Tercera Conferencia: Kerigma, Palabra de Dios y Pastoral Litúrgica I. SOBRE MI EXPERIENCIA DE LA LITURGIA Diácono Jaime Jesús Garza Morales Mi primer grupo apostólico como miembro activo dentro de la Parroquia a la que pertenecía fue, precisamente, el equipo de liturgia. Creo que desde muy pequeño me llamó la atención la Celebración del Memorial de Cristo. Y más me impactó cuando supe que “la Eucaristía es el centro, fuente y culmen de la vida cristiana, hemos de vivirla como discípulos fieles en una participación consciente, activa y fructuosa” (Carta Pastoral, n. 22). ¿Por qué la Eucaristía es el centro, fuente y culmen de toda la vida cristiana?, me preguntaba. Para el pueblo de Israel, la liturgia era el momento donde se expiaban los pecados y se acercaba más a Dios (cf Es 6, 19-22; Ne 9, 1-5). Creo que por eso la liturgia, en especial la Eucaristía, es el centro de toda la vida cristiana. Es cierto, es la cumbre, el final y la corona de toda acción apostólica en la Iglesia, pero también es la fuente, el inicio, pues ella nos da la gracia, al “autor de la Gracia”. Los primeros cristianos, los primeros mártires, eran capaces de entregar su vida precisamente porque su fuerza y amor brotaba de la Eucaristía. Así lo he vivido, sobre todo en mi vida dentro del Seminario durante estos casi 10 años. De la Celebración Eucarística he logrado obtener lo necesario para superar todas las dificultades a las que me he enfrentado. Ahí he logrado escuchar la voz de Dios que me da seguridad, que todo lo aclara y, comiendo su Cuerpo y su Sangre, me ha fortalecido para seguir adelante y salir victorioso. Por otro lado, el Sr. Arzobispo, en su Carta Pastoral menciona que “la liturgia, más que ofrecer una doctrina ya recibida anteriormente, muestra el camino que lleva al encuentro misterioso que ilumina y que salva, que sana y fortalece, que llena de esperanza y nos abraza con la plenitud del amor divino: Jesucristo, nuestro Señor” (n. 19). ¡Es cierto! Toda persona de fe requiere alimentarse con un reencuentro diario con Aquél en quien cree, en quien ha puesto su esperanza. La liturgia es ese lugar de encuentro. Todos sus signos nos llevan a encontrarnos con el Señor Resucitado que nos llama por nuestro nombre. Y es que solamente a la Iglesia reunida en oración se le puede aparecer el Resucitado para que le dé su paz (Jn 20, 19-21). Por eso puedo afirmar que en la liturgia he logrado reencontrarme con quien me ama y quien me ha llamado. Cuando mis fuerzas se acaban o mi fe titubea, cuando la tormenta parecía interminable y no sabía a donde ir, cuando ni en la oración personal encontraba la paz; ahí, en la Celebración Eucarística, con la Iglesia reunida en oración, podía escuchar a Dios desde su Palabra y sentir su abrazo amoroso desde su Cuerpo sacramentado. Y aunque me he centrado en la Eucaristía, la verdad es que todos los sacramentos (la Reconciliación, por ejemplo) se vuelve ese encuentro, pues nos unen los unos con los otros, y las fuerzas de unos ayudan en las debilidades de otros (cf Rm 15,1). Sólo hace falta poner toda la atención en la liturgia y necesariamente habrá un encuentro con el Resucitado. Por último, quisiera tocar la cuestión de los signos litúrgicos. Y es que “la liturgia se vuelve Kerigma cuando quien preside y la asamblea dejan de ser protagonistas y actúan con humildad para ser de servidores del Misterio de Cristo” (Carta Pastoral n. 21), es decir, dejan hablar a los signos, ya que éstos son el lenguaje de Dios. Por ello, debemos estar atentos a lo que ellos nos quieren significar. Elías, en el monte, tuvo que estar sensible al lenguaje de Dios para poder descubrirlo en la suave brisa (1Re 19, 9-13a).y es que esa es la manera en que, generalmente, Dios se comunica a los hombres: discretamente. Los signos en la liturgia son así. Entre más los dejamos ser y menos nos