocó la intervención definitiva de
los cruzados, que conquistaron la ciudad el 12 de abril de 1204. El saqueo de la
ciudad fue terrible. Miles de cristianos (incluyendo mujeres y niños) fueron asesinados
por los cruzados. Desvalijaron y destruyeron mansiones, palacios, iglesias y la propia
basílica de Santa Sofía. Europa occidental recibió un aluvión de obras de arte y
reliquias sin precedentes, producto de este saqueo.
16
Con ello llegaba a su fin el Imperio Bizantino, que se desmembró en una serie de
Estados, algunos latinos y otros griegos. De éstos, el llamado Imperio de
Nicea conseguiría restaurar una sombra del Imperio Bizantino en 1261.
Los cruzados establecieron el llamado Imperio Latino, organizado feudalmente y con
una autoridad muy débil sobre la mayoría de los territorios que supuestamente
controlaba (y nula sobre los Estados griegos de Nicea, Trebisonda y Epiro).
La Cuarta Cruzada asestó un doble golpe a los Estados francos de Palestina. Por un
lado, les privó de refuerzos militares. Por otro, al crear un polo de atracción en
Constantinopla para los caballeros latinos, produjo la emigración de muchos que
estaban en Tierra Santa hacia el Imperio Latino, abandonando los Estados francos.
Las cruzadas menores
Tras el fracaso de la cuarta, el espíritu cruzado se había apagado casi por completo,
pese al interés de algunos papas y reyes por reavivarlo. Si los Estados francos
sobrevivieron hasta 1291 fue por la intervención de los mongoles que ,al acabar con
el califato Abbasí en 1258 y conquistar la región de Oriente Medio, dieron un respiro a
los latinos, al no ser los mongoles hostiles al cristianismo.
La convicción de que los reiterados fracasos se debían a la falta de inocencia de los
cruzados, llevó a la conclusión de que sólo los puros podrían reconquistar Jerusalén.
En 1212 un predicador de 12 años organizó la llamada cruzada de los niños, en la
que miles de niños y jóvenes recorrieron Francia y embarcaron en sus puertos para ir
a liberar Tierra Santa. Fueron capturados por capitanes desaprensivos y vendidos
como esclavos. Tan sólo algunos consiguieron regresar al cabo de los años. El cuento
era popular en la Edad Media, pero la mayoría de los historiadores creen que este
cuento se exagera, o que es un mito.
Quinta Cruzada
Artículo principal: Quinta Cruzada
La V Cruzada fue proclamada por Inocencio III en 1213 y partió en 1218 bajo los
auspicios de Honorio III, uniendóse al rey cruzado Andrés II de Hungría, quien llevó
hacia oriente el ejército más grande en toda la Historia de las Cruzadas. Como la IV
Cruzada, tenía como objetivo conquistar Egipto. Tras el éxito inicial de la conquista
de Damieta en la desembocadura del Nilo, que aseguraba la supervivencia de los
Estados francos, a los cruzados les pudo la ambición e intentaron atacar El Cairo,
fracasando y debiendo abandonar incluso lo que habían conquistado, en 1221.
17
Sexta Cruzada
Artículo principal: Sexta Cruzada
La organización de la VI Cruzada fue un tanto rocambolesca. El papa había ordenado
al emperador Federico II Hohenstaufen que fuera a las cruzadas como penitencia. El
emperador había asentido, pero había ido demorando la partida, lo que le valió la
excomunión. Finalmente, Federico II (que tenía pretensiones propias sobre el trono de
Jerusalén) partió en 1228 sin el permiso papal. Sorprendentemente, el emperador
consiguió recuperar Jerusalén mediante un acuerdo diplomático. Se autoproclamó rey
de Jerusalén en 1229 y también obtuvoBelén y Nazaret.
Séptima Cruzada
Artículo principal: Séptima Cruzada
En 1244 volvió a caer Jerusalén (esta vez de forma definitiva), lo que movió al devoto
rey Luis IX de Francia (San Luis) a organizar una nueva cruzada, la Séptima. Como
en la V, se dirigió contra Damieta, pero fue derrotado y hecho prisionero
en Mansura (Egipto) con todo su ejército.
Octava Cruzada
Artículo principal: Octava Cruzada
Vuelto a Francia, el mismo rey emprendió la llamada VIII Cruzada (1269)
contra Túnez, aunque en realidad era un peón en los intereses de su hermano Carlos
de Anjou rey de Nápoles, que quería evitar la competencia de los mercaderes
tunecinos. La peste acabó con el rey Luis y gran parte de su ejército en Túnez (1270).
Aunque algunos papas intentaron predicar nuevas cruzadas, ya no se organizaron
más
y,
en 1291,
los
cruzados
evacuaron
sus
últimas
posesiones
en Tiro, Sidón y Beirut tras la caída de San Juan de Acre. A fin de cuentas, el único
triunfo relevante de la Cristiandad durante los dos siglos de más de ocho cruzadas fue
la toma de Jerusalén por Godofredo de Bouillon en la primera cruzada en el año 1099,
la cual, a pesar de las innumerables matanzas de sarracenos, judíos (hombres,
mujeres y niños), logró sostener la Ciudad Santa por muchos años, y encontró los
objetivos marcados inicialmente por los defensores de la idea de reconquistar la tierra
llamada santa para los cristianos de Europa.
18
Guerras con la calificación de Cruzada en territorio europeo
La cruzada de Segismundo de Hungría
Artículo principal: Batalla de Nicópolis
Ésta cruzada es considerada la última de magnitud paneuropeo que se libró contra
el Imperio otomano. En 1396 el rey Segismundo de Hungría organizó una guerra
cruzada para asediar a la ciudad griega de Nicópolis, la cual se hallaba bajo control
turco otomano. De esta forma, los ejércitos del Príncipe Mircea I de Valaquia y del
Duque Juan I de Borgoña avanzaron bajo la dirección del rey húngaro Segismundo
decididos a expulsar a los otomanos de los territorios de los Balcanes.
