¥ ^ ^ TIEMPO I 1 PROBABLE Las últimas noticias que se reciben de toda España predicen buen tiempo. DIARIO Año VII.—Núm. 1.841 :: Precio: 10 céníjmos el ejeiTiplar. IMPRESIONES DE VIAJE a oDra aesmesuraaa de rancia en Marruecos He oído en España muchas ve- sablanca tampoco tuvimos la suerces cantar las maravillas realizadas te de ver tráfico de importancia, por los franceses en su zona de y el campo aparentemente no esMarruecos, y he oído a los espa- taba más poblado que el de nuesñoles que sestean en la zona nues- tra zona. Las carreteras sí eran tra elevar al más alto grado hiper- muy buenas y estaban dotadas adbólico esas maravillas. Cuando di- mirablemente de indicaciones, puesje en Tetuán que pensaba visitar tos de auxilio y depósitos de gala zona francesa, todos me aconse- solina para los automóviles. Pero jaban: " N o vaya usted; se le va no se correspondía aquella supera caer el alma a los pies; se va a abundancia de precauciones con la desanimar por completo cuando modestia ambiente. ¿Habremos vecompare aquello con lo que nos- nido a dar con la parte menos desotros hemos hecho." Estas reco- arrollada de la zona francesa?, iba mendaciones, naturalmente, acaba- yo pensando. Sin embargo, lleváron por decidirme a hacer la visi- bamos ya recorridos por la zona ta. Y entré en la zona francesa. cerca de trescientos kilómetros, y La entrada en la zona france- justamente a lo largo del sector en » de Marruecos tiene sus dificul- que se había procurado concentrar tades. Nuestra zona es un desván el principal comercio. abierto de par en par y totalmente Al regreso a Rabat, nuestro exdescuidado. La zona francesa es, celente cónsul, Sr. Trevijano, había por el contrario, una finca guarda- preparado una entrevista con el mida con todo esmero. Los franceses nistro de Francia, M. Urbain ban hecho en Marruecos, ante to- Blanc. M. Blanc es el ideólogo de do, un verdadero alarde de humo- la obra francesa en Marniecos; ha rismo intejpretando tratados inter- estado junto al mariscal Lyautey nacionales, y, a pocos kilómetros durante todo el período de desde Alcazarquivir, por ejemplo, nos arrollo del Protectorado, y, desde lan plantado una aduana donde, que el mariscal está enfermo, es la a la par que se examina la docu- personalidad de mayor relieve en ¡nentación de los viajeros, se evi- la zona. Tiene, además, la simpála que entren las mercancías in- tica y extraordinaria característica lonvenientes de la zona española. de ser un entusiasta sincero de EsComo nosotros no llevábamos mer- paña. cancías y nos acompañaba el cónM. Blanc nos recibió en un pasul de Alcazarquivir, nos dejaron bellón de campaña, rodeado de entrar sin formalidades. papeles, de libros y de mapas, y En la carretera no hallamos trá- nos explicó con vivacidad penefico alguno en los cien kilómetros trante y encantadora la labor que que hay próximamente hasta Ke- Francia venía haciendo en su z^na aitra, ni vimos nada que nos die- marroquí. Nos habló también de ra la sensación de no estar en nues- la crisis que atravesaban y la atritra zona, como no fuera el derro- buyó a la crisis universal y a las che de vigilancia. Esa sí, es muy condiciones irregulares en que se Estrecha. Camino de Kenitra nos desenvolvía la economía de Maparó el automóvil, con unos modos rruecos. Como no me parecía la que no fueron precisamente de la explicación muy clara, le hablé de más pura cortesía, un ciclista que la situación de Casablanca, y resno pudimos averiguar si era inspec- pondió que, efectivamente, allí hator de aduanas o agente de Poli- bía un problema local que tenía cía; y antes de llegar a Rabat su origen en la especulación que '—era ya muy de noche-—nos vol- se había hecho con las solares en vió a parar un grupo de soldados los primeros años de la postguerra, f examinó