ponemos de protagonistas, más nos adentraremos a sus significantes, adentrándonos en el misterio. Yo lo he experimentado viviendo cada momento de la Celebración Eucarística: sintiendo un verdadero dolor de los pecados en el acto penitencial, reconociendo la unidad de la plegaria de la Iglesia en la Oración Colecta, entregando mi corazón con sus dolores y alegrías en el ofertorio. Es una experiencia de encuentro con Dios. Porque la liturgia “se trata de un encuentro gozoso, una reunión familiar donde los hijos son acogidos por el amor del Padre” (Carta Pastoral n.16). II. EXPERIENCIA TESTIMONIAL DE MI ENCUENTRO CON JESUCRISTO A TRAVES DE LA MISA CON NIÑOS Pbro. Mariano Rincón ¡El Reino de Dios es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo! (Rom 14, 17) Estas palabras no son un slogan, ni un panfleto, son verdad para los que hemos encontrado a Jesús y hemos permitido se haya quedado en nuestra vida. Desde hace mucho tiempo estas palabras han resonado en mi mente y corazón, sobre todo cuando tuve la oportunidad de compartir mi fe, desde mi juventud siendo catequista, después en el seminario y ahora de presbítero en las comunidades en las que he servido. Mi experiencia fuerte en Misa con niños inicio, cuando en una comunidad, mi párroco me permitió encargarme de esta celebración, porque a él, según sus palabras se le dificultaba mucho el compartir con los pequeños la fe. A partir de ahí, comenzamos por hacer vivas estas palabras en los corazones de niños y niñas de esa comunidad. Gracias a Dios, pues es Él quien me ha dado este don, me es sencillo en mi ministerio pastoral comunicarme con los niños, y entonces me di a la tarea de llevar este mensaje a ellos, decirles que la Misa, sacrificio de Cristo, es el Reino de Dios presente y que debemos vivirlo con alegría, paz y gozo. En ese entonces supe de un documento que desde octubre-noviembre de 1973 se promulgó para esta experiencia, el DIRECTORIO DE MISA CON NIÑOS, y lo comencé a estudiar y declaro que es un documento que en parroquia a la que soy enviado doy a conocer, de alguna u otra manera a los talleres de Misa con niños que hacen sinergia conmigo. Manifestar a los niños que el Reino de Dios, se hace presente en la Misa, es cosa sencilla, pues ellos son así: sencillos, transparentes, dóciles, auténticos y fácilmente reciben las cosas de Dios. Este DMCN es un instrumento fascinante que presenta criterios y lineamientos que permiten, tanto acercar a Cristo a los niños, como llevar a los niños a Él. Las aclamaciones, gestos, posturas, y cantos que el documento nos sugiere promover, ayudan a los niños y niñas a vivir la fe, a través de la oración, la alabanza y la adoración a Dios Padre en Jesucristo por la fuerza del Espíritu Santo. El DMCN, para quien lo conoce, sabe que nos da la oportunidad de adaptar varios ritos de la celebración a la experiencia y edad de los niños, para que ellos vivan más y mejor su fe. Tomando así las cosas, las celebraciones son verdaderas fiestas con Jesús, en donde el término “fiesta”, no es sinónimo de “show” o de otra cosa parecida con la cual, muchos ignorantes, entre ellos algunos de nosotros, laicos y consagrados, quieren desmeritar estas celebraciones con los niños. En mi experiencia personal, son tres cosas las que hacen que los niños celebren la Misa con fe: la oración, la alabanza y la adoración. Y estas tres cosas son las que ellos viven, disfrutan y piden en cada Fiesta con Jesús. En los últimos años, las celebraciones han dejado de ser sólo Misas con niños y se han convertido en verdaderas Misas con las familias pues ya, pequeños y adultos, participan activa y fructuosamente. Debo reconocer que para mí fue importante la experiencia y testimonio de algunos sacerdotes pioneros en esta aventura, entre ellos los padres Gerardo Cárdenas y Gerardo Charles, que dieron un impulso a las