La defensa de la ciudad resultó imposible de vencer, y la falta de máquinas de asedio
por parte de las fuerzas aliadas concluyó en una severa derrota. La victoria turca en
el Asedio de Nicópolis puso en amenaza a las naciones europeas, y consolidó el
poder otomano en la frontera con el Reino de Hungría.
Las cruzadas bálticas
Artículo principal: Cruzadas bálticas
Fueron una serie de campañas emprendidas por los líderes cristianos
de Alemania, Dinamarca y Suecia, entre los siglos XII y XVI, con el objetivo principal
de subyugar y convertir a los pueblos paganos de la cuenca del Báltico y contra otros
pueblos cristianos considerados igualmente infieles. Uno de los actores principales de
dichas campañas fue la Orden Teutónica, que había sido previamente creada
enPalestina.
Las cruzadas en el Báltico responden a un movimiento social desarrollado en el
Imperio Alemán a mediados del siglo XII. Este movimiento se conoce como Drang
nach Osten.
Cruzada contra los albigenses
Artículo principal: Cruzada albigense
En 1209 el Papa Inocencio III proclamó la cruzada albigense con el fin de eliminar la
herejía de los cátaros y erradicarlos del sur de Francia.
Cruzada Aragonesa
Artículo principal: Cruzada contra la Corona de Aragón
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La Cruzada contra la Corona de Aragón fue declarada por el Papa Martin IV contra el
Rey de Aragón Pedro III el Grande, en 1284 y 1285.
Cruzadas en la Reconquista española
Artículo principal: Reconquista
Algunos momentos del período final de la Reconquista recibieron del Papa la
calificación de cruzada, dada su condición de enfrentamiento de reinos cristianos
contra reinos islámicos. No obstante, la motivación de la búsqueda de tal
denominación no era tanto el interés por lograr la presencia de nobles europeos del
otro lado de los Pirineos (muy poco importante), como la de obtener algún tipo de
derechos fiscales para la monarquía (sobre los ingresos del clero o como Bula de
Cruzada). Las ocasiones principales fueron la batalla de las Navas de Tolosa(1212),
en la que estuvieron presentes casi todos los reyes cristianos peninsulares, y
la Guerra de Granada (1482-1492).
[editar]Cruzada de Juan Hunyadi, regente de Hungría
Artículo principal: Sitio de Belgrado
El avance turco sobre el Reino de Hungría resultaba inminente. El fracaso de los
ejércitos cruzados del rey Segismundo de Hungría en laBatalla de Nicópolis de 1396 y
la derrota de los ejércitos húngaros en la Batalla de Varna en 1444 en la cual murió el
rey Vladislao I de Hungría le dio fortaleza al Imperio otomano. De esta forma, continuó
su marcha en dirección hacia Belgrado, ciudad serbia fronteriza con el reino húngaro
en 1456. De inmediato, el regente húngaro Juan Hunyadi (quien tras la muerte del
monarca conducía el reino mientras el príncipe heredero Ladislao el Póstumo cumplía
la mayoría de edad para ascender al trono) respondiendo al llamado del Papa Calixto
III y asistido por San Juan Capistrano, organizaron un ejército cruzado húngaro que
hizo frente a los otomanos invasores. La batalla concluyó con una total victoria para el
regente húngaro y la amenaza turca fue detenida por casi un siglo más. Ante la
victoria de Belgrado de los húngaros, el Papa ordenó que las campanadas del
mediodía en las iglesias de todo el mundo sonasen en honor a tal acontecimiento.
20
Cruzada albigense
Catedral de Albi, localidad francesa que dio nombre al movimiento religioso combatido
por la fuerza por la Iglesia católica.
La cruzada albigense (denominación derivada de Albi, ciudad situada en el suroeste
de Francia), también conocida como cruzada cátara o cruzada contra los cátaros,
fue un conflicto armado que tuvo lugar entre los años 1209 y 1244, por iniciativa del
papa Inocencio III con el apoyo de la dinastía de los Capetos (reyes de Francia en la
época), con el fin de reducir por la fuerza el catarismo, un movimiento religioso
calificado como herejía por la Iglesia católica y asentado desde el siglo XIIen los
territorios feudales del Languedoc, favoreciendo la expansión hacia el sur de las
posesiones de la monarquía capetana y sus vasallos.
La guerra, que se desarrolló en varias fases, se inició con el enfrentamiento entre los
ejércitos de cruzados súbditos del rey Felipe Augusto de Francia con las fuerzas de
los condes de Tolosa y vasallos, provocando la intervención de la Corona de
Aragón que culminó en la batalla de Muret. En una segunda etapa, en la que
inicialmente los tolosanos alcanzaron ciertos éxitos, la intervención de Felipe Augusto
decidió la sumisión del Condado certificada por el Tratado de París. En una
prolongada fase final, las operaciones militares y las actividades de la recién
creadaInquisición se centraron en la supresión de los focos de resistencia cátara, que,
21
desprovistos de sus apoyos políticos, terminaron por ser reducidos. La guerra destacó
por episodios de gran violencia, provocó la decadencia del movimiento religioso
cátaro, el ocaso de la hasta entonces floreciente cultura languedociana y la
conformación de un nuevo espacio geopolítico en Europa occidental.
22
Contenido
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1 Geopolítica occitana de la época
2 Causas de la Cruzada
2.1 El catarismo
2.2 Doctrina
2.3 Posición de la Iglesia católica
2.4 Las misiones
2.5 El fracaso de las misiones y el casus belli
3 Desarrollo de la Cruzada
3.1 El asesinato de Castelnau y llamada a la cruzada
3.2 La cruzada de los barones o guerra relámpago
3.3 La batalla de Muret
3.4 La reconquista occitana y la intervención real francesa
3.5 Ultimas batallas, exilio y decadencia cátara
4 Consecuencias
5 Referencias
6 Bibliografía
7 Enlaces externos
[editar]Geopolítica occitana de la época
23
Mapa del territorio en vísperas de la Batalla de Muret.
