Las principales ataduras “legales” que ha dejado la

Anuncio
1
Las principales ataduras “legales” que ha dejado la dictadura
en Chile.
Juan Guzmán Tapia
Decano de la Facultad de Derecho de la universidad Central
I.En Chile, país que era considerado entre los más democráticos de
América, se generó un golpe de estado provocado por el gobierno de Estados
Unidos, numerosas multinacionales con poderosos intereses en Chile, un
sector importante de las derechas y centro derechas, ciertos medios de
comunicación social, entre otros factores que en conjunto permitieron crear un
clima de confusión y caos. Fue perpetrado por las Fuerzas Armadas chilenas
que se alzaron en contra del gobierno constitucional del presidente Salvador
Allende y tuvo lugar el 11 de septiembre de 1973, dándose así inicio a la
dictadura más sangrienta que ha habido en este país.
El 5 de octubre de 1988, conforme a los lineamientos “constitucionales”
vigentes, se celebró un plebiscito por el cual el pueblo chileno votó contra la
continuidad del gobierno militar. A los pocos meses se celebraron elecciones
populares resultando elegido como presidente Patricio Aylwin Azócar. Desde
entonces Chile ha estado avanzando hacia la democracia, situación que no se
establece en plenitud dada las ataduras “legales” consecuencia de la señalada
dictadura militar. Ha habido, además de Aylwin, tres presidentes más elegidos
por sufragio universal y todos han sido militantes de partidos políticos
pertenecientes a la concertación democrática, grupo de partidos opuestos al
sistema dictatorial que, por su parte, se convirtió en la oposición que ha
continuado influyendo en el devenir político del país de un modo importante
como lo analizaremos en este trabajo.
Las principales ataduras “legales” derivadas de la dictadura son la
denominada constitución Política de la República de 1980 “promulgada” en
pleno gobierno de Pinochet y que fue el resultado de un plebiscito que en forma
2
casi unánime conforme lo anunciaron los medios de comunicación de la época,
estuvo por consagrar esa carta. Lo cierto es que se decidió por un grupo de
constitucionalistas afines a la dictadura y fue “promulgada” por el poder
legislativo que, a la sazón, estaba conformado por Pinochet, en su calidad de
presidente de la república, dos generales, uno de la fuerza aérea y otro de
carabineros, nuestra policía uniformada y un almirante de la marina nacional.
La segunda atadura legal que dificulta el retorno a la democracia plena
la constituye la dependencia del sistema judicial a los otros poderes estatales,
lo que no es más que una consecuencia de la consagración constitucional que
así lo determina.
La tercera traba la constituye el sistema de quórum elevados en el
parlamento para efectuar cualquier modificación a las estructuras legales y
constitucionales vigentes.
Asimismo, una denominada ley de amnistía de 1978 también implica
una atadura “legal” pues cubre crímenes de lesa humanidad y otros
perpetrados durante los cinco primeros años de la dictadura, que fueron los
años más horrorosos de ese período.
Por último, la falta de independencia interna del sistema judicial significa
un importante escollo hacia la existencia de una justicia igualitaria que permita
restablecer la paz social y la reconciliación entre los chilenos. Una parte
importante de la población continúa sufriendo los rigores de la dictadura,
experimenta sed de justicia y aún está afligida por la necesidad natural de todo
ser humano de recuperar sus deudos desaparecidos.
La constitución política de 1980, como expresé, dictada en plena
dictadura militar, ha sido parcialmente enmendada pero presenta aún enormes
trabas o ataduras a la dictadura que la hacen prácticamente pétrea e
inmodificable. Fue “promulgada”, precisamente, con el propósito de perpetuar
un denominado sistema binominal que hace imposible que se verifique toda
modificación a la constitución y a las leyes orgánicas constitucionales, debido a
los altos quórum establecidos. Esta carta contempló hasta hace poco tiempo
instituciones absolutamente inconstitucionales como fue la situación de los
senadores institucionales y vitalicios, obviamente no elegidos en forma
3
democrática sino que impuestos en función de cargos estatales o judiciales que
habían desarrollado.
Como consecuencia de
la reglamentación constitucional existente el
sistema judicial depende de los demás poderes estatales, lo que implica
también una importante traba “legal” de la dictadura.
