Documento descargado de http://www.elsevier.es el 21/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Rev. Logop., Fon., Audiol., vol. VII, n.º 2 (87-92), 1987 ALGUNAS CUESTIONES SOBRE LA PSICOPEDAGOGÍA DEL LENGUAJE ORAL* Por M.ª José del Río Profesora de la Facultad de Psicología. Universidad de Barcelona EL PORQUÉ DE UN INTERÉS RENOVADO POR EL LENGUAJE ORAL DEL AULA interés actual por renovar la enseñanza del lenguaje oral en el aula deriva, básicamente, de dos hechos principales: por un lado, el impulso enorme que han experimentado los estudios sobre adquisición de lenguaje en el niño ha dado como resultado un mejor conocimiento de las etapas y secuencias de su desarrollo y también de las variables que entran en juego para facilitarlo. En la medida en que cada vez se conoce mejor cuáles son las circunstancias que ayudan al niño a hacer realidad lo que, inicialmente era sólo una capacidad potencial —esto es expresarse mediante el lenguaje articulado—, es lógico que los educadores se interroguen sobre la posibilidad de aplicar estos conocimientos a la enseñanza explícita del lenguaje oral en el aula. Pero hay una segunda razón que explica este interés. Se trata de la cantidad de estudios experimentales, clínicos y educativos que en los últimos 25 años han ido apareciendo, encaminados a enseñar a hablar o a comunicarse por otros medios, a personas que anteriormente parecían excluidas de tal posibilidad. Son numerosísimas las publicaciones que presentan instrumentos psicopedagógicos para enseñar E L * Ponencia presentada en las II Jornadas Internacionales de Psicología, Educación y Desarrollo Humano. Madrid, junio de 1986. a hablar a niños deficientes, paralíticos cerebrales, autistas o niños con graves retrasos de lenguaje (Musselwhite, 1982). En la medida en que la pedagogía terapéutica, la logopedia, y otras disciplinas afines han ido avanzando en el conocimiento de cómo facilitar el desarrollo del lenguaje a personas con importantes déficit, ha surgido un nuevo saber sobre procesos educativos, instrumentos y técnicas adecuadas para este fin, que permiten plantearse la psicopedagogía de la lengua oral de manera diferente. Sin embargo, no es posible ni traspasar los hallazgos de la psicolingüística del desarrollo directamente al aula, ni tampoco trasponer directamente las estrategias educativas empleadas con poblaciones «especiales» a la educación del niño normal. Estos dos grandes ámbitos mencionados han servido para despertar la curiosidad y el deseo de renovar la manera como el maestro, el educador o el psicólogo enfocan la enseñanza del lenguaje oral en el aula, planteando más interrogantes que soluciones, de momento. EL AULA: ¿CONTEXTO DE INTERACCIÓN LINGÜÍSTICA? Una cosa es cierta, desde estos dos campos a que acabamos de aludir, un concepto que llega con mucha fuerza hasta la psicopedagogía es el de la funcionalidad del lenguaje, su carácter interactivo. Tanto Correspondencia: María-José del Río. Departamento de Psicología Evolutiva. Facultad de Psicología. Universidad de Barcelona. Zona Pedralbes. 08028 Barcelona. 87 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 21/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. ORIGINALES los autores «pragmáticos», como los educadores especiales, tanto los lingüistas postchomskianos que trabajan en lenguaje infantil como los autores conductuales que han elaborado programas específicos de lenguaje (del Río, 1984) todos parecen estar de acuerdo en subrayar, a lo largo de la década de los años 60 y 70, que el lenguaje tiene un componente funcional de vital importancia. El actual relanzamiento de las teorías de Vigotsky ha contribuido también ha reforzar esta idea. No vamos a entrar aquí en las distintas acepciones del concepto de funcionalidad según los diferentes autores. Es suficiente remarcar que bajo esta palabra no siempre se esconden conceptos similares. Pero existe un consenso generalizado, y es el de añadir al estudio del lenguaje infantil un apartado de «usos» o funciones o categorías funcionales, destacando con ello de una u otra manera la importancia de los componentes comunicativos y sociales del lenguaje, así como la importancia del contexto en el estudio del mismo. Llegados a este punto surge el primer problema. ¿Cómo se categoriza en la práctica la funcionalidad del lenguaje? Casi todo educador sabe que en el apartado de fonética se estudian sonidos y fonemas, sabe que las palabras y las frases y sus combinaciones y variaciones son las unidades de análisis de la morfosintaxis y que en el estudio de la semántica se emplean conceptos, categorías lógicas o procesos cognitivos, según las escuelas. Pero, ¿qué se observa o se enseña cuando se desea trabajar las funciones del lenguaje, o el lenguaje desde un punto de vista funcional? Los estudiosos de las funciones del lenguaje están investigando en edades muy tempranas