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Cruzadas interiores
FUENTE: www.lavanguardia.es
Cruzadas interiores
Xavier Bru de Sala (LA VANGUARDIA, 25/03/05)
Cuenta Saramago en su Historia del cerco de Lisboa cómo, en la falsa verdad de la ficción, los
cruzados de media Europa, que se aprovisionan en el estuario del Tajo camino de Jerusalén, niegan su
ayuda a los portugueses en la empresa de conquistar Lisboa a los moros. Los cruzados están de paso,
la caída de la ciudad es punto menos que imposible sin ellos, el rey Alfonso Henriques no se ha
mostrado todo lo generoso que cabría esperar con el futuro botín, además de alardear sobre
intervenciones del favor divino en anteriores gestas. La negativa de los cruzados es cruel, ya que se
fundamenta en la portentosa ayuda de Dios, que no quisieran desmerecer, para dejar plantado al
portugués. Curiosa y explosiva mezcla de avidez y divinidad.
Esto sucedía, o más bien no sucedía, porque en realidad los cruzados sí ayudaron al cerco, en los
albores del pasado milenio. No debemos haber avanzado tanto como creemos los del nuestro, o más
bien retrocedemos después de haber avanzado, o si lo ven al revés todo lo contrario, porque Dios
vuelve a andar mezclado en asuntos que sólo Él sabe si le incumben, más allá de lo convenido en las
sociedades laicas y democráticas. De menor a mayor, no es baladí interpretar las destituciones en el
Marañón de Madrid como parte, avanzadilla en este caso, de la misma cruzada que pretende
mantener con vida a la desgraciada Terri Schiavo, que lleva quince años en coma, sin otra asistencia
imprescindible, según se informa, que el tubo alimentario ahora retirado con gran indignación
conservadora. Es conocido que una sedación suficiente para paliar el dolor en enfermos terminales
suele acelerar el desenlace, a pocas dificultades respiratorias que tenga. En general, unas horas
menos de vida a cambio de ahorrar el calvario final. De ahí que resulte punto menos que imposible
determinar a ética cierta si las sedaciones administradas en el hospital público son abusivas o bien se
quedan cortas. Así lo ha visto la señora Aguirre, presidenta de la comunidad, y como no se puede
determinar que no las ha habido abusivas, pues de patitas a la calle los que no pueden probar su
inocencia.
No es nada descabellado entrever a Dios, usado aquí con fines ultraliberales a fin de colapsar la
medicina hospitalaria pública española, por cierto una de las mejores del mundo, muy probable que la
primera en la relación coste y calidad del servicio ofrecido. A menos sedaciones, amás medios para
alargar inútilmente la agonía, más sufrimiento para los enfermos terminales y menos viabilidad
económica del sistema. Al paso que van algunos, entre ellos la mayoría de estadounidenses según los
sondeos, las formas ascendentes de religión pronto van a estar reñidas con la ética, si no lo están,
empezando por la piedad. Esta Península sigue siendo propicio campo de pruebas de la más temible
reacción. De Portugal a Catalunya, somos vulnerables a la desestabilización emocional, a la lucha
enconada de valores extremos en sustitución de los términos ponderados. Lo del Marañón es un
escándalo mayúsculo y ha pasado casi desapercibido, hasta el momento, lo muy turbio de su
trasfondo.
Quienes no quieran verse atrapados por la cruzada neoconservadora al final de su vida,
interésense por el testamento vital. Cuanto más jóvenes, con mayor motivo. A poco que prospere la
cruzada, más sufriremos al final, más largas serán nuestras últimas horas y, como el dinero gastado
en alargarlas saldrá del propio sistema sanitario, de menos calidad terapéutica gozaremos en el resto
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de situaciones en las que acudamos a los centros sanitarios públicos. Saber en qué puede esta
cruzada beneficiar a Dios es tan complicado que mejor es calcular la tajada que ganar por las
empresas de la medicina privada.
Y no crean los creyentes que el testamento vital está reñido con el más allá. El testamento vital
no es exclusivo de ateos y agnósticos. Al contrario, entre los varios modelos y cláusulas a los que se
puede acudir, y hasta combinar para hacerse uno a la carta, figura la petición de asistencia religiosa
especificando el rito de cada cual. Incluso puede uno, si quiere y tiene con qué pagarlo o quien se lo
pague, disponer que le mantengan intubado y asistido en todas sus funciones vitales, conectado a
cuantas más máquinas mejor y que no le seden bajo ningún concepto.
Pocas semanas atrás publiqué aquí un artículo a favor del catolicismo tranquilo, contrapuesto a
ciertas formas de religiosidad agresiva, que suscitó réplicas de signo contrario en más de una carta al
director. Las agradezco todas y reitero que es materia delicada en la que se puede ofender aun
cuidando y repasando el lenguaje, pero a mi indignado defensor del ateísmo responderé que, si tanto
pretende defender esta opción, se informe de los estudios estadísticos que pronostican menos años de
vida a los no religiosos. En general, reitero que soy un defensor del estatu quo actual entre religiones
y entre ellas y la sociedad. A peor, parece que vamos a ir.
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