A principios del siglo XIII, las regiones del Languedoc se encontraban bajo el dominio
de varios señores:






El condado de Tolosa, gobernado por Ramón VI de Tolosa, dominaba la zona
comprendida entre los valles del Garona, Rouergue y Quercy, a los que se
añadían sus posesiones en la Alta Provenza.
El condado de Cominges, bajo el poder de Bernardo IV de Cominges, conde
de Cominges y de Bigorra, primo hermano del conde de Tolosa y vasallo del
mismo en tanto que señor de Samatán y Muret.
El condado de Foix, cuyo titular era Raimundo Roger I, vasallo del conde de
Tolosa.
El vizcondado de Béarn.
El vizcondado de Carcasona, Béziers, Albi y Limoux, cuyo señor feudal
era Ramón Roger Trencavel, sobrino de Raimundo VI. Poseía el principado que
abarcaba desde Carcasona a Béziers. La familiaTrencavel rendía solemne
homenaje a la Corona de Aragón desde 1179, siendo a la vez vasallos del
Condado de Tolosa. La dinastía feudal Trencavel mantenía asimismo alianzas con
el Vizcondado de Minerve.
La Corona de Aragón, dominios del rey Pedro II de Aragón, a la que rendían
vasallaje los condes de Tolosa.
Las
cinco diócesis cátaras, Narbona,
Albi, Carcasona, Cahors, Toulouse e
incluso Agen ocupaban casi exactamente los territorios de los grandes señores
feudales del Languedoc. Los cátaros recibían el apoyo de algunos nobles y habían
logrado asentarse gracias a la acción ejemplar de los Perfectos —seguidores cátaros
de una vida ascética— y a la incapacidad del clero católico. Los Perfectos y Perfectas
no eran muy numerosos, pero una gran parte de la población toleraba su doctrina e
incluso la favorecía.1
[editar]Causas de la Cruzada
[editar]El catarismo
Véase también: Catarismo
24
El
catarismo
es
frecuentemente
clasificado
como
una
religión
de
carácter gnóstico y maniqueísta, especialmente inspirada en el movimiento de
los bogomilos que surgieron en el siglo X en los Balcanes y con influencias litúrgicas
del cristianismo primitivo.
El catarismo tuvo un fuerte auge durante los siglos XII y XIII en Europa Occidental
donde llegaron a ser conocidos también como albigenses, en alusión a la ciudad de
Albi donde residían algunas de las mayores comunidades cátaras, junto con otras
establecidas en el norte deItalia, en el reino de Aragón y condado de Barcelona,
aunque su enclave principal se encontraba en la región del Languedoc, en el sur de la
actual Francia. Se implantó principalmente en los burgos, poblaciones complejas en
las que coexistían los señores, caballeros, burgueses y gente del pueblo; pueblos y
ciudades con talleres, artesanos y comercio. En 1178 Henri de Marcy, legado del
papa, calificó las poblaciones de implantación cátara con el apodo en latín de sedes
Satanae, sedes de Satán.2
[editar]Doctrina
El
catarismo
se
basaba
en
una
interpretación dualista del Nuevo
Testamento (rechazaban el Antiguo por ser una crónica de la creación del mundo
material por el falso Dios, también denominado Demiurgo). De este modo defendían
la existencia de dos principios supremos: el Bien y el Mal, siendo el primero el creador
de los espíritus y el segundo el de la materia.
Para ellos el mundo era una plasmación de esta dualidad en la que vagaban las
almas (espíritus puros creados por el Dios bueno) envueltas en sus cuerpos (materia
creada por el Dios malo). Rechazaban el concepto del Infierno, siendo el equivalente
a éste el propio mundo en el cual las almas debían purificarse a través de sucesivas
reencarnaciones hasta alcanzar un grado de autoconocimiento que les llevaría a la
visión de la divinidad escapando del mundo material al paraíso inmaterial.
Para llegar a este estado predicaban una vida ascética y contemplativa. A los que la
seguían se les denominaba «Perfectos» y se les consideraba una especie de
herederos o continuadores de las prácticas de los apóstoles teniendo el poder de
absolver de los pecados a través de la ceremonia del consolamentum, único
sacramento en la religión cátara.
[editar]Posición de la Iglesia católica
25
Inocencio III.
La doctrina cátara chocaba radicalmente con la predicada por la Iglesia Romana.
Entre otras cosas:
1. Negaba la existencia de un único Dios al afirmar la dualidad de las cosas
(existencia de un Dios malo).
2. Negaba el dogma de la Trinidad, rechazando el concepto del espíritu santo y
afirmando que Jesúsno era el hijo de Dios encarnado sino una aparición que
mostraba el camino a la perfección.
3. Planteaba un concepto del mundo y la Creación diferente (para los católicos el
mundo y el hombre son buenos pues son creados por Dios y el pecado viene
de la corrupción del hombre en el pecado original).
4. Propugnaba la salvación a través del conocimiento en vez de a través de la fe
en Dios.
Además, el modo de vida ascético predicado y practicado por los Perfectos
contrastaba con la corrupción y el lujo ampliamente extendidos en la Iglesia católica,
representando una amenaza para la supervivencia de las diócesis católicas en un
medio rural empobrecido y cansado de diezmos eclesiásticos.
También rechazaban los juramentos, por ser ataduras al mundo material, lo que
atacaba a su vez la propia disposición de la sociedad feudal europea, donde dado el
analfabetismo reinante casi todas las transacciones comerciales y compromisos de
fidelidad se basaban en juramentos.
Por todo ello la Iglesia Romana con el papa Celestino III trató de contrarrestar el auge
del
catarismo
mediante
una
política
misionera,
multiplicando
las
26
fundaciones cistercienses y enviando a predicadores de relevancia como Bernardo de
Claraval en el siglo XII.
