“Os haré pescadores de hombres”

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“Os haré pescadores de
hombres”
MONICIÓN DE ENTRADA
Durante esta semana, a partir del V Domingo del tiempo
ordinario, las lecturas nos proponen profundizar en el Credo de
nuestra fe. Antiguo y nuevo Testamento nos hablan de tres
personajes que conociendo su propia limitación, pobreza y pecado,
reconocen a Jesús como el Dios verdadero por quién merece la
pena dejarlo todo. Isaías, San Pablo y Pedro, son estos tres
personajes-iconos con los que podemos identificarnos cada uno de
nosotros.
LITURGIA DE LA PALABRA
Primera Lectura: Is 6, 1-2. 3-8
“Aquí estoy, envíame”
Salmo: 137
R/. “Te doy gracias, Señor, de todo corazón”
Segunda Lectura: 1Cor 15, 1-11
“Por la gracia de Dios, soy lo que soy, y su gracia no se ha
frustrado en mí”.
Aleluya
Evangelio según San LUCAS 5, 1-11
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la
Palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio
dos barcas que estaban junto a la orilla: los pescadores habían
desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las
barcas, la de Simón, y le pidió que le apartara un poco de tierra.
Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de
hablar, dijo a Simón:
-- Rema mar adentro y echad las redes para pescar.
Simón contestó:
-- Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos
cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces grande, que
reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para
que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las
dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó
a los pies de Jesús diciendo:
-- Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.
Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban
con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo
pasaba a Santiago y Juan, hijos del Zebedeo, que eran compañeros
de Simón:
-- No temas: desde ahora, serás pescador de hombres
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor.
ORACIÓN – REFLEXIÓN SEMANAL
Os proponemos dos claves o puntos para la oración:
1.-Es Jesús el que llama, el que envía y el que toma la iniciativa
en cada uno de nosotros. Por eso, a pesar de nuestra debilidad
podemos seguirle y entregarnos cada día.
-Piensa en tus limitaciones, en lo que te hace sufrir, pero
descubre también cómo la gracia de Dios actúa en ti, liberándote
para amar, adorar y servir. Como san Pablo, repite en tu
interior: “Por su Gracia soy lo que soy y su Gracia no se ha
frustrado en mí”
-Enumera las situaciones concretas en las que has experimentado
cómo la Gracia de Dios actúa en ti aún a pesar de tu limitación y
pecado. Da gracias a Dios por ello. ¿Cuántas veces reconoces que
Dios llena tus redes gratuitamente?
-Del agradecimiento surge la entrega. Sólo si soy capaz de
reconocer que es Dios el dueño y Señor de mi vida y que es su
amor el que nos llama y envía, entonces podré decir cómo
Isaías: Aquí estoy Señor, envíame… ¿A dónde te envía Dios?
¿Qué situaciones de tu vida necesitan ser reparadas?
2.-Tanto San Pablo como Pedro, reconocen en Jesús al Mesías, al
Hijo de Dios, al Señor de sus vidas. En ambas lecturas se nos
presenta el Kerigma de la Iglesia Primitiva, y también nuestro
propio Kerigma. Un Kerigma es una afirmación que expresa lo
fundamental de la fe en Jesucristo. San Pablo, en la segunda
lectura resumen en una frase quién es Jesús: Aquel que murió y
resucitó… Pedro, en el Evangelio reconoce a Jesús como el Señor
y ante Él reconoce su pequeñez y debilidad…
-Haz tu propio Kerigma: ¿Cuáles son las afirmaciones de fe que
harías de Jesucristo? ¿Quién es Él para ti? Escríbelo
-Durante toda la semana piensa en tu Kerigma, repítelo, llévalo
en tu corazón, tráelo a la memoria en la actividad cotidiana.
Esto te ayudara a no separar la oración de la vida.
-Cuando vayas a orar cada día, comienza como oración
preparatoria con tu Kerigma, háblalo con Él, dile quién es Él para
ti.
¿CÓMO VOY HACERLO?