detenidamente nuestro creyendo que aquel frenesí de neíspecto con una linterna. gocios iba a ser cosa duradera; L,a primera impresión que me pero se había hecho todo con beprodujo la zona francesa fué la de neficios de la guerra, y no se había que los moros, lejos de ser, como perdido dinero del Estado sino caen nuestra zona, los amos, estaban pitales particulares. Con todos los fuertemente sujetos; y que aquella respetos para M. Blanc, estas paregión, a pesar de su fama de ri- labras suyas me parecieron demaca, no asombraba por su actividad, siado optimistas, y no pude menos ni mucho menos. Se me advirtió de pensar en el efecto que les huque toda la zona atravesaba ima bieran hecho a los ex capitalistas aguda crisis porque había termi- de Casablanca. nado el período de realización del " ¿ Y usted cree que todo este plan de obras públicas, y los fran- magnífico equipo administrativo y ceses no sabían qué hacer de los comercial de que han dotado usteobreros indígenas que quedaban sin des a su zona será aprovechado en trabajo. relativamente breve plazo por la En Rabat vimos una ciudad de actividad económica del país?", proporciones muy extensas y al pa- volví a preguntar al ministro de recer inadecuadas a sus medios de Francia. "Ese es el problema", vida y a las necesidades de su po- respondió. "Nosotros hemos puesblación. Los franceses la han arre- to los cauces para el desenvolviglado muy bien y la han puesto miento y estamos haciendo cuanto muy bonita, y hasta han enseña- podemos por fomentarlo." Y mondo a los moros a usar gafas ver- sieur Blanc explicó la faena interedes para el sol y a montaj en bi- santísima que están llevando a cacicleta; pero la han llenado más bo para educar agrícolamente al de funcionarios civiles y militares moro, y el avance en la explotaque de órganos de productividad. ción de los fosfatos, de la cuaí esEn Rabat empiezan a asaltar al peran los franceses la salvación de viajero obsei-vador ciertas sospe- la empresa económica que están chas de que los franceses en Ma- desarrollando en Marruecos. Monrruecos han pecado algo de lujo, sieur Blanc no nos dijo, naturalde prodigalidad, de falta de me- mente, que a consecuencia de la dida. excesiva rapidez y liberalidad con Estas sospechas se acentúan en que habían equipado Marruecos, Casablanca, emporio de todas las no sólo se habían perdido muchos previsiones y exponente máximo de capitales? sino que había sido tamtodas las cosas colosales intenta- bién preciso abrumar al indígena das en la obra francesa. En Casa- prematuramente con exagerados blanca han pretendido hacer la impuestos. Una política muy discugran ciudad comercial del occiden- tible, después de todo. te de Marruecos, y han hecho en Al cabo de ver y oír muchas pocos años todo cuanto puede ha- cosas en la zona francesa, saqué cerse con voluntad y fantasía; to- la impresión de que la obra realido menos la ciudad. En Casablan- zada por los franceses en Marrueca se siente uno en plena geome- cos es la obra personal de un homtría. Líneas de calles sin edificar, bre inteligente y audaz—el mariscuadriláteros de terreno vacíos, cal Lyautey—, mas para quien el grúas titanes sin movimiento, enor- dinero no ha tenido el valor que se mes almacenes desalquilados y gi- le suele dar corrientemente en el gantescos hoteles sin un alma. La mundo. El mariscal llevó a cabo previsora civilización ha ido mucho su obra en un tiempo en que Franmás lejos que la modesta realidad. cia, empeñada en Europa en una Casablanca es un magnífico gesto i lucha de vida o muerte, no podía comercial en el desierto. Se ha per- discutirle ni regatearle nada. Basó dido allí una masa ingente de mi- sus cálculos en la perspectiva rosallones franceses en especulaciones da de un período de insólita prossobre solares, y en