Esta se materializa
principalmente mediante la intervención de los nombramientos de los miembros
de la corte suprema por el poder ejecutivo y el poder legislativo. Este tribunal
constituye la cúspide de la jerarquía de todos los jueces que pasan a ser sus
subalternos. También ejerce sus funcione disciplinarias respecto de todo el
poder judicial.
¿Cómo se verifican los nombramientos de los miembros de la corte
suprema? La propia corte suprema conforma una lista de cinco candidatos
entre los cuales el presidente de la república, de acuerdo con dos tercios de los
votos de los miembros en ejercicio del senado, designa al nuevo integrante de
esta corte.
Antes de 1997 intervenían en estos nombramientos la corte
suprema que proponía una cinquena al presidente de la república y éste que
designaba al nuevo magistrado de dicho tribunal. Durante el gobierno de Frei
Ruiz-Tagle, debido una invitación del presidente del senado que parecía más
democrática, pues argumentó que intervendrían los tres poderes en estos
nombramientos, se introdujo esta enmienda de intervención del senado en tan
importantes nombramientos. Desde entonces, la relativa politización existente
hasta ahora pasó al grado de una politización total de la cúpula del poder
judicial. Hoy, los candidatos a ser magistrados en esta corte deben exteriorizar
su tendencia política, esto es,
concertación,
deben demostrar ser contrarios a la
pinochetistas o favorable a quienes fueron agentes de la
dictadura o si son partidarios de la concertación. De esta manera, siempre
mediante el consenso, resultará elegido, una vez un partidario de la señalada
oposición y, en la otra vuelta, un partidario de la concertación.
Resulta
conveniente señalar que se requiere de un quórum de dos tercios de los votos
de los senadores en ejercicio para la designación de estos altos magistrados.
Desde que se estableció este sistema, en tres ocasiones han sido vetados por
un tercio de los miembros en ejercicio del senado y por razones esencialmente
políticas, los nombramientos efectuados por el presidente de la república.
4
Constituye otra forma de cercenar la independencia del poder judicial el
denominado juicio político por el cual no menos de diez ni más de veinte
diputados pueden formular acusaciones en contra de los magistrados de los
tribunales superiores de justicia por notable abandono de sus deberes,
situación que resuelve el senado como jurado, limitándose a declarar por
mayoría de votos, si el acusado es o no culpable de aquella infracción. Si bien
esta facultad del parlamento constituye una forma de intercontrol de los
poderes estatales que tiene por objeto la corrección jurisdiccional, en la
práctica se ha convertido en otra forma de injerencia política de este poder en
relación al sistema judicial.
Las implicancias de las señaladas interferencias repercuten en el
sistema judicial de la siguiente manera: los eventuales candidatos a la corte
suprema, como lo expresé, deben exteriorizar explícitamente sus simpatías
políticas para que funcione el sistema de consenso entre el poder ejecutivo y
dos tercios del senado para las designaciones de los miembros del más alto
tribunal y las cortes de apelaciones y la corte
suprema, en virtud de las
indicadas simpatías u oposición, resuelven los asuntos relativos a las
violaciones de derechos humanos con criterios políticos. A consecuencia de lo
anterior se produce ambigüedad en los resultados de sus decisiones y, en los
casos más emblemáticos, la impunidad.
sobreseimientos
Este es el caso de los
definitivos respecto de Pinochet en los episodios de la
“caravana de la muerte” y “operación cóndor”, donde la corte suprema en el
primer caso y la corte de apelaciones de Santiago, en el segundo, resolvieron
que el nombrado dictador presentaba sus facultades mentales deterioradas y
no podía ser juzgado.
La falta de independencia interna de los jueces constituye otro factor que
contribuye a dificultar el retorno pleno a la democracia.
La corte suprema
de justicia, como lo expresé precedentemente, además de constituir un tribunal
de casación, desarrolla la superintendencia disciplinaria respecto de todos los
jueces de la república. Lo anterior implica que este alto tribunal califica con
notas a todos los jueces, les impone medidas disciplinarias que pueden llegar
5
hasta a la destitución y puede trasladarlos sin consulta de un punto a otro del
país, además de intervenir en sus nombramientos y ascensos.
