Quijotada del quijote La altruista

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Quijotadas
I Concurso de nanocuentos
La altruista
María José Viz Blanco
Salió de casa resuelta a ayudar al mundo, aunque éste no quisiera. Todos los que
llevaban bolsas, de pronto, veían cómo
una joven les arrebataba las mismas, balbuciendo: “deje, yo le ayudo”.
Ha vuelto a casa llena de moratones
y magullada. —¡Qué desagradecidos! —
masculla, mientras se cura.
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Quijotada del quijote
Néstor Quadri
Resucitó el noble caballero de triste
figura a caballo de Rocinante para defender los derechos humanos, y los molinos
de viento perseguidos por la lanza del hidalgo son ahora los dictadores, policías y
militares torturadores, políticos, funcionarios y jueces corruptos, terroristas, secuestradores, narcotraficantes y traficantes de armas.
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Quijotadas
I Concurso de nanocuentos
La causa
Alejandra Lozano Sepúlveda
Éxodo voluntario
María Zenaida Santana Medina
“Siempre estaré presto para combatir
a la fementida canalla que destruye nuestra Tierra, como ayer defendí a los elefantes de cazadores furtivos”, dice don Quijote levantando clamoroso aplauso en el
recinto de la ONU. Luego, todos desfilan
cabizbajos frente al pellejo agujereado de
Rocinante expuesto en una vitrina.
El caballero de noble figura partió de
su país sin mochila ni documentación.
Únicamente necesitó tres vacunas y muchas dosis de esperanza. En su camarote
repasaba de memoria las bondades de
su destino: la ínsula que necesitaba de su
cooperación; los niños, sus madres, y entregarles su vida.
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Quijotadas
I Concurso de nanocuentos
Seré escritor
Guillermo Sánchez Rodríguez
Cruel Realidad
Cristian Madorran Ibáñez
Cincuenta palabras para demostrar
que soy capaz de escribir algo que merezca la pena. Pienso, pero las musas no
vienen. Nadie me cree capaz, sonríen
burlonamente. Maldita sea, ya sólo tengo
dieciséis. Lo conseguiré, lo sé, y tendrán
que admitirlo. Nada, me desespero. Sólo
queda una palabra: ¡Escribe!
Allí estaba yo, tratando de socorrer al
herido de la soledad, del desamparo, cabizbajo por cual difícil es el futuro para algunos; paradojas de la vida, otros sonríen
de placer.
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Quijotadas
I Concurso de nanocuentos
Enanos y tenedores
Cristina Núñez Mateo
Despertóse de su siesta un renombrado caballero y, allá donde todos veían
cactus colmados de espinas, él avistó enanos empuñando tenedores para embestirle. Creyéndose protegido por espada y
armadura, atravesó el ejército de enanos
defendiendo su tierra. Y donde todos le
veían podar, él veía rodar cabezas.
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Ataduras quebrantadas
Felipe Guillermo Navarrete
Anderson
Cogió a su hijo entre sus brazos y dejó
el hogar, estaba cansada de los golpes
y malos tratos. La esperaba un mundo
dantesco, espeluznante, atiborrado de gigantes y temores, pero caminaba segura,
ostentando la hidalguía del Quijote, no
tenía miedo, había derribado a su molino
de viento.
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Quijotadas
I Concurso de nanocuentos
Del mucho posar
Miguel Timón Cañadas
Trabajaba disfrazado de Quijote en
la Puerta del Sol. Sacó su lanza, corrió y
ensartó a un carterista que huyendo se le
cruzó. Aplaudieron sin saber que su verdadera intención era la de matar a otro artista vestido de faquir que había confundido con el sabio Frestón.
Anacronía
María Encarna Pérez Abellán
En esto, Clavileño tomó tierra. Descabalgaron don Quijote y Sancho, viéndose
arrastrados por una muchedumbre: “Paréceme, Sancho, que hemos llegado a la
dulce y peregrina Ática, a juzgar por las
columnas que allí se levantan”.
[…]
Don Quijote abrazaba convencido
al otro caballero tras escuchar “I have a
dream”.
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Quijotadas
I Concurso de nanocuentos
Para que el mundo abra
los ojos
Miguel Garrido de Vega
El humo me ciega, me hace toser, llorar. Balas. Bombas. Gritos. Me obligo a levantarme. A mi espalda, solo restos, cascotes. Huesos de lo que un día fue un país.
Corro hacia ellos y saco la cámara; alguien
tiene que hacerlo, me digo.
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Solo una vida
Lídice Leiva Torres
Una sola vida es necesaria para enderezar los entuertos, que corroen las bases
de la sociedad. Es tiempo de luchar cuerpo a cuerpo para derrotar los gigantes que
amenazan con sepultar las ideas de libertad.
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Quijotadas
I Concurso de nanocuentos
Batalla
Katia G. Resendi de León
Indumentaria
Edweine Loureiro da Silva
¡Muero, sangro!, pero he vencido al
bellaco enemigo del reino vecino. Sus leyes injustas terminan hoy. Mientras, la
punta aguzada de Camila, mi espada, se
entierra un poco en su mentón. “¡Declara
villano que has sido vencido, que ahora
reina la paz, te concedo el perdón!”.
Manolo Jareño, General jubilado, rompió, gozoso, el uniforme que usó durante
cuarenta años. Después, lúgubre, tomó la
pistola y apuntó contra la propia cabeza.
Miróse, entonces, en el espejo… y tuvo un
paroxismo de risa.
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Todavía estaba usando el sujetador de
su esposa…
Quijotadas
I Concurso de nanocuentos
Juegos de gigantes
Amaya Erviti Tolosa
Al vino, vino
Jorge Gómez Campo
¡Ora ríe, ora llora! Se carcajeó el gigante convirtiendo sus extremidades en aspas
de molino. Mientras, Don Quijote, extasiado, se derrumbó sobre Sancho. —Amigo
escudero, tan imposible me resulta luchar
contra gigantes como contra incrédulos.
Será mejor una retirada, en vista de la no
ganancia en ambas batallas.
Me llamo Alonso, y soy pariente lejano del mismísimo Don Quijote de la Mancha. Aquí me tiene pues vuestra merced
dispuesto a impedir la aberración que está
a punto de cometer aun a riesgo de salir
malparado. ¡Suelte ahora mismo esa botella de gaseosa!
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