construcciones peridad que supervaloró transitoy depósitos que no pueden rentar riamente Marruecos. Aquel derrolo que se pensaba. No hay comer- che ha traído la actual crisis y el ciante de importancia en Marrue- actual agobio contributivo del mocos al que no haya hollado peno- ro. Y no sabemos qué influencia samente en su peculio algiyia quie- puede tener en el futuro. bra de Casablanca. Y como resiMe acordé del intento del geduos de aquella gran atracción en neral Berenguer en nuestra zona Sus comienzos paralizada, una nu- occidental. ¿ N o estuvo el general be de pordioseros de todas las ra- sugestionado por la obra de su cozas y de todos los lugares de Áfri- lega Lyautey? Meditando sus amca pone su algarabía de colores en plios avances militares y sus prola heridora blancura de la ciudad. yectos de' obras públicas en gran Por los caminos en tomo a Ca- escala, ¿no se siente uno también j en plena geometría, en plena absI tracción? No he oído hablar mal en Marruecos a una sola persona del general Berenguer. Sin embargo, cuando se ve en una zona aparentemente dominada todos aquellos batallones encaramados en las colmas esperando a que otros elementos emprendan la verdadera pacificación en el llano, y esos elementos no llegan porque España los tiene muy escasos y no podría cuidar bien más que sectores moderados, se sospecha que allí ha debido existir algún error de medida, y tal vez de concepción general de la ocupación. INDEPENDIENTE LOS IMPUNISTAS HAN ENCONTRADO UN RESPONSABLE e quiere destituir y procesar al general Aguilera Nada más peligroso que entusiasmarnos con lo que ha hecho F rancia en Marmecos. Aquello lo ha hecho jugando una nación muy experta en política colonial y con superabundancia de medios. Lo nuestro ha de hacerlo con violencia y esfuerzo una nación inexperta en lides coloniales y de pocos recursos. Luis O L A R I A G A •^í^m El principe de Asturias Desdo hace días vie-ic tircu'ando el rumor de que el príncipe de Asturias ha .sufrido un' considerable quebranto en su salud. Se añade que el estado del príncipe impondrá variaciones en el veraneo de la Real Familia. Recogemos estos rumores a título ds infonnación, y para que, si no tieíien fundamento, como sinceramente deseamos, se acuda a rectificarlos con la debida autoridad. —! a^»^ — LA LETRA DE CAMBIO C o s t u m b r e s que resultan vicios Una de las bases más fií-mes de la seriadad contractual en los usos comerciales ha sido siem.pre la letra de cambio. Tanto el Código de Comercio, que le dedica el título X de su segundo libro, con 88 artículos, como la copiosa jurisprudencia del Tribunal Supremo, han consolidado jurídicamente el carácter ejecutivo de ese documento mercantil, en términos claros, concisos y rotundos. Desde el artícvilo 455 del Código, que dice: "Todas las leti'a.s deberán yatisfacerse el día de su vencimiento, antes de la puesta deü sol, sin término de gracia o cortesía. Si fiiere festivo el día del vencimiento, se pagará la letra en el precod«nte", hasta el 504, que detalla las condiciones del protesto, entre todos los demás que minuciosamonte describen el curso y fases de la leítra de cambio a partir de su emisión y durante su vigencia corriente o protestada, k's prescripciones legales swr terminantes y sencillas. Sin embar-go, desde hace aSg^ín tiempo U'egan a nosotros, cada vez con más frecuencia, noticias de que, por una rciajación de costumbres, dicha rigidez, que sabiamente hubo de establecer el legisOadoT y mantuvieron, satisfechos de sus beneficiosos resultados, la industria y el comercio, empieza a quebrantarse. Efectivamente, por una mal entendida tolerancia bancaria—que en un caso aislado es deplorable, y como hábito representa una gravísima amenaza—va arraigando la costumbre de que alg-unos notirios que reciben efectos