7. La Expiación

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La Expiación Pregunta: ¿Qué es la Expiación? I. Información: a. Primero veamos la definición del DBA. Expiación: (heb. kippurîm, literalmente, "cubiertas" [de los verbos kâfar, "cubrir", "hacer expiación", "reconciliar"; y kipper, "cubrir pecados"]; kappêr, "sustitución"; gr. katallague, "reconciliación"). Término que aparece en el AT, generalmente en relación con diversos sacrificios y servicios del sistema ceremonial. El término griego refleja la idea fundamental de restablecer la armonía en una relación, de modo que cuando hubo una separación ésta pueda ser eliminada por el proceso de cubrir el problema, producir la reconciliación. La palabra "expiación" adquirió el significado teológico y técnico de "propiciación", y cuando se la usa así implica que el sacrificio de Cristo en la cruz constituyó una reparación para un Dios ofendido. Este concepto refleja la idea pagana de propiciar a una deidad ofendida con el fin de evitar su ira y venganza y supone que Dios debe ser reconciliado con nosotros. Cuando kâfar y kippurîm se usan en relación con el sistema ceremonial, el escritor bíblico supone que las personas o cosas por las que se hace ese "cubrimiento" -­‐las personas o cosas cubiertas-­‐ son comunes, "inmundas" o pecaminosas a la vista de un Dios justo; por tanto, no aceptos ante él. Por causa del pecado en general, y a veces por causa de pecados particulares en especial, se entiende que los hombres están alejados de Dios. Pero los escritores bíblicos presentan a Dios como ansioso de una reconciliación, y muestran que él ha hecho las provisiones necesarias para lograr esto. No es necesario cambio alguno de parte de él para producir la reconciliación, porque el hombre en su estado natural es un pecador que ni siquiera tiene el deseo de ser reconciliado, y por lo tanto es necesario un cambio de su parte. Es el pecador quien debe ser "cubierto" o reconciliado con Dios, no Dios con respecto al pecador. El sistema ritual proporcionaba una ilustración objetiva de cómo los hombres se pueden reconciliar con Dios. La sangre de los animales sacrificados proveía la cobertura objetiva (Lv. 17:11), pero esta sangre no podía, en sí misma y por sí sola, cubrir realmente al pecador (He. 10:1, 4, 6, 8, 11). Sólo si por fe veía en ella un símbolo de la sangre de Cristo y aceptaba la promesa de la gracia divina así representada, era "cubierto" en la realidad y de ese modo reconciliado con Dios (vs 10, 12, 14-­‐18). A esta "cobertura" siempre le acompañaban el perdón de los pecados y la aceptación divina (Lv. 4:20; Nm. 15:25; etc.). Dios quedaba satisfecho con la sinceridad de propósito de la persona en cuyo favor se hacía la "cobertura", y no hacía nuevas acusaciones contra ella mientras permanecieran en armonía con él. Unas pocas ilustraciones del uso de la palabra "expiación" en el AT serán suficientes para aclarar su significado. El santuario y sus objetos estaban hechos con materiales comunes, y era necesario "cubrirlos", o "hacer expiación" por ellos, antes de ser entregados al uso sagrado (Ex. 29:36, 37; 30:10; Lv. 8:15; etc.). Aarón y sus hijos eran personas corrientes, y del mismo modo debieron ser "cubiertos" cuando fueron separados para el sacerdocio (Ex. 29:35; Lv. 8:34). También se indicaba una cubierta de sangre por los pecados de la congregación entera (Lv. 4:20; Nm. 15:25), por los de las personas individuales (Lv. 4:27-­‐35; Nm. 15:28) y por diversas formas de impureza ritual (Lv. 12:7, 8; 14:18, 20, 53; 15:28). Al fin de la serie anual de ceremonias, en un día especial de "expiación" (Lv. 16:21-­‐28; He. 10:1-­‐3), Aarón y sus hijos, los sacerdotes, hacían una "cobertura" específica por las impurezas acumuladas en el año (Lv. 16:6,11,24), 430 por el santuario y sus muebles (vs 16-­‐20, 33, 34), y por el pueblo de Israel (vs 30, 34). Esto simbolizaba la eliminación completa y final del pecado del universo de Dios. En el NT se describe esta obra de expiación con la palabra "reconciliación". También