y emplean taxonomías de funciones muy diferentes y no cerradas (Wells y Montgomery, 1985). Además, la poca operatividad de las funciones postuladas hace difícil su replicación por otros estudiosos o su aplicación en campos educativos o clínicos. Por poner un ejemplo, entre nosotros es bastante conocida la obra de Halliday (1975) pero el intento de replicar o aplicar su trabajo tropieza con muchas dificultades, tal como explicar un estudio que se intentó realizar recientemente en Salamanca (Bueno, 1985) justamente por las razones expuestas: entre otras cosas resulta muy 88 difícil comprender en la práctica lo que este autor entiende por cada una de sus funciones. Otros autores, de orientación conductual, relacionan la idea de funcionalidad con la de contexto significativo en el que se crean relaciones funcionales entre contexto y lenguaje (Ribes, 1979). Pero la escuela en parte no es un contexto facilitador de la interacción lingüística, o lo es de manera parcial, con lo cual se plantea el problema central de cómo enseñar lenguaje funcional en un contexto, la escuela actual, de funcionalidad comunicativa altamente restringida. A LA BÚSQUEDA DE UNA NUEVA METODOLOGÍA Por otra parte, el énfasis excesivo en la funcionalidad del lenguaje no puede hacemos olvidar que las características formales de las respuestas verbales no están separas drásticamente de la funcionalidad del mismo. Sólo cuando el niño alcanza el dominio de unas determinadas estructuras formales es capaz de expresar un tipo de contenidos que permiten a su vez acceder a aspectos funcionales concretos. Por ejemplo: hasta que el niño no domina la estructura de la interrogación a nivel formal, lo cual es complicado y requiere habilidades específicas tanto fonológicas como morfosintácticas y semánticas, no puede implicarse en un tipo concreto de interacciones funcionales que consisten en recabar información verbal específica sobre aspectos no inmediatos del entorno, y hacerlo de manera también verbal. Es decir: no puede hacer preguntas desligadas del contexto inmediato. En la escuela tradicional, la enseñanza del lenguaje oral pasaba por la enseñanza explícita y exclusiva de las estructuras formales del lenguaje en un contexto de funcionalidad nula. El problema es que fuera exclusiva. En un intento por abarcar los aspectos funcionales del lenguaje hoy podemos caer en el intento, vano a mi entender, de basar la psicopedagogía del lenguaje oral exclusivamente en aspectos funcionales. Pero éste será siempre y sólo un problema de despacho, por cuanto, en la práctica del aula, la realidad ineludible de que el lenguaje des- Documento descargado de http://www.elsevier.es el 21/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. cansa sobre unas estructuras formales se hace evidente y así surge otro problema a tratar: si la pedagogía del lenguaje oral pasa por integrar aspectos formales y funcionales , ¿cómo puede llevarse a la práctica este principio básico? Admitida esta premisa fundamental, la respuesta a la pregunta hay que buscarla en la metodología de trabajo. Es evidente que lo que se pone en cuestión son los métodos tradicionales precisamente. Porque el contenido hay que mantenerlo, pero añadiendo nuevas funciones y usos comunicativos mediante una metodología nueva. Por tanto, partiendo de la base de que hay que potenciar el aprendizaje de los aspectos formales y funcionales del lenguaje en una manera integrada, no es posible mantener métodos educativos basados exclusivamente en la imitación, la repetición y la memorización de estructuras formales de la lengua. Volviendo los ojos hacia la psicolingüística del desarrollo se encuentran algunas ideas sugerentes. Por ejemplo: se sabe que los padres emplean, de manera natural, una serie de estrategias al hablar con sus hijos, que tienen efectos determinantes sobre la adquisición del lenguaje por parte del niño. Los padres amplían las frases de sus hijos, usan pautas de entonación diferentes, adecuan la longitud de sus enunciados a las de los niños (Rondal, 1984). Estas y otras muchas de las características del lenguaje parenta1 se han estudiado en los últimos años. De manera que es lógico que surjan algunas preguntas: ¿Se pueden aplicar estos conocimientos al aula? ¿Cómo interaccionan verbalmente maestra y niño en la escuela? De momento las investigaciones han llegado a un punto en el que comienzan a vislumbrarse algunas respuestas concretas (Nelson, 1977). Por un lado parece que las maestras de los primeros años de escolarización no emplean pautas interactivas del todo similares a las de las madres (Granowsky y Krossner, 1970) en detrimento de su eficacia comunicativa y educativa. Por otra parte, la experiencia personal nos indica que el traspaso inmediato al aula de estrategias educativas parentales no es posible y ello por razones teóricas claras: las pautas de interacción entre