protestados por falta de pago los retengan, sin duda por una errónea interpretación de la última parte dal artículo 606 del Código de Comercio, y en atención a recomendaciones amistosas o requerimientos patéticos, para que los librados que aseguran poder arbitrar en seguida los recursos necesarios, recojan las letras y camceSien los protestos. Y sucede a menudo que tales promesas no producen otro resultado que el de demorar el curso del procedimiento notarial, que tan rápido debe ser y lo ha sido hasta hace poco; los librados no encuentran el dinero, y ol protesto ha de reanudar su intemrmpido camino. Esq da origen a ::nportantos riesgos y perjuicios que complican la situación de libradores y librados, pues como transcurre con exceso el plazo prudencial dentro del que debiera comunicarse "A protesto a quienes libraron las letras, suponen éstos que fueron recogidas, y conceden nuevos riesgos a lO'S nrismos cjue se hallan bajo la acción de unos protestes, ¡es r"iran más letras, que luego, claro c^tá, siguen la misma ruta de las antei-iores. Convendría, por tanto, cortar cuanto antes esa malhadada costuanbre de someter los efectos pi-otestados a la acción de... las fuerzas catalíticas en los despachos notariales. Ese trámite dilatorio, tan peregrino y particular, no está admitido por el Código, y es, por lo tanto, extralegal y hasta ilegal, y puede dar ocasión a infinitos disgustos. Vuélvase a la tradicional pureza del instrumento mercantil de cambio por excelencia. GUIA DEL LECTOR Hoy, en el Congreso, continuación del debate sobre responsabilidades civiles. —A las cinco de la tarde, en la Embajada de los PJstadoa Unidos, recepción de la colonia americana. —A las ocho de la noche, en la Casa del I"'ueblo, reunión de las Sociedades de Peones en General y Artístico-Socialista, Madrid, miércoles 4 de julio de 1923 EL GENERAL DON FRANCISCO AGUILERA La carta del general Aguilei-a al Sr. Sánchez de Toca tuvo anoche la virtud, apenas su texto fué conocido, de enardecer a las gentes. Dondequiera jM-ovocü comentarios apasionadísimos y hasta suscitó incidentes do carácter personal. Y es que la mayor parte de los comentaristas y discutidores observaron des-de el primer instante que el acto, poco o mal meditado, del presidente del Supremo de Guerra y Marina había sido aprovechado, con rapidez que delataba malicia, por los que vienen, más o menos solapadan^nte, haciendo la campaña del impunismo desde los escaños, desde la Prensa y desde lugares más recónditos, adonde no alcanzan las miradas de 'la opinión. No había acabado el Sr. Sánchez de Toca de leer el documento, y ya se lanzaba a los vientos la noticia de que el general Aguilera iba a ser destituido, procesado, castigado a confinamiento. Un periódico de la noche atribuyó al conde de Romanones el anuncio explícito de que el general será castigado con seis años do confinamiento, cosa que esperamos ver desmentida por el presidente del Senado, a quien no creemos capaz de anticiparse, en una hora de "abundancia de corazón", a predecir los tallos de la justicia. Todo parece indicar que se quiere proceder contra el general Aguilera con una rapidez y una energía a que no estábamos acostumbrados. Justo es, sin embargo, reconocer que el general ha caído en uno do los numerosos lazos que se le habían tendido con una ingenuidad lamentable. Más, mucho más hubiera podido decir en ese lenguaje hipócrita de los convencionalismos parlamentarios; más, mucho más habría conseguido sabiendo acomodarse a la turbia farsa de nuestro ambiente político. ' f Pero, de todas suertes, el sefior fiscal del Supremo habrá de pensarlo mucho antes de encontrar atentados a la inmunidad parlamentaria en una carta particular, cuyo firmante encarga de los resultados de ella a dos padrinos y escribe debajo de la firma