se usan los vocablos gr. hilasterion (Ro. 3:25), hiláskomai (He. 2:17) e hilasmós (1 Jn. 2:2; 4:10), "propiciación", "ser propicio" o "expiar". La "cobertura" verdadera ha sido provista por la preciosa sangre de nuestro Salvador, y la reconciliación con Dios es posible mediante la fe en él (Ro. 5:8-­‐11; 2 Co. 5:17-­‐19). b. Ahora veamos algunas Citas Bíblicas. Josué 24:19 (Reina-­Valera 1960) 19 Entonces Josué dijo al pueblo: No podréis servir a Jehová, porque él es Dios santo, y Dios celoso; no sufrirá vuestras rebeliones y vuestros pecados. Romanos 6:23 (Reina-­Valera 1960) 23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 3:23 (Reina-­Valera 1960) 23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, Levítico 17:11 (Reina-­Valera 1960) 11 Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona. Hebreos 9:22 (Reina-­Valera 1960) 22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. Éxodo 29:36 (Reina-­Valera 1960) 36 Cada día ofrecerás el becerro del sacrificio por el pecado, para las expiaciones; y purificarás el altar cuando hagas expiación por él, y lo ungirás para santificarlo. Daniel 8:14 (Reina-­Valera 1960) 14 Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado. Levítico 4:20 (Reina-­Valera 1960) 20 Y hará de aquel becerro como hizo con el becerro de la expiación; lo mismo hará de él; así hará el sacerdote expiación por ellos, y obtendrán perdón. Efesios 1:7 (Reina-­Valera 1960) 7 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, Hebreos 10:1, 4, 6, 8, 11 (Reina-­Valera 1960) 1 Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. 4 porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. 6 Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. 8 Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), 11 Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; Romanos 3:25 (Reina-­Valera 1960) 25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, 1 Juan 2:2 (Reina-­Valera 1960) 2 Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. 1 Juan 1:9 (Reina-­Valera 1960) 9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 1 Juan 4:10 (Reina-­Valera 1960) 10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Romanos 5:8-­11 (Reina-­Valera 1960) 8 Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. 9 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. 10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. 11 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación. 2 Corintios 5:17-­19 (Reina-­Valera 1960) 17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; 19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. c. Por último, veamos esta cita del Espíritu de Profecía. Aunque la sangre de Cristo habría de librar al pecador arrepentido de la condenación de la ley, no había de anular el pecado; éste queda registrado en el santuario hasta la expiación final; así en el símbolo, la sangre de la víctima quitaba el pecado del arrepentido, pero quedaba en el santuario hasta el día de la expiación. En el gran día del juicio final, los muertos han de ser juzgados "por las cosas que" están "escritas en los libros, según sus obras." (Apoc. 20:12.) Entonces en virtud de la sangre expiatoria de Cristo, los pecados de todos los que se hayan arrepentido sinceramente serán borrados de los libros celestiales. En esta forma el santuario será liberado, o limpiado, de los registros del pecado. En el símbolo, esta gran obra de expiación, o el acto de borrar los pecados, estaba representada por los servicios del día de la expiación, o sea de la purificación del santuario terrenal, la cual se realizaba en virtud de la sangre de la víctima y por la eliminación de los pecados que lo manchaban. Así como en la expiación final los pecados de los arrepentidos han de borrarse de los registros celestiales, para no ser ya recordados, en el símbolo terrenal eran enviados al desierto y separados para siempre de la congregación. Puesto que Satanás es el originador del pecado, el instigador directo de todos los pecados que causaron la muerte del Hijo de