Ya a finales de dicho siglo, Celestino III fue sucedido por Inocencio III, que por su
origen familiar era un gran señor feudal. Creía en la virtud de las armas cuando
estaban guiadas por Dios; también era un jurista, formación que había recibido
en París y Bolonia. Comprendió que el catarismo había surgido por una carencia de la
Iglesia; había pocos clérigos católicos bien instruidos, pocas abadías y obispos;
muchos de estos últimos no visitaban sus diócesis más que para recoger sus
beneficios.
El 1 de abril de 1198 escribió a sus arzobispos instándoles a castigar a los herejes
cátaros. En 1199 equiparó la herejía al crimen de lesa majestad; en lo sucesivo, los
herejes obstinados serían proscritos y sus bienes confiscados. Esta disposición se
extendió a Occitania en julio del año 1200. Instituyó legados y les otorgó plenos
poderes: derecho de excomunión, de pronunciar interdicto, de hacerse obedecer por
los prelados y, en caso necesario, de sustituirlos por hombres más decididos. Su
principal misión consistía en reformar el clero local y combatir la herejía.
[editar]Las misiones
Domingo de Guzmán.
27
En
otoño
de
1203, Inocencio
III designó
como
legados
a
dos
hermanos cistercienses de la Abadía de Fontfroide, Raoul de Fontfroide y Pierre de
Castelnau, un jurista de la orden del císter que se conducía con la intransigencia de
un juez seguro de la ley que aplicaba. En diciembre se dirigieron a Toulouse donde
hicieron jurar al conde que se extirparía la herejía. En febrero de 1204 tuvo lugar una
reunión en Béziers presidida por el rey Pedro II de Aragón. El rey se había reconocido
vasallo de laSanta Sede pero, en contra de lo que pedían los legados, manifestó que
no estaba dispuesto a hacer uso de la espada contra sus vasallos occidentales, sino
todo lo contrario.
Unos meses más tarde Arnaud Amaury, abad de Cîteaux, se incorporó a la
delegación, pero aún con el refuerzo de Arnaud Amaury, los legados no obtenían
logros. Su presentación no era la más adecuada para alcanzar el éxito que
pretendían: recorrían el país en lujosos coches de caballos acompañados de todo un
cortejo de servidores. Es lógico el efecto adverso que causaron cuando precisamente
el lujo y la suntuosidad era lo que más reprochaba el pueblo occitano a la iglesia
romana. En mayo de 1206 los abades decidieron regresar a sus respectivas abadías.
En el camino de regreso hicieron una parada en Montpellier y allí coincidieron con
dos castellanos que regresaban de Roma. Eran Diego de Acebes, obispo de Osma, y
su viceprior, Domingo de Guzmán, posterior fundador de la Orden Dominica. Este
encuentro fue decisivo. Los legados plantearon sus dificultades: cuando predicaban
se les objetaba el comportamiento detestable de los clérigos, pero si se dedicaban a
reformar a los clérigos, tendrían que renunciar a la predicación. Los castellanos
plantearon la solución: dejar de lado la reforma de los clérigos y dedicarse
exclusivamente a la predicación pero, para que esta fuera eficaz, era preciso que
cumpliera una condición imperativa: la pobreza, es decir, viajar con humildad, ir a pie,
sin dinero, en parejas de dos en dos, imitando las costumbres de los Perfectos
cátaros y que antiguamente habían utilizado los apóstoles.3
Poco a poco, los métodos de Diego de Acebes y Domingo de Guzmán lograban sus
efectos, convirtiendo a creyentes cátaros e incluso a algunos Perfectos. Diego regresó
a Osma y Domingo de Guzmán eligió entonces como compañero a Guillem Claret,
clérigo de Pamiers, con el que se instaló en Fanjeaux, el centro mismo de la región,
donde convirtió a un grupo de Perfectas y mujeres creyentes cátaras, a las que instaló
en el Monasterio de Prouilhe, cerca de Fanjeaux, convirtiéndose en un centro
educativo y hospitalario de muchachas, a semejanza de las «Casas de las Perfectas».
[editar]El fracaso de las misiones y el casus belli
28
Auto de Fe de Santo Domingo de Guzmán, obra del pintor renacentistaBerruguete,
exhibido en el Museo del Prado, reproduce un escena de la obra fracasada de
conversión de los cátaros encargada a Domingo de Guzmán.
Los logros de Domingo de Guzmán ponían de manifiesto la eficacia de sus métodos,
pero se trataba de una predicación larga y difícil que exigía modestia y paciencia,
Domingo de Guzmán parecía adaptado a esta situación pero no así
los cistercienses que esperaban una conversión en masa y entusiasta y, en lugar de
ello, tenían que ir de población en población enfrentándose a los contrapredicadores
cátaros que en ocasiones conocían el Evangelio mejor que sus propios clérigos. Para
ellos, la campaña de 1207 era un fracaso.
En este clima, con la herejía en pleno auge y la creciente humillación de la Iglesia
Romana ante la pasividad y connivencia de los señores occitanos, sólo faltaba una
chispa que sirviera de argumento a Inocencio III para tomar las armas. Ésta se
produjo en la primavera de 1208 con el asesinato enSaint-Gilles del legado
papal Pedro de Castelnou (atribuido según las crónicas a una orden del conde
tolosano Raimundo VI). El papa pronunció un anatema contra el conde tolosano y
declaró sus tierras «entregadas como presa». Esto equivalía a una llamada directa
a Felipe II Augusto, rey de Francia, así como a todos los condes, barones y caballeros
de su reino para acudir a la Cruzada.
29
[editar]Desarrollo de la Cruzada
El desarrollo de esta Guerra Santa o cruzada es con frecuencia relatado por
la historiografía en tres fases diferenciadas: una primera etapa, a partir de 1209 y que
destacó por episodios de gran violencia como el de la matanza de Béziers, enfrentó a
las fuerzas reunidas por señores vasallos de los Capetos provenientes principalmente
de Isla de Francia y del Norte, mandadas por Simón de Montfort, con parte de la
nobleza tolosana encabezada por el conde Ramón VI de Tolosa y la
familiaTrencavel que, siendo aliados y vasallos del rey de Aragón Pedro II el Católico,
invocaron a la participación directa en el conflicto del monarca aragonés, que resultó
derrotado y muerto en el curso de la Batalla de Muret en 1213.