celebraciones con niños. Hermanos, no tengamos miedo de vivir esta experiencia no sólo con los niños, sino también con sus papás pues los frutos pastorales son abundantes a favor de la comunidad, de la sociedad y del entorno en que vivimos. ¡Seamos como niños pues de los que somos como ellos es el Reino de los cielos! III. La Música al servicio del Kerigma, la Palabra y la Liturgia Federico Carranza, Jésed. A. La música al servicio del Encuentro con Cristo y la Conversión. La música es un lenguaje de amor, creado por Dios y plasmado en la armonía de toda la creación, para revelarnos, a través de la contemplación de esa armonía natural, que Dios nos creó y que nos ama: “Los cielos cantan la Gloria de Dios, el firmamento anuncia la obra de sus manos…” (Sal 18). Jesús, inicia su misión con el Cántico del Siervo: “El Espíritu del Señor está sobre mí y me ha enviado, a sanar los corazones quebrantados, a romper las cadenas de la esclavitud…” María también canta: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, y se alegra mi espíritu en Dios mi salvador…” El amor cantado destaca en los Salmos, y en el Cantar de los Cantares … “Cantare Amantis Est” (San Agustín). Dios se vale de la música para suscitar en nosotros el encuentro con Cristo y la Conversión. “… Recuerdo las lágrimas que derramé en los primeros días de mi conversión, poco después de recuperar mi fe, y recuerdo que no eran los sonidos o el canto el que me conmovía sino el significado de las palabras que se entonaban con voz clara y en el tono más apropiado…” (San Agustín, Confesiones). “Se canta el salmo y hasta los corazones de piedra se ablandan. Vemos llorar a los pecadores más obstinados, doblegarse a los más recalcitrantes… “ (San Ambrosio). B. La música al servicio de la Palabra de Dios. En la tradición judaica que nutre al cristianismo, toda la palabra de Dios se memorizaba cantándola, y de esta manera se asocian Palabra y canto, especialmente en los Salmos. "Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados, cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor." (Efesios 5,19) El canto era una práctica fomentada por los apóstoles en las comunidades que iban fundando. La música y el canto se daban en un ambiente comunitario: "cantad entre vosotros", con la participación de todos. Salmos: Los del Antiguo Testamento. Himnos: Composiciones poéticas con música "Despierta tú que Duermes, y levántate de entre los muertos y te iluminará Cristo" (Efesios 5,14) Cánticos Inspirados: Eran cantos espontáneos, cantos proféticos, cantos en lenguas, proclamando la gloria de Dios. Inspirados por el Espíritu Santo, entonados por los miembros de la comunidad, en un ambiente de oración carismática. El canto ayuda a la comunidad a meditar, rumiar, hacer “lectio divina”, y memorizar la Palabra de Dios: La Iglesia primitiva nos enseña a privilegiar la Palabra de Dios (los Salmos) como fuente primera de inspiración musical, la Tradición oral y la enseñanza (los Himnos) como segunda y en última instancia la inspiración personal espiritual (los cánticos inspirados). “… El salmo es el himno de todas las edades; oíd a los viejos, a los jóvenes, a las vírgenes y a las más encantadoras niñas y niños modular al unísono aquellos dulces cánticos;… los niños desean saberlos... es el himno de la concordia, ya que la armonía de un pueblo que canta unido es el vínculo de los corazones”. (San Ambrosio) “¡Oh sabio invento de Cristo, que ideó un arte para a la vez cantar y aprender cosas útiles; pues de esta forma los preceptos quedan impresos con más fuerza en el alma! … En verdad, difícilmente permanece lo que se ha aprendido de mala gana; lo que por el contrario se ha recibido con gusto y suavidad, dura con más firmeza en nuestro espíritu… A aquellos que generalmente no quieren aprender les es grato tenerlos en la mente”. (San Basilio) C. La