EL PODER DE LOS DIOSES APÓSTOL DOCTOR JOSÉ LUIS DE JESÚS MIRANDA JESUCRISTO HOMBRE 15 de julio de 2012 El tema de hoy es: EL PODER DE LOS DIOSES, vamos a seguir en esa línea. Primera carta a los Corintios capítulo 4, verso 20. “Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder.” Oye, yo leía eso antes y como yo hablo -imagínate este ministerio es hablando y hablando y hablando, donde más se habla es aquí, porque nosotros no gritamos, ni damos vueltas, ni estamos como los aleluyas esos de antes- y entonces, ese verso yo lo leía y de momento me llamaba la atención, -oye pero, si este ministerio es un ministerio de palabra, y ahora Pablo me dice que el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder. Y yo guardé ese verso por muchos años, -oye, cómo descifrar este verso-. Hasta que me di cuenta y la mente de Cristo en mí, me dijo: -José Luis, lo que sucede es que el reino y las palabras que tú dices no son palabras cualquiera. ¿Cómo dice, cómo dice el verso? “…no consiste en palabras,…” Hay gente que habla mucho, pero no habla de poder, y el evangelio es qué, poder de Dios. Entonces, como nosotros enseñamos el evangelio, no son palabras, porque el evangelio no son palabras. Porque la palabra, la letra mata, pero el evangelio da vida. Por lo tanto, ahí vine a entender ese verso después de tantos años. Lo entendí en esta semana mirando ese verso. Entonces, quiere decir que nosotros somos gente que tenemos un poder muy grande; lo único que ese poder tiene que ir regulándose, por causa de que ese poder está en un cuerpo de barro, en un cuerpo que todavía está en estado de corrupción. Y, qué sucede, que esa corrupción, anula, no te deja ver en sí todo lo que tú posees como evangelio. Te está estorbando. Y, por eso la transformación, hay que esperar un poquito más, porque el poder -y no estamos hablando aquí de cualquier poder- estamos hablando del poder de Dios, el poder del reino. Ahora, por qué no está trabajando más, por tu humana condición. ¿Y, tú sabes cuál es el problema? Y, es un gran problema. Que si tú no avanzas y desarrollas y le pones tu interés al poder de Dios, entonces el cuerpo corrupto se aprovecha y te afecta más, si tú no lo afectas a él con tu poder. (Aplausos) Cuando tú ves a un hermano aquí en Creciendo en Gracia, que lo ves en continua debilidad es que no está perfeccionando el poder de Dios en su vida. Está en un estado de irresponsabilidad haciéndole afrenta al Espíritu de gracia. Uno corre peligro, no ve que donde a ti te han colocado es un reino maravilloso, pero es peligrosísimo, porque tú estás tratando con el poder de Dios, imagínate. Es como si tú te dieran trabajo en una planta eléctrica de esas que le suple energía a toda la Florida. ¿Cómo tú caminas ahí? Pones la mano en el cable que no es, ya tú sabes… Entonces, Dios dice: “Vosotros sois dioses.” Vamos a verlo Salmo 82, verso 6, porque aquí aunque lo hayamos leído, hay que seguir leyendo. “Yo dije: Vosotros sois dioses,…” Imagínate, dioses sin poder. Con razón tú le dices a la gente por ahí, -diga, soy dios-. No se atreven. -¿Y, cómo voy a decir, soy dios? Si yo ando en bancarrota. Y es falta de fe, porque tú no estás supuesto a decir eso. Tú tienes que decir: No, yo soy un dios y yo tengo el poder de Dios, y en fe digo que se va a perfeccionar más el poder de Dios en mi vida. (Aplausos). Por eso te dije que no puedes coger miedo y no puedes traer muchos días a la vez, -¿y qué va a pasar en dos días, en tres días, en cuatro días-, porque estás trayendo carga que no estás supuesto a desarrollar. Tienes que vivir día a día. Entonces, los pensamientos corruptos, los pensamientos de tu mente carnal te los quiere adelantar, -no, no, tú no vas a poder con esto, esto te va a salir mal, es mejor que arregles todo esto desde ahora y salte del medio-, entonces ahí te rindes. Adelantando un futuro que no ha llegado. ¿Tú sabes lo que yo te estoy hablando? Yo sé que tú sabes, si yo paso por lo mismo. Hay miedos, miedos. En todos, mira la carne se te va a meter en tu relación matrimonial y te va a adelantar cosas y te va a decir cosas, porque lo que quiere es molestarte. Se te va a meter en tus negocios, se te va a meter en tus estudios, en el trabajo, porque es que el reino de la carne funciona así. Tú vives en un estado de corrupción. Este mundo está en corrupción, por eso es que hay que vestirlo de inmortalidad. ¿Y, cómo lo vamos a vestir? Con el poder de Dios. Y, parte de esa transformación viene en este tema que estamos teniendo hoy. El Salmo 82, dice: “Yo dije: Vosotros sois dioses,…” ¡Oye qué vergüenza, ah, que Dios diga: Ustedes son dioses y dejarnos a la deriva con una letra que mata! Por eso el crimen de los apóstoles es imperdonable, lo que hizo Pedro y lo que ha hecho la religión. Porque tú sabes lo que es eso, que Dios nos llame dioses y nos tiren un viejo pacto, un evangelio de circuncisión a tratar con nuestras mentes. Tu mente que está en un estado de corrupción y entonces tirarle más corrupción. Es como tú tener calor y pidas: -échenme agua que tengo calor. Y te tiren gasolina y después un fósforo también. Estas palabras es para alentarte, no es para faltarte el respeto, ni para