Asimismo, la corte suprema inventó un engendro inconstitucional
denominado “comisión de ética” que también utiliza para sancionar, trasladar y
remover a los jueces, en circunstancias que existen las vías legales y
constitucionales para estos efectos.
Por último la amnistía de 1978 dictada en pleno gobierno militar al cabo
de los cinco años más terroríficos, cubre en principio la mayoría de los
crímenes cometidos durante dicho período.
Estos consisten, en su mayor
parte, en secuestros, asesinatos, tortura y en la desaparición forzada de
personas.
Al respecto resulta necesario comentar el modo como la judicatura ha
ido interpretando la mencionada “auto amnistía”.
Desde su dictación en 1978, hasta 1990, los jueces la aplicaron en forma
ipso iure, sobreseyendo definitivamente o temporalmente los procesos en que
incidía, archivando a continuación esas causas.
Durante el gobierno de Patricio Aylwin, éste se refirió a la falta de coraje
moral que había caracterizado a los magistrados durante la dictadura, toda vez
que aplicaron aquella amnistía sin investigar y, asimismo, porque rechazaron
más de diez mil recursos de amparo, lo que facilitó enormemente la represión
con sus dramáticas consecuencias consistentes en asesinatos, secuestros,
desaparición forzada de personas y torturas.
Con respecto a la amnistía,
sostuvo, que no había ningún obstáculo para que los jueces investigaran con
respecto de los delitos cubiertos por ella con el objeto de averiguar el paradero
de las victimas, establecer los crímenes que fueron perpetrados y, por último,
determinar las responsabilidades de los hechores, aplicando o no la amnistía
una vez realizadas aquellas pesquisas. El lema del presidente Aylwin sobre la
materia fue que debía hacerse justicia en la medida de lo posible. Merece
señalarse que durante los cuatro años que gobernó este presidente, Pinochet
por mandato constitucional, continuó ejerciendo las funciones de comandante
en jefe del Ejército.
Frei Ruiz-Tagle desempeñó una presidencia débil y ambigua, además
de contribuir eficazmente en el deterioro de la ya escasa independencia del
6
poder judicial al ser el autor del mensaje por el cual el senado pasó a intervenir
en los nombramientos de los miembros de la corte suprema. Asimismo, tuvo
una actitud errática con respecto a la extradición y apresamiento de Pinochet
en Londres.
La sola ocasión en la que exteriorizó algo de firmeza fue al
oponerse en forma vehemente a que Pinochet fuera juzgado por tribunales
españoles, asegurando que en Chile era posible que se le enjuiciara. Por otro
lado demostró pusilanimidad ante cualquier reclamo de las tropas, llegando a
ordenar que no interviniera el Consejo de Defensa del Estado con respecto de
posibles delitos de tipo pecuniario perpetrados por uno de los hijos de Pinochet.
Por último, durante la presidencia de Ricardo Lagos, éste adoptó el
eslogan: “las instituciones funcionan”, aseveración que utilizaba ante todas las
actuaciones jurisdiccionales.
Por ejemplo, cuando se le informó del
procesamiento de Pinochet en relación a los crímenes perpetrados en el marco
de la “caravana de la muerte”, dijo airadamente que aquella determinación
demostraba que las instituciones estaban funcionando.
Lo mismo ocurrió
cuando la corte suprema sobreseyó definitivamente a Pinochet en la misma
causa.
Lagos se caracterizó por su doble estándar, lo que me consta
personalmente, pues a los pocos instantes de procesar por primera vez a
Pinochet, recibí una llamada del Ministerio de justicia para que dejara sin efecto
dicho procesamiento. Yo denuncié esta presión al diario francés “Le Monde” y
esta noticia dio la vuelta al mundo en menos de sesenta segundos. Dentro de
las inconsecuencias del presidente Lagos, merece destacarse su indulto a uno
de los peores criminales responsables del asesinato del dirigente sindical
Tucapel Jiménez, posiblemente
por razones de estado, puesto que nadie
entendió cómo podía indultarse a un mando medio frío, responsable de dos
asesinatos que no colaboró en la investigación y que siempre negó su
participación en esos hechos pese al gran acopio de pruebas que lo sindicaban
como autor de los mismos.