Cada mañana: al despertar repite en tu corazón tu propio
Kerigma y termina diciendo:
“Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos”…
Hazte consciente de la presencia de Dios que habita tu vida, que
pasa sencillamente por ella
- y pide al Señor: “Envíame tu Espíritu, que ilumine
mi corazón para comprender y descubrir que eres Tu el que
tienes la iniciativa en mí, y que tu Gracia es más fuerte que mi
debilidad”
En la eucaristía: Renueva tu fe. Pon atención al momento del
Credo. Expresa tu fe: Creo en…
Cada anochecer: me siento junto al Padre, el Hijo y el Espíritu y
como un amigo habla con otro amigo recuerda todo lo vivido,
cada persona y acontecimiento y lo deposítalo en Él para que lo
proteja y bendiga: “Trinidad, en tus manos pongo este día, lo
que hice, hablé, amé y serví… dónde te encontré y dónde solo
encontré vacío…en quién percibí tu amor y en quién solo me
encontré conmigo mismo…”Le doy gracias por la fe, y le pido
perdón por las veces en que no he sido capaz de creer que su
Gracia es más fuerte que mi fragilidad”
RINCÓN DE LA ORACIÓN
Llévame, Señor, MAS DENTRO...
MÁS DENTRO de TI, de tu Corazón...
Llévame, Señor, más lejos, para otro lugar.
Lugar incierto para donde me quieras llevar...
Llévame, Señor, MÁS DENTRO...
MAS DENTRO de TI, de tu Corazón...
Llévame, Señor, contigo, pues no tengo aquí morada permanente,
Llévame, Señor, más lejos...
Llévame, Señor, MÁS DENTRO...
MÁS DENTRO de Ti, de tu Corazón...
¿Qué importa si está tan lejos la playa a que tengo que llegar,
si sobre mí reposa constantemente la clara luz de tu mirada?
Llévame Señor, contigo,
Llévame, Señor, más lejos...
Llévame Señor, MÁS DENTRO...
MAS DENTRO de TI, de tu Corazón...
Para que camine siempre a tu lado
Llévame, Señor, contigo,
Y transforma mis pasos mal andados,
Los momentos mal amados y la vida que no he sabido agradecer.
Llévame, Señor, más lejos...
Llévame, Señor, MÁS DENTRO...
MÁS DENTRO de Ti, de tu Corazón...
Hazme libre en tu libertad,
Haz de mí lo que más te agrade, haz mía tu voluntad.
Llévame Señor, contigo...
Sin miedo por caminos desconocidos,
Sin duda en la noche oscura y firme para avanzar.
Llévame, Señor, más lejos... Me basta un paso para a Ti llegar.
Llévame Señor, MÁS DENTRO...
MÁS DENTRO de Ti, de tu Corazón...
Más dentro de lo que está oculto y no se ve,
Más dentro de los gestos simples y generosos,
Más dentro de la vida vivida por amor,
Más dentro de la verdad de lo que soy, más dentro del abrazo que
acoge.
Llévame, Señor, contigo,
Llévame Señor, más lejos.
Llévame Señor, MÁS DENTRO...
MÁS DENTRO de Ti, de tu Corazón...
Llévame Señor, contigo,
Por tu camino que me lleva al Padre y con Él, a los hermanos;
Por tu camino que se encuentra con el dolor y desea curar;
Por tu camino que busca la vida con deseo de salvar;
Por tu camino que me lleva al Mundo para anunciarte;
Por tu camino que rompe fronteras, lleno de rostros, Lleno de
gente... Llévame Señor, más lejos...
Llévame Señor, MÁS DENTRO...
MÁS DENTRO de Ti, de tu Corazón...
Llévame, Señor, contigo,
Para más lejos de mí, para más cerca de Ti,
Más dentro del mundo al que amas,
Y de tantos que aún no te conocen,
Llévame Señor, más lejos...
Más cerca de Ti... más dentro del mundo... más cerca de Ti...
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