lastimarte, es para que agarres el pacto. ¿A ti te están persiguiendo? Mira, después que tú aprendas esto y lo perfecciones en ti, nada te va a molestar. Nada. Nada. Vas a poder contra cualquier circunstancia que venga contra tu vida; y no hay que cogerte pena tampoco, porque usted es muy poderoso. Ahora mira, mira algo más del verso, dice: “Pero como hombres moriréis; y como cualquiera de los príncipes caeréis.” Ahora esa invitación: “Levántate, oh Dios, juzga la tierra; porque tú heredarás todas las naciones.” Imagínate, “Levántate, oh Dios, juzga la tierra.” Y, ¿con qué la iba a juzgar? Con el poder del evangelio. Por eso es que nosotros estamos juzgando la tierra y la estamos juzgando bien, porque estamos haciendo división, juzgando, explicando con el evangelio de la incircuncisión, con el evangelio de Pablo. Con razón Pablo, -que nadie le dio atención-, dijo: -Pero, Dios es justo y él me dará justa retribución algún día-, y se la estamos dando, porque él fue quien dejó ese evangelio y hoy lo honramos como el “perito arquitecto” que nos dejó ese poder escrito. (Aplausos). Así que Dios se levantó. Se levantó Dios, y está juzgando la tierra. Y la está juzgando con el evangelio de su poder que es la gracia de Dios. La maravillosa gracia, la doctrina de la gracia, la doctrina que te hace feliz. Una vez tú eres engendrado, una vez tú eres sellado con el Espíritu Santo de la promesa y ese sello no son palabras, el sello es de poder. Tú estás sellado, por eso es que tú piensas como tú piensas. Por eso es que tú te congregas, por eso es que tú luchas para que esta palabra siga corriendo, porque haciéndolo, estás haciendo feliz a otro. Así que vamos a terminar con poder. Con poder… (Aplausos). Entendiendo lo que es el poder de Dios. Y vamos a terminarlo yéndonos en contra de lo que te está lastimando a ti. Qué es lo que hay en tu personalidad que te está lastimando, que no te deja reinar; sea enfermedad, sea actitudes. Tienes que buscar la forma, por el bien tuyo, de reinar sobre esa circunstancia. Porque puedes, porque todo lo tienes, estás completo, no te falta nada. Imagínate, y que ponernos ahora y que -vamos a orar-. ¿Tú quieres orar? Yo no me atrevo a orar. Están preguntando por ahí: -Y, ¿usted ora? - Me oraré a mí mismo en este caso. -Pero, ¿y en la congregación, oran? Es que eso es un rudimento. Eso es un rudimento de la fe en Dios, como dice Hebreos 6:1: “Dejando los rudimentos de la doctrina de la fe en Dios.” Porque ya no es fe en Dios, es que tú eres dios. Tú eres un dios poderoso. (Aplausos) La gente se equivoca conmigo y van a decir: -No, que lo están idolatrando. No, que cómo puede ser. Es lo que te estoy dando, bendecido. José Luis no, José Luís anda detrás también de eso para poder salvarse. Yo ando arreguindado ahí también: Aguanta, espérate, que se me va la lancha, se me va el tren-. Esto es para todos. Lo único que yo entiendo, yo entiendo lo que yo enseño. Sé el poder de lo que yo enseño, y sé los milagros que causa y el estilo de vida. Mira ese niño de la súper raza: -¿Dónde tú vives? -En los lugares celestiales. -¡Muchacho! Háblame en español. ¿Cómo se llama tu papá? -José Luis De Jesús Miranda. -Pero ¿y no es este señor? -Bueno, es que le estoy hablando en el espíritu. (Aplausos). Yo, en este momento, hago un ruego -como dijo pablo-, “yo os ruego que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, que es vuestro racional culto”, y no se sometan a las tradiciones que existen y reinen. Presentad vuestros cuerpos en sacrificio vivo. Eso es lo que significa. En el sistema, presentar el cuerpo en sacrificio vivo, es ayunar, dejando de comer al perro, y se pone peor. O pasándolo al frente y haciendo oraciones por él. Pero en el Ministerio Creciendo en Gracia, en el reino de los cielos que nosotros somos quienes tenemos la llave de ese reino, aquí presentamos el cuerpo en sacrificio vivo. ¿Cómo? Aceptando su estado de debilidad, y no aceptando, pero reconociendo que el problema es esta carne y entonces también aceptando el poder que tenemos para tratar con él. Y para eso tienes que coger coraje, tienes que confesar la palabra. Como el niño que le dijo a su papá que lo visitó en el hospital: -¿Qué tú haces aquí, papi? ¿Tú no eres mi amor? Sal de aquí. Ahí, confronta. Esos hermanos que vienen a quejarse donde ti, diles: -Mira, está bueno ya. ¡Está bueno ya! Confronta. Y otros: -Cógeme pena. Es que aquel no me entendió. No, es que al apóstol yo no le caigo bien. Es que yo esto, es que aquello. No es tiempo de eso, bendecido. No hay tiempo para la queja, lo que hay es tiempo para confesar la palabra de poder. (Aplausos). A confesar el poder de Dios. Vamos a estar en pie. (Aplausos). Hay bendecidos por ahí que conocen la palabra, pero no la están confesando, no la están poniendo en práctica y entonces, es una vergüenza para el reino, porque entonces dicen: -Mira, eso no trabaja. No. Esto trabaja. Pero, no puedes seguir justificando tus cosas. No puedes justificarla y seguir allí. No. Sigue adelante, pase lo que pase. Tú tienes que seguir, siempre hay un camino para ti. El Espíritu siempre hace provisión para ti. Tú eres dios, tú eres un dios poderoso. (Aplausos)