7
II.¿Cómo afronta el servicio judicial las ataduras “legales” o
“constitucionales” provenientes de la dictadura?
Dada la politización referida, algunas salas de la corte de apelaciones
que son marcadamente pro - pinochetistas o “militaristas” tienden a revocar los
autos de procesamientos en causas por violaciones a los derechos humanos.
En cambio,
las salas progresistas permiten que los jueces investiguen
eficazmente y obviamente, no revocan los correspondientes autos de
procesamiento.
La misma dualidad se puede apreciar en lo referente a las condenas por
violaciones a los derechos humanos.
A su vez, algunas cortes de apelaciones o salas de éstas aplican la
amnistía de 1978. Por el contrario, cortes de apelaciones o algunas de sus
salas consideran que previamente resulta fundamental investigar y procesar.
En algunos casos magistrados de las cortes de apelaciones han asimilado los
crímenes de torturas,
asesinatos y secuestros y desaparición forzada de
personas a los crímenes de lesa humanidad,
tipificados en los tratados
internacionales sobre la materia.
En un juicio emblemático que conoció una sala
de la corte de
apelaciones de Santiago, confirmando la sentencia de un juez de primer grado,
ésta condenó como autores de crímenes de lesa humanidad a varios agentes
estatales.
Dicha sentencia fue corroborada por la sala en lo penal de la Corte
suprema. Lamentablemente al poco tiempo, la misma sala penal integrada por
otros miembros dejó sin efecto una condena de similares características
invocando la amnistía de 1978.
El año 2001 procesé a Pinochet como autor de setenta y cinco crímenes
perpetrados dentro del marco de la denominada “caravana de la muerte”, un
viaje que realizó un grupo de oficiales de ejército en un helicóptero que recorrió
gran parte del país asesinando a prisioneros políticos. Una sala de la corte de
apelaciones de Santiago redujo el grado de participación de Pinochet en este
episodio a la calidad de encubridor. Posteriormente, otra sala de la misma
corte, sobreseyó temporalmente a Pinochet argumentando que sus facultades
8
mentales no estaban aptas para ser juzgado. Finalmente, la corte suprema,
acogiendo un recurso de casación en el fondo, sobreseyó definitivamente a
Pinochet argumentando nuevamente su incapacidad mental.
En el caso de la denominada “operación Cóndor”, otro procesamiento
que dicté en contra de Pinochet como autor de numerosos crímenes, una sala
de la corte de apelaciones de Santiago, revocó ese auto de procesamiento y
sobreseyó definitivamente dicha causa, aduciendo que había cosa juzgada en
relación a la incapacidad mental de ese ex dictador.
En conclusión, puede señalarse que mientras un grupo de magistrados
intenta restablecer la paz social y la reconciliación mediante sus decisiones
jurisdiccionales, otro grupo de magistrados, con ambiciones supremas o
miembros de la propia corte suprema dejan sin efecto las decisiones tendientes
al juzgamiento de Pinochet y de otros agentes estatales, lo que implica no
poder demostrar a nuestros compatriotas y, en general, a la comunidad
internacional, que nuestra justicia es capaz de juzgar, con plena igualdad, a
toda persona que haya cometido crímenes contra la humanidad.
III.
¿De qué manera haría falta trabajar a nivel legal, social y político para
romper definitivamente con las ataduras “legales” y “constitucionales” de
la dictadura?
A nivel legal o constitucional.
Se podría decir que los ciudadanos en Chile están dividido en dos
mitades, como se refleja del resultado de todas las elecciones (presidenciales,
de parlamentarios, municipales).
La concertación que gobierna cuenta con
mayorías en el parlamento, pero en la práctica no puede obtener los quórum
calificados que requiere para las modificaciones o enmiendas legales
indispensables para el logro de una democracia auténtica. Por las mismas
9
razones, tampoco resulta posible efectuar un plebiscito con los mismos fines.
Por lo tanto en la actualidad se requiere del consenso para legislar en
las materias más fundamentales como, por ejemplo, enmendar la constitución
política o modificar las leyes orgánicas constitucionales.
A nivel social.