En una segunda fase la muerte de Simón de Montfort en el sitio a Toulouse tras el
retorno del conde Raimundo VII de Tolosa y la consolidación de la resistencia
occitana apoyada por el conde de Foix y fuerzas aragonesas, decidieron la
intervención militar de Luis VIII de Francia a partir de 1226 con el apoyo del
papa Honorio III que culminó con el Tratado de Meaux-París de 1229, en el que se
pactó la integración del territorio occitano en la corona francesa.
En una tercera y última etapa los abusos de la Inquisición provocaron numerosas
revueltas y sublevaciones urbanas y decidió una última tentativa de Raimundo VII a la
que tuvo que renunciar a pesar del apoyo de la corona inglesa y de los condes de
Lusignan, terminando con la toma de las últimas fortalezas de Montsegur y
de Queribus en el 1244.
[editar]El asesinato de Castelnau y llamada a la cruzada
Ciudad amurallada de Carcasona, La Cité, posesión de la familia Trencavel, sitiada
por las fuerzas cruzadas en agosto de 1209, durante la cruzada albigense.
30
En 1207, mientras Domingo y los otros cistercienses predicaban, el legado
papalPierre de Castelnau tomó la iniciativa de plantear un acuerdo general de paz a
todos los condes y señores del Languedoc. Pedía la promesa de comprometerse a no
emplear judíos en su administración (en intento de evitar préstamos que no fueran
eclesiásticos), devolver a las iglesias el dinero no pagado en concepto de tributo, no
contratar salteadores y, sobre todo, perseguir a los herejes cátaros.
Al conde Ramón VI de Tolosa le era imposible aceptar estas condiciones sin
quebrantar los fundamentos de su poder, de modo que se negó. Fue excomulgado
por ello el 29 de mayo de 1207. Decidió entonces prestar juramento y se le levantó la
excomunión. Pero, evidentemente, no pudo llevar a cabo las peticiones y fue
excomulgado de nuevo en una reunión en Saint-Gilles.
El 14 de enero de 1208, Castelnau fue asesinado cuando se disponía a cruzar el río
Ródano, cuando volvía de la reunión de Saint-Gilles. El asesinato no fue ordenado por
Raimundo pero sobre él, sus tierras y los señores feudales occitanos con los que
mantenía algún tipo de vínculo, cayó toda la responsabilidad. El papa Inocencio
III acusó abiertamente al Conde de Tolosa. La cruzada militar iba a sustituir a la
cruzada pacífica.
En Felipe Augusto, rey de Francia, podía estar la clave política para llevar a cabo una
evangelización fructífera, pero estaba en guerra con el rey de Inglaterra y el reino
francés no podía mantener dos ejércitos, uno para defenderse de Inglaterra y otro
para perseguir herejes.
El 9 de marzo de 1208, el Papa dirigió una carta a todos los arzobispos del
Languedoc y a todos los condes, barones y señores del reino deFrancia. Un
fragmento de esta decía:4
Despojad a los herejes de sus tierras. La fe ha
desaparecido, la paz ha muerto, la peste herética y la
cólera guerrera han cobrado nuevo aliento. Os prometo la
remisión de vuestros pecados a fin de que pongáis coto a
tan grandes peligros. Poned todo vuestro empeño en
destruir la herejía por todos los medios que Dios os
inspirará. Con más firmeza todavía que a los sarracenos,
puesto que son más peligrosos, combatid a los herejes
con mano dura.
31
Felipe II de Francia.
Así, otorgaba a quienes tomaran parte de la Cruzada iguales privilegios concedidos
para las cruzadas en Tierra Santa: absolución de los pecados y promesa del paraíso
para los muertos en combate. Se añadió una cláusula específica suplementaria: las
tierras «limpias de herejes» pasarían a ser posesión, de pleno derecho, del cruzado
que las hubiera conquistado.
Se formó una numerosa tropa; en un territorio con diferentes señores feudales, mal
defendido y poco habitado, la victoria podía parecer fácil a barones habituados a
las cruzadas en ultramar. Fundamentalmente la fuerza bélica estaba formada por
nobles venidos de Francia, no dispuestos a prolongar su estancia más allá de los
cuarenta días reglamentarios de servicio «d'Ost».
Simón de Montfort, barón de Amury, proveniente de Isla de Francia, destacaría como
jefe militar de la cruzada; Arnaud Amaury, abad de Cîteaux, fue nombrado por el Papa
jefe religioso de la expedición. La financiación, en un principio, recayó en los prelados,
que debían detraer de las poblaciones de sus diócesis el diez por ciento de los
ingresos.
La concentración de tropas tuvo lugar en Lyon: 20.000 caballeros, más de 200.000
ciudadanos y campesinos, sin contar al clero. Así lo describe el trovador de la época
Guillem de Tudèle; lo cierto es que la llamada concentró a un elevada tropa.
32
Los cruzados partieron hacia el Mediodía bajando por el valle del Ródano. Raimon
Roger Trencavel, vizconde de Carcasona y conde de Béziers, cabalgó a su encuentro
en un intento por llegar a un acuerdo con los legados papales. Nada tenía que ver con
el asesinato de Pierre Castelnau, pero era sospechoso de herejía y fue rechazado.
Trencavel se dirigió inmediatamente hacia Béziers, puso la ciudad y a sus cónsules
en estado de defensa, partiendo inmediatamente hacia Carcasona para hacer lo
propio.
[editar]La cruzada de los barones o guerra relámpago
El 21 de julio de 1209 los cruzados se apostaron delante de Béziers; Simón de
Montfort al frente del ejército cruzado atacó la ciudad y exterminó a una parte de la
población sin tener en cuenta su filiación religiosa y pronunciando, según la crónica
que escribió Cesáreo de Heisterbach más de 50 años después de los hechos, la
frase:5
¡Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos!