los señas de su domicilio '(jrivado. (Línea que se le olvidó leer al Sr. Sánchez de Toca.) Esta línea, precisamente, opinaban anoche muchas personas que desvirtúa el efecto del membretev en la misma medida que da color al acto del Sr. Sánchez de Toca el ser uno de los más caracterizados adversarios de las responsabilidades. La carta del general Aguilera neral Aguilera al Sr. Sánchez do Toen. Poco después de las tres llegó al Senado el Sr. Sánchez de Toca, y como es natural le abordairon los periodistas y gran número de senadores y diputados. —¿Es cierto—le preguntaron— que va usted a leer en el salón la. carta que le ha dirigido el general Aguilera? •—Desde luego. —¿Se han hecho gestiones pa—Eso no es exacto. —¿Estuvo esta mañana en su domicilio el conde de Romanones? ra que desista ustetl de leerla? •—Sí; y hablamos de este asunto; pero no me dijo que no leyera la cai-ta. Cuando el Sr. Sánchez de Toca hstblaba con los periodistas llegó a la Cámara el Sr. SáUiChez Guerra, quien llameando a aquél se lo llevó al salón de la Biblioteca. Se ignora de qué trataron en esta conferencia; sólo se vio que el señor Sánchez de Tocia le daba la carta, y que la lectura de ésta reflejaba en el rostro del jefe de los consoi-vadores gestos de asombro. Cuando hablaban estos dos personajes, el vicepresidente del senado, Sr. GuUón, fué a llamar al Sr. Sánchez de Toca de parte del conde de Romanones, a cuyo despacho se dirigió aquél. En este momento llegaba a la Cámara el presidente del Consejo, y al ver a los señoi-os Sánchez Guerra y Sánchez de Toca, saludó muy afectuosamente a éste, y, en unión del jefe del partido conservador, penetró en el despacho del oficial mayor, donde conferenciaron breve rato. Todos los personajes de referencia se reunieron con el conde de Romanones en el despacho de la Presidencia, y momentos después salieron para dirigirse al salón de sesiones, llevando en la mano el Sr. Sánchez de Toca la carta del general Aguilera. Alegría de los impunistas Terminado el incidente en el salón de sesiones, provocado por la carta del general Aguilera, se formaron m.uchos corrillos, en los cuales se comentaba con gran viveza lo ocurrido, y entre los distingaiidos como "impunistas" se notaba una gran alegría. Recoixlaban unos la actitud del Gobierno Maura cuando el general Primo de Rivera, siendo capitán general de Madrid, censuró los planes de aquél, respecto a Marruecos, y fué destituido. Decían otros que se trataba de algo más grave: de la inviolabilidad del senador, como tal, por actos realizados en el salón de sesiones, lo cual afecta a la soberanía de las Cortes. Hicieron notar otros que el Sr. Sánchez de Toca, que se cuidó mucho de hacer resaltar el membrete de la carta, y que la leyó íntegramente, hasta el apellido, haciendo constar que estaba imbricada, omitió, sin embargo, la línea-^n la cual el general Aguilera le ponía "S/c, Juan de Mena, 3", lo cual parece dar a entender que el general Aguilera, por inadvertencia, escribió en papel de la presidencia del Consejo Supremo, pero que su intención fué, sin duda, la de que se trataba de una carta particular, y por eso consignó en ella las señas de su domicilio. He aquí el texto de la carta dirigida por el general Aguilera al señor Sánchez de Toca: Hay un membrete que dice: El presidente del Consejo Supremo de Guerra y Marina. "30 de junio de 1923. Excmo. Sr. D. Joaquín Sánchez de Toca. Muy señor mío: En el "Diario de Sesiones del Senado", del jueves 28 de este mes de junio, he leído su discurso, en el que falta a la verdad. En él se dice que el suplicatorio del Sr. Berenguer no se le había mandado a usted, en aquella época presidente del Senado, con arreglo a las costumbres establecidas, y por conducto del ministro de la Guerra, empleando adjetivos muy suyos. Como esta maldad de usted va dirigida contra mi persona, como presidente del Consejo Supremo de Guerra y Marina, maldad muy en armonía con su moral depravada, he de manifestarle que la repetición de este caso u La posible destitución otro análogo me obligará a proceder con usted con el rigor y enerA juicio de algunos senadores, gía que se merecen ios hombres de su calaña. la destitución del general AguileQueda a sus órdenes, Francisco de Aguilera.