padres e hijos, como cualquier otra interacción, viene mar- cada por las situaciones contextuales y por el tipo de relación que une a los comunicantes. Las diferencias contextuales entre la pareja padres-hijos y maestraniño son suficientes para explicar, en una primera aproximación, las diferencias de interacción lingüística. ¿Pueden los maestros incorporar estas pautas? La respuesta optimista es sí, pero. Sí, siempre y cuando se reúnan unas ciertas condiciones y sí, pero no miméticamente. ¿Cuáles son estas circunstancias y hasta qué punto pueden incorporarse pautas diferentes de interacción verbal entre maestros y niños con la finalidad pedagógica de favorecer el desarrollo del lenguaje en el aula? Se puede contestar desde dos ángulos. Los trabajos de otros autores y algunas experiencias propias, aún incipientes. Respecto a los autores que han trabajado en este campo y que han publicado al respecto, creo que la obra más interesante ambiciosa y completa es la de Joan Tough. No es este el lugar de revisar sus trabajos (Tough, 1975). Simplemente recordaremos que cumplen los requisitos básicos de incorporar la variable «funcionalidad del lenguaje» como dato básico, que trata de aplicar a la escuela sistemas educativos «naturales», es decir, inspirados en las interacciones verbales familiares y que incorpora la conversación como una de ellas. El resto de los trabajos conocidos, son experiencias más puntuales y parciales (Cashdan y Grugeon, 1972). * * * El otro tipo de respuestas, parciales de momento, procede de experiencias realizadas en contacto con profesionales, psicólogos y maestros de escuelas, públicas fundamentalmente, que en nuestro país han mostrado interés de renovar el enfoque que la escuela da a la enseñanza del lenguaje oral. En estos profesionales se encuentra, latente o explícita, la idea de que al trabajar en esta área se está entrando en la prevención del fracaso escolar (Salmurri, 1986). Los diversos trabajos realizados tienen 89 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 21/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. ORIGINALES todos unos puntos en común que se exponen a continuación: - Se realizan directamente por maestros o bien son los psicólogos o pedagogos de equipos multiprofesionales los que actúan de mediadores, llevando total o parcialmente la iniciativa y supervisión del trabajo realizado. - Comportan siempre un periodo de formación previa, sobre temas de desarrollo normal del lenguaje, respuesta escolar a la patología escolar más frecuente y técnicas específicas de enseñanza del lenguaje oral en el aula. - Son experiencias, hasta ahora, de carácter minoritario, en término del número de alumnos a que afecta. Excepto en un caso, en que todos los equipos de una comunidad autónoma (Navarra), realizaron un trabajo intensivo de formación y preparación en este campo, dando lugar a una pluralidad de intervenciones cuyos resultados aún están en fase de elaboración. - Desde un punto de vista conceptual se subraya siempre el valor funcional del lenguaje y se trata por tanto de abrir espacios educativos en los que los maestros hagan posibles en el aula intercambios verbales funcionales. Este punto es importante y conviene decir que, de todas formas, estos espacios educativos revisten formas muy diferentes según los casos, como se verá. - El procedimiento educativo básico consiste en seleccionar primero una taxonomía de funciones verbales que sea adecuada para el nivel de edad y las características de los niños (Tough, 1978; Downes, 1978). A continuación se planifican una serie de «actividades», que no son otra cosa que situaciones educativas en las que se presentan las condiciones necesarias para que el lenguaje intercambiado corresponda a una o varias funciones de entre las seleccionadas. Por ejemplo, si se elige la función de «Predice o anticipa», tal como la ha definido Tough (1978), es posible, si la edad de los niños es la adecuada, proponer como «actividad» colectiva la siguiente: «planificar un viaje de toda la clase fuera de la escuela y exponer este plan verbalmente, en 90 público». El maestro programa, sin que esto sea necesariamente explícito para los alumnos, una serie de objetivos parciales, en términos de intercambios verbales que deben realizar los niños, entre ellos o con otras personas, a fin de realizar cada uno de los pasos de que se compone la «actividad». Se establecen criterios para valorar el nivel de base de la clase con respecto a estos objetivos, criterios que sirven asimismo para su posterior evaluación. - Además, partiendo de la idea inicial de que forma y función no pueden separarse, el maestro también facilitará el uso de unas determinadas estructuras, en general morfosintácticas, a lo largo del desarrollo de la «actividad», y por tanto en un contexto relativamente funcional. Por ejemplo, en el caso expuesto anteriormente es