“Cómo aprender a ser más felices jugando” Ávila, 8 de julio 2011 En Ávila, se ha impartido durante la semana el curso “Inteligencia Emocional y Emociones Inteligentes”. Ha contado con numerosos ponentes, que han realizado tanto sesiones teóricas como prácticas. La última clase práctica del curso, resultó tan divertida como didáctica para los participantes. La sesión, que se realizó en el césped que rodea la sede del Centro Asociado de la UNED en Ávila, formaba parte de la ponencia “Desarrollo de la positividad emocional”. Los estudiantes fueron coordinados por los profesores y ponentes del curso Miguel Ángel Pérez, Jordi Fernández Castro, Francisco Martínez Sánchez, Mariano Chóliz Montañés y el propio Director del Curso: Enrique García FernándezAbascal. Mediante juegos, los asistentes aprendieron a pensar de forma más positiva y a colaborar entre ellos. ¿Qué hacen cinco filas de estudiantes, colocados sobre líneas hechas con papel higiénico? aprender a colaborar unos con otros para conseguir un objetivo común. Los alumnos se colocaron de forma aleatoria sobre las líneas, debiendo realizar distintos ejercicios posteriormente, como ordenarse por altura o moverse hacia el lado en el que se situase el profesor. Estos movimientos exigían a los alumnos una estrecha colaboración, para cambiar de sitio sin salirse de la línea ni perder el equilibrio. Enrique García Fernández-Abascal, se ocupó en todo momento de la coordinación de los ejercicios, dando las explicaciones necesarias para que todo saliese bien y los alumnos aprendiesen lo máximo posible. Cualquier ejercicio de la sesión tenía un alto contenido didáctico, aplicable a todos los aspectos de la vida cotidiana. Otro ejercicio consistió en formar grupos de estudiantes que se sentaron en el suelo para pensar y responder por escrito a varias preguntas formuladas por el director del curso. Debían posicionarse en situaciones concretas del día a día desde dos puntos de vista: de la forma más positiva posible y buscando la visión más negativa sobre la situación. Tras contestar a todas las preguntas, los alumnos realizaron una puesta en común. Los profesores escogieron para cada pregunta, de entre todas las contestaciones de los alumnos, la postura más positiva y la más negativa. Como ejemplo del ejercicio, se planteaba la pregunta “¿qué tiene de positivo o de negativo que suene el despertador un lunes por la mañana?” Siendo positivos, podemos pensar que tenemos un nuevo día por delante para disfrutar de la vida. La perspectiva cambia desde un punto de vista negativo: unos pensaron que no podían quedarse en la cama cinco minutos más, otros que iba a ser un día negro, ya que el bebé de los vecinos nos les había dejado dormir. Los más pesimistas pensaron que aun tienen cinco días de trabajo antes de que llegara el fin de semana. ¿Conclusiones? Pensando positivamente, cansados o no, podemos levantarnos con el objetivo de disfrutar del día. Si somos negativos, podemos amargarnos cinco minutos (los que no nos quedamos en la cama), el día completo (por no haber descansado a causa del bebé) o incluso toda la semana (hasta que llegue el fin de semana) La forma en que pensemos acerca de una situación cotidiana puede, por tanto, hacernos disfrutar de la vida o vivirla como si cargásemos con ella sobre nuestras espaldas. Los ejercicios formando corros entre los estudiantes han sido fundamentales en el curso. En el siguiente ejercicio, los participantes debían girar unidos, hasta que el profesor decía un número. Los participantes debían entonces separarse del corro general y formar un grupo con un número de miembros igual al número que había nombrado el profesor. Con este ejercicio, los estudiantes se veían obligados, por tanto, a elegir con qué personas formaban un nuevo corro. Si la elección era buena, se formaba un grupo con el número de estudiantes correcto, en caso contrario el grupo formado no tenía el número de miembros correcto. De esta forma, los participantes aprendían a elegir inteligentemente. Hablando sobre la totalidad del curso con su director, Enrique García FernándezAbascal, nos explicaba que las ponencias y las sesiones prácticas intentan hacer pensar de forma práctica para desarrollar la Inteligencia Emocional de los participantes. “Un objetivo fundamental es que el cerebro segregue dopamina, sustancia que nos hace felices. Las formas que tenemos de conseguirlo son pensar de forma positiva, hacer ejercicio o recordar momentos gratos para nosotros” señalaba Enrique García. “Inteligencia Emocional y Emociones Inteligentes” ha perseguido en Ávila conseguir que los estudiantes sean más felices cambiando la forma de ver las cosas. Mauro Vico Curso “Inteligencia Emocional y Emociones Inteligentes” Centro Asociado de la UNED en Ávila