—Su casa, Juan de ra sería tan rápida que por la noMena, 3 . " Impresiones y comentarios La nota política del día, verdaderamente sensacional y acaso de gran trascendencia para el porvenir, la dio ñiyer la carta que el presidente del Consejo Supremo de Guerra y Marina, general D. Francisco Aguilera, dirigió en las primeras horas de la noche del sábado último al ex presidente del Senado y ex presidente del Consejo de ministros D. Joaquín Sánchez de Toca, en la cual censuraba duramente la actitud de este último por haber agraviado al Consejo Suprem,o de Guerra y Marina al impugnar él dictamen del suplicatorio para procesar al general Berenguer. En la noche del sábado Inmediatamente que al Sr. Sánchez de Toca recibió la carta del general Aguilera—eran las diez menos minutos—, el Sr. Sánchez de Toca llamó por teléfono al pi'esidente del Senado, señor conde de Romanones, que se hallaba en su finca de Miralcampo. PiOr no funcionar bien el teléfono, no pudieron entenderse bien los conferenciantes, y entonces el conde de Romanones, dándose cuenta de que se trataría de algo muy interesante y urgente, comisionó al cura de Meco para que, en su nombre, viniese a Madrid y saludara al Sr. Sánchez de Toca, rogándole que le informase del aludido jsunto. El Sr. Sánchez de Toca recibió a! emisario; pero dada la naturaleza del asunto, se limitó a rogar al sacerdote que entregase al conde una carta en la cual le decía que el asunto, por su extraordinaria gravedad, propasaba a todos los cálculos y previsiones que pudiera hacer el conde, y terminaba rogándole que procurara concederle una rápida entrevista. Contestó el conde de Romanones con otra carta, y en ella le manifestaba que le visitaría en la mañana Jel martes; pero que si «•«timaba, necesa-ria su presencia en Madrid, inmediatamente se trasladaría a la corte.. El Sr. Sánchez de Toca ofrecía en su carta a! conde de Romanones no dar cuenta a nadie de la carta hasta que conociera su contenido el preeidente del Senado. DON JOAQUÍN S/USrCHEZ DE TOCA che ya habría dejado de ser presidente del Consejo Supremo de Guerra. También fué comentadísimio el incidente provocado por el senador y consejero del Supremo de Guerra general Villalba. Este decía luego en los pasillos: "Mi propósito no era otro que di de explicar y aclarar la carta del general Aguilera." Los senadores impunistas, repetimos, no ocultaban su júbilo, y uno de ellos decía, lleno de satisf .acción: -—¡Cuando yo decía que Aguilera no .«cría quien juzgase a Berenguer ! Terminada la parte de la sesión relativa al incidente Aguilera-Sánchez de Toca, el conde de Romanones reunió en su despacho de la Cámara al ministro do Gracia y Justicia, señor conde de López Muñoz; al de la Guerra, general Aizpuru, y al fiscal del Tribunal Supremo de Justicia, Sr. Liado. El presidente del Senado les dio lectura de la carta y entregó éstíi al fiscal del Suprem,o para que comenzara la trttrü'itacíón que dispone la ley. cesar al general Aguilera en muy corto -espacio de días, tan corto, que acaso no llegue a las setenta y dos horas. Se habló también en el Senado de que la jui-isdicdón militar entablaría la competencia. Amigos del general Aguilera decaín a última hora de la tarde que a éste le había producido soiipresa la actitud adoptada por el señor Sánchez de Toca, dando a la cuestión que le había planteado un giro