Atribuida a Arnaldo Amalrico, quien fuera legado papal, inquisidor y ferviente enemigo
de los albigenses.
Esta primera matanza, de 7.000 a 8.000 personas, que tuvo lugar principalmente en la
iglesia de la Madeleine, no entraba en las costumbres de la época. Está considerada
más bien un golpe de efecto o instauración de terror entre la población: causar pánico
para evitar resistencia en los señores del Mediodía, según algunos cronistas, aunque
otros resaltan el comportamiento y carácter cruel del jefe militar de la cruzada.
Tras la conquista de Béziers, la cruzada avanzó hacia Carcasona, la masacre de
Beziers causó efecto y todas las fortalezas y burgos iban capitulando sin ofrecer
resistencia.
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Los cátaros expulsados de Carcasona.
Los cruzados llegaron a Carcasona el 1 de agosto de 1209. Pedro II de Aragón
cabalgó hasta la ciudad solicitando condiciones de paz aceptables para su sobrino
Raimon Roger Trencavel. Arnaud Amaury exigió a su vez sus condiciones: solo
autorizar a Raimon Roger y doce acompañantes el abandonar la ciudad. Condiciones
inaceptables para Trencavel que, con sólo veinticuatro años, moriría en las
mazmorras de la que había sido su propia fortaleza una vez tomada la Cité.
Reforzado en su puesto de jefe de los cruzados, Montfort emprende a continuación la
conquista de la región de Rasez. Montréal, Preixan, Fanjeaux, Montlaur, Bram van
cayendo sistemáticamente a su paso.
Desde ahí pone cerco a Minerve. Es junio de 1210 y a la caída de la villa ciento
cuarenta cátaros serán quemados vivos.6 A continuación durante cuatro meses
asedia el Castillo de Termes y acto seguido el de Puivert que caerá en solo tres días.
Tras la caída de estos dos bastiones, Pierre-Roger de Cabaret decide entregar
los Castillos de Lastours al jefe cruzado a cambio de la liberación de Bouchard de
Marly, señor de Saissac.
A finales de ese mismo año Montfort controla el este del Languedoc y es nombrado
vizconde de Rasez. Está preparado para adentrarse en los dominios de los dos
señores más poderosos de Occitania, los condes de Tolosa y Foix.
Y lo hará precisamente por la villa de Lavaur, a poco más de treinta kilómetros de la
ciudad del Garona. El 3 de mayo de 1211 sus tropas entran en la ciudad desatando
una feroz represión. El señor Aymeri de Montréal y ochenta de sus caballeros son
ahorcados, su hermana Guiraude embarazada es lapidada en el fondo de un pozo y
cuatrocientos cátaros quemados vivos.6 A continuación se dirigen a la cercana
Toulouse sin conseguir doblegarla. Para entonces Raimundo VI ha pedido ayuda a
todos sus vasallos y al rey de Aragón y se dispone a presentar batalla.
Batalla de Muret
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Batalla de Muret
Fecha
12 de septiembre de 1213
Lugar
Muret
Resultado
Victoria cruzada
Beligerantes
Cruzados franceses
Corona
Condado
de
Aragón
de
Tolosa
Condado de Cominges
Condado
de
Vizcondado
Carcasona
de
Comandantes
Simón IV de Montfort
Foix
Pedro II de Aragón
[editar]La batalla de Muret
Artículo principal: Batalla de Muret
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La primera batalla con el bando occitano al completo se produce en Castelnaudaryen
septiembre de 1211. El resultado es incierto y pese a las abundantes bajas ambos
bandos reclaman la victoria para sí. Pero sólo es el preámbulo de un enfrentamiento
mayor.
Llamado por Ramón VI de Tolosa, Bernard IV de Comminges y Raimundo Roger de
Foix, Pedro II de Aragón decide finalmente acudir en ayuda de sus súbditos en verano
de 1213. Viene precedido por la aureola de su éxito en la Batalla de las Navas de
Tolosa en la que había participado junto con los otros reinos cristianos peninsulares.
El 30 de agosto pone cerco al castillo de Muret, a unos veinte kilómetros al suroeste
de Toulouse, donde se refugian unos treinta caballeros cruzados. Simón de Montfort
que se encontraba en aquel momento en Fanjeaux parte hacia Muret en compañía de
otros mil caballeros llegando al mismo la víspera de la batalla.
El 12 de septiembre de 1213 las calles de Muret, estrechas y llenas de barricadas,
sirven de refugio a los cruzados ampliamente superados en número por la alianza
occitano-aragonesa, que sin embargo acabará sufriendo una derrota sin paliativos.
En un mismo día los occitanos pierden entre 10.000 y 15.000 hombres, Aragón su
rey, y Foix, Narbona y Comminges pasan a manos de Simón de Montfort. En
noviembre de 1215 el Concilio de Letrán IV desposee de sus tierras a Raymond VI de
Tolosa y Raymond II Trencavel nombrando a Montfort duque de Narbona, conde de
Tolosa y vizconde de Carcasona y Rasez, y a Arnaud Amaury arzobispo de Narbona.
Aparentemente la cruzada ha vencido.
[editar]La reconquista occitana y la intervención real francesa
Inocencio III muere en 1216 y su muerte desencadena una sublevación general en
todo el Mediodía. Raimundo VI, que había estado rearmándose en el Condado de
Barcelona junto con su hijo Raimundo VII, desembarca en Marsella (el Concilio de
Letrán le había conservado sus posesiones provenzales) y retoma la lucha.
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Muerte de Simón de Montfort durante el asedio a Toulouse.
En agosto de 1216 derrota por primera vez a Montfort en Beaucaire. Este trata de
deshacerse definitivamente de su adversario poniendo asedio a la ciudad
de Toulouse, pero el 25 de junio de 1218una piedra de catapulta lanzada por mujeres
desde la ciudad, según cuentan los cronistas, acierta a dar en el general enemigo y lo
mata.
