¿Debemos fiarnos solo de nuestra conciencia?

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40 CONOCER Zoom
Excusas
para no
pensar
los lectores preguntan
a eduardo punset
¿Debemos fiarnos
solo de nuestra
conciencia?
E
stoy en un pequeño
pueblo humedecido
por el Atlántico, cerca
de Royan, bien al norte
de Burdeos. La especie más
prolífica y vistosa por aquí son
los pájaros –muchísimos más
que los humanos–, y sus colores
no son chillones, sino matizados;
es como si, al ser privados de
la compañía de los humanos,
su señal para los depredadores
se hubiera dulcificado: ¿para
qué hacían falta colores
más brillantes para alejar a
las bestias carnívoras? La
naturaleza parecía tener razón:
todo gris y pocas estridencias.
La segunda cosa que llamaba
la atención en un paisaje
dibujado por las aves era el
cuantioso número de objetos
diseminados por todos los
rincones: piedrecillas, piedras,
rocas, restos de ramas secas
con las que fabricar nidos,
babosas, gusanillos cubriendo
un paisaje de encinas repletas
de simulacros de pequeñas
bellotas o una plaga de
cochinillas, como las llaman
los jardineros de turno.
Después de pasar horas
distinguiendo si las esperadas
bellotas estaban realmente
aflorando o habían renunciado
a la vida hacía tan solo un par
xlSemanal 3 de agosto de 2014
de semanas atrás, me pasé un
tiempo absorto en un esfuerzo
milimétrico, empeñado en
conseguir que algo así como
un millar de hormigas fueran
eliminadas, apretando el pulgar
o el índice contra el tronco
de una joven encina, dejando
una marca sanguinolenta para
que la vista o el olfato de las
que por ahora estaban a salvo
las asustara para un rato.
La verdad es que los demás
objetos –algunos muy bellos,
como un cántaro abandonado
para siempre al pie de un
árbol– no me importaban nada
comparados con la belleza
afiligranada de mis hormigas.
¡Qué raro que no estemos
pensando más a menudo
cuán escasos somos en
número y hazañas, comparado
con el resto de los 'objetos'
que pululan alrededor!
Debieron transcurrir varios
miles de millones de años
para que algunos de estos
'objetos' se transformaran
en algo que supiera ir en
una dirección determinada; y
no digamos ya que tuvieran
conciencia de lo que hacían o
que pudieran empatizar con
otros. En realidad, solo ahora
empezamos a entender que
el inconsciente fue lo que
surgió primero en el tiempo
evolutivo y que la conciencia
se desarrolló mucho más tarde
en la historia de la evolución.
marina cano
alfonso martínez gato. cáceres
"No todo el
pensamiento
inconsciente es
falso. Ni todo
el esfuerzo
racional,
verdadero.
Depende"
La gente tiende a olvidar que
necesariamente hubo muchos
sistemas inconscientes, útiles y
adaptativos, que guiaron nuestra
manera de comportarnos;
fue el inconsciente, mucho
antes que la aparición de la
conciencia –hace apenas cien
mil años–, lo que nos permitió
sobrevivir y reproducirnos. Los
'objetos' que consideramos
impasibles y lejanos de nuestros
sentimientos fueron, en cambio,
nuestros antecesores.
Es increíble pensar que
apenas hemos empezado
a deslindar el conocimiento
acumulado por el inconsciente
del conocimiento racional
albergado en la parte consciente
de nuestra mente. Hay un
secreto válido para separar uno
de otro sin temor a equivocarse:
no es cierto que el pensamiento
o los sueños albergados en el
inconsciente sean todos falsos,
como tampoco es cierto que el
fruto del esfuerzo racional
–mucho más reciente– sea
siempre verdadero. Depende.
Existen multitud de sueños
inconscientes que nos
han preservado de males
horribles, y la experiencia
nos dice que, cuando los
descubramos, deberíamos
profundizar en muchos sueños
racionales y conocerlos.
Existen animales cuyo
conocimiento es todo, o
prácticamente todo, genético.
Pueden nacer sin conocer a
sus madres porque durante
su vida, su estructura genética
les irá resolviendo todos los
problemas. A nosotros, los
humanos, nos toca reflexionar
constantemente para no
equivocarnos. El conocimiento
inconsciente acumulado será
importantísimo guardarlo como
un tesoro. E igual ocurrirá con
el conocimiento probado. n
Si quiere participar en la sección, envíe sus preguntas a
[email protected] o a XLSemanal. Excusas para no pensar.
Calle Juan Ignacio Luca de Tena, 7. 1.ª. 28027 Madrid.
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