Dios, la justicia exige que Satanás sufra el castigo final. La obra de Cristo en favor de la redención del hombre y la purificación del pecado del universo, será concluida quitando el pecado del santuario celestial y colocándolo sobre Satanás, quien sufrirá el castigo final. Así en el servicio simbólico, el ciclo anual del ministerio se completaba con la purificación del santuario y la confesión de los pecados sobre la cabeza del macho cabrío símbolo de Azazel. De este modo, en el servicio del tabernáculo, y en el del templo que posteriormente ocupó su lugar, se enseñaban diariamente al pueblo las grandes verdades relativas a la muerte y al ministerio de Cristo, y una vez al año sus pensamientos eran llevados hacia los acontecimientos finales de la gran controversia entre Cristo y Satanás, y hacia la purificación final del universo, que lo limpiará del pecado y de los pecadores. (Patriarcas y Profetas, p. 371-­‐372) II. Aplicación: Expiación tiene como sinónimos: reparación, purgación, purificación, sacrificio, reconciliación. Si hablamos de algún tipo de reparación, significa que existe un desperfecto. El desperfecto en este caso es el pecado, y lamentablemente todos los seres humanos sufrimos de este desperfecto ya que Romanos 3:23 nos dice, “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.” El pecado entonces, causa una separación entre Dios y el hombre. Es por eso que es necesario una reparación, o reconciliación entre el hombre y su creador. El termino Griego para la palabra expiación, katallague, refleja la idea fundamental de restablecer la armonía en una relación, de modo que cuando hubo una separación ésta pueda ser eliminada por el proceso de cubrir el problema, y así producir la reconciliación. Esto nos dice entonces que la reconciliación es posible siempre y cuando se haga un cubrimiento del pecado. Afortunadamente, Dios hizo provisión desde el principio para que el pecador pudiera cubrir su pecado y así poderse reconciliar de nuevo con Él. En el Israel de antaño, la reconciliación se lograba por medio del sistema ceremonial del Santuario. Cuando alguien pecaba, tenia que ir al Santuario para borrar, cubrir, o expiar su pecado. El pecador tenia te llevar un animal al santuario, el cual tenia que ser sacrificado, para que así su sangre pudiera ser derramada, ya que la expiación no se puede llevar a cabo sin derramamiento de sangre. La sangre de los animales sacrificados proveía la cobertura objetiva, pero esta sangre no podía, en sí misma y por sí sola, cubrir realmente al pecador. Sólo si por fe veía en ella un símbolo de la sangre de Cristo y aceptaba la promesa de la gracia divina así representada, era "cubierto" en la realidad y de ese modo reconciliado con Dios. A esta "cobertura" siempre le acompañaban el perdón de los pecados y la aceptación divina. La "cobertura" verdadera ha sido provista por la preciosa sangre de nuestro Salvador que fue derramada en la cruz, y la reconciliación con Dios, al igual que antaño, sigue siendo posible solamente mediante la fe en Él. Hoy día, todo pecador arrepentido puede cubrir sus pecados, confesándolos ante Dios, y así poder parecer ante Su vista como personas puras y limpias; libres de la condenación de la ley. Alegrémonos con esta noticia. ¡Esto es el Evangelio! Pero es importante considerar que nuestras vidas no son secretas para Dios, y si no hemos confesado íntegramente todos nuestros pecados, entonces seguimos igual, con ese mismo desperfecto que nos separa de Dios y nos pone bajo condenación de la Ley. Gracias a Dios y a su enorme misericordia al trazar un plan de rescate y salvación, por medio del cual ahora tenemos una bendita esperanza, no merecida, pero dada por medio de la sangre de nuestro Señor Jesucristo. Pongamos atención en nuestra vida, y escudriñemos bien nuestra actitud. Oremos a Dios para que, por medio de su Espíritu Santo, podamos identificar los pecados escondidos en nuestra vida y así logremos la expiación integra de nuestros pecados. 
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