Pactos internos o Votos secretos La boca del necio es quebrantamiento para sí, Y sus labios son lazos para su alma. Proverbios 18:7 OBJETIVO: Que los hermanos puedan conocer el poder de nuestras palabras y poder romper todo pacto interno que impide la victoria de Cristo en nuestras vidas y nuestro llamado. INTRODUCCIÓN: Generalmente hablamos sin considerar el impacto de nuestras palabras. Estas tienen gran poder en el mundo espiritual, poder que puede ser positivo o negativo. Al igual que las palabras habladas, las decisiones o votos internos también tienen poder en nuestra vida porque abren o cierran puertas en nuestro futuro. Hoy estudiaremos como repercuten esos pactos internos o votos secretos en la vida de una persona. DESARROLLO 1) ¿Con quienes podemos establecer votos o pactos?: Dios “Cuando haces voto a Jehová tu Dios, no tardes en pagarlo; porque ciertamente lo demandará Jehová tu Dios de ti, y sería pecado en ti.” (Dt 23:21 cf. Ec 5:4-5) El prójimo “E hicieron pacto Jonatán y David, porque él le amaba como a sí mismo.” (1 S 18:3) Con uno mismo “Te has enlazado con las palabras de tu boca, Y has quedado preso en los dichos de tus labios.” (Pr 6:2) 2) ¿Qué es un pacto interno o voto secreto?: Un pacto interno es un contrato o poder legal hecho por medio de palabras o los dichos de nuestra boca. Para entender mejor lo que estamos estudiando, veamos los siguientes ejemplos: Una mujer fue lastimada por su hermano a tal grado que hizo un pacto consigo misma decretando: “Cuando me case, jamás tendré un hijo varón”. Con el tiempo, se casó, y cada vez que quedaba embarazada de un varón, lo perdía (pero no si era niña). Había quedado presa de su voto secreto. Un niño, por llorar, fue golpeado duramente por sus padres. Este dolor le llevó a hacer y decretar un voto: “nunca más lloraré”. Y en efecto, no derramó una sola lágrima ni en las peores situaciones de su vida; su corazón se endureció. Había quedado preso de su voto secreto. Una niña vio a su padre maltratar a su madre e hizo un pacto interno señalando: “Nunca dejaré que mi esposo me controle”. Cuando creció y se casó, tuvo graves problemas en su matrimonio porque no podía someterse a su esposo; estaba siempre a la defensiva pensando que podía ser lastimada. Fue presa de su pacto interno. 3) ¿Qué poder tienen las palabras?: Posiblemente a estas alturas ya hayamos caído en cuenta que nuestras palabras tienen poder. La biblia declara que: “La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos”. Interesante que la palabra pueda producir frutos; entonces la palabra pueda producir cosas que sean para nuestro provecho. Si uno investiga un poco más se dará cuenta que en el plano secular este principio bíblico está muy bien documentado e inclusive es la base para muchos de los libros de autoayuda que están en las estanterías. Por ende cabe recalcar que la biblia nos insta también a tener cuidado de cualquier palabra ociosa que pueda salir de nuestra boca: “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio” (Mt 12:36). La palabra ociosa es la palabra inútil, infértil, vana, necia, carente de provecho. Las palabras “ociosas” o negativas pueden desactivar los dones, finanzas, matrimonio, llamado y todo aquello a lo que nos referimos cuando hablamos. Podríamos entonces comer un fruto contaminado o dañado que lo único que haría sería enfermarnos y causarnos mal. El efecto positivo y de bendición que tienen las palabras también se puede convertir en un efecto negativo y de maldición. APLICACIÓN: Pidamos al Espíritu Santo que nos revele si acaso hemos estado haciendo mal uso de nuestras palabras, si acaso hemos hecho pactos internos o votos secretos negativos en el pasado y que ahora pueden estar causando daño. Si Él lo trae a la luz, arrepiéntase, pida perdón y perdone, cancele y renuncie a esos pactos internos y a toda palabra ociosa que haya atado su vida impidiéndole relacionarse con Dios y la gente. Luego permita que Él le limpie y purifique. “He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.” (Is 6:7)