Fernando Vázquez y las carreras por la banda

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Fernando Vázquez y las carreras por la banda
Si hay una estampa característica que identifica a Fernando Vázquez como entrenador son sus
agitadas carreras por la banda para festejar los goles de su equipo. Los aficionados del
Compostela, Rayo Vallecano, Malllorca, Valladolid y ahora del Celta, son testigos de los
episodios de euforia incontrolada que invaden al de Castrofeito durante esos segundos. ¿Es
malo para un entrenador dejarse llevar por sus emociones hasta tal punto? Si consideramos
aisladamente estos instantes, probablemente no, Ahora bien, si estos momentos son reflejo de
la personalidad del técnico entonces es posible que estemos ante un problema.
Recuerdo una entrevista que hace algún tiempo le realizaron a Benítez, actual técnico del
Liverpool. El periodista le acusaba de ser excesivamente frío y muy poco expresivo cuando su
equipo anotaba un gol, llegando incluso a aprovechar estos instantes para dar indicaciones
tácticas a sus jugadores. Benítez le respondió que su tarea como técnico consistía en tomar
decisiones y que, para hacerlo acertadamente, debía estar lo más calmado posible. Me viene
también a la memoria la reacción de Irureta después de una severa derrota del Depor. Al cabo
de unos minutos bromeaba con los periodistas y sus jugadores evitando el lógico desánimo de
los suyos.
No es casualidad que los entrenadores que han alcanzado los mayores éxitos deportivos en los
últimos años en nuestra Liga respondan a un perfil poco proclive a los estados de exaltación
excesivos después de una derrota o una victoria de sus equipos: Del Bosque en el Real
Madrid, Benítez en el Valencia, Irureta en el Depor o Rijkaard en el Barcelona.
La excesiva agitación de los entrenadores en su tarea diaria suele provocar dos perniciosas
consecuencias: dificultades para tomar decisiones en la competición y el entrenamiento y el
traslado de ese clima de nerviosismo a los jugadores. Algo de eso puede estar pasando en el
Celta. Claro que en este caso, la directiva y los medios de comunicación tienen mucho que ver.
Cambiar la Liga de Campeones por la Segunda División no es un trago fácil de digerir. Es
cierto. Pero no lo es menos que la calma y la tranquilidad suelen generar confianza en quien
trabaja y facilitan alcanzar los objetivos. Si a las primeras de cambio, el entorno del club se deja
llevar por el nerviosismo, el futuro no se antoja muy halagüeño. Habrá que aplicarse en la
tarea.
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