distinto al que estuvo en su intención. El general Aguilera no intentó nunca promover un diálogo más O menos vivo ccn otro senador. Siéndolo también vitalicio como el señor Sánchez de Toca, de haber sido tal su propósito, hubiera acudido al salón de sesiones del Senado. El general Aguilera, seg-ún sus amigos, no se dirigió nunca al senador, sino al "hombi-e", de quien supuso que obtendría respuesta adecuada. La prueba de que ésa era la intención do! gener*xl está en que, al enviar la carta al Sr. Sánchez de Toca, requirió a los generales seBuscando penalidad ñores Villalba y marqués de Cabra—como éstos pueden atestiDespués de esta reunión, a la guar—y>ara que le representasen que se concedió mucha importan- en la cuestión personal que con cia, y que fué comentadí-sima por aquél consideraba entablada. los personajes políticos, se habló de la penalidad en que ha incurriLa situación del do el general Aguilera, del proceGobierno dimiento que ha de seguirse contra él y del resultarlo del mismo. La situación creada al Gobieiv Según alguuios, el general Agui- no con motivo del incidente Aguilelera, al escribir esa carta al sena- ra-Sánchez de Toco, es verdaderador Sr. Sánchez de Toca ha incu- mente delicada y difícil. rrido en la pena de confinamiento Contra la afirmación hecha anoque determina el caso tercero del che por algunos periódicos de que artículo 174 del Código Penal, y hoy sería destituido de la Prei?ique dice así: dencia del Consejo Supremb da "Los que fuera de las sesiones Guerra y Marina el general Aguiinjuriaren o amenazaren a un se- lera, podemos afií-mar, por estar nador o diputado por las opinio- autorizados para ello, que la notines manifestadas o por los votos cia ei3 totalmente inexacta, emitidos en el Senado o en el ConEsto no obsta para que la situar greso." ción sea bastante grave, porque A juicio de los abogados, el ca- ha llegado a decirse que en el caso so será penado con seis años di> de que el general Aguilera sea confinamiento. destituido, o que se le conceda el Hay la impresión da que el Tri- suplicatorio, dimitirán todos los bunal Supremo de Justicia pedirá consejeros del Supremo de Gue el suplicatorio del Senado para pro- rra y Marina. L Ó G I C A CÍERVISTA, POR BAGARÍA "^¿^^^3^" ^J;:. Romanones y Sánchez de Toca A las nueve y media de la mañana regresó ayer a Madrid el conde de Romanones, y minutos antes de las diez llegaba al domicilio del Sr. Sánchez de Toca. Este le leyó la carta, la cual produjo impresiór^ al conde, porque advirtió en seguida la gravedad que entrañaba. Se ha dicho que hizo cuanto pudo para evitar que la carta tuviese trascendencia, y que sus esfuerzos resultaron ineficaces. El Si-. Sánchez de Toca negó después que se le hubiera aconsejado que no leyera la carta. Desde el domicilio del Sr. Sánchez de Toca se dirigió el conde de Romanones al Senado, y desde allí habló por teléfono con el presidente del Consejo, señor marqués de Alhucemas, quien se hallaba despachando con Su Majestad el Rey, y le infoi-mó del contenido de la carta y de la actitud del Sr. Sánchez de Toca. El marqués de Alhucemas, desde Palacio, se trasladó al Senado y celebró una detenida conferencia con el conde de Romanones. Examinaron la cuestión en todos sus aspectos. El conde de Romanones notificó al general Aguilera que en la sesión de ayer iba a ser leída su carta, 'a fin de que pudiera asistir a la sesión. El general Aguilera contestó que no se proponía asistir a la sesión de ayer. Antes de la sesión Desde primera hora de la tarde la animación fué extraordinaria en el Senado. Todos los comentarios recaían en un solo asunto: la carta que había dirigido el ge- CIERVA.—¡Qué ganas de hinchar el peiTo! ¡Qué importancia tiene el escaso nú* mero de nmerfos pn el desastre en «n oaís donde hay tantos vivos!