Su hijo, Amaury VI de Monfort, le sucede, pero no tenía el genio militar de su padre y
es derrotado sucesivamente. En 1221 los cruzados abandonan el cerco de
Castelnaudary donde habían encerrado al conde de Foix y huyen a Carcasona.
Raimundo VII (su padre muere ese mismo año) se une a Roger-Bernard y recupera
sucesivamente Montréal, Fanjeaux, Limoux y Pieusse. Continúa sus conquistas por
las regiones de Carcassès y el bajo Razes y, en marzo de 1223, Mirepoix donde se
encontraba Guy I de Lévis, Mariscal de la Fe y lugarteniente de Montfort, que deberá
huir también hacia Carcasona.
Los cruzados han retrocedido hasta posiciones similares al inicio de la guerra y el
nuevo papaHonorio II reacciona excomulgando al joven conde tolosano. Por su
parte Luis VIII de Francia, por influencia de su esposa Blanca de Castilla, es
convencido para que tome él mismo las riendas de la Cruzada. En 1226 desciende
con sus tropas francesas el valle del Ródano y somete Aviñón. Advertidos de la
presencia de la armada real, los habitantes de Carcasona se rebelan contra la familia
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Trencavel, que se había vuelto a establecer en la ciudad, y es forzada a replegarse
en Limoux. Finalmente tras escribir una carta el 17 de junio de 1227, Trencavel huye
a Barcelona dejando sus tierras bajo la protección de Roger-Bernard de Foix.
Derrotado Trencavel y excomulgado Raimundo VII, los occitanos se ven forzados a
firmar los humillantes términos del Tratado de Meaux.
[editar]Ultimas batallas, exilio y decadencia cátara
Aún intentaría en 1240 Trencavel recuperar sus antiguos dominios a la cabeza de un
ejércitos de faydits (caballeros occitanos favorables al catarismo y desposeídos de
sus dominios) de Rasez, el Carcasonés y Fenolleda apoyados por infantería
aragonesa, pero en lugar de aprovechar el efecto sorpresa y dirigirse directamente a
Carcasona, hacen acto de presencia en las fortalezas de la comarca de Minerve,
laMontaña Negra y las Corbières,7 dando tiempo al senescal de la Cité, Guillaume des
Ormes, a reforzar sus defensas. Finalmente el asedio fracasa y los condes de Tolosa
y Foix deben acudir en ayuda de Trencavel para permitirle una rendición honorable y
huir a Aragón.
Castillo de Quéribus.
En 1242 Raimundo VII de Tolosa con el apoyo de Trencavel, Almaric vizconde de
Narbona y el conde de Foix se apropia de Rasez y a continuación del Minervois y Albi
antes de entrar en Narbona. Los franceses resisten en Carcasona y Béziers, y las
llamadas de Raimundo VII al alzamiento occitano y sus peticiones de ayuda a los
duques de Bretaña, condes de Provenza y al rey de Aragón son desoídas. Luis IX se
pone en marcha hacia el Languedoc a la cabeza de sus ejércitos obligando una vez
más al conde tolosano a capitular. En enero de1243 Raimundo VII hace acto de
sumisión a Luis IX y es imitado por el conde de Foix y el vizconde de Narbona.
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Pese a la derrota de los señores feudales, la herejía cátara siguió presente en el
Mediodía. Para terminar de extirparla la Iglesia crea la Inquisición, que en un principio
se centrará en reprimir a cátaros y valdenses. Su presencia es motivo de distintos
alzamientos populares y de que los cátaros se retiren paulatinamente a fortalezas
apartadas con la esperanza de sobrevivir alejados de las fuentes militares del
conflicto. La caída de estos castillos y fortalezas, como la de Montsegur en 1244 y la
de Quéribus en 1255, causará las últimas matanzas de la guerra y el fin del catarismo.
La Inquisición seguirá actuando en la zona en los siguientes tres cuartos de siglo,
pero con casos individuales, hasta que se da por extinguido.
[editar]Consecuencias
La primera y más evidente consecuencia de la cruzada tuvo lugar en el plano
religioso. El movimiento cátaro, aún sin dejar de ser minoritario y pese haber sido
perseguido en otras partes de Europa, había alcanzado a lo largo el siglo XII una
influencia creciente en la avanzada y tolerante sociedad del Languedoc,
incrementando su número de fieles, particularmente, entre los miembros de la
nobleza. Como consecuencia de la guerra y la represión posterior el movimiento fue
desorganizado y entró en decadencia; aunque logró sobrevivir en áreas periféricas del
reino de Aragón y de Bosnia, su influencia acabó desapareciendo de Europa
Occidental hacia principios del siglo XIV(definitivamente con la conquista turca
de Bosnia). La Iglesia Romana consolidó así su posición hegemónica antes de que la
amenaza herética se extendiera a toda la sociedad languedociana o a otros territorios.
Además en el curso del conflicto nacieron dos instrumentos que le serían
fundamentales en los siglos siguientes: la Inquisición y la Orden de los Hermanos
Predicadores.
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Galería de los ilustres del Capitolio de Toulouse, algunos frescos representan
escenas de la Cruzada.
En el plano político hubo dos: el fin de la expansión aragonesa al norte de
los Pirineos y la desaparición del Condado de Tolosa.
Los aragoneses sufrieron una doble derrota, militar en la Batalla de Muret, y
estratégica con la desaparición de territorios que les rendían vasallaje. Hasta aquel
momento Tolosa, Carcasona, Foix, Provenza o Comminges habían sido teóricos
vasallos del rey de Francia pero llevaban décadas actuando con independencia de la
Isla de Francia, y en 1213 se habían declarado súbditos aragoneses. Tras la cruzada
albigense casi todos estos territorios volvieron a la órbita francesa, quedando solo
como posesiones de la corona aragonesa elseñorío de Montpellier (hasta 1349) y los
condados del Rosellón y la Cerdaña hasta 1659. Este retroceso en su expansión
hacia el norte, unido a la limitación en sus avances hacia el sur (Sentencia Arbitral de
Torrellas y Tratado de Elche) sería una de las causas de que la monarquía aragonesa
se volcase en su expansión por el Mediterráneo en los siglos siguientes.