música al servicio de la Liturgia. Desde el Antiguo Testamento vemos que el Pueblo Judío tenía una liturgia llena de música, desde la Tienda del Encuentro y en el Templo: Los cantores eran un oficio establecido, miembros de la tribu de Leví, es decir, familiares de los sacerdotes. Esto nos habla del carácter sagrado de la música al servicio de la liturgia. Todos los elementos (ornamentos, colores, flores, incienso, música…) están al servicio de la liturgia, que es la “labor común del Pueblo de Dios”. ¿Para qué sirve la música litúrgica? “Para la Gloria de Dios y edificación de su Pueblo”. El Concilio Vaticano II viene a restaurar la participación del Pueblo en el canto litúrgico, que se había perdido (estando presente en la Iglesia Primitiva). Cuanto más sea la música servidora de la liturgia, cuánto más ayude al pueblo a orar y a participar de la liturgia, más sagrada la música será. D. La música es un auténtico ministerio litúrgico. “Los acólitos, lectores, comentadores y cuantos pertenecen a la Schola Cantorum, desempeñan un auténtico ministerio litúrgico. Ejerzan, por tanto, su oficio con la sincera piedad y orden que convienen a tan gran ministerio y les exige con razón el Pueblo de Dios. Para promover la participación activa se fomentarán las aclamaciones del pueblo, las respuestas, la salmodia, las antífonas, los cantos y también las acciones o gestos y posturas corporales. Guárdese, además, a su debido tiempo, un silencio sagrado”. (Instrucción General del Misal Romano nn 2930) Para saber si estamos realizando bien nuestro ministerio y misión como músicos en la celebración Eucarística aplicamos un triple juicio: Juicio musical: ¿Es el canto musicalmente bello?, ¿El canto es verdaderamente artístico, sin caer en el virtuosismo o el “artistismo”? Juicio litúrgico: ¿Realza, apoya este canto el momento litúrgico que se celebra? Juicio pastoral: ¿Sirve este canto a esta comunidad particular, a esta cultura, a las personas que están celebrando? (jóvenes, niños, mayores, enfermos, etc…) Es fundamental conservar en la celebración litúrgica la comprensión de que la música es, ante todo, un lenguaje de oración y de amor. Siendo la Santa Misa la cena del Señor, la música es un elemento que contribuye a la cercanía y amistad de esa santa cena. Es una fiesta familiar, íntima y muy especial, no un concierto. “Oigan esto los muchachos, oigan esto los que tienen el oficio de salmodiar en la Iglesia: a Dios no hay que cantar con la voz, sino con el corazón: ni hay porqué cuidar la garganta con dulces medicamentos, a imitación de los actores de teatro; más bien hay que atender a cantar a Dios con el temor, con las obras y con el conocimiento de las Escrituras. El siervo de Cristo cante de tal forma que no se goce en la voz, sino en las palabras que canta”. (San Jerónimo) Preguntas Mesa de Trabajo Conferencia 3. Recuerda: Durante las mesas de trabajo no pierdas de vista el tema de la AED 13: El Kerigma y la Palabra de Dios; tampoco olvides que la palabra Kerigma es entendida como un encuentro personal con Cristo y que tus respuestas representan a todo el Pueblo de Dios. 1.- ¿En qué signos/actitudes de nuestra pastoral litúrgica descubrimos un encuentro personal con Cristo? …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………................................................................................................................................... 2.- ¿Cómo podemos impulsar el encuentro personal con Cristo en la pastoral litúrgica? …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………................................................................................................................................... …………………………………………………………………………...................................................................................................................................