posible que se determine que el «tiempo verbal futuro» y los «nexos de unión temporal», son estructuras formales adecuadas para ser trabajadas a lo largo de esta «actividad». También en este caso el maestro valora, al inicio y al final, el nivel de corrección de uso de dichas estructuras, en el contexto indicado. - Así mismo, se estipulan procedimientos educativos que el maestro pondrá en marcha a fin de, efectivamente, enseñar tanto las funciones como las estructuras formales previstas. Es obvio que la selección de las funciones, la programación de las «actividades», la elección de las estructuras formales y los procedimientos educativos usados, están en cada caso en función de la edad de los niños, de su nivel de desarrollo y de lenguaje, del tipo de población (rural, bilingüe, etc...). Por otra parte los procedimientos educativos no son esencialmente diferentes de los empleados para otras áreas de enseñanza, aunque sí se adaptan a la materia específica que es el lenguaje. Se basan por un lado en los principios generales del aprendizaje y abarcan técnicas diferentes, tales como el análisis de la tarea, el manejo de soportes y contingencias, etcétera. Por otro lado, se incorporan estrategias educativas específicas procedentes del estudio de la interacción lingüística en familias, como dijimos anteriormente, tales como ampliaciones, expansiones, preguntas guía, etcétera. Documento descargado de http://www.elsevier.es el 21/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. CONSIDERACIONES FINALES De todo lo dicho se desprende que la psicopedagogía del lenguaje oral en el aula se dirige fundamentalmente a grupos. Es una enseñanza de grupos, que se beneficiaría del hecho mismo de que la clase sea un colectivo. En sentido estricto no podría ser de otra manera: es difícil concebir la enseñanza del lenguaje funcional en sesiones dirigidas a un solo individuo. Sin embargo cabe decir que también se prevé la atención individual para aquellos niños que presentan dificultades especiales. No se descarta el trabajo individual a fin de superar una dificultad concreta, pero la integración final al grupo es parte del proceso y de los objetivos de este enfoque. Otra característica que también ha quedado implícita, pero que conviene destacar es la sistematización de este tipo de trabajo. Si bien el objetivo final es el de dotar a los niños de una capacidad cada vez mayor de comunicación a través del lenguaje en una pluralidad de situaciones asimilables a otras de la vida cotidiana; esto no implica que, a nivel pedagógico, las situaciones sean desestructuradas o consistan en una mera inmersión en un ambiente lingüísticamente enriquecido. Al contrario, se trata, por parte del educador, de disponer de una metodología pensada y puesta a punto a priori, adecuada a la naturaleza del tema a enseñar y valorable en términos de adquisición por parte del niño de nuevas capacidades específicas de comunicación oral. Estos son los rasgos generales de las experiencias iniciadas. De momento hay que esperar los resultados, a la vez que se van perfeccionando las que se inician nuevas. La valoración de la metodología expuesta parece prematura, pero espero haber proporcionado algunos elementos para reflexionar sobre la enseñanza del lenguaje oral en las escuelas. RESUMEN El interés actual por la enseñanza de la lengua oral plantea problemas teóricos y prácticos. El énfasis en los aspectos funcionales del lenguaje, por ejemplo, pone de relieve la falta de acuerdo sobre las categorías funcionales a usar en la práctica. Por otro lado, los estudios más recientes sobre adquisición de lenguaje proporcionan indicadores sobre estrategias educativas no intencionales en la interacción verbal de padres e hijos, así como datos sobre aspectos contextuales o relativos a la frecuencia del input parental que facilitan el desarrollo del lenguaje en el niño. Pero en el momento de aplicar estos conocimientos a situaciones escolares o clínicas surgen problemas y se evidencian lagunas importantes: ¿Cómo relacionar aspectos formales y funcionales en una nueva psicopedagogía de la lengua oral? ¿Qué unidades de análisis usar para observar o programar la intervención en un enfoque funcional? ¿Es posible aplicar en contexto escolar los procedimientos y estrategias que, en ambiente familiar, favorecen el desarrollo del lenguaje? Este trabajo pretende plantearse estos y otros interrogantes similares en un intento de abrir un camino de interrelación entre la investigación básica y aplicada, al tiempo que se apuntan algunas respuestas a dichos interrogantes. BIBLIOGRAFÍA BUENO AGUILAR J. J. : Funciones del lenguaje en el niño de preescolar y ciclo inicial. Tesina de Licenciatura. Universidad de Salamanca, 1985. CASHDAN A. y GRUGEON E. (eds.): Language in education. Londres, Open University, 1972. 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