Por su lado la disolución del Condado de Tolosa y la integración de sus territorios en
la Corona francesa fue especialmente trascendental por el momento en que se
produjo. Dado el grado de autonomía, la riqueza comercial de los territorios
controlados por los Saint-Gilles y su creciente peso estratégico al sumar otros señores
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feudales que le rendían pleitesía, no es descabellado suponer que el condado de
Tolosa habría seguido ganando independencia con los años actuando como entidad
independiente al estilo, por ejemplo, del Ducado de Bretaña. En su lugar, su inclusión
dio acceso a Francia al Mediterráneo (lo que sería aprovechado por el propio san Luis
IX para partir a las cruzadas desde Aigues-Mortes) y asentó su autoridad sobre unos
territorios en los que apoyarse en la posterior Guerra de los Cien Años (cabe recordar
que el Mediodía limita con Aquitania).
En el plano cultural la inclusión tuvo como efecto una progresiva disglosia del idioma
francés sobre el occitano. A partir de la Revolución francesa y el Primer Imperio las
sucesivas leyes no hicieron sino fomentar esta inferioridad para potenciar el francés
(dado que las lenguas periféricas eran percibidas como amenazas a la unidad
nacional), lo que pondría el occitano incluso en peligro de desaparición hasta su
renacimiento a finales del siglo XIX gracias a autores como Frédéric Mistral y
movimientos como el Félibrige. Esta consecuencia es significativa por cuanto el
occitano venía de vivir su edad de oro como lengua de los trovadores, y en el
momento de la caída en desgracia del Condado de Tolosa la corte de esta ciudad era
considerada como una de las más importantes de Europa en el plano cultural.
A mediados del siglo XX diversos investigadores e historiadores recuperaron la
memoria de la cruzada albigense como reivindicación del patrimonio histórico-cultural
de la región cultural francesa de Occitania, siendo el concepto del catarismo
explotado actualmente con fines comerciales turísticos principalmente, como la marca
«Pays Cathare» (País Cátaro) con que se promociona el departamento del Aude8 o
los denominados castillos cátaros.
La Iglesia inició las Cruzadas,
¿qué fueron las Cruzadas?
Las cruzadas fueron una serie de campañas militares comúnmente sostenidas por
motivos religiosos llevadas a cabo por gran parte de la Europa latina cristiana, en
particular, de los francos de Francia y el Sacro Imperio Romano. Las cruzadas, con el
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objetivo específico para restablecer el control cristiano de Tierra Santa, se libraron
durante un período de casi 200 años, entre 1095 y 1291. Otras campañas en España y
en Europa oriental continuaron hasta el siglo XV. Las cruzadas fueron sostenidas
principalmente contra los musulmanes, aunque también varias campañas se hicieron
contra los eslavos paganos, judíos, los cristianos ortodoxos griegos y rusos, los
mongoles, los cátaros, husitas, valdenses, prusianos, y principalmente a los
enemigos políticos de los papas. Los cruzados tomaron votos y se les concedió la
penitencia por los pecados del pasado, a menudo llamada como indulgencia.
El origen de las Cruzadas
La I Cruzada fue predicada por el Papa Urbano II en el Concilio de Clermont (1095),
tras la conquista de Jerusalén por los turcos seljúcidas (1076) y las peticiones de
ayuda del emperador bizantino Alejo I Comneno. Aparte de la recuperación de los
Santos Lugares, con su clara connotación religiosa, los Papas vieron las Cruzadas
como un instrumento de ensamblaje espiritual que superase las tensiones entre Roma
y Constantinopla, que además elevaría su prestigio en la lucha contra los emperadores
germanos, afianzando su poder sobre los poderes laicos. También como un medio de
desviar la guerra endémica entre los señores cristianos hacia una causa justa que
pudiera ser común a todos ellos, la lucha contra el infiel.
Durante las Cruzadas murieron más de 22.000.000 de personas ¿Y por qué? Por
ambición
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Ilustraciones
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La Iglesia alentó a los reyes para colozinar América
En un principio por supuesto que la Iglesia cometió atrocidades, pues veía a los
indígenas como enemigos de la fe.
Tuvo un papel absolutamente intolerante, es cierto, pero también tenemos que tener
en cuenta la mentalidad de aquella época, el fanatismo católico en el que se vivía en
España en el siglo XV.
Tan sólo tienes que mirar el apodo o sobrenombre con el que se conoció a éstos
monarcas, patrocinadores de la empresa descubridora: Los Reyes Católicos.
Concretamente fue el Papa Alejandro VI quien concedió a Fernando de Aragón el
título de Rey Católico (A Aragón, reino católico más fanático que Castilla, al contrario
de lo que nos han hecho creer) por haber dado antes dicho Papa el título de Rey
Cristianísimo al rey de Francia.
El papa les daba permiso ; a los reyes para conquistar y matar a los residentes de el
nuevo continente; y le firmaba derechos de propiedad, a cambio de que le entregaran
parte de las ganancias e impongan en las nuevas tierras la fe católica. Simplemente
asqueroso.
Se estima que durante este proceso murieron alrededor de 9.000.000 de indígenas en
Norteamérica.
El investigador estadounidense H. F. Dobyns ha calculado que un 95% de la población
total de América murió en los primeros 130 años después de la llegada de Colón. Por
su parte, Cook y Borak, de la Universidad de Berkeley, establecieron luego de décadas
de investigación, que la población en México disminuyó de 25,2 millones en 1518 a
700 mil personas en 1623, menos del 3% de la población original. En 1492 España y
Portugal juntas no superaban los 10 millones de personas.
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