Durante la dictadura se consolidó un sistema liberal capitalista a
consecuencia del cual la mayor parte de los servicios públicos pasaron, en gran
medida, a manos del sector privado, como es el caso de la previsión, la salud,
la educación, el transporte y otros rubros importantes. El presupuesto estatal,
por otra parte, es escaso para los servicios públicos no privatizados lo que ha
generado una enorme discriminación, inexistente antes en este país que se
caracterizó por tener durante varias décadas uno de los sistemas más
avanzados de seguridad, salud, educación y previsión públicos.
A nivel político.
Mientras la mayoría de la población, esto es un 80% de la misma,
corresponde a una clase baja o media baja, ésta continúa sujeta a sistemas
políticos basados en ideologías carentes de actualidad, dirigidos por caudillos
que centran sus intereses en forma prioritaria hacia la clase proveedora de los
trabajos y muchas veces en beneficio de empresas foráneas. A raíz de esto,
no se logran las mayorías indispensables para poder obtenerse los quórum
necesarios para efectuar los cambios políticos que la nación requiere.
Por lo tanto, al no realizarse los cambios legales y constitucionales
necesarios, continúan subsistiendo las poderosas ataduras derivadas de la
dictadura que impiden el retorno de la democracia plena.
Sin la debida
concientización económico - social no se lograrán las mayorías necesarias
requeridas en el poder legislativo para efectuar los logros legales, políticos y
sociales
propios
de
toda
democracia,
la
que
continuará
predeterminada por la dictadura cuya sombra continuará limitándola.
siempre
10
IV.¿Puede considerarse legítimo un sistema legal sustentado sobre otro
ilegal?
Resulta evidente que no. Un sistema no puede considerarse legal o
constitucional si se sustenta o proviene de otro ilegal o inconstitucional.
El
mayor obstáculo para lograr reformas en lo legal, constitucional, social, político
o económico lo constituye, como hemos ido analizándolo, la propia constitución
política que fue impuesta durante la dictadura militar.
En
consecuencia,
dicha
constitución
es
ilegítima
aunque
la
jurisprudencia de la corte suprema le haya otorgado siempre vigor, como
también lo ha hecho respecto de los decretos leyes y otras reglamentaciones
dictadas durante gobiernos dictatoriales.
V
¿Pueden efectuarse reformas respecto de los sistemas legales (o ilegales)
heredados de las dictaduras o será necesaria una ruptura con las
estructuras legales o ilegítimas?
La única manera legal para enmendar una constitución política ilegítima
o leyes también ilegales es conforme a esa constitución o a esas leyes y, como
se ha expresado en ambos casos,
lograrlo.
se requiere de quórum elevados para
Hacerlo de otra forma implicaría caer en el mismo vicio de
inconstitucionalidad o ilegalidad.
Para lograr los cambios requeridos se necesitaría de una concertación
más amplia, lo cual se obtendría solamente mediante una concientización más
radical de nuestra gente, lo que permitiría superar los quórum requeridos para
legislar. Por ejemplo, en nuestro país los grupos en los cuales están divididos
los pobres continúan
votando conforme a estándares políticos partidistas
11
tradicionales y no atendiendo a sus necesidades reales.
Esto se observa
claramente en los pueblos indígenas, que aunque se encuentren en su mayor
parte en una situación de gran pobreza, están divididos en partidos que van
desde la derechas hasta las izquierdas.
VI
En resumen, durante la dictadura que afectó a Chile desde septiembre
de 1973 hasta marzo de 1990, se dictaron numerosos decretos leyes, una
constitución política y leyes propiamente tales que emanaron todas de un
poder legislativo ilegal, pues no surgieron de una discusión legislativa y del
proceso propio de toda democracia. La constitución fue programada a todo
evento. Esto es, dejó una estructura tan rigurosa que difícilmente podrá
modificarse a menos que se haga mediante otro proceso logrado por la fuerza,
lo que resulta inconcebible. Han transcurrido 16 años desde la vuelta a un
sistema político elegido por sufragio universal; sin embargo, como hemos
podido apreciar, no bastan las mayorías tradicionales para enmendar la
constitución ni modificar las leyes. Los factores o las trabas legales y/o
constitucionales siguen subsistiendo y el sistema político económico y jurídico
continúa siendo básicamente aquél derivado de la dictadura y no el proveniente
de las verdaderas fuerzas electorales como
